Resumen del libro “A la sombra de este árbol” Paulo Freire Esta obra de Freire argumenta la idea de que la educación es la clave para hacer un pueblo libre y con capacidad crítica y reflexiva, partiendo de una sociedad cuya gran parte que vive en la pobreza tiene la idea de que “las cosas son así porque no pueden ser de otra manera” SOLEDAD-COMUNIÓN El libro comienza con una reflexión sobre lo bueno que tiene la soledad, es un momento en el que estás contigo mismo… es un momento necesario y positivo pero también se puede caer en el aislamiento negativo, que sería el del individualista, que de forma egoísta piensa que todo gira a su alrededor. Es la soledad negativa, de ese que sólo se ve así mismo, del egocentrismo. Freire habla de la importancia de educar la curiosidad, de querer saber. Debemos desarrollar una educación de la pregunta, y no una educación de la respuesta que no sirve de nada, esto es, relacionado con la curiosidad, que los educandos aprendan mediante preguntas que ellos lleguen a hacerse, no mediante contenidos que los profesores imparten sin existir interés por estos. SOPORTE Y MUNDO Freire le da mucha importancia a la historia. Piensa que es imprescindible conocer la historia de cada lugar, y de cada ser humano. No es posible para la vida humana un mundo inmóvil, horizontal. En el caso del mundo animal, un animal se adapta a su soporte, pero el ser humano no se adapta, lo transforma. Los humanos que nos “movemos en el soporte” interactuamos con el soporte. En cuanto al hecho de las transformaciones, los humanos inventamos técnicas e instrumentos que provocan que los cambios sean cada vez más rápidos y frecuentes, como en tecnología y ciencia, cuyos avances cada poco tiempo se quedan obsoletos. Hacia el final de este capítulo Freire reflexiona sobre el funcionamiento de la economía, sobre el poder de los poderosos, sobre el sometimiento de los pobres y cómo se gesta la idea de que “las cosas son así porque no pueden ser de otra manera” y esto favorece a los ricos y perjudica a los pobres. El autor rechaza este fatalismo, ya que “somos seres de transformación y no de adaptación”. “Somos seres condicionados pero no determinados”, pero ese discurso pretende convencer de que el mal es destino, en lugar de hacer una crítica a este sistema que todavía sin escasez condena a gran parte de la humanidad al hambre y a la muerte. MI PRIMER MUNDO En este capítulo nos hace un recorrido por su Brasil, su infancia y sus padres. Piensa en la lucha por la libertad de su tierra, un sueño que permanece en sus ideales. ESPERANZA Es muy palpable la falta de esperanza de los pobres. A las clases dominantes les interesa la despolitización de la educación. “La educación necesita tanto de formación técnica, científica y profesional como de sueños y utopía.”. Rechaza que no se pueda hacer nada contra lo que está impuesto, no debemos quedarnos quietos, nunca perder la esperanza, la cual es necesaria y va con el ser humano. En cuanto a la práctica educativa, esta no debería limitarse a la “lectura de la palabra” y a la “lectura del texto”, si no que debería incluir la “lectura del contexto” y la “lectura del mundo”. Esto se refiere a que la educación no se base en enseñar meros contenidos sin ninguna trascendencia, si no que se enseñe verdaderamente a los educandos dónde viven, qué está pasando, qué posibilidades hay, enseñarles para ser
