1\AI/ICATIO SAI\CTI BREI\DAI\I ABBATIS LA I\AVECACIOI\ DEL ABAD SAl\ BREI\DAI\O
YERSION ESPAÑOLA DE
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DE EAMoN BUTTERFTELD
ANABASIS MCMXCVI
ANABASIS COLECCIÓN DIRIGIDAY DISEÑADA POR
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NAVIGATIO SANCTI BRENDANI ABBATIS compuesta en tipos Bodoni de
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imprimió en los talleres de Anzos, S.A. " Fuenlabrada (Matlrid), se
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Impreso en España
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Printed in Spain
I\AVICATIO SAI\CTI BREI\DAI\I ABBATIS LA ]\AVEGACIÓN DEL ABAD SAl\ BREI{DA]\O
VERSIóN ESPAÑOLA DE
JosÉ MANUEL Álv¿.nBz
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DE EAMoN BUTTERFIELD
¿NÁBASIS MCMXCVI
A
Farrell Cleary, aiajero extraordinario
NAYICATIO SANCTI
BRENDANI ABBATIS
San Brendano, hijo de Finloca, de la gente de Alte, del linaje de Eogeni, nació en la región pantanosa de Mumenensio. Fue varón de
gran austeridad y virtudes famosas, padre de casi tres mil monjes. Y estando él en su lucha, en el lugar que dicen prado de la Virtud de Brendano, sucedió que llegó a él una tarde uno de los padres, uno pariente suyo, llamado Barinto. Y le preguntaba el dicho santo padre tantas cosas, que rompió a llorar y se postró en tierra y estuvo rezando mucho tiempo. Hasta que San Brendano le levantó del suelo y le besó. diciendo: -Padre, ¿por qué ha de entristecernos tu llegada? Es más bien un consuelo para los hermanos que tú llegues. ¿Acaso no fue un consuelo tu llegada? Danos el mensaje de Dios y fortifica nuestras almas con los muchos milagros que viste en eI mar. Después de que San Brendano
dijo esto empezó San Barinto a hablar
de
cierta isla, diciendo: -Un hijito mío, Mernoc, provisor de los pobres de Cristo, marchó de mi lado y quiso hacerse solitario. Halló una isla junto a un monte de piedra llamada Deleitosa. Luego de mucho tiempo llegó a mí noticia de que había muchos monjes con él y que hacía Dios por ellos muchísimos milagros. Así que me dispuse a ir a ver a mi hijo. Cuando ya estábamos llegando tras tres días de camino, salió presuroso él a mi encuentro con otros hermanos. Les había revelado el Señor mi llegada. Y cuando nos acercábamos navegando a Ia isla salieron a recibirnos como enjambre de abejas padres de multitud de celdas. Las viviendas estaban separadas, pero todos estaban unidos en fe, en esperanza, en caridad, juntos comían todos, todos se juntaban para honrar a Dios. Sólo comían frutos de piel, de cáscara, raíces, toda clase de hierbas. Después de las completas quedaba cada uno solo en su celda hasta que cantaban los gallos o se tocaba la campana. Yo por mi parte recorrí de noche la isla entera, mi hijito me conduio a la orilla del mar del Oeste, había una navecilla allí. "-Sube padre- me dijo -a la nave y naveguemos rumbo al oeste hasta la isla que llaman la tierra prometida de los santos, que ha de dar Dios a los que nos sucedan al final de los tiempos.