Resumen Conspiradores Del Placer 6m3670

“Conspiradores del placer: el deseo a través de las miradas del Marqués de Sade, Luis Buñuel y Jan Svankmajer” Debes cerrar tus ojos, de otro modo, no verás nada. Hablar de personajes como el escritor francés Donatien Alphonse François de Sade, mejor conocido por su título de Marqués, o del cineasta español Luis Buñuel Portolés; no sólo es hablar de dos referentes innegables para la cultura europea, que se encuentran fuertemente vinculados por su constante transgresión a los convencionalismos de la sociedad, tanto en términos morales como estéticos; sino de dos autores fundamentales para la construcción discursiva del director checo Jan Svankmajer, quien en varios de sus filmes, ha trasladado los principios del pensamiento sadiano y de la estética buñueliana, a su cine, adaptándolos al escenario contemporáneo.

De tal manera, el presente trabajo está enfocado en reconstruir los nexos entre estos tres autores, para así ubicar aquellos elementos que dentro de la película Spiklenci slasti (Conspiradores del placer) (1996), le sirven a Svankmajer para formular su noción transgresora del deseo, y para adaptarla a una realidad más actual, en la que la crítica a la religiosidad y la exaltación del libertinaje, ya no provocan el escándalo y la indignación, que a Sade y Buñuel persiguieron durante sus vidas.

En este sentido, cabe señalar que Jan Svankmajer es un cineasta surrealista, cuya obra se ha caracterizado por el empleo de la técnica de animación “Stop Motion” (que en últimos años ha sido popularizada por el director estadounidense Tim Burton); de esta manera, a través de muñecos, maquinas, figuras de arcilla, esqueletos, animales disecados y prendas de vestir, este director checo le ha otorgado a su obra una carga estética sumamente particular, pues evoca a las posibilidades infinitas que nos regala la imaginación. Sin embargo, Svankmajer también ha trabajado con actores, combinando la

animación con la acción real, como en el caso de Conspiradores del deseo, cinta que el propio director considera su obra “más surrealista”, ya que mezcla lo real con lo fantástico.

Entre sus obras principales, podemos encontrar adaptaciones cinematográficas de Alicia en el país de las maravillas y Fausto, y también películas personales como Insania o Sobrevivir a la vida. Teoría y práctica. Y en todos sus filmes, la constante será, esa búsqueda hacia los horizontes imaginativos y oníricos, vinculados a las pulsiones y satisfacciones que proclamaron los artistas del surrealismo.

De esta manera, para realizar el análisis de esta película, debemos señalar los puntos discursivos en los que convergen y se diferencian, las obras de Sade, Buñuel y Svankmajer. Para poder vincular y comprender las diferentes concepciones acerca del deseo que cada uno de ellos manejó y trasladó a sus obras artísticas.

En primer lugar, los tres autores rechazan los convencionalismos de la sociedad, sobre todo en términos morales. Por una parte, el Marqués de Sade, a través de su producción literaria, describió no sólo la corrupción de las instituciones políticas sas, sino que su obra explora prácticas sexuales “inmorales”, pues abordan la violencia como el camino hacia el placer, de ahí, que el psiquiatra alemán Richard von Krafft-ebing, acuñó el término de “sadismo”, para referirse a una perversión sexual en la que el sujeto goza con el sufrimiento que impone a otros.

Por su parte, Buñuel transgredió los valores de la moral burguesa a través de filmes como La Edad de Oro, El ángel exterminador o El fantasma de la libertad, en los que plasmó las debilidades de esta clase. Debilidades que están vinculadas a la religión, la decencia, el poder adquisitivo y las represiones que la sociedad impone para funcionar

de manera armónica, que en muchos sentidos, se contraponen a la libertad innata del ser humano.

En este sentido, Conspiradores del placer, representa una subversión a la moral, pues nos refleja las costumbres sexuales de seis personajes desconocidos entre sí, pero que van a tener como punto convergente: sus pasiones y perversiones, que no obedecen a un placer genital, sino que entran en el fetichismo, la zoofilia y el onanismo. Que aunque no son términos del todo desconocidos para nosotros, dentro de la práctica rompen con los límites de “lo establecido”.

Sin embargo, a diferencia de Sade y Buñuel, quienes dentro de sus discursos atacaron a las instituciones para incentivar el deseo, principalmente a la Iglesia y a la moral que proclama. Svankmajer no realiza una crítica a la religiosidad, pues para este cineasta, el deseo no debe estar forzosamente ligado a las instituciones religiosas, políticas o sociales, ya que el placer sexual es innato en el ser humano, y debe trascender a estos parámetros culturales; en este sentido, para el director checo, la búsqueda de la satisfacción es ajena a la fe, por lo que no representa al pecado como un incentivo del placer.

Por otra parte, si bien los tres autores abordan como eje central de sus obras, los deseos e instintos sexuales del hombre. La noción de Svankmajer respecto al deseo, a diferencia de la de Sade, que es repetitiva, pues sus personajes, al encontrar el placer, repiten constantemente la fórmula que los lleva a alcanzarlos, como los libertinos de Los 120 días de Sodoma, que gozan con la humillación hacia sus víctimas. O a la de Buñuel, que basó su filmografía en lo inalcanzable del deseo, y en la insatisfacción, tanto en términos sexuales como en Ese obscuro objeto del deseo, o en relación al ansía asesina

de Ensayo de un crimen, o a la necesidad de comer en El discreto encanto de la burguesía.