libres. Se expone la importancia de la educación para la decisión, es decir, para formar hombres libres con capacidad de decidir lo que quieren y conocer la verdad. Freire critica fuertemente la diferencia extrema de clases y de poder. Hay una diferencia importante entre razas, predominando la raza blanca sobre la negra, y también de género, pues la mujer en Brasil no tiene bienes por lo general. LIMITE DE LA DERECHA Freire critica la posición de algunos partidos de izquierdas que con la intención de ganar más votos se acercan más a los ideales de la derecha, o hacia el centro, traicionando en realidad a sus ideales. “Una equivocación que me parece peligrosa y con tendencia a ampliarse es la que cometen las izquierdas latinoamericanas al caminar hacia atrás creyendo marchar hacia adelante, hacia el encuentro del inexistente centro, casi siempre una derecha menos perversa que pretende suavizar su reaccionarismo.” Esto podemos conectarlo con la situación española en la que el bipartidismo (PP-PSOE), los partidos con más apoyo, se denominan centro-derecha y centro-izquierda seguramente con la intención de ganar más apoyo quizá traicionando en parte a sus ideales, pero creo que es normal que esto ocurra puesto que un lado extremo no es lo mejor para todos. Freire pertenece a una ideología radical de izquierda, y contra la derecha y este hecho de traicionar los ideales expresa lo siguiente: “No tengo duda de que la unidad en la diversidad debe guiar a las izquierdas para vencer a la derecha y así democratizar nuestra sociedad”, (Freire: 46). Esta frase la resalto porque deja claro su mirada en cuanto a la actividad política. Freire incita a los partidos de izquierdas a unirse para ser más fuertes contra su contrario en lugar de acercarse al centro. NEOLIBERALES Y PROGRESISTAS Como suscita el título, este capítulo comenta las diferencias entre neoliberales y progresistas, haciendo una crítica a los neoliberales y a los parámetros económicos y mercantiles que proclama para organizar la sociedad. Para este sistema, la curiosidad y la educación permanente y crítica no es necesaria. En este capítulo introduce el tema de la tecnología y el saber técnico necesario en la actualidad, y diferencia las posturas entre ambos grupos. Freire defiende esta necesidad pero se debe preguntar a favor de qué, de quien y contra quién se trabaja. GESTIÓN DEMOCRÁTICA El sueño de Freire como progresista es la democratización de la escuela, en cuanto a la cantidad y la calidad. Considera que aunque las propuestas de su partido no hayan sido apoyadas y hayan sido derrotadas no es correcto hacer elitista su manera de entender el mundo, sino que deben seguir luchando para una mayor perfección y democratización de las instituciones de la sociedad. A mi entender, deja entrever que “el pueblo” no tiene cultura política y no saben lo que es mejor para ellos con una frase en la que dice “no puedo responsabilizar a la gente culpándola por no saber votar […], debo identificar la presencia de la ideología del poder y el poder de esa ideología y la inexperiencia democrática enraizada en nuestras tradiciones. (Freire: 58). En realidad sí culpa en parte a la sociedad y no me parece bien esta posición que toma el autor cuando está defendiendo que la educación no llega a todo el mundo. A continuación habla de la educación brasileña, criticando varios puntos como son la falta de formación de los docentes, la falta de preparación científica, la discriminación a los educandos de clases populares, y la falta de atención que se tiene hacia las experiencias que han tenido los niños como bagaje propio. Todo esto provoca un alto fracaso escolar, a lo cual él llama expulsión de la escuela.
