LECTURAS PARA EL ESTUDIO DE LA SOCIEDAD y EL ESTADO Por J._O. y J._M.
FERNANDO
PEDROSA COMPILADOR
UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES
Rector Vicerrector Secretaria de Asuntos Académicos Subsecretaria de Innovación y Calidad Académica
Ruben Hallu Alberto Edgardo Barbieri María Catalina Nosiglia Marilina Lipsman
PROGRAMA UBA XXI
Directora Vicedirectora
Coordinación Desarrollo Pedagógico
Claudia Lombardo Diana Mazza
María Alejandra Codazzi
Procesamiento didáctico
Norma Merino
Coordinación Producción Multimedial
Liliana Castillo
Edición
Diseño de tapa Compilador
María Alejandra Batista AriadnaPou Patricia Bucich
Ariel F. Guglielmo Fernando Pedrosa, profesor adjunto
Por J._O. y J._M.
INTRODUCCIÓN
AL CONOCIMIENTO
DE LA SOCIEDAD
y EL ESTADO
LECTURAS PARA EL ESTUDIO DE LA SOCIEDAD Y EL ESTADO FERNANDO PEDROSA COMPILADOR
Lecturas para el estudio de la sociedad y el Estado / Fernando Pedrosa ... [et.al.] ; compilado por Fernando Pedrosa. - la. ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Eudeba, 2014. 80 p. ; 21xl4 cm. - (UBA XXI)
ISBN 978-950-23-2262-9 l. Historia. 2. Política. 3. Economía. 1. Pedrosa, Fernando 11.Pedrosa, Fernando, comp. CDD 378.007
Eudeba Universidad de Buenos Aires la edición: marzo de 2014
© 2014, Editorial Universitaria de Buenos Aires Sociedad de Economía Mixta Av.Rivadavia 1571/73 (1033) Ciudad de Buenos Aires Tel.: 4383-8025 / Fax: 4383-2202 www.eudeba.com.ar Composición general: Eudeba Diseño de tapa: Ariel Guglielrno Impreso en la Argentina Hecho el depósito que establece la ley 11.723
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No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su almacenamiento en un sistema infonnálico, nisu transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, eIecttóoico, mecánico, fotocopias u otros métodos, sin el permiso previo del editor.
índice
Presentación
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Nota preliminar
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Primeras definiciones en la relación entre la Sociedad y el Estado. por Fernando Pedrosa
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"Régimen político" de Lucio Levi
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¿Qué es un golpe de Estado? Selection de definiciones
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"Poliarquía y democracia" de Roberto García Jurado
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"Transición a la democracia" de Rosario Espinal
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política como vocación" de Max Weber
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Estado moderno. Breve recorrido histórico su desarrollo teórico" de Marcelo Garabedian
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Qué es una dictadura? Selección de definiciones
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Qué es el terrorismo de Estado?
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Democracia Delegativa" de Guillermo O'Donnell nuevos liderazgos populistas y la democracia En América Latina" de Flavia Freidenberg Bibliografia de consulta
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Presentación
UBA XXI es un programa de educación a distancia, que asume los desafíos inherentes a la Educación Superior. Se trata de una propuesta pedagógica que desarrolla estrategias de enseñanza orientadas a promover y a consolidar aprendizajes de calidad en los estudiantes que opten por continuar sus estudios en la Universidad de Buenos Aires. La presente compilación, Lecturas para el estudio de la Sociedad y el Estado, apunta a consolidar nuevos vínculos entre los lectores y los contenidos para facilitar la comprensión de la materia. De este modo, su compilador, Fernando Pedrosa, propone un recorrido por los aportes teóricos de diferentes autores provenientes de las ciencias sociales para que desde su lectura se puedan analizar los procesos de la vida sociopolítica argentina. UBA XXI instala debates y reflexiones para estimular el avance de comunidades de conocimiento en el marco de los nuevos escenarios de enseñanza y aprendizaje, sin perder de vista su complejidad. Claudia Lombardo Directora UBA XXI
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Nota preliminar
n este libro presentamos los textos de lectura obligatoria correspondientes a la Unidad l del programa de Introducción al Conocimiento de la Sociedad y el Estado (ICSE) que se dicta en UBA XXI, el Programa de Educación a Distancia de la Universidad de Buenos Aires.
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Los textos incluidos son fragmentos seleccionados' de artículos de revistas académicas, de capítulos de libros, de sitios web y de diccionarios, pertenecientes a distintos autores, exponentes de diferentes épocas. Si bien estos autores asumen diversas posiciones respecto de los temas que abordan, ellos forman parte de las tradiciones y las escuelas de pensamiento más amplias, con las cuales, incluso, pueden no estar de acuerdo. En este sentido, es importante destacar que el conocimiento científico académico avanza como un diálogo que se construye, debatiendo ideas e intentando modificar las teorías y las experiencias anteriores. Ante la complejidad que revisten las relaciones entre la sociedad y el Estado, sus conflictos y la participación de los actores que intervienen, para su estudio se requiere contar con diferentes perspectivas y enfoques teóricos. Precisamente, este es uno de los objetivos de esta publicación, acercar a los estudiantes diversos textos que ofrecen aportes teóricos fundamentales.' De esta manera, se brinda a los alumnos, una serie de conceptos clave -provenientes del campo de las Ciencias Sociales- que l. La excepción es el artículo "Los nuevos liderazgos populistas y la democracia en América Latina" de Flavia Freidenberg, que aquí se publica en su versión completa. 2. Nota aclaratoria: en la presente compilación, se incluyen explicaciones sobre los artículos "El Estado moderno. Breve recorrido histórico por su desarrollo teórico" de Marcelo Garabedian y "Democracia Delegativa" de Guillermo O'Donnell, pero no se incorporan los textos. La ruta de a estos artículos está disponible en el Campus virtual de UBA XXI
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constituyen el marco teórico desde el cual se edifica la propuesta de ICSE: analizar la vida sociopolítica de la argentina desde 1880 hasta fines del siglo XX, y reflexionar en tomo a ella. Por último, para favorecer la comprensión de los conceptos trabajados en estas páginas y orientar su aplicación al análisis de los procesos sociohistóricos que se estudiarán de la Unidad 2 hasta la Unidad 6 del programa de la materia, se recomienda que la lectura de los textos aquí compilados se apoye en las orientaciones y actividades propuestas en el material de la cátedra Sociedad y Estado. Guías de lectura, especialmente diseñado para tal fin. Además, están disponibles otros recursos y actividades en el Campus virtual, y también podrán optar por asistir a las tutorías presenciales que UBA XXI les ofrece como parte de su propuesta.
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Primeras definiciones en la relación entre la Sociedad y
el Estado Por Fernando Pedrosa
ntroducción al conocimiento de la Sociedad y. el Estado (lCSE), está focalizada en un abordaje de la historia de la institucionalidad sociopolítica argentina a partir de 1880y recorre todo el siglo XX. Se privilegia una mirada sobre las instituciones, particularmente, en aquellas que se vinculan con el y ejercicio del poder desde el Estado, y la forma en que este se legitima -y se impone- ante la sociedad.
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Cualquier intento de abarcar un cuerpo de información compleja y temporalmente extensa, como la planteada en esta asignatura, obliga a realizar recortes precisos y, a veces, arbitrarios. De esta manera, se trata de evitar que la reflexión de los estudiantes derive en un ejercicio descriptivo sin mayor profundidad ni densidad analítica. Por lo tanto, hacen falta conceptos! que permitan recortar, ordenar y observar los procesos sociales, históricos y políticos que se van a estudiar. En este sentido, a diferencia de otros ámbitos de la vida social, en el trabajo académico es muy importante definir claramente los conceptos que comprenden el marco teórico desde el cual Se analizarán hechos. En otros ámbitos esto no ocurre. Por ejemplo, en la vida cotidiana. Allí, algunas palabras son empleadas superficialmente adjetivos, generalmente descalificativos tales como: "liberal" sin “socialista”, "marxista", ''populista'', "neoliberal" "globalizado", en mayores precisiones ni detalles, apenas un difuso sentido 1. Un concepto es una expresión que se utiliza para definir -sintéticamente- algunas situaciones o hechos sociales, entre otros. Los conceptos son construcciones complejas generalmente, es muy difícil reducir procesos humanos a una sola o a pocas ejemplo, "democracia". Con esa sola palabra se podrían, definir centenares de distintas ideas sobre la cuestión. Por ello, cuando en la tarea académica se emplean conceptos falta definirlos detalladamente. De modo que todos sepan de qué se está hablando cuando se los. usa.
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común que, en realidad, cambia según quien (o contra quien) se lo enuncie. Cabe destacar que los términos antes mencionados, y una larga lista de otros más, tuvieron su origen en los ámbitos académicos y políticos. Luego, al comenzar a utilizarlos cotidiana y masivamente, se les atribuyeron otros significados, sobre todo, desde los medios de comunicación. Un caso ejemplar de lo que se está afirmando, puede ser el concepto "populismo". De esta manera, conceptos que definían complejos procesos sociales se convirtieron en un tipo de insulto hacia adversarios de diversa clase. Esto ha "contaminado" su uso y, por este motivo, se vuelve necesario, en primer lugar, trabajar nuevamente en su definición. . La realidad es que todos tenemos ideas propias acerca de conceptos como "democracia", "libertad", "izquierda" o "derecha", por nombrar solo algunos pocos. También, contamos con información sobre las diversas coyunturas que componen la historia del mundo, en general, y de nuestro país, en particular (por ejemplo, tenemos algún tipo de opinión sobre Perón y su pensamiento). Sin embargo, estas ideas no son un impedimento para el trabajo académico. Dicha tarea siempre incluye nuestras propias evaluaciones y concepciones de las cosas y de cómo deberían funcionar. Tal como ya se mencionó, en el trabajo académico se deben emplear algunos conceptos generales que permitan organizar la tarea y los debates desde espacios y saberes comunes. Resulta importante mencionar que un concepto definido no es una verdad absoluta, es solo una base desde donde todos (docentes y estudiantes) pueden comenzar a discutir, ordenada y sistemáticamente, algunos problemas e ideas teóricas que aparecen en el transcurso de la historia argentina a partir de las diversas cuestiones que surgen en la compleja relación entre la sociedad y el Estado.
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LA SOCIEDAD Y EL ESTADO
El Estado- y la sociedad, son dos espacios distintos que se relacionan de forma diversa y compleja. Dicha complejidad se caracteriza por una gran heterogeneidad de actores y grupos que buscan cumplir sus objetivos y, al mismo tiempo, evitar que otros lo hagan. Referimos como actores a los grupos, organizados o no, y a los individuos que generan estrategias públicas para cumplir sus objetivos. Pueden ser actores sociales (por ejemplo, los piqueteros) o políticos (como los del partido radical), pero también, existen actores empresariales, del mundo de la cultura o internacionales. De esta manera, la sociedad está integrada por distintos actores que tienen diversos intereses y, generalmente, contrapuestos. El objetivo de los actores -políticos y sociales- es, generalmente, maximizar sus intereses que son heterogéneos. Es decir, conseguir más recursos, de distinto tipo, materiales o simbólicos, para ellos y para sus representados. Un ejemplo claro es el que representan los subsidios, los planes sociales, los fallos judiciales, o algún tipo de reconocimiento estatal, tal como plantean algunos grupos de soldados que combatieron en la guerra de las Malvinas. Por estas razones, la relación entre los actores políticos y sociales y el Estado está caracterizada por distintos momentos. Algunas veces de cooperación, pero otras, sobre todo, de conflicto. Esto se agudiza en escenarios de recursos escasos o insuficientes (por ejemplo, si los jubilados quieren un aumento de sus ingresos y un gobierno se lo niega). Sin embargo, a veces, entre los actores políticos y sociales y el Estado, existen conflictos aun cuando hay recursos. Esto puede ocurrir, cuando se está ante diferencias ideológicas insalvables o de intereses contrastados. Es el caso de dos grupos políticos que confrontan ya que ambos aspiran a ganar la presidencia de un país. Por supuesto que esta división -entre la sociedad, por un lado, y el Estado, por el otro-, tiene una finalidad puramente analítica. En la práctica resulta mucho más difícil encontrar los límites entre los actores y entre quienes los representan y/o actúan más en uno u otro campo. 2. Se considerará la definición de Weber que se analiza en las próximas páginas. 3. Se entiende por "sociedad": todos aquellos ciudadanos y grupos que no pertenece al Estado, aunque se vinculan con él.
Sin profundizar en esto -que da lugar a una importantísima tradición de estudios en las Ciencias Sociales-, se podría decir que la relación entre sociedad y Estado conforma una densa y extensa red que se puede denominar "espacio público": el escenario donde se desarrollan los acontecimientos que definen y caracterizan la vida política y social de un país.
EL PAPEL DE LAS INSTITUCIONES Este apartado comienza con el siguiente interrogante: ¿qué son y para qué sirven las instituciones? y para responder se cita al politólogo argentino. Guillermo O'Donnell, quien definió a las instituciones como pautas -leyes, códigos, estatutos, constituciones, organismos del Estado- que establecen y regulan la interacción entre las personas y los grupos de una sociedad.' Por su parte, el filósofo italiano y profesor de Ciencia Política en la Universidad de Torino, Lucio Levi, establece que las instituciones también juegan un papel preponderante en la construcción del poder social en un país ya que "[ ...] constituyen la estructura organizativa del poder político, que selecciona a la clase dirigente y asigna a los diversos individuos comprometidos en la lucha política su papel".' Por esta razón, las instituciones son clave en la vida social. A través de estas, la interacción humana, tanto en la sociedad como en las organizaciones que la integran -desde un partido político, una asociación de barrio o el consorcio de un edificio, se encuentra guiada y regulada por una suma de instrumentos formales generalmente formulados desde el Estado. Las instituciones regulan y ordenan el espacio público. Sin instituciones formales y socialmente reconocidas, por ejemplo, sin leyes, la vida social solo sería una lucha constante de todos contra todos, en la que los fuertes podrían imponerse una y otra vez sobre los más débiles. Sin embargo, también, es importante comprender que las instituciones no son naturales ni creadas por una entidad religiosa 4. O'Donnell, Guillermo (1996), Otra Institucionalización, Revista Ágora (5, 5-28), Buenos Aires. 5. Levi, 1997.
