Alberto campo baeza Nació en Valladolid y vio la luz en Cádiz. Sus obras van desde casas pequeñas como la Casa Turégano, la Casa Gaspar o la Casa de Blas, hasta obras grandes como Caja Granada o el Consejo Consultivo de Zamora. Su trabajo ha sido expuesto en lugares como el Crown Hall de Chicago, la Basílica de Palladio, el Tempietto di S. Pietro in Montorio, el MAXXI en Roma o la American Academy of Arts and Letters en Nueva York. Es catedrático de Proyectos en Madrid desde 1986 y ha sido profesor en la Escuela Politécnica Federal de Zurich (ETH, en alemán), la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL, en francés), Penn University en Filadelfia, en la Universidad Católica de América de Washington (CUA, en inglés) y en muchas otras universidades del mundo. En 2014 ingresó como académico de número en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de España. Ha recibido la Tessenow Gold Medal, el Arnold W. Brunner Memorial Prize, el International Award Architecture in Stone y el Fellowship del RIBA de Londres en 2014. Ha publicado diferentes textos sobre arquitectura como: La idea construida, Barragán, Pensar con las manos, Principia Architectonia, Poetica Architectonica y Buscar denodadamente la belleza. En su biblioteca hay más libros de poesía que de arquitectura. No tiene coche ni televisión ni móvil ni reloj. Y es feliz.
Alberto Campo Baeza
Quiero ser arquitecto
Colección editada conjuntamente por Fundación Arquia y Los Libros de la Catarata
PRIMERA EDICIÓN: SEPTIEMBRE 2015 SEGUNDA EDICIÓN: MAYO 2016
quiero ser arquitecto DiseñO de cubierta: pablo nanclares © alberto campo baeza, 2015
© Fundación Arquia, 2015 Arcs, 1 08002 Barcelona www.arquia.es/fundacion
© Los libros de la Catarata, 2015 Fuencarral, 70 28004 Madrid Tel. 91 532 05 04 Fax. 91 532 43 34 www.catarata.org
ISBN (arquia): 978-84-608-2254-7
isbn (catarata): 978-84-9097-062-1 E-Isbn: 978-84-1352-182-4 DEPÓSITO LEGAL: M-29.498-2015 IBIC: am
La edición de esta publicación ha sido patrocinada por Arquia Banca. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) www.cedro.org si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
INTRODUCCIÓN
La intención de este libro es llegar a un público más amplio que solo los arquitectos. Muchas veces los escritos de los arquitectos son incomprensibles por lo que dicen y cómo lo dicen. Mi intento, en mis escritos, en mis clases y en mis obras, ha sido siempre todo lo contrario: intentar que mis palabras, y con ellas mis ideas, llegaran con claridad al mayor número de gente posible. El director de la Fundación Arquia, Gerardo García Ventosa, me pidió un texto sobre la arquitectura y sobre los arquitectos que tuviera ese tono divulgativo, y escribí el que hoy aquí se publica con el título de “Una casa buena bonita y barata”. Lo colgaron en el blog de Arquia y a los tres días me llamó diciéndome que había tenido 24.000 visitas. Ojalá que la velocidad de difusión de este libro sea la misma, y así conseguir el objetivo que se pretende, que llegue a mucha gente. Con este impulso, Los Libros de la Catarata han decidido, de la mano de la Fundación Arquia, publicar juntos algunos de mis escritos. Su nexo de unión es que tratan de algunos de los temas relativos a la arquitectura que más pueden interesar a la gente de la calle. El capítulo 1, “Tu casa, tu museo, tu mausoleo. Mi casa, ni museo ni mausoleo”, trata de reivindicar la casa contemporánea frente a actitudes retrógradas que se empecinan en conservar su casa como en este texto se describe. El tono jocoso atenúa la poca mala intención que contiene. En el capítulo 2, “Una casa buena, bonita y barata”, relato cómo hice, con muy pocos medios, la Casa Gaspar que luego ha aparecido publicada en todo el mundo, y que tras la aparición de ese texto me ha traído una colección de clientes muy peculiares. En el caso del capítulo 3, “Mi casa en el verano es una sombra”, fue escrito originalmente como un poema, en verso, que luego decidí pasar a prosa. La gran actriz Alicia Sánchez (Furtivos) descubrió el pastel, que era un poema, cuando lo recitó en voz alta. El tema era precisamente la Casa Gaspar. El capítulo 4, “Socializar el suelo o morir”, denuncia a las claras el capitalismo salvaje imperante que ha especulado con el bien básico que es el suelo. Y da razones para cortar de una vez tamaño disparate.
Los capítulos del 5 al 13 antes pertenecían al libro Quiero ser Arquitecto¹, que en origen fue escrito para los niños, con la clara conciencia de que son más listos que nadie. El resultado es un texto que sirve además a los más jóvenes en el momento de decidir su futuro, su profesión. Quizás el tono claramente positivo en que está redactado pueda empujar a más de uno a estudiar Arquitectura. Se complementa con una interesante información sobre escuelas, libros, revistas y becas y sus correspondientes links. En el capítulo 14, “Tres patas para una mesa”, recojo los consejos que daría a un hijo mío, que son los que he dado tantas veces a los mejores alumnos, y que decidí un día dejar por escrito. Que los sueños se hacen realidad es tan verdad que desde que escribí, no hace tanto, “Futuro pluscuamperfecto” (capítulo 16), algunas de las cosas que allí se exponen como futuro, ya existen. Métanse si no en Youtube y vean el vídeo de Samsung sobre la pantalla flexible y plegable que se puede llevar en el bolsillo. “La manzana y la hoja” está escrito de la mano de Isaac Newton, y es un canto a la libertad de estructura en los edificios que tan mal se está utilizando ahora. Además de proclamar una vez más que no hay una única arquitectura, ¡faltaría más! Es en definitiva un canto a la libertad. Cuánto me gustaría que los lectores de este libro se entusiasmaran con él. Querría que estos textos llegaran al mayor número de gente posible, que disfrutaran al leerlos y que luego decidieran, como se dice en uno de estos textos, a “poner un arquitecto en su vida”.
CAPÍTULO 1 TU CASA, TU MUSEO, TU MAUSOLEO. MI CASA, NI MUSEO NI MAUSOLEO²
CUEVA, CABAÑA, CASA
Primero fue la cueva. El hombre, animal con una clara racionalidad todavía poco desarrollada, poco desplegada, para guarecerse del frío y de la lluvia, y para defenderse del ataque de otros animales irracionales se refugió en la cueva. Lo estereotómico, la tierra, la roca, lo pétreo, lo pesante, lo oscuro, acogió en sus entrañas al hombre. Y aquella racionalidad, con toda su capacidad de creación, imprimió las huellas de su imaginación, de su memoria, sobre aquellas paredes pintándolas. Después vino la cabaña. El hombre pensó que podía construir lo tectónico. El pájaro construía su nido y la abeja su panal con unas leyes impresas, difíciles de describir pero con una perfecta y ciega exactitud. El hombre comprendió, aunque todavía de una manera inconsciente, las leyes de la gravedad y levantó su cabaña. Con troncos y ramas, o con piedras, o con bloques de hielo. Y siempre con la razón que, también de una manera inconsciente, emplea mecanismos geométricos. Aunque todavía fuera solo para guarecerse y defenderse pudo ya, con más libertad que con la cueva, elegir el sitio y decidir el lugar y la forma de su estancia. Su capacidad de creación, que en la cueva fue de la mano de la pintura, se manifestó aquí —así querría yo entenderlo— de la mano de la arquitectura, de la más primitiva arquitectura. El hombre pudo ya decidir el lugar en el que asentarse y la forma de la arquitectura que le acogía. Y al final llegó la casa. El guarecerse y el defenderse se transformaron en el habitar. El hombre, dominado ya el espacio, conformado con los correspondientes planos, concibió la posibilidad de controlarlo. De proporcionarlo. De buscar y encontrar allí la belleza. Y vio que con la luz podía tensarlo. Así, dominando la gravedad y la luz, de manera ya más consciente, perfeccionó la arquitectura. Y la arquitectura fue así una manifestación más, quizás la más humana, de la cultura. De esa cultura que va decantando el pensamiento del hombre a lo largo de los tiempos. Si el hombre como animal se refugió en la cueva y como racional construyó la
cabaña, el hombre culto, creador, concibió la casa como morada para habitarla. Y en eso estamos.
CASA, MUSEO, MAUSOLEO
¿Cómo explicar a la gente sin herirla que en la inmensa mayoría de las ocasiones sus casas son un horror, son como museos de todos los horrores, son como horrorosos mausoleos para enterrar lo inconfesable? Por dentro y por fuera. Aunque también es verdad que en la inmensa mayoría de las ocasiones la culpa es de los arquitectos. En su interior, hoy las casas son como templos presididos por el ojo polifémico, el televisor. Entronizado en un altar con ruedas que nunca se mueve (tan cargado de nuevos ículos está) la estúpida caja se convierte en foco de un espacio (¿espacio?) que suele ser acumulación de sofás y butacas. A su alrededor, llenándolo todo, numerosas mesitas y estanterías repletas de ceniceritos y cacharritos y cajitas y figuritas y objetos múltiples..., para ser usados ¡nunca! Como homotecia de un museo de aquellos que obligadamente se recorren en los habituales viajes turísticos programados. Y todo ello entreverado con multitud de macetas entre las que nunca falta un tronco del Brasil, que dan a la estancia un carácter selvático. Y como la luz natural, la gran aliada de la arquitectura, su material imprescindible, es persona non grata para la buena visión de la caja tonta, unas visillo-cortinas suelen tapar la gran cristalera que el arquitecto decidiera un día colocar a la terraza. Pues la terraza, o su caricatura, suele ser el elemento con que se rematan casi siempre estas estancias.
Si esta descripción de la realidad de muchas casas nos lleva a pensar que, más que casa para habitar, son espacios para adorar a la televisión —ojalá me estuviera equivocando—, podría hacerse una descripción paralela sobre cómo se concibe muchas veces la arquitectura (¿arquitectura?) en la que están inmersos estos espacios. Y con la misma superficialidad con que ocurre todo lo descrito se genera mucha de la arquitectura de las viviendas que nos rodean. Como museos de los caprichos recolectados por la superficialidad de los arquitectos en la frivolidad de las revistas. Como mausoleos donde enterrar, s y arquitectos, sus pasiones más inconfesables. Como una exaltación universal de lo que los clásicos llaman horror vacui (miedo al vacío). Con tal de no pensar. Porque pensar es siempre la solución, es lo lógico para el hombre. Para el arquitecto a la hora de concebir los espacios. Para los s a la hora de disfrutar de ellos.
FACTORES DE CAMBIO
Tras el proceso del hombre que se refugia en la cueva, construye la cabaña y concibe la casa, han aparecido nuevos factores que han vuelto a producir cambios cualitativos en esa casa creada por él: factores sociológicos y factores tecnológicos. Sociológicamente, la relación entre los habitantes se ha abierto. La desaparición del servicio, o su entendimiento como un miembro más de la familia, hace que se abran áreas del espacio habitable. La relación entre los de la familia ha cambiado mucho, aumentando la confianza en detrimento de la jerarquía. Y también la relación con los del exterior, que no tienen ya áreas cerradas en el espacio de la casa. Todo ello lleva, en definitiva, a una reducción de la privacidad y a una mayor apertura, también del espacio. A todo ello se une, o es precisamente el factor que lo provoca, la reducción de la superficie de las viviendas. Hasta llegar a los límites, ridículos e imposibles, de la que se llamó “vivienda mínima”. Tecnológicamente, el cambio y sus consecuencias han sido enormes. El acero y el hormigón armado han otorgado a la estructura una libertad, en horizontal y en vertical, antes impensable. El ascensor hace posible el a esa superposición de planos en vertical. El vidrio plano otorga la transparencia, la continuidad, la luz total. Y el aire acondicionado acude allá donde haga falta. En definitiva, es posible casi todo. O sea que encontramos hoy al hombre creador de la casa, al arquitecto, con casi todas las posibilidades en sus manos. Y paradójicamente es en este momento crucial, de relaciones abiertas y tecnología eficaz, cuando, a la hora de concebir y de usar los espacios habitables, volvemos a sacar a la luz lo más primitivo de nuestro ser, en el sentido más peyorativo del término “primitivo”.
PENSAR, PENSAR, PENSAR
Claro que la solución sería, lo es: pensar, lo más propio del hombre. Los arquitectos, pensar qué están haciendo. Quizás el problema de los arquitectos se resolvería dedicando tiempo, más tiempo a su trabajo; para poder concebir con precisión estos espacios para habitar. Los s, pensar cómo usar esos espacios; para hacerlo adecuadamente. Y poder disfrutar de ellos. Y, quizás, volver a pensar, a conversar, a leer, a vivir, a habitar.
