Adame Briseño Juan Ociel
22 de octubre de 2015
Reporte de lectura de Eric Hobsbawm, “Capítulos 1-7” en La era del imperio1 En la lectura que yo realice centre mi atención en las movilizaciones sociales y los cambios ideológicos motivados por las ideas y acciones de la izquierda radical, entendiendo a ésta como los grupos de comunistas y anarquistas. En su introducción, Hobsbawm plantea que el entiende el siglo XX como una etapa diferente al XIX que se caracterizó por ser un siglo largo, con 3 eras: las revoluciones, el capitalismo y el imperio (las dos últimas sacadas del análisis de Lenin El imperialismo fase superior del capitalismo). El análisis leninista le sirve para explicar que el siglo XIX presenta diversos paradigmas por lo cercano a todos y todas y que será en el siglo XX
donde se presentan las conclusiones del
imperialismo. Más adelante en el capítulo 1 explica que en el aspecto de la política se desarrollaron las prácticas de la democracia, el ciudadanismo y el progreso como ideal. Las luchas por alcanzar y cimentar estos ideales forjaron (voluntariamente o no) la ideología política de la mayoría de pueblos en el mundo. En este sentido se desarrollaron las ideas socialistas que dieron cause a las movimientos de las masas. En el segundo capítulo retoma el análisis de Lenin en su Imperialismo fase superior y explica que el capitalismo en su etapa de auge y expansión global trajo consigo nuevas características inusitadas, como un incipiente proceso de industrialización que motivo entre otras cosas motivaron el surgimiento de los estados nacionales y en cierta medida la mejora en las condiciones materiales de las clases trabajadoras. El auge del capitalismo y su relación con las mejoras en las condiciones materiales, son argumentos debatibles al autor, pues las mejoras materiales no fueron ni de cerca algo generalizado, lo cierto es que el capitalismo industrial modificó las
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Eric Hobsbawm, La era del imperio, 6° edición, Juan Faci Lacasta (trad.), Buenos Aires, Crítica, 2009, pp. 7-201.
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condiciones laborales lo que a su vez modificó las condiciones ideales de los trabajadores. Las mejoras laborales a las que alude Hobsbawm son las de la etapa del capitalismo de la producción en serie en donde se pusieron en marcha las prácticas del fordismo y el taylorismo. Aunado a esta sobre producción, la publicidad jugó un papel decisivo para despertar el consumismo de las clases trabajadoras. Es interesante destacar cómo el desarrollo de las herramientas publicitarias fue un arma de doble filo para los bandos en pugna, pues eran utilizados tanto por la aristocracia y la burguesía como por la clase media y los militantes con ideas socialistas. En ese sentido Hobsbawm propone que la publicidad es un fenómeno que nace con el capitalismo imperialista y su necesidad de perpetuarse por medio del consumismo de las clases menos adineradas, lo cual plantea una contradicción. A su vez Hobsbawm planteó que la intervención del estado cada vez fue aumentando más, pues aparecen políticas a asegurar el bienestar social y económico. Es este aspecto el que más tarde jugará en contra de los detractores del estado: los socialistas. Su tercer capítulo expone y analiza el reparto colonial y el subsecuente auge económico de las metrópolis europeas. La desigualdad social en las colonias derivó en expresiones que Hobsbawm considera radicales como la formación de partidos demócratas que demandaban bienestar social. Su lectura de lo que es radical no se da en base a valores fijos sino que se adaptan a la situación histórica. Si bien la formación de partidos políticos democráticos no es la postura más radical que pueda existir en política, es radical en tanto que la situación no permitía estas expresiones. Esta flexibilidad en la medición de valores ayuda a comprender mejor los fenómenos de resistencia en sus contextos. Más adelante, Hobsbawm ve que el imperialismo tuvo que respaldarse en políticas para las masas que aseguraban el bienestar social y restaban la presión social interna. Sin embargo, es está misma presión la que motivo la preocupación por la 2
