Introducción a los Servicios Sociales
TEMA 1 CONCEPTOS BÁSICOS 1.- Conceptos básicos relacionados con los Servicios Sociales: - Acción Social - Bienestar Social - Calidad de Vida - Política Social - Trabajo Social 2.- Definición y delimitación conceptual de los servicios sociales: Servicios Sociales en sentido amplio y en sentido estricto
1.- CONCEPTOS BÁSICOS RELACIONADOS CON LOS SERVICIOS SOCIALES Acción Social El concepto Acción Social se utiliza frecuentemente como sinónimo de Bienestar Social o de Servicios Sociales restringiendo así todo su contenido a una de sus formas , que aún siendo hoy la más significativa, no es la única, ni lo ha sido a lo largo de la Historia. Ander-Egg (1984:2) define este concepto como " toda actividad consciente, organizada y dirigida de manera individual o colectiva, que de modo expreso tiene por finalidad actuar sobre el medio social, para mantener una situación, mejorarla o transformarla". Otras autoras como Montserrat Colomer (1983) entienden que la Acción Social tiene como finalidad “conseguir la mejora de las condiciones de vida de todos los ciudadanos y a la satisfacción de las necesidades básicas de los mismos, para terminar con la injusticia social”. Así, liga este concepto al Bienestar Social y afirma que en cierta forma entra en oposición con la mera acción benéfica . De las Heras y Cortajarena (1979) sitúan la Acción Social en el campo de la relación entre el binomio necesidades y recursos; para ellas esa relación se caracteriza por el conflicto por lo que es necesaria una intervención intencionada, que es precisamente, lo que denominan Acción Social.
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En nuestra opinión , tal intervención intencionada entre necesidades y recursos ha tenido diferentes expresiones a lo largo de la Historia en función de los múltiples condicionantes y características de cada sociedad. Las respuestas sociales se han ido diversificando, haciéndose más complejas y, a pesar de que coexisten en el tiempo, en cada momento histórico y en cada sociedad alguna de ellas se ha desarrollado de un modo más característico constituyéndose en paradigmática de esa época. En este sentido, se suele distinguir cuatro modelos de acción social: Caridad , Beneficencia, Asistencia Social, Bienestar Social , enarcándose los servicios sociales en la acción de la política social que pretende este último modelo1. Bienestar Social El concepto de Bienestar Social es un concepto relativamente nuevo, puesto que como indica Moix (1986:35) “ con un sentido científico sólo se ha desarrollado recientemente al compás de y en conexión con los problemas sociales de nuestra sociedad industrial”. Para este autor el término implica la idea de que los grupos políticos organizados tienen la obligación de proveer a las necesidades más apremiantes de los ciudadanos menos afortunados, con cargo a fondos públicos y mediante los correspondientes sistemas de protección. Su popularización en castellano procede de la traducción del ingles del término ”Social Welfare” que a su vez procede de la voz alemana “ wohfart” cuyo significado etimológico es “ tener buen viaje”, implicando la idea de viajar cómodamente por el camino de la vida. A pesar de la popularidad que hoy en día tiene el concepto de Bienestar social, revisando los trabajos de diferentes autores encontramos que existe una notable vaguedad tanto en su definición como en su utilización. Algunos autores lo emplean “para designar el conjunto de leyes, por una parte, y los programas , beneficios y servicios que por otra parte se establecen para asegurar o robustecer la provisión de todo aquello que se consideran las necesidades básicas para 1
Dedicaremos el Bloque Temático II del programa al estudio de las distintas formas de acción social a lo largo de la Historia.
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el bienestar humano y el mejoramiento social” (Ander-Egg, 1984:33); otras instituciones lo utilizan para referirse sólo a una parte de tales leyes, programas y servicios.
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Siguiendo de nuevo a Moix (1986) el término Welfare tiene una dimensión individual y otra social. La primera hace referencia a los requisitos básicos , necesarios para el bienestar del ser humano en general, incluyendo los elementos relativos al mínimo de salud y prosperidad económica, indispensables para él. Así, welfare apunta a la idea de un determinado mínimo nivel de vida, de modo que cualquier fallo en alcanzar dicho nivel habrá de ser considerado como una clara deficiencia en la consecución de ese bienestar básico. En su dimensión social se refiere a las necesidades de las personas relativas al establecimiento de un orden social compartido que “impulse , fomente y potencie el logro por parte de los ciudadanos de su propio bienestar personal lo que constituye , en definitiva, lo característico y más definitorio del bienestar social” (Moix, 1986:27). Por su parte, Wilensky y Lebeaux (1958)2 definen el Bienestar Social “como aquellos programas, agencias, e instituciones organizados formalmente y patrocinados socialmente que funcionan para mantener o mejorar las condiciones económicas, la salud o la competencia interpersonal de algunas partes o de todas las de una población” El seminario taxonómico del Colegio de Licenciados en Ciencias Políticas y Sociología (1987) entiende el Bienestar Social como un valor social que expresa lo ideal, lo deseable, la forma en que las personas tienen de entender su naturaleza y las relaciones con los demás; también como un área de actividades, de aspectos prácticos y organizativos que tienen que ver con los agentes sociales, las instituciones u organizaciones formales y los programas, prestaciones y servicios que desarrollan. Así, Bienestar Social se configura como un valor socialmente compartido que establece como finalidad que todos los de la sociedad deben disponer de los medios precisos para satisfacer aquellas demandas comúnmente aceptadas como necesidades. A nuestro entender el concepto Bienestar Social hace referencia a una de las formas de respuesta ante las necesidades o una forma de acción social característica de las sociedades capitalistas avanzadas, que se desarrolla en el marco político- organizativo del Estado de Bienestar mediante la puesta en marcha de políticas sociales interventoras que se concretan entre otras formas- en una extensa red de sistemas de protección social, fundamentalmente de responsabilidad pública. Según esta aproximación , la relación entre Servicios Sociales y 2
Citado en Moix, 1986.
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Bienestar Social es muy estrecha, podríamos decir de “ inclusión” o también” “instrumental”. En función de la acepción de Servicios Sociales que utilicemos, estos se entienden como una de las áreas del Bienestar Social, o como uno de sus instrumentos. Calidad de vida Actualmente, entra en escena, muy ligado al bienestar social, el concepto de Calidad de Vida que como afirma Setién (1993: 56) es, así mismo, “elusivo y abstracto”. Según la autora se suele utilizar como sinónimo de bienestar aunque para muchos va más allá, englobando aspectos no contemplados en el bienestar, siendo éste una condición pero insuficiente. En esa línea Solomon y otros (1980) definen Calidad de Vida como “ un concepto inclusivo, que cubre todos los aspectos de la vida, tal y como son experimentados por los individuos. Comprende tanto la satisfacción material de las necesidades como los aspectos de la vida relacionados con el desarrollo personal, la autorrealización y un ecosistema equilibrado. También Levy y Anderson (1980) entienden la calidad de Vida como un concepto complejo y multidimensional: compuesta de bienestar físico, mental y social, tal y como la percibe cada individuo y cada grupo, y de felicidad, satisfacción y recompensa (...) Incluye aspectos tales como salud, matrimonio, familia, trabajo, vivienda, situación financiera, oportunidades educativas, autoestima, creatividad, competencia, sentido de pertenencia a ciertas instituciones y confianza en otros.
Autores como Alguacil (1999: 145) comparten esa idea de complejidad y multidimensionalidad, pero entienden que es fundamental subrayar el protagonismo que la percepción de los problemas medioambientales y la crisis ecológica ha tenido sobre la construcción de la idea de calidad de vida. Desde su punto de vista la dimensión ambiental es “una protagonista de primer orden en la construcción del concepto”. Como resultado la profundización en este concepto, surge la necesidad de la aproximación empírica y la medición, creándose lo que hoy se conoce como Sistemas de Indicadores Sociales y siendo actualmente instrumentos imprescindibles en la planificación y avaluación de los Servicios Sociales3. 3
Trataremos más detenidamente de los Indicadores Sociales en el Tema 2.
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Política Social Las cuestiones que conciernen a la Política Social en una sociedad moderna son, como indica Montoro (1997: 33), tan importantes y afectan tanto a la vida de los ciudadanos y a la distribución de los recursos en nuestras sociedades que no es sorprendente que haya un enorme número de estudiosos dedicados a este tema. Así encontramos multitud de definiciones que no siempre son coincidentes puesto que, como es lógico, están fundamentadas en las diferentes perspectivas, concepciones del mundo, ideologías, de los respectivos autores. La expresión Política Social comenzó a utilizarse a mediados del siglo XIX; parece ser que fué Robert Mohl quien empleó por primera vez la expresión sozialpolitik en 1945 para referirse a una teoría de regulación de los fines sociales diferente de la política jurídica imperante por aquellos momentos en la Teoría del Estado. Desde un punto de vista histórico la Política Social ha estado ligada al estado de un modo muy estrecho. En palabras de Montoro (1997) : Podría entenderse la Política Social como el instrumento característico del estado moderno que ha permitido, por un lado, limar los conflictos sociales que venían arrastrándose desde el S.XIX, y por otro, conseguir alcanzar un grado de equiparación social (una especie de igualdad social no totalmente realizada) bajo la forma de ese bienestar colectivo que ha caracterizado especialmente a los países europeos desde el final de la II Guerra Mundial.