SOCIALIZAR, QUEMAR, RECLAMAR
Parecería que el enunciado de estos tres verbos fuera una propuesta de convocar la revolución. Pues en cierto modo sí lo es. Quemar las actuales normativas vigentes para proyectar viviendas protegidas sería una manera directa de hacer esta revolución. En vez de arquitectos neuróticos tratando de ponerle a las hermanastras de la Cenicienta el zapatito de cristal, labor imposible, tendríamos arquitectos liberados dispuestos a pensar y a crear con lógica. Socializar el suelo de una vez sería borrar de un plumazo a los especuladores y a los arquitectos uncidos a su carro, y hacer que la vivienda solo valga lo que cuesta. Que el precio real es bastante menor de lo que impone este repugnante mercado actual. Reclamar a los mejores arquitectos. O a todos los arquitectos que den lo mejor de sí, de su creación, para la vivienda. Liberados del corsé de la normativa y de las ataduras de la falsa economía, hay que exigir a los arquitectos que, dedicando el tiempo necesario, creen viviendas en las que el habitar sea un disfrute. Y tantas cosas. Y en la misma línea conclusiva, quiero proponer unos puntos concretos que, en mi opinión, son solución válida para este habitar (¿nuevo?) de los hombres.
LIBERTAD, DIMENSIÓN, PROPORCIÓN
Estos tres conceptos podrían parecer excesivamente abstractos. Y nada más lejos de mi intención. Libertad. Espacio libre que se concreta en espacios de geometría sencilla, elemental, reconocibles, sin recovecos. Que hacen posible cualquier tipo de vida. Entendiendo que cuando un arquitecto derrocha su libertad en un espacio, hace una forma a su capricho, coarta la libertad del futuro . Cuando renuncia a “su expresión” posibilita esa libertad ajena. Un espacio de Gaudí puede ser genial, lo es, pero constriñe la libertad del que lo usa. Dimensión. Es preferible renunciar a unos mejores acabados o a una mayor “expresividad ornamental”, si esto fuera en detrimento de una mayor amplitud. Así de sencillo. La mayor dimensión es un lujo irrepetible, pero alcanzable. “No se pueden hacer economías que no puedan ser subsanadas en un futuro”, decía un viejo profesor cuando yo era estudiante de arquitectura. La gente, con el tiempo, va haciendo “mejoras” en sus casas. Todo es mejorable, cambiable, menos la dimensión. Aquella “vivienda mínima” de los años treinta fue un gran error incorregible. Y el mismo discurso podría aplicarse a la dimensión vertical del espacio habitable. Luz. La obsesiva obsesión del arquitecto sobre el tablero resolviendo “plantas” de viviendas en las que da por supuestas las fachadas y las secciones, le ha hecho olvidar demasiadas cosas. El dotar de la luz adecuada a las casas debería ser uno de los primeros objetivos. El sol que entra y da vida a las viviendas. Esto parece una perogrullada, pero hoy día, atenazados por ordenanzas y economías absurdas, parece que estuviera olvidado. Luz que, de la mano de la proporción, hace que esos espacios de habitación sean un disfrute para el hombre. Proporción que, de la mano de la luz, hace entrar a la belleza. Belleza inteligente en la vida de los hombres.
‘IL CIELO IN UNA STANZA’
Así decía una memorable canción de Mina, la famosa cantante italiana, que siempre viene a mi mente cuando de casas se habla. Pues eso, lograr el cielo en la casa, hacer que se esté “como en la gloria”, que dicen los castizos, es lo que deberían hacer los arquitectos. Con la misma habilidad con que los arquitectos de la Alhambra hacen “volar a los pájaros en el agua y nadar a los peces en el aire” en los estanques de sus aguas granadinas. Las casas con las que soñamos algunos y que queremos hacer realidad, lejos de ser museos y mausoleos, serán espacios libres, amplios, llenos de luz. Se levantarán sobre suelos asequibles y las construirán los arquitectos mejores que, desaparecidas las ordenanzas, harán de la lógica estupenda su principal instrumento. Serán casas hermosas. Pensadas para pensar, para conversar, para amar, para habitar, para vivir. Como un cielo en la tierra.
CAPÍTULO 2 UNA CASA BUENA, BONITA Y BARATA³
¿Está usted pensando en hacerse una casa, la casa de sus sueños? ¿Querría que su casa fuera buena, bonita y barata? Llame a un arquitecto, a un buen arquitecto. Hay alguna gente, insensata que, si pudiera, haría su casa sin arquitecto. Consideran al arquitecto como un mal menor. Son los mismos que se automedican con tal de no ir al médico. Son, pocos, profundamente ignorantes. Se gastan un dineral en farmacia para nada. Y finalmente van al médico, o se mueren antes de tiempo. Un arquitecto es un servidor de la sociedad. Un arquitecto es alguien que busca la belleza a través de la arquitectura, que a la vez resuelve problemas a la sociedad y que trata de hacer feliz a la gente para la que trabaja. Yo podría hacerles ahora una defensa de cómo es bueno contratar a un arquitecto, a un buen arquitecto, para que todo les salga bien. Pero he pensado que lo más sencillo será contárselo en primera persona, a través de mi propia experiencia profesional. Si les digo que la casa más hermosa que he hecho, la mejor, ha sido la casa más barata que he construido, ustedes dirán que exagero. Pues no.
ENCARGO
Me llama un día una buena amiga mía, guapísima, y me dice que si puedo hacerle una casa para ella y su propio, pero que solo tienen tres millones de pesetas (20.000 euros) y un terreno pequeño. Me pedía una casa con privacidad absoluta en un pequeño pinar, rodeado de casas de familiares, en la provincia de Cádiz. Yo solo le pedí a cambio libertad absoluta. Porque sigo pensando que un arquitecto es un poco como un médico. Debe escuchar atentamente al paciente y hacerle todos los análisis necesarios, pero el diagnóstico ha de hacerlo el médico, y el enfermo debe obedecer. Yo al menos es lo que hago como paciente: obedezco ciegamente al médico, y siempre me ha ido muy bien.
QUÉ SE HIZO
La solución fue muy sencilla. Un simple rectángulo de 6x18 m, levantado con muros de carga. Un patio delante de 6x18 y otro patio detrás, también de 6x18, ambos cerrados con tapias tan altas como la casa. Ya dentro, dos muros transversales más bajos, a 4 m de los bordes, para crear a un lado un dormitorio y un baño, y al otro lado un segundo dormitorio y una cocina. Para iluminar el espacio central de 6x10 se abren en las cuatro esquinas unos vidrios fijos de 2x2 que dan continuidad a ese espacio central con los dos patios. Para circular y ventilar ese espacio central, dos puertas opacas en el centro, marcando el eje principal. Los dos dormitorios y la cocina se iluminan y conectan con sus patios con puertas transparentes. El baño toma la luz a través de un lucernario. Todo en poco más de 100 metros cuadrados. La casa construida responde a la mejor tradición andaluza: patio delantero de entrada y patio trasero. En cada patio plantados simétricamente dos limoneros lunares. En el patio del fondo una pequeña alberca con agua que da gloria verla y oírla. Porque el sonido del agua también colabora a la belleza de esos espacios. Por fuera la casa aparece completamente cerrada con solo la puerta al patio delantero. Se levantó todo con muros de carga de ladrillo, que es lo más barato y sencillo para estas dimensiones. El suelo todo con simple solera, bien aislada e impermeabilizada. La cubierta resuelta con un simple forjado cerámico. El pavimento todo, dentro y fuera, de piedra caliza de Córdoba, pulido y abrillantado. Es un pavimento tan bonito que lo he seguido poniendo en todas mis casas. Todo se hizo blanco. Las paredes y las tapias encaladas, blancas blanquísimas, conceden a esos espacios una luminosidad maravillosa. Son sencillas hasta las lámparas: unas simples bombillas blancas en las paredes protegidas por encima con un simple vidrio. Lo puso en pie en unos plazos razonables Conejito, un encargado de obra mayor,
sabio y bueno de los que quedan pocos. Como aparejador Diego Corrales que lo hizo muy bien. Porque un aparejador también es necesario, como el médico necesita de la enfermera. Me ayudó también un buen amigo arquitecto de Chiclana, Miguel Vela.
Los arquitectos hablamos siempre del genius loci, del lugar. Pues esta casa parecía que hubiera estado allí desde siempre. La casa quedó, lo es, muy muy bonita. ¿Qué es lo que tenía de más esta casa que no tuvieran las otras? Porque tanto en el entendimiento del lugar, como en los materiales, en los colores y en el tratamiento de la luz, como en la tipología, en el tipo de casa, la casa es una casa tradicional andaluza. De ayer, de hoy y de mañana. Pues el secreto es que está hecha por un arquitecto al que no se le da mal el control del espacio, de la luz, de la escala y de las proporciones. Un arquitecto que sabe que para llegar a la venusta, a la belleza, es imprescindible antes cumplir con la utilitas y con la firmitas. Como bien lo proclamaba Vitrubio. La casa costó lo previsto, tres millones de pesetas de 1992, 20.000 euros de hoy. Es una casa pequeña, de 100 metros cuadrados, que parece grande. Quedamos todos encantados: propietario, constructor, aparejador y arquitecto. Tan encantados que al poco tiempo construimos otra casa en la misma línea, la Casa Guerrero, para uno de sus hermanos.
DIFUSIÓN
La Casa Gaspar ha aparecido hasta en la sopa. En todos los libros y revistas de arquitectura del mundo, muchas veces en la portada. Claro que gran parte de la culpa la tiene Hisao Suzuki, un fotógrafo excepcional que hizo unas fotos excepcionales. Ya me había hecho antes las fotos de la Casa Turégano, con un resultado estupendo, por lo que no dudé en llamarle para traducir en imágenes el espíritu de la Casa Gaspar. No olvidaré la madrugada en que, todavía todo oscurísimo, estábamos los dos en el patio de atrás de la casa. Él había desplegado trípode y cámara y solo estábamos esperando a la luz, con el objetivo expectante y los limoneros, como yo, asombrados. Poco a poco, muy lentamente, se levantó un claro y nuestro buen fotógrafo empezó a apretar botones cuyos chasquidos resonaban en el silencio absoluto de la madrugada. El resultado es ese conjunto de imágenes bellísimas con una luz misteriosa casi imposible de explicar, donde queda bien traducido el espíritu de esta casa.
CONCLUSIÓN
Creo que a través de estas sencillas líneas y de los dibujos expresivos y de las fotografías maravillosas, es fácil entender cómo es posible, con un buen arquitecto, hacerse una casa buena, bonita y barata, que algunos dicen que es la casa más bonita del mundo.
CAPÍTULO 3 MI CASA EN EL VERANO ES UNA SOMBRA⁴
Mi casa en el verano es una sombra, entre cuatro paredes levantada. Sombra que a fuer de oscura es transparente de tan llena de la luz que allí batalla. Mi casa en el verano es el sosiego, un lugar donde la calma se aposenta, un remanso de paz donde se vuelve. Mi casa en el verano es una balsa adonde acuden mis náufragos amigos a desgranar la palabra que conforta, a rescatar el tiempo tan perdido. Nacen allí poemas de la nada, quizás lo más hermoso de la vida. Pero y ¿qué y cómo es la casa al fin y al cabo? Es una simple y sencilla arquitectura. Cuatro altos muros bien blancos, bien trazados, dispuestos con frugal sabiduría. Con un adentro en sombra bien medida, que con la brava luz siempre porfía. Un firme suelo de piedra como hallado, como si fuera la tierra que emergiera, dando su apoyo a nuestros pies descalzos. Y al fondo, y en el centro allí excavada, una alberca serena y en silencio, recipiente de un agua casi quieta. Una gaviota perdida allí se baña, sin tocarla ni mancharla, casi nada. Y es que el agua así en la sombra es un espejo, periscopio infinito de los cielos. Y en sus cuatro claros puntos cardinales, al horadar la piedra en sus entrañas, han brotado cuatro limoneros que abren su blanca flor cada mañana. Es mi casa en verano arquitectura, en el más pleno sentido del vocablo. Huerto cerrado, arcadia, paraíso. Cuatro muros y un árbol y una alberca. Y luz y oscuridad acompasados. Y el suelo fresco de piedra que da gloria: cielo en la tierra, pues ¿qué es si no la arquitectura?
CAPÍTULO 4 SOCIALIZAR EL SUELO O MORIR⁵
La Ciudad es el título de un pequeño libro de Hermann Hesse que comienza así: “Los campos ardían silenciosamente a la luz amarilla del sol y las altas montañas llenas de bosques se erguían en el brumoso azul del horizonte. El sonido de la primera garlopa rechinó estridente en la tierra asustada, el primer disparo de escopeta tronó y retumbó en las montañas, el primer yunque emitió su agudo sonido bajo los rápidos golpes del martillo. Surgió una casa de hojalata, y al día siguiente una de madera y otras más, cada día nuevas, y pronto las hubo también de piedra”. Así de bien describe Hesse el comienzo de una ciudad, y termina, tras las muchas peripecias que allí se narran, con la destrucción de la propia ciudad por la naturaleza que acaba invadiéndola. Termina con el canto de un pájaro que mira satisfecho el crecer del bosque y el espléndido y verdecido progreso sobre la Tierra. Leí este texto, mejor dicho, lo vi, en una edición con ilustraciones de Walter Schmögner y caligrafía de Stella Wittenberg donde se hace patente a través de los preciosos dibujos el paso de la naturaleza virgen a la ciudad y la vuelta, al final, a la naturaleza. Y es que si hablamos sobre sostenibilidad, de la casa, de la ciudad y del territorio, debemos hablar sobre arquitectura. Porque, ¿no es la arquitectura algo diferente de la naturaleza, que se impone sobre ella? ¿Qué es entonces lo que debe entender un arquitecto por sostenibilidad? ¿Quizás un mayor acuerdo con la naturaleza? Porque intentamos hacer las cosas mejor. Porque intentamos corregir los errores del pasado. Porque queremos una tierra mejor para nuestros hijos. Porque no queremos que, como en el cuento de Hesse, aunque sea una pieza literaria tan hermosa, nuestras ciudades desaparezcan, porque son un logro del hombre para hacer más felices a los otros hombres. Entiendo por sostenibilidad algo tan sencillo como el intentar hacer las cosas con lógica, con sentido común y con espíritu de sobriedad.