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abstracta. Tampoco, pueden beneficiar a todos los ciudadanos por igual. Las instituciones (las leyes, entre ellas) son una resultante de la lucha por el poder en una sociedad determinada. Es decir, una lucha por imponer las reglas de juego que, al ser definidas formalmente, pueden favorecer más a algunos que a otros. Sin embargo, la lógica de funcionamiento de las sociedades modernas es que todos deben acatar lo que las instituciones dictaminan. Por eso, esta lucha por controlar las instituciones es constante y, muchas veces, quien logra imponer una orientación determinada a las leyes y a otras instituciones formales, también logra fortalecer sus intereses particulares. La lucha por el dominio del poder en una sociedad 'es, por una parte, histórica y, por ello, supone condicionantes -como tradiciones, experiencias y memorias- que los mismos actores suelen ignorar y que son un sustento importante para sí misma. En el período de tiempo que toma esta materia (desde fines del siglo XIX hasta fines del siglo XX), esto último se verá reflejado, por ejemplo, en el peso de la tradiciones peronista y antiperonista a lo largo del tiempo y en la forma en que la pertenencia, a uno u otro de estos colectivos, fue limitando las estrategias de los distintos actores. Pero, por otra parte, la lucha por el poder no solo se apoya en el pasado. También es contemporánea de quienes encaran el proceso de conflicto político y produce una clara conciencia respecto de cuál es el objetivo perseguido. Es decir, los actores se mueven racionalmente y buscan cumplir sus objetivos y aumentar sus beneficios (un ejemplo de este tipo de conflicto es aquel que enfrentó a sectores vinculados al campo y al gobierno durante el año 2008). En el marco de los conflictos de intereses que son constantes en las sociedades humanas, las instituciones ordenan, regulan, clasifican y determinan lo que se puede hacer, y lo que no. Asimismo, establecen "cómo" hacerlo y prevén el castigo a quienes no cumplan con lo establecido. Las instituciones, además, regulan quién manda, cuánto poder para hacerlo poseerá, cuáles serán sus límites y quién o quiénes se los impondrán. Sin embargo, no cualquier norma, por más formal que sea, es por eso una institución. Las instituciones para constituirse como tales deben provenir de algún espacio vinculado al Estado, y ser reconocidas, aceptadas y regularmente obedecidas por los diversos ciudadanos y actores sociales.
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Sobre todo, los ciudadanos deben creer que es un instrumento imparcial y itir su poder, aunque no los favorezca la coyuntura. Es decir, los ciudadanos deben aceptar el papel mediador de las leyes
y sus resoluciones, aunque estas no los apoyen en alguna ocasión. Además, estas decisiones que las instituciones toman e implementan a través, a veces, de la justicia, el Parlamento o quizás de algún ministerio, están respaldadas -incluso con la coerciónpor el Estado o sus agencias, lo que fortalece su rol estructurador y ordenador de las relaciones sociales. En otras palabras, aunque en algún momento una decisión del Estado no le agrade a alguien, estará obligado a obedecerla, ya sea honestamente o por el temor a las sanciones que pueda recibir si no lo hace. Resulta interesante vincular esta cuestión con Weber cuando hace alusión a que el Estado debe apelar a la coerción, a la fuerza. A su vez, las instituciones deben mantener cierta permanencia temporal. Es decir, que los actores y grupos con intereses diferentes y en disputa tienen que confiar en su estabilidad y sostener la expectativa de seguir interactuando conforme a las mismas en el futuro. Las leyes deben ser estables y consensuadas. Para ser eficientes la regulaciones legales, no pueden cambiar todos los días según qué partido, sector o grupo se encuentre en el poder. Si en una sociedad las instituciones que la ordenan cambiaran todo el tiempo, entonces los distintos actores no sabrían a qué atenerse. Posiblemente comenzarían a desarrollar estrategias que eludirían el cumplimiento de las normas. La previsibilidad, presente y futura, es una de las características que define a las instituciones, sobre todo a las políticas. Según Levi, esta permite "[ ...] el desempeño regular y ordenado de la lucha por el poder y del ejercicio del poder y de las actividades sociales vinculadas a este último"," Más aún cuando se habla de leyes que regulan la distribución del poder en una sociedad como, por ejemplo, las que determinan cómo se elige a un presidente, a los jueces, o a los legisladores. Cabe señalar que existen, también, normas y conductas institucionalizadas pero que no son las que se esperan formalmente, es decir, no están entre las previstas por la ley. Se podría apuntar que 6. Levi, 1997.
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hay reglas sociales que son conocidas por todos, pero no están escritas ni provienen del Estado. En este sentido, cabe preguntarse: ¿qué diferencia hay entre las instituciones formales y las informales? Las instituciones formales, a las que se ha referido hasta ahora este texto, están escritas y codificadas a través de constituciones, leyes y reglamentaciones diversas, y su incumplimiento trae aparejadas sanciones, públicamente conocidas y a cargo del Estado y sus agencias particulares. En cuanto a las instituciones informales, su principal característica radica en que no se encuentran escritas en ninguna parte y, no por esta razón, son menos conocidas que las que sí lo están. Es decir, las instituciones informales también pueden ser aceptadas, conocidas, obedecidas e incluso, efectivas. La corrupción, el clientelismo, el nepotismo, los golpes de Estado, la evasión fiscal, son algunos de los casos más conocidos de esta institucionalidad que combina informalidad y presencia estatal. Pero también, son instituciones informales las redes familiares, de vecindad, de amistad, religiosas, cooperativas o de ayuda mutua, que buscan darles a sus integrantes la protección y la previsibilidad que un Estado ausente no otorga. Esto cobra particular importancia cuando se hace referencia a las instituciones vinculadas con el poder y a las reglas de al mismo. Por ejemplo, el clientelismo, el fraude y la utilización ilegal de fondos públicos son cuestiones altamente institucionalizadas en nuestro país, pero no por esto son formales. En general, los dos tipos de institucionalidades funcionan paralelamente. Nunca ninguna es totalmente formal o informal pero existe un porcentaje de una y de otra, y es necesario saber cuál es el predominante. Por este motivo, el análisis debe ser muy sistemático y profundo para desentrañar cuáles de ellas son relevantes a la hora de movilizar las decisiones más importantes. Por ejemplo, a fines del siglo XIX y después de l930, en la Argentina se realizaba elecciones regularmente para elegir las principales autoridades del país. No obstante, era público y notorio que sistemático impedía que la voluntad popular se impusiera de la mano de elecciones transparentes. Sin embargo, a la vez, algunas se respetaban.
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Se podría mencionar a los golpes de Estado, especialmente, como una informalidad reiterada en la Argentina El golpe de Estado, obviamente, no estaba previsto (es decir, incluido) en ningún código o constitución como una alternativa legal. Era un hecho ilegal, por fuera de la formalidad prevista. Pero al ser una alternativa reiterada, que los demás actores consideraban posible en sus cálculos y estrategias, aunque no estuviera escrita, era también una suerte de institución, pero informal. Además, los golpes de Estado inauguraban un nuevo régimen no previsto en la ley, en el que los militares ocupaban las sillas principales del gobierno y eran la única fuente de poder real y de toma de decisiones, Durante los golpes de Estado, se observa la contradicción entre la formalidad y la informalidad, ya que la ley (la Constitución) marca que el espacio legítimo de conducción del país es la presidencia electa democráticamente, igual que el parlamento o la corte suprema de justicia. Pero la realidad informal indicaba que era en las Fuerzas Armadas donde estaba el verdadero poder. Un poder que solo encontraba la legitimidad en las armas y en la posibilidad de utilizarlas contra sus propios ciudadanos, si estos no aceptaban la dominación propuesta de Jacto, por el Estado no democrático. Sobre este tema, es importante retomar las definiciones de legitimidad y de dominación que ofrece Weber en el fragmento seleccionado de su artículo", incluido en esta publicación. EL RÉGIMEN POLÍTICO Y SUS CAMBIOS Tal como se mencionó más arriba, uno de los propósitos de la materia ICSE es interpelar la relación entre la sociedad y el Estado en la Argentina, al profundizar en los distintos momentos de cambio del régimen político y en las consecuencias que esto generó en la vida institucional del país. La definición de régimen político que Levi" presenta en el texto que se compila en este artículo, describe al régimen político como al 7. Weber, 1919. 8. Lucio Leví, en esta compilación, entiende por régimen político: "El conjunto de las instituciones que regulan la lucha por el poder y el ejercicio del poder y de los valores que animan la vida de tales instituciones".
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conjunto de reglamentaciones que definen cómo se accede al poder y cómo se lo ejerce. Es decir, un régimen democrático es aquel en el que la ley exige elecciones abiertas y transparentes, la constitución establece la forma en que se debe ejercer cada uno de los cargos públicos de representación, donde existen libertades garantizadas por la ley, y los derechos de las mayorías y las minorías están formalmente definidos. Sin embargo, un régimen dictatorial sería otro muy distinto. Por ejemplo, el que se impuso luego del golpe producido en 1976. En aquel momento, un grupo de militares tomó el poder -solo basado en las armas-, aniquiló a los opositores y violó toda normativa. Un presidente militar como Jorge Rafael Videla, por ejemplo, fue sucedido por otro presidente militar, Roberto Viola, solo porque un reducido grupo de personas así lo decidió. Nadie votó en aquella ocasión como hubiera sucedido en una democracia. En síntesis, como se podrá apreciar, son dos regímenes políticos distintos. Uno es el democrático, en el cual las reglas para acceder al poder están basadas en la decisión de la sociedad a través del voto, y el otro es el régimen autoritario o dictatorial, en el cual la decisión la toman unos pocos y basan su poder en la fuerza. De esta manera, el cambio de un régimen político por otro, por ejemplo, al pasar de un gobierno democrático a uno dictatorial a través de un golpe de Estado, es un momento clave en una sociedad. Pues cuando cambia el régimen político, se modifica la forma en que se accede y se ejerce el poder. También son otros los grupos y las personas que toman las decisiones y la orientación de las políticas del Estado. Cabe destacar, que el cambio de un gobierno a otro, no siempre equivale al cambio de régimen. Este último ocurre cuando hay una modificación sustancial en las reglas del juego que determinan el al poder y a su ejercicio. Por ejemplo, del gobierno de Raúl Alfonsín al de Carlos Menem no hubo cambio de régimen. Ambos están incluidos dentro de lo que se considera un régimen democrático. El nuevo gobierno mantuvo las reglas de juego. Si se retoma el ejemplo citado más arriba, lo mismo ocurrió en la dictadura de 1976, cuando Videla fue reemplazado por Viola. Allí tampoco se produjo cambio de régimen, ambos gobiernos representaban dictaduras. Solo se reemplazó un gobierno por otro 22
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con continuidad de las reglas de juego, cuyas decisiones quedaban en manos de unos pocos militares. No obstante, cuando se pasó de la presidencia de Reynaldo Bignone a la de Raúl Alfonsín, sí hubo un cambio de régimen, ya que de una dictadura se pasó a una democracia. Al respecto, en el trabajo de Rosario Espinal? del que aquí se compila una parte, se describen y analizan las inciertas y complejas formas que adopta el cambio de un régimen a otro, la llamada "transición". De esta manera, tal corno se mencionó, los cambios de régimen, por ejemplo, pueden ocurrir desde un régimen democrático a otro autoritario, por causa de algún golpe de Estado, generalmente a cargo de los militares, o por alguna interrupción forzosa de los mandatos constitucionales vigentes. Estos fueron procesos reiterados en la Argentina en los años 1930, 1943, 1955, 1962, 1966 Y 1976. Pero, también, los cambios de régimen se observan en sentido contrario, cuando de un gobierno dictatorial se pasa a otro democrático, corno también sucedió en nuestro país en 1916, 1946, 1958, 1963, 1973 y 1983. Esta secuencia de cambios de régimen, de democracias a gobiernos no democráticos y viceversa, será el hilo conductor para abordar y entender la materia. Corno se podrá advertir, son momentos conflictivos, inciertos y no exentos de violencia. Si la política fuera un juego, por ejemplo, de fútbol, el cambio de régimen implicaría la modificación de reglas, en medio del partido y sin el acuerdo de los distintos equipos. Entonces, un régimen político estable requiere que los contendientes estén preparados para ganar y perder, pero, también, para esperar pacientemente los plazos que son definidos por las instituciones para competir por el poder y no intentar acelerarlos tratando de expulsar a sus rivales por cualquier medio. En este escenario de estabilidad, los distintos actores confían en las reglas yeso puede también estimular la concreción de otros acuerdos sobre políticas de Estado y, de esta forma, un país logra avanzar para cumplir objetivos y aumentar sus capacidades y desarrollo.
