M. Leighton - The Bad Boys 2 Todo O Nada 4l3z5y

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M. Leighton Up to me Saga Bad boys. Libro 2

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El presente documento tiene como finalidad impulsar la lectura hacia aquellas regiones de habla hispana en las cuales son escasas o nulas las publicaciones, cabe destacar que dicho documento fue elaborado sin fines de lucro, así que se le agradece a todas las colaboradoras que aportaron su esfuerzo, dedicación y iración para con el libro original para sacar adelante este proyecto.

Créditos Moderadora de Traducción

Moderadora de Corrección

Lady_Eithne

Lsgab38

Traductoras

Correctoras

Tersa

Kelly Frost

Ivi04

Angeles Rangel

Lady_Eithne

Francatemartu

Lucia A

Steffanye

Kristel98

Juli_Arg

Dara

Yanii

Rihano

Gabymart

Nanami27

Vickyra

C_Kary Maddy

Recopiladora

Revisión final

Lsgab38

Lady_Eithne

Diseñadora Ivi04

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Índice Sinopsis

Capítulo 12

Capítulo 25

Dedicatoria

Capítulo 13

Capítulo 26

Capítulo 1

Capítulo 14

Capítulo 27

Capítulo 2

Capítulo 15

Capítulo 28

Capítulo 3

Capítulo 16

Capítulo 29

Capítulo 4

Capítulo 17

Capítulo 30

Capítulo 5

Capítulo 18

Epílogo

Capítulo 6

Capítulo 19

Mensaje del autor

Capítulo 7

Capítulo 20

Acerca del autor

Capítulo 8

Capítulo 21

Próximamente

Capítulo 9

Capítulo 22

Adelanto próximo

Capítulo 10

Capítulo 23

Capítulo 11

Capítulo 24

libro Créditos

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S

Sinopsis er felices para siempre no es fácil. Pero por amor, siempre vale la pena la lucha.

Olivia encuentra dicha como nada que haya conocido antes en los brazos de Cash. Él hace arder su piel y funde su corazón dentro de su pecho. Desafortunadamente, su felicidad es breve cuando una sombra del pasado de Cash amenaza con poner su mundo patas arriba. Personas peligrosas del mundo de su padre han descubierto que Cash guarda información que podría ponerlos a la sombra por mucho tiempo. Y están dispuestos a hacer cualquier cosa —y lastimar a cualquiera— para recuperarla. Renunciar a ella significa para Cash elegir entre la vida de su padre y la vida de Olivia. Habiendo casi superado su cautela hacia los chicos malos, la confianza de Olivia se tambalea cuando surge esta nueva amenaza. Ahora se encuentra con que Cash no sólo es un peligro para su corazón, sino que su familia tiene asociaciones que son un peligro también para su vida. Pronto descubre que hay algunas situaciones en la vida donde la confianza es la única opción para una chica. Y esta es una de ellas. Si quiere sobrevivir, debe confiar en Cash con su vida. Pero para Olivia, eso es mucho, mucho más fácil que dejarse llevar y confiar en él con su corazón.

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Dedicatoria A mi marido: Me has amado y apoyado durante todo este alocado viaje, y has festejado conmigo los momentos más increíbles de mi vida. Gracias por estar alrededor. Me alegro de que decidieras quedarte conmigo.

A Courtney Cole: Mi compañera de críticas y una de las mejores amigas que una chica pueda pedir. Te quiero, chica, y quiero que te mudes a la puerta de al lado. Hazlo de inmediato. Gracias.

7 A las Arpías Independientes: Sin vuestras contribuciones a medianoche, este proyecto no habría tenido su preciosa cara. Vuestro amor y apoyo es constante, increíble y humilde. Siempre estaré agradecida a Georgia Cates por introducirme en vuestro grupo. Os quiero a todas. Y, como siempre, sobre todo gracias a Dios. Tú lo eres todo. Eso es todo.

Capítulo 1 Olivia

P

or el rabillo del ojo, veo la luz moviéndose en el fondo de Dual. La puerta de la oficina de Cash se abre y se cierra mientras sale hacia el club. Levanta la vista y nuestros ojos se fijan instantáneamente. Su expresión está cuidadosamente ensayada, a petición mía, pero eso no significa que los dedos de mis pies no se curven dentro de mis zapatos de trabajo. Sus ojos están en llamas mientras miran a los míos. Mi estómago da un vuelco y luego aparta la vista, lo que es una buena cosa. De otra manera, no sería Cash el que nos dejaría al descubierto, sería yo, cuando dejara mi posición tras la barra, marchara directa hacia él, plantara mis labios en los suyos y le arrastrara de vuelta a la cama. Apartando mis ojos de él, obligo a mi mente a volver al trabajo. Maldición. —Lo tengo —canturrea Taryn, estirando el brazo por delante de mí para agarrar un vaso sucio de lo alto de la barra. Sonrío y asiento para darle las gracias, pero por dentro estoy buscando sus locos y retorcidos motivos. Ha estado agradable conmigo toda la noche y no estoy segura de por qué. Nunca ha sido agradable conmigo. Abiertamente hostil, sí. Maliciosamente retorcida, sí. Pero, ¿agradable? Oh no. Antes de esta noche habría asegurado a cualquiera que preguntase que Taryn antes afilaría su cepillo de dientes para hacer un pincho y acuchillarme antes que llegar incluso a mirarme. Y sí, aquí está, sonriendo en mi dirección y recogiendo mi parte de la barra. Hmmm. No soy una persona naturalmente desconfiada, así que... Está bien, sí que soy una persona naturalmente desconfiada, pero tengo buenas razones para serlo. Una eternidad de intrigantes, mentirosos,

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lameculos egoístas y gente asquerosa alrededor, me han dejado un poco harta. Pero estoy cambiando de opinión. De cualquier forma, estoy extremadamente curiosa por saber que tiene Taryn debajo de la manga. Y hay algo debajo de su tatuada manga. Apostaría mi vida en ello. O su vida. De cualquiera de las dos maneras. Casi puedo ver las ruedas girando debajo del azul de sus ojos almendrados y delineados con kohl. Lo único que puedo hacer, sin embargo, es vigilar mi espalda y mantener los ojos abiertos. Meterá la pata y mostrara su mano en algún momento. Entonces sabré lo que pasa en esa retorcida cabeza suya. Hasta entonces, estoy más que feliz de dejar que me bese mi acolchado culo y que me ayude todo lo que quiera. —Así que —comienza casualmente mientras se encamina hacia mí—, ¿tienes planes para esta noche después del trabajo? Pensé que quizás podríamos ir a Noir y tomar una copa, llegar a conocernos un poco mejor. Muy bien, esto está llegando a ser ridículo. La miro fijamente, esforzándome por mantener mi mandíbula para que no caiga abierta mientras espero por el final del chiste. Solo que no hay ninguno. Lo dice en serio. —Lo dices en serio. Sonríe y asiente. —Por supuesto que lo digo en serio. ¿Por qué preguntaría si no? —Um, porque me odias —le espeto sin pensar. ¡Maldición! Allá se va mantener mis ojos alerta y dejarle continuar con su estratagema. —No te odio. ¿Qué demonios te ha dado esa idea? Oh. Dios. Mío. ¿Realmente se cree que soy tan estúpida? Me vuelvo hacia Taryn y cruzo los brazos sobre mi pecho. Ni siquiera se supone que debía estar aquí. Cash y yo llegamos de Salt Springs hace unas pocas horas. Gavin tuvo mi turno cubierto porque Cash no sabía si yo volvería o no. Y aún así, aquí estoy, trabajando para sustituir a Marco cuando debería estar desnuda y envuelta en los brazos de Cash. No quiero tener la paciencia para jugar a estos juegos.

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—Mira, no estoy segura de a quién estás intentando engañar, pero si es a mí, deberías dejarlo. Te tengo calada, Taryn. Abre sus labios carnosos color rubí como si fuera a discutir, pero luego los cierra de golpe. Su expresión inocentemente agradable se asienta hacia algo un poco más normal para ella y suspira. —Está bien, ito que estaba un poco celosa de ti cuando empezaste aquí. No sé si lo sabes o no, pero Cash y yo solíamos salir. Hasta hace poco, estábamos todavía... resolviendo algunas cosas. Pensé que podrías estar tratando de meterte en medio de eso. Pero ahora sé que no. Además, sé que no está interesado en ti. Tiene a alguien más en el gancho, así que de todos modos no importaría. Eso pica mi curiosidad. —¿Por qué dices eso? —¿El qué? ¿Qué tiene a alguien más en el gancho? Porque le he visto con una chica rubia un par de veces y ha estado muy, muy distraído últimamente. Y él no es así. No es el tipo de chico de una sola chica. —¿No lo es? —¡Oh, diablos, no! Yo sé que es lo que pasa. Cualquier chica que entre en una relación con Cash pensando que le va a cambiar o que será la única es más tonta que una caja llena de su largo pelo rubio. —¿Rubia? ¿Por la chica que crees que está viendo? Taryn se encoge de hombros. —Por ella también, pero Cash tiene un “tipo” —dice, levantando una ceja con piercing hacia mí y sujetando una pálida rasta de su pelo—. Rubias. Asiento y sonrío, esforzándome por parecer inafectada. Lo cual no estoy, por supuesto. Lejos de ello. De hecho, estoy tan afectada que siento que podría lanzarme directa a la preciosa cara de Taryn. —¿Qué te hace pensar que nunca escogerá a una de esas... rubias y sentará la cabeza? Su risa es amarga—. Porque conozco a Cash. Ese chico tiene sangre salvaje. Los tipos como él no cambian. Y las chicas no pueden hacer que lo hagan. Es tan solo su forma de ser. También es parte del por qué son tan irresistibles. ¿No queremos todos lo que no podemos tener?

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Sonrío de nuevo, pero no digo nada. Después de unos pocos segundos, agarra mi trapo y limpia una marca húmeda de un vaso en la barra. —De cualquier forma, lo he superado. Sólo quería que supieras que estoy enterrando el hacha de guerra. —Me alegro —me las apaño para tragar a duras penas el nudo que tengo en mi garganta. Me ocupo con tareas de limpieza tempranas. Dual está a menos de una hora para la llamada al cierre. No sé cómo diablos lo haré durante tanto tiempo, pero sé que el primer paso es mantenerme ocupada. Pero ninguna cantidad de trabajo puede silenciar las voces en conflicto de mi cabeza. Sabías que era un chico malo. Es por eso que intentaste mantenerte lejos de él y no involucrarte. Siento el desaliento curvarse en la boca de mi estómago como una fría y desalmada serpiente. Pero luego la voz de la razón ¿o es la voz del rechazo? habla: Después de todo lo que ha pasado en las últimas pocas semanas, ¿cómo puedes dudar acerca de lo que siente por ti? Cash no es del tipo de los que fingen. Y lo que él dijo, lo que habéis compartido, no es fingido. Es real. Y es profundo. Y Taryn es una bruja psicótica que no tiene ni idea de lo que está hablando. Quizás toda esa tinta de tatuaje le ha llegado al cerebro. Mientras que todo eso es cierto, nada de lo que me digo a mí misma erradica la sensación de inquietud que se ha asentado en mis huesos. En mi corazón. Una parte de mí, la parte racional, lógica, no implicada, a la que han hecho daño demasiadas veces, aparece de golpe para hacer las cosas peor. ¿Cuántas veces vas a caer ante las mismas frases? ¿El mismo tipo de chico? Pero Cash es diferente. Lo sé. Muy dentro. Me recuerdo que es completamente injusto juzgar un libro por su portada. No importa cuanta experiencia tenga con portadas similares. La portada de Cash puede ser la de un chico malo, pero el libro, el interior, es mucho más.

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Mientras limpio la rejilla bajo el grifo de cerveza, mis ojos deambulan sobre la multitud que disminuye y el oscuro interior del club, buscando a Cash. No habría sabido que, cuando le encuentro, una explosiva rubia pechugona le está lanzando sus brazos alrededor del cuello y frotando su pequeño y flacucho cuerpo sobre él. Aprieto los dientes contra la urgencia de saltar por encima de la barra, marchar directa hacia allí y arrancarle el pelo hasta dejarle calva. Pero mi furia se desvanece hasta una fina angustia cuando veo a Cash sonreírle en su cara. Veo sus labios moverse mientras le habla y mi corazón se salta un latido. Me hace sentir en cierto modo mejor cuando estira los brazos hacia arriba para desenvolver sus brazos de alrededor de su cuello y luego da un paso atrás alejándose de ella, pero lleva más tiempo que eso que las palabras indeseadas de Taryn salgan de mi cabeza. Maldición. Mi humor se va por el desagüe durante la siguiente hora y media. Incluso la personalidad bastante agradable que Taryn ha adoptado cuando no está siendo una completa bruja no ayuda. Incluso empiezo a pensar para mí que quizás sería una buena idea volver al apartamento para pasar la noche. Una hora más tarde, mientras lavo el contenedor de las rodajas de limón en mi extremo de la barra, todavía estoy ponderando mis opciones mientras debato la posibilidad de que tenga un desorden bipolar sin diagnosticar. Un trago se desliza por la barra delante de mí. Miro hacia arriba para ver a Taryn a mi derecha, sonriendo, sujetando un vaso propio. —Shhh —dice con un guiño—. No diré nada si tú no lo dices. Es hora de cerrar, en cualquier caso. Saca un billete de diez dólares de su bolsillo y deja caer. Al menos está pagando. Normalmente, declinaría educadamente, pero un trago para calmar mis nervios y aliviar mis pensamientos preocupados suena como una buena idea. Me limpio las manos con una toalla y agarro el pequeño vaso. Taryn levanta el suyo y me sonríe. —¡Salud! —exclama con un movimiento de cabeza.