Pensar en vez de no pensar. Ahorrar en vez de derrochar. Arreglar en vez de cambiarlo todo. Y es en este contexto donde me asusta, me asombra y me sorprende que hayan proliferado como hongos en tan corto tiempo tan gran cantidad de “expertos en sostenibilidad” y de empresas llenas de estos “expertos”. A mi cabeza ha venido la canción de un grupo canario, Los Sabandeños, que repetía machaconamente aquello de “¿De quién es ese automóvil tan lujoso y tan ligero? Eso es de un intermediario en el negocio frutero”, de los “expertos en intermediación” diríamos hoy. Y a la vez me venía a la memoria un viejo amigo mío de tiempos de la universidad, simpático y cuentista, que además de llenar sus apellidos de “de” y “la”, remataba con un “dos grandes expresos europeos”. Y es que uno sigue teniendo una cierta prevención al cuento y a los cuentistas. Pero voy a defender la sostenibilidad que proveen la lógica, el sentido común y una cierta sobriedad, que pueden leerse en clave de “economía de medios”, que es la mejor manera de ser sostenibles. Personalmente no tengo coche, ni móvil ni tele ni vídeo ni reloj. Y vivo feliz. Cuando voy en metro a dar cada mañana mis clases a la Escuela de Arquitectura de Madrid, no solo ahorro una gran cantidad de tiempo y de sofocos con los atascos de Madrid, sino que, además, me regalo un paseo estupendo por el Parque del Oeste que es un buen preludio para enseñar mejor arquitectura… sostenible. Una buena ministra de Vivienda proponía siete puntos muy claros en relación con lo que debe ser una ciudad lógica y sostenible, y que suscribo al cien por cien. Tan lógicos son:
Compacidad. La ciudad debe ser compacta. Mezcla. La ciudad debe mezclar muchos usos diferentes. Transporte público eficaz. Equipamientos buenos de todo tipo. Viviendas asequibles.
Oficinas y fábricas adecuadas. Espacios verdes accesibles.
Yo propongo, como si de una utopía se tratara, para hacer realidad el sueño que subyace en esos siete puntos, para concretarlos eficazmente, hacer algo que solo se dejaría de hacer si prevaleciera la “terquedad conservadora” de la que hablaba (¡con cuánta razón!) Ortega.
Socializar el suelo. Cerrar las fábricas de coches. Construir la ciudad nueva.
Más de uno pensará enseguida que cosas tan imposibles de pensar como socializar el suelo o cerrar las fábricas o levantar una utopía tienen poco que ver con el sentido común, la lógica o la economía de medios que defiendo. Pues trataré de convencerles.
SOCIALIZAR EL SUELO O MORIR
Ya sé que como propuesta les puede sonar escandalosa. Porque el suelo es la clave del problema de la vivienda. ¿Cómo puede ser que la vivienda, el bien más básico, siga siendo el principal y mayor problema de nuestra sociedad? ¿Cómo puede ser que la vivienda, el bien más necesario, siga siendo la fuente principal del enriquecimiento de los ricos? ¿Dónde está el quid de esta cuestión tan peliaguda? ¿En el coste de la construcción? No. Cualquier constructor honrado, que los hay, haciendo bien las cosas y con buenos materiales y en los plazos precisos y con buena calidad, puede construir una vivienda con un precio ajustado por metro cuadrado. Y ganándolo bien. ¿Por qué entonces debemos comprarlo por un precio muchísimo más alto? ¿Será entonces cuestión del suelo? Pues sí. Es el dichoso suelo. La tierra, la “buena tierra” de aquella hermosa novela de Pearl S. Buck se ha convertido en el quid de la cuestión. Un suelo que no vale “nada” un día, al día siguiente, por mor de una “calificación de suelo urbano” puede valer mil veces más. ¡Mil! Claro que lo suele comprar por “nada” el mismo que luego consigue la calificación de “suelo urbano”. Bueno, él directamente, nunca. Siempre una sociedad interpuesta donde suele estar su mujer (¡qué casualidad!). Claro que no me estoy inventando nada. Y luego lo vende, por mil veces más, a los bancos. Bueno, a los pobres a través de los bancos. Porque los bancos acogen con sus hipotecas de todos los colores a las pobres gentes que escrupulosamente pasarán el resto de sus vidas pagando, eso sí, tacita a tacita, como nos enseñaba a todos Carmen Maura en aquel viejo anuncio de cafés Monky. Todo esto debe de ser por aquello de que los pobres “heredarán la tierra”. Yo creo que los pobres heredarán otra cosa. Pero no la tierra. Pero no el suelo. Y menos si es suelo “urbanizable”. Si yo les provoco con este socializar el suelo o morir es porque creo que a estas alturas es la única posible solución para acabar de raíz con este cáncer de la
sociedad en la que vivimos. Pongan a trabajar su imaginación.
CERRAR LAS FÁBRICAS DE COCHES
¿Se imaginan ustedes una persona con tres o cuatro tubos digestivos? Imagínense ustedes una persona que en vez de tomar dos platos en la comida, tomara seis. Y como no podría resistir, pero tiene “derecho” a comer lo que le venga en gana, se hiciera trasplantar o implantar tres o cuatro tubos digestivos, para poder comer más. Monstruoso. Sería más sencillo comer menos. Lo justo. Pues eso es lo que están, o estamos haciendo, en nuestras ciudades. Como todos tenemos derecho a tener “nuestro coche” y más coches si se quisiere (muchos de ustedes los tendrán: por la mujer, los niños, las niñas, la niñera…), pues ¡hala carreteras de circunvalación! ¡Hala M30! ¡Hala cinturones de velocidad! Para poder atascarnos más. Para poder atacarnos más. Monstruoso. ¿No es algo ridículo perder cada día un par de horas metidos en el coche? Sería más sencillo conducir menos, lo justo, y vivir mejor. Verdaderamente estamos locos. No pensamos. Les puedo asegurar que en Madrid se puede funcionar perfectísimamente con los medios de transporte público. Incluso para llegar a la T4 de Barajas como yo lo hago tantas veces, en 20 minutos con un tren de cercanías puerta a puerta, de Recoletos a la T4. ¿Hace falta tanto coche? ¿No les parece a estas alturas que estamos locos? Habrá alguien que inmediatamente me hable de la libertad. De la libertad de movimientos que da el auto-móvil, como su propio nombre indica. De la libertad de poder fabricar lo que se quiera. Del problema que supondrían los puestos de trabajo de esas fábricas. Pues pongan a trabajar su imaginación.
CONSTRUIR LA CIUDAD NUEVA
Ya sé que la idea no es demasiado original. Pero creo que podría seguir siendo bien eficaz. Y en vez de llamar a los arquitectos famosos para que hagan aquí sus cositas, llamar a los más jóvenes, a los mejores, para construir este sueño. Después de atiborrarnos Madrid con un entorno infumable, impotable y repugnante, quieren además lavarse la cara. Claro que lo que no es la cara, lo llevan tapado y bien tapado, que bien sucio que lo deben tener. Cada vez que aterrizo o despego de Madrid, contemplo indignado el horror in crescendo con el que se materializa ese crimen colectivo de ese grupo de verdaderos terroristas que son esos capitalistas salvajes que nos comen por los pies. Miles y miles de metros cuadrados levantados con una arquitectura repugnante, abominable, y además vieja, antigua. Todo viviendas y nada más que viviendas.
Aunque mis dos primeras propuestas puedan a ustedes parecerles irrealizables, ya les he advertido de la “terquedad conservadora”, déjenme por lo menos que sueñe en la posibilidad de hacer, desde las instancias oficiales, real el sueño de la utopía. Y propongo una vez más algo no muy original pero que siempre a lo largo de la historia ha sido muy eficaz: llamar a los mejores arquitectos jóvenes para que pongan en pie las viviendas de su generación y de las que vienen. Llamarles para levantar la ciudad nueva. Y darles todos los ingredientes para que sean sostenibles, y darles sobre todo libertad. Como si del guisante de la princesa se tratara, al menos un guisante, molesto pero capaz de hacerla recordar. De hacerle recordar a nuestra sociedad que todavía la utopía es posible. Que es posible una ciudad nueva para una sociedad nueva, más justa. Aunque tengamos que llamarla (¡todavía!) utopía. Pensaba terminar este texto citando a André Gide cuando recordaba que “aprendió de su padre a solo servirse la cantidad de pan que fuera a usar en la comida y a no levantarse de la mesa sin apurar todo el vino que se había servido en el vaso”; porque estas palabras reflejaban bien lo que he querido decirles. Pero no me resisto a rematar con las expresivas palabras con las que García Márquez empieza su Cataclismo de Damocles que es una fuerte pero bellísima advertencia por si no somos capaces de hacer un mundo “sostenible”.
Un minuto después de la última explosión, más de la mitad de los seres humanos habrá muerto, y el polvo y el humo de los continentes en llamas derrotarán a la luz solar; y las tinieblas absolutas volverán a reinar en el mundo; un invierno de lluvias anaranjadas y huracanes helados invertirá el tiempo de los océanos y volteará el curso de los ríos, cuyos peces habrán muerto de sed en las aguas ardientes, y cuyos pájaros no encontrarán el cielo; las nieves perpetuas cubrirán el desierto del Sahara; la vista Amazonia desaparecerá de la faz del planeta destruida por el granizo, y la era del rock y de los corazones transplantados estará de regreso a su infancia glacial; los pocos seres humanos que sobrevivan al primer espanto, y los que hubieran tenido el privilegio de un refugio seguro a las tres de la tarde del lunes aciago de la catástrofe magna, solo habrán salvado la vida para morir después por el horror de sus recuerdos: la Creación habrá terminado.
O mejor todavía, para ser más positivos, con las palabras con las que el mismo García Márquez termina ese texto: “Aquí existió la vida. En ella prevaleció el sufrimiento y predominó la injusticia. Pero también conocimos el amor y hasta fuimos capaces de imaginarnos la felicidad”.
CAPÍTULO 5 SUBIR Y BAJAR ESCALERAS
La arquitectura es como subir y bajar escaleras. ¿Habéis subido alguna vez las escaleras de dos en dos escalones? Seguro que sí. También yo sigo subiendo, incluso las escaleras mecánicas del metro, de dos en dos. ¿Habéis bajado alguna vez las escaleras de dos en dos? Seguro que no. Más que imposible es muy, muy peligroso. Nunca se me ha ocurrido hacerlo, ni en broma. Pues en arquitectura es lo mismo. Se pueden subir las escaleras de dos en dos escalones. Se puede estudiar con intensidad y aprender en menos tiempo muchas cosas. Trabajando y estudiando muy mucho se puede hacer la carrera de arquitecto en los cinco años previstos. No se pueden ni se deben bajar las escaleras de dos en dos escalones. No se deben hacer los proyectos ni construirlos con esa irresponsable velocidad. Se debe trabajar el doble, por lo menos, y emplear el doble de tiempo en proyectar y en construir algo que es para toda la vida. Hay que hacerlo con la velocidad, con la calma, con la que la miel se derrama por el borde del tarro. Despacito y buena letra, el hacer las cosas bien importa más que el hacerlas, rezaba un antiguo dicho castellano. ¿Se entiende ahora que la arquitectura es como subir y bajar escaleras? Y también la vida.
CAPÍTULO 6 A UN FUTURO ESTUDIANTE DE ARQUITECTURA
Quiero con este libro no tanto animarte a estudiar la carrera de Arquitectura, cosa que evidentemente intentaré si tú te dejas convencer, ni tampoco atiborrarte de datos que te hagan salir corriendo, sino decirte de la manera más sencilla posible qué es ser arquitecto y por qué merece la pena serlo, que lo merece. Y cómo hacerlo. Y me gustaría decírtelo de la manera más sencilla posible. Por eso no quiero que este capítulo sea un ladrillo. Y como ya estamos en el tercer milenio y todos los de tu generación tenéis y usáis el ordenador como lo más normal del mundo, acabaré dándote un anexo con los datos para que puedas completar esta precisa y concisa información que intento transmitirte:
En un grano de arena ver un mundo, y en cada flor silvestre un paraíso. Vivir la eternidad en una hora, sostener en la palma el infinito.
Estos versos del poeta inglés William Blake, que repito todos los años a mis alumnos al comenzar el curso, podrían resumir bien lo que algunos pretendemos hacer a través de la arquitectura: construir sueños. Creo que es lo que todos los que quieran ser arquitectos deben intentar. Soñar y hacer soñar a la gente. Levantar edificios que, además de cumplir a la perfección las funciones para las que se construyen, y de estar bien construidos, y de ser muy hermosos, sean capaces de hacer soñar a los hombres, de hacer feliz a la gente que vive en ellos.