Volviendo con el tema ideológico-político, Freire apunta que “es más fácil ganar las elecciones que gobernar”. Hace una crítica al hecho de hablar mucho sobre como gobernaremos, en un futuro, y hacer promesas y sueños imposibles. Este problema es universal. En España esto también ocurre y es un problema muy extendido en todo el mundo, lo cual dice mucho sobre la escala de valores en la política, donde lo primero es conseguir votos. En la última parte de este capítulo hace una mención a la forma alienadora de hacer religión, al hecho de que los creyentes se queden sin hacer nada aunque pasen penurias porque creen que orando y perdonando ofensas mañana se ganarán el cielo. Critica esta postura y defiende el pedir fuerza y coraje a Dios para luchar, pues el comportamiento religioso alienado ayuda a la explotación que hacen los ricos. De este tema también habla en otros capítulos ya que Freire le da importancia al papel de la religión. EXPERIENCIAS DEL EXILIO El autor cuenta sus experiencias durante su época de exilio. Freire expone el exilio como una época que no debe pasar por la vida de uno como si nada, sino que hay que vivirlo, hay que sufrirlo y aprender de ello; aprovecharlo digamos. “No es posible vivir ese tiempo sin sufrirlo, y solo cuando se vive en la experiencia existencial puede ser sufrido”. Sufrir el exilio es reconocer la realidad, es asumirlo con todo el dolor que origina, implica reconocer que se ha abandonado el lugar de origen. Habla de diferentes formas de vivirlo, pues hay gente que pasa los días lamentándose y no logran soportarlo; son los exiliados amargados. Los hay optimistas que todos los días marcan el día de regreso y ese día se va perpetuando en el tiempo. Cuando se vive el exilio se prueba nuestra capacidad de amar, de tener rabia, de solidaridad, de flaqueza, de tolerar a los demás, de respetarlos y escucharlos. Freire cuenta que también tuvo su momento de flaqueza y amargura durante el exilio, pero aun así cuando volvió a su país con 58 años, regresaba joven a pesar de la barba blanca. Aprovecha para hacer mención al hecho de ser joven o viejo según la edad, “somos viejos o jóvenes mucho más en función de cómo entendemos el mundo” (Freire: 74). Esta es una reflexión muy bonita y verdadera y muy acorde con nuestra realidad, donde hay mucha diferencia entre unas personas y otras dentro de la misma edad, donde conocemos a personas ancianas con una vitalidad impresionante y otras jóvenes adultas que parecen totalmente envejecidas. “Somos jóvenes en la medida que luchando vamos superando nuestros prejuicios. Somos viejos si de forma arrogante despreciamos a los otros y al mundo. El orgullo y la autosuficiencia nos envejecen. Estas frases tan certeras podemos aplicárnoslas como profesionales para nuestra futura intervención ya que “cuanta más juventud tenga el educador más posibilidad tendrá de comunicarse con la juventud.” El autor cierra el capítulo haciendo una crítica hacia el reformismo y el conservadurismo. Cree que una forma terrible de envejecer es oponerse a los cambios políticos y sociales necesarios para superar injusticias, que la juventud está ligada al cambio y la transformación, pero el conservadurismo y el reformismo pretenden mantener un orden desfasado y hacer reformas para evitar transformaciones profundas. IZQUIERDA Y DERECHA En este capítulo Freire habla de las diferencias entre la izquierda y la derecha política. “Las mayorías populares han tenido acierto en la elección de lo que quieren, pero se han equivocado en la elección de los partidos”, dicen Freire y su mujer Ana María. Esta afirmación, que también la hacen anteriormente, no me parece en absoluto objetiva ya que Freire pertenece a la ideología progresista de izquierdas. Freire explica que los ciudadanos quieren cambiar, quieren justicia, paz, salud, educación, pero