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Asiento y levanto el mío también, y ambas lanzamos hacia dentro nuestros tragos. No necesito preguntar qué es lo que sirvió. El vodka quema todo el camino hacia abajo. Haciendo un sonido de un profundo y ronco “ah”, Taryn me sonríe. —Sal conmigo. Parece que necesitas una noche de diversión frívola. Antes de que pueda responder, la voz de Cash nos interrumpe. —Olivia —me llama desde la puerta de su oficina—. Ven a verme antes de que te vayas. Tengo unas pocas cosas que necesito discutir contigo. —Vale —contesto, mi estómago apretándose con una mezcla de excitación, deseo y temor. Se mete de nuevo en su oficina y cierra la puerta. Me vuelvo hacia Taryn—. ¿En otra ocasión? —Claro —responde cordialmente—. Simplemente terminaré aquí y me iré. Deambula de vuelta a su extremo de la barra y se me ocurre que quizás podríamos realmente ser amigas algún día. ¿Quién lo diría? Sigo un rato haciendo cosas sin importancia, ralentizándome lo suficiente para que Taryn pueda terminar antes de que yo vaya a “reunirme” con Cash. —¡Tadá! —exclama, lanzando su trapo dentro del desinfectante para ponerlo a remojo—. Muy bien, Livvi, me voy de aquí. Desearía que vinieras, pero el deber manda. —Inclina su cabeza hacia la oficina de Cash y pone los ojos en blanco. Agarrando su bolso del estante bajo el mostrador, Taryn da un rodeo para aproximarse a mí desde el otro lado de la larga y negra barra. Plantando sus manos sobre la superficie brillante, se inclina hacia delante y me da un par de picos en el aire como si me estuviera besando en cada mejilla—. Buenas noches, muñeca. Todavía estoy luchando contra la incredulidad mientras la veo caminar a través de la puerta y salir hacia la noche, con sus rastas balanceándose. Decido que los cambios de personalidad tan dramáticos como ese no pueden ser saludables. En el instante en el que puerta principal golpea cerrándose, la puerta de la oficina de Cash se abre. Él emerge con su expresión dura y

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decidida. Con un propósito, cruza la sala vacía y bloquea las puertas dobles detrás de Taryn. Por unos pocos segundos, todo de lo que me he estado preocupando durante el último par de horas se desvanece, como el espacio que sus largas zancadas devoran sin esfuerzo. Estoy hipnotizada sólo con observarle, el modo en cómo se mueve. Sus largas y musculosas piernas se flexionan con cada paso. Su perfecto trasero se mueve tras los bolsillos de sus vaqueros. Sus amplios hombros son cuadrados y rectos por encima de su delgada cintura. Y luego se vuelve hacia mí. Nunca podré acostumbrarme a lo guapo que es. Nunca fracasará en dejarme sin aliento. Sus ojos casi negros taladran agujeros calientes dentro de los míos. No rompen el o mientras cruza la habitación de nuevo, esta vez hacia mí. Salta por encima de la barra y aterriza a mi lado. Sin una palabra, se inclina, me lanza por encima de su hombro y me carga durante toda la longitud de la barra y hacia la apertura en el otro extremo. Mi corazón está retumbando mientras me lleva a través de la oficina hacia dentro de su apartamento en el otro lado. Mi cuerpo está en llamas por el deseo y la anticipación por lo que va a venir, pero mi mente todavía está albergando alguna duda e inseguridad de antes. Me estoy debatiendo sobre si decirle algo y volver a casa para pasar la noche o simplemente ignorar cada pizca de pensamiento racional y quedarme, cuando me coloca sobre mis pies. Inmediatamente sus labios cubren los míos y todas las otras consideraciones se van. Me empuja de espaldas contra la puerta del apartamento. La siento cerrarse con un clic detrás de mí. Me toma las manos y lleva mis brazos por encima de mi cabeza, sujetando mis muñecas juntas con los largos dedos de una mano. Su mano libre quema hacia abajo un ardiente camino por mi costado, su pulgar rozando mi ya dolorido pezón, y luego sobre mi estómago, donde se desliza por debajo del dobladillo de mi top sin mangas. Deja su palma plana sobre mis costillas y la mueve alrededor hacia mi espalda y abajo hacia la cinturilla de mis pantalones. El ajuste ahí es flojo, así que le resulta fácil deslizarse dentro y abajo hacia mis bragas para abarcar mi culo desnudo. Empuja de mí hacia él, apretando sus caderas contra las mías mientras me succiona el labio inferior.

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—¿Sabes lo duro que fue dejarte trabajar esta noche? ¿Saber que no puedo tocarte o besarte o incluso mirarte? —Jadea contra mi boca abierta—. Todo lo que podía pensar era en como luces desnuda y en los pequeños ruidos que haces cuando meto mi lengua dentro de ti. Sus palabras hacen que la parte más baja de mi vientre se llene de calor y se apriete. Libera mis muñecas, pero en lugar de apartarle, meto mis dedos en su pelo y choco mis labios con los suyos. Le siento trabajar con el botón y la cremallera de mis vaqueros y la excitación me inunda. —Sólo han sido unas pocas horas y todo lo que puedo pensar es en como sabes, en la forma que se siente cuando estás envuelta a mi alrededor. Cuando estás tan caliente y tan preparada. Tan mojada... — murmura contra mi boca. Justo cuando mi necesitad sube hasta un punto febril, una voz nos interrumpe. —¿Nash? —Es Marissa y está aporreando la puerta del garaje interior. Cash aparta a la fuerza sus labios de los míos y coloca un dedo sobre mi boca para hacerme callar—. ¿Nash? —golpea otra vez—. Sé que estás ahí. El garaje está abierto y tu coche está aquí. Oigo a Cash gruñir. —¡Mierda! ¿Qué coño hace de vuelta? —susurra. Mi mente se acelera. Aunque sé que Cash y Nash son la misma persona, el hecho es que Marissa no, y puede plantear un problema en un caso como este, especialmente cuando no sabe nada acerca de Cash y yo. —¿Qué debemos hacer? ¡No podemos dejar que se entere así! Cash suspira y se inclina hacia atrás para pasarse los dedos por su desordenado cabello. Afortunadamente su estilo preferido es bastante puntiagudo y desaliñado, así que no se nota que mis dedos han estado en él. Me duele el cuerpo por mi deseo, pero mi mente ya está en marcha con la realidad. —Bueno, supongo que la única cosa que hacer es pretender que estás cerrando. Pensaré en algo que contarle sobre Nash. —Bien —digo, recomponiéndome la ropa y el pelo.

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—Me patearía a mí mismo por abrir la puerta del garaje tan temprano. Iba a aparcar tu coche dentro después de que Taryn se fuera. —Suspira de nuevo y niega ligeramente con la cabeza. Cuando me mira otra vez, sus ojos están nublados y calientes—. Aunque estamos lejos de terminar —me promete, inclinándose hacia delante y mordiéndome ligeramente el hombro. Un rayo de electricidad se dispara a través de mí y aterriza entre mis piernas. Sabe exactamente qué hacer y qué decir para romperme en mil pedazos. Maldición.

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Capítulo 2 Cash

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e toma todo lo que tengo dejar ir a Olivia y así poder ir a contestar a Marissa en la puerta. Estar con Olivia es como escapar a una burbuja de perfección, a una burbuja de vida lejos de todos los problemas y decepciones y… la suciedad de mi doble existencia. ¡Y es tremendamente difícil salir de nuevo! Paso mis dedos a través de mi cabello otra vez. Mi erección ya no es un problema, el sonido de la voz de Marissa se hace cargo de ello. De hecho, casi hace que me salga una maldita vagina. Apretando mis dientes, piso fuerte hasta la puerta que da hacia el garaje. Abro la puerta de un tirón, tratando de no mostrar mi desagrado. Los nudillos de Marissa casi me pegan en la nariz; estaba en proceso de golpear de nuevo. —Oh —dice, saltando hacia atrás, evidentemente sorprendida por mi aparición repentina. Se aclara la garganta—. Cash. Lo lamento por ser tan persistente pero necesito ver a tu hermano. Ahora. No me devuelve mis llamadas y me debe una explicación. Cuanto más habla, más se enoja. Puedo notarlo en el tono de su voz y puedo verlo en la línea delgada de sus labios. —Lo siento, Marissa. No está aquí. Dejó su coche aquí anoche y no ha estado por aquí para recogerlo aún. —¿Por qué haría eso? ¿A dónde iba? —pregunta, evidentemente confundida. —No lo dijo. Solo preguntó si podía dejarlo aquí por un día o dos. Eso es todo lo que sé. Un suspiro infla sus mejillas. Es poco común en Marissa estar tan molesta, ponerse así de emocional. Normalmente sus comportamientos

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no varían mucho. Pasa de enfado a frialdad, luego a indiferencia y vuelve a empezar. Hay muy poco más en su personalidad. —Supongo que seguiré intentándolo con su teléfono —dice, mirando hacia su coche. Cuando se vuelve hacia mí, hay sospecha en sus ojos—. Lo encontraré. De una manera u otra. Lamento molestarte, Cash. Eso es una mentira. No se lamenta ni un poquito por molestarme. ¿Y esa amenaza? Oh, ¡cómo me gustaría hacerle frente! Empieza a alejarse, pero de repente se para y se vuelve. —¿Esta Olivia todavía aquí? Vi su coche en el frente. —Sí, está cerrando. ¿Por qué? —Le dejé un par de mensajes, pero no me ha devuelto la llamada aún. Conduje desde el aeropuerto directo a donde Nash y luego vine aquí. —¿Quieres que le de algún mensaje? Frunce el ceño y aprieta sus labios mientras piensa. —No, está bien. Solo dile que la veré cuando llegue a casa. No se debe demorar mucho, ¿cierto? No golpeo a mujeres. Nunca. Pero Marissa me hace desear eso, por aproximadamente diez segundos, pero pesa cuarenta y cinco kilos menos y tiene tetas. No sólo su interrupción es en mal momento, si no que ahora me va a joder el resto de la noche también. —Uh, no. No se debe demorar mucho. Ve tú adelante. Le daré el mensaje y veré que no se vaya muy tarde. La sonrisa de Marissa es fresca y satisfecha, lo cual hace que rechinen los dientes. Ser cortés y sin que no me afecte, pretendiendo que no soy parte involucrada, ¡apesta mucho! —Bien. Gracias Cash. Sonrío con tirantez y espero hasta que se da la vuelta antes de cerrar la puerta. De verdad me gustaría golpearla y decir una sarta de palabrotas, pero no tiene sentido. Olivia está poniendo el precinto en el repartidor de botellas de licor, la última tarea de cada noche, cuando me acerco a ella. Se gira para mirarme. Por una fracción de segundo, algo se siente diferente. Apagado. Pero cuando sonríe lo saco de mi mente.

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Esa sonrisa… mmm, hace que mi pecho se apriete tanto como mis jeans. Camino hacia delante, parando en la barra entre nosotros. La miro mientras precinta la última botella y la pone de nuevo en el estante. Mira a su alrededor, asegurándose que todo está hecho y que el bar está limpio antes de volverse hacia mí. —¿Alguna vez te he dicho lo hermosa que eres? Tímidamente mira hacia otro lado durante un segundo antes de poner sus ojos en mi otra vez. Aún no se siente cómoda con los cumplidos, lo cual me sorprende. Cómo puede alguien con su apariencia alguna vez sentirse menos que preciosa es algo que me sorprende. Aun así ella lo hace. Por el contrario, eso le hace incluso más atractiva. —Puede que lo hayas mencionado una o dos veces antes —dice coqueta, mordiendo su labio de la manera en que me encanta. Me hace querer cargarla hasta la habitación de nuevo. Pero tendría que ser rápido. Y un rapidito no es lo que quiero con esta chica. A menos que le siga algo mucho más… largo. Mirándome por el rabillo del ojo, se da la vuelta y empieza a caminar lentamente hasta el extremo. Con la barra entre nosotros, camino con ella. —Correcto. Lo he mencionado antes. Recuerdo decirte lo increíble que eres. Creo que estábamos frente a un espejo. —Mi polla se retuerce detrás de la cremallera con solo pensar en deslizarme en Olivia desde atrás y correrme dentro de ella en el baño de mujeres en Tad’s—. ¿Eso te suena familiar? Mientras camina, mira hacia mí por el rabillo del ojo. Veo un destello de deseo caliente. Sé que lo recuerda tan perfectamente como yo. Se aclara la garganta. —Um, sí. Eso me suena vagamente familiar. —Su sonrisa es juguetona. Dios, ¡que provocación! —¿Vagamente? Tal vez no embestí dentro de ti lo suficientemente fuerte. —Oh, yo creo que lo hiciste bien fuerte. —Tal vez me debí haber tomado el tiempo para darte una buena reprimenda, también entonces.