CAPÍTULO 7 Qué es ser arquitecto: Un sueño
Mucha gente se pregunta qué es un arquitecto y para qué sirve un arquitecto. Y piensa que ser arquitecto es algo muy elemental, que un arquitecto no hace más que trazar cuatro rayas, y nada más. Unos piensan que un arquitecto es un artista que hace esas cuatro rayas en un rapto genial de artisticidad, lo que se le ocurre en aquel momento, y más si sus edificios tienen forma rara. Otros creen que un arquitecto es un técnico que debe saber mucho de las técnicas con las que se levantan los edificios, sobre todo si son grandes y altos. Y otros deducen que un arquitecto, y más si enseña o escribe, es alguien capaz de explicar los edificios con palabras ininteligibles para el común de los mortales. Pues yo voy a intentar deciros de la manera más sencilla posible qué es un arquitecto, que es todo lo anterior y un poquito más. Un arquitecto es un creador. Un arquitecto es un pensador, alguien que idea construcciones. Un arquitecto es un constructor, alguien que construye ideas. Alguien que crea. Alguien que piensa cosas que se pueden construir. Alguien que construye algo que está muy pensado. Es un soñador. Es un artista.
Es un técnico. No es un compositor de formas. No es un simple constructor de materiales. No es alguien frívolo y arbitrario. Es como un médico, que hace sus diagnósticos con sabiduría y tiempo. Es como un cocinero, que combina los ingredientes con conocimiento de causa. Es como un poeta, que coloca las palabras de tal manera que llegan a emocionarnos. Es la profesión más hermosa del mundo: crear, casi como Dios. Poner los materiales más sencillos ordenados de tal manera que, además de servir para las funciones que se le piden, lleguen a ser espacios capaces de conmovernos. Cuando corrijo los proyectos de mis alumnos, tras analizarlos en profundidad, intento ver lo que de positivo hay en ellos para potenciarlo, y lo que son errores para corregirlos. Y me pregunto muchas veces a mí mismo si son o no son arquitectos. Y es que “ser arquitecto” imprime carácter. Para que se entienda, es como “ser médico”: se es o no se es, de una vez. Por eso quizás las dos carreras, la de Medicina y la de Arquitectura, tengan tantos puntos en común, son vocacionales. Por eso quizás sean esas dos carreras las que necesitan una mayor duración, una mayor maduración. Eso que ninguno de los que hacen las leyes de la enseñanza parece capaz de comprender.
Y no es que para ser un buen arquitecto haya que tener la neurótica obsesión de ver edificios por todas partes —que los hay, y bien buenos, los menos, y bien malos, los más—, sino que lo que hay que aprender y tener es solo el sentido del espacio y de la luz. Y tener sentido del espacio es ser capaz tanto de controlar una sencilla casa, como de levantar un gran edificio de oficinas, o de ordenar debidamente un territorio. El orden es palabra clave para un arquitecto. Un arquitecto siempre establece el orden del espacio. Y es tener sentido de la luz, el saber ponerla allí de tal manera, o por hablar con mayor propiedad, el poner la arquitectura ante la luz de tal manera que aquella casa o aquel edificio de oficinas, o aquella ciudad, se llenen de la belleza que aparece cuando la arquitectura se templa adecuadamente con la luz. Aquello que tan bien describía el poeta cuando hablando sobre el Panteón de Roma decía que “el edificio despertaba cada mañana a la llamada de la luz del sol que venía a visitarlo todos y cada uno de los días”. Si estáis ya cerca del final de vuestros estudios primarios y vais a tener la PAU, Prueba de a la Universidad, espabilaos porque para entrar en Arquitectura se exige una de las puntuaciones más altas (10,066 en la UPM en 2014-2015). Claro que no puedo más que repetiros que ser arquitecto merece bien la pena ese esfuerzo y muchos más. Ser arquitecto es ser alguien capaz de convertir una casa en un sueño. De poner los materiales necesarios para levantar un edificio de tal manera que el resultado sea un espacio maravilloso. Y a la vez ser capaz de convertir un sueño en una casa. Una casa donde se viva muy a gusto. Repito, que un arquitecto lo que hace es construir ideas, sueños, materializar ideas. O hacer realidad los sueños. Para que se entienda, es lo mismo que los poetas hacen con la poesía. Con las mismas palabras se puede poner en pie un poema bellísimo o un ripio infumable. Con las mismas palabras. Pues en arquitectura pasa lo mismo: con los mismos materiales se puede levantar una arquitectura sin interés o, por el contrario, un edificio maravilloso capaz de conmovernos. Eso es lo que yo querría para los que, tras leer este libro, decidáis haceros arquitectos.
CAPÍTULO 8 Esfuerzo. Cómo se estudia arquitectura
En tus estudios anteriores a la universidad, estudias más y mejor las asignaturas que más te gustan. Es lógico. Pues en la universidad, igual. En Arquitectura los proyectos son el centro de la carrera. Y yo te recomiendo vivamente que te dediques principalmente a Proyectos. Primero proyectos, luego proyectos y después proyectos. Qué te podría decir un catedrático de Proyectos. No puedo por menos que insistirte en que el centro, el corazón de la carrera son los proyectos de arquitectura y, por lo tanto, la materia que más tiempo requiere y con la que más se disfruta. Al no ser una ciencia exacta no es fácil cuantificar el esfuerzo ni el tiempo que requiere cada proyecto para su génesis, maduración y desarrollo. Tampoco Proyectos es una asignatura reglada. Depende del método de cada profesor. En la Escuela de Madrid, por ejemplo, los programas y requerimientos de cada catedrático son muy diversos. Yo hago trabajar a mis alumnos más que nadie y luego, al final, procuro darles las mejores calificaciones posibles. Otros lo hacen de manera diferente. Aunque, lógicamente, haya muchos puntos en común. Por Proyectos hay que estar dispuesto, si viniera el caso, a dejar el resto de las asignaturas. Tan central es. Además, yo pondría especial énfasis en las estructuras. No tanto o, mejor, no solo en cómo se calculan, sino en cómo se conciben y resuelven (se cuenta de un catedrático egregio que las cuentas para el cálculo de sus estructuras las hacía su mujer, que no era arquitecta, en la mesa de su casa, de una manera completamente mecánica). Las estructuras son una materia preciosa e interesantísima que está en el corazón de la arquitectura. La Escuela de Madrid tiene un grupo de inmejorables profesores de Estructuras. Muchas veces insisto en cómo la estructura no solo controla la transmisión de las cargas de la gravedad a la Tierra, sino que, además, y es lo verdaderamente importante, la estructura establece el orden del espacio, como lo hace el
esqueleto en el cuerpo humano. Para que lo entiendas mejor: Halle Berry antes de ser guapísima, que lo es, y de tener un cuerpo estupendo, que lo tiene, lo que tiene es un muy buen esqueleto, una muy buena estructura portante. Deberán también los alumnos poner especial énfasis en el estudio de la historia. En todas sus etapas y aspectos. Sabiendo que el estudio de la arquitectura clásica no les debe llevar a copiar sus formas pretéritas, lo que sería un anacronismo, sino a entender los mecanismos espaciales con los que se hicieron, muchos de los cuales siguen siendo válidos. El hombre, centro de la arquitectura, sigue siendo esencialmente el mismo en su relación con el espacio, aunque haya cambiado (¡tanto!) el tiempo. El control de la medida, de las proporciones y de la escala son temas plenamente válidos. Y la construcción. El cómo llegar a saber articular, acordar, juntar bien los materiales para levantar una obra de arquitectura que merezca la pena y no sea solo una mera construcción. Entender el sentido más profundo de cada material y cómo interpretar con ellos la arquitectura que hacemos y cómo han sido capaces, los nuevos materiales, de revolucionar la arquitectura. Y podríamos seguir diciendo cosas parecidas del resto de las materias. No me gustaría dejar de hacer alguna observación sobre el Proyecto fin de carrera, que es el ejercicio final necesario para terminar la carrera de Arquitectura. Es un proyecto casi real en el que se deben estudiar y resolver todos los temas. Es un medio y no un fin. Hay ciertos alumnos, muchos entre los mejores, a los que les entra una especie de miedo escénico y tardan más tiempo del necesario en terminar el Proyecto fin de carrera. O lo abandonan. Unos porque piensan que deben hacerlo tan bien que, tras dedicarle muchísimas horas, no acaban de cerrarlo. Otros porque se ponen a trabajar en sitios donde no les exigen el título. Mi recomendación es terminarlo cuanto antes y como sea. Es la llave para cerrar o abrir la puerta de un edificio: la carrera de Arquitectura a la que se han dedicado tantos años. Y cuando termines la carrera, tesis doctoral.
CAPÍTULO 9 Antes de empezar. qué se puede ir haciendo. Aprovechar el tiempo
¿Qué puede ir haciendo un futuro estudiante de Arquitectura en los años previos a estudiar la carrera para irse formando como arquitecto? Es algo parecido a lo que hay que hacer con una pequeña planta recién nacida que hay que cuidar. Voy a apuntar varias y muy diversas cosas para hacer: Dibujar. Dibujar todo. Tener para ello un bloc de bolsillo y un lápiz o un Pilot fino, para ir dibujando todo lo que pienses que puede ayudarte como arquitecto. Desde los edificios que te gusten, o las plazas, hasta todo lo que hay sobre tu mesa de trabajo. O personas paseando, o la otra mano, con la que no dibujas. Alguien sugirió el dibujar con la mano izquierda. E intentar que tus dibujos sean analíticos y expresivos. Ver, mirar, dibujar. Y si te gusta pintar, pinta. Fotografiar. Fotografiar todo. También, como con los dibujos, con sentido analítico. Ahora que son tan asequibles las cámaras digitales, y que no se depende de caros y lentos revelados, debes tener y usar una pequeña cámara. Disfruta con los resultados obtenidos. Empezarás a entender la importancia de la luz en la percepción del espacio. Ver, mirar, fotografiar. Pensar. Analizar todo. Reflexionar sobre todo lo que veas que creas que tiene que ver con la arquitectura, con el espacio y con la luz. Intentar buscar razones para explicarte por qué ese edificio te parece bien o mal, más que un solo me gusta o no me gusta. Te sorprenderás contigo mismo. La arquitectura está repleta de lógica. Escribir. Apuntar todo. Es la mejor manera de completar el dibujar, fotografiar y pensar. Escribe aquellas reflexiones a las que te lleven tus dibujos y tus fotografías y tus pensamientos. E intenta relacionar tus razonamientos con lo que hayas aprendido en tus clases de Historia del Arte, de Filosofía o de Literatura. Escribiendo te obligas a razonar y a ordenar esas razones. Te recomiendo tener un cuaderno, distinto del de los dibujos, para ir escribiendo todo esto. Y si consigues que te publiquen algún texto, aunque sea una publicación colegial, esto puede ayudarte a esforzarte y a darte ánimos. Intenta también al escribir ser muy analítico y muy claro. Que tus escritos sean ordenados y claros, que se
entiendan. Escribe también poesía, que te ayudará a afilar los instrumentos. Y leer. Lee mucho y disfruta. No solo de arquitectura sino de todo lo que te interese y guste. Sobre todo poesía. Hay un escritor y filósofo maravilloso, George Steiner, cuya autobiografía Errata te recomiendo en la pequeña bibliografía que incluyo en el capítulo 15 de este libro. Cuenta ahí cómo, cuando era pequeño, su padre le daba muchos libros a leer, uno por uno. Si, cuando leía, había algún pasaje que no acababa de comprender, debía leerlo en voz alta. Si aún así había algo que seguía sin entender, debía copiarlo por escrito. Al final no se le resistía ningún texto. Pues esto tan bonito, tan sencillo y tan pedagógico, aplícatelo a la arquitectura y a la vida.
CAPÍTULO 10 Aptitudes. Cómo saber si se sirve o no para ser arquitecto. Entrenamiento
Haz una casa. Dibuja tu casa ideal. Será emocionante —para mí lo fue— proyectar, con dibujos hechos por ti mismo, la primera casa de tu vida. Dibújala con toda la inocencia pero con toda la ilusión del mundo. Guarda esos documentos y revísalos pasados unos años. Haz una maqueta de esa casa. Con cartulinas o cartones y maderas. O con lo que quieras. Te asombrarás de tu capacidad de poner en pie, en tres dimensiones, un espacio concebido por ti solo. Y métete dentro con tu imaginación y con tus ojos. Y ponla bajo la luz del sol. Haz unas fotos de esa maqueta bajo la luz del sol y en diversas posiciones. Empieza a aprender cómo la luz es capaz de cambiar la cualidad del espacio. Estudia y analiza despacio y con espíritu crítico los documentos anteriores. Aprende a buscar y a encontrar razones para construir. Dibuja entonces el edificio que más te guste de tu ciudad. Por fuera, del natural. Intenta ser no solo analítico sino también desarrollar tu capacidad de síntesis.
Dibuja el espacio interior que más te guste entre los que conozcas. Un vestíbulo central o un patio pueden ser motivo de este ejercicio. Fotografía los diez edificios que más te gusten. Tres fotografías de cada uno. Intenta hacer un análisis comparativo entre ellos. Escribe. Haz un texto donde plasmes los razonamientos que hagas al hilo de todo lo anterior. Busca entre las últimas novelas que hayas leído los pasajes en que se describan de una u otra manera temas de arquitectura. Vuelve a leerlos con ojos nuevos. Lee mucha poesía. Y disfrútala. Y entiende cuán cerca está de la arquitectura el traducir ideas con palabras tales y colocadas de tal manera que al leerlas nos hagan soñar. Y analiza cuál es el orden interno de esas palabras. Llora con Ulises cuando leas la Ilíada y la Odisea. Y ríete con Don Quijote de la Mancha. Es un buenísimo ejercicio. Leer buena literatura es una buena manera de llegar a ser un buen arquitecto.