9. Espinal, s/a.
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Sin embargo, en la historia argentina, las cosas fueron bien diferentes. Quienes perdían el poder o no podían alcanzarlo de otra manera (por ejemplo, con el triunfo electoral), generalmente, no deseaban abandonar las ventajas que el poder les otorgaba y, por esta razón, estaban dispuestos a descargar sobre sus adversarios los elementos coercitivos a su alcance. En ciertas circunstancias, cuando hubo golpes de Estado, esto significó, ni más ni menos, la intervención de las Fuerzas Armadas y de seguridad en ámbitos de la vida social en los que definitivamente no estaba previsto por la ley que así lo hicieran. Incluso, puede suceder que aquellos que pierden el poder (por ejemplo, en la derrota electoral) traten de perpetuarse en el mismo violando todo tipo de legalidad con el objetivo de evitar que accedan representantes de partidos o sectores sociales que poseían distintos intereses o visiones sobre cómo conducir al país. En esta dirección, por ejemplo, la forma en que el gobierno de Yrigoyen fue derrocado es una muestra de lo que venimos diciendo, lo mismo que la proscripción a la que fueron sometidos los radicales bajo el gobierno de Uriburu. En aquel entonces, la inestabilidad permanente, la falta de consenso por el modelo de país que se pretendía y los conflictos no resueltos que esta situación trajo aparejados, tuvieron una gran influencia en el desarrollo de la historia argentina, y se manifestaron tanto en los actores políticos, en las organizaciones sociales como, principalmente, en las formas que adoptaron la política y la vida social a través de la relación entre la sociedad y el Estado. El constante cambio de las reglas de juego impactó, fundamentalmente, en el desarrollo y funcionamiento de las instituciones políticas, y se tradujo en luchas y desencuentros en la resolución de conflictos y en el reparto del poder. En síntesis, todo el complejo proceso de cambio entre regímenes políticos será el elemento ordenador de una lectura de la historia del país que se propone desde la materia ICSE, desafiando a comprender cuáles fueron las consecuencias que trajeron aparejadas en los distintos sectores y actores sociales -en sus estímulos, estrategias e interesesy en su vinculación con el Estado.
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LA COMPLEJA RELACIÓN ENTRE LA SOCIEDAD Y ESTADO
Tal como se menciona al comienzo de este artículo, el eje problemático que recorrerá y estructurará toda la materia establece una mirada desde la cual observar y analizar la historia de la institucionalidad sociopolítica, prestando especial atención a las formas de y de ejercicio del poder del Estado. La sociedad argentina no es espectadora pasiva, sino que relaciona y estructura sus múltiples intereses -encarnados en diversos actores individuales y grupales- para influir en la generación de algunas políticas estatales y en el bloqueo de otras. Por esta razón, ni el Estado ni la sociedad pueden verse como actores homogéneos, que hablan con una sola voz y actúan con una misma mano. Por el contrario, ambos son escenarios donde se representan y, a la vez, se enfrentan diversos intereses, identidades y demandas sociales en un constante juego de tensiones que pocas veces encuentran una única instancia de definición y un resultado inapelable. Ante la complejidad de la relación entre la sociedad y el Estado, caracterizada por tensión y conflicto y en la que se reproduce la heterogeneidad de intereses y proyectos, es que hace falta una sólida institucionalidad que permita definir las reglas por las cuales unos ganan y otros pierden. Una institucionalidad que posea un grado de legitimidad -aunque sea mínimo- para que aquellos que pierdan la pulseada social y política, no decidan apelar a métodos no previstos formalmente para cumplir sus objetivos. Un ejemplo de lo que produce la ausencia de legitimación política podría ser los numerosos golpes de Estado ocurridos en la Argentina durante el siglo XX. También, la violencia política o la ausencia de políticas de Estado, consensuadas por diversos grupos sociales, aunque no coincidan en todos los contenidos. Estos enfrentamientos sociales están vinculados con la necesidad de generar y "colonizar" los espacios de autoridad en el espacio público que, en definitiva, también se encuentra relacionada con la construcción social del poder. Todo esto tiene claras influencias en el camino que recorre un país. Para desentrañar por qué se han tomado determinadas direcciones y no otras, es preciso encarar una historia política de las
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instituciones, de su conformación, desarrollo y cambio, sin perder de vista qué grupos las han impuesto, cuáles las han resistido y por qué. Finalmente, se puede afirmar con cierto grado de certeza que aquellas sociedades, que tuvieron mayores acuerdos acerca de cuáles eran las reglas que les permitían resolver los conflictos y procesar los diversos intereses en pugna, han conseguido una mayor estabilidad de su régimen político y mejores condiciones para su desarrollo social. Este no es el caso de la Argentina, ya que todas estas cuestiones constituyen un nudo problemático importante para comprender su desarrollo como Estado y sociedad.
UNA MIRADA SOBRE LA LUCHA POR EL CONTROL DE LAS INSTITUCIONES EN LA HISTORIA ARGENTINA
Desde su misma independencia, la Argentina fue el escenario de cruentas luchas para definir quiénes ocupaban los puestos que permitían definir el rumbo del Estado. Esto era muy importante porque, en la práctica, implicaba la formulación de ciertas políticas públicas (por ejemplo, las económicas) que podrían favorecer a unos sectores y perjudicar a otros. En una sociedad tan heterogénea, quien lograra incidir más sobre el Estado, tendría gran parte del juego ganado. La inestabilidad en las reglas que ordenan a una sociedad y, particularmente, en las que regulan el y ejercicio del poder político (por ejemplo, las que determinan quién es el presidente), puede ser una de las explicaciones posibles para entender por qué la Argentina tomó algunas decisiones, eligió ciertos rumbos y no otros. Pero, sobre todo, para explicar la ausencia de un consenso sobre el destino del país, su modelo de desarrollo y el tipo de inserción que debía tener en un mundo cambiante. En este contexto, fueron pocos los momentos en que los actores políticos y sociales prefirieron reglas democráticas para definir los resultados de esas disputas y coincidir (o consensuar), luego, en algunas líneas que debía seguir el Estado. Ante la ausencia de reglas consensuadas para definir quién ganaba y quién no, quienes triunfaban tomaban todo y quienes no, comenzaban, casi inmediatamente, a conspirar para lograr una nueva 26
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oportunidad de acabar con su enemigo sin aguardar los términos temporales fijados por la ley. Un ejemplo de esta situación fueron los dos primeros gobiernos peronistas. Perón llegó al poder y gobernó el país en forma autoritaria al apresar opositores, al prohibir a la prensa crítica con su gobierno, al cambiar las reglas de juego, al negar a los que no pensaban como él sobre el a la justicia. Y, de esta manera, quienes se le oponían buscaban quitarlo del poder sin respetar las reglas de juego (ya que, Perón, tampoco lo hacía). Finalmente, hicieron un golpe de Estado y lograron expulsarlo. La historia demostró, por último, que este tipo de juegos "a todo o nada", no tiene ganadores de mediano o largo plazo. . Décadas atrás, durante el siglo XIX, quien perdía la disputa política, a menudo, no podía garantizar siquiera mantenerse con vida. Con la llegada del siglo XX, esta situación cambió, aunque la violencia no abandonó nunca la lucha política, convirtiéndose en una característica estructural de la lucha por el poder en el país. La apelación a la violencia como "institución informal" para resolver los problemas del país recrudeció a fines de la década de los años sesenta, con el terrorismo de Estado. 10 Y esto ocurrió tanto en los gobiernos peronistas como, luego y sistemáticamente, bajo el gobierno militar impuesto en 1976. En esta instancia, se vuelve primordial tomar las definiciones de democracia que brindan diferentes teóricos como Roberto García Jurado, Rosario Espinal-presentes en esta compilación- y Guillermo O'Donnell. Estos aportes, sirven para reflexionar sobre una pregunta básica de la que no es fácil obtener una respuesta certera: ¿cuándo un régimen político es democrático y cuándo no lo es? \ Esta pregunta remite a una discusión antigua y muy extensa que puede encontrarse hasta en tratados de filosofía política que se remontan a la época de la Grecia clásica. Sin embargo, se debe dar alguna respuesta concreta para estos tiempos complejos en los que vivimos, donde las cosas no son tan sencillas como en la polis griega .. También, se vuelve necesario elaborar alguna aproximación 'al fenómeno de la democracia que permita trabajar conjuntamente en el marco de la materia ICSE. 1O. Ver el texto "¿Qué es el terrorismo de Estado?" presente en esta publicación.
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En este sentido, Espinal, en su texto sobre la democratización, relata las discusiones sobre las visiones sustantivas o realistas de la democracia y los puntos de vista opuestos que producen cada una de ellas. Los realistas podrían decir algo como esto: "la democracia debe servir para elegir nuestros gobiernos, nada más. Pero también nada menos. Ya que de esta forma podríamos tener un método de elección de gobernantes pacífico y consensual y evitar que los intereses enfrentados colapsen la sociedad buscando destruirse mutuamente". En esta discusión imaginaria, los otros -los defensores de una idea de democracia sustantiva- podrían responder afirmando que: "la democracia es un sistema que busca la participación de los ciudadanos en todas las decisiones importantes de una sociedad. No alcanza votar una vez cada cuatro años". Estas dos posiciones, en formas mucho más profundas, complejas y elaboradas, vienen confrontando desde hace mucho tiempo atrás, tratando de elaborar una noción de democracia que pueda ser común para todos. Por supuesto que sin mucho éxito. En parte, esto ocurre porque ambas poseen algo de razón. Así, la democracia importa como conjunto de reglas ordenadoras del régimen político -como dicen los realistas- y, además, como la forma en que se incluye a los ciudadanos activamente en la toma de decisiones de este régimen, tal como argumentan los defensores de la democracia sustantiva. Como ya dijimos, un régimen político se define por la forma en que se accede al poder -en la democracia a través del voto- y, también, por el modo en que se ejerce dicho poder. Este último, en la democracia, se ejercerá de manera tal que se respeten las leyes, que el presidente haya sido elegido por la mayoría y que, también, vele por los intereses de las minorías (es decir, de quienes perdieron) y que busque ampliar los derechos de todos los ciudadanos y fomentar su participación en los asuntos públicos. En función de estas dos variables, el tipo de al poder y la forma en que se ejerce, se puede definir mejor el carácter de un régimen y del gobierno que lo representa. Esto significa que partido político puede ganar una elección por votación popular así se le otorga una legitimidad democrática para ejercer el gobierno o. Pero, una vez en el poder, tiene que ejercerlo en forma legal. .
No obstante, un gobierno elegido en elecciones transparentes, una vez en el poder, también puede ejercerlo en forma despótica e
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ilegal. Este fue el caso de Hitler en Alemania, quien cambió las reglas de juego, convirtiendo una democracia en una dictadura. De esta manera, ni el régimen ni el gobierno serían democráticos. Al retomar esta idea, se piensa que para que un régimen sea totalmente democrático, debería ser legítimo en su elección, pero también, ser respetuoso de la legalidad, cumplir sus promesas y aceptar las disidencias de opositores y minorías. Pocos gobiernos en la historia argentina lograron cumplir ambos cometidos. Si se aplicase estrictamente esta categorización, entonces, se llegaría a la conclusión de que la Argentina casi no ha tenido gobiernos democráticos en su historia. Posiblemente, para los objetivos de la materia ICSE, la úrica manera de lograr algún tipo de definición equilibrada de la democracia, sea quitarle cargas valorativas al concepto y "reducirlo" a un conjunto de reglas, a una definición instrumental que todos los actores puedan aceptar, como lo hace en su artículo García Jurado. Es decir, garantizar un umbral que permita al menos diferenciar a una democracia de aquello que no lo es. En cierta medida, esto sería darle la razón a los realistas, pero a los fines de trabajar colectivamente el concepto, resultará mucho más sencillo.
LA POLIARQUÍA La idea instrumental de democracia se traduce como la poliarquía de la que habla García Jurado'', basándose en los trabajos del reconocido politólogo norteamericano Robert Dahl. La poliarquía podría definirse como la "democracia realmente
existente"." Según García Jurado, la democracia ideal nunca podrá concretarse, es un deseo utópico, motivo por el cual propone, en su reemplazo, utilizar este concepto para definir un gobierno mínimamente democrático. 11. García Jurado, 1996/1997. 12. Las condiciones que establece Dahl para que se cumpla una poliarquía son: 1) Que cada miembro exprese su preferencia, o sea, que vote; 2) Que influya por igual cada preferencia, cada voto; 3) Que triunfe la opción con mayor número de votos; 4) Que los individuos puedan insertar y elegir la opción preferida; 5) Que todos los individuos posean la misma información sobre todas y cada una de las alternativas propuestas; 6) Que las alternativas con mayor votación desplacen a las otras; 7) Que se ejecuten las órdenes de los representantes designados o se lleven a cabo las acciones elegidas; y 8) Que todas las elecciones que se realicen cumplan con estas siete condiciones o que se subordinen a ellas.