que votan partidos contrarios al cambio a favor de los oprimidos, que no deben votar a la derecha. Hace una crítica a que los partidos de derechas se mantienen unidos y en cambio, las izquierdas se sectorizan por diferencias de ideales. Las izquierdas discuten entre sí. Esta explicación de Freire, me ha recordado a lo sucedido en las últimas jornadas electorales en España, donde después del movimiento 15M en contra del bipartidismo político. Entre otras causas, los votantes de la izquierda se sectorizaron dividiendo sus votos entre otros partidos de izquierdas diferentes al PSOE en contra de este bipartidismo. El resultado fue la victoria de la derecha, no tan fraccionada. Según Freire un partido de izquierdas tiene que ser crítico y optimista, no puede ser un aventurero irresponsable. Su crítica a las injusticias debe ser fuerte, pero no puede ser un discurso amargo, debe tener esperanza. Es fundamental la rigurosidad ética, y jamás debe mentir. Una tarea necesaria de un partido progresista es ser muy claro con la lucha para que las clases populares tomen conciencia de los problemas del futuro. Para conseguir transformaciones es necesario cambiar las estructuras del poder, es necesario que las transformaciones sociales sean asumidas y aceptadas por la mayoría de la sociedad, y no impuestas y no entendidas, ya que entonces el resultado sería la obediencia ciega y la pasividad. Freire nos habla de la radicalidad, a la cual define como serena. Describe positivamente al radical como una persona abierta a superarse que puede cambiar de opinión si le convencen, y al servicio de la verdad. En cambio “el sectario” está al servicio de su verdad que pretende imponer. El autor expresa que Brasil necesita hombres y mujeres progresistas, radicales, serios e implicados en la lucha. En este capítulo también nos habla del racismo y el machismo, pues esto no forma parte de la naturaleza humana, sino que nos volvemos racistas. Cuando una minoría rechaza a otra minoría revela estar llenos de prejuicios. Para luchar por una sociedad menos perversa no puede luchar cada minoría por su cuenta. Nuestra tendencia es dividir fuerzas en lugar de luchar contra el enemigo común, pero juntos tenemos el deber de luchar contra la discriminación la cual ofende a todos. Por último Freire hace una crítica al capitalismo por su naturaleza antisolidaria, con la que yo personalmente estoy de acuerdo y por ello incluyo esta frase que describe muy bien la perversidad de este sistema: “En el momento en que se reconoce que la producción mundial de alimentos atendería al doble de la población del mundo actual, es desolador constatar el número de los que llegan al mundo pero no sobreviven […] a causa del hambre. SERIEDAD Y ALEGRÍA Es necesaria una educación donde los educandos experimenten la fuerza y el valor de la unidad en la diversidad, con la riqueza que esta conlleva. Freire explica que para los educadores democráticos el acto de enseñar y de aprender es un acto serio y exigente que provoca placer y que en sí es alegre. El educador demócrata debe mostrar satisfacción en su trabajo, seguridad, capacidad de escucha y ser justo con los alumnos. No puede caer en el autoritarismoni el libertinaje, debe ser coherente siempre. El autoritarismo no se refiere solo al uso represor, sino también a la vigilancia inapropiada, a la falta de respeto a la creatividad, o en cómo se les advierte o se les censura. Este capítulo se refiere a la seriedad y alegría en el contexto del acto de enseñar y educar, el cual es una tarea seria, que el resultado depende mucho de nuestra manera de actuar como educadores, pero a la vez supone emprender un camino lleno de emoción y alegría. Freire termina el capítulo dejando claro lo importante que es para él que la práctica educativa sea democrática. “Se aprende y se enseña democracia haciendo la democracia”. Expone ideas sobre cómo empapar a los niños de democracia desde la escuela, haciendo actividades y jornadas que impliquen a los niños y la aprendan jugando. Se refiere a “elecciones simuladas” en escuelas, cuyo ejemplo se lleva a la práctica también en nuestro país y podemos hablar de algunos casos que conocemos, por ejemplo la CEMU en Leganés, un centro de menores en el que hacen elecciones cada año donde votan todos los niños para elegir como presidente de la “ciudad” a un compañero.