CAPÍTULO 11 Futuro. Salidas que tiene la carrera
Todo es posible para alguien que ha conseguido terminar la carrera de arquitecto. Desde montar un restaurante de comida americana —conozco un muy buen restaurante en Madrid, llevado por un arquitecto muy bueno— hasta dirigir cine —conozco un muy buen director que es arquitecto, y a su sobrina, muy guapa, que es la actriz protagonista de su película—. Lo que quiero decirte desde el principio es que esta carrera da una formación muy completa en todos los órdenes, de modo que es muy útil para hacer muchas otras labores. Pero aquí lo que voy a describirte son diversas posibilidades para que pienses qué puedes hacer cuando termines la carrera de arquitectura. Ponerse a trabajar con un buen arquitecto. Aunque no lo conozcas de antes. Para aprender a construir sueños. Y si además estás de acuerdo con su arquitectura, pues mejor. Vale la pena aunque se gane menos. No se puede ir con pretensiones y se debe ver siempre lo positivo. Y ponte un límite de tiempo. Un par de años como máximo.
Ponerse a trabajar con un arquitecto famoso. Que no es lo mismo famoso que bueno. No es difícil pero no suelen pagar nada, o muy poco. Para aprender de la vida, de qué y de cómo lo hacen. Y también aprender a conectar con la sociedad sabiendo que aquello de que “el buen paño en el arca se vende” ya no es verdad. Se apolilla. Y estos arquitectos saben muy bien cómo conectar. Ponerse a trabajar con otros compañeros de la misma edad. Es lo más socorrido y la mejor manera de resistir. Aconsejo siempre que sea número impar para no acabar peleándose. Fue lo que yo hice. No necesariamente se debe hacer todo juntos. Es bueno conservar la responsabilidad personal y el nombre. Huir de las siglas, porque ahora, con tanta sigla no hay quien se aclare. Ni quien las recuerde, aunque a algunos les parezca muy moderno. Ponerse a trabajar en solitario. Suelen hacerlo los que tienen más posibilidades económicas. O los más heroicos. Si se resiste no está mal. Aunque algunos acaban mal de la cabeza. También se aprende mucho. En general no lo recomiendo para empezar. Aunque sea lo lógico pasado un tiempo prudente. Hacer concursos. Es el eterno recurso de los jóvenes. Es una buena solución si se sabe elegir bien aquellos en los que es posible ganar. Y poner todo el empeño en ello. Y ganarlos. Yo sigo haciendo concursos como el primer día. Seguir formándose. Cursos de doctorado, postgrado o máster. Son además compatibles con empezar a trabajar. Yo lo suelo recomendar a los mejores alumnos que apuntan cualidades docentes. También es recomendable para todos. Para seguir pensando. Dedicarse a la enseñanza. Si te gusta y tienes cualidades para ello es una maravilla. Si se hace compatible con el construir es la situación ideal. Ambos trabajos se benefician mutuamente. Es entonces conveniente hacer los cursos de doctorado. Y luego hacer la tesis doctoral, que es un ejercicio estupendo para mantener la cabeza fresca, e imprescindible para seguir en la vida académica. Oposiciones para ser funcionarios. Es una salida más que respetable. Un buen arquitecto municipal puede hacer maravillas. Mi abuelo lo fue, y muy bueno. Un buen arquitecto en cualquier puesto oficial puede hacer una muy buena labor. Sobre todo si es honrado, que los hay, casi todos. En cuanto a los campos en los que trabajar, son muchos. El más específico es el
de la construcción, que abarca desde pequeñas casas hasta grandes edificios. La restauración ofrece un panorama muy amplio debido al vasto patrimonio artístico que tiene nuestro país. En el campo del urbanismo la labor que queda por hacer es ingente y sería magnífico que hubiera muy buenos arquitectos dedicados a este menester. Y tantos otros.
CAPÍTULO 12 Escuelas. Dónde se puede estudiar la carrera de arquitectura
Aunque como anexo a este texto se incluya al final la lista más completa posible de los centros públicos y privados de España y del extranjero en los que se puede estudiar la carrera de Arquitectura y posteriormente completar estos estudios, expondré a continuación cuáles son en mi opinión los más adecuados. Si un amigo me pregunta dónde debe estudiar Arquitectura su hijo, yo siempre respondo que en la Escuela de Arquitectura de Madrid de la UPM. No en vano es mi escuela, que es una escuela pública. En un reciente viaje a Nueva York asistía a una conferencia de Kenneth Frampton en la muy prestigiosa Universidad de Columbia de la que él es profesor, y tras mirarme sonriente expresó en voz alta, en público, que él consideraba la Escuela de Madrid como la mejor del mundo. Yo tuve la suerte de estudiar en la Escuela de Arquitectura de Madrid y, cuando era estudiante, tener allí como primer profesor a Alejandro de la Sota, que me fascinó. Luego a un profesor recién estrenado que era Rafael Moneo, y luego a Julio Cano Lasso, que era un sabio. Después, tras terminar, siguiendo puntualmente el consejo que me dio Sota, estuve cinco años fuera de la Escuela. Entré luego como profesor de Proyecto de fin de carrera en 1975 con Sáenz de Oiza y luego fui ayudante de Vázquez de Castro y de Carvajal, con quien hice mi tesis doctoral, para llegar de su mano, hace ya más de 25 años, a catedrático de Proyectos. Y me siento orgulloso de mi escuela. Pero si, estando en Madrid, te falta alguna décima para entrar, es también espléndido el CEU, que es la Escuela de Arquitectura de la Universidad San Pablo, la primera de las privadas de Madrid. Además, aunque no es fácil, existe la posibilidad de incorporarse a la ETSAM tras el primer ciclo en la privada, y tras superar una difícil prueba con numerus clausus. Y siguen apareciendo nuevas escuelas de Arquitectura en Madrid y en toda España. Públicas y privadas. Demasiadas. En España hay actualmente muchas escuelas públicas: Madrid, Barcelona, el Vallés, Sevilla, Valencia, A Coruña, Valladolid, San Sebastián, Alicante y Málaga. Y siguen apareciendo más: Alcalá, Toledo, Cartagena. Y varias escuelas privadas, de las que Navarra y el CEU son las más antiguas y prestigiosas.
Claro que si quieres estudiar la carrera de arquitecto en el extranjero es recomendable hacerlo en una escuela de la Comunidad Europea para que después pueda ser reconocido tu título en España. París y Montpellier en Francia, Roma, Milán y Nápoles en Italia, o Lisboa y Oporto en Portugal, son todas ellas muy buenas escuelas de Arquitectura. También son inmejorables la ETH de Zúrich y la EPFL de Lausana en Suiza, de las que fui profesor un largo tiempo. Y si cuando termines quieres ampliar tus estudios, Penn en Filadelfia, Columbia University y Cooper Union en Nueva York, Harvard en Boston y la CUA en Washington son algunos de los más prestigiosos centros para hacer cursos de postgrado. Yo tuve la suerte de estar en algunas de ellas, como profesor, como alumno y como conferenciante, y todas son espléndidas.
CAPÍTULO 13 SEIS MAESTROS
Sota, Oiza, Fisac, Cano Lasso, Coderch y Carvajal son los más importantes maestros de la arquitectura española contemporánea. Alejandro de la Sota es ya un personaje mítico para los arquitectos españoles. Tiene pocas obras pero de una calidad e intensidad tales que ha influido de manera profunda en todos los arquitectos españoles. Tuve la suerte de tenerle como mi primer profesor de Proyectos en la Escuela de Arquitectura de Madrid. Fue quien me inoculó el veneno de la arquitectura. Con él colaboraron arquitectos tan buenos como Pep Llinás, Víctor López Cotelo o Carlos Puente. Existe una fundación que difunde sus obras, de las que las más conocidas en Madrid son el Gimnasio Maravillas y el Colegio Mayor Cesar Carlos. Francisco Javier Sáenz de Oiza fue el más radical y el más reconocido, y como catedrático de Proyectos de la Escuela de Arquitectura de Madrid formó un buen grupo de gente joven valiosa a su alrededor. Sus obras paradigmáticas, el Banco de Bilbao en el Paseo de la Castellana y Torres Blancas, en la salida hacia el Aeropuerto, son edificios emblemáticos de Madrid. Yo entré con él como profesor de proyectos de fin de carrera en 1976, tras una sonada huelga de alumnos a la que se sumó Miguel Fisac. Miguel Fisac fue el arquitecto por antonomasia en la España de los años cincuenta. Sus maravillosas iglesias llenas de luz y sus originales estructuras de hormigón armado no solo han superado la prueba del tiempo, sino que hoy las vemos como de una extraordinaria modernidad, como adelantadas a su tiempo. Su figura sigue agrandándose con el paso del tiempo. Julio Cano Lasso fue una persona excepcional. Dio clase en la Escuela de Arquitectura de Madrid, donde tuve el privilegio no solo de ser su alumno sino de que me llamara después a colaborar con él en varias obras importantes. Su arquitectura es sobria y muy hermosa. Sus hijos, Diego, Gonzalo, Alfonso y Lucía, son arquitectos, también de extraordinaria calidad. José Antonio Coderch era un arquitecto maravilloso. Desde sus edificios Trade
hasta la casa en Caldetas, ambos en Barcelona, todo lo suyo tenía un sesgo de genialidad inconfundible. Conservo una fotografía hecha por él, de toros, dedicada y firmada. Un gran tipo. Javier Carvajal es un arquitecto extraordinario. Como catedrático, primero en Madrid y luego en Pamplona, fue una figura excepcional. Creó escuela y varios de sus profesores ayudantes son hoy catedráticos. Fue mi director de tesis y fui profesor con él varios años. Su obra es de primera magnitud: desde la Escuela de Altos Estudios Mercantiles en Barcelona, hasta la Casa de Somosaguas en Madrid. O el Pabellón de España en la Feria de Nueva York que obtuvo todos los premios posibles.
CAPÍTULO 14 TRES PATAS PARA UNA MESA
En los últimos tiempos me vienen muchos de los mejores alumnos de arquitectura, cuando terminan, para consultarme qué hacer con su vida. Y yo no puedo más que transmitirles lo que yo he hecho porque no me ha ido mal, y porque creo que es suscribible desde la lógica más sencilla: construir + escribir + enseñar, los tres verbos con la misma importancia. Son como las tres patas que necesita una mesa para ser estable y la vida necesita más estabilidad que una mesa. Construir. Para un arquitecto construir es básico. Construir es materializar las ideas, hacer realidad los sueños. Tras unos estudios de larga duración y de gran intensidad, la consecuencia lógica es construir. No hay mayor satisfacción para un arquitecto que ver levantada una obra que ha concebido con su cabeza y ha desarrollado con sus manos, con sus planos. Es algo parecido a tener un hijo. Escribir. Y no digo pensar porque es obvio que para escribir es necesario querer decir algo que antes se ha pensado. El estudiar no se acaba cuando se consigue el título. Es entonces cuando se empieza. Es imprescindible continuar estudiando y reflexionando y plasmando por escrito esos pensamientos en los correspondientes textos. Enseñar. Es la manera más clara de decirte que no pierdas la relación con la universidad. Es la manera más directa de mantener la llama encendida. Los cursos, ahora de máster, para acceder a poder hacer la tesis doctoral, son más que convenientes. Para, después, llegar a enseñar que es la mejor manera de aprender. Y me dirás que no es fácil en los tiempos que corren el construir algo. Y me dirás que no se te da bien el escribir. Y me dirás que no tienes todavía nada que enseñar. Tienes razón, parte de razón, pero creo que también entiendes bien el sentido de mis palabras.
Construir. Para construir debes ser radical, debes tener claro que no te vas a hacer rico, y tienes que intentar que tus proyectos sean ideas construidas. Radical desde el primer momento. Es fácil que un arquitecto ceda con mil excusas. Muchos lo hacen. Pero se debe y se puede resistir. La razón debe ser el primero y principal instrumento de un arquitecto. Nunca un cirujano haría una operación de corazón entrando por los pies porque así se lo pide el cliente, perdón el enfermo. Pues en arquitectura hay muchos enfermos del corazón que exigen ser operados por los pies. Y muchos arquitectos que ceden. Si te llega el caso, que te llegará, niégate o, mejor, convéncele.