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—Oh, creo que la forma de comunicación que usaste fue muy efectiva. —¿Entonces todo está volviendo a ti ahora? —Sí, todo está volviendo. —Si estás mintiendo, podría sacártelo a la fuerza, ya lo sabes. —No estoy mintiendo. Está grabado en mi memoria. Permanentemente. —Tal vez deberíamos reconsiderarlo, solo para que esté claro todo lo que discutimos. Quiero asegurarme que está ahí. Agradable y profundo. Para que nunca lo olvides. Finalmente su sonrisa se convierte en una risita justo cuando nos acercamos al extremo del final de la barra. Cuando rodea la esquina, estoy ahí bloqueando su camino con mi cuerpo. —Dudo que haya algo que puedas hacer para llegar más profundo. —Oh, puedo pensar en una o dos cosas. La única manera en que lo sepamos seguro, es intentándolo. Y no sé tú, pero yo estoy comprometido con esto. Involucrado. Y no soy nada sino insistente. Veo algo parpadear en sus ojos antes de que la luz se vaya y parece relajarse. Antes de que yo pueda pensar mucho al respecto, cambia de tema. —Oh, casi lo olvido. Marissa. ¿Qué era lo que quería? De nuevo, tengo el sentimiento de que algo no está del todo bien. Aparentemente este no es el momento de hablar sobre lo que le está molestando. Pero sé que hay algo. —Cierto. Marissa. Estaba buscando a Nash. Obviamente. También quiere hablar contigo. Dijo que te dejó unos cuantos mensajes, pero que hablará contigo esta noche. Te va a esperar. O estoy un poco loco o hay un poco de alivio en la expresión de Olivia. —Sí, mi teléfono está en mi bolso. No lo he revisado aún. Supongo que debería ir andando entonces. Ver que es lo que quiere. Me refiero a que, no podemos echar esto a perder. Sería un desastre si descubre sobre… ti. —Olivia, te dije que dejaría esto de mi padre. Y si eso significa...

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—¡Absolutamente no! ¡Es importante, Cash! Es tu padre y está en prisión por algo que no hizo. No, no vas a dejar nada. Ni por mí ni por alguien más. Solo tenemos que ser cuidadosos. Por lo menos sigue usando el “nosotros” e involucrándose ella misma en esto. Conmigo y con todo lo demás. —Sabes que lo haría por ti. Para mantenerte a salvo. —Pero no quiero que hagas eso. Estoy perfectamente segura. No hay nada de qué preocuparse. Solo tenemos que tomar las cosas como vengan. Tengo el presentimiento que hay un doble significado que no estoy entendiendo. Sip. Definitivamente algo le está pasando. —Entonces, ¿estás planeando en hablarle a Marissa sobre nosotros? — pregunta. —Todo depende de ti. ¿A mí? No me importa quién lo sepa, pero sé que a ti sí. Especialmente la gente de por aquí. —Pero sabes por qué, ¿cierto? —Sí, lo entiendo. Es por eso que me alejé la mayor parte de la noche. Es tremendamente duro mantener las manos fuera de ti. Y mis ojos. Pero no quería hacerte sentir incomoda. Las mejillas de Olivia se tornan de un bonito rosa. —¿En serio? —¿En serio, qué? —¿De verdad no puedes quitar tus ojos de mí? —Dios, para ser tan inteligente, eres muy dura de cabeza. ¿No he dejado lo suficientemente claro la manera en cómo me siento por ti? Pensé que sí, pero tal vez lo que es claro para mí, no es tan obvio para ella. Si ese es el caso, tendré que hacer mi argumento más… directo. Olivia se encoge de hombros y cambia sus ojos hacia un lado. Me acerco y me inclino hacia ella hasta que me mira. —Oye, sé que todo esto es nuevo y sé cómo te sientes acerca de los chicos como yo. —Empieza a interrumpir, pero le detengo con un dedo en sus labios—. Pero espero que estés empezando a ver que hay más de mí de lo que pensaste al principio. De lo que asumiste la primera vez.

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Tienes que recordar que estoy representando un papel aquí, también. Uno que podría ser más complicado si no hubiera hecho a cada uno tan extremo. Sabes que en algunas maneras soy ambos chicos y de otras maneras ninguno. —¿Cómo voy a conocer al verdadero tú entonces? Puedo ver la preocupación en sus ojos, simplemente no sé qué ha pasado en este último rato para ponerle así. Pensé que ya habíamos pasado todo esto. Acaricio su mejilla satinada con el dorso de mis dedos. —Ya lo haces. Simplemente tendrás que mirar más allá de algunas cosas que ves cuando estamos con otra gente. Tengo que mantener las apariencias si quieres que siga con mis planes. Ella me mira detenidamente. Me gustaría saber qué es lo que pasa por su mente, pero tengo la sensación de que ni en cien años me lo diría. Finalmente, niega con la cabeza. —Aun así quiero que sigas con ello. Y voy a dar lo mejor de mí para ver… más profundo de lo que veo. Solo que me puede costar un poco acostumbrarme. —Lo entiendo. Esto no es una cosa fácil, la vida que llevo. Ha sido mi centro, todo por lo que he vivido en los últimos siete años. Pero es necesario. —Lo sé. Y lo estoy intentando. —Eso es todo lo que pido. Un silencio extraño se desliza entre nosotros y lo odio. Siento que hay cosas entre nosotros que aún no se han dicho. —Supongo que debería irme entonces. Al apartamento. No solo no quiero que se vaya, sino que odio como se sienten las cosas ahora mismo. No me gusta dejar las cosas sin resolver. Ya he tenido suficiente de eso en mi vida. —Por lo menos déjame llevarte. —Eso se vería extraño cuando ella sabe que mi coche estaba aquí. —Sí, pero más temprano que tarde, ese P.D.M no va a arrancar. —¿P.D.M?

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—Pedazo de mierda. Ella sonríe. —Oh, cierto. Eso es verdad. —Solo dile que no arrancaba y que tuve que llevarte a casa. Si quieres, puedo ir y tirar de una de esas bujías para que sea verdad. Su sonrisa se ensancha. —Eso suena como un montón de problemas por alguien tan pequeña como yo. —No seas tan cabezona. Tengo otros motivos. —¿Los tienes? —Una de sus cejas se alza. —Mmmm hmmm —digo, envolviendo mis brazos alrededor de su cintura. —¿Y cuáles podrían ser? —Solo tienes que esperar y ver. Cuando inclino mi cabeza hacia la de ella, sus labios se sienten tibios y dóciles, pero no tan receptivos como esperaba. Algo aun le está carcomiendo. Voy a tener que estar pendiente hasta que sepa que es. Me alejo y beso su frente. —Coge tus cosas. Nos vemos en el garaje. En vez de verla irse, camino hacia las puertas del frente. Odio la sensación que tengo en la boca del estómago con solo pensar en ella alejándose de mí.

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Capítulo 3 Olivia

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a moto ruge debajo de mí mientras enredo mis brazos alrededor de la estrecha cintura de Cash. Debo itir que me siento un poco mejor acerca de las cosas después de nuestra conversación. Supongo que sólo el tiempo eliminara el miedo de que esté cayendo de nuevo en la misma trampa con el mismo tipo de hombre. Pero, si alguna vez he conocido a un hombre que parece valer la pena el riesgo, es Cash. Sonrío con solo pensar en él entrando en el garaje antes, lanzando una de mis bujías al aire. La atrapó y luego me guiñó un ojo mientras se la metía en el bolsillo. Fue directamente a su moto y se subió. Con una sonrisa diabólica y un asentimiento, dio unas palmaditas en el asiento detrás de él. —Lo que hago por conseguir meterme entre tus piernas. Me eché a reír. No tenía otra opción. Su sonrisa era tan linda y atractiva. Tan ligera y sin preocupaciones. Todo lo que quería sentir en ese momento. A veces es bueno estar libre de problemas y preocupaciones. Aunque solo sea por unos minutos. Y Cash me da eso. A menudo. Ahora, no estoy del todo contenta de ver aparecer las familiares vistas de mi calle. Estoy disfrutando de estar cerca de Cash, de la sensación de estar a salvo bajo su cuidado. No quiero que el paseo termine. Pero lo hace. Cash se detiene junto a la acera y rueda hasta detenerse. Espero a ver si va a dar la vuelta por el pie de apoyo. Cuando no lo hace, suspiro y me deslizo del asiento. Cash me observa mientras me desabrocho el casco debajo de la barbilla, me lo quito y se lo devuelvo. Lo toma, con una pequeña sonrisa en las comisuras de la boca. No se mueve para ponérselo inmediatamente. Estoy bastante segura de que está pensando lo mismo que yo, cómo irse sin un beso.

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Después de todo lo que hemos compartido durante las últimas semanas, después de que todas las palabras, los besos, las noches y las mañanas, me parece tan extraño estar de pie ahí sólo como amigos. En la boca del estómago, se siente como un mal presagio, que nos separemos así. —Bueno, gracias —le digo incómoda, tratando de no moverme nerviosamente. Cash frunce el ceño. Siento que yo también frunzo el ceño—. Um, ¿supongo que nos vemos mañana? —Estarás trabajando tu turno, ¿no? Asiento. —Síp. —Te llamaré por la mañana. ¿Qué tal eso? —Suena bien. —Al menos era algo. El silencio crece, tenso. —Voy a esperar hasta que entres. No sé por qué no dejó las luces encendidas. Miro detrás de mí a las ventanas de los apartamentos oscuros. —¿Estás realmente sorprendido de que ella haga algo egoísta y desconsiderado? Su pequeña sonrisa torcida e irónica. —Supongo que no. Pero, ¡maldición! Suspiro. —Lo sé. Pero eso es sólo la forma en que es. Algunas cosas nunca cambian. Silencio de nuevo. —Está bien, hablaremos por la mañana. Gracias por el paseo. Ten una buena noche. —Tú también. Asiento y giro sobre los talones antes de dirigirme caminando por la acera hasta la puerta principal. Solo he dado un par de pasos cuando Cash dice mi nombre. Me doy la vuelta, la anticipación encrespándose en mi estómago.

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Él tampoco puede soportarlo. Camino rápidamente hacia Cash. Me siento más que un poco desinflada cuando me da mi bolsa de viaje, que había atado a la parte trasera de la moto, detrás del asiento. —No olvides tu bolsa. Sonrío educadamente y la tomo de sus dedos, caminando una vez más hacia el apartamento. La anticipación en mi estómago se enfría en una incómoda sensación. ¿Cómo pueden las cosas haber cambiado tanto, tan rápido? Los comentarios de Taryn, la voz de mi madre y toda una serie de malas decisiones se estrellan en mi cabeza como un desprendimiento de rocas. Revuelvo en mi bolso buscando mi llave mientras me acerco a la puerta delantera. Estoy distraída mientras me deslizo dentro y desbloqueo el seguro, girándome a saludar a Cash. Pero no está en su moto en la acera. Está apoyada en el soporte, con el motor en marcha. Él se está acercando por la acera hacia mí. Antes incluso de que pueda parpadear, mi espalda es presionada contra el frío metal de la puerta, los labios de Cash en los míos y sus manos están en mi cabello. Me derrito contra él. El alivio de que estuviera sintiendo lo mismo batalla por dominar el deseo de arrastrarle a mi dormitorio, cerrar la puerta y fingir que nada ni nadie existe aparte de él. Pero antes de que pueda ceder a ese impulso, Cash está retirándose hacia atrás, dándome espacio para respirar y dar al pensamiento racional la pequeña grieta que necesita para volver serpenteando a mi mente. Sus ojos, más oscuro que la noche que nos rodea, buscan los míos mientras sus manos se mueven desde mi cabello a mis hombros y bajan por mis brazos hasta agarrar las mías. —Hazme un favor —susurra, curvando mis dedos sobre el dorso de las suyas y llevándoselos a la boca. —¿Qué? Sus ojos nunca dejan los míos mientras roza sus labios con mis nudillos.

