El acto fallido y su relación con el aparato psíquico
Fabio Alberto Almonacid Corzo
La teoría de los actos fallidos nos pone una vez más en o con el poder del inconsciente. Los actos fallidos son mostrados por Freud como actos que se manifiestan contrarios a la conciencia del sujeto pero no por esto son carentes de intención. Así, lo primero para aproximarse al entendimiento de estos fenómenos, consiste en sacarlos de la concepción puramente psicofisiológica y de esta manera entenderlos como fenómenos psíquicos. Según lo anterior, los actos fallidos adquieren una resignificación donde son tomados como actos psíquicos que tienen un fin propio, son una manifestación de contenidos y poseen un significado peculiar. Así, estos actos fallidos son realmente actos correctos, como muestra Freud, actos cargados de significado que vienen a estar determinados por el proceso de asociación del sujeto. Dentro de los actos fallidos Freud presenta tres grupos principalmente: La equivocación oral, dentro de la cual están también las equivocaciones en la lectura y escritura, y los errores en la audición; luego estas los actos fallidos relacionados con el olvido y finalmente los actos de termino erróneo que consisten en la imposibilidad de encontrar objetos o el extravió o daño involuntario del mismo. Realmente el cómo (en el sentido fisiológico) se producen los actos fallidos no tiene gran importancia para el objetivo central del psicoanálisis, aunque Freud no desconoce que las afecciones físicas o determinadas incapacidades mentales del sujeto lo conduzcan al acto fallido, también es cierto que estos se presentan en individuos completamente sanos. Por lo tano, lo que realmente importa es el sentido de los actos fallidos, este sentido que busca Freud en su análisis tiene el particular interés de mostrarse como una aproximación al inconsciente del sujeto. Así, teniendo ya como objetivo el sentido del acto fallido es necesario establecer los puntos medios que lo esclarecen. De este modo, Freud muestra en su teoría que el acto fallido se produce a partir de la interferencia entre dos intenciones, de las cuales una presenta una tendencia perturbada y la otra una tendencia perturbadora; y respecto de estas dos tendencias, hay que concentrar el esfuerzo en estudiar la tendencia perturbadora, Freud lo expresa claramente en los siguientes términos:
Los actos fallidos resultan de la interferencia de dos intenciones, una de las cuales puede calificarse de
perturbada y la otra de perturbadora. Las intenciones perturbadas no plantean ningún problema. En cambio, por lo que respecta a las perturbadoras, quisiéramos saber de qué género son tales intenciones capaces de perturbar otras y cuál es la intención que con estas últimas las enlaza. (Freud, 2003: p 49)
La anterior interferencia entre la tendencia perturbada y la tendencia perturbadora hace necesario abordar la cuestión desde el funcionamiento del aparato psíquico que propone Freud. Por consiguiente, si se observa el fenómeno del acto fallido se puede encontrar una clara correspondencia con las representaciones que Freud muestra en La interpretación de los sueños, representaciones que aparentemente están en la parte consciente del aparato psíquico y que se muestran como un proceso secundario, realmente muestran representaciones que se ubican en el preconsciente desde donde ligan contenidos que se escapan a la conciencia. Así, los actos fallidos deben ser entendidos desde su posición preconsciente en el aparato psíquico. Desde esta concepción se despliegan como elementos que permiten conectarse con el inconsciente. Siguiendo esta idea, se pueden ligar los actos fallidos a una manifestación de contenidos reprimidos, donde los diferentes grados de represión hacen pensar en diferentes reacciones del sujeto ante dicho acto fallido. Según lo anterior, es evidente que el acto fallido presenta la misma estructura de todo fenómeno psíquico. En esta medida, el acto fallido puede ser considerado como un síntoma de alguna irregularidad en el aparato psíquico. Esta irregularidad es producto de una represión de los impulsos inconscientes que el