Nunca llegarás a rico. No conozco a ningún buen arquitecto rico. No acabo de entender a algunos arquitectos, muchos del star system, cuando hacen o firman tantísimas obras. Solo se explica por el ansia de ganar más y más dinero. Y como bien dice la madre del papa Francisco: “El sudario no tiene bolsillos”. Shakespeare solo escribió 37 piezas de teatro. Pero, sobre todo, los proyectos deben ser “ideas construidas”. Lo he repetido tantísimas veces que ahora me resulta obvio. Siempre con la razón como primero y principal instrumento del arquitecto. Ayudado por la imaginación, como bien aconsejaba Goya: “La fantasía unida con la razón es madre de las artes y origen de las maravillas”. Escribir. Así como a George Steiner su padre le recomendaba que, si había algo que no entendía en un texto, para acabar con la resistencia lo leyera en voz alta, lo copiara y lo escribiera. Pues yo aquí te recomiendo el camino inverso: que tras reflexionar sobre un tema de arquitectura que te interese, escribas sobre él. Al escribir es necesario ordenar las ideas y aclararlas para poder expresarse bien. Es un buen ejercicio. Me lo agradecerás. Y si me has hecho caso y sigues en la universidad, te convendrá publicar esos textos y te obligarás a ser más riguroso. Enseñar. Un buen amigo mío dice que la universidad es un nido de víboras. Yo no te digo que no, sino que además es así en todo el mundo, incluidas las mejores universidades americanas y europeas. Pero merece la pena. Si te mueves con libertad, sin adherirte a ninguno de los muchos círculos cerrados, y trabajas con todo ahínco, saldrás adelante. Y bien que merece la pena. Yo lo he hecho así toda mi vida y estoy libre y feliz. Cuando terminé la carrera fui a hablar con Alejandro de la Sota que fue mi primer profesor, y el que más me influyó. Me aconsejó que no volviera a la universidad hasta pasados cinco años. Yo cumplí puntualmente el consejo pero debo decir que, aunque a mí me vino muy bien, ahora yo debo recomendar el no perder ese o nunca, desde el primer momento. El perder ese o suele acabar en un cierto temor a volver y no dar la talla. Me volverás a decir que intentas construir algo pero que te resulta imposible. Y me volverás a decir que te da mucha pereza escribir. Y me repetirás que no tienes tiempo para volver a la universidad e intentar enseñar. Construir. Si no te es fácil conseguir clientes, haz concursos, el eterno recurso de
los jóvenes. Yo he construido mis mayores obras tras ganar los correspondientes concursos. Y también alguna de las pequeñas, como la Casa Turégano. Claro que, para eso, también he perdido muchos otros concursos. Para ganarlos hay que participar. Escribo este texto en Nueva York un 11 de Agosto de 2014. Y ayer gané mi último concurso: un par de entradas para ver ayer por la noche un Rey Lear de Shakespeare en Central Park. Para ello participé en una lotería on line en la que, tras perder los dos días anteriores, ayer gané. John Lighton, un magnífico actor mayor americano, hizo un Rey Lear impresionante. El esfuerzo mereció la pena. Para ganar hay que participar. Para construir hay que hacer concursos. Y para ganarlos hay que perderlos. Escribir. Si te da mucha pereza escribir, escribe. La pereza es un defecto vencible con el trabajo intenso y continuado. Escribe primero a mano y luego pasa tus escritos a ordenador. En ese paso corregirás muchas cosas. Luego al leerlo impreso, los defectos volverán a saltar a la vista, y vuelta a corregir. Escribir bien es como tocar bien un instrumento: es necesario dedicarle muchas horas, y tener bien afinado el instrumento. Enseñar. Volveré a repetirte aquí los consejos que Julián Marías, un excelente filósofo español, daba al respecto: saber, saber enseñar y querer enseñar. Saber, que se traduce en un estudiar mucho, acrecentar siempre los conocimientos, llenar el pozo de la sabiduría. Saber enseñar, que lleva a preparar bien las clases usando todo tipo de estrategias para llegar a todos y cada uno de los alumnos. Querer enseñar, que es tan sencillo como el dedicar todas las horas que requiera la enseñanza, y más. Es agotador pero muy satisfactorio. Creo que estos consejos, claros y sencillos, pueden ayudarte. Y también a tus amigos que habiendo estudiado otras materias, se encuentren en parecida situación. A mí me han sido muy útiles y por eso te las transmito. Aunque lo más importante es que, además de todo lo anterior, seas buena gente.
CAPÍTULO 15 Cultura. Libros básicos que conviene leer
Te puede sorprender que haga una lista en la que no solo aparecen libros que específicamente tratan sobre arquitectura, sino que también incluya obras que tratan de otros temas. En mi caso, en mi casa, hay más libros de poesía que de arquitectura, ¡y mira que tengo libros de arquitectura! Creo que es necesario, imprescindible, leer libros pero no solo de arquitectura. Te hago una lista corta de 12 libros para animarte a leerlos y disfrutarlos.
El Principito Antoine de Saint-Exupéry Aunque ya lo hayas leído, vuelve a hacerlo con cabeza de arquitecto.
Cartas a un joven poeta Rainer María Rilke Disfruta.
Cuento de Navidad Truman Capote Vuelve a subirte con sus personajes a la cabaña del árbol.
Eupalinos, o el arquitecto Paul Valery ¿A que no pensabas que un arquitecto era eso?
Historia Crítica de la Arquitectura Contemporánea Kenneth Frampton Se te dan datos muy básicos de la mano de una persona que ama extraordinariamente la Arquitectura.
Le Corbusier Willy Boesiger Es una obra básica sobre el maestro.
Mies van der Rohe Werner Blaser Es una obra sencilla sobre el otro maestro.
Louis I. Kahn Christian Norberg Schulz Era un arquitecto ejemplar.
La Idea Construida Alberto Campo Baeza He intentado ser claro y creo que te puede ayudar.
Errata George Steiner Magnífico. Disfrutarás.
Meditación sobre la Técnica José Ortega y Gasset La claridad es la cortesía del filósofo, decía Ortega. Y aquí lo es en grado sumo.
Sonetos William Shakespeare Te recomiendo la traducción de Mujica Laínez. Maravilloso.
Corazón
Edmundo de Amicis Espero que disfrutes con sus protagonistas en los Apeninos y en los Andes.
La Odisea Homero Te taparás la cara como Ulises para que no te vean llorar.
CAPÍTULO 16 FUTURO PLUSCUAMPERFECTO
EL FUTURO ESTÁ EN LA BELLEZA
Wislawa Szymborska nos dice: “Cuando pronuncio la palabra futuro, la primera sílaba pertenece ya al pasado”. Solo un poeta puede tener las cosas tan claras. Y es que el futuro está ya aquí desde ayer, desde hace tanto tiempo. No es que el mundo esté cambiando, es que ya ha cambiado y los humanos no se han dado cuenta, tan inmersos están todos en sus smartphones. Cuando voy en metro a primera hora de la mañana, y a última también, todos, todos, están abducidos con sus smartphones. Y en Callao, la estación en que transbordo, las paredes están forradas de anuncios de El Corte Inglés anunciando un smartphone de última generación a buen precio, por si alguno se escapa. Y es que en el arte de la abducción no hay quien iguale a El Corte Inglés. Solo vemos esos anuncios los pocos que quedamos sin smartphone porque el resto pasa fugaz y enloquecido, todos con la cara iluminada por la luz de sus smartphones que les absorbe.
EL FUTURO
Está ya cercano el día en que habrá —¿no la hay ya?— una pintura blanca con leds en suspensión con la que pintando una pared completa de nuestra casa, de arriba abajo, de lado a lado, la convirtamos en una pantalla “a sangre”, sin bordes, total. Y con el mando a distancia tengamos en casa unas imágenes a escala real. Real de realidad y real de regio. O mejor todavía, tras tocar con nuestro dedo, como lo hacía nuestro viejo amigo ET, conectar con el mundo mundial. Claro que el paso siguiente es que pintando con esa misma pintura la otra pared y el techo, tengamos las imágenes en tres dimensiones conviviendo con nosotros. Está ya cercano el día en que habrá —¿no la hay ya? — otra pintura blanca con leds en suspensión con la que pintando un techo completo de nuestra casa, este se convierta todo él en lámpara. Y se encenderá todo él, o la parte que le indiquemos, con la intensidad que queramos, tras apretar el mando o tocar con nuestro dedo computerizado donde sea preciso. Está ya cercano el día en que habrá —¿no las hay ya?— una bombona mochila que llevaremos a nuestra espalda y que, expulsando aire a presión hacia abajo, nos elevará del suelo y nos impulsará de manera que para distancias adecuadas podamos prescindir del coche. Está ya cercano el día en que habrá —¿no lo hay ya?— un túnel de lavado y secado en nuestro cuarto de baño en el que, tras saltar de la cama medio dormidos, nos metamos y tras un fregado lavado automático intenso, y tras un secado con aire caliente y luego frío, salgamos pimpantes como nuevos. Se acabó el tener que lavar toallas. Lo que parece mentira es que haya tardado tanto en llegar. Está ya cercano el día en que habrá sillas de trabajo que se adapten ergonómicamente al cuerpo para estar siempre en la postura más adecuada. Steelcase las fabrica ya hace tiempo, y muy bien. Está ya cercano el día —los de Apple las tienen guardadas en un cajón
esperando el momento adecuado— en que habrá gafas, gafotas, con las que será posible ver todo, virtual pero posible. Está ya cercano el día en que habrá —algunos ya los llevan aunque sin activar— tatuajes y anillos y pendientes y similares, hechos con leds capaces de activarse y hacer que desaparezcan los mandos a distancia. Así la relación con los aparatos será directa, o por voz —ya los hay— o por o con estos dispositivos corporales no invasivos. Si nuestras huellas digitales intransferibles las llevamos con nosotros, ¿para qué tener que llevar y perder carnés y pasaportes?
PROYECTAR
Los proyectos se seguirán haciendo en la cabeza, de la mano de la razón y con la precisión de los números. Porque aunque los medios son fantásticos, los más avanzados programas de AutoCAD y lo que venga, lo que importa es la cabeza. El proyecto se genera y se resuelve y se desarrolla en la cabeza. Construimos ideas, y las ideas no se generan con los pies, aunque algunos se empeñen en hacerlo con tamañas extremidades. Luego vienen las formas, los dibujos y las maquetas con los que seguir analizando y confirmando la validez del espacio proyectado. Los haremos con las manos en eso que he llamado tantas veces “pensar con las manos”. Todo ello constituye un investigar sobre el espacio arquitectónico. Porque esta labor proyectual es una verdadera labor de investigación.
CONSTRUIR
La construcción todavía debe cambiar respecto a la manera primitiva, sí primitiva, con la que todavía se ponen en pie los edificios. Y aunque sigan siendo imprescindibles las manos, desde el primer momento de la concepción de la idea deberíamos reclamar en esta fase unas manos más expertas. No es correcto que los automóviles se construyan con la tecnología más avanzada, con robots, mientras nuestras casas se construyen con pastasciutta.
ESTUDIAR
Por el contrario, los estudios de Arquitectura deben recuperar un tiempo más dilatado para dar una mejor formación. Para entender a fondo las cosas se necesita tiempo. Aunque mi escuela, la ETSAM de Madrid, pase por ser una de las mejores del mundo, se deberían completar sus programas con materias más humanistas. La filosofía, la música y la poesía deberían recuperarse para estos estudios. Y más matemáticas y más física. Las promociones anteriores a la mía debían estudiar dos años de Exactas. Creo que era muy buena cosa. Un arquitecto nunca termina de estudiar. Yo estudio ahora más que nunca. Y siento que estoy empezando a empezar. Mi padre, que era muy buen cirujano, murió a los 104 años y siempre, hasta el final, le vi leyendo y estudiando. A mí me gustaría llegar a la edad de mi padre con su misma intensidad, la del futuro, la de quien sigue empezando a empezar. Newton decía: “No sé cómo puedo ser visto por el mundo, pero en mi opinión, me he comportado como un niño que juega al borde del mar, y que se divierte buscando de cuando en cuando una piedra más pulida y una concha más bonita de lo normal, mientras que el gran océano de la verdad se exponía ante mí completamente desconocido”. Pues igual esta sociedad actual: estamos ya inmersos en el futuro y no se da cuenta. Se me pide que escriba Deg the future. ¿Diseñando el futuro? Diseñar el futuro es buscar y encontrar la belleza para hacer felices a los hombres. Una belleza que es el esplendor de la verdad como nos enseñaba Platón. Una belleza capaz de permanecer en el tiempo. Diseñar el futuro es proyectar viviendo con intensidad el presente y comprendiendo bien el pasado. Lo que tan bien resume TS Eliot en el primero de sus Four Quartets:
Time present and time past.
Are both perhaps present in time future. And time future contained in time past.
CAPÍTULO 17 LA MANZANA Y LA HOJA
Isaac Newton estaba tumbado en su jardín debajo de un manzano cuando le cayó una manzana en la cabeza. Como tenía una cabeza privilegiada y un pensamiento más rápido que el rayo, se levantó de su siesta y se puso a calcular la aceleración de la gravedad. Si Sir Isaac Newton hubiera tenido más paciencia y hubiera tardado un poco más en levantarse, se hubiera fijado en cómo, tras la manzana, también cayeron unas hojas del mismo manzano. Y aunque caían, lo hacían de manera muy distinta a la manzana. Cuando una manzana cae del árbol lo hace con implacable verticalidad, por razón de su peso. Pero cuando una hoja del mismo manzano cae, lo hace de otra forma, más lenta y nunca vertical, debido a su poco peso y a su forma. La hoja, aunque imbuida de la misma gravedad que la manzana, parece que cayera con más libertad.