La mayoría de los autores convienen en que la Política Social se caracteriza por el hecho de que los poderes públicos intervienen para modificar o corregir los efectos sociales del sistema económico de mercado, puesto que sus valores no aseguran la consecución del bienestar , entendida ya, como aspiración legítima de cualquier ciudadano. Como decíamos más arriba, las diferentes concepciones de la Política Social van a venir marcadas por las orientaciones ideológicas subyacentes. Así, trazando una única línea divisoria (caracterización muy amplia ) podríamos distinguir dos concepciones : . Liberal, según la cual el objetivo de la política social sería permitir a los ciudadanos satisfacer una serie de necesidades esenciales que por diferentes motivos no pueden conseguir a través del mercado; esta concepción, lejos de cuestionar el mercado, propugna una mejora en los mecanismos de al
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mismo. . Crítica considera la política social como un instrumento de enmascaramiento de la verdadera naturaleza del sistema y un mecanismo de reproducción de las desigualdades. Precisando bastante más en la fundamentación ideológica de la política social, Rodríguez Cabrero plantea cinco grandes enfoques teóricos en la actualidad: . Neoliberal (Friedman , Hayeck) . Liberal tecnocrático (Galbraith) . Reformista (Titmuss, Marshall) . Funcionalista ( Durkheim, Parsons) . Neomarxista ( Gough, O´Conor, Offe). Otros autores (Garcés, 1997) incluyen además, las interesantes aportaciones que corrientes de pensamiento como el feminismo, el ecologismo y el antirracismo hacen a la Política Social. Desde el punto de vista que podríamos llamar instrumental o institucional existen también distintas tipologías de modelos de Política Social en función del nivel de intervención que adopte el Estado. Estas clasificaciones distinguen modelos que recorren formas desde el estado mínimo al estado plenamente interventor, hegemónico, pasando por niveles intermedios 4. Actualmente, y como señala Rodríguez Cabrero (1991:13) el debate de la Política Social se centra en el papel y funciones del estado, sus límites y relación con el mercado y con la sociedad civil, sobre la relación entre lo comunitario y lo asociativo, sobre lo público y lo privado, sobre lo colectivo e individual. Y será en función del perfil de tales relaciones y de la redefinición del papel de cada uno de los actores y espacios sociales, cómo se construirán las bases de la Política Social del futuro y por tanto, el modelo de Servicios Sociales de mañana como uno de los instrumentos de la Política Social que es y como una de las estructuras en las que ésta se hace operativa.
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Entre los modelo teóricos más conocidos podemos destacar los formulado por Titmuss, Wilensky y Lebaux, Esping-Andersen, Misrha...
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Trabajo Social En este apartado, más que acometer la difícil tarea de definir qué es y qué caracteriza al Trabajo Social, (asunto que, por otra parte ya han trabajado numerosos expertos5), abordaremos el concepto en la medida de su relación con los Servicios Sociales. La relación entre Trabajo Social y Servicios Sociales es un tema controvertido porque el hecho de que compartan objetivos y espacios ha supuesto, en muchas ocasiones, que se identifiquen y confundan, simplificándose así las especificidades de cada
disciplina y
obstruyendo la construcción del objeto y la identidad de ambas. Amaya Ituarte (1990) revisando esta cuestión en el contexto español, señala que es a mediados de los setenta, en un momento de crisis profesional del Trabajo Social, cuando se sientan las bases de tal confusión. Según esta autora, la ausencia de una reflexión profunda sobre el objeto del Trabajo Social (que hubiera permitido indicar los fines y límites de la disciplina en relación a otras y por tanto, superar la crisis reconstruyendo su identidad ), ocasionó que gran parte de los profesionales optasen por lo que denomina “una solución clarificante”. Con esta expresión se refiere a que, en lugar de profundizar sobre los problemas de la disciplina, se concluyó en que la causa de “todos los males” del Trabajo Social era la inexistencia de una adecuada red de servicios sociales; por lo tanto, la solución era volcarse en la construcción de ese sistema. Esta será durante bastante tiempo la principal tarea y preocupación del profesional. De ese modo, se pretende configurar un sistema de servicios sociales como campo exclusivo del trabajador social, simplificando y cerrando otros ámbitos propios del Trabajo Social y suprimiendo y empobreciendo también la perspectiva multiprofesional necesaria para los servicios sociales en sus distintos niveles. Así, no resultará extraña la identificación automática Trabajo Social=Servicios Sociales, ni tampoco encontrar definiciones que sitúan el Trabajo Social exclusivamente como la tarea desempeñada en los servicios sociales. Si a todo esto le sumamos las poco acertadas traducciones de términos básicos que se han
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Remitimos a este respecto a algunos de los trabajos más significativos que se han publicado en los últimos años en España, como el de De la Red (1993), Moix (1991), Zamanillo y Gaitán ( 1992) entre otros.
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hecho de otras lenguas, la confusión está servida6. No obstante, debemos ir más allá de los efectos perversos que ha producido esta situación y subrayar que existen multitud de puntos de encuentro, una gran riqueza de aportaciones mutuas y una estrecha relación de interacción que alimenta las relaciones entre Servicios Sociales y Trabajo Social. Esta relación es de coparticipación y necesidad mutua, y así lo señala De la Red (1993:94) cuando afirma que los Servicios Sociales son los medios de los que se sirve la istración y la sociedad para concretar la Política Social; la relación del Trabajo social con esta disciplina se inserta en ese itinerario a nivel de concreción, pudiéndose considerar el trabajo Social como colaborador en la traducción de la Política Social de las instituciones de la istración, en servicios sociales a los s. En este sentido, los servicios sociales son un sistema de actuación o campo operativo de diferentes actuaciones profesionales ( psicólogos, sociólogos, educadores, economistas, enfermeros, ...) entre las que -en muchos casos- los métodos de Trabajo Social y el trabajador social deben desempeñar un papel central, si bien, no excluyente7. No obstante, el Trabajo Social no opera solamente en este campo, sino que a su vez interviene en otros diferentes como salud, educación, vivienda... en los que su presencia y reconocimiento gozan de diferentes grado de consolidación según los países. Muchos autores afirman también, que el sistema de servicios sociales ha contribuido de diferentes maneras al campo profesional del Trabajo Social, a saber : a la difusión de la profesión; a su reconocimiento oficial; al incremento de puestos de trabajo tanto en las istraciones públicas como últimamente en entidades colaboradoras; y en cierto sentido (especialmente con la implantación del nivel comunitario del sistema público) a la consolidación de la intervención comunitaria y de desarrollo local.
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Sobre este tema léanse las aclaraciones de Moix (1991:4 y ss).
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Autores como Laparra y Aguilar (1997:3) subrayan la necesidad de un nuevo modo de actuación en los servicios sociales , especialmente cuando se alejan del modelo de instituciones totales, que requiere el acompañamiento social, la relación personal continuada y orientada hacia la autonomía de las personas, por lo que reivindican la centralidad del trabajo social en ese nuevo modo de actuación .