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políticas de bienestar. El autor ve que las elites no occidentales, al tener o con las metrópolis se fueron occidentalizando y llevaron las ideas progresistas a sus países de origen. Además hubo una asimilación cultural bidireccional, con tendencias racistas más tangibles por parte de los colonizadores. Esto dio un fomento en el desarrollo de las ciencias sociales y de las artes occidentales. Por su parte el gobierno colonialista implicó el cuestionamiento al gobierno de las metrópolis. Los gobiernos imperialistas tuvieron que acceder a la democratización interna. En este sentido, pienso que no sólo fue la occidentalización de las elites locales de las colonias lo que fomentó la necesidad de democratizarse. Estas élites encontraron un respaldo en las masas que ya habían sido contagiadas en menor o mayor medida por la difusión de las ideas socialistas, cómo más adelante verá en los territorios de la Rusia zarista. En el capítulo cuatro, se desarrolla con más detalles la participación política de las masas en demandas como la democratización, la búsqueda de una propiedad privada y la educación. En este contexto, la participación política masiva trajo consigo fenómenos hasta la fecha vigentes como son la formación de partidos, la propaganda por medios de comunicación masiva, etcétera. Además con la participación política masiva iniciaron los problemas de la de democracia de masas, como la hipocresía de los políticos de la élite, las trabas electorales para las masas, el clientelismo político, diferencias ideológicas entre las diferentes clases y la misma clase. Los procesos de democratización, industrialización, y crecimiento global del capitalismo, trajeron consigo cargas de xenofobia, racismo y nacionalismo a los movimientos electorales. Dichos movimientos de masas se diferenciaron entre sí por sus diversas trincheras ideológicas como son la religión, el nacionalismo, la democracia, el socialismo y las ideologías precursoras del fascismo (ultra nacionalismos). Las demandas electorales de las diversas posturas determinaron las políticas económicas y sociales, lo que puso en jaque al capitalismo y al estado.
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Nuevamente el aspecto de radicalidad en Hobsbawm se mide por la forma y no tanto por el fondo. Los socialistas que participaron en las elecciones partidistas no rompen con los mecanismos democráticos del estado en tanto que son herramientas de las élites. Los anarquistas que se desvían de estos mecanismos son minimizados por Hobsbawm. Pues su falta de participación partidista, para Hobsbawm reduce su influencia en los cambios sociales. En este sentido la insurrección no jugó un papel importante, según Hobsbawm. Si dichas insurrecciones no tuvieron un papel predominante, lo cierto es que mostraron el carácter represivo al que era capaz de llegar el estado capitalista, y en este sentido favoreció las cosas para los partidos oponentes, pues como Hobsbawm señala las mayorías obreras se inclinaban a los partidos de izquierda. En otro sentido los atentados anarquistas no detuvieron el avance del capitalismo, ni la confianza burguesa en él. La situación económica no dejo de serles favorable a pesar de los atentados. Difiero en el punto de la confianza. Si bien las acciones socialistas radicales no alteraron el desarrollo del capitalismo, si hicieron que los gobernantes se cuestionaran la acción directa, como un mecanismo peligroso para las vías electorales. Si ello no fuera así, el despliegue de las fuerzas del estado y de la prensa que le es leal no prestaría tanta atención a dichas acciones radicales. Sin embargo, la acción directa propugnada por el anarquismo no fue algo generalizado. La atención se centró en el interés de ampliar el derecho al voto, lo que aumentó la influencia numérica de socialistas y demócratas. Sin embargo las prácticas radicales canalizaron el descontento a figuras particulares, y en este sentido se demostraba que no toda la clase trabajadora politizada compartía las soluciones por las vías representativas. Esto se demuestra por la cantidad de atentados contra de la aristocracia y de empresarios a lo largo de Europa. Las pugnas electorales se llenaron de simbolismos con una pesada carga ideológica. Que variaba según quien la utilizará. Elementos como la nacionalidad, la religión, o la clase fueron herramientas de uno u otro partido, que no por ello eran 4