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—Sueña conmigo esta noche —dice en voz baja. Me mira, esperando una respuesta. No tengo palabras, así que simplemente asiento. No necesita saber que nadie más ocupa mis sueños. Nadie. —Sueña con mis labios, provocándote. —Endereza uno de mis dedos, besa la punta. Su voz es como terciopelo y sus palabras son como un afrodisíaco—. Sueña con mi lengua, saboreándote. —Su lengua se escapa y lame el final de mi dedo. Una oleada de deseo estremece mi núcleo—. Y yo soñaré contigo. Con lo que se siente estando dentro de tu cálido y húmedo cuerpo. —Como para mostrarme lo que se siente, Cash chupa mi dedo en su boca y tira de él dentro y fuera de su boca, hacia atrás y adelante sobre su lengua. Apenas puedo respirar. Lo saca, pero antes de dejarlo ir, le da un suave mordisco. Siento un ardor en la boca del estómago, una gota de lava en un volcán hirviendo. —Buenas noches, Olivia —dice en voz baja. Y luego se da la vuelta y se aleja. Con las piernas que de pronto se sienten como gelatina, me giro hacia la puerta. Me concentro con cada gramo de mi capacidad cerebral en sacarlo de mi mente antes de hacer algo estúpido, como pedirle que se quede. Abro la puerta y tanteo alrededor en busca del interruptor de la luz del vestíbulo antes de girar de nuevo hacia Cash. Pero lo que veo detiene el pensamiento y el movimiento. La mesa estrecha junto a la puerta está volteada y la lámpara que estaba encima está rota. El soporte de la planta en la esquina del salón está volcado y hay suciedad y hojas por todo el suelo. Algunos cojines del sofá están dispersos por el suelo, dos habían sido lanzados todo el camino hasta la puerta. Marissa había estado en casa durante quince minutos como máximo. ¿Qué diablos podía haber sucedido en tan corto período de tiempo? Un escalofrío de aprensión se abre camino por mi espina dorsal. Cuando los dedos se enrollan alrededor de mi brazo y tiran de mí hacia atrás, abro la boca para gritar, pero una amplia mano sobre ella impide que salga cualquier sonido. Mi corazón empieza a saltar salvajemente detrás de mis costillas y mi mente corre a toda velocidad, rememorando a través de cada recuerdo posible sobre cualquier conocimiento de autodefensa. Lo único que se me ocurre, sin embargo, es ¡Atacar a las bolas! ¡Atacar a las bolas! —Shhhh —sisea una voz familiar en mi oído.

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Me calmo inmediatamente. Es Cash. Es Cash que está detrás de mí, Cash que me está abrazando. Me libera y da un paso delante de mí, tirándome contra su espalda. —Quédate cerca —susurra por encima del hombro. ¡Van a tener que despegarme de tu culo, señor! Todos mis sentidos se agudizan por el miedo. El profundo rugido de la moto de Cash ronroneando junto a la acera es un escenario inquietante para el silencio absoluto en el apartamento. No hay otros sonidos. Ni siquiera los de Marissa. Poco a poco, nos dirigimos alrededor de la sala de estar. Híper alerta, miro a mí alrededor, deteniéndome incluso en el más pequeño de los detalles. Veo más signos de lucha, la posición desigual del costoso reloj en la pared, un pequeño agujero en el yeso no muy lejos de él. Apenas controlo un reflexivo grito cuando suena el teléfono de Cash. Lo oigo gruñir mientras hurga en el bolsillo. Mira a la pantalla y luego comienza a dar marcha atrás, me empuja hacia la puerta principal. Levanta el teléfono y veo el nombre en el identificador de llamadas. Mi corazón da un pequeño vuelco nervioso. Se lee "Marissa". —Hola —responde en voz baja. Sin decir una palabra más, Cash escucha durante unos segundos, luego baja el teléfono y se lo mete en el bolsillo. —¿Qué? ¿Por qué cuelgas? ¿Qué dijo? —No era Marissa. Vamos, tenemos que salir de aquí. —¿Quién era entonces? ¿Cash, que está pasando? —Te lo diré cuando lleguemos a un lugar seguro. Con eso, prácticamente me arrastra de nuevo a su moto y empuja el casco hacia mí. Me muerdo la lengua y empujo el casco en mi cabeza antes de subir detrás de Cash. Justo antes de irnos, sin embargo, cambio de opinión. No me va a mantener en la oscuridad acerca de esto. O compartimos todo o esto tiene que terminar ahora.

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—No —le digo mientras empiezo a bajar de detrás de la moto. Cash estira un brazo hacia mí para detenerme—. Dime ahora lo que está pasando o me bajo de esta moto. De perfil, hay suficiente luz para ver los labios de Cash apretados en una delgada línea con irritación, pero no dejo que me intimide. Mi resolución se ha endurecido, como una gruesa capa de hielo. Me recuesto y cruzo los brazos sobre el pecho. —Bien —asiente—. Ellos se han llevado a Marissa para ganar ventaja. Suspiro. ¿Quiénes son ellos? Además, ¿ventaja para qué? —Los libros. —¿Los libros? Pensé que nadie sabía que tenías los libros. —No lo sabían. —Entonces, ¿cómo se enteraron? —Lo único que se me ocurre es que tengan a un hombre en el interior de la prisión, tal vez alguien que puede escuchar mis conversaciones con papá. Hemos sido cuidadosos, pero... si han estado escuchando lo suficiente, podrían unir las piezas. Y la última vez que fui a visitar a mi padre, mencionó que se lo había dicho a alguien. —¡Oh, Dios mío! Pero, ¿por qué se iban a llevar a Marissa entonces? Su pausa me hace ponerme aún más ansiosa. —No creo que pensaran llevarse a Marissa. Cuando entiendo el significado de sus palabras mi estómago se hunde. —¿Qué? —susurro. —Si han estado escuchando o viendo durante bastante tiempo, probablemente sepan quién soy. Llamaron a mi teléfono, al teléfono de Cash, para hablarme de Marissa. Si no supieran que soy la misma persona, habrían llamado al teléfono de Nash. Dado que somos hermanos, ambos números están programados en su teléfono. —Así que, si saben quién eres, ¿por qué llevarse a Marissa? —Probablemente sabían que Marissa se había ido. Y pensaron que tú serías la única en volver aquí. Pero al tomarla a ella, también están demostrando algo.

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—¿Qué es? —El hecho de que podrían llegar a ti —dice en voz baja—. Y eso lo saben. Mis entrañas se inundan con náuseas. Y miedo. Tanto por Marissa como por mí. Lucho por contener las lágrimas. —Pero, ¿por qué quieren a cualquiera de nosotras? No sabemos nada. —No es lo que sabes. Al menos no del todo, no lo creo. Es lo que eres. —Eso tendría sentido con Marissa. Es exitosa, influyente. Es la que proviene de familia con dinero. Yo no soy nadie, de ninguna parte. Cash se da la vuelta hasta que está mirándome a los ojos. —No para mí no lo eres. Por encima del miedo que está obstruyendo mi pecho, siento un poco de emoción por sus palabras. —Ellos… —Nena —comienza Cash, interrumpiéndome—. Sé que tienes preguntas, pero ahora mismo no tengo todas las respuestas. Y tenemos que salir de aquí. Guarda ese pensamiento. Déjame llevarnos a un lugar seguro y hablaremos más. No espera mi respuesta. Acelera el motor y la moto sale despedida hacia adelante, dejándome aferrada a su espalda con desesperación.

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Capítulo 4 Cash

M

e hace sentir a la vez tranquilo y culpable cuando el agarre de Olivia se aprieta alrededor de mi cintura. Estoy tan contento de haber esperado hasta que ella entrara a salvo. Si la hubiera traído unos minutos antes o si hubiera conducido por su cuenta a casa… El aire enfría el sudor frío que aparece en mi frente. Suelto el manillar lo suficiente hasta alcanzar y rozar con mis dedos por la parte de atrás de su mano. Quiero que sepa que lo sé y que estoy aquí. De hecho, soy la razón por la que está en algún riesgo, que es de donde viene la culpa. Si no hubiera tomado tanto interés en ella, si la hubiera dejado como una simple aventura, como el resto, nadie pensaría en amenazarla para llegar a mí. Por encariñarme con ella, lo estropeé. Ahora ellos están sobre mí y como resultado, sobre Olivia también. No le desearía nada malo a Marissa. Me refiero a que es una perra fría, pero no se merece morir por eso. Y estoy seguro de que eso es lo que tienen planeado para ella. Lo que tienen planeado para Olivia. Ese pensamiento hace que mi estomago se retuerza. Me apuro. Mi única preocupación ahora mismo es llevarla a algún lugar seguro. Y después puedo resolver el resto. No tengo un plan de contingencia para esto, después de todo este tiempo nunca pensé que fueran a enterarse de que tenía los libros. No antes de que fuera demasiado tarde para que hicieran algo al respecto. Pero soy un chico listo. Y mi padre tuvo buena experiencia con este tipo de gente. Ya se nos ocurrirá algo. Tenemos que hacerlo. Así de simple. Tomo el camino más complejo que me pueda imaginar para llegar al centro al hotel que tengo en mente. Constantemente compruebo los

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espejos para ver si hay luces o señales de alguien siguiéndonos. No puedo dar nada por sentado ahora. Cuando empujo la extravagante puerta de entrada del hotel, el aparcacoches aparece. Es joven y se ve ansioso por conducir mi moto. Después de que nos bajamos, le doy su propina y observo mientras conduce la moto al área de aparcamiento subterráneo. Supongo que mi vehículo no será fácilmente descubierto ahí. Voy a tomar tantas precauciones como crea que pueda. Tomo la mano de Olivia, guiándola al lujoso vestíbulo del hotel. Venir aquí con ella me va a costar un buen dinero, pero vale cada centavo. Además, ella puede que nunca haya tenido la oportunidad de estar en un lugar como este antes. Si puedo hacer que se sienta lo suficientemente segura, puede que ella lo disfrute de verdad. El hecho de que la voy a tener toda para mí, en un lugar como este, por una cantidad infinita de tiempo es un gran bonus para mí. Hay una morena detrás del escritorio de recepción—. ¿Puedo ayudarles? —Solo estamos de paso. Sin reservas. ¿Tiene alguna suite disponible por toda la semana? —¿Una suite? Claro, señor. Déjeme ver si hay disponibles para esas fechas. Mientras teclea en su ordenador, miro abajo hacia Olivia. Se ve como si estuviera manejando bien las cosas, teniendo en cuenta todo. Está un poquito pálida, pero estoy seguro está asustadísima, pero eso es lo que se espera. Mira hacia mí y sonríe. Es una pequeña y tensa sonrisa, pero una sonrisa al fin y al cabo. La aceptaré. Aprieto su mano y me inclino para besar su mejilla. Antes de enderezarme, susurro en su oído—: Prometo que no voy a dejar que nada malo te pase. Cuando me echo hacia atrás y miro sus grandes ojos verdes, están brillando con lágrimas no derramadas. Su mentón tiembla y mi corazón se aprieta en mi pecho. Yo le he hecho esto. No sé si es miedo por ella o por la seguridad de Marissa, o solo el shock de lo que pasó, encima de todo lo que ha pasado en su vida

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últimamente, pero algo la está abrumando. Lo puedo ver y me siento responsable por ello. Ella aprieta mi mano de regreso. Tomo eso como un buen signo de que tal vez no me echa toda la culpa a mí. Bueno, tal vez que no me odia completamente. Porque la culpa, sin duda, recae sobre mí. —Señor, sí que tenemos una suite disponible para la próxima semana. ¿Tiene una tarjeta de regalo con usted? —No. —Sí, señor. Voy a necesitar su carnet de conducir y la tarjeta de crédito que va a utilizar para pagar. Me doy cuenta de que ella no menciona la tarifa de la habitación. Supongo que se sobreentiende que, cuando preguntas por una habitación en un hotel como este, va a ser exorbitante. Le doy la tarjeta de Dual. Esta listada bajo el nombre de la empresa, así que nadie podrá ser capaz de rastrear donde fue usada. También especifico que quiero que la reserva esté bajo el mismo nombre, por cuestiones de contabilidad e impuestos. Ella asiente en entendimiento. Para la mayoría de las personas, eso sería completamente razonable. Y ella no es la excepción. Varias veces he visto sus ojos dirigirse a Olivia. Sin duda piensa que soy un hombre de negocios teniendo una aventura con alguien. No me importa lo que piense mientras que no esté cerca de la verdad. —Aquí están sus llaves, señor. Su suite está en el piso quince. Los ascensores de las suites están detrás de la pared de agua. Pase su llave frente al ojo infrarrojo cuando las puertas del ascensor se cierren. Los llevara a su piso. Su habitación estará a su izquierda cuando salga del elevador. Si necesitan algo, mi nombre es Angela. Será un placer atenderles. —Gracias, Angela. Una pregunta: ¿ofrecen servicio de habitaciones las veinticuatro horas? —Sí, señor. Las comidas en la habitación están disponibles a cualquier hora para los huéspedes de las suites. —Está bien. Creo que estamos bien por esta noche entonces. —Sí, señor. Disfruten de su estancia.