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Para ello agrupa algunas cuestiones ligadas a la manera en que se accede al poder. Y por eso, al priorizar las cuestiones formales, deja de lado otras características vinculadas al ejercicio del mismo que podrían exigir los que reclaman una definición más sustantiva de democracia. Sin embargo, las ciencias sociales no son exactas y, por esta razón, la caracterización que se proponga acerca de la democracia dependerá de las definiciones -y opiniones e ideas- que cada uno posea, utilice o, sencillamente, le guste. Pero, además, la realidad siempre es mucho más compleja que lo que se puede agrupar en un par de categorías cerradas. ES necesario crear dichas categorías para analizar sistemáticamente grandes porciones de tiempo. Sin embargo, las categorías y los conceptos son mucho más cerrados que las fluidas y, muchas veces, inesperadas, derivaciones que tiene la vida social. Tampoco sería posible crear una categoría para cada régimen porque, entonces, no "se podría establecer ningún tipo de acercamiento extensivo como el que se pretende en esta materia ICSE. ~
En este trabajo se utiliza la definición de democracia de García Jurado que pone el énfasis solo en la forma de al poder. Se ha elegido un modo de definir a la democracia que, seguramente, es muy limitada, pero que permitirá trabajar con una idea concreta a la que, luego, se podrán ir incorporando otros elementos. Como ya fue dicho, la realidad es más compleja y, muchas veces, no es tan fácil alcanzar siquiera algunos acuerdos, por ejemplo, la transparencia del proceso electoral tal como ocurrió en la elección presidencial de 2013 en Venezuela. Para enfrentar estas situaciones complicadas, se podría utilizar una división un poco más flexible de los distintos regímenes y sus gobiernos que la ofrecida inicialmente en términos dicotómicos como "democracia vs. dictadura". Al tomar la historia argentina, se podría decir que algunos regímenes no fueron totalmente antidemocráticos o dictatoriales a pesar de lo discutible de su origen. En la historia, como en otras cuestiones de la vida, los matices importan. Por ejemplo, se puede mencionar el gobierno de Agustín P. Justo (asumido en 1932). Este gobierno se originó en un régimen ilegítimo
y dictatorial que fue producto del derrocamiento del presidente electo democráticamente, Hipólito Yrigoyen. Sin embargo, Justo logró
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recuperar el funcionamiento de diversas instituciones democráticas y diferenciarse notablemente de su antecesor, el general Uriburu. Para tratar de captar las variedades en la opción "de hierro" (democracia vs. dictadura), se puede incorporar una tercera condición para los regímenes políticos: los semidemocráticos. Se entenderá por este tipo de régimen aquellos que, si bien no tienen una legitimidad de origen totalmente democrática, tampoco pueden considerarse gobiernos dictatoriales. Pero ni aun así sería suficiente para captar cada una de las características específicas de los regímenes políticos argentinos. Es que el siglo XX en la Argentina tuvo una gran inestabilidad en el plano del régimen político, es decir, en las reglas de juego para acceder al poder. Un caso interesante y sumamente polémico se observa a la hora de caracterizar como democráticos, semidemocráticos o no democráticos, a los gobiernos radicales de fines de los años cincuenta y sesenta. Los gobiernos encabezados por Arturo Frondizi y por Arturo Illia, respectivamente, accedieron al poder con el peronismo proscripto, ya que estaba prohibida su participación en las elecciones por directa presión de los militares. Justamente, una de las características que señala García Jurado para definir una democracia mínima, una poliarquía, es que todos los ciudadanos puedan votar lo que deseen y también presentarse libremente a elecciones. Sin embargo, a pesar de esta anomalía, la forma en que Frondizi e lllia ejercieron el gobierno no podría asimilarse, en ningún caso, a gobiernos dictatoriales como los encabezados por Videla o por Uriburu. De hecho, resultaron en muchos aspectos más democráticos (y sus conductas personales muchísimo más ejemplares) que otros gobiernos que, con un origen democrático indudable, desarrollaron políticas persecutorias e ilegales como, por ejemplo, en tiempos del tercer gobierno peronista. Para finalizar, las diferencias entre los distintos gobiernos y regímenes, las transiciones entre cada uno de ellos, los diferentes intereses que representaron y los modos que utilizaron para mantener o alcanzar el poder, son parte de una historia que se podrá entender muy bien a través del trabajo del historiador argentino Luis Alberto Romero, Breve historia contemporánea de la Argentina 1916-2010, cuya lectura forma parte de todo el desarrollo de ICSE.
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"Régimen político" de Lucio Levi
n este trabajo, Levi ofrece una definición del concepto de régimen político. Es un texto clave para comprender el desarrollo de la materia, ya que como se afirma en el primer artículo de esta publicación, la idea de régimen político y, sobre todo, del cambio de un régimen a otro, es el concepto que estructurará el desarrollo de todos los temas del programa.
E
Luego de su lectura, es preciso pensar la relación de los regímenes políticos con los valores que sustentan: ¿es posible que una democracia sostenga valores dictatoriales o viceversa nos lleva a una discusión muy antigua, la de la relación que mantienen en la política los fines y los medios. Es decir, la forma en que I e ejecuta una acción para obtener algo a cambio. ; El siguiente texto es fundamental que se analice en conjunto con el de Pedrosa, el de Espinal y el de Weber, que aparecen en estas páginas. REGIMEN POLITICO I. Definición. Por “régimen político” se entiende el conjunto de las instituciones que regulan la lucha por el poder y el ejercicio del poder y de los valores que animan la vida de tales instituciones. Las instituciones por un lado constituyen en la estructura organizativa del poder, que selecciona a la clase dirigente y asigna a los
diversos individuos comprometidos en la lucha política su papel. Por otro lado, las instituciones son normas y procedimientos que garantizan la repetición constante de determinados comportamientos y hacen de tal modo posible el desempeño regular y ordenado de la lucha por el poder y del ejercicio del poder y de las actividades sociales vinculadas a este último. Naturalmente la estructura del régimen, es decir el modo de organización y de selección de la clase dirigente, condiciona el modo de formación de la voluntad política. En consecuencia el empleo de ciertas instituciones, es decir, el empleo de determinados medios para la formación de las decisiones políticas condiciona los fines que pueden ser perseguidos: la elección de un régimen implica ya en términos generales la elección de determinados valores. El nexo entre estructura del régimen y valores se entiende, sin embargo, en el sentido de que la elección de un régimen implica de por sí límites a la libertad de acción del gobierno y. en consecuencia, la elección de una política fundamental, cuyas expresiones históricas pueden ser (y de hecho lo son) sensiblemente contrastantes entre sí, si bien orientadas por los mismos principios generales. Como lo demuestra el ejemplo de Gran Bretaña, la izquierda y la derecha, alternándose regularmente en el poder, imprimen al gobierno cada vez una dirección política compatible, no obstante, con el mantenimiento del régimen,
II. La tipología
de los regímenes políticos
Hasta una época relativamente reciente se hizo uso de una tipología de los regímenes políticos heredada de Aristóteles, la cual 'distinguía la monarquía, o bien el gobierno de .uno solo, la. Aristocracia, o bien .el gobierno de pocos, la democracia, o bien el gobierno de todos; A cada una de estas formas puras, Según Aristóteles, corresponde una forma corrupta: la tiranía, la oligarquía, la demagogia.,
En las formas puras de gobierno es istrado en interés . general, en las corruptas en interés de quien detentan el poder. El criterio sobre el que se funda esta clasificación (el número de
los gobernantes) es totalmente inadecuado
para captar en su
esencia la variedad de los regímenes políticos. Aun cuando la investigación de Aristóteles está dirigida constantemente a destacar las condiciones reales de las que dependen las diferencias entre los diversos regímenes y aun cuando los resultados de tal investigación contienen a menudo instituciones en última instancia de carácter sociológico, el criterio sobre el que se funda su
dc las formas de gobierno no tiene en cuenta el hecho, demostrado por la teoría de la clase política, de que el gobierno siempre es detentado por pocos. En efecto, en el régimen monárquico y en el tiránico nunca es una persona sola quien detenta el poder, sino un grupo. Así, en el régimen democrático que tenga dimensiones más amplias que las de la ciudad-estado, no es el pueblo quien gobierna sino sus representantes. clasificación
[ ...]
El criterio pertinente que permite destacar los caracteres esenciales de los regímenes políticos e indicar sus tipos fundamentales está representado por la forma de la lucha política. Las diferencias entre los diversos tipos de régimen son imputadas en consecuencia a los diversos modos de conquistar y de mantener el poder, los cuales dependen de las condiciones sociales y políticas de la lucha por el poder. Los cambios en la forma del régimen derivan por lo tanto de un cambio producido en las condiciones internas e internacionales de la lucha política.
Fuente: Fragmento
extraído de l.cvi, Lucio (19971. Régimen político. en Bobhio, Norberto: Matteucci. Nicola y Gianfranco Pasquino, Diccionario de política (1 :162-16). México, Siglo Veintiuno Editores.
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,
¿Qué es un golpe de Estado? Selección de definiciones
A
continuación se presenta una selección de distintas definiciones sobre el concepto de golpe de Estado. Su lectura atenta posibilitará identificar los elementos comunes de cada una y, sobre todo, contribuirá a que se construya una idea propia sobre dicho concepto. Como se podrá observar, las definiciones son muy parecidas unas a otras y no hay grandes diferencias. En primer lugar, el golpe de Estado es una forma a través de la cual se produce el cambio de régimen. Por ejemplo, de un gobierno democrático se pasa a otro dictatorial. En segundo lugar, es una práctica ilegal ya que no es una forma prevista por la ley para realizar un cambio de gobierno. Este último, es legal y legítimo cuando se establece a través de elecciones democráticas, y no por la fuerza. La historia argentina está poblada de este tipo de hechos. Gracias al análisis y la reflexión sobre cada una de las definiciones, y a medida que se avance con la lectura de los otros textos del programa, se podrá identificar cuándo el país estuvo ante golpes de Estado y cuándo no. Además, se establecerán cuáles son las diferentes características que tuvo cada uno. Los generales Uriburu en 1930 y Videla en .1976 encabezaron respectivos golpes de Estado. Ambos ilegales, sostenidos en y por las Fuerzas Armadas, y con una legitimidad basada en la violencia. Pero, también fueron diferentes entre sí. Como se podrá apreciar, esto ocurre con todos los golpes de Estado del período que abarca el estudio de ICSE. En cada uno, algunos aspectos se mantienen, otros son iguales o similares y, a la vez, otros cambian. Parte de la tarea en esta materia será detectar estas cuestiones: ¿cuáles son y por qué ocurrieron así los diferentes golpes de Estado? Cabe 35
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destacar que en la historia argentina hubo numerosas interrupciones de los gobiernos constitucionales, pero ¿todas se pueden identificar como golpes de Estado'! Se recomienda que la lectura de las definiciones se realice en paralelo con el artículo de Pedrosa y con los fragmentos de Levi y de Espinal, presentes en esta compilación. Luego, es posible aplicar sus ideas principales sobre los temas que se abordarán en los diferentes capítulos del libro ya citado, Breve historia
contemporánea 1916-2010, de Luis Alberto Romero. ¿QUÉ ES UN GOLPE DE ESTADO?
Medida grave y violenta que toma uno de los poderes del Estado, usurpando las atribuciones de otro. (Diccionario Ideológico de la lengua española, Julio Casares de la Real Academia Española, Editorial Gustavo Gilí, Barcelona, 1985).
Acción de apoderarse violenta e ilegalmente del gobierno de un país alguno de los poderes del mismo, por ejemplo, el ejército. (Diccionario de uso del español, María Moliner, A-G, Editorial Gredos, Madrid, 1997).
Usurpación ilegal y violenta del poder de una nación. (Espasa Calpe, 2001).
Usurpación del poder por parte de un grupo. (Diccionario Anaya de la Lengua)
[... ] "violación y vulneración de la legalidad institucional vigente en un Estado por parte de un grupo de personas que pretenden, mediante la fuerza, sustituir o derrocar' el régimen existente, sustituyéndole por otro propicio y generalmente configurado por las propias fuerzas golpistas. [... ] Los participantes suelen tener control sobre elementos estratégicos de las fuerzas armadas y de la policía y, para asegurar el triunfo de su acción, intentan hacerse con el de los medios de comunicación. Durante muchos años el golpe de Estado ha sido un instrumento habitual para el derrocamiento de gobiernos en el Tercer Mundo. 36
La pobreza, la insuficiente madurez política, económica y social. y una larga tradición de liderazgo militar, han hecho que muchos países sean especialmente propensos a derrocar a los gobiernos de este modo. Ahora esta pauta parece prevalecer en algunas de las naciones de África:' ("Golpe de Estado" Enciclopedia Microsoft®Encarta® en línea 2002 hup.r/encarta.msn.es © 1997-2002 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.)
[... ]"EI golpe de Estado es un acto de autoridad consistente en un atentado -o ataque- meditado, ilegal y brusco a la" normas de organización, de funcionamiento o de competencia de las autoridades constituidas; atentado -o ataque- dirigido, según un plan preconcebido y por motivos diversos, por un hombre o grupo de hombres asociados con el fin de: o apoderarse del poder, o de defender o reforzar su posición en el mismo (o sea, en el gobierno), o de producir una modificación en la orientación política del país." (O. Brichet, o. c. en bibl. 7).
[ ... ] El cambio de Gobierno, en los países democráticos, se realiza normalmente mediante elecciones competitivas. que no son sino un modo de renovación periódica del equipo gobernante. El golpe de Estado es también un procedimiento para cambiar de Gobierno, pero, a diferencia de aquéllas, es ilegal y suele ir acompañado de violencia [... ] (C. J. Friedrich, El hombre y el gobierno, Madrid l968, 683).
[... ] Con el fin de comprender mejor el significado de la expresión «golpe de Estado» y de perfilar el concepto indicaremos sus notas características. Frente a otros fenómenos revolucionarios -en sentido amplio- que son movimientos de masas, espontáneos, en mayor o menor grado, en los que predomina el sentimiento sobre la razón, el golpe de Estado es llevado a cabo por una persona o minoría de ellas perfectamente organizada que actúa de acuerdo a un plan trazado previamente con minuciosidad, con rapidez y eficacia para lograr el fin perseguido. [...] En los Estados iberoamericanos se ha utilizado el golpe de Estado como medio frecuente de cambio del personal del
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gobierno durante parte del siglo XX. Y otro tanto puede decirse de algunos de los Estados africanos descolonizados en la segunda mitad del s. XX, y también de Asia. Los regímenes que se instauran como consecuencia del uso del golpe de Estado son normalmente autocráticos y fuertes, y se ven condicionados por la lógica interna del procedimiento utilizado para acceder al poder, por lo que, para mantenerse en el mismo -y en esto estriba su debilidad-, han de evitar toda medida liberalizadora que ponga en peligro su existencia. (CanalSocial. Enciclopedia. Política. http://www.canalsocial.netl enciclopediaJenciclopedia.aspS. Sánchez González. Cortesía de Editorial Rialp. Gran enciclopedia Rialp, 1991) Los golpes militares están determinados por el predominio de las Fuerzas Armadas por sobre las demás instituciones de gobierno. En tales circunstancias, el presidente es nombrado por los jefes de las Fuerzas Armadas y el parlamento reemplazado por las deliberaciones entre los mandos superiores de las distintas armas en la Junta de Comandantes. Las garantías constitucionales son suspendidas y las personas encontradas en actividades políticas son perseguidas como delincuentes. La Justicia y la Policía quedan supeditadas a las Fuerzas Armadas y el aparato burocrático del Estado continúa, con pocos cambios, sirviendo al nuevo régimen. (Félix Luna, "Historia Argentina" - 'Gobiernos civiles y golpes militares. 1955-1982').