Para Svankmajer, la obtención del placer está vinculada a la innovación en el objeto del deseo; ya que los protagonistas de este filme sí logran alcanzar el clímax, pero después de esto, despierta en ellos una necesidad por encontrar una nueva fuente de placer; y esta búsqueda los llevará a nuevos escenarios, que tras cumplir su función, deberán ser sustituidos. Esto le otorga al espectador, la sensación de no haber conocido del todo, el desenlace de la historia, pues desconoce cuál será el siguiente objetivo que atraerá la atención de los personajes, en un ciclo que nunca se cierra.

En este sentido, para Svankmajer el deseo no debe estar supeditado a una persona, a un ser humano; pues para él, las pulsiones pueden estar vinculadas con objetos inanimados; así, Conspiradores del placer, se centra en los fetiches, que si bien, Sade y Buñuel abordaron en sus obras (Sade lo hizo en el pasaje de Justina, en donde la joven se encuentra con personajes que gozan ante la presencia de pies femeninos o sangre; mientras que Buñuel siempre mostró su gusto hacia las piernas, pies y zapatos femeninos, en diferentes escenas de Los Olvidados, Susana, Él, El diario de una camarera o Viridiana).

En Conspiradores del placer, las pulsiones van a estar enfocadas en muy diversos objetos: bolitas de migajón; peces; rodillos, pieles y plumas que acarician y a la vez rasguñan el cuerpo; disfraces de gallinas (en un evidente homenaje al cine buñueliano); e incluso, muestra una elaborada maquina masturbatoria que nos evoca a la muñeca fetichista, del artista del surrealismo, Hans Bellmer.

Así, el director checo lleva el deseo a un extremo, que puede parecernos excéntrico, y que va más allá de lo que sus “maestros” llegaron a describir; de tal forma, cabe mencionar que esta película, carece de diálogos; una característica que obliga al espectador a involucrarse en un mayor espectro imaginativo, pues se le coloca ante situaciones que pueden estar alejadas de su entorno, y que por lo tanto, le pueden resultar difíciles de comprender. Para explicar esta sustitución del hombre por el objeto, el propio director señalaba:

Creo que los objetos siempre han tenido más vida que el ser humano. Son más estáticos, pero también son más elocuentes. Son más conmovedores por todo lo que esconden y su memoria, que supera a la nuestra.

Asimismo, Svankmajer nos muestra en Conspiradores del placer, que el deseo es indiferente para hombres y mujeres, llegando a ser equitativo; en una noción que se contrapone a lo establecido por Sade y Buñuel, ya que nos muestra personajes que no requieren de la presencia del sexo opuesto para satisfacerse.

Esta diferencia resulta más notoria, si recordamos que para el Marqués de Sade, Julieta y los cuatro libertinos de Sodoma, tienen la necesidad de someter a aquellos que desean, y así se procuran de placer. Mientras que para Buñuel, personajes como Susana, el Bruto, Viridiana, Don Lope (Tristana), o Severine (Bella de día); son, a la vez, sujetos y objetos del deseo, pero siempre alcanzan estas categorías en función de la ruptura que generan hacia el orden establecido por la burguesía y la Iglesia.

Así, para el director checo, el único requisito para ser un sujeto de deseo, es querer serlo, y en este sentido, estar dispuesto a alcanzar el clímax, sin importarnos nuestro género, condición social o religión. Factores que resultaron determinantes para

los personajes de Sade y Buñuel, pero que para Svankmajer no poseen mayor trascendencia.

Por último, a diferencia de las obras sadianas y buñuelianas, que convierten al deseo en un acto público, y propio de orgullo; en este filme de Svankmajer, el deseo y su satisfacción son algo privado, a pesar de que ninguna de las prácticas que representa, atenta contra el orden o violenta a otros seres humanos.

Sin embargo, sin llegar a ser obsceno, el cine de este cineasta checo, resulta subversivo, pues las prácticas sexuales que recrea no entran en el marco de “la normalidad”. Debemos considerar, que lo evidente y lo tangencial, provocan reacciones de atracción-repulsión, así que el logro de Svankmajer en esta película, se encuentra en ofender al espectador a través de lo que la propia imaginación de éste, elabora.

Con respecto a esta última idea, aparece el principal vaso comunicante de estos tres autores; pues en el Manifiesto surrealista, se estableció que la imaginación es el único medio para conseguir la libertad, misma que no debe confundirse con la felicidad. De tal manera, que en Conspiradores del placer, la imaginación y su carga erótica, recrean formas transgresoras para la sociedad, pues aquí la satisfacción sexual está vinculada con una negación social en torno al libre ejercicio de nuestra sexualidad y las múltiples formas que podemos encontrar para conseguir placer.

A manera de conclusión, es innegable el escándalo que estos tres autores provocaron con sus obras, pero más allá de detenernos en cada pasaje violento de Sade, o en las recurrentes insatisfacciones buñuelianas, o en cada extraño objeto casero que es dimensionado de manera sexual por Svankmajer; debemos comprender que la transgresión que estos personajes crearon, es producto de una moral avasallante. Y que

en el caso particular de este cineasta checo, su cine se enfrenta a la crítica social, que juzga a una persona por sus mecanismos para alcanzar placer.

Sin embargo, con esto no pretendemos evocar todo este extraño mosaico de sexualidad, al ámbito de lo “normal”, pero sí podemos preguntarnos, ¿cuántas personas anhelan vivir las pasiones arrebatadoras de Sade? ¿Cuántos se identifican con los personajes de Luis Buñuel? O, ¿cuántos ven voluptuosidad en sus enseres domésticos? Y sobre todo: ¿Cuántos estarían dispuestos itir estas pulsiones?

Esta pugna por la libertad ante la fragilidad de los deseos, que determinaron los destinos del Marqués de Sade, Luis Buñuel y Jan Svankmajer, es la que ofende, pero también la que nos convoca, a formar parte de esta conspiración, a favor de nuestro propio placer.