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Después de tomar las llaves y el paquete de información que Angela me da, pongo mi mano en la parte baja de la espalda de Olivia y la guio a los ascensores. Una vez dentro su silencio continúa. No trato de forzarla a manterner una conversación porque sé que solo tiene preguntas; preguntas sobre cosas que no deberíamos discutir en un ascensor público. Cuando se detiene suavemente y las puertas se abren con un zumbido sordo, hago que Olivia salga y se dirija a la izquierda. Abro la puerta de la suite y dejo que me preceda a la habitación. Puedo decir por su expresión que nunca ha visto un alojamiento como este antes. A pesar de su conmoción y miedo, está claramente impresionada. Y la suite que nos dieron es bastante exclusiva. Me hace feliz el tener el dinero para tratarla con cosas como estas, aunque la circunstancia es menos que deseable. La primera cosa que noto cuando camino a través de la puerta es la ventana que va del suelo al techo, que nos da una vista impresionante del horizonte de Atlanta. Eso es el fondo de la sala de estar al frente, así como del comedor a la izquierda. Ambos dormitorios están hechos en color beige y rojo oscuro. La luz es suave, lo cual tiene un efecto tranquilizador. Como un hombre, lo apruebo totalmente. Hay una inmensa pantalla plana en una de las paredes de la sala de estar y fuera de eso, puertas dobles que se abren hacia la habitación. Camino directo a la guía del hotel encuadernada en cuero que está en la mesita del café. Abriéndola por el menú, se la paso a Olivia. —Estoy seguro de que tienes hambre. Por qué no escoges algo para pedir al servicio de habitaciones. Voy a esperar a que lo traigan para irme. —¿Irte? ¿A dónde vas? —Alguien me va a llamar en unos cuarenta minutos. Quiero estar en el club cuando lo hagan, solo en caso de que puedan rastrear mi GPS. Después de la llamada voy a conseguirnos teléfonos de repuesto para que usemos mientras me ocupo de esto. —¿Ocuparte de qué? Cash, dime que está sucediendo. Suspiro. Y pienso de nuevo: Maldición, odio haberle arrastrado en todo esto. Si tan solo me hubiera mantenido lejos de ella…

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—Tienen a Marissa. Quieren que les lleve los libros. Van a llamar de nuevo en una hora a partir de la primera llamada. —No puedes darles tú mismo los libros, Cash. ¡Os mataran a ambos! Tienes que llamar a la policía. Mi tío es un hombre muy influyente. Tendrá gente moviendo cielo y tierra para tener a su hija devuelta. —Por lo que es por eso que nunca lo sabrá. Hasta que se acabe, eso es todo. Sería un mayor riesgo para ella si traemos más atención. Ellos tendrán más razones para limpiar su lío. Si puedo hacer esto silenciosamente, tener a Marissa de vuelta, puedo averiguar un nuevo plan. —¿Vas a ir allí, solo? ¿Para darles lo que quieren y después esperas que te dejen ir? ¿Y llevarte a Marissa contigo? Cash, ni siquiera conozco a esta gente y sé que eso no es lo que ellos hacen. Los criminales no trabajan así. Quiero sonreírle. Como si tuviera mucha experiencia con criminales. ¡Ja! Sin duda esto está basado en las clásicas películas de mafiosos. —Olivia, mi padre conoce a estas personas. Mejor que nadie. No haré nada hasta que hable con él. Los libros están escondidos. Voy a decirles que están en una caja de seguridad y que no los puedo tener sino hasta el lunes que los bancos abran. Ya les hubiera dicho eso, pero solo me dijeron que tenían a Marissa, que consiguiera los libros y que me llamarían en una hora con un lugar para encontrarnos. —¿Entonces vas a dejar a Marissa con ellos hasta el lunes? La mirada en sus ojos me dice que piensa que eso es algo que un monstruo haría. Aplanando la carpeta contra su pecho, me acerco a ella y ahueco su mejilla en mi palma. —Si tuviera otra opción, no haría esto. Pero no la tengo. Necesito tiempo. Ellos no harán nada con ella hasta que tengan lo que quieren. Y tengo que asegurarme de que tengo todo previsto antes de darles la única ventaja que tengo. Ella busca en mis ojos. Y la dejo. Sé que tiene problemas de confianza, pensando que soy el chico malo hasta la médula. La realidad de mi situación solo hace que las cosas sean mucho peores. Si tan solo pudiera seguir conmigo un rato más… —¿Puedes confiar en mí? ¡Por favor! Sé que no te estoy dando muchas razones para ello, pero esta vez mira con tu corazón. Te prometo, te prometo que no te voy a defraudar.

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Incluso mientras digo esas palabras, sé que no hay manera de que pueda hacer una promesa como esa. Pero lo que puedo prometer es que, si lo hago, no será porque no hice todo lo que estaba en mi poder para ser el tipo de chico que ella se merece. Quiero valer la pena. Quiero que por fin se enamore del chico correcto. No dice nada, solo asiente. Sé que es duro para ella, pero el hecho de que esté dispuesta a intentarlo me da esperanzas. Tal vez traer algunas cosas familiares pueda tranquilizar su mente. Sé que dejó caer su bolso delante de la puerta de su apartamento y que no lo recogió cuando nos fuimos. Voy a pasar y recogerlo de camino. Tal vez eso le haga sentir mejor. Pero entonces de nuevo, soy un chico. ¿Qué diablos voy a saber? —Dime qué quieres comer. Lo pediré. Cuando esté aquí, puedes comerlo mientras no estoy. Voy a pasar por tu casa y coger tu bolso y algunas ropas, y cerrar con llave. ¿Hay algo en específico que necesites? Ella pausa para pensar y después sacude la cabeza. No estoy seguro de por qué esta tan callada, pero no la quiero presionar. —También necesito tu teléfono. Lo llevare al club y lo dejare allí, por si acaso. Hasta entonces, puedes usar uno de los desechables que voy a traer para nosotros. ¿De acuerdo? Ella asiente de nuevo. —Puedes llamar a tu padre y a Ginger por la mañana. Diles que tu teléfono esta fuera de servicio por algunos días y que estarás llamando para mantener el o. Tiraremos ese teléfono cuando hables con ellos y podrás usar otro para llamar más tarde en la semana.

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Capítulo 5 Olivia

N

i siquiera puedo recordar el nombre de mi cena. Algo elegante y exótico y foráneo de lo que jamás he oído hablar. Lo único que me importa es que es pollo. Me gusta el pollo. Y este es un pollo genial. Mis papilas gustativas están haciendo un buen trabajo en asegurarse de ello. O quizás es que realmente no lo estoy disfrutando. Mi cabeza y mi corazón están demasiados agitados y preocupados como para disfrutar de algo. ¿Qué demonios he hecho? No sólo hice lo que no debía hacer, no debería involucrarme con otro chico malo, pero fui y cogí uno que en realidad tiene un pasado peligroso. No es sólo peligroso para mi corazón, ¡él es peligroso! Obviamente escapar en este momento está completamente fuera de consideración. No es seguro. Bueno, no lo es para mí bienestar físico. Puede ser que sea más seguro para mi corazón. Pero, de nuevo, tal vez no. Incluso después de todo esto, todavía no sé qué pensar de Cash. A veces es tan dulce y sincero y... Me trata como si fuera algo importante. Me habla como si fuera algo diferente. No es como si yo fuera el tipo de chica de usar y tirar y que está acostumbrado a amar y dejar. Parece que me valora, mi seguridad, mi felicidad. Sólo... a mí. Pero yo misma he hablado sobre lo que antes creía, sobre ver lo que antes no estaba realmente allí. Por un lado, sé que es mejor tomar la oportunidad. Sé por experiencia lo que los salvajes hacen a las chicas como yo. Pero, por otro lado, algo me dice que acepte el riesgo. Una voz que nunca había oído antes, que parece hablar desde algún lugar dentro de mi alma, me dice que Cash es diferente. La pregunta es: ¿Qué hacer? ¿Qué hacer, qué hacer? Esa es siempre la pregunta. Y es mucho más difícil cuando todo se deja a mí, cuando yo soy la que se vio obligada a tomar la decisión difícil, todas las decisiones difíciles.

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Pero en este momento, estas circunstancias están dictando mis acciones. Estoy atascada. Por el momento, de todos modos. Tengo que seguir con Cash hasta que se resuelva todo esto de la mafia, que espero, sea muy pronto. Y entonces me puedo decidir. Entonces podré pensar. Después de terminar parte de mi comida, me levanto y deambulo sin descanso a través de la habitación. No me gusta no tener un teléfono, no saber lo que está pasando. No me gusta no saber si alguna vez veré a Cash de nuevo, si Marissa va a estar bien, si un mapache se ha abierto camino en mi apartamento a través de mi puerta muy abierta y rota en pedazos. Sí, mi mente trabaja de maneras muy extrañas y sin sentido. Creo que es por estar tan abrumada, pero me sigue volviendo la mente a si la puerta quedó abierta. Como un disco rayado, que salta de nuevo una y otra y otra vez. Estoy segura de que probablemente lo estaba. Quiero decir, yo estaba un poco distraída. Por decir lo menos. Quizás Cash cerró y no estaba prestando atención. Tal vez la cerré por costumbre y no lo recuerdo. O tal vez ninguno de nosotros lo hizo y he estado con alguna persona sin hogar con un carrito de compras en la casa. ¿Quién sabe? Supongo que el tiempo lo dirá. Y si este resulta ser el caso, algunas cosas deben ser bastante fáciles de encontrar. Una persona sin hogar que ha redecorado recientemente su caja de cartón con un reloj de dos mil dólares puede sobresalir un poco, como sobresaldría uno de ellos caminando por las calles con zapatos Jimmy Choo y un vestido de noche Prada. Por supuesto, ¿quién querría que le devolvieran algo de eso llegados a ese punto? ¡Yo no! Digo, buena vida y espero que disfruten de las cosas caras de Marissa. La única cosa mía que podría identificar sería mi camiseta de Tad. ¡Qué triste es eso! Tal vez debería marcar mi ropa interior de ahora en adelante... Lanzo una risita y pongo los ojos en blanco ante mis propios pensamientos descarriados. Tengo mecanismos de supervivencia muy extraños.

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El cuarto de baño de lujo en nuestra suite cuenta con una bañera de mármol profunda rodeada de todo tipo de atavíos de baño. En la parte posterior de la puerta cuelga un albornoz grueso. Aunque no tengo ropa limpia y productos de aseo, un baño es demasiado tentador para resistirse, así que enciendo el grifo y me desvisto mientras la amplia habitación se llena de vapor. Treinta minutos más tarde, estoy examinando mis uñas, pensando que es probable que sea hora de salir de la bañera. El olor de los productos de baño de lavanda ha impregnado mi piel y, después de este largo remojo, podrían muy bien haber invadido mi hígado. Pero ha valido la pena. El agua caliente parece haber ahogado una parte de mis pensamientos y preocupaciones. Al menos por el momento. Mi agotamiento ha ayudado en buena medida, también. ¡Ha sido una larga, seria y emocional semana! Quito el tapón y dejo que el agua de la bañera se vaya. Me seco con la toalla y me envuelvo con la suave y cálida bata. ¡Los ricos sí que lo tienen fácil! Pero anulo ese pensamiento casi de inmediato. Cash proviene de una familia con dinero, aunque del tipo ilegal, y podría argumentar que algunas riquezas no valen el precio. De hecho, garantizo que lo haría. Ha perdido tanto por la búsqueda de su padre por la riqueza. Por supuesto, que comenzó como un esfuerzo sólo para alimentar a su familia, pero pronto se convirtió en más que eso. Sí, quería salir, pero aun así se benefició financieramente de sus vínculos con el crimen organizado. Y míralos ahora… ¡sufriéndolo todos! Me dirijo a la habitación y me deslizo bajo las mantas para descansar mis ojos hasta que Cash regrese. Empujo la preocupación sobre cuánto tiempo hace que se fue hasta el fondo de mi mente. Me niego a pensar que él ha resultado herido, de lo que se sentiría y cómo afectaría a mi vida. No puedo pensar en eso. No lo haré. Lo que sea, que Cash y yo tengamos para el futuro es una cosa. Si va a romper mi corazón es una cosa. ¿Pero su muerte? Eso es algo completamente distinto. No puedo soportar la idea de un mundo sin él, incluso si él no me pertenece.

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****

Me siento sobre la cama cuando escucho un ruido. Mi mente se pone alerta al instante. Estoy sorprendida de que me las arreglara para dormir. Eso es un testimonio de lo cansada que realmente estaba. Veo pasar una sombra a través de la sala; dejé las luces encendidas de allí. Mi corazón golpea casi dolorosamente contra mis costillas mientras espero y escucho. Oigo el suave susurro de pasos contra el suelo de madera y registro violentamente la habitación en búsqueda de algún tipo de arma. La única cosa que puedo encontrar es un florero en la cómoda que podría romper la cabeza de alguien, una pluma de hotel en la parte superior de la mesilla de noche que podría utilizar para apuñalar a alguien a los ojos, y una Biblia que sin duda reside en el cajón superior, aunque no estoy segura de que manera podría dañar a alguien con eso. Dios es absolutamente apto, pero no creo que él trabaje así. Una presencia llena la puerta y mi corazón salta en mi garganta. Dentro de una fracción de segundo, sin embargo, el reconocimiento me tranquiliza. —No fue mi intención asustarte —dice Cash en voz baja a través del cuarto. Me estiro para encender la lámpara, pero me detiene—. No lo hagas. Quiero que vuelvas a dormir. ¡No hay manera de que eso suceda! Pienso con sequedad, pero tan cansada como todavía me siento, tal vez haya una oportunidad. Mi pulso está empezando a volver a la normalidad cuando Cash se vuelve hacia el lado, alcanza el borde de la camiseta y tira de ella por encima de su cabeza. La luz de la habitación de al lado le da un contorno dorado que resalta todos los músculos que se ondulan mientras se mueve y se desplaza a un lado para lanzar su camiseta sobre una silla cercana. Mi sangre canta a través de mis venas y palpita en mi pecho cuando llega a su cinturón. No dice nada mientras se lo desabrocha y se baja la cremallera de sus pantalones. Aguanto la respiración cuando hace una pausa con sus dedos en la cinturilla. Veo que sus piernas se mueven mientras se quita los zapatos.