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2.- DEFINICION Y DELIMITACIÓN CONCEPTUAL DE LOS SERVICIOS SOCIALES: Servicios Sociales en sentido amplio y en sentido estricto A lo largo de la Historia la satisfacción de las
necesidades sociales por diferentes
instituciones ha sido una constante, pero será muy recientemente cuando empecemos a referirnos a esos modos organizados con el nombre de Servicios Sociales. Vinculamos este término al momento en que los estados intervienen decididamente en las cuestiones sociales y ponen a disposición de los ciudadanos una serie de recursos para mejorar sus condiciones de vida y conseguir una situación de bienestar. Cuando buscamos una definición precisa o un análisis acerca del objeto de los servicios sociales o de su sistema organizativo, es aún frecuente encontrarnos con cierta ambigüedad y vaguedad, cuando no confusión. Desde nuestro punto de vista, hay varias causas fundamentales que contribuyen a la dificultad de encontrar una definición precisa, consensuada, compartida por todos, o lo suficientemente generalizada: por un lado, los Servicios Sociales, como campo de conocimiento y como estructura operativa, están aún en una fase de construcción y de definición; por otro, se han concretado en formas, expresiones y a ritmos muy desiguales en cada país, de manera que tampoco hay una homogeneidad en el plano internacional. Además, la propia naturaleza de su objeto, las necesidades sociales, es cambiante, dinámica, debiendo ser también flexibles y con posibilidad de transformación las respuestas que se articulen para su satisfacción . Desde una perspectiva más crítica, Ituarte (1990) añade que, al menos en España, este inacabado proceso de creación de los Servicios Sociales ha estado caracterizado por una tremenda falta de profundización teórica y análisis crítico sobre lo que se estaba construyendo. Tras realizar una revisión de las definiciones de Servicios Sociales de distintos autores encontramos al menos, un punto que suele crear controversia y este es: ¿se refieren todos a una misma realidad concreta?. Ante este estado de cosas, cuando queremos definir los Servicios Sociales nos debemos plantear previamente varias preguntas en cuanto a su delimitación y objetivos: - En primer lugar ¿ nos referimos a un campo concreto y específico de actuación
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y de necesidades, o a todas las áreas del bienestar de los ciudadanos como son salud, educación, vivienda, garantía de rentas, empleo y servicios sociales personales?. - En segundo lugar:¿estamos refiriéndonos sólo a las iniciativas públicas (al Sistema Público de Servicios Sociales) o al conjunto de actuaciones que ponen a disposición de la sociedad tanto las iniciativas públicas, como las privadas lucrativas y las de la iniciativa social?. - En tercer lugar, ¿ cuales son los objetivos y funciones principales de los Servicios Sociales ? : ¿El mantenimiento y apoyo social de toda la población?; ¿la integración de las personas y colectivos en situación de exclusión? o ¿ambos objetivos ?. Intentaremos a continuación esclarecer algunos puntos sobre estas cuestiones que afectan directamente a la identidad de los Servicios Sociales. Hasta fechas muy recientes era frecuente encontrar en los textos relativos a Política Social y Servicios Sociales una utilización muy imprecisa de los conceptos en el sentido de las dos primeras preguntas que hemos formulado. Así , se utilizaba la voz Servicios Sociales tanto para designar el conjunto de sistemas de protección social como para referirse solamente a uno de ellos. En realidad, o bien se inflaba y confundía una parte con el todo, o bien esa parte concreta quedaba vacía de contenido y sin objeto. Sólo recientemente se está consiguiendo una relativa homogeneidad entre las formulaciones teóricas y conceptuales de los diferentes autores y actualmente y gracias -por lo menos en partea la amplia difusión que han tenido los trabajos de Kahn y Kamerman (1987) se ha conseguido que, al menos los profesionales y las personas que se dedican al estudio de los Servicios Sociales, distingan claramente entre dos acepciones del término; en este sentido hoy es frecuente encontrar en los textos referencias que aclaran cuándo se habla de servicios sociales en sentido amplio y cuándo en sentido estricto.
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Desde esta perspectiva , la acepción más amplia -que es la utilizada en Canadá, Estados Unidos y muchos países europeos- opta por denominar Servicios Sociales a un conjunto de sistemas de protección que comprende: educación, salud, vivienda, mantenimiento de ingresos, empleo y formación profesional y un sexto sistema8 denominado servicios sociales personales. Utilizamos según la acepción restringida, esto es, Servicios Sociales en sentido estricto, para referidnos únicamente al sexto sistema de protección ( a lo que en la anterior acepción llaman servicios sociales personales), empleando para el conjunto de sistemas los términos Servicios de Bienestar Social o sistemas de protección del bienestar. Esta segunda modalidad es hoy la más aceptada y extendida en España entre los profesionales y expertos , y es la que utilizaremos, por tanto, en el contexto de esta asignatura.
SERVICIOS SOCIALES (en sentido amplio) Salud Educación
Vivienda
Empleo
Garantía de Rentas Servicios Sociales Personales
SISTEMAS DE PROTECCIÓN DEL ESTADO DE BIENESTAR O SISTEMAS DE BIENESTAR SOCIAL Salud Educación
Vivienda
Empleo
Garantía de Rentas Servicios Sociales (en Sentido estricto)
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Como es sabido esta expresión, que se popularizó en España con la publicación de Kahn , A. y Kamerman, S. (1987), utiliza el ordinal “sexto” en un sentido temporal, en función del momento en que emerge y se consolidan los servicios sociales cómo sistema, no del momento histórico en que surgen las necesidades a que da respuesta y tampoco en el sentido de prioridad o importancia de unas necesidades sobre otras.
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*SERVICIOS SOCIALES (en sentido amplio) = Incluye todos los llamados en la acepción restringida “ Sistemas de Protección del Estado de Bienestar” o “Sistemas de Bienestar Social” *SERVICIOS SOCIALES PERSONALES (acepción amplia) = SERVICIOS SOCIALES en la acepción restringida.
Sobre el segundo interrogante es decir, si el término Servicios Sociales se refiere sólo a las iniciativas públicas o al conjunto de iniciativas públicas sociales y privadas, debemos señalar que
el término Servicios Sociales se ha venido utilizando de un modo generalizado y
prácticamente sin cuestionamiento, como sinónimo de Sistema Público de Servicios Sociales; esto es: limitándose a la intervención pública y reservando otras expresiones (como acción social) para referirse al resto de actuaciones, especialmente a las de carácter socio-voluntario. La actual diversificación de iniciativas y de agentes que intervienen en el bienestar (independientemente ahora de la valoración que mas adelante haremos de las ventajas e inconvenientes que este proceso supone) se está orientando hacia la ampliación de los límites del término Servicios Sociales, para incluir en ellos a la iniciativa social y a la privada. De este modo también es frecuente hoy la utilización de Servicios Sociales para designar los recursos que ponen a disposición de la sociedad las organizaciones y asociaciones formadas por profesionales y ciudadanos, con lo que se introduce un nuevo elemento de controversia respecto a la definición e identidad del concepto. Recogemos a continuación varias definiciones que aluden a las preguntas que planteábamos más arriba, esto es: a los agentes prestadores servicios sociales y a la finalidad de los de los mismos: - El Seminario Taxonómico sobre Conceptos Básicos de Bienestar Social (1987) define Servicios Sociales como aquellos “ servicios públicos para prevenir y atender las consecuencias de determinadas desigualdades sociales en los ciudadanos y facilitar la integración social por medio de centros, equipos técnicos y unidades istrativas de gestión pública y privada”. - Carmen Alemán (1991: 198) los define como “ aquellos instrumentos de política social, de los que disponen tanto la sociedad como los poderes públicos, para dar una respuesta válida a las necesidades de los individuos, grupos y comunidades, para la obtención de un mayor bienestar social y en definitiva para
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alcanzar una mejor calidad de vida”. - Para Garcés (1996: 55-56) “ los Servicios Sociales constituyen uno de los sistemas públicos de bienestar dentro de un Estado social, que a través de la istración y de la sociedad, tienen la finalidad de integrar y compensar a los ciudadanos y grupos desfavorecidos y de promocionar y universalizar el bienestar social”. Garcés, en ese mismo trabajo, hace algunas precisiones acerca de la responsabilidad pública con posibilidad de gestión mixta. En sus propias palabras : Muchas definiciones de servicios sociales también han cometido el error de presentarlo como un sistema público, que lo es, pero dando a entender que únicamente compete al Estado o al gobierno la promoción del Bienestar. Cierto es que es responsabilidad de un Estado el bienestar de todos, sin embargo también la sociedad misma puede organizarse y promocionar y gestionar el bienestar social. Eso no significa apostar por privatizar los servicios sociales. Significa, como se dice en la definición, que el bienestar puede ser vehiculizado por la istración o/y por organizaciones y asociaciones formadas por profesionales y ciudadanos. El sistema de servicios sociales es público, su gestión y promoción puede ser tanto pública como privada; en este último extremo la istración deberá tener a sus alcance los necesarios mecanismos para hacer efectivo el cumplimiento de los derechos de los s.