DIALOGICIDAD El autor nos habla de la relación dialógica como una práctica fundamental. Siguiendo su método, Freire explica que para conocer un objeto, trata de descifrar sus razones de ser y procura comprenderlo en el interior de sus relaciones con los otros, no aislarlo. “La dialogicidad es una exigencia de la naturaleza humana y también una reclamación a favor de la opción democrática del educador”. No existe comunicación sin dialogicidad. Freire dice de manera un poco enrevesada que “la conciencia del inacabamiento, hace al ser educable. El inacabamiento sin la conciencia de él engendra el adiestramiento y el cultivo.” (Freire: 102) Esto yo lo interpreto como que somos conscientes de que no tenemos límites en cuanto al aprendizaje, la memorización… y por ello somos educables, pero si no somos conscientes de esto en lo que nos convertimos es en seres adiestrados por otros. Habla de la curiosidad, como una capacidad del ser humano de sorprenderse por multitud de cosas. Esta incontenible necesidad de comprender y de buscar la razón de ser de los hechos es parte del ser humano, tenemos permanente disponibilidad para la indagación y la pregunta. Pero resulta que en la educación “seguimos dando respuestas a preguntas que no nos fueron hechas”, es decir, a cosas que en realidad los educandos no les interesan y olvidando otras que podrían ser de sumo interés. La curiosidad debería ser una preocupación de todo proyecto educativo en la escuela. El papel del educador progresista es desafiar la curiosidad ingenua del educando para compartir la crítica. Los regímenes autoritarios son enemigos de la curiosidad, va en contra dela naturaleza del ser humano y de su proceso de conocer, la dialogicidad está llena de curiosidad y de inquietud, es necesario que exista un respeto mutuo entre los sujetos, supone madurez, seguridad en la pregunta, y seriedad en la respuesta, y no se puede confundir con habladuría. Los educadores demócratas son dialogantes, y deben promover el clima dialógico. MI FE Y ESPERANZA En este capítulo el autor habla de qué es en lo que tiene fe y esperanza, pues es en la lucha por superar esta realidad opresora y por la construcción de una sociedad menos desagradable, menos malvada y más humana. Habla de la situación de los pobres y la religión. El fatalismo que expresan estos ayuda a los dominantes y en nada les ayuda a ellos, y además, piensan que Dios les ha dado esa vida por alguna razón, pero la idea que defiende Freire es cambiar la visión de un Dios al servicio de los dominantes por un Dios que esté del lado de la justicia, del amor y de los pobres. A Freire su fe le ha ayudado, según él nos cuenta, a no detenerse ni acomodarse y a seguir luchando por sus ideales. “La lucha por la esperanza es permanente y se intensifica en la medida en que se percibe que no es una lucha solitaria”. La unión hace la fuerza, y cuando vemos que estamos acompañados es más fácil lograr los objetivos y no rendirse cuando empezamos a agotarnos. “Los educadores sin esperanza contradicen su práctica” (119). Siempre debemos tener esperanza en nuestro trabajo y transmitírsela a nuestros s, porque siempre hay algo que hacer, siempre se puede cambiar el rumbo. ÚLTIMAS LINEAS Freire acaba el libro con este párrafo: “De ahora en adelante, tenemos que consolidar la democracia, respaldar sus instituciones, asegurar el retorno del país al desarrollo, al equilibrio de la economía, y enfrentarnos así a los problemas sociales que nos afligen. Aliándonos con la derecha, jamás haremos esto”. El cierre del libro con estas palabras demuestra que es un libro con una ideología muy fuerte y permanente en todo su desarrollo. Freire quiere terminar dejando claro que la izquierda es quien nos va ayudar en los problemas sociales y en el desarrollo.
Análisis A la sombra de este árbol propone una nueva pedagogía crítica centrada en la transformación de las dificultades en posibilidades, perteneciente a las corrientes transformadoras. Afortunadamente las Ciencias Sociales empiezan a recoger ideas y propuestas que los autores de las Teorías Transformadoras llevan años reivindicando, la incorporación de todas las voces en la construcción del conocimiento, mediante el diálogo y la acción comunicativa. Paulo Freire en su obra “A la sombra de este árbol”, recupera el concepto de fe como actitud para la transformación, no desde la superstición, que asume creencias sin argumentos e imposiciones morales, que limitan a las personas en sus acciones y posibilidades reales de cambio. Nos habla de una fe ética, liberadora, que alimenta la esperanza hacia un mundo más justo. El autor es consciente que es muy difícil tener fe, pero no por ello se debe sucumbir al abandono de la misma. La educación, en verdad, necesita tanto de formación técnica, científica y profesional como de sueños y de utopía (Freire, 2007: 34), rechaza así la visión fatalista de autores postmodernos, que desilusionados del fracaso de la modernidad, adoptan un discurso relativista. Heidegger, autor postmoderno, defiende el concepto de