Uno de mis profesores me pidió que analizara un texto suyo sobre la estructura del espacio y la estructura portante. No en vano he repetido mil veces aquello de que la estructura establece el orden del espacio, además de transmitir las cargas de la gravedad a la tierra. A lo largo de toda la historia de la arquitectura, las cargas han bajado siempre en vertical, en línea recta desde lo más alto de los edificios a través de los muros de carga o de los pilares, hasta sus cimientos para allí, a través de esos cimientos, transmitirse a la tierra, descargarse. Y por eso, a lo largo de toda la historia de la arquitectura, los pilares, las columnas, han sido siempre verticales. Lo que sintetiza muy bien el cuento de Newton y la manzana. Solo en el siglo pasado han empezado a ocurrir cosas diversas. Y todo gracias o por culpa del acero. Y así, ahora, a comienzos de este ya tercer milenio, los arquitectos han empezado a juguetear con esa posibilidad de cambiar la dirección de las cargas, o mejor, de las descargas. Y han empezado a mover de manera diversa las piezas de aquel rompecabezas ortodoxo. Y como a algunos les parece aburrida una fachada de trama ortogonal donde los pilares coinciden en vertical, y la línea horizontal de borde de los forjados suele ser continua, han decidido empezar a jugar. Y lo que empezó por un simple desplazamiento de carpinterías continúa —¿por qué no? — con un desplazamiento de pilares. Habrán visto ustedes ya muchas viviendas colectivas donde, siendo todos los pisos iguales, las ventanas son todas desiguales. Y habrán ustedes empezado a ver edificios donde la estructura de pilares aparece en fachada con esos pilares inclinados en todas direcciones según el gusto del arquitecto de turno. Saben bien estos arquitectos que con el acero todo esto es posible de una manera poco complicada, aunque salga un poco más caro. Y, ya que han empezado por la fachada, ¿por qué no un poquito más? Y como saben que una losa de forjado puede ser armada “a capricho”, deciden armar esa losa para recibir aquellos pilares donde y como ellos quieran. Un buen amigo mío decía, y con razón, que consideraban “toda la losa como un capitel”. Y yo le añadía que aquello era el capitel del máximo común divisor, y también el del mayor coste. Y entonces los pilares han empezado a danzar como si de los mismísimos espíritus bienaventurados del Orfeo y Eurídice de Gluck se tratara. Y como
quieren que todo esto se vea desde fuera, hacen todo tipo de jugadas para conseguirlo. No tienen ustedes más que ver todas las arquitecturas que actualmente se publican en revistas y blogs. “Todas las estructuras se han abierto de patas”, añadía aquel buen amigo que es un poco bruto. Hay un edificio nuevo en Nueva York, muy cerca de mi casa, donde más que danzar, lo que hacen los pilares es agitarse frenéticamente. Pero yo, que siempre he defendido las estructuras ortogonales, también defiendo que las estructuras no tienen por qué ser siempre necesariamente ortogonales. A mis alumnos les repito, porque estoy bien convencido de ello, que no hay una única verdad en arquitectura, ¡faltaría más! Porque ni en arquitectura ni en casi nada hay verdades inconcusas. Y para empezar, podemos ver cómo Velázquez en La rendición de Breda pinta 25 lanzas rectas, implacablemente verticales, y cuatro lanzas inclinadas para que no se note tanto. Quiere Velázquez con ello, y lo consigue, transmitirnos un aire de paz y de calma que es lo que respira ese cuadro de las lanzas. Claro que 200 años antes Paolo Uccello había pintado la Batalla de San Romano con 25 lanzas inclinadas y solo cuatro lanzas rectas, verticales, para que no se diga. Uccello quería así transmitirnos el fragor de aquella batalla. Ambos cuadros, uno en el Prado y el otro en el Louvre, son magníficos, aunque las lanzas se inclinen o enderecen según la voluntad del artista. Y para continuar volveremos al cuento de Newton de la manzana y la hoja. Las manzanas caen en vertical. Cuando Newton, después de tan trascendente acontecimiento, se puso a estudiar concienzudamente el asunto, descubrió que esa fuerza de la gravedad, aquella “g” por la que la manzana caía tan rectamente, valía 9,8. Que la aceleración originada por la gravedad es 9,8 m/s². Claro que si Newton, que era un tipo formidable, una cabeza fuera de serie, en vez de salir corriendo a estudiar todo aquello, hubiera observado que las hojas no caían igual que las manzanas, sino que lo hacían de manera mucho más sutil: danzaban en el aire, se habría quedado fascinado, y nosotros con él. O sea, que no hay una única manera de caer. Además las hojas, cuando ya han caído, por causa del viento, pueden volver a remontar el vuelo y continuar su baile ante el asombro de la manzana y del mismo Newton. Y, entonces, nuestra arquitectura, ¿deberá seguir la rectitud newtoniana o podrá danzar al son que le programemos? ¿No hay algo de arbitrario en la decisión?
Rafael Moneo en su discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando hace “algunas consideraciones acerca de la arbitrariedad de la forma en arquitectura”. Allí nos cuenta cómo el capitel corintio es fruto del azar. De cómo “un gesto arbitrario convirtió un cestillo enriquecido por el acanto en imprescindible elemento de construcción”. Y añade: “La arbitrariedad introducida en el pasado reclama el olvido y toda teoría de arquitectura pretende justificar, desde la racionalidad, la forma”. Y termina: “El arquitecto no va a quedar liberado de las obligaciones que frente a la forma tuvo en el pasado y, puede que entonces, a pesar de nuestra resistencia a ello, el fantasma de la arbitrariedad aparezca de nuevo”. Porque en arquitectura, como decíamos, no hay verdades únicas. Claro que esta arbitrariedad podemos leerla también como libertad. Aunque también es bien cierto que cuando, haciendo uso de esa libertad que nos permite el acero, proyectamos una estructura menos ortodoxa, estamos condicionando la futura libertad de poder cambiar algo allí. En una estructura ortogonal, cuando queremos eliminar un pilar hacemos una viga mayor y basta. Lo saben bien los muchos arquitectos que habitualmente hacen rehabilitaciones. Pero hacer cualquier cambio estructural en estas “estructuras danzantes” es mucho más complejo. Libertad por libertad.
NB Escribo este texto en honor del arquitecto Valerio Olgiati, tras ver su hermosísima casa en Portugal donde los paramentos verticales de hormigón armado se inclinan todos al llegar a cierta altura. Como si de una caja que abriera su tapa hacia el cielo. Como si de las ramas del manzano de Newton se tratara. Olgiati es uno de los mejores arquitectos suizos contemporáneos y es profesor en la Escuela de Arquitectura de Mendrisio. Y también a este texto me ha llevado el análisis que sobre el edificio de la Forsterstrasse de Christian Kerez ha hecho el profesor Joao Quintela y que yo he extendido también a la Escuela Leutschenbach en Zúrich del mismo arquitecto, donde trabaja con estructuras alternativas. En ambos edificios, Kerez inclina sus pilares consiguiendo efectos sorprendentes.
Otro día hablaremos de la tensegridad y de las estructuras tensigríticas, que eso sí que es cambiar las cosas y los esfuerzos de sitio.
CONCLUSIÓN
Si has llegado a leer todo este libro, que aunque no es muy largo es muy preciso, debo suponer que tienes el entusiasmo necesario para hacer esta carrera y para poder, después, dedicarte a esta maravillosa profesión. Si he escrito este Quiero ser arquitecto es porque para mí es la profesión más bonita del mundo, que me hace feliz y con la que intento, a través de los edificios que construyo, hacer felices a los demás. Lo que me gustaría es que, si te animas a hacer Arquitectura, te pasara algo parecido. La conclusión de estas palabras es que es una profesión que merece la pena pero que requiere un enorme esfuerzo. Y que nunca se debe dejar de estudiar, y seguir formándose toda la vida. Que las mejores obras son las de madurez. Que cuanto más se profundiza, cuantos más conocimientos se tienen, tanto mejor es el resultado: más preciso, más certero, más capaz de permanecer en el tiempo, esa cualidad que tienen todas las creaciones que valen la pena en el mundo.
Y aunque he tratado de ser breve, claro y conciso, quiero resumir todavía más lo que ya te he planteado:
Debes estudiar mucho y bien y con buenos resultados para tener la puntuación suficiente para poder escoger con libertad la escuela donde quieras estudiar la carrera de arquitecto. Debes dibujar, fotografiar y escribir mucho, en relación con la arquitectura. Y leer, mucho. Y escuchar mucha y buena música.
Y debes pensar, sobre todo pensar. Sé curioso y estúdiate con detalle los programas de esta carrera. Vete haciendo a la idea de que es una carrera y una profesión de largo recorrido. Intensa y de esfuerzo continuado. Pero también las satisfacciones son enormes. No hay nada comparable a ver levantada una obra que has concebido en tu cabeza, y ver que esos espacios ya construidos son capaces no solo de acoger las funciones previstas, sino además son capaces de emocionarnos y de hacer felices a los demás. En definitiva, merece la pena ser arquitecto.
APÉNDICE⁷
ESCUELAS PÚBLICAS DE ARQUITECTURA EN ESPAÑA
A Coruña
Escuela Técnica Superior de Arquitectura (ETSA). Universidad de La Coruña
Alicante
Escuela Politécnica Superior (EPS). Universidad de Alicante
Barcelona
Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona (ETSAB). Universidad Politécnica de Cataluña Escuela Técnica Superior de Arquitectura del Vallés. Universidad Politécnica de Cataluña
Cartagena
Escuela de Arquitectura e Ingeniería de Edificación. Universidad Politécnica de Cartagena
Granada
Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Granada (ETSAG). Universidad de Granada
Girona
Escuela Politécnica Superior (EPS). Universidad de Girona
Las Palmas
Escuela Técnica Superior de Arquitectura (ETSA). Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
Madrid
Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid (ETSAM). Universidad Politécnica de Madrid Escuela de Arquitectura. Universidad de Alcalá de Henares
Escuela de Arquitectura. Universidad Rey Juan Carlos
Málaga
Escuela de Arquitectura de Málaga (EAM). Universidad de Málaga
San Sebastián
Escuela Técnica Superior de Arquitectura de San Sebastián (ETSA). Universidad del País Vasco
Sevilla
Escuela Técnica Superior de Arquitectura (ETSA). Universidad de Sevilla
Tarragona
Escuela Técnica Superior de Arquitectura (ETSA). Universidad Rovira i Virgili
Toledo
Escuela de Arquitectura. Universidad de Castilla la Mancha (EAUCLM)
Valencia
Escuela Técnica Superior de Arquitectura (ETSA). Universidad Politécnica de Valencia
Valladolid
Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Valladolid (ETSAV). Universidad de Valladolid
Zaragoza
Escuela de Ingeniería y Arquitectura de Zaragoza (EINA). Universidad de Zaragoza
ESCUELAS PRIVADAS DE ARQUITECTURA EN ESPAÑA
Pamplona
Escuela Técnica Superior de Arquitectura (ETSA). Universidad de Navarra
Barcelona
Escuela Técnica Superior de Arquitectura (ESARQ). Universidad Internacional de Cataluña Escuela de Arquitectura La Salle. Universidad Ramón Llull
Madrid
Escuela Politécnica Superior (EPS). Universidad CEU San Pablo Escuela de Arquitectura. Universidad Francisco de Vitoria Escuela Politécnica Superior y Escuela de Arquitectura (EPSYEA). Universidad Antonio de Nebrija Escuela de Arquitectura. Universidad Pontificia de Salamanca Escuela Superior de Arquitectura y Tecnología (ESAYT). Universidad Camilo
José Cela Escuela Politécnica Superior; Escuela Técnica Superior de Arquitectura. Universidad Alfonso X el Sabio Escuela de Arquitectura. Universidad Europea de Madrid
Murcia
Escuela Universitaria Politécnica (EUP). Universidad Católica San Antonio de Murcia
Segovia
Escuela Técnica Superior Estudios Integrados de Arquitectura (ETSEIA). Universidad IE
Valencia
Escuela Superior de Enseñanzas Técnicas (ESET). CEU Universidad Cardenal Herrera
Zaragoza
Escuela Técnica Superior de Arquitectura (ETSA). Universidad San Jorge
ESCUELAS DE ARQUITECTURA EN EL EXTRANJERO
EUROPA
Alemanía, Berlín
Technische Universität Berlin
Dinamarca, Copenhague
The Royal Danish Academy of Fine Arts. Schools of Architecture, Design and Conservation
Finlandia, Helsinki
Aalto University. School of Arts, Design and Architecture
Francia, Lille
Université Lille Nord de . École Nationale Supérieure d’Architecture et de
Paysage de Lille
Francia, París
École d’Architecture de Paris-Belleville École Nationale Supérieure d’Architecture de Paris-Val de Seine École d’Architecture Paris-Malaquais École Nationale Supérieure d’architecture de Paris-La Villette École d’architecture de Marne-La Vallée École d’architecture de Versailles
Holanda, Delft
Delft University of Technology
Italia, Milán
Politécnico di Milano. Scuola di Architettura
Italia, Nápoles