Fuente: Definiciones extraídas del sitio web del Ministerio de Educación de la Nación,
Último diciembre de 2013.
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"Poliarquía y democracia" de Roberto García Jurado
l texto que se presenta a continuación, avanza en la definición del concepto complejo y polisémico de democracia, el cual ha generado, desde tiempos de los antiguos griegos hasta la actualidad, múltiples debates académicos y políticos a través del siguiente interrogante: ¿qué es (y qué debería ser) una democracia en la práctica?
E
En este trabajo, García Jurado retoma la obra del politólogo norteamericano Robert Dahl, quien propone una definición instrumental de democracia que permita identificar a aquellos regímenes políticos que cumplen las pautas mínimas que se le pueden exigir a un Estado para elegir a sus máximas autoridades con algún grado de legitimidad democrática. Dahl consideraba que una sociedad democrática era, en gran parte, utópica e inalcanzable y bautizó a este sistema posible como "poliarquía". Los conceptos vertidos por García Jurado sirven, especialmente, para pensar el devenir de la democracia argentina a lo largo del siglo xx. A partir de la lectura de este fragmento, se espera haber comprendido las diferencias existentes entre el concepto de "democracia" y el de "poliarquía". Luego, al finalizar la Unidad 1, será interesante vincular este trabajo con el de Pedrosa, el de Levi, el de Espinal, el de Weber y el de O’Donnell!.
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POLIARQUÍA y DEMOCRACIA
De las dos palabras que dan título a este escrito, la segunda de ellas ha sido tan pronunciada y escuchada [ ... ] que no es posible suponer que se ha concebido una idea medianamente homogénea de su significado. Lo más probable es que éste haya sido muy distinto, de tal suerte que en la actualidad su sentido resulta totalmente relativo, y si en el pasado la pronunciación de esta palabra sirvió de divisa o lema a una fuerza política específica, en el mundo contemporáneo raramente se encontrará un partido político, un candidato a un cargo público o un gobierno que no se autonombren democráticos y rindan pleitesía a la democracia, tanto como instrumento como objetivo de su actividad. Sucede todo lo contrario con la primera palabra del título. No es probable que una persona común conozca la palabra poliarquía y todavía es menos probable que sepa cuál es su significado. Incluso dentro del ámbito de los politólogos, sociólogos y economistas este término no es familiar, y aunque puede ser interpretado a través de su etimología, contiene un amplio sustento teórico muy poco conocido. A pesar de que la popularidad y la extensión del uso de estos dos conceptos son tan contrastantes, se refieren a cosas muy similares, pues ambos aluden a los sistemas políticos actuales de las sociedades occidentales, y se diferencian sólo por la connotación particular que se les da en determinados contextos teóricos […] Así, para una interpretación aceptable de este concepto deben consultarse algunas de sus obras previas [ ...] Pero ni siquiera esto basta, pues desde que comenzó a usar el término hasta sus obras más recientes. Dahl lo ha estado enriqueciendo y reelaborando, por lo que es necesario aludir a varios más de sus trabajos para comprender más amplia y extensamente la teoría e hipótesis que lo sustentan. Aunque la producción teórica de Dahl no se ha detenido en las últimas décadas, en sus escritos más recientes sigue respetado en términos generales el contenido original que diera a este concepto.
El sustento teórico y las implicaciones de la poliarquía son de una gran densidad, sin embargo. para ordenar su análisis, se pueden distinguir tres dimensiones o formas de comprenderla: 1) La poliarquía como aproximación a la democracia; 2) La poliarquía como control del liderazgo político; y 3) La poliarquía como pluralismo corporativo. Estas tres dimensiones se relacionan de múltiples formas y. de hecho. son complementarias: no obstante, su distinción y examen por separado pueden ser de gran utilidad para un análisis y comprensión más integrales.
La poliarquía como aproximación a la democracia La manera más simple. directa y breve en que Robert Dahl define la poliarquía es la de que éste es el término que mejor describe a las sociedades democráticas realmente existentes. Esto significa que es necesario reconocer que la democracia es un orden utópico e ideal al que no puede aspirar la sociedad, pues su realización no está al alcance de la humanidad. 1 Sin embargo, Dahl señala que es necesario aceptar que hay algunas sociedades que se encuentran más cerca de la democracia que otras, es decir, que existen algunas sociedades donde las desigualdades políticas son enormes, inmensas a veces, y otras en las que son menores. Así, las primeras están muy lejos de un orden político democrático, son sociedades monolíticas y donde seguramente impera la autocracia o alguna otra forma de gobierno totalitario, en tanto que las sociedades del segundo tipo están más cerca de la democracia y por lo tanto, para no caer en el exceso e imprecisión de llamarlas democráticas, puede usarse el término de sociedades poliárquicas. Planteado de esta manera, se deduce que la democracia es una cuestión de grado, de aproximación, es decir, una sociedad se aproxima o aleja de la democracia, pero nunca llega a la plenitud.' Dahl reconoce que muchas sociedades modernas han llegado a la poliarquía mediante una revolución, en tanto que otras lo han hecho a través de medios pacíficos. Sin embargo, confía en que
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una vez que la sociedad ha llegado a la poliarquía las revoluciones y cambios bruscos dejan de ser posibles, la poliarquía es el fin de la historia política de la sociedad, después de ella no hay ninguna forma de gobierno que pueda sustituirla ni el deseo de la sociedad para hacerlo. El marco institucional de una poliarquía permite que todos los cambios necesarios en la sociedad se realicen gradualmente, a través de lo que Dahl llama el incrementalismo […].
Notas del artículo original: l. Dahl señala que existen una serie de características que deben cumplirse para la existencia de un orden plenamente democrático: 1) Que cada miembro exprese su preferencia, o sea que vote; 2) Que influya por igual cada preferencia, cada voto; 3) Que triunfe la opción con mayor número de votos; 4) Que los individuos puedan insertar y elegir la opción preferida; 5) Que todos los individuos posean la misma información sobre todas y cada una de las alternativas propuestas; 6) Que las alterativas con mayor votación desplacen a las otras; 7) Que se ejecuten las órdenes de los representantes designados o se lleven a cabo las acciones elegidas; y 8) Que todas las elecciones que se realicen cumplan con estas siete condiciones o que se subordinen a ellas. Dahl apunta que algunas de estas condiciones son posibles, pero otras son poco menos que inalcanzables. Es decir, un orden social democrático pleno, como se concibe mediante estas condiciones, es irrealizable. 2. "Debido a que las organizaciones humanas rara vez y quizá nunca alcanzan el límite establecido por estas ocho condiciones, es necesario interpretar cada una de ellas como un extremo de un continuo o de una escala a lo largo de la cual se puede medir cualquier organización. Desafortunadamente, en la actualidad no existe ninguna forma conocida de asignar valores, si pudieran medirse las ocho escalas, sería posible, y tal vez útil, establecer clases arbitrarias pero no carentes de sentido, de las cuales el plano superior podría llamarse poliarquías". En Dahl, R (1987). Un prefacio o la teoría democrática. México: Guernika, p. 98. Fuente: Fragmento extraído de García Jurado, Roberto (199611997), Poliarquía y democracia, en Estudios Filosofía: Historia. Letras (47), Departamento Académico de Estudios Generales del Instituto Tecnológico Autónomo de México.
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'Transición a la democracia' de Rosario Espinal
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continuación, se presentan dos fragmentos de este artículo de Espinal. El primero, se titula "La democratización" y el segundo "Transición a la democracia".
LA DEMOCRATIZACIÓN En este fragmento, la autora, propone dos definiciones de democracia que tienen mucho en común, ya que ambas pertenecen a dos reconocidos especialistas en el tema: Bobbio y Dabl. Además, Espinal introduce una discusión muy común hasta nuestros días: ¿es la democracia un conjunto de reglas formales que solo permite definir quién gobierna? O, en cambio, ¿la democracia es un conjunto de valores sustantivos que van más allá de la elección? El ex presidente argentino Raúl Alfonsín solía decir en su campaña electoral del año 1983 que "con la democracia se come, se cura y se educa". Esta discusión es permanente a la hora de hablar de democracia. Por esta razón, antes de comenzar a debatir, 1O mejor es tener algunas definiciones concretas que sirvan de base común para poder trabajar el concepto de democracia. El presente fragmento de Espinal, resulta interesante analizarlo complementariamente con los textos de García Jurado y O'Donnell, ya que los tres autores reflexionan sobre la democracia, sus límites conceptuales y sus problemas a la hora de definirla.
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l· .. J
C) LA DEMOCRATIZACJÓ Al llegar a la democratización surge el problema de especificar qué es la democracia. Sin entrar en una discusión semántica, basta retomar el punto previamente sugerido en cuanto a la diferencia entre la noción "formal" y "sustantiva" de la democracia. ¿Refiere la democracia a un conjunto de mecanismos de protección ciudadana y' reglas de gobierno'? ¿Incluye la democracia una dimensión de justicia social en la esfera de las relaciones económicas y formas de vida'? El asunto es pertinente no sólo desde una dimensión ética, sino también en el contexto de las luchas por establecer y mantener la democracia en muchos países con altos índices de pobreza y desigualdad social. En las democracias desarrolladas, las inequidades sociales se fueron reduciendo durante el proceso de democratización política. Es decir, la garantía de los derechos políticos. económicos y sociales se produjeron a un ritmo más acorde. En los países de más reciente transición democrática, como los casos de América Latina, la asimetría entre la expansión de los derechos políticos y socioeconómicos hace más difícil y precario el proceso de democratización. De ahí se deriva la crítica de que la democracia es formal y no real. Esta diferenciación entre democracia formal y real también tiene una trayectoria teórica en el marxismo que redujo la democracia a una apariencia política de igualdad en el capitalismo explotador y desigual. Paralelamente a esta crítica se desarrolló un pensamiento pro-democrático que tiene diversas expresiones teóricas pero coincide en afirmar que los derechos individuales en la esfera política son un referente esencial de la democracia. Según Norberto Bobbio (1987, 66), la democracia es "un conjunto de reglas que facilitan y garantizan la más extensa participación de la mayoría de los ciudadanos, directa o indirectamente, en las decisiones que afectan la sociedad"a"
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Reglas similares ya había estipulado Robert Dahl (1956) en lo que llamó la "poliarquía", es decir, una democracia que enfatiza los procedimientos políticos mínimos de convivencia democrática. Ellos son el derecho al voto en condiciones de igualdad, elecciones libres, y la existencia de alternativas para elegir.(b)» [ ... ]
Notas del artículo original: (a) Bobbio, Norberto (1985). El FUI11m de la Democracia. Barcelona. Plaza y Junés Editores. (b) Dahl, Roben (1956). A Preface Chicago Press.
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Democratic Theory. University 01'
Fuente: Fragmento extraído de Espinal. Rosario (s/a), Transición de la democracia. en Diccionario electoral (edición on line) del Centro de Asesoría y Promoción Electoral (CAPEL) del Instituto Interamericano de Derechos Humanos. Disponible en http://www.iidh.ed.cr/capel/. Último diciembre 2013.
TRANSICIÓN
A LA DEMOCRACIA
El concepto de transición puede definirse al citar las palabras del filósofo italiano Antonio Gramsci cuando dijo: “lo viejo no termina de morir y lo nuevo no acaba de nacer". Durante el siglo XX. la Argentina vivió en permanente transición entre los regímenes democráticos, semidemocráticos y dictatoriales. Como un ejercicio para comprobarlo basta recordar cuántos golpes militares y, luego, retornos a la democracia hubo en el siglo XX. La definición de transición presentada en este fragmento indica que es un momento de mucha incertidumbre. Por lo tanto, si se han experimentado constantes transiciones durante el siglo XX, eso también significa que se vivió ante permanentes vacilaciones que afectaron la calidad de la democracia, pero también a las restantes 45
cuestiones referidas a la vida institucional del país y al desarrollo de la economía. Posiblemente el gobierno de Alfonsín sea un momento emblemático para comprender la transición. Resulta interesante leer el capítulo de Romero sobre este período para analizarlo en función de este concepto de Espinal. Este último, también es importante a la hora de analizar los cambios de régimen.
TRANSICIÓN A LA DEMOCRACIA
1. Importancia de1 concepto Definir el concepto "transición a la democracia" es una tarea compleja tanto por la fluidez que todo proceso de transición supone, como también porque la democracia no es un vocablo de definición única y unívoca. Desde los clásicos de la democracia en la antigua Grecia, pasando por la teoría liberal inglesa, la ilustración sa y el marxismo, hasta las concepciones propias del siglo XX con los trabajos de Schumpeter y el revisionismo democrático!", se ha entretejido una compleja red de referentes democráticos que en el lenguaje del presente podemos clasificar en formales y sustantivos. ¿Es la democracia un ensamblaje de reglas formales expresadas en leyes, constituciones y formas de organización estatal, o es la democracia un sistema político que también atiende la justicia e igualdad en diversas esferas de la vida? Esta es la pregunta central para la definición de la democracia, y por tanto, de una transición a ella. La relevancia de estas preguntas es aún mayor en las transiciones de fines del siglo XX, ya que muchos países que experimentaron procesos de transición democrática mostraron altos índices de pobreza y desigualdad, como bien lo expresa el caso de América Latina. La continuidad de formas autoritarias durante el siglo XX explica que el concepto de "transición a la democracia" 46
mantuviera su importancia en el análisis socio-político. Las interrogantes acerca de cómo y cuándo ocurren las
transiciones persistieron y adquirieron mayor relevancia a partir de mediados de los años setenta [...] [...]