En nuestra opinión ésta es una de las cuestiones centrales en el actual debate sobre el bienestar y consideramos que es imprescindible matizar y profundizar en ella, puesto que de ello depende en gran medida la garantía de algunos derechos de las personas. A este respecto entendemos que la titularidad pública de los servicios sociales no va constituir por sí misma tal garantía; ésta va a depender también de la orientación que tomen los servicios sociales en cuanto a sus objetivos. Así , la propia identidad y legitimación de los servicios sociales vendrá también condicionada por los objetivos que se fijen y por el grado en que sean capaces de responder a las funciones que tienen encomendadas. En este sentido, Laparra, Gaviria y Aguilar (1990 y 96) distinguen también dos objetivos principales de los Servicios Sociales: el de mantenimiento y apoyo social, y el de integración. Por tanto, tendrían que desarrollar dos tipos de funciones principales: a) ofrecer servicios que sustituyan los cuidados y apoyos personales y de convivencia
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que determinadas personas necesitan y no pueden obtener de sí mismas o de su entorno familiar próximo, y b) contribuir a la inserción social de las personas que padecen situaciones de exclusión y marginación, mediante un trabajo social que favorezca su incorporación a mecanismos y estructuras sociales tan normalizadas como sea posible. Desde el punto de vista de estos autores , el modelo reciente de servicios sociales se ha volcado más en el primer objetivo y se está mostrando ineficaz en el segundo, y llaman la atención sobre el “universalismo mal entendido” y las graves repercusiones que este asunto tiene sobre el objeto de los servicios sociales y las posibilidades del trabajo social REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS AGUILAR, M. Et al. (1990). “Una docena de mitos, síndromes, límites y mistificaciones acerca de los Servicios Sociales y el Trabajo Social” en Documentación Social. Nº79. Madrid. ALEMÁN, C. y PÉREZ, M. (1996) “Los Servicios Sociales y su relación con otras disciplinas” en ALEMÁN, C y GARCÉS, J. istración social: los servicios de bienestar social. S.XXI. Madrid.
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Psicothema 2005. Vol. 17, nº 4, pp. 582-589 www.psicothema.com
ISSN 0214 - 9915 CODEN PSOTEG Copyright © 2005 Psicothema
El bienestar social: su concepto y medición Amalio Blanco y Darío Díaz Universidad Autónoma de Madrid
El presente artículo se adentra en la concepción del bienestar social tomando como punto de partida el modelo teórico de cinco dimensiones planteado por Corey Keyes: integración social, aceptación social, contribución social, actualización social y coherencia social. Nuestro principal objetivo ha sido adaptar las escalas de bienestar social propuestas por el propio Keyes y analizar algunas de sus propiedades psicométricas. Las escalas mostraron una buena consistencia interna, con valores α de Cronbach comprendidos entre 0,83 (aceptación social) y 0,69 (integración social). La validez de constructo y la estructura teórica fueron comprobadas mediante análisis factorial confirmatorio y el modelo propuesto de cinco dimensiones mostró un buen ajuste con los datos. Las escalas correlacionaron con medidas de satisfacción con la vida, anomia, limitaciones percibidas, aportación, acción social y salud del vecindario. Social well-being: theoretical structure and measurement. This study analyzes the psychometric properties of the Spanish version of the Social Well-Being Scales: social integration, social acceptance, social contribution, social actualization and social coherence. All the scales exhibited good internal reliabilities, with Cronbach alpha’s ranging from 0,83 (social acceptance) to 0,69 (social integration). The construct validity and theoretical structure were investigated. Confirmatory factor analyses corroborate the five-factor model of social well-being. The scales correlate with measures of life satisfaction, community action and generativity, perceived social constraints and anomia, and neighborhood quality.
El estudio del bienestar en el seno de la Psicología se remonta a la década de los sesenta, y en su transcurso ha dado lugar a dos grandes tradiciones (Keyes, Shmotkin y Ryff, 2002): la hedónica, representada por una sólida línea de investigación que se ha ocupado del estudio del bienestar subjetivo, y la tradición «eudaemónica», centrada en el bienestar psicológico. La filosofía que impregna la primera de ellas la resume Ed Diener, uno de sus más cualificados representantes: «La literatura sobre el bienestar subjetivo trata de cómo y porqué la gente experimenta su vida de forma positiva, incluyendo tanto juicios cognitivos como reacciones afectivas» (Diener, 1994, p. 67). El bienestar subjetivo se inscribe, pues, dentro de un marco fundamentalmente emocional que ha tomado diversas denominaciones: felicidad (Argyle, 1992; Fierro, 2000), satisfacción con la vida (Veenhoven, 1994), y afectos positivos o negativos (Bradburn, 1969) que se desprenden de las condiciones en las que se desenvuelve nuestra existencia. A la postre, viene a ser el resultado de un «balance global» (nivel de satisfacción) que hace la persona de sus oportunidades vitales (recursos sociales, recursos personales y aptitudes individuales), del curso de los acontecimientos a los que se enfrenta (privación-opulencia, ataque-protección, soledad-compañía, etc.), y de la experiencia
Fecha recepción: 28/1/05 • Fecha aceptación: 22/4/05 Correspondencia: Amalio Blanco Facultad de Psicología Universidad Autónoma de Madrid 28049 Madrid (Spain) E-mail:
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emocional derivada de ello: «la satisfacción con la vida es el grado en que una persona evalúa la calidad global de su vida en conjunto de forma positiva. En otras palabras, cuánto le gusta a una persona la vida que lleva» (Veenhoven, 1994, p. 91). El bienestar psicológico es una tradición más reciente, y ha centrado su interés en el desarrollo personal, en el estilo y manera de afrontar los retos vitales, en el esfuerzo y el afán por conseguir nuestras metas. Seis han sido las dimensiones psicológicas propuestas originalmente por Ryff en 1989 y reiteradas con posterioridad (Ryff y Keyes, 1995): autonomía, objetivos vitales, autoaceptación, relaciones positivas con otros, dominio ambiental y crecimiento personal. Ambas tradiciones representan dos concepciones teóricamente relacionadas pero empíricamente diferenciadas del bienestar; es decir, están interesadas en un mismo proceso psicológico, pero se sirven de distintos indicadores para medirlo, unos indicadores que se han situado a lo largo de una doble dimensión: rasgos y estilos de personalidad (Costa y McCrae, 1996; Díaz y Sánchez, 2002), y variables sociodemográficas. De entre las primeras, la autoestima (Diener, 1994), el neuroticismo y la extraversión (Costa y McCrae, 1980; Magnus, et al., 1993; DeNeve y Cooper, 1998) aparecen en lugares de preferencia. Entre las segundas, la edad, el sexo, el estado civil, el estatus socioeconómico y el nivel educativo son las que adquieren el mayor protagonismo (García Martín, 2002; Keyes, Shmotkin y Ryff, 2002; Keyes y Shapiro, en prensa). Bienestar social Analizadas en su conjunto, estas dos tradiciones (bastante más la primera que la segunda) corren el riesgo de dibujar la imagen de
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EL BIENESTAR SOCIAL: SU CONCEPTO Y MEDICIÓN
un sujeto aislado del medio, un sujeto suspendido en el vacío cuya satisfacción general, cuya felicidad y cuyo crecimiento personal se produce al margen de las condiciones en las que se desenvuelve su existencia. Aunque no haya ocupado el lugar primordial, no ha pasado desapercibido este hecho en las dos tradiciones previamente mencionadas. Tanto una como otra vinculan el bienestar con el o social y las relaciones interpersonales (Erikson, 1996), con el arraigo y los os comunitarios, con los patrones activos de amistad y la participación social (Allardt, 1996), con el matrimonio, la familia y el o social (Diener, 1994), con los recursos sociales (Veenhoven, 1994), con las relaciones positivas con los demás (Ryff y Keyes, 1995; Keyes, Shmotkin y Ryff, 2002), con experiencias como la paternidad (Ryff, Schmutte y Lee, 1996), con el funcionamiento social (Smith et al., 1999). Ha sido posiblemente Eric Allardt quien con más énfasis ha defendido esta posición que «... permite una consideración más completa de las condiciones necesarias para el desarrollo humano. Un enfoque sobre las necesidades básicas se concentra en las condiciones sin las cuales los seres humanos no pueden sobrevivir, evitar la miseria, relacionarse con otras personas y evitar el aislamiento» (Allardt, 1996, p. 127): tener (condiciones necesarias para la supervivencia), amar (necesidad de relacionarse con otras personas y de formar identidades sociales), y ser (necesidad de integrarse en la sociedad y vivir en armonía con la naturaleza). El bienestar asociado a necesidades sociales, problemas y aspiraciones colectivas, de acuerdo con la propuesta de uno de nuestros especialistas más consagrados (Casas, 1996). Éste es también el marco en el que inscribimos la propuesta sobre el bienestar social: la necesidad de tomar en consideración lo individual y lo social, el mundo dado y el mundo intersubjetivamente construido, la naturaleza y la historia, por utilizar los términos de Vygotski; ambas caras de la existencia tienen relación con la salud cívica y el capital social (Putnam, 2000), con la salud física (Cabañero et al., 2004), y muy especialmente con la salud mental (U.S. Department of Health and Human Services, 1999; Keyes y Shapiro, en prensa). El bienestar social es sencillamente «la valoración que hacemos de las circunstancias y el funcionamiento dentro de la sociedad» (Keyes, 1998, p. 122), y está compuesto de las siguientes dimensiones: 1. Integración social. El propio Keyes la define como «la evaluación de la calidad de las relaciones que mantenemos con la sociedad y con la comunidad» (Keyes, 1998, p. 122). Y añade un detalle que no puede pasarnos desapercibido porque en él es claramente perceptible la huella del Durkheim de El Suicidio: «Las personas sanas se sienten parte de la sociedad», cultivan el sentimiento de pertenencia, tienden lazos sociales con familia, amigos, vecinos, etc. 2. Aceptación social. Desde el punto de vista del bienestar y de la salud, la integración no es más que el punto de partida. Es imprescindible estar y sentirse perteneciente a un grupo, a una comunidad, pero es necesario que dicha pertenencia disfrute, al menos, de dos cualidades: confianza, aceptación y actitudes positivas hacia los otros (atribución de honestidad, bondad, amabilidad, capacidad), y aceptación de los aspectos positivos y negativos de nuestra propia vida. Ambos, dice Keyes, son indicadores de salud mental. 3. Contribución social. También lo es que esa confianza en los otros y en nosotros mismos vaya acompañada del senti-