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Estoy hipnotizada. No puedo dejar de mirarle deslizar el material por sus piernas musculosas y luego salir de ellos. Mi corazón se detiene y mi boca se seca cuando veo que no lleva ropa interior. Y está duro. Sin embargo, mi boca es la única cosa en mi cuerpo que está seca. Mi piel está cubierta de rocío y una cálida humedad está surgiendo de entre mis muslos. Sin aliento, le veo colgar sus vaqueros sobre el respaldo de la silla y girar hacia la cama, doblando las mantas y deslizándose a mi lado. No me muevo un músculo. Y, al principio, él tampoco. Después de un minuto, se estira hasta mí. El toque de sus dedos se desliza sobre mi antebrazo expuesto, es como pura electricidad. Trae escalofríos por mi piel. Corre por mis brazos y mi espalda, mis pezones se aprietan, como brotes doloridos. Estoy sorprendida y un poco decepcionada cuando me pone de lado. Tira de mí apretándome contra la curva de su cuerpo y se pone por detrás, como dos cucharas. Puedo sentir cada centímetro de su dureza pulsando en mi parte de atrás, incluso a través de la tela. Antes de que siquiera pueda pensar en la sabiduría de eso, muevo mi trasero contra él. Es el instinto. Y el deseo. Mi cuerpo tiene en mente su propio parecer. Oigo el silbido del aliento entre dientes de Cash y permanece absolutamente inmóvil. Durante varios segundos de larga tensión no se mueve. Yo tampoco. Quiero que me toque, que coloque sus manos y su boca sobre mí y que me haga olvidar de que el mundo existe, incluso por un tiempo. Pero cuando finalmente lo hace, me toca, es decir, es solo para pasar el brazo por encima de mi cintura y meter sus dedos contra la cama, debajo de mi costado. Siento sus labios mientras acaricia mi cuello y mi corazón se derrite justo dentro de mi pecho. Él me desea. Todavía puedo sentirlo. Pero está manteniéndose a raya por mí, para mi consuelo y mi estabilidad emocional. Su consideración me empuja un paso más cerca de no poder recuperarme de tenerle en

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mi vida, de haberlo conocido y conocer la profundidad de los sentimientos que tengo por él. Por enésima vez desde que conocí a Cash, me doy cuenta de que estoy metida, muy posiblemente en un gran problema. Maldición. Nos acostamos juntos en silencio, respirando profundamente y de manera uniforme, esperando a que nuestros cuerpos se enfríen. Nunca pensé que podría ser literalmente doloroso estar cerca de alguien. Pero lo es. Me duele el deseo, la necesidad. Hay un lugar, un vacío que sólo Cash puede llenar. Es físico, sí. ¡Madre mía!, ¡es físico! Sólo la idea de que me penetre, empujando tan duro y tan profundo dentro de mí... Cierro los ojos con fuerza y destierro los pensamientos de mi mente. Tengo que empezar a enfriarme de nuevo. Grrrrr. Pero hay algo más profundo en la forma en que Cash me hace sentir. Él viene a llenar un vacío que se ha convertido recientemente en un abismo enorme en mi alma. Desde que conozco a Cash, de hecho. Es como si él lo hubiese creado, pero a la vez, pueda rellenarlo. Con un profundo suspiro, apago ese canal cerebral. No me lleva a ninguna buena parte. Rápido. —Entonces —empiezo cuando el silencio y la cercanía es demasiado—. ¿Cómo te fue? Me castigo a mí misma. La llamada es lo que más debería estar preocupándome, no tratar de mantener las manos quietas. O deseando que Cash no mantuviera sus manos quietas. El suspiro de Cash agita el pelo detrás de mí oreja y me da escalofríos. —Lo aceptaron. No creo que les haya gustado mucho, pero creo que mantuve la calma y les convencí de que los libros fueron guardados en el banco para su custodia. Cabrones —susurra al final. —¿Te permitieron hablar con Marissa? —Sí. —¿Y? ¿Cómo estaba?

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—Creo que hay una buena posibilidad de que en realidad, ella los mate accidentalmente. Me siento un poco mal por ellos. No puedo evitar sonreír. —¿Así que no la tienen en cautiverio? —Parecía ser amable con ellos, pero me pateó el culo. No hay duda de a quién culpa en este escenario. Lo bueno es que, a menos que le digan que somos dos hermanos, me puede culpar y no arrastrar a Nash y todo lo que ha logrado por el barro. —Con Marissa, no esperaría nada menos. Me siento mal de hablar así de ella cuando está siendo rehén. Quiero decir, ¡qué pesadilla! Pero Marissa es más o menos una pesadilla, también. Tal vez todo esto de alguna manera haga que sea una mejor persona. O tal vez un fuerte golpe en la cabeza le dará una epifanía. O tal vez si utilizan cloroformo sobre ella va a alterar su personalidad y hacerla agradable y decente. Todo es posible, ¿verdad? —Entonces, ¿cuál es el plan? —Hay algunas cosas que tengo que mirar mañana. Y quiero ir a ver a mi padre. No sólo necesita saber acerca de esto, sino que podría ser capaz de ayudar. —¿Cómo? El hombre está en la cárcel. —Lo sé —responde Cash un poco bruscamente—. Pero conoce a estas personas, sabe cómo piensan. Además, siempre ha sido bueno con los planes y la estrategia. No quiero correr ningún riesgo. Hay demasiado en juego —dice, tirando de mí contra él. Nos quedamos en silencio. Estoy segura de que la mente de Cash está trabajando más y más rápido que la mía, que es muy, muy fuerte y rápido. Pero tiene el mayor peso de la culpa, por no hablar de todo el dolor enterrado este debe ser desenterrado. —Cash —empiezo suavemente. —Sí, cariño —susurra cerca de mi oído, la expresión cariñosa se deposita a mí alrededor como una manta caliente. —No te culpo.

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Él me aprieta y presiona sus labios en mi hombro. Apenas puedo sentirlos a través de la solapa de mi albornoz. —¿Puedo quitarte esto? —respira—. Quiero sentir tu piel contra la mía. Una punzada de chispas de deseo recorren a través de mí al pensar en él sosteniendo mi cuerpo desnudo contra el suyo. No fue hasta hace un par de horas que tuvimos sexo por quinta vez en el día, pero se siente como una eternidad. Mucho ha pasado desde entonces, tantas emociones han venido y se fueron, se siente... diferente. —Sí —le susurro en respuesta, antes de que mi mente pueda hablar por ella. Empiezo a sentarme, pero Cash me detiene. Se apoya en un codo y me retira el pelo de la cara y del cuello, se inclina para presionar sus labios contra la suave piel debajo de mi oreja. —Permíteme. Hago mi mejor esfuerzo por relajarme cuando siento su mano ir al cinturón anudado en mi cintura. Trabaja con sus dedos ágiles y luego saca lentamente un extremo hasta que cae. A continuación, siento su piel subiendo hasta mi pecho. Pasa la mano por el interior de la solapa de la bata, abriendo y tirándola lejos de mi cuerpo hasta llegar a la cadera. Ligero como el aroma de lavanda emanando de mis poros, Cash alcanza y retira el material de felpa sobre la curva de mi hombro, presionando suavemente sus labios sobre la piel de allí. —Hueles tan bien. Muy ligeramente, sus caderas se inclinan contra las mías. El deseo brota en mi vientre cuando siento su erección contra mí. Arrastra los dedos por la piel de mi brazo, quitándome la manta a medida que avanza. Me inclino sobre mi codo y tiro de mi brazo, para librarme de la manga. Cash empuja el resto por mis piernas. —Gírate hacia mí. La emoción zumba a lo largo de mis terminaciones nerviosas, hago lo que me pide, me vuelvo sobre mi espalda y luego continúo rodando hasta que le estoy mirando. Estoy tan cerca, si alzo los labios apenas a la derecha, podía besar su barbilla.

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En la habitación con poca luz, puedo ver que sus ojos brillan como diamantes negros. La luz de la sala se derrama suavemente a través de la puerta e ilumina la mitad de su cara, dejando la otra mitad sumida en las sombras. Puedo escuchar su respiración. Puedo sentir el calor que brota de su cuerpo. Sé que está tan emocionado como yo, que quiere esto tanto como yo, y sin embargo, está dispuesto a mantenerse a raya. Sólo por mí. Pero ¿qué pasa si no quiero que lo haga? ¿Y si, a pesar de las dudas interminables, recelos y horrores del día, le quiero? ¿Es eso suficiente? ¿Por ahora? ¿Sería tan malo? En cierto modo. En otras palabras, no lo es. Pero el hecho del asunto es que, ahora mismo necesito a Cash. Necesito que me abrace, que me bese, que me toque. Le necesito dentro de mí, llenándome con su presencia y su seguridad. Mañana traerá nuevas preocupaciones. Se me ocurrirán más entonces. Así poco a poco, Cash pasa los dedos por encima de mi clavícula y empuja la tela de mi otro hombro. Cuelga en la punta de mi seno y veo sus ojos caer sobre mi pecho. Tomo aire y lo sostengo. Su mirada me quema como un o físico. Deliberadamente, levanta su mano en el centro de mi pecho y corre el dorso de sus dedos sobre mi pezón, liberándolo de la bata y exponiendo mi carne a sus ojos hambrientos. Una vez más, no se mueve durante unos segundos. Una vez más, yo tampoco. Cuando sus ojos observan los míos, están llenos de todo tipo de cosas, pero lo más evidente es resolución. Él no se rendirá. No esta noche. Es muy importante para él. ¿Por qué?, no lo sé. Tal vez soy importante para él. Sólo puedo esperar. Ligeramente se inclina hacia adelante, Cash empuja la sabana de mí, hacia mi espalda, pasándome la mano por el culo y luego a un lado de mi muslo. Cuando estoy recostada en frente de él, tan desnuda como él, deja que sus ojos vaguen sobre mí. Los veo de cerca justo antes de que ruede sobre su espalda y levante el brazo para recorrer por encima de mi cabeza. Tira de mí hacia su pecho. Dejo mi mano patinar sobre los duros músculos de su estómago y subo la rodilla sobre su muslo. No puedo oír su respiración. Me pregunto si está conteniéndola. No lo sé, pero puedo oír su corazón golpeando contra sus costillas.

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Está luchando, luchando contra nosotros, contra esto. Por un segundo, pienso en provocarle, de cambiarle de opinión, pero el respeto a lo que está haciendo se alza y me detiene. No quiero exigirle más de lo que da, pero todavía me deja con la pregunta: ¿qué significa? Los labios de Cash pasan por mi pelo justo antes de que grazne: —Duérmete, nena. Ahora estás a salvo. Lo prometo. De alguna manera tengo que creerle. Así que me duermo.

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Algo pasa por mi espalda. Es suave y cálido, y me toma menos de un segundo darme cuenta de que es Cash. Está detrás de mí. Y está desnudo. Sus caderas se flexionan, presionando su erección en el pliegue de mi culo. Sin pensar en ello, arqueo la espalda y me empujo contra él. Le oigo contener el aliento y mi estómago palpita en respuesta. Está despierto. Por favor no dejes que esto sea un sueño. Una gran mano patina sobre mi cadera y en mi estómago y luego hasta la copa mi pecho. Con la punta de los dedos, provoca mi pezón hasta que duele de ansia por él, por su boca. Levantándome, pongo mi mano sobre la suya apretando los dedos. Amasa mi sensible carne hasta que mi pulso se intensifica a un ritmo más rápido. Siento sus labios en la curva de mi cuello. Entonces su lengua. Ésta sale a mojar un círculo en mi piel y luego me muerde. Escalofríos estallan en mi pecho y espalda y el vientre se me aprieta con anticipación. Quiero que esto suceda. Necesito que esto suceda. Así que me dejo ir. Le animo. Ayudo. Estirándose detrás de mí, le agarro la cadera y le pego a mí, fundo mi trasero contra él. Le oigo gemir mientras quita su mano mi pecho para

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viajar por mi estómago hasta la unión de mis muslos. Los extiendo un poquito para que él me toque. Y lo hace. Desliza un largo dedo entre mis pliegues, deteniéndose brevemente a revolotear sobre la protuberancia en la parte superior antes de caer dentro de mí. —Mmm, ¿qué es esto? —dice, sacando su dedo y luego metiéndolo aún más. Mis uñas se clavan en su cadera y él se flexiona contra mí. Está aún más duro. Y más grande. Si eso es posible. —¿Estabas soñando conmigo? —susurra en mi oído—. Seguro que se siente como si estuvieras haciéndolo. —Él me roza con la mano y me penetra con los dedos—. ¿Estabas soñando con que te tocaba de esta manera? ¿O estabas soñando sobre mí haciendo más? No digo nada. No puedo pensar más allá de lo que me está haciendo, más allá de lo que quiero que me haga. Una y otra y otra vez. —Creo que lo estabas haciendo. Creo que quieres esto, pero tienes miedo. Pero no esta noche. No tengas miedo esta noche. Simplemente deja que me quede junto a ti. Te voy a enseñar lo bien que estamos juntos. Suavemente, Cash se mueve detrás de mí. Empiezo a rodar sobre mi espalda, pero me detiene. —No —dice tajante. Cuando empiezo a hablar, me interrumpe—. Shhh —murmura, me balanceo sobre mi estómago—. Sobre tus rodillas. — Dudo sólo por un segundo, el tiempo suficiente—. Hazlo —pide en voz baja—. Te prometo que te gustará. Me pongo sobre mis manos y rodillas. Siento el cálido cuerpo de Cash en la parte posterior de mis piernas y culo mientras se mueve más cerca de mí. Sus manos cálidas encuentran mis caderas. Sus dedos cavan y me tiran de nuevo hacia él, su erección presionando contra mí. Un estremecimiento de pura lujuria tiembla dentro mí. Empuja suavemente, me insta a seguir. Me arrastro hacia la cabecera de la cama hasta que me cierno sobre la almohada. —Estira las manos.