III. Transición democracia Una transición democrática no asegura la futura consolidación democrática. En este sentido, el concepto de "transición a la democracia" retiene la incertidumbre del proceso democrático en el largo plazo. Pero la "transición a la democracia" asume 10 siguiente: primero, que existía una situación previa que no podía calificarse de democrática (es decir, existía algún tipo de autoritarismo), y segundo, que el proceso de cambio se dirigía hacia la inclusión de prácticas políticas e instituciones democráticas. Veamos a continuación las características de este proceso de cambio (de transición) y los referentes que llevan a concluir que dicha transición es democrática. A) La transición
El concepto de "transición" es definido [...] como "el intervalo entre un régimen político y otro".(b) Al indicar las características de este proceso, los autores señalan tres puntos. Primero, que el signo clásico de que una transición del autoritarismo ha comenzado es cuando los propios líderes autoritarios empiezan a modificar sus propias reglas de juego en tanto proveer más garantías de los derechos políticos, individuales y grupales. Segundo, que durante el proceso de transición las reglas de juego no están bien definidas sino que se encuentran en un estado cambiante y de fluidez. Tercero, que se da una lucha ardua entre los actores políticos por redefinir reglas de juego que les beneficien en lo inmediato y en el futuro. Estos tres puntos son sugerentes 47
en tanto destacan indicadores de la transformación interna del régimen previo a la transición democrática, la fluidez e incertidumbre de los procesos de transición que modifican los patrones previos establecidos de relaciones políticas, y la importancia del período transicional para los procesos ulteriores en tanto las decisiones que se toman y el poder que se adquiere durante este período de fluidez política afectarán el tipo de democracia posible en el futuro. En otras palabras, el estado de inestabilidad existente y la búsqueda de acuerdo que permitan la instauración de un nuevo régimen plantean la posibilidad de ampliar las alternativas hasta entonces existentes.
B) La liberalización En el proceso de transición a la democracia se identifican dos momentos. Según O' Donnell y Schmitter (1986), antes de la democratización se da un proceso de liberalización caracterizado por la redefinición y extensión de los derechos ciudadanos. Estos incluyen el habeas corpus, libertad de expresión y de movimiento, libertad de asociación, derecho a la privacidad, etc. Es difícil determinar con precisión si todos estos derechos se respetan, pero lo sintomático es que se registran avances importantes en relación con el período autoritario. Se asume también que el ejercicio de estos derechos por palie de algunos sectores servirá de ejemplo y motivación para que otros ejerzan sus derechos. La dinamicidad y conflictividad del proceso de transiciónliberalización es otro de los puntos que destacan O'Donnell y Schmitter. Los múltiples cálculos de avances y retrocesos ocupan a los actores políticos. La tensión surge de las demandas planteadas y las concesiones otorgadas. Cada situación concreta tendrá sus niveles específicos de riesgo. ¿Hasta dónde es posible desafiar las reglas de juego previamente establecidas? ¿Qué contribuirá a la estabilización de las conquistas democráticas? ¿Qué producirá un retroceso? Son éstas las inquietudes típicas del proceso de transición. Si no hay una regresión
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autoritaria, entonces se presenta la posibilidad de un proceso de democratización. [...] Linz considera que son las acciones de los gobernantes y no las condiciones estructurales e históricas las que determinan el futuro de una naciente democracia. Él identifica varios problemas recurrentes que en el pasado obstaculizaron la consolidación de nuevos regímenes democráticos: 1) La euforia inicial y las imágenes de apoyo amplio a la democracia dan la sensación de que con buena voluntad se pueden resolver los problemas acumulados en vez de captar la complejidad de los problemas sociales. 2) Los líderes del nuevo régimen democrático han tenido tiempo de reflexionar sobre los problemas de la sociedad y sus soluciones, pero no han confrontado la tarea de formularlos en términos precisos. 3) Las nuevas democracias son con frecuencia instituidas por coaliciones en las que incluso grupos minoritarios, cuya fuerza es aún desconocida, quieren ser escuchados. 4) El deseo de legislar sin los recursos necesarios para impulsar nuevas medidas, lo cual puede tener repercusiones perturbadoras en la economía que motivan evasión de capital o reducción en las inversiones. Cuando ocurren estos problemas, el resultado será frustración y descontento dentro de la coalición democrática, pudiendo llevar al colapso del régimen. Notas del artículo original: (a) En este texto se citan las siguientes obras:
Linz, Juan (1978), The Breakdown of Democratic Reglmes: Crisis, Breakdown & Reequilibration, Baltímore, Johns Hopkins University Press. O'Donnell, Guillermo; Schmitter, Phillipe and Whitehead, Laurence (Eds.), (1986), Transttions from Authoritarian Rule: Latin America, Baltimore, Johns Hopkins University Press. Schumpeter, Joseph (1950), Capitalism, Socialism ami Democracy, New york, Harper and Row.
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(b) O'Donnell, Guillermo y Schmitter, Phillipe (1986), Transitions from Authoritarian Rule: Tentative Conclusions, en O'Donnell, G.; Schmitter, P. and Whitchead, L., Transitions from Authoritarian Rule: Tentative Conclusions (6), Baltimore, Johns Hopkins University Press.
Fuente: Fragmento extraído de Espinal, Rosario (s/a), Transición a la democracia, en Diccionario electoral [edición on line], Centro de Asesoría y Promoción Electoral (CAPEL), Instituto Interamericano de Derechos Humanos. Disponible en http:// www.iidh.ed.cr/. Último diciembre 2013.
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"La política como vocación" de Max Weber
ax Weber fue uno de los principales pensadores de todos los tiempos. Su obra influyó decisivamente en diversas ciencias sociales, pero fundamentalmente, en la Sociología y en la Ciencia Política. El fragmento del texto aquí presentado, uno de los más conocidos, es una conferencia que el mismo Weber expuso en 1919. Forma parte del libro llamado El político y el científico.
M
En este texto, Weber ofrece una serie de definiciones de conceptos complejos, como por ejemplo, política, Estado y legitimidad. Es importante leerlo en función de la idea de cómo se conforman las instituciones que sostienen los regímenes políticos o, en otras palabras, las reglas que permiten acceder y ejercer el poder sobre una sociedad determinada. En este sentido, la idea de legitimidad es muy importante. Todo poder necesita una legitimidad para ser creíble ante la sociedad, una legitimidad positiva, pero también otra proveniente de la fuerza. Y en ese equilibrio entre violencia y convencimiento, los Estados y las sociedades establecen un vínculo muy inestable pero imprescindible para coexistir. Durante su lectura, se sugiere prestar especial atención a los elementos que Weber toma para definir un Estado y cómo éste adquiere la legitimidad para dominar a una sociedad determinada. Estos dos conceptos, Estado y legitimidad, son fundamentales para analizar muchos de los temas de ICSE, especialmente, al leer -en el libro de Romero- sobre las políticas de los diversos gobiernos argentinos para consolidarse en el poder y aplicar sus proyectos.
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LA POLÍTICA COMO VOCACIÓN [...]
¿Qué entendemos por política? El concepto es extraordinariamente amplio y abarca cualquier género de actividad directiva autónoma. Se habla de la política de divisas de los bancos, de la política de descuento del Reichsbank, de la política de un sindicato en una huelga, y se puede hablar igualmente de la política escolar de una ciudad o de una aldea, de la política que la presidencia de una asociación lleva en la dirección de ésta e incluso de la política de una esposa astuta que trata de gobernar a su marido. Naturalmente, no es este amplísimo concepto el que servirá de base a nuestras consideraciones en la tarde de hoy. Por política entenderemos solamente la dirección o la influencia sobre la dirección de una asociación política, es decir, en nuestro tiempo, de un Estado. Dicho Estado sólo es definible sociológicamente por referencia a un medio específico que él, como toda asociación política, posee: la violencia física. "Todo Estado está fundado en la violencia", dijo Trotsky en Brest-Litowsk, Objetivamente esto es cierto. Si solamente existieran configuraciones sociales que ignorasen el medio de la violencia habría desaparecido el concepto de "Estado" y se habría instaurado lo que, en este sentido específico, llamaríamos "anarquía". La violencia no es, naturalmente, ni el medio normal ni el único medio de que el Estado se vale, pero sí es su medio específico. Hoy, precisamente, es especialmente íntima la relación del Estado con la violencia. En el pasado las más diversas asociaciones, comenzando por La asociación familiar, han utilizado la violencia como un medio enteramente normal. Hoy, por el contrario, tendremos que decir que Estado es aquella comunidad humana que, dentro de un determinado territorio (el territorio es el elemento distintivo), reclama (con éxito) para sí el monopolio de la violencia física legítima. Lo específico de nuestro tiempo es que a todas las demás
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asociaciones e individuos sólo se les concede el derecho a la violencia física en la medida que el Estado lo permite. El Estado es la única fuente del "derecho" a la violencia. Política significará, pues, para nosotros, la aspiración a participar en el poder o a influir en la distribución del poder entre los distintos Estados o, dentro de un mismo Estado, entre los distintos grupos de hombres que lo componen. Esto se corresponde esencialmente con la acepción habitual del término. [...] El Estado, como todas las asociaciones políticas que históricamente lo han precedido, es una relación de dominación de hombres sobre hombres, que se sostiene por medio de la violencia legítima (es decir, de la que es vista como tal). Para subsistir necesita, por tanto, que los dominados acaten la autoridad que pretenden tener quienes en ese momento dominan. ¿Cuándo y por qué hacen esto? ¿Sobre qué motivos internos de justificación y sobre qué medios externos se apoya esta dominación? En principio (para comenzar por ellos) existen tres tipos de justificaciones internas, de fundamentos de legitimidad de una dominación. En primer lugar, la legitimidad del "eterno ayer", de la costumbre consagrada por su inmemorial validez y por la consuetudinaria orientación de los hombres hacia su respeto. Es la legitimidad "tradicional", como la que ejercían los patriarcas y los príncipes patrimoniales de viejo cuño. En segundo término, la autoridad de la gracia (carisma) personal y extraordinaria, la entrega puramente personal y la confianza, igualmente personal, en la capacidad para las revelaciones, el heroísmo u otras cualidades de caudillo que un individuo posee. Es esta autoridad carismática la que detentaron los profetas o, en el terreno político, los jefes guerreros elegidos, los gobernantes plebiscitarios, los grandes demagogos o los jefes de los partidos políticos. Tenemos, por último, una legitimidad basada en la legalidad, en la creencia en la validez de preceptos legales y en la competencia objetiva fundada sobre normas racionalmente 53
creadas, es decir, en la orientación hacia la obediencia a las obligaciones legalmente establecidas; una dominación como la que ejercen el moderno "servidor del Estado" y todos aquellos titulares del poder que se asemejan a él. Lo que hoy nos interesa sobre todo aquí es el segundo de estos tipos: la dominación producida por la entrega de los sometidos al "carisma" puramente personal del "caudillo". En ella arraiga, en su expresión más alta, la idea de vocación. La entrega al carisma del profeta, del caudillo en la guerra, o del gran demagogo en la
Ecclesia o el Parlamento, significa, en efecto, que esta figura es vista como la de alguien que está internamente llamado a ser conductor de hombres, los cuales no le prestan obediencia porque lo mande la costumbre o una norma legal, sino porque creen en él. [ ...]
Lo propio del Occidente es, sin embargo, y esto es lo que aquí más nos importa, el caudillaje político. Surge primero en la figura del "demagogo" libre, aparecida en el terreno del Estado-ciudad, que es también la creación propia de Occidente y, sobre todo, de la cultura mediterránea, y más tarde en la de 'jefe de partido" en un régimen parlamentario, dentro del marco de] Estado constitucional, que es igualmente un producto específico del suelo occidental. [ ...]
¿Cómo comienzan a afirmar su dominación los poderes políticamente dominantes? Esta cuestión abarca cualquier forma de dominación y, por tanto, también la dominación política en todas sus formas, tradicional, legal o carismática. Toda empresa de dominación que requiera una istración continuada necesita, de una parte, la orientación de la actividad humana hacia la obediencia a aquellos señores que se pretenden portadores del poder legítimo y, de la otra, el poder de disposición, gracias a dicha obediencia, sobre aquellos bienes que, eventualmente, sean necesarios pata el empleo del poder físico: el equipo de personal istrativo y los medios materiales de la istración. [...]
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Para el mantenimiento de toda dominación por la fuerza se requieren ciertos bienes materiales externos, lo mismo que sucede con una empresa económica.
Fuente: Fragmento extraído de Weber, Max (2006), El político y el científico, Buenos Aires, Prometeo Libros.
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"El Estado moderno. Breve recorrido por su desarrollo teórico" de Marcelo Garabedian
odas los Estados no son iguales, cada uno adquiere distintas características según el tipo de acción política y los objetivos que busca cumplir. La definición de Estado que propone Weber en el texto incluido en la presente compilación, puede considerarse como primera y general para establecer con precisión cuándo estamos ante un Estado.
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Sin embargo, tal definición, aun cuando es muy útil, no presenta una tipología como la que elaboró Marcelo Garabedian en su trabajo: "El Estado moderno. Breve recorrido por su desarrollo teórico". En dicho artículo, que no se incluye en esta compilación", el autor define los tipos de Estado y presenta distintos modelos estatales que responden a diferentes tiempos históricos: el Estado absolutista, el Estado liberal, el Estado de bienestar y el Estado neoliberal. Se sugiere la lectura de este texto conjuntamente con el de Weber, atendiendo a las características de cada uno de los tipos descriptos. Al finalizar, se podrá identificar cada modelo de Estado y las diferencias entre uno y otro.