yo no quiere manifestar. Para comprender mejor lo que Freud plantea, hay que entender que la teoría del psicoanálisis, como teoría de la libido sostiene siempre la acción y reacción de fuerzas contrarias. Desde la teoría de los instintos y las fuerzas elementales del eros y el tánatos se puede ver que todos los fenómenos psíquicos se producen a partir de una dinámica que involucra el juego de dos fuerzas. En relación con lo anterior, el acto fallido se muestra como una reacción involuntaria que el sujeto trata de negar a toda costa. El por qué de esta reacción del sujeto ante el acto fallido se explica desde el hecho que dentro de las fuerzas del aparato psíquico las manifestaciones conscientes son claramente evidenciadas como actos voluntarios que desde luego muestran un aparente dominio y control del sujeto sobre su psique. Así, los actos involuntarios como los actos fallidos son una patada directa a esa postura
rígida y egocéntrica que intenta negar el influjo extremadamente potente del inconsciente. Ahora bien, si pensamos que el acto fallido funciona como una máscara que oculta una intención, podemos ver que aunque se manifieste dentro del sistema secundario del aparato psíquico, realmente el acto fallido es como un agujero que se conecta con las exigencias del sistema primario. Por tanto, necesariamente los actos fallidos se han de mostrar como alteraciones del lenguaje lógico y del pensamiento formal. Siguiendo esta idea, si vemos el lenguaje desde una forma más amplia, es el terreno sobre el cual el hombre manifiesta tanto el pensamiento consciente como el pensamiento inconsciente. La doble representación; primero como imagen y luego como palabra es todo lo que configura dentro del sistema psíquico del sujeto las posibilidades que tiene la libido de ligarse sobre representaciones. Así, en un principio esta libido ligada al propio yo se va transfiriendo a los contenidos del lenguaje a medida que éste se consolida en la mente del sujeto. Quizás no sea muy atrevido decir que solamente a partir de esta pequeña isla del lenguaje el hombre debe intentar entender la bastedad del inconsciente, de lo instintivo. Respecto a lo anteriormente planteado, la pregunta que posiblemente inquiete es: ¿cómo los contenidos inconscientes que se forman en la experiencia infantil pueden ser considerados como formas del lenguaje? Esto en sí, parece mostrar una contradicción y una manifiesta imposibilidad al contemplar el lenguaje (clara expresión del proceso secundario), como un límite infranqueable que repliega al sujeto dentro del territorio de la conciencia. Y realmente ahí está el error, el lenguaje es todo lo que tenemos en el sentido de que funciona como un cuerpo sobre el cual el sujeto despliega la carga anímica; cada palabra, cada imagen tienen una carga anímica para el individuo. Así, el lenguaje en su función de avatar ha de ser entendido desde su carácter simbólico y no simplemente como un conjunto de signos de referencias planas. Ya desde esta perspectiva las nociones de correcto e incorrecto simplemente sirven como la pista para rastrear el contenido indiferenciado del inconsciente donde estas distinciones ya no tienen lugar. Finalmente, podríamos concluir mostrando que los actos fallidos como se ha intentado exponer a lo largo del texto, y como el propio Freud lo dijo, tienen un significado que se tiene que abordar desde su sentido correspondiente, y como manifestaciones del lenguaje se ha de deslindar de la interpretación formal que se liga al signo. Así pues, sin pretensiones de un dogmatismo que claramente repudia Freud, el psicoanálisis se muestra como una teoría ad hoc, una teoría que se tiene que acoplar a la situación particular del sujeto y que pierde sentido y finalmente muere si se piensa como una serie de leyes fijas y rígidas.
Bibliografía: Freud (1991) Obras Completas, La interpretación de los sueños (segunda parte) sobre el sueño. Amorrortu editores, Buenos Aires. Freud (2003) Introducción al psicoanálisis. Ediciones Esquilo, Colombia. Freud (1999) Esquema del Psicoanálisis psicoanalítica. Alianza editorial, Madrid.
y
otros
escritos
de
doctrina