miento de utilidad, «de que se es un miembro vital de la sociedad, que se tiene algo útil que ofrecer al mundo» (Keyes, 1998, p. 122), y que lo que uno aporta es valorado. A la confianza en nosotros mismos Albert Bandura le ha dado un nombre, la autoeficacia, y un apellido: el ejercicio del control. Con ello alude a «las creencias en nuestra capacidad para organizar y llevar a cabo acciones capaces de lograr determinados objetivos» (Bandura, 1997, p. 2). Contribución es sinónimo de utilidad, provecho, eficacia y aportación al bien común. 4. Actualización social. Esta dimensión se centra en la concepción de que la sociedad y las instituciones que la conforman son entes dinámicos, se mueven en una determinada dirección a fin de conseguir metas y objetivos de los que podemos beneficiarnos (confianza en el progreso y en el cambio social). Todavía más: la actualización social lleva implícita la firme creencia de que la sociedad controla su destino, sabe dónde va y traza intencionadamente el horizonte hacia donde quiere llegar en el futuro. La gente más saludable desde el punto de vista mental, advierte Keyes (1998, p. 123), confía en el futuro de la sociedad, en su potencial de crecimiento y de desarrollo, en su capacidad para producir bienestar. 5. Coherencia social. Si la actualización tiene que ver con la confianza depositada en la sociedad, la coherencia se refiere a la capacidad que tenemos para entender su dinámica. Es «la percepción de la cualidad, organización y funcionamiento del mundo social, e incluye la preocupación por enterarse de lo que ocurre en el mundo» (Keyes, 1998, p. 123). La gente sana no sólo se preocupa por conocer el tipo de mundo en el que vive, sino que tiene la sensación de que es capaz de entender lo que acontece a su alrededor. Vemos un sentido a lo que pasa, y encontramos una lógica en los acontecimientos que nos rodean. Para medir estas dimensiones teóricas Keyes desarrolló un instrumento conocido como «Escalas de Bienestar Social» (Social Well-Being Scales), para cuya elaboración empleó el siguiente procedimiento: a) una vez definidas teóricamente las cinco dimensiones, se generaron un total de 10 ítems por cada una (cinco positivos y cinco negativos), teniendo en cuenta criterios de claridad y ajuste a la definición de cada una de las dimensiones; b) este banco de ítems se pasó en un primer estudio piloto a una muestra de 373 sujetos procedentes de Dane County (Wisconsin); c) tras analizar las propiedades psicométricas de las escalas, y en un intento de maximizar su fiabilidad y validez, Keyes seleccionó 33 ítems que pasaron a componer el instrumento final; d) posteriormente, en un segundo estudio, Keyes desarrolló una versión reducida de las escalas compuesta por 15 ítems (tres por cada una de ellas), que pasó a una muestra de 2.871 sujetos en edades comprendidas entre los 25 y los 47 años y repartidos a lo largo de 48 Estados de la Unión. Método Participantes En este estudio participaron voluntariamente 469 personas. De ellas, 192 son estudiantes de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid, y 277 son trabajadores de diversas empresas de la Comunidad de Madrid.
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Procedimiento El estudio fue presentado como una investigación sobre la importancia de tener en cuenta diversos rasgos de personalidad, creencias y actitudes a la hora de evaluar globalmente la salud. Tras informar a los participantes de que toda la información que se recogiera en la investigación sería confidencial y anónima, se les repartió un cuadernillo que contenía, en este orden, las escalas de bienestar social, anomia, acción social, acción social reciente, aportación social, salud del vecindario percibida, limitaciones percibidas, bienestar y satisfacción con la vida. Los participantes se tomaron todo el tiempo necesario para completar el cuadernillo. Medidas Bienestar Social. Los estudios realizados para la construcción de las Escalas de Bienestar Social (Keyes, 1998) señalan que varias de ellas poseen una baja consistencia interna, especialmente en la versión de 15 ítems. Como se puede observar en la Tabla 1, la consistencia interna de las escalas originales oscila entre un α de 0.57 a 0.81 en el primer estudio, y de 0.41 a 0.73 en el segundo. Varias escalas muestran, por tanto, unos niveles de fiabilidad escasos, probablemente debido a su longitud. Para intentar mejorar la consistencia interna de las escalas, dos traductores bilingües vertieron al castellano los 33 ítems del instrumento original utilizado por Keyes. Tras un análisis preliminar, se comprobó que varios de ellos (en concreto, los ítems 6, 7, 14, 15, 21, 27, 32 y 33) obtuvieron en nuestro estudio correlaciones menores de 0.30 con el total de su escala, por lo que fueron eliminados. Sólo mantuvimos aquellos ítems cuya correlación con el total de su escala fue superior a 0.30 (Ferguson y Cox, 1993). Los participantes respondieron a los ítems utilizando un formato de respuesta de categorías ordenadas con puntuaciones comprendidas entre 1 (totalmente en desacuerdo) y 5 (totalmente de acuerdo). Varios ítems se redactaron de forma inversa para minimizar la aquiescencia. Escalas de validación Anomia. Para medir la anomia (Srole, 1956) se emplearon tres ítems contenidos en la «General Social Survey» (GSS) (Davis y Smith, 1994). Los participantes respondieron utilizando un formato de respuesta comprendida entre 1 (totalmente en desacuerdo) y 5 (totalmente de acuerdo) a las siguientes afirmaciones: «muchos empleados públicos no se preocupan por el ciudadano medio», «la tendencia del ciudadano medio es ir a peor, no a mejor»; «mirando hacia el futuro no es adecuado traer niños al mundo teniendo en cuenta cómo van las cosas». Estos ítems han sido utilizados por varios autores (e.g., Keyes, 1998) para medir anomia y muestran unas propiedades psicométricas aceptables con una consistencia interna (α) de 0,57 en el estudio de la GSS. En nuestro estudio la escala mostró los mismos niveles de fiabilidad (α= 0,56). Acción social. Utilizando un formato de respuesta dicotómico (sí= 1 o no= 0) los participantes respondieron a las dos siguientes preguntas: «¿has trabajado con otras personas de tu entorno para intentar resolver problemas de la sociedad?» y «¿has realizado algún trabajo social como voluntario en una ONG o asociación?». Acción social reciente. Los participantes respondieron a la siguiente pregunta: «En los últimos doce meses, ¿cuánto tiempo en horas crees que has dedicado a realizar algún trabajo social volun-
tario?». El formato de respuesta fue abierto y se codificó el número de horas como una variable continua. Aportación. Para medir aportación social se utilizó una versión de la escala «Loyola Generativity Scale» (McAdams y St. Aubin, 1992) modificada parcialmente por Keyes (1998) y compuesta por cinco ítems. Altas puntuaciones en esta escala indican personas que sienten que han realizado contribuciones a la sociedad («otras personas dicen que he realizado contribuciones a la sociedad»), que han compartido sus habilidades y experiencias con otras personas («intento compartir el conocimiento que he adquirido por medio de mi experiencia»), que les gusta enseñar y que sienten que otras personas les necesitan. Los participantes respondieron señalando si los ítems de la escala les describían nada, poco, algo o mucho. La consistencia interna (α) de la «Modified Loyola Generativity Scale» fue de 0,74. Salud del vecindario. Las personas que participaron en el estudio completaron la escala de «Salud Percibida del Vecindario» (Keyes, 1998) compuesta por cuatro ítems diseñados para medir la seguridad y la confianza que sienten con sus vecinos. Los participantes respondieron utilizando un formato de respuesta con puntuaciones comprendidas entre 1 (totalmente en desacuerdo) y 5 (totalmente de acuerdo). La escala mostró un nivel de fiabilidad relativamente aceptable (α= 0,65). Limitaciones percibidas. Se utilizó la escala propuesta por Lachman y Weaver (1998), que intenta reflejar el grado de control que las personas tienen sobre su vida y el grado en que la perciben plagada de obstáculos y contingencias imprevisibles. La escala incluye, por ejemplo, afirmaciones como: «hay muchas cosas que interfieren con lo que yo quiero hacer». Los participantes indicaron su grado de acuerdo o desacuerdo utilizando una escala de respuesta con puntuaciones comprendidas entre 1 (totalmente en desacuerdo) y 5 (totalmente de acuerdo). La escala mostró una buena consistencia interna (α= 0,74). Bienestar. Se empleó una medida de ítem único de satisfacción global con la vida basada en una adaptación propuesta por Keyes et al. (2002) de la escala de Cantril (1965). Variantes de la escala de Cantril han sido empleadas por numerosos estudios (Andrews y Robinson, 1991). Los participantes respondieron a la tarea de evaluar globalmente su vida durante los últimos días empleando para ello una escala de respuesta con puntuaciones comprendidas entre 0 (la peor vida posible) y 5 (la mejor vida posible). Satisfacción con la vida. Se empleó la Escala de Satisfacción con la Vida (Diener, Emmons, Larsen y Griffin, 1985). Esta escala, compuesta por cinco ítems, muestra unas excelentes propiedades psicométricas y fue validada en una muestra de adolescentes por parte de Atienza et al. (2000), y recientemente con una muestra de mujeres embarazadas y puérperas (Cabañero et al., 2004). Los participantes indicaron su grado de acuerdo o desacuerdo utilizando la misma escala que en anteriores medidas (1= totalmente en desacuerdo, 5= totalmente de acuerdo). En nuestro estudio la escala ofreció una muy buena consistencia interna (α= 0,86). Resultados Consistencia interna En la Tabla 1 se muestran los coeficientes α de las escalas de bienestar social. En general, muestran una buena consistencia interna, con indicadores que oscilan entre 0,68 y 0,83. Como se puede observar, comparadas con las originales, la mayor parte de las
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escalas españolas muestran una mayor consistencia interna, destacando las de aceptación social, actualización social y coherencia social.