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contrarias entre sí. Un partido podía ser nacionalista y además sumar la lucha de clases. En este sentido las pugnas no sólo fueron por la mayoría en los votos sino por un predominio simbólico y por ende ideológico. Espacios como canchas de fútbol fueron un espacio de pugnas simbólicas, por ejemplo de una bandera nacional o un himno contra otro, o una lucha por demostrar que una raza (prefiero el término cultura étnica) es mejor que otra. En el quinto capítulo, Hobsbawm se centra en el tema de los trabajadores. Contextualiza que la industrialización favoreció la migración y con ello el abaratamiento de la mano de obra. Esto es importante porque favoreció el o entre las ideas socialistas y el proletariado. Como mencioné antes, las clases trabajadoras preferían a los partidos socialistas. En este sentido hubo una ruptura entre el socialismo electoral y los anarquistas. Así mismo las clases obreras se fragmentaron por razones de nacionalidad, religión y lengua. Estas divisiones internas dificultaban la unidad obrera tan anhelada por los socialistas y en consecuencia dificultaba el trabajo con las masas. El repertorio de acción de las masas se redujo, según Hobsbawm movilizaciones ocasionales con huelgas intermitentes y acciones locales. Sin embargo, considero que los socialistas que formaban parte de las clases trabajadoras como los anarquistas basaban sus repertorios de acción en la propaganda del socialismo y en la agitación de las masas. Dichas acciones podían ser locales, sin embargo fueron constantes y permanentes. A las luchas obreras se sumaba la condicionante del estado nación como una realidad que determinaba las prioridades y límites de los obreros. Aunado a todo esto, y a pesar del malestar que esto causó en los anarquistas, la vía democrática electoral de los socialistas obtuvo sus triunfos, como garantías legales que favorecieron a los trabajadores. Hobsbawm reconoce dos etapas del movimiento obrero. La primera después del surgimiento de la segunda internacional, y la segunda con el primero de mayo como una fecha de organización generalizada 5
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entre los obreros como símbolo de esperanza y confianza renovada. Cabría preguntarse en qué consistían estas esperanzas. Seguramente tenían que ver con la ideología que las sustentará, porque mientras para unos pudo a ver sido la esperanza de partidos más numerosos otros pudieron tener esperanzas más radicales como el empoderamiento sin intermediarios de las clases trabajadoras. La diferencia entre socialistas y anarquistas es que para Hobsbawm unos buscaban y en algunos casos lograron reformas sociales, mientras que otros aspiraron a cambios radicales de las relaciones sociales, que a mi consideración fueron cambios graduales e incompletos respecto a las aspiraciones (la aspiración fue una sociedad sin estado, la realidad fue una sociedad más empoderada y crítica respecto a ese estado). La extrema izquierda vio mal la lucha partidista por considerarla reformista y burocrática. La contra propuesta al partidismo socialista fue el anarcosindicalismo. Las luchas socialistas, y las partidistas en general no se redujeron a los sectores obreros. También hubo una preocupación por la participación de los sectores agrícolas. Dichos sectores, históricamente más pobres, compartían con otros sectores pobres la apatía y el carácter apolítico. Considero que esto es parcialmente cierto. No hay duda de que los más afectados por las dinámicas capitalistas e imperialistas fueron los más activos, pues al no tener nada que perder su lucha se radicalizó, el ejemplo más claro son los y las campesinas rusas en 1905 y en 1917. El sexto capítulo es un análisis los fenómenos del nacionalismo. Hobsbawm define que la base del nacionalismo era “la voluntad de la gente de identificarse con su nación y movilizarse políticamente”2. La movilización política traía consigo las demandas de autonomía y finalmente de independencia. Así mismo el nacionalismo
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Ibid. p. 153.