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13. La ruta de a este artículo está disponible en el Campus virtual de UBA
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¿Qué es una dictadura? Selección de definiciones
l siguiente fragmento es una selección de diversas definiciones del concepto de dictadura, de las cuales se tomarán los elementos comunes que tengan para que se logre construir una visión propia sobre el concepto, al igual que se propuso con las definiciones de golpe de Estado y con la de terrorismo de Estado que se presenta a continuación.
E
En la historia argentina hubo numerosos gobiernos no constitucionales, pero ¿todos han sido dictaduras? Es importante recordar que la dictadura es un tipo de régimen no democrático con características muy definidas que la diferencian, tanto de los regímenes democráticos como de los semidemocráticos, A partir de su lectura, se observará que las definiciones son muy parecidas unas a otras y no hay grandes diferencias, ya que en este caso no existen tantas polémicas sobre lo que es (o lo que no es) una dictadura, como sí las hay en torno a la definición de democracia. Este texto será muy útil para identificar cuándo se establecieron las dictaduras en la Argentina, además de analizar sus características. Muchas veces las dictaduras son diferentes, a pesar de que comparten, entre sí, una serie de elementos comunes. El texto de Romero, es un lugar clave para aplicar todo lo que se aprenda sobre este concepto.
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¿QUÉ
ES UNA DICTADURA?
[Definición 1] Gobierno que se ejerce fuera de las leyes constitutivas de un país. (Diccionario Ideológico de la lengua española, Julio Casares de la Real Academia Española, Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 1985).
[Definición dictador.
2] Régimen
político
en que gobierna
un
(Diccionario Ideológico de la lengua española, Julio Casares de la Real Academia Española, Editorial Gustavo PiIi, Barcelona, 1985).
[Definición 3] Gobierno que prescinde del ordenamiento jurídico para ejercer la autoridad sin limitaciones en un país y cuyo poder se concentra en una sola persona: [por ejemplo] la dictadura franquista. [O] Fuerza dominante, concentración de la autoridad en un individuo, un organismo, o una institución, generalmente: la dictadura de la banca. (2001, Espasa Calpe)
[Definición 4] Autocracia, autarquía, cesarismo, fascismo, absolutismo, dominio.
totalitarismo,
(Sinónimos, 200 1, Espasa Calpe)
[Definición 5] Es un Gobierno que, invocando el interés público, se ejerce fuera de las leyes constitutivas de un país. (Diccionario General de la Lengua Española Vox)
[Definición 6] l. Del lat. dictadura. l. (sustantivo femenino). Régimen de gobierno caracterizado por la concentración de todos los poderes en un individuo o en una institución que no tienen ninguna limitación legislativa ni responsabilidad ante nadie. 2. (sustantivo femenino). Tiempo que dura dicho gobierno. 3. (figurado. -a, figuradamente, sustantivo femenino). Concentración del poder en un individuo o institución. (Diccionario Anaya de la Lengua)
[Definición 7] Método autocrático de gobierno, según el cual
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una persona, o un grupo de personas, asume provisionalmente el poder político de modo absoluto e irrestricto, con el objeto de responder a una necesidad excepcional de fortalecimiento del Estado. TI. Forma de gobierno por la cual una o varias personas asumen, sin limitación y de modo absoluto las funciones integras de la soberanía, concentrando en sí el ejercicio del poder público. Esta forma política, aparte de sus vicisitudes históricas, especialmente en Roma, constituye en la actualidad un sistema despótico por el cual la arbitrariedad se erige en norma jurídica, sin intervención de la voluntad de los ciudadanos, ni el contrapeso de la responsabilidad. Existieron en el siglo pasado en países de Asia, África y América Latina, dictaduras militares que utilizaron al anticomunismo como pretexto para implantar regímenes oligárquicos, reprimir al movimiento social y destruir por medio del terror institucional a las organizaciones democráticas. La mayoría de estas dictaduras fue borrada por el auge democrático posterior. Es la antítesis del sistema constitucional y de garantías, propio de los modernos Estados de derecho o democráticos. (Dicciobibliografia.com.)
[Definición 8] Sistema de gobierno cuya primera definición fue dada por el filósofo griego Aristóteles, que la calificó como una de las forma." puras de gobierno, junto con la monarquía y la aristocracia, en oposición a la impura demagogia. En Roma, se consideraba una magistratura suprema, decidida por los cónsules de acuerdo con el Senado, que, en tiempos de peligro para la República, permitía al dictador que la ostentara gobernar como soberano. En la actualidad, la dictadura es una modalidad de gobierno que, invocando un pretendido interés público, identificado en la realidad con intereses de grupo, prescinde, para conseguirlo, de la voluntad de los gobernados. Es un poder ejercido por una persona o grupo al margen o por encima de las leyes, sin sometimiento a fiscalización ni control democrático alguno. La dictadura excluye u obvia, cuando no la elimina, una división de los poderes del Estado -legislativo, ejecutivo y judicial
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-, implicando la restricción o supresión de las libertades de expresión, reunión y asociación. Por regla general, viene impuesta mediante golpes de Estado militares respaldados a su vez por sectores civiles que profesan una ideología concreta, con aspiraciones hegemónicas y programas autoritarios, en particular en situaciones de crisis económicas o políticas. En la teoría marxista-leninista se habla de dictadura del proletariado para referirse a la forma de gobierno que la clase trabajadora implantaría una vez derrocado el sistema capitalista como fase previa al advenimiento de la sociedad comunista, para consolidar y desarrollar el proceso revolucionario socialista. ("Dictadura" Enciclopedia Microsoft® Encarta® en línea 2002 http://encarta.msn.es © 1997-2002 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.)
[Definición 9] Se trata de una forma de dominación política de significado un poco ambiguo, pero que, tanto en la Ciencia política como en el lenguaje vulgar, aparece siempre en relación dialéctica con la república o democracia. Es una negación de ésta, mas con la particularidad decisiva de que no llega a afirmar o estructurar ninguna otra forma de gobierno que la sustituya. En cuanto negación de la democracia: a) Es contraria al principio de división de poderes, concentrándolos todos en un solo órgano. b) Es contraria al principio liberal de máximo respeto a los derechos individuales. Dictadura es tanto como despotismo o tiranía, en el sentido formal de la expresión (o sea, sin prejuzgarse su último valor para la convivencia ciudadana). (CanalSocial. Enciclopedia. Política. - http://www.canalsocial.netl enciclopedia/enciclopedia.asp- A. Perpiná Rodríguez. Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991).
Fuente: Definiciones extraídas del sitio web del Ministerio de Educación de la Nación,
Último diciembre de 2013.
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¿Qué es el terrorismo de Estado?
i bien es un concepto muy frecuente en ámbitos políticos y en organizaciones que luchan por la defensa de los derechos humanos, no sucede lo mismo en lo cotidiano ya que el mismo hace referencia a un hecho muy complejo y no muy habitual.
S
El terrorismo de Estado ocurre cuando el mismo Estado decide violar la ley para obtener mayor poder incluso a costa de los ciudadanos que debe proteger. Esta definición fue muy utilizada para referirse a la decisión política de la dictadura -surgida del golpe de Estado de 1976- cuando ordenó terminar con las organizaciones armadas a través de métodos clandestinos e ilegales. Es decir, el Estado conducido por los militares decidió no aplicar la ley y, así, no darles el derecho a defenderse a quienes consideraran posibles culpables. De esta manera, el Estado creó fuerzas clandestinas, campos de concentración secretos e instaló métodos como la tortura o el robo de bebés, impensados para una organización como el Estado que, por su propia definición, es el espacio donde los ciudadanos delegan parte de su soberanía. Esto no quiere decir que las organizaciones guerrilleras de la época no hayan sido responsables de numerosos crímenes. Lo que se quiere remarcar es que en una sociedad moderna no hay nada peor que sea el mismo Estado quien cometa delitos, tanto por la magnitud del poder que maneja, como por la indefensión en la que quedan los ciudadanos. Por supuesto que esto no ocurrió solo en gobiernos militares, pero fue durante la última dictadura militar en que se lo llevó al extremo. Como podrá advertirse, en la historia argentina, este concepto adquiere relevancia a la luz de los sucesos políticos de la década de los años setenta y principios de los ochenta que Romero narra en su libro. 63
¿QUÉ
ES EL TERRORISMODE ESTADO?
[Se entiende por Terrorismo de Estado al] Uso sistemático, por parte del gobierno de un Estado, de amenazas y represalias, considerado a menudo ilegal dentro incluso de su propia legislación, con el fin de imponer obediencia y una colaboración activa a la población. Por su naturaleza es difícil de identificar, y los conceptos varían en función del carácter de las épocas históricas, zonas geográficas y características culturales. Los regímenes despóticos del pasado utilizaban con frecuencia prácticas de este tipo, que las democracias modernas condenarían sin necesidad de realizar una crítica contemporánea rigurosa. Las formas más desarrolladas de terrorismo de Estado, para las que el término fue inventado, han sido los sistemas empleados en el siglo XX bajo el fascismo y el comunismo. Asimismo, la práctica de terror desde el poder se extendió en el siglo XX bajo regímenes militares o militarizados en el seno de democracias formales. Estos regímenes totalitarios se caracterizaban por un monopolio de los medios de comunicación, la imposición de una ideología monolítica, la exigencia no sólo de obediencia sino de participación activa en las medidas policiales del Estado, y un aparato de policía secreta y de campos de concentración para disciplinar e incluso exterminar a los adversarios y disidentes. Los líderes potenciales de la oposición eran aislados, encarcelados, exiliados o asesinados. A menudo, los tentáculos del aparato del Estado se extendían hasta el extranjero y atacaban a enemigos que pertenecían a la población en el exilio, como fue el caso del asesinato de León Trotsky en México a manos de agentes estalinistas. Los componentes de muchas organizaciones nacionales de seguridad e información han utilizado métodos ilegales para hacer frente a los adversarios, tanto dentro como fuera del país. Lo que diferencia estos episodios de un sistema donde se aplica el terrorismo de Estado es la importancia de la operación y el total respaldo de la clase dirigente. En efecto, el aparato de terror, el Estado y el partido en el gobierno suelen estar relacionados de un modo indisociable. El sistema acaba 64
destrozando a menudo a los elementos de su propia cúpula, como sucedió con el líder nazi Ernst Rohm, jefe de la Sección de Asalto (SA), y el jefe de la policía secreta soviética Lavrenti Beria, ambos ejecutados por las mismas organizaciones que ellos crearon o dirigieron. En otro plano, algunos regímenes han recurrido a medios extralegales para eliminar a elementos específicos de la población, en especial en lo que a proscritos y presuntos delincuentes se refiere. ("Terrorismo de Estado" Enciclopedia Microsoft® Encarta® en línea 2002 http://encarta.msn.es © 1997-2002 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.)
Fuente: Definición extraída del sitio web del Ministerio de Educación de la Nación,
. Último diciembre de 201.3.
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"Democracia Delegativa" de Guillermo O’Donnell
'Donnell fue uno de los intelectuales argentinos más destacados de las últimas décadas. Introdujo en la agenda de las Ciencias Sociales numerosas problemáticas y sus obras son una referencia en todo el mundo académico. De este autor, en ICSE, se leerá uno de sus últimos, y más influyentes, trabajos: "Democracia delegativa".
O
En dicho artículo, que no se incluye en esta compilación", se continúan las discusiones sobre el concepto de democracia iniciadas con el texto "Poliarquía y democracia" de García Jurado. De este último, se retomará el planteo de Dahl por el cual propone una variante realista, mínima de la democracia que se denomina "poliarquía" y que permite definir la democracia posible. En su trabajo, O'Donnell incorpora otra definición de democracia que denomina "democracia delegativa". Este concepto adquiere relevancia al aplicarlo en el contexto actual de América Latina y, en particular, es muy útil para reflexionar sobre el caso de la Argentina y el de Venezuela. Si bien hay países que son democráticos por la forma en que se eligen las autoridades, sin embargo, presentan un tipo de democracia que no es como aquella considerada como democracia clásica, o como democracia representativa que es la predominante en los países más desarrollados. La democracia representativa se sostiene en que los ciudadanos confían los asuntos públicos a una serie de representantes con quienes mantienen una suerte de contrato a la hora de elegirlos, el programa
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14. La rula de a este artículo está disponible en el Campus virtual de UBA
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electoral. En este tipo de democracia, los representantes obedecen este contrato y, además, sujetan sus actividades al respeto de la ley y a la división de poderes del Estado (Ejecutivo, Legislativo y Judicial). Sobre todo, los representantes son conscientes de su condición y respetan la división entre lo público y lo privado sabiendo que ocupan temporalmente los lugares de poder. Sin embargo, y como es de imaginar, esto no funciona así en muchos países del mundo, especialmente en los latinoamericanos. Aunque sus democracias funcionen de modo diferente, no puede decirse que esos países no posean un sistema democrático o poliárquico, ya que la institución de las elecciones es respetada. Frente a este dilema, O’Donnell propone considerar a estas democracias como un tipo nuevo y distinto, y define sus características particulares. Los líderes populistas y las democracias delegativas están fuertemente vinculados y, en el desarrollo de ICSE, se podrá reflexionar sobre esta cuestión en ejemplos concretos de la historia argentina. Por supuesto que a la hora de leer los capítulos de Romero vinculados a los gobiernos de Carlos Menem, será fundamental que se utilicen los conceptos aquí vertidos. También, resultará interesante vincular el trabajo O'Donnell en los trabajos de García Jurado, de Weber y, en especial, con el de Flavia Freidenberg sobre el populismo.