deconstrucción, eliminar todos los significados y otorgarles un sentido infinito, es decir, sin significado. Todos tenemos la razón y serán los más fuertes, mediante la lucha, quienes impondrán el orden, a pesar de que no tengan la razón. Está claro que bajo esta visión, los opresores, que tienen el poder, siempre vencerán, verificando el modelo de la reproducción de desigualdades. Freire bajo esta perspectiva fatalista, considera de gran importancia que los educadores desmitifiquen el discurso postmoderno, apostando por una práctica dialógica versus la práctica de la fuerza. La afirmación postmodernista “las cosas son así porque no pueden ser de otra manera” (Freire, 2007: 26), alimenta el desánimo de los más desfavorecidos, que nada harán para cambiar su situación, adaptándose a las circunstancias y completando el engranaje de los todopoderosos. Esta idea perpetúa la situación de injusticia, reservando la felicidad a los poderosos y la miseria a los pobres, como hechos inamovibles e imposibles de transformar. Para tal afirmación el autor explica la necesidad de no sucumbir ante discursos desalentadores, si bien reconoce que somos seres condicionados también somos seres indeterminados. La Historia no es determinante, tenemos la capacidad de decidir y transformar para reinventar el mundo. El futuro no es destino predeterminado, es un tiempo en construcción, en el cual las personas decidimos nuestro camino. Freire reflexiona desde la propia experiencia práctica e intelectual, en contra posición de la ciencia de la modernidad tradicional, que crea teoría de la mano de expertos intelectuales alejados de la realidad de las personas y de sus contextos. Estos autores modernos no incluyen las voces de todos/as y descalifican a autores que defiende la inclusión de todas las personas en la construcción de conocimiento, tal como apunta Habermans, nos son más importantes las aportaciones de profesionales que las de personas no académicas, todo depende de los argumentos que cada cual incorpore a la discusión. Es en esta línea, la comunicativa y dialógica, que Freire basa su obra, entiende que la educación es una herramienta para eliminar las desigualdades. Nadie es poseedor absoluto del conocimiento. Autores estructuralistas, creadores del modelo reproductor, afirman que la escuela es neutral y que nada puede hacer por cambiar la realidad (Althusser, Bourdieu y eron). Freire es contrario a esta posición, una educación dialógica, tanto escolar, familiar como social, demuestra que las personas podemos transformar nuestras relaciones y disminuir las desigualdades originadas por las relaciones de poder. Foucault, defiende la genealogía del poder, es decir, parte de la base de que en cualquier tipo de relación siempre se
producirá un ejercicio de poder por una de las partes hacia la otra y que por este motivo no se han de entender las relaciones de poder como algo negativo. En la actualidad esta afirmación es derrotada por muchas prácticas que se están llevando a cabo desde el diálogo para romper con las relaciones de poder y establecer en su lugar relaciones igualitarias. Como ejemplo, podemos mencionar el cambio que se está produciendo en las relaciones de pareja, que mediante el diálogo están establecen nuevos roles más justos, empiezan a romper esquemas tradicionales de asignación de tareas por sexo y se negocian nuevas maneras de distribuir las tareas. El autor propone una nueva pedagogía crítica centrada en la transformación de las dificultades en posibilidades, demostrando con hechos reales que es posible. Su propuesta parte de que las personas deben participar tanto en la vida política como en la cultural, adoptando una perspectiva dual, donde personas y sistemas generan nuevos cambios para la igualdad. El autor apuesta por un modelo de profesor progresista, que trabaja desde el modelo de la reflexión, desde el diálogo y desde la práctica, en contra posición a un modelo autoritario, que se limita a transmitir conceptos profesionalizadores, sin opción a la pregunta y sin participación reflexiva. Promueve así la educación de la pregunta no la de la respuesta. La educación de la “respuesta” no ayuda nada a la curiosidad, indispensable para el proceso cognitivo. Al contrario, resalta la memorización mecánica de los contenidos. Sólo una educación de la “pregunta” agudizada, estimula y refuerza la curiosidad. (Freire y Faundez, Por uma pedagogia da pregunta).