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Lo hago, cierro mis dedos alrededor de la parte superior de la cabecera de madera. Poco a poco, Cash se inclina sobre mí hasta que puedo sentir su pecho contra mi espalda. Respira en mi oído: —Abre las piernas. —Cuando lo hago, una de sus manos se mueve entre ellas por la espalda Pone su dedo en mi interior mientras sus dedos juegan con la piel resbaladiza entre mis pliegues. Si estuviera de pie, hubiera colapsado. Siento su caricia todo el camino en mis rodillas. No puedo detener el gemido que sale de mis labios. —¿Te gusta eso? —Su lengua pincha mi lóbulo de la oreja. —Sí —le digo con el poco aliento que tengo. Me mueve el pelo a un lado y besa la parte posterior de mi cuello, el centro de la espalda. Siento su calor alejándose mientras sus labios marcan un camino hasta mi espalda baja y por encima de mi trasero. La cama se mueve a medida que se desplaza detrás de mí. Le siento deslizarse con la cabeza entre las piernas y coloca la almohada entre ellas. Miro abajo mientras él observa hacia arriba y, a la tenue luz, veo brillar sus ojos negros. El fuego en ellos es suficiente para que me ponga más colorada aún. Nunca quita sus ojos de los míos mientras él, de espaldas, deja sus manos alrededor de la parte superior de mi piernas y me tira hacia abajo sobre su boca. El primer toque de su lengua es como un rayo. El calor brota a través de mi núcleo y aterriza en un charco contra sus labios, que ya se mueven contra mí. —Móntame —gruñe, su voz llena de deseo. Como para animarme, mete la lengua profundamente dentro de mí. Con las manos en mis piernas, me urge. Dentro y fuera, su lengua se mueve dentro de mí. De ida y vuelta me muevo sobre su lengua, balanceándome sobre mis rodillas, deslizándome por su rostro. Sus labios y cara estimulan todas las partes de mí a la vez, y casi es más de lo que puedo soportar. Mi respiración se convierte en rápidas ráfagas. Mis uñas se clavan en la madera de la cabecera. Mis caderas suben y bajan por su boca.

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Mi pulso está fuera de control. Más rápido y más duro me fundo contra él. Cuando escucho su gemido, abre las compuertas de placer y mi mundo explota en la punta de su lengua. Me abraza a él mientras cierro los ojos y cedo ante los espasmos que llevan a mi cuerpo a la ruina. Antes de que las contracciones se desvanezcan en nada, siento que Cash se mueve. En cuestión de segundos le siento detrás de mí. Siento sus dedos sondeándome, deslizándose dentro y fuera de mí. Y entonces siento algo más grande. Su primer envestida me quita el aliento. Con un gemido, sale y se estrella contra mí de nuevo, renovando mi orgasmo. Ola tras ola, siento mi cuerpo apretándose con fuerza a su alrededor. Estoy tan llena, tan, pero tan llena. Le siento por todas partes, como si estuviera penetrando hasta el final en mi pecho. Una y otra vez, retira su longitud y luego lo conduce de vuelta a mí, más profundamente cada vez. —Toma todo, nena —dice entre dientes. Las palabras son tan hambrientas, tan eróticas que grito. Su ritmo aumenta y también lo hace su respiración. Sé lo que viene. Sé que se va a correr. Su cuerpo se pone rígido y gruñe con el primer pulso de su clímax. Se libra en mí en movimientos cortos mientras se inclina hacia adelante, hunde una mano en mi pelo y entierra sus dientes en la piel de mi hombro. No me duele, no rasga mi piel, sino que sólo aumenta el placer que ya está inundando mi cuerpo. Y al igual que antes, estoy estallando de nuevo. Muy aparte. Envuelta en los brazos de Cash. Sujetándole dentro de mi cuerpo. Dentro de mi corazón. Dentro de mi alma.

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Capítulo 6 Cash

L

os domingos son los días de visitas en las prisiones. Siempre es triste ver la cantidad de familias que se sientan en las mesas separadas. Niños que hablan con padres que apenas conocen. Las esposas que les hablan a maridos que apenas ven. Vidas vividas de una manera que es casi inhumana. En un lugar como éste, es fácil ver que todos los errores, grandes y pequeños, tienen consecuencias. Cuanto mayor es el error, mayores son las consecuencias. Sólo espero que nada de lo que haya hecho o que tenga que hacer, me arrastre hasta aquí. Creo que preferiría estar muerto. En piloto automático, entro con los movimientos habituales a visitar a mi padre. Estoy sentado detrás del vidrio, con las manos cruzadas sobre la mesa delante de mí, cuando le traen hasta aquí. Aunque no estoy al tanto de estar usando alguna expresión particularmente reveladora, algo que estoy haciendo alerta a mi padre. Él va directo al punto al instante en que toma el teléfono negro en la pared. —¿Qué pasó? Me encuentro con sus ojos preocupados, un par de ojos sólo un tono o dos, más claros que los míos. Niego una vez y toco mi oreja derecha con mi dedo, como de casualidad. Me mira fijamente durante unos segundos. Sé que él está procesando todo y se están formulando planes de contingencia mientras hablamos. O no hablamos, pero como si lo hicieramos. Finalmente, asiente. Sólo una vez, una corta y brusca sacudida de la cabeza. Lo entiende. Puedo verlo en sus ojos. —No pasó nada. Simplemente ha sido un fin de semana largo. El trabajo me ha tenido muy ocupado. La conversación deriva a temas mundanos, nada que sea totalmente fuera de lo común para una de mis visitas. Nos ponemos al día sobre

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las personas y los acontecimientos diarios y cosas reales, nada digno de atención adicional. Espero que sea suficiente para sumir a los oyentes en un estado vago de aburrimiento. Finalmente, papá dirige la conversación hacia lo más importante. Pero, como hombre astuto que es, lo hace de tal manera que no parece evidente. Por lo menos espero que no. —Entonces, ¿cómo fue ese viaje de pesca? ¿Capturaste algo? Yo no pesco. Nash lo hacía, pero yo nunca. Papá lo sabe. Y así es como sé que no estamos realmente hablando de pesca. —No, no hubo caso. Acabo de pasar el fin de semana escondido. Ya sabes, trabajando. Asiente lentamente, de manera significativa. Sé que comprendió mi uso del término “escondido”. —Puede ser peligroso. Trabajar demasiado. —Sí, sé que puede serlo —le digo, asintiendo para dar énfasis. Todavía me observa de cerca. Es como si estuviéramos manteniendo una conversación más profunda y sin decir una palabra. —Voy a tener que entregar algunas de las tareas importantes a otra persona, creo. —Espero que entienda lo que realmente voy a tener que entregar. —A veces tienes que hacer lo que tienes que hacer, Cash. Las cosas no siempre salen como queremos. O como planeamos. A veces, sólo tienes que ir con ello y hacer lo que te parezca mejor. Se trata de sobrevivir a esta vida. —Siento que tengo las manos atadas. Él asiente otra vez. —Bueno, renunciar a todo puede traer un conjunto de diferentes consecuencias. ¿Tienes un plan B? Niego, levanto la mano sin poder hacer nada. —No, pero estoy abierto a sugerencias. Todavía tengo tiempo. Pero no mucho. El club está en problemas. —Se rasca la barbilla, sin dejar de mirarme—. ¿Algo que creas que pueda ayudar? ¿Algo que pueda hacer?

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—Eres tan terco —murmura—. Tienes que jugártelo todo ¿no es así? Con ese club. Y con el riesgo de algún día hundirte con la nave. Antes de que papá fuera arrestado, él no quería que yo tuviera los libros, no quería que me involucrara. Le convencí de que no sólo nos daría cierta ventaja, sino que también nos mantendría a salvo. Mientras los jefes de papá supieran que los libros estaban... en alguna parte, nunca podrían correr el riesgo de hacer un movimiento hasta que se confirmaran quien los tenía o dónde estaban. Sólo que ahora habían confirmado el quién. —Eso es lo que estoy tratando de evitar. Pensé que podrías darme un consejo. Después de todo, eres un hombre muy inteligente. —Lo digo con una sonrisa amorosa. Y papá lo reconoce. Lo veo en sus ojos, todo el cariño que le tengo, reflejado allí. —Necesitas ayuda en el club. —Estoy abierto a ello. ¿Alguna sugerencia? —Esto es lo que tienes que hacer. Saca dos anuncios en el periódico. —¿Existe alguien que todavía utilice el periódico? —Bromeo. —Algunas personas lo hacen —dice encogiéndose de hombros casualmente. En este caso, “algunas personas” deben ser personas muy importantes—. Pero hay un sitio en internet en el que puedes anunciarte, también. No coloques el segundo anuncio allí. Sólo el primero. Puedes obtener una respuesta más rápida. Va a decir exactamente dónde colocar los anuncios y cómo escribirlo. Tomo notas en el teléfono de mierda que llevo. —Te responderán algo en un par de días. A más tardar. Tal vez conseguir un poco de ayuda por ahí, te libere un poquito más. —Sí, eso está convirtiéndose en un verdadero problema para algunos de mis empleados. Papá sabe que Olivia sirve tragos en la barra para mí. —Bueno, tal vez esto sea la respuesta. A veces hacen falta decisiones drásticas. Estoy desesperado. A este punto estoy dispuesto a probar cualquier cosa.

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Asiente de nuevo, pero no dice nada. En sus ojos veo arrepentimiento. Profundo, doloroso arrepentimiento y pesar. A pesar que él no conoce los detalles, sabe que las cosas empiezan a tambalearse. Llegando a un punto crítico. Y no en el buen sentido, no en nuestro camino. Tener que entregar los libros nunca fue parte del plan, ni siquiera estuvo en consideración. Después de todo este tiempo, nunca pensé... bueno, nunca pensé. Y no pensé lo que me ha costado. Y podría seguir costándome. A menos que pueda averiguar algo más. Tal vez los anuncios y lo que me señalen, serán toda la respuesta que necesito. Espero que sí.

****

Tan pronto como regreso a mi moto, reviso mi teléfono. No hay ni una línea de señal dentro de la prisión. Olivia sabía que sería difícil de arme por esos minutos. Ella parece de acuerdo con eso, mucho más que yo. Apresuré la visita para poder regresar al mundo. Ahora tengo cuatro barras de señal y ni un mensaje, lo cual es una buena cosa. Supongo. No hay emergencias. No hay razón para preocuparse. Pero me habría gustado tener un mensaje o un texto de su parte, por alguna razón o no. Sólo haciéndome saber que está bien. O que tal vez me ha extrañado. Después de unos minutos de debatirme, cedo a la tentación y presiono el botón de llamadas que puse para Olivia. No tengo nada en particular para decirle. Supongo que es sólo eso, a pesar de que sólo he estado fuera un par de horas, quiero asegurarme de que está bien. Sólo comprobarlo. Es amabilidad, algo de consideración. Eso es todo. Nada más. Sigue diciéndote eso a ti mismo, amigo. Pongo los ojos en blanco a la voz dentro de mi cabeza. Es un tipo inteligente.