Como puede comprobarse en la Tabla 2, cada modelo muestra unos indicadores de ajuste mejores que los del modelo inmediatamente inferior. El modelo 8, que es el que refleja la propuesta de que el bienestar social se manifiesta a lo largo de cinco factores, es
Validez de constructo a) Validez factorial. La validez factorial de las Escalas de Bienestar Social se comprobó mediante análisis factorial confirmatorio empleando el programa AMOS 4.0. Se plantearon ocho modelos teóricos diferentes. Los modelos del 1-3 se propusieron como hipótesis nulas. El modelo 1 postula la ortogonalidad de los ítems: se sospecha que hay tantos como factores y que no tienen porqué estar correlacionados. El modelo 2 sostiene la existencia de un único factor llamado bienestar social, en el que saturarían todos los ítems. El modelo 3, por su parte, defiende una estructura bifactorial en la que todos los ítems positivos saturarían en un factor, y los ítems negativos en el otro. Los modelos del 4 al 6 representan comprobaciones acerca de la distintividad y diferenciación de las cinco dimensiones del bienestar social propuestas. Comenzamos, como es preceptivo, con modelos teóricos reducidos, agrupando aquellas dimensiones que poseen un cierto grado de similaridad conceptual. El modelo 4 postula dos factores: en el primero saturarían los ítems de integración social y contribución social, y en el segundo los ítems de coherencia social, aceptación social y actualización social. El modelo 5 propone tres factores a fin de comprobar que existen diferencias entre los indicadores de coherencia social y los indicadores de aceptación social y actualización social. En el primero de ellos saturarían, por tanto, los indicadores de integración social y contribución social; en el segundo sólo saturarían los ítems de coherencia social y, finalmente, en el tercero lo harían los de aceptación social y actualización social. El modelo 6 propone una estructura de cuatro factores para comprobar la teoría de que la integración social es un constructo latente distinto de la contribución social. Los modelos 7 y 8 recogen nuestras propuestas teóricas acerca de la estructura factorial del bienestar social. El modelo 7 propone una estructura factorial de cinco factores y un constructo latente de segundo orden denominado bienestar social. Finalmente, el modelo 8 describe nuestra propuesta teórica de cinco factores del bienestar social. La bondad de ajuste de los diferentes modelos teóricos se midió empleando diversos indicadores (ver Tabla 2): GFI (Goodness of Fit Index), AGFI (Adjusted Goodness of Fit Index), CFI (Comparative Fit Index) y RMSEA. Cuanto mayores son los valores de los tres primeros indicadores y menores los del cuarto, mejor es el ajuste del modelo a los datos. Tabla 1 Consistencia interna de las escalas de bienestar social Escala de 25 ítems (Estudio actual)
Escala de 15 ítems (Keyes, 1998)
Escala de 33 ítems (Keyes, 1998)
Tabla 2 Análisis factorial confirmatorio. Índices de ajuste de las escalas de bienestar social χ2
Modelo
df
GFI
AGFI
CFI
RMSEA
Independencia
3693,94
300
0,43
0,39
0,00
0,16
Un factor
1856,86
274
0,70
0,64
0,53
0,11
Dos factores, ítems negativos y positivos
1518,34
274
0,75
0,71
0,63
0,10
Dos factores
1488,65
275
0.78
0,73
0,64
0,10
Tres factores
1202,61
272
0.81
0,77
0,73
0,08
Cuatro factores
1046,09
269
0,83
0,80
0,77
0,07
Cinco factores y uno de segundo orden
0816,54
270
0,87
0,84
0,84
0,06
Cinco factores
0789,28
265
0,88
0,85
0,85
0,06
Todas χ2: P<0.001
Tabla 3 Análisis factorial de los ítems de las escalas de validacióna Componentes b
Items
1
Satv1 Satv2 Satv3 Satv4 Satv5 Lim1 Lim2 Lim3 Lim4 Ano1 Ano2 Ano3 Apo1 Apo2 Apo3 Apo4 Apo5 Acs1 Acs2 Acsr Spv1 Spv2 Spv3 Spv4 Bien
,80 ,72 ,82 ,75 ,76
% varianza acumulada
2
3
4
,58 ,61 ,57 ,52 ,54 ,45 ,48 ,47 ,65 ,48 ,71 ,66 ,68 ,63 ,60 ,65 ,52
-,52
18
31
42
51
Integración social
0,69
0,73
0,81
a Se presenta la matriz de componentes rotados. Método de extracción:análisis de com-
Aceptación social
0,83
0,41
0,77
Contribución social
0,70
0,66
0,75
ponentes principales. Método de rotación: normalización varimax con Kaiser. Se muestran sólo las cargas factoriales mayores de 0.40 b Satv= Satisfacción con la vida; Lim= Limitaciones percibidas; Ano= Anomia; Apo= Aportación; Acs= Acción social; Acsr= Acción social reciente; Spv= Salud percibida del vecindario; Bien= Bienestar.