Para ello el educador debe tener una conciencia ética, debe trabajar desde una visión transformadora de las discriminaciones, debe demostrar la capacidad de analizar, comparar, decidir, renunciar, reflexionar, respetar y argumentar, expresar valores de justicia, es tan importante los conocimientos que se transmiten como la ética ejercida, no debe menospreciarse la percepción del educando, que tarde o temprano puede detectar la incoherencia de la teoría y de la práctica sino están en sintonía. Volviendo a la idea del estructuralismo, entendiendo a la escuela como neutra que se limita a reproducir el sistema dominante y que no podrá cambiar nada sino se cambia todo, Freire demuestra con hechos reales que si es posible la transformación, no es posible un cambio radical de los sistemas, pero si un camino hacia la transformación de los mismos, esto es posible desde una visión socio-crítica, donde sistemas y sujetos modifican mediante el diálogo y la reflexión la realidad. No sólo es importante la construcción social que realizan los sujetos, visión constructivista que no cree en la influencia de los sistemas en las personas, también se ha tener en cuenta el contexto social. Se ha de educar desde el conocimiento crítico, problematizar el presente y el futuro, y ofrecer herramientas para desarrollar la capacidad de las personas para comprender más allá de los conceptos. Es importante la adquisición de conocimiento técnico pero tan o más importante es saber cuestionarse qué significan, en qué contexto están ubicados, para qué serán utilizados y quiénes serán los beneficiarios. Autores como Bernstein, confirman esta idea, con la Teoría del Discurso Pedagógico, otorgándole más importancia a la transmisión que a lo que se transmite. Las corrientes neoliberales, limitan la educación a la transmisión de conceptos técnicos, que sirvan para que el libre mercado se encargue de las transformaciones necesarias, siempre a merced de sus necesidades. No promueve que sean entendidos, se trata de una acción memorística en la mayoría de casos. Esta visión no hace más que reproducir las desigualdades, realiza pequeños cambios para que cada cual continúe en su posición, los poderosos arriba y los pobres abajo. Es por ello que Freire reclama una educación
encaminada hacia la utopía, llena de sueños, de esperanza y de acciones reales que derrotan corrientes estáticas y desesperanzadoras. El modelo de integración de asimilación, que se lleva a cabo en las políticas de algunos países para gestionar la diversidad cultural, obligando a renunciar a la propia cultura y asimilar la cultura del país de acogida, podría trasladarse al modelo educativo, donde se transmite conocimiento sin tener en cuenta la experiencia y contexto del educando. Freire defiende la unidad de la diversidad, estamos en el mundo y con el mundo, y entre todos podemos superar las desigualdades. Las personas no somos racistas, nos hemos vuelto racistas, de la misma manera podemos volver a ser antirracistas, para ello debemos superar los miedos y estereotipos y fomentar y desarrollar valores como el respeto y la tolerancia. Eliminar etiquetas y unir fuerzas por objetivos similares, siempre encaminados a mejorar las situaciones de los más desfavorecidos y discriminados. Desde una perspectiva freireana se están llevando a cabo numeroso proyectos que demuestran la efectividad y los buenos resultados de dicha práctica. Un ejemplo son las Comunidades de Aprendizaje, siguiendo la teoría de Freire, esta Comunidades entienden el aprendizaje como una interacción de todos los agentes sociales, profesorado, alumnos/as, padres y madres, familia extensa, voluntarios/as, en definitiva toda la comunidad, que conjuntamente diseñan, realizan y evalúan las prácticas llevadas a cabo. Los resultados de estas experiencias, que en los últimos años se están llevando a cabo, demuestran que el nivel académico aumenta considerablemente y lo que es más importante, la cohesión social. Se recupera el valor de la Agencia Humana, un concepto que defiende Giddens, el valor de las personas y de los movimientos sociales para lograr las transformaciones y reducir las desigualdades. Las Comunidades de Aprendizaje también son un claro ejemplo de la Teoría de la Resistencia de Appel, desde una perspectiva transformadora, el autor crítica las posturas estructuralistas, que piensan que las personas no tienen capacidad para salir de las desigualdades, pero él demuestra que existen muchas asociaciones