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se definía en términos étnicos y especialmente lingüísticos. Hobsbawm vio un aumento de los movimientos nacionalistas en Europa a partir de la década de 1870. Para la época y actualmente es difícil ubicar con precisión los límites espaciales de los movimientos nacionalistas, pues la migración de la época hacía difícil definir la nación en términos territoriales. Hobsbawm propone entender la nación como el conjunto de personas que consideran pertenecer a dicha nación (que se define más que nada por términos lingüísticos). O podría decir que la nación es una comunidad de referencia. La lealtad a la nacionalidad, junto con la religión o la clase fueron un contrapeso importante para la lealtad al estado. Es por ello que el estado se ve obligado a crear a la nación para tener un control uniforme de la población. En este sentido características como la lengua fueron creaciones a veces forzadas para dar identidad a la nación. La aceptación de la lengua nacional se vio impulsada por la obligación de usarla en las diferentes instituciones como requisito fundamental. La educación (básica) fue otro bastión para asegurar y perpetuar el nacionalismo. Se vio en la educación el espacio para definir a la población como entender la nación. Además la aceptación del nacionalismo favorecía la movilidad social y la garantía de privilegios respecto a quienes no tenían esa nacionalidad. Estos privilegios provocaron problemas de clase que aumentaron hasta culminar en expresiones de xenofobia. Esta misma discriminación hacia los migrantes cuya mano de obra barata era una competencia para los trabajadores locales fomentó la creación de pequeños nacionalismos. Estos pequeños nacionalismos tenían que hacer frente al descontento social. El maltrato y desprecio a los migrantes fue una válvula para los descontentos sociales. El nacionalismo y la xenofobia tenían consigo expresiones racistas esencialistas. Es decir, se da por hecho que la raza propia es la mejor y por ende las otras son inferiores. En ese sentido el nacionalismo triunfante era aquel que basado en la idea de superioridad respecto a otras naciones, modificaba el comportamiento de 7
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las personas y sumaba intereses diversos como la religión. Esta herramienta de análisis es útil para explicar en parte porque los socialistas no tuvieron el mismo éxito que los estados nación, pues no sumaban todos los intereses de las masas. Aunado a lo anterior, las diferencias entre socialistas no favorecían un bloque integral contra el estado. En el capítulo 7, Hobsbawm analiza las relaciones sociales. En especial las de la burguesía y la clase media. El capítulo aclara en un inicio, la dificultad para definir los límites y características particulares de la burguesía y las clases medias. La burguesía adopto valores aristocráticos. El coleccionismo y la caridad. Esto la justificaba socialmente y hacía que no fuera malo aspirar a llegar a esta clase, por lo menos entre las clases medias. Las diferencias entre burgueses y clases medias altas, eran difusas debido a la posibilidad de la movilidad social. El principal medio para la movilidad social fue la educación. Las escuelas fueron el espacio para crear y establecer relaciones sociales de apoyo mutuo (económicas, políticas y sociales). Es útil imaginar de qué formas las corrientes socialistas se difundieron, además de crear y afianzar relaciones sociales que les fueran favorables a su causa. El deseo de distanciar las clases propició que de las clases medias y burgueses se inclinaran a posturas de extrema derecha. Incluso en los aspectos más cotidianos como el deporte hubo una diferenciación. Las exclusiones de clase y el auge del nacionalismo hicieron, según Hobsbawm, que el preludio de la guerra fuera visto con entusiasmo. Para concluir puedo decir que mi lectura de Hobsbawm amplió mi panorama sobre la participación socialista. Más importante, me ayudó a plantear preguntas sobre el grado de participación y éxito en determinadas circunstancias como el imperialismo, el nacionalismo, las movilizaciones obreras, la democratización entre otras. El libro señala los aspectos, me queda analizar el nivel de impacto de los socialistas en dichos aspectos . 8