Actualización social
0,79
0,64
0,69
Coherencia social
0,68
0,64
0,57
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el que mejor ajusta con los datos. Como regla general, se puede señalar que valores de los tres primeros indicadores cercanos a 0,90 o superiores y menores de 0,06 en el cuarto, señalan un ajuste relativamente bueno de los datos al modelo, sobre todo si tenemos en cuenta que los indicadores de ajuste disminuyen en muestras relativamente pequeñas y a medida que aumenta el número de parámetros a estimar (Hu y Bentler, 1999; Bollen, 1989). Por tanto, podemos señalar que el modelo teórico de cinco factores que hemos propuesto muestra un ajuste relativamente bueno con los datos. b) Validez convergente. Las escalas seleccionadas como criterio de validación poseen diferente longitud (desde cinco ítems a escalas de ítem único) y diferente fiabilidad. Ambos factores pueden afectar a la cuantía de su correlación con las escalas de bienestar social. Para intentar reducir este efecto se realizó un análisis factorial de todos los ítems de las escalas de validación (método de extracción: análisis de componentes principales; método de rotación: normalización varimax con Kaiser). Como puede comprobarse en la Tabla 3, el análisis factorial mostró cuatro grandes factores que explicaron un 51% de la varianza. En el primer factor saturaron fundamentalmente todos los ítems de la escala de Satisfacción con la Vida y el ítem de la Escala de Item Único de Bienestar. Puesto que ambas escalas miden el mismo constructo psicológico, a este factor le denominaremos satisfacción. En el segundo factor saturaron preferentemente todos los ítems de la escala de Limitaciones Percibidas y dos de los tres ítems de la escala de Anomia. La ausencia de sentido respecto a lo que hacemos, la falta de control respecto a lo que nos sucede, y el pesimismo respecto a lo que nos puede deparar el futuro se encuentran detrás de este factor. El descontrol personal o social y la percepción de interferencias permanentes en la consecución de nuestros objetivos (limitaciones) auguran un futuro sombrío (anomia). A este segundo factor le damos consecuentemente el nombre de Anomia y Limitaciones. En el tercer factor saturaron principalmente cuatro de los cinco ítems de la escala de Aportación y dos de los tres ítems de Acción Social. Ambas escalas poseen una estrecha relación conceptual dado que miden el grado en que las personas han realizado contribuciones a la sociedad, han compartido sus habilidades y experiencias con otras personas de manera desinteresada, y se han implicado en la solución de problemas que atañen a la comunidad. Este factor, por tanto, debe denominarse Aportación y Acción social. Finalmente, en el último factor saturaron fundamentalmente los cuatro ítems de la escala de Salud del
Tabla 4 Correlaciones de las escalas de bienestar social con las puntuaciones factoriales Integración
Aceptación Contribución Actualización Coherencia
Factor 1 Satisfacción y bienestar
-.32**
-.03**
-.19**
.19**
-.05**
Factor 2 Anomia y limitaciones
-.18**
-.35**
-.20**
-.38**
-.36**
Factor 3 Aportación y acción social
-.26**
-.17**
-.44**
-.15**
-.15**
Factor 4 Salud del vecindario
-.10**
-.23**
-.02**
-.17**
-.09**
*p<.05 **p<.01
Vecindario, por lo que le daremos el mismo nombre de la escala. Para analizar la validez convergente se correlacionaron las puntuaciones factoriales estimadas mediante regresión con las diferentes escalas de bienestar social, como muestra la Tabla 4. Todas las Escalas de Bienestar Social correlacionaron de manera negativa y significativa con Anomia y Limitaciones. Lo hicieron, además, en los términos previsibles: la falta de confianza en la sociedad como motor de cambio y de progreso (actualización) que, como es esperable, se deja fácilmente acompañar de una cierta incapacidad, que acaba por tornarse en desinterés, para comprender su dinámica (coherencia), y el desinterés y la falta de confianza en los otros (aceptación) se relacionan con un alto nivel de anomia y limitaciones personales. Las personas que piensan que es el más puro azar el que mueve el destino de la sociedad y han perdido confianza en su capacidad de progreso puede que se sientan razonablemente incapaces y desinteresados por intentar entenderla, y eso les conduce a ver su propia vida como una carrera plagada de obstáculos y contingencias imprevisibles a las que no se sienten capaces de enfrentarse. Si a esto le añadimos la desconfianza en los otros (aceptación), parece más que lógico el pesimismo y el desagradable y psicológicamente insano sentimiento de descontrol respecto a lo que ocurre en tu vida. Como era de esperar, la escala de contribución social mostró su relación más alta y más significativa con Aportación y Acción Social, que es una manera de medir la participación espontánea en actividades comunitarias en torno a problemas sociales. Es un resultado esperado que refuerza la validez de la escala que ponemos a prueba. La Aportación y Acción social nos ofrece un segundo dato de relevancia: las personas que se sienten socialmente útiles y eficaces y se han implicado en acciones solidarias parecen personas con un desarrollado sentimiento de pertenencia, con lazos sociales fuertemente arraigados (la correlación entre Integración y Aportación y Acción Social es de r= .26) y con unas relaciones sociales y comunitarias más que favorables. Este último dato nos permite señalar que la dimensión de Integración Social ofrece correlaciones positivas con los cuatro factores. Lo hace de manera especial con la Satisfacción y ello no hace sino abundar de nuevo en la hipótesis sobre la que hemos apoyado el propio concepto de bienestar social: la importancia que adquiere el sentimiento de pertenencia, la cercanía de los otros y los vínculos sociales en el agrado y el contento que nos proporciona nuestra existencia. Entra dentro de lo razonable pensar que el nivel de integración pueda ser uno de los factores responsables de la implicación en tareas comunitarias (acción social), del sentimiento de ser necesarios para otras personas, y de la experiencia de haber hecho cosas por ayudarlas (r= .26 entre Integración y Aportación y Acción Social). El sentimiento de pertenencia como una de las fuentes de satisfacción con la vida, y ésta como origen de la acción y del compromiso social: esa no deja de ser una hipótesis interesante. Junto a la integración, la actualización ofrece también un panorama de relaciones significativas con todos los factores, y de manera especialmente sobresaliente con Anomia y Limitaciones. Esa confianza en la capacidad de la sociedad para crecer, progresar, crear y repartir bienestar puede que sea una de las razones que se encuentran en el fondo de lo mucho o poco que a uno le gusta la vida que lleva (satisfacción) y, con las debidas precauciones, cabe pensar, además, que esa confianza pueda estar en la base de la seguridad con la que nos manejamos en nuestro entorno más inmediato, y eso anime a la acción social. Como si la confianza en
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lo macro tuviera un reflejo en la confianza y seguridad con la que actuamos en las distancias cortas. A la acción social llegamos, entonces, desde la confianza en la sociedad (actualización) y desde la confianza en los otros (aceptación) con la inestimable, y posiblemente inevitable, ayuda del sentimiento de pertenencia (integración): un haz coherente de relaciones que tiene su contrapunto en la anomia, y que por otra parte no hace sino reforzar la coherencia. Para apoyar la idea que estamos barajando conviene no perder de vista las correlaciones que nos ofrece la dimensión de aceptación de manera muy especial con Seguridad (en ambos está en juego la confianza en los demás), y en menor medida con la Aportación y la Acción social. La confianza en los otros tiene, pues, un correlato esperable en la seguridad que uno siente en su entorno más inmediato y eso va seguido de una acción solidaria, empática y altruista. Otro núcleo de relaciones digno de ser tenido en cuenta. Discusión Una de las hipótesis que mayor nivel de consenso ha llegado a alcanzar entre los científicos sociales es aquella que apadrinara Robert Nisbet: «las grandes ideas de las ciencias sociales tienen invariablemente sus raíces en aspiraciones morales» (Nisbet, 1969, p. 33). Partiendo de ella, en algún otro momento (Blanco, Rojas y de la Corte, 2000) hemos defendido la más que verosímil posibilidad de que sea en el compromiso con el bienestar donde la Psicología encuentre su fuente de legitimidad como ciencia y como profesión. El bienestar, entonces, sería la concreción del principio-emancipación al que rindieron cuenta los Comte, Marx, Durkheim o Weber. Esa fue precisamente la propuesta de George Miller (1969) en su alocución como Presidente de la APA: «la Psicología es y debe actuar en la práctica como un instrumento al servicio del bienestar. Nuestro Código Deontológico en su Artículo 5 recoge esta filosofía: “El ejercicio de la Psicología se ordena a una finalidad humana y social que puede expresarse en objetivos tales como el bienestar, la salud, la calidad de vida, la plenitud del desarrollo de las personas y de los grupos, en los distintos ámbitos de la vida individual y social”». Partiendo de estos supuestos hemos pretendido dotarnos de un instrumento capaz de responder al que consideramos un constructo básico en el funcionamiento psicológico: el bienestar social. Nuestro objetivo se ha centrado en la validación de la versión en castellano de las «Escalas de bienestar social» de Keyes (1998), que se suma a la propuesta de validación de la «Escala de Satisfacción con la Vida» llevada a cabo primero por Atienza et al., (2000) y más recientemente por Cabañero et al. (2004). El que aquí proponemos es un instrumento complementario que recupera una parte decisiva del concepto de bienestar: aquella que limita con la actividad social, con las relaciones interpersonales, con la participación en la vida comunitaria, con la satisfacción, en una palabra, de ese núcleo de necesidades básicas (tener, amar, ser) sin cuyo concurso resulta difícil sobrevivir (Allardt, 1996). El panorama que nos dibuja la aplicación de la versión castellana de las Escalas de Bienestar Social a una muestra de 469 personas es, en un primer momento, de una mayor consistencia interna que la alcanzada en los estudios de Keyes (1998). En tres de las cinco dimensiones (aceptación social, actualización social y coherencia social) hemos alcanzado valores α en niveles aceptables (0,83 para aceptación social, 0,79 para actualización social, y 0,68 para coherencia social). En las dos dimensiones restantes (integra-