que hacen resistencia a los Estados de Poder. En contra posición a métodos que reproducen las desigualdades, como el currículum de la felicidad, que adaptan los contenidos al nivel de los educandos, las Comunidades de Aprendizaje parten de la igualdad, del intercambio y de la interacción de saberes. Las perspectivas transformadoras tienen como objetivo el diálogo intersubjetivo y la democracia real, no representativa. Freire hace referencia a la división ideológica de las izquierdas, que dejan en segundo plano los aspectos claves que defienden para priorizar aspectos secundarios de los puntos divergentes entre las izquierdas. Es necesario unir esfuerzos en las grandes cuestiones a resolver, el hambre, la sanidad, la igualdad y la educación. Es por ello que Freire reivindica una educación política participativa, sólo conociendo y participando en las esferas políticas las transformaciones sociales se pueden llevar a cabo. En este sentido existen experiencias en escuelas, que realizan simulacros de elecciones para Presidente de la República o Gobernantes, para que los educandos adquieran y conozcan el funcionamiento de la lucha política, argumentos de los partidos, maneras de convencer mediante la argumentación, ética en el proceso. Otro aspecto al cual hace referencia el autor es la curiosidad, con ella las personas indagamos y preguntamos, en este sentido Freire defiende una educación de la pregunta no de la respuesta. Esta postura es compartida con otros autores como por ejemplo Habermas, que reivindica la curiosidad epistemológica, despertar la curiosidad de querer saber del conocimiento y desarrollar la curiosidad y la capacidad de sorprenderse, para ello es necesario crear un clima de diálogo. En nuestra sociedad actual, regida por el sistema capitalista y por la era de la información, las desigualdades se agudizan y presentan nuevas formas de exclusión, la lucha para conseguir una sociedad
más justa pasa por alternativas dialógicas y comunicativas. No es cierto que las estructuras de poder sean inamovibles, como ejemplo, podemos citar las medidas adoptadas estos días por países europeos para ajustar sus presupuestos a la denominada crisis económica que todos estamos padeciendo, para ello se están llevando a cabo cambios estructurales del sistema. Esto significa que si es posible, lo único que falta es incorporar a estos cambios las voces de todos los actores sociales y no sólo la de los poderosos. A la finalización de la lectura de este libro y al desarrollar en el punto anterior todas las ideas principales, o la mayoría, que recogen esta obra, puedo concluir con que me parece una estupenda obra pedagógica de la que se puede aprender mucho sobre la importancia de la educación para ser libres y estar abiertos a la transformación, y por otro lado, el lado que menos me ha gustado, es la parte ideológica de la que está absolutamente impregnada el libro. No es un libro objetivo, sino que es exclusivamente el pensamiento de Freire, y aunque pueda estar de acuerdo con él, no me entusiasma demasiado que hable desde una subjetividad tan fuerte a favor de la izquierda y en contra de la derecha puesto que eso me parece que le resta veracidad. Pese a este pequeño inconveniente que apunto desde mi punto de vista, esta obra invita a la reflexión sobre la realidad que prevalece en nuestra sociedad e incita a la lucha para el progreso del pueblo y el cambio para los oprimidos. Freire ha llegado a desarrollar estos ideales y teorías por la influencia de su familia en su infancia, por las vivencias que se dan en su país, y por la práctica que ha ido experimentando a lo largo de su madurez, todo esto combinado con una fe en Dios y una esperanza que nunca pierde. Además, mantiene una postura y una conducta honesta y coherente con sus principios. Este libro critica fuertemente aquellos sistemas que oprimen y sustraen la libertad de las personas y esto es algo con lo que como persona, y como futura educadora social apoyo plenamente. Me gustaría concluir este trabajo con una cita del autor que recupera la utopía, no como estado ideal si no como camino a seguir:
“En realidad, cuando se considera el futuro como algo dado de antemano, bien como pura repetición mecánica del presente o, simplemente, porque es lo que tenga que ser, no cabe la utopía ni, en consecuencia, el sueño, la elección, la decisión o la expectativa, que es el único modo de existencia de la esperanza. No cabe la educación, sólo el entrenamiento”.