Università degli Studi di Napoli Federico II
Italia, Roma
Sapienza-Università degli Studi di Roma
Italia, Venecia
Università IUAV di Venezia
Noruega, Oslo
The Oslo School of Architecture and Design (AHO)
Noruega, Trondheim
Norwegian University of Science and Technology
Portugal, Oporto
Universidade do Porto
Suecia, Estocolmo
KTH Royal Institute of Technology. School of Architecture and the built environment
Suiza, Lausana
École Polytechnique Fédérale de Lausanne (EPFL). ENAC
Suiza, Mendrisio
Accademia di Architettura di Mendrisio. Università della Svizzera Italiana
Suiza, Zúrich
Eidgenössische Technische Hochschule (ETH)
ESTADOS UNIDOS
Cambridge, Massachusetts
Harvard University. Graduate School of Design
Chicago
Illinois Institute of Technology. S.R. Crown Hall. College of Architecture
Filadelfia
PENN. University of Pennsylvania. School of Design
Kansas, Manhattan
Kansas State University. College of Architecture, Planning and Design
New York
Columbia University. Graduate School of Architecture, Planning and Preservation Cooper Union. School of Architecture The City University of New York (CUNY). School of Architecture
NYU University. School of Architecture
New York, Ithaca
Cornell University. College of Architecture, Art and Planning
Princeton, New Jersey
Princeton University. School of Architecture
Washington
The Catholic University of America (CUA). School of Architecture and Planning. Crough Center of Architectural Studies
Latinoamérica
Argentina, Buenos Aires
Universidad de Buenos Aires
Chile, Santiago
Pontificia Universidad Católica de Chile
México
Facultad de arquitectura. Universidad Nacional Autónoma de México
Uruguay, Montevideo
Universidad de la República
BECAS DURANTE LOS ESTUDIOS
Arquia
Fundación Caja de Arquitectos. Beca de prácticas profesionales
Erasmus
Beca de estudios en la Unión Europea
MEC
Ministerio de Educación y Cultura. Becas de carácter general. Becas de movilidad. Becas de colaboración
Séneca
Beca de movilidad entre Universidades de España
BECAS DE POSTGRADO
FI
Beca predoctoral para la contratación de personal investigador novel. Agència de Gestió i d’ajuts Universitaris i de recerca
FPI
Beca de formación del personal investigador. Ministerio de Economía y Competitividad
FPU
Beca de formación del profesorado universitario. Ministerio de Educación y Cultura
Fulbright
Beca de intercambio para investigar, estudiar o enseñar en los EEUU
Obra social y Monte de Piedad de Madrid
Becas internacionales de ampliación de estudios. (Antiguas becas Caja Madrid)
Fundación Banco de Santander
La Caixa
Becas internacionales de ampliación de estudios
Leonardo
Programa de aprendizaje permanente de la Unión Europea
Roma
Beca de estudios en la Academia de España en Roma
Nueva York
Beca de investigación en Nueva York promovida por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y la Fundación Arquia
CONSEJO SUPERIOR DE COLEGIOS DE ARQUITECTOS
COLEGIOS OFICIALES DE ARQUITECTOS DE ESPAÑA
Andalucía
Consejo Andaluz de Colegios Oficiales de Arquitectos Colegio Oficial de Arquitectos de Almería Colegio Oficial de Arquitectos de Cádiz Colegio Oficial de Arquitectos de Córdoba Colegio Oficial de Arquitectos de Granada Colegio Oficial de Arquitectos de Huelva Colegio Oficial de Arquitectos de Jaén Colegio Oficial de Arquitectos de Málaga Colegio Oficial de Arquitectos de Sevilla
Aragón
Colegio Oficial de Arquitectos de Aragón
Asturias
Colegio Oficial de Arquitectos de Asturias Demarcación de Oviedo Demarcación de Gijón
Baleares
Colegio Oficial de Arquitectos de las Islas Baleares Demarcación de Ibiza y Formentera Demarcación de Mallorca Demarcación de Menorca
Canarias
Colegio Oficial de Arquitectos de Canarias Demarcación de Fuerteventura Demarcación de Gran Canaria Demarcación de Lanzarote
Demarcación de Tenerife, La Gomera y el Hierro
Cantabria
Colegio Oficial de Arquitectos de Cantabria
Castilla-La Mancha
Colegio Oficial de Arquitectos de Castilla la Mancha Sede regional Demarcación de Albacete Demarcación de Ciudad Real Demarcación de Cuenca Demarcación de Guadalajara Demarcación de Toledo
Castilla y León este
Colegio Oficial de Arquitectos de Castilla y León Este Demarcación de Ávila
Demarcación de Burgos Demarcación de Segovia Demarcación de Soria Demarcación de Valladolid
Castilla y León oeste
Colegio Oficial de Arquitectos de León Demarcación de León Demarcación de Palencia Demarcación de Salamanca Demarcación de Zamora
Cataluña
Colegio Oficial de Arquitectos de Cataluña Demarcación del Ebro Demarcación de Girona Demarcación de Lérida Demarcación de Tarragona
Ceuta
Colegio Oficial de Arquitectos de Ceuta
Extremadura
Colegio Oficial de Arquitectos de Extremadura Demarcación de Badajoz Demarcación de Cáceres
Galicia
Colegio Oficial de Arquitectos de Galicia Delegación de A Coruña Delegación de Lugo Delegación de Ourense Delegación de Pontevedra Delegación de Vigo Delegación de Ferrol
Delegación de Santiago
La Rioja
Colegio Oficial de Arquitectos de La Rioja
Madrid
Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid Fundación Arquitectura COAM
Melilla
Colegio Oficial de Arquitectos de Melilla
Murcia
Colegio Oficial de Arquitectos de Murcia Delegación de Murcia Delegación de Cartagena
País Vasco y Navarra
Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro Decanato Delegación Álava Delegación Guipúzcoa Delegación Vizcaya Delegación Navarra
Valencia
Colegio Oficial de Arquitectos de Valencia Colegio Territorial de Arquitectos de Alicante Colegio Territorial de Arquitectos de Castellón Colegio Territorial de Arquitectos de Valencia
LIBRERÍAS DE ARQUITECTURA
67
Eupalinos Formatos Gaudí Mairea Munilla Lería Naos Picasso Publiarq Reina Mercedes
BIBLIOTECAS DE ARQUITECTURA DE UNIVERSIDADES PÚBLICAS
A Coruña
Escuela Técnica Superior de Arquitectura (ETSA). Universidad de A Coruña
Alicante
Escuela Politécnica Superior (EPS). Universidad de Alicante
Barcelona
Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona (ETSAB). Universidad Politécnica de Cataluña Escuela Técnica Superior de Arquitectura del Vallés. Universidad Politécnica de Cataluña
Granada
Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Granada (ETSAG). Universidad de Granada
Las Palmas
Escuela Técnica Superior de Arquitectura (ETSA). Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
Madrid
Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid (ETSAM). Universidad Politécnica de Madrid
Escuela de Arquitectura. Universidad de Alcalá de Henares Escuela de Arquitectura. Universidad Rey Juan Carlos
Málaga
Escuela de Arquitectura de Málaga (EAM). Universidad de Málaga
San Sebastián
Escuela Técnica Superior de Arquitectura de San Sebastián (ETSA). Universidad del País Vasco
Sevilla
Escuela Técnica Superior de Arquitectura (ETSA). Universidad de Sevilla
Valencia
Escuela Técnica Superior de Arquitectura (ETSA). Universidad Politécnica de Valencia
Valladolid
Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Valladolid (ETSAV). Universidad de Valladolid
Zaragoza
Escuela de Ingeniería y Arquitectura de Zaragoza (EINA). Universidad de Zaragoza
BIBLIOTECAS DE ARQUITECTURA DE UNIVERSIDADES PRIVADAS
Barcelona
Escuela Técnica Superior de Arquitectura (ESARQ). Universidad Internacional de Cataluña Escuela de Arquitectura La Salle. Universidad Ramón Llull
Madrid
Escuela Politécnica Superior (EPS). Universidad CEU San Pablo Escuela de Arquitectura. Universidad Francisco de Vitoria Escuela Politécnica Superior y Escuela de Arquitectura (EPSYEA). Universidad Antonio de Nebrija Escuela de Arquitectura. Universidad Pontificia de Salamanca Escuela Superior de Arquitectura y Tecnología (ESAYT). Universidad Camilo José Cela Escuela Politécnica Superior. Escuela Técnica Superior de Arquitectura. Universidad Alfonso X el Sabio Escuela de Arquitectura. Universidad Europea de Madrid
Murcia
Escuela Universitaria Politécnica (EUP). Universidad Católica San Antonio de Murcia
Pamplona
Escuela Técnica Superior de Arquitectura (ETSA). Universidad de Navarra
Segovia
Escuela Técnica Superior Estudios Integrados de Arquitectura (ETSEIA). Universidad IE
Valencia
Escuela Superior de Enseñanzas Técnicas (ESET). CEU Universidad Cardenal Herrera
Zaragoza
Escuela Técnica Superior de Arquitectura (ETSA). Universidad San Jorge
REVISTAS DE ARQUITECTURA INTERNET
Archdaily Archilovers Archinect Archiportale Architizer Arcspace Arkpad Arqa Arquitectura + Historia Blog del Diseño Bustler Dailytonic Designboom Dezeen Diariodesign E-Architect Europaconcorsi
Gooood Metalocus Morfae Plataforma Arquitectura Plusmood Wikiarquitectura
REVISTAS DE ARQUITECTURA ESPAÑOLAS
Arquitectos Revista del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España
Arquitectura COAM Colegio de Arquitectos de Madrid
Arquitectura Viva y AV Monografías Madrid
Arquitectura y Diseño Barcelona
a+t Vitoria
Diagonal Barcelona
Diseño Interior Madrid
Documentos de Arquitectura Colegio de Arquitectos de Almería
El Croquis Madrid
2G Barcelona
Márgenes Granada
On Diseño Barcelona
Pasajes Madrid
Quaderns Colegio de Arquitectos de Cataluña
Revista EGA Universidad de Valencia
TC Cuadernos Valencia
Tectónica Madrid
REVISTAS DE ARQUITECTURA EXTRANJERAS
Abitare Italia
Architectural Design Londres
Architectural Digest Nueva York
Architectural Record New York
Arq Chile
Arq Perú
Arquitectura Ibérica Portugal
A+U Japón
Bauwelt Alemania
Casabella Italia
Concept Corea del Sur
Cosa Mentale Francia
C3 Corea del Sur
Detail Alemania
Domus Italia
GA Houses Japón
L’Architecture d’Aujourd’hui Francia
Oris Croacia
Piso México
Plot Argentina
Summa+ Argentina
The Architectural Review Londres
Wallpaper Londres
1:100 Argentina
Notas
1 . Primera edición en Mairea-UPM, Madrid, junio 2013, ISBN 978-84-9413177-6. 2 . Primera edición en Diseño Interior, 51, Madrid, 1996. 3 . Primera edición digital en el blog de Fundación Arquia, julio 2015. Dedicado a Gerardo García-Ventosa. 4 . A propósito de la Casa Gaspar en Zahora. Primera edición en Telva, 688, Madrid, agosto 1996. 5 . Primera edición en Vía Construcción, Barcelona, marzo 2005. 6 . Publicado en Domus, Milán, septiembre 2015. 7 . Toda la información detallada se puede ver en web.catarata.org/anexos/quieroserarquitecto.pdf
Fundación Arquia
La Fundación Arquia es una entidad cultural privada sin ánimo de lucro creada por Arquia Banca en 1990, con el objetivo de promover y fomentar fines de carácter cultural, social, asistencial, profesional y formativo en el campo de la arquitectura, la construcción, el diseño, el urbanismo y, en general, de todo aquello relacionado con la profesión de los arquitectos. Entre las actividades principales de la fundación desde su constitución cabe destacar la edición de materiales en diferentes formatos (libros, blogs, DVD) a través de colecciones como arquia/tesis, arquia/temas, la cimbra, arquia/e-temas, arquia/maestros o arquia/ documental; la convocatoria de diferentes concursos para la concesión de becas y la publicación de tesis doctorales; la gratuidad de programas culturales como la filmoteca, filmografía y descarga de libros; y otras actividades como premios y exposiciones. Esta colección, editada conjuntamente con Los Libros de la Catarata , se integra dentro de las actividades de la institución.
Índice de contenido
Alberto campo baeza Quiero ser arquitecto Créditos INTRODUCCIÓN CAPÍTULO 1. Tu casa, tu museo, tu mausoleo. Mi casa, ni museo ni mausoleo Cueva, cabaña, casa Casa, museo, mausoleo Factores de cambio Pensar, pensar, pensar Socializar, quemar, reclamar Libertad, dimensión, proporción ‘Il cielo in una stanza’ CAPÍTULO 2. Una casa buena, bonita y barata Encargo Qué se hizo Difusión Conclusión CAPÍTULO 3. Mi casa en el verano es una sombra
CAPÍTULO 4. Socializar el suelo o morir Socializar el suelo o morir Cerrar las fábricas de coches Construir la ciudad nueva CAPÍTULO 5. Subir y bajar escaleras CAPÍTULO 6. A un futuro estudiante de arquitectura CAPÍTULO 7. Qué es ser arquitecto: Un sueño CAPÍTULO 8. Esfuerzo. Cómo se estudia arquitectura CAPÍTULO 9. Antes de empezar. qué se puede ir haciendo. Aprovechar el tiempo CAPÍTULO 10. Aptitudes. Cómo saber si se sirve o no para ser arquitecto. Entrenamiento CAPÍTULO 11. Futuro. Salidas que tiene la carrera CAPÍTULO 12. Escuelas. Dónde se puede estudiar la carrera de arquitectura CAPÍTULO 13. Seis maestros CAPÍTULO 14. Tres patas para una mesa CAPÍTULO 15. Cultura. Libros básicos que conviene leer CAPÍTULO 16. Futuro pluscuamperfecto El futuro está en la belleza El futuro Proyectar Contruir
Estudiar CAPÍTULO 17. La manzana y la hoja CONCLUSIÓN APÉNDICE Escuelas públicas de arquitectura en España Escuelas privadas de arquitectura en España Escuelas de arquitectura en el extranjero Becas durante los estudios Consejo Superior de Colegios de Arquitectos Bibliotecas de arquitectura de universidades privadas Revistas de arquitectura internet Revistas de arquitectura españolas Revistas de arquitectura extranjeras NOTAS