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"Los nuevos liderazgos populistas y la democracia en América Latina" de Flavia Freidenberg
lavia Freidenberg es una politóloga argentina que ha trabajado en los últimos años, muy sistemáticamente, en la cuestión del populismo en América Latina. Al igual de lo que sucede con otros términos que hemos mencionado al inicio de este trabajo, populismo es uno de esos conceptos que han derivado en adjetivos y, últimamente, casi se lo utiliza como un insulto. Sin embargo, en el contexto de la materia ICSE, es necesario generar algún tipo definición que permita reconocerlo y aplicarlo efectivamente, para usarlo de forma correcta y, así, despojarlo de las subjetividades que se le confiere en el uso cotidiano.
F
En ese sentido, Freidenberg se propone analizar los gobiernos surgidos en Bolivia, en Ecuador y en Venezuela tomando corno elemento común el estilo de liderazgo de sus presidentes y de qué forma esto afecta al régimen político y a la calidad de la democracia. Cabe señalar que el concepto de populismo, se retomará al leer el capítulo de Romero dedicado a quien ha sido el prototipo del líder populista: Juan Domingo Perón. También se lo puede aplicar a quien fuera considerado un "populista temprano", el radical Hipólito Yrigoyen y, aún más, para quien ha sido definido como un "neopopulista", Carlos Menem. Este artículo servirá para pensar la figura de populismo más allá de los casos elegidos por la autora y, también, para relacionarlo con el concepto de democracia delegativa de O'Donnell y el de poliarquía propuesto por Dahl.
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Los
NUEVOS LIDERAZGOS POPULISTAS Y LA DEMOCRACIA EN AMÉRICA
LATINA
Los líderes que reemplazaron a los políticos tradicionales En las dos últimas décadas, nuevos líderes de discurso radical han ganado democráticamente las elecciones en América Latina. Estos líderes presentan algunas características en su manera de hacer política que los diferencia de los políticos que habían gobernado hasta ese momento. De tales características, hay dos que resultan clave: a) el modo en que se erigen como alternativa frente a los actores tradicionales, con una clara intención de cambiar el sistema político; y b) el hecho de que consiguen articular una coalición plural de sectores sociales que les otorga legitimidad y abre la posibilidad de poner en marcha proyectos de cambio, sobre la base de una democracia de mayorías. En Venezuela, Bolivia y Ecuador los partidos políticos tradicionales no fueron capaces de interpretar las demandas de cambio y los votantes eligieron candidatos diferentes, al margen de la política de siempre. Este artículo reflexiona sobre dos características de estos liderazgos. Por una parte, están sus pretensiones (y acciones) de inclusión identitaria de grupos sociales que se sentían excluidos del sistema o que simplemente creyeron en la capacidad de este nuevo líder de poder cambiar la situación vigente. Por otra, su discurso está radical y polarizador, excluyente de la oposición partidista, de algunos medios de comunicación de masas y de aquellos sectores de la ciudadanía que critican su proyecto político. Hay una tensión entre estas dos dimensiones. Tres líderes encarnan estos procesos: Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador. En Venezuela, Chávez ganó las elecciones presidenciales del 6 de diciembre de 1998, en contra de los políticos que habían dominado por muchas décadas instituciones, apelando a ciudadanos desencantados con las reformas económicas neoliberales y
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proclamando un claro intento de refundar la República (Arenas 2005; Corrales 2010). Su ausencia de militancia partidista, su condición de militar de izquierdas y su participación previa en un fallido golpe militar (1992) le colocó como un outsideral sistema
político de Punto Fijo. En Bolivia, Evo Morales ganó con el 54 por ciento de los votos en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2005 en un intenso clima de conflictividad social, y luego de haber liderado la movilización por la recuperación del control estatal del gas y otros hidrocarburos, que habían sido privatizados durante el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada. Esas elecciones facilitaron el de dirigentes de extracción sindical, quienes habían conseguido articular en el Movimiento al Socialismo (MAS): las demandas contra las políticas de erradicación de la coca, los reclamos socioeconómicos de los sectores más desfavorecidos, las exigencias de reconocimiento identitario de los indígenas y la frustración de las clases medias con los partidos tradicionales. En Ecuador, Rafael Correa triunfó en la segunda vuelta de las presidenciales de 2006, con el 43 por ciento de los votos frente al multimillonario bananero Álvaro Noboa, que consiguió el 27 por ciento. Su interpretación del hartazgo de los ciudadanos respecto al modo en que los partidos habían hecho política hasta ese momento fue exitosa. Su propuesta incluyó la Revolución Ciudadana, una Asamblea Constituyente y un profundo cambio institucional. Su estrategia de no presentar candidatos a diputados le colocó al margen de los "políticos de siempre", aun cuando algunos de los dirigentes de su Movimiento Patria Libre y Soberana (PAIS) contaban con trayectorias partidistas, (a)
La tensión entre la inclusión política y el ataque a las Instituciones democráticas Los líderes populistas incluyen con su discurso a ciudadanos que no se sentían representados y/o que estaban decepcionados con el sistema político Chávez, Morales y Correa fueron elegidos para cambiar el los
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statu quo, mejorar la calidad de la representación y también la equidad social. Los tres han buscado "integrar" empleando un "estilo de liderazgo populista" (Freidenberg, 2007), caracterizado por la relación directa y paternalista entre líder-seguidor, sin mediaciones organizativas o institucionales, que habla en nombre del pueblo y potencia su oposición a "los otros", donde los seguidores están convencidos de las cualidades extraordinarias del líder y creen que gracias a ellas, a los métodos redistributivos y/o al intercambio clientelar, conseguirán mejorar su situación personal o la de su entorno. Estos líderes sacan a la gente a la calle como cualquier otro político pero lo hacen como hechos que "democratizan" la democracia y creando expectativas respecto a que esos actos redimen sus derechos. Estos interpelan con una lógica discursiva de dicotomización del espacio entre el pueblo y los "otros", haciendo de este elemento el eje central de la movilización. Apelan al pueblo a partir de lo que les diferencia de los otros, en función de las contradicciones existentes entre ambos como un instrumento para reforzar la identidad de su grupo.(b)
Chávez, Morales y Correa emplean la retórica de ruptura con el orden social, la confrontación contra un enemigo externo (Estados Unidos, el imperialismo), la oligarquía y los partidos tradicionales. Su éxito ha estado en la capacidad de articular coaliciones que los identifican como "salvadores", que les protegen y confían en su bondad y su capacidad de transformación del orden existente. Su figura simboliza la posibilidad de hacer cumplir los deseos populares o, simplemente, un "antidepresivo social" (Dorna 2(06). Morales presenta diferencias respecto a los otros líderes. Si bien su origen se debe a razones similares a las de Ecuador y Venezuela, su liderazgo se ejerce de manera distinta. El vínculo líder-bases se sostiene en la negociación constante y en la exigencia de rendición de cuentas. La capacidad de articulación de Morales se ha puesto de manifiesto al hacer coincidir intereses diversos en torno al "etnonacionalismo"(Madrid 2006).Las organizaciones campesinas, indígenas y sindicales negocian su apoyo y se mantienen con una fuerte autonomía, manifestando su lealtad en cuestiones puntuales algunas veces y exigiendo explicaciones en otras(c) 72
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Los liderazgos populistas se enfrentan a las instituciones de la democracia Estos líderes se han relacionado de manera ambivalente con la democracia. Por un lado, han empleado las elecciones como un instrumento plebiscitario. Chávez, Morales y Correa han legitimado sus proyectos en las urnas en reiteradas ocasiones"", empleando una aceitada maquinaria electoral, los recursos del Estado y las redes clientelares. Pero por otro, han sido responsables de múltiples ataques a las instituciones de la democracia, del ejercicio arbitrario del poder, la personalización de la política y de buscar cambiar las reglas de juego, incluso luego de haberlas modificado a través de Asambleas Constituyentes. El contenido autoritario de su discurso es contrario al pluralismo. El líder está por encima de las reglas, por 10 que no necesita preocuparse por el Estado de Derecho ni por las instituciones. Se ampara en los resultados de unas elecciones presidenciales que le otorgan legitimidad para hacer cambios, incluso si eso supone alterar la legalidad vigente. Las instituciones son utilizadas y luego despreciadas. En el marco de un régimen político según el cual los gobernantes son elegidos a través de mecanismos competitivos y son considerados responsables por sus acciones, la manera de hacer política de los líderes tensiona su funcionamiento pluralista. Muchas de estas prácticas recuerdan a la "democracia delegativa".(e) Por ejemplo, el procedimiento de designación del Poder Judicial por Chávez, la aprobación de las Leyes Habilitantes y la declaración del Estado de Excepción para restringir las garantías ciudadanas, han mostrado cómo se ha (mal) interpretado la legalidad (Weyland, Madrid y Hunter 2010). En Ecuador ha ocurrido algo similar. Ejemplo de ello ha sido el enfrentamiento entre el Tribunal Supremo de Elecciones y el Congreso, que llevó a la dudosa destitución de los legisladores que habían sido elegidos democráticamente en 2006; los ataques a la libertad de prensa (que denomina como "prensa corrupta") o el Referéndum de Mayo de 2011, cuando solicitó poderes a los
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ciudadanos para transformar una de las instituciones centrales de la democracia, como la justicia. La política supone la integración en clave identitaria y los líderes populistas suelen tener dificultad para integrar a quiénes no están de acuerdo con su proyecto político. Chávez, Morales y Correa moldean a la comunidad en "contra" de las minorías opositoras, de los medios de comunicación de masas que no siguen sus indicaciones o que publican información crítica e incluso, muchas
veces, de los propios jueces de la República.
Los líderes polarizan a partir de la exclusión discursiva de quienes no opinan como ellos, rechazando el pluralismo y agotando la capacidad de control de unas instituciones sobre otras, poniendo en tensión la vigencia del Estado de Derecho.
Populismo, ciudadanía y democracia Hay sectores populares, intelectuales y nuevas élites que perciben que esta manera de hacer política permite la incorporación de la gente común a las instituciones (Aboy Carlés 2011) y lo consideran como parte constitutiva de la democracia (Worsley 1970). Es un liderazgo que introduce la glorificación del lenguaje común a la comunidad y defiende una concepción de democracia mucho más amplia que la liberal (Canovan 1999: 4-6). En ese sentido, los liderazgos populistas profundizan la democracia. Otros sostienen que el populismo afecta la institucionalidad y la convivencia democrática (Freidenberg 2(07), subordinando las instituciones a las decisiones de un líder y enfrentando a las órganos del Estado entre sí; polarizando el discurso contra los que opinan diferente o critican al proyecto, y generando inclusión a través de prácticas de subordinación más que de empoderamiento de los ciudadanos. Estos liderazgos plantean vínculos de suma cero: se está totalmente a favor o totalmente en contra. No hay términos medios. Estos líderes no están solos. Junto al líder populista, hay ciudadanos populistas. Los votantes eligen tener un vínculo directo y emocional con el líder, al mismo tiempo que desconfían
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de los partidos tradicionales
y de las instituciones para resolver
sus problemas cotidianos. Prefieren la representación delegativa antes que la democracia pluralista. Por tanto, la manera en que se ejerce ese liderazgo y las razones que llevan a los ciudadanos a legitimar este modo de inclusión subordinada a la voluntad del líder, que dificulta la convivencia y la autonomía de la" instituciones democráticas, son claves para comprender la dinámica política actual en Venezuela, Bolivia o Ecuador. Por J._O. y J._M Notas del artículo original: (a) Uno de los cortos de campaña decía: "Dale correa, Rafael; Dale correa, Rafael; la patria vuelve, el Congreso es decadente y la partidocracia es dictadura, con los políticos de siempre. El poder es ciudadano, te lo dice tu hermano. Por la Constituyente, el pueblo ecuatoriano [..] A esos que se creen dueños del Ecuador, nos robaron el futuro y nos botaron el país. [.. ] Dale correa, Rafael; Dale correa, Rafael. La patria vuelve, lista 35. Voto ciudadano. Nosotros somos País!"
. (b) El discurso populista es un "modo de identificación política que se encuentra disponible para cualquier actor político que opera en un campo discursivo en el que la noción de soberanía popular y su inevitable corolario, el conflicto entre dominados y dominantes, son parte central del imaginario político" (Panizza, 2008, 83).
(e) Morales no es considerado un "salvador de la patria". La lealtad de los dirigentes y los sectores sociales depende de que pueda satisfacer sus demandas. El ejemplo de las movilizaciones contra el incremento del precio de la gasolina en diciembre de 2010 y la subsiguiente rectificación por parte del gobierno han sido muestras de esa independencia de las organizaciones sociales y de su sujeción a las bases sociales. (d) Incluyendo elecciones presidenciales, legislativas y regionales, más consultas populares e instancias de referéndum, Chávez ha enfrentado once actos electorales, Correa, seis y Morales, cinco. (e) El que gana una elección recibe el mandato para gobernar como le parezca conveniente, convirtiendo a los electores en espectadores, sin exigencias de rendición de cuentas. "[..] después de la elección se espera que los electores/delegantes retornen a la condición de espectadores pasivos. [...] La democracia delegativa es fuertemente mayoritaria [...] significa la ventaja de no tener prácticamente responsabilidad horizontal (frente a las otras instituciones y a los ciudadanos) [...]" (O'Donnell 1992).
Referencias del artículo original: Aboy Carlés, G. (2011), "El populismo entre la ruptura y la integración". 11Conferencia Internacional sobre Populismo 75
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Fuente: Freidenberg, Flavia (2011), Los nuevos liderazgos populistas y la democracia en América Latina. en LASA Forum, XLII (3, 1-4).
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Este libro fue impreso en el mes de marzo de 2014 en Inversiones Gráficas S. A., Av. Córdoba 836, CABA,
Tirada 5000 ejemplares.
ISBN 978-950-23-2262-9
9789S021J