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ción social y contribución social) hemos obtenido una consistencia interna similar o inferior, pero siempre con valores α relativamente aceptables. La validez factorial de las Escalas de Bienestar Social se comprobó mediante análisis factorial confirmatorio y el modelo teórico de cinco factores que hemos propuesto mostró un ajuste relativamente bueno con los datos. Existen, sin embargo, una serie de limitaciones que deben tenerse en cuenta. La primera de ellas tiene que ver con el tamaño de la muestra. Dada la cantidad de parámetros a estimar en el análisis factorial confirmatorio debido a la extensión y complejidad del modelo teórico propuesto, hubiera sido deseable un tamaño muestral mayor, dado que los indicadores de ajuste disminuyen en muestras relativamente pequeñas y a medida que aumenta el número de parámetros a estimar (Hu y Bentler, 1999; Bollen, 1989). De hecho, los valores obtenidos en algunos de los indicadores de ajuste (e.g., CFI) pueden considerarse sólo como aceptables. Además, dos de las escalas mostraron unos valores α cercanos a 0,70: las escalas de integración y coherencia social, en concreto, muestran una consistencia interna menor que el resto. Aunque en este estudio no ha ocurrido, la baja precisión (α<0,60), como la encontrada en algunas de las escalas originales de Keyes, pueden limitar el grado en que estas escalas correlacionan con otras variables (Keyes, Ryff y Shmotkin, 2002). Algunos de los datos que hemos encontrado resultan especialmente relevantes. Contrariamente a lo que creía Wilson, y con él una buena parte de la tradición hedónica, no se puede ser feliz en el vacío, prescindiendo por completo de lo que hay y de lo que ocurre a nuestro alrededor. Las correlaciones que la satisfacción obtiene con las dimensiones de integración, contribución y actualización confirman la más que fundamentada sospecha de que el bienestar no puede ser entendido al margen de los lazos que nos unen a otras personas (Erikson, 1996), de los patrones de participación y contribución social (Allardt, 1996), y de la cercanía y el calor de la pareja y la familia (Diener, 1994). Un balance global de la vida al margen de los otros, de su compañía, de su confianza, de su apoyo, de su solidaridad y de la implicación en actividades sociales de corto o largo alcance, resulta a todas luces inverosímil. El bienestar social se os ofrece como un proceso bien asentado en las cinco dimensiones propuestas por Keyes (1998), pero se apoya de manera especial en la integración y en la actualización social. La primera se asocia con necesidades socioemocionales (pertenencia, apoyo, vínculos sociales, identidad, autoestima, etc.) sobre las que se apoya uno de los fundamentos de la grupalidad desde la apuesta de que «el grupo es el cimiento sobre el que se erige el individuo» por parte de Lewin (1948, p. 85), hasta el paradigma del grupo mínimo sobre el que de Tajfel (1984) elabora su ingente y fructífera teoría de la categorización social. La actualización tiene puesta su mirada un paso más allá: en la confianza que despierta la sociedad como generadora de un progreso y de un nivel de bienestar del que todos podemos salir beneficiados. Así es como puede leerse un dato que aparece con frecuencia en las investigaciones y que resume Veenhoven (1994): la satisfacción con la vida es mayor en las naciones económicamente más prósperas, donde impera una mayor igualdad social, donde se respetan al máximo los derechos humanos y las libertades políticas, y donde el al conocimiento está más garantizado. Se trata de sociedades que se mueven en una dirección que produce un bienestar del que todos se sienten partícipes, o de sociedades que permiten conseguirlo, que garantizan la libertad para el bienestar (Sen, 1996).
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AMALIO BLANCO Y DARÍO DÍAZ
Pero no se nos puede ocultar la sólida presencia de un cuarto factor (Anomia y Limitaciones) en la arquitectura del bienestar social. Cuando falta confianza en la sociedad (actualización), capacidad e interés por conocer la lógica de su desarrollo (coherencia) y confianza en los otros y en nosotros mismos (aceptación), acaba por abrirse un abismo debajo de nuestros pies que puede tener graves repercusiones sobre la salud. Es importante señalar la significativa robustez que ofrece el factor Anomia y Limitaciones con la práctica totalidad de las dimensiones del bienestar social. Globalmente hablando, se trata probablemente del resultado más interesante y más inquietante. De entrada, reproduce con fidelidad las dos grandes concepciones teóricas de la anomia. La primera tiene como marco la organización moral de una sociedad, la moral de progreso en concreto: «Toda moral de progreso y de perfeccionamiento es, pues, inseparable de cierto grado de anomia» (Durkheim, 1928, p. 407). La segunda tiene como protagonista a Merton (1964): la anomia como un estado subjetivo definido por la falta de confianza respecto a uno mismo y respecto a los otros (aceptación). Cuando nos sentimos incapaces de encontrar sentido al mundo en el que vivimos; cuando cunde la impresión de que las cosas ocurren sin seguir un plan establecido y no percibimos que la sociedad progrese y sea capaz de crear bienestar, puede parecer razonable un cierto pesimismo para afrontar los obstáculos y contingencias que se interponen en nuestra vida en general, y particularmente en la consecución de los objetivos que nos hemos marcado, de suerte que siempre hay que esperar que un azar incontrolado eche por tierra los planes que habíamos definido.
Por el contrario, los datos apuntan a que una buena, cálida y cercana red de relaciones sociales puede adornar nuestra vida de optimismo y de confianza en el futuro y hacernos, de paso, socialmente más activos y solidarios, o lo que, según Keyes (1998, p. 122), viene a ser lo mismo, psicológicamente más sanos: «las personas sanas se sienten parte de la sociedad», confían en ella y en los otros como fuente de bienestar. Tanto desde una perspectiva (integración: sentimiento de pertenencia) como desde otra (actualización y aceptación: confianza en la sociedad y confianza en los otros) la consecuencia viene a ser la misma: la acción social, la implicación solidaria y altruista en la solución de los asuntos que atañen a la sociedad o a la comunidad. Un comentario final: los datos de la Tabla 4 nos ofrecen una atractiva excusa para terminar con una reflexión de hondo calado: lo pertinente que resulta desde el punto de vista psicosocial el juego entre las distancias cortas (integración, aceptación y contribución) y las distancias largas (actualización y coherencia), la más que verosímil relación entre la confianza en los otros (aceptación) y la confianza en la sociedad (actualización), la necesidad de recurrir al marco social e interpersonal para hablar de esa experiencia emocional de tanto significado psicológico que es el bienestar. Tajfel (1984, p. 23) lo dejó claramente enunciado: «La Psicología social puede y debe incluir entre sus preocupaciones teóricas y en relación con la investigación, un interés directo por las relaciones entre el funcionamiento psicológico humano y los acontecimientos sociales a gran escala que moldean este funcionamiento y son moldeados por él».
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Apéndice 1 Escalas de bienestar social Integración social 01. Siento que soy una parte importante de mi comunidad. 02. Creo que la gente me valora como persona. 03. Si tengo algo que decir, creo que la mayoría de la gente me escucharía. 04. Me siento cercano a otra gente. 05. Si tuviera algo que decir, pienso que la gente no se lo tomaría en serio. 06. No me siento pertenecer a ningún grupo social.* 07. La sociedad en la que vivo es una fuente de bienestar.* Aceptación social 08. Creo que la gente no es de fiar. 09. Creo que las personas sólo piensan en sí mismas. 10. Creo que no se debe confiar en la gente. 11. Creo que la gente es egoísta. 12. Hoy en día, la gente es cada vez más deshonesta. 13. Las personas no se preocupan de los problemas de otros. 14. Creo que las personas son amables.* 15. Las personas no esperan nada a cambio cuando hacen un favor*. Contribución social 16. Creo que puedo aportar algo al mundo. 17. No tengo nada importante que ofrecer a la sociedad. 18. Mis actividades diarias no aportan nada que valga la pena a la sociedad. 19. No tengo ni el tiempo ni la energía para aportar algo a la sociedad. 20. Pienso que lo que hago es importante para la sociedad. 21. Lo que hago tiene alguna influencia sobre otras personas.* Actualización social 22. Para mí el progreso social es algo que no existe. 23. La sociedad no ofrece alicientes para gente como yo. 24. Veo que la sociedad está en continuo desarrollo. 25. No creo que instituciones como la justicia o el gobierno mejoren mi vida. 26. La sociedad ya no progresa. 27. El mundo es cada vez un lugar mejor para la gente.* Coherencia social 28. No entiendo lo que está pasando en el mundo. 29. El mundo es demasiado complejo para mí. 30. No merece la pena esforzarse en intentar comprender el mundo en el que vivo. 31. Muchas culturas son tan extrañas que no puedo comprenderlas. 32. Los científicos son los únicos que pueden entender cómo funciona el mundo.* 33. Me resulta fácil predecir lo que puede suceder en el futuro.* La cursiva indica ítems inversos. * Estos ítems fueron eliminados de los análisis por poseer una correlación con el total de su escala menor de 0.30.
Introducción a los Servicios Sociales
Foundation. New York.
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