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—¿Hola? —responde con la voz adormilada. —¿Te desperté? —No importa, sólo estaba remoloneando, pero necesito levantarme. ¿Dónde estás? —Aún en prisión. Estoy listo para irme. Sólo pensé en saber cómo estabas. —¿En serio? —Oigo una sonrisa en su voz. Y el indicio de algo más. ¿Tal vez sea placer? Pareciera como si estuviera feliz porque le he llamado. —¿Eso te sorprende? Ella hace una pausa. —Tal vez. —¿Por qué? Otra pausa. —No lo sé. Tal vez porque estaba esperando que tú… Calla, pero no tengo ningún problema en terminar su pensamiento. Ella todavía piensa que soy uno de sus típicos errores de chico malo. Vagamente, me pregunto si alguna vez seré capaz de hacer lo suficiente o decir lo suficiente o mostrarle lo suficiente para que comprenda que no soy así. Por lo menos no de la manera que cuentan. ¿O será que siempre me compara? Si lo hace, siempre encontrará similitudes. ¿Pero ve las diferencias? Y ¿serán suficientes? A veces suena como una batalla que no puede ganar. Después de vivir la vida de dos personas diferentes durante todos estos años, después de tener que fingir ser lo que no soy todos estos años, lo que realmente quiero es alguien que vea al verdadero yo y lo acepte. Todo eso. El bueno, el feo y el malo1. Pero esa no puede ser mi principal preocupación en este momento. Hay demasiadas cosas más importantes de qué preocuparse. Como

El bueno, el malo y el feo: es una película del género spaghetti western estrenada en 1966 protagonizada por Clint Eastwood, Lee Van Cleef y Eli Wallach. 1

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mantener a todos vivos, sanos y salvos. Incluso a las personas que particularmente no me importan, como Marissa. No podría vivir con algo así como su muerte en mi conciencia. O incluso si resulta herida. Ya me siento como una mierda con todo este lío y realmente no ha sucedida nada. Es sólo la idea de ello subiendo y, Dios no lo quiera, que todo termine mal, me da un poco de conocimiento de lo que papá debe sentir. Todos los días. Tiene la muerte de dos seres queridos en sus manos, por no hablar de cualquier otra cosa que ha hecho durante su relación laboral con la mafia rusa. Olivia se aclara la garganta y me trae de vuelta al presente. —¿Cómo te fue? —Te lo diré todo cuando llegue. ¿Necesitas algo de la ciudad? —Ummm, no se me ocurre nada. Con lo que trajiste anoche, creo que estoy lista. —Bueno. Está bien, te veré en un rato para almorzar. Podemos pedir algo a la habitación. Inmediatamente, mi pensamiento se dirige a la mesa del comedor, en la habitación del hotel, haciendo a un lado la porcelana china y los vasos de cristal y la cubertería pesada; desgarrando ese maldito traje de ella y aliviando mi cuerpo en el de ella. Me muerdo el labio cuando siento el flujo de sangre desviar lejos de todos mis órganos vitales para la diversión de uno solo. Tengo que dejar de pensar en cosas así. No puedo andar muy bien y volver a Atlanta, en una moto, con una enorme erección. Al menos no con comodidad. —Mmmm, eso suena bien. —Parte de lo que hace que me muerda el labio más duro, es lo que ella dijo, es como si supiera exactamente lo que estaba pensando. Pero la mayor parte de la razón es la forma en que lo dijo. Tiene la voz más sexy del mundo cuando habla bajito. Pone una voz ronca, como un estruendo que puedo sentir vibrar a través de mí. Cada vez que lo hace, se despierta mi polla. ¡Y hoy no necesita ninguna ayuda para ello!

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—Muy bien, entonces. Hasta pronto. —Cuelgo. Sé que probablemente parezco brusco con ella, pero era eso o dar un paseo, y tal vez una paja2, antes de viajar a la ciudad. Y odio tener que dejarle sola un segundo más de lo necesario. Estoy bastante seguro de que está a salvo, pero no con certeza. Y mientras no pueda estar seguro, no voy a correr ningún riesgo innecesario.

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No se habla directamente de una paja (masturbación), pero el término en inglés boner walk- hace referencia directa a ella. 2

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Capítulo 7 Olivia

G

iro la cabeza para secarme el cabello y me quedo mirando mi reflejo. Puedo ver la preocupación en mis ojos. No sé si Cash puede verla o no, y si eso es empeorar las cosas o no, pero algo es seguro. Parece que la tensión entre nosotros está creciendo. Y no en el buen sentido. La tensión sexual todavía está ahí. Por supuesto. Pero está quedando en segundo lugar para cualquier otra cosa que esté por agitar las aguas. Tal vez sólo sea una serie de cosas. Sé que estoy sintiéndome un poco insegura. Sobre él, sobre la situación, sobre... todo. ¡Maldita Taryn y sus estúpidos comentarios! Sé que no debería prestarle mucha atención, pero parece que sus palabras me sacaron de un trance, uno en el que estaba haciendo caso omiso de todo para centrarme en Cash. ¡Y mira dónde me ha traído! Una prima secuestrada y un viaje con todos los gastos pagados a un hotel de lujo que bien podría ser una prisión. No se sentiría tanto como un cautiverio si Cash y yo no estuviéramos tan tensos uno alrededor del otro. Sé cuáles son mis problemas. Son los suyos los que me preocupan. ¿Por qué se ha vuelto tan distante y difícil? ¿Es sólo la situación de Marissa? ¿Se siente culpable? ¿Está preocupado por renunciar a los libros y perder la única forma que tenía de ayudar a su padre? Estoy segura de que siente todo eso. Pero la pregunta es, ¿hay algo más? ¿Tiene algo que ver conmigo? Mientras termino de prepararme para trabajar, me quejo en silencio sobre esta extraña nueva situación y cuan egoísta soy por enfocarme en eso cuando hay cosas más importantes en juego. Cuando termino de enlazar los finos aros de oro en mis orejas, apago la luz del baño y me dirijo a la sala de estar.

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—Bien. Estoy lista cuando lo estés —le digo a Cash que está sentado en el sofá, fingiendo mirar la televisión. Puedo decir por la forma en que se sobresalta cuando hablo que su mente estaba en otra parte. Profundo, profundo, profundo en otro lugar. Sonríe. Y mi corazón da un vuelco. Igual que siempre. —Creo que está funcionando a la perfección el que quisieras trabajar esta noche, ¿eh? Ahora los dos tenemos razón para estar ahí. Tú puedes hacer algo de dinero y yo puedo mantener un ojo en ti. —No tienes que mantener un ojo en mí. De hecho, probablemente ni siquiera necesitemos estar ahí. Tienen a Marissa. Les vas a llevar los libros. Todo esto debería terminar mañana, ¿no? No estoy segura de qué hacer con la expresión de Cash. Pero incluso si lo hiciera, no confiaría en que estoy interpretándole correctamente. Creo que estoy demasiado sensible en estos momentos. Para todo lo relacionado con él. Asiente y sonríe, pero la sonrisa es forzada. —Debe estarlo, sí. Sólo resiste conmigo un poco más. Por favor. La última palabra es agregada con una sinceridad vacilante que me hace sentir mal por... algo. Como si le hubieroa herido de alguna manera. Pero no puedo imaginar que sea verdad. Sin embargo, eso parece. —Por supuesto. Cualquier cosa que creas que es mejor. Quiero decir, venga ya. ¿Servicio de habitaciones y bañeras de mármol? Como no me iba a encantar, ¿verdad? —Precisamente. —Su sonrisa todavía no llega a sus ojos. —Vamos a hacer algo de dinero. Diez minutos más tarde, mientras volamos a través de las calles de Atlanta en su moto, me deleito con la sensación de mis brazos alrededor de la cintura de Cash. Es el único momento en el que puedo colgarme de él sin pensar en por qué me estoy aferrando o si me estoy aferrando demasiado fuerte. O si debería aferrarme en absoluto. Me gustaría tener un botón gigante de rebobinado. Me gustaría que nos llevara de vuelta unos pocos días, al día que vino a Salt Springs a buscarme, al día que me sentí como si fuera suya y él fuera mío, al día en el que dejé de pensar en todo lo demás.

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Antes de hablar con Taryn. Y que ella me recordara que los leopardos no suelen cambiar sus manchas. Son hermosos como son, pero deben ser irados desde lejos. Donde no pueden alcanzarte con sus garras, garras que fácilmente podrían desgarrar el corazón de una chica. Cuando Cash rodea la esquina y Dual está a la vista, mi corazón se hunde. Taryn ya está aquí. Y está sentada en su coche, sin duda esperando a alguien que abra las puertas y le deje entrar. Oí a Cash llamar a Gavin, el director a tiempo parcial, y decirle que no se preocupara por la apertura, que él estaba ahí. ¡Mierda! ¡Ni siquiera quiero pensar en eso! Mientras Cash conduce más allá de su coche y alrededor del edificio hacia el garaje, veo como sus ojos nos siguen. Incluso a través del frente tintado del casco, puedo sentir las puntas afiladas de las dagas que está lanzándome. Asumo que esto traerá un abrupto y probable feo final a nuestra tregua. Maldición. La puerta del garaje se abre con sólo pulsar un botón en la moto de Cash, nos guía dentro y apaga el motor. Bajo rápidamente, esperando que Taryn no venga y haga una gran escena. —Mejor entro y empiezo a trabajar —digo, entregándole mi casco a Cash. Lentamente, se acerca para tomarlo de mi mano, mirándome sospechosamente. Después de varios incómodos segundos, justo cuando creo que va a dejar de preocuparse de mantener nuestra relación (cualquiera que sea en realidad) de los demás, asiente. Le doy una sonrisa rápida y me lanzo hacia el apartamento, a través de la oficina y hacia fuera al bar en sí, guardando mi bolso a salvo bajo el mostrador. No pierdo tiempo en empezar a trabajar, destapando botellas de licor, asegurándome de que las neveras están llenas, y luego comienzo a cortar limones, limas y naranjas. Veo a Cash cruzar la habitación para abrir las puertas, pero en lugar de ir a su oficina, sale a la calle. Son unos buenos quince minutos antes de que vuelva a entrar. ¿Y lo que más me molesta? Unos sesenta segundos después de que él entra, Taryn finalmente hace su aparición. Y está sonriendo. De oreja a oreja. ¿Ahora qué demonios significa eso?

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El nudo en la boca de mi estómago me dice que no significa nada bueno. Al menos no para mí. Parpadeo fuera las lágrimas que pican en mis ojos. ¿Cómo pude estar tan equivocada? ¡Otra vez! Se sentía tan bien. Estaba tan cerca. Taryn comienza a silbar mientras abre su puesto. ¡Silbando, por el amor de Dios! Llámame loca, pero creo que se está regodeando. ¿Puede un silbido contar como regodeo? Um, estoy bastante segura de que puede. Y estoy bastante segura de que es lo que hace. Aprieto los dientes y le ignoro lo mejor que puedo. Estoy agradecida cuando Cash enciende la música y ahoga su odiosa felicidad. Con una crueldad que se siente como que está directamente relacionada con mi supervivencia, pongo hasta la última gota de mi concentración en el trabajo. No puedo soportar estar dentro de mi propia cabeza un segundo más.

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Capítulo 8 Cash

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e levanto y camino hacia la estantería frente a mi escritorio por tercera vez. He dejado la puerta de mi oficina medio abierta para poder asegurarme de que Taryn se esté comportando. Cuando salí a la calle después de abrir las puertas delanteras, lo hice con la intención de itir que Olivia y yo nos estamos viendo y luego darle a Taryn un ultimátum. No quiero que entre y le haga pasar a Olivia un mal rato. Pero creo que subestimé cuán grande jugaría el rol del ego de Taryn. Se me adelantó en ser la primera en hablar y, en el proceso, me dio la perfecta salida. El secreto de Olivia aún está a salvo. —Esa chica realmente necesita un coche nuevo —dijo alegremente, mirando hacia atrás al coche de Olivia mientras caminaba por el estacionamiento hacia mí. —No puede permitirse uno ahora mismo. Y tú no tienes que estar lanzándole mierda. Esa chica lo está teniendo bastante difícil. Lo siento por ella y si supieras todo lo que pasaba en su vida y con su familia, tú también lo harías. Así que haznos un favor a todos y guárdate las garras, ¿de acuerdo? Se detuvo frente a mí. Mirándome con frialdad a la cara, se quedó observándome fijamente por lo menos durante un minuto o dos antes de decir algo. Incluso ahora, me pregunto si ella buscaba la verdad. Y qué acabó encontrando. Fuera lo que fuese, nunca soltó prenda de que no me creyese. Se echó a reír y sacudió la cabeza. —Entonces, ¿qué fue esta vez? —Las bujías, creo. —Supongo que podría empezar a llevarla a casa, ya que vamos a estar trabajando en el mismo turno por un tiempo.

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—Sí, porque eso no la haría sentirse peor que nada —dije con sarcasmo. —¿Qué? Puedo ser agradable. —Puedes ser, pero no lo has sido. Eso sería como echar sal en la herida si le ofreces un paseo hasta el trabajo porque su coche es una chatarra y ella no puede permitirse otra cosa en estos momentos. Especialmente después de la forma en que le has tratado. Tuve que apretar mis dientes. Sólo pensar en Taryn maltratando a Olivia fue suficiente para hacerme enfadar. Pero no podía dejarle ver eso. Por lo tanto, me oculté detrás de la máscara en que mi cara se ha convertido. —¿Me estás tomando el pelo? Le pagué una copa anoche y me ofrecí a llevarla a salir después del trabajo. ¿Qué más quieres que haga? ¿Donar mi sangre para ayudarle a pagar un coche? —No seas una sabelotodo. No pido que seas su mejor amiga. Eso está en ti. Sólo estoy diciendo que no le lances tanta mierda. Lo está teniendo difícil. Taryn sonrió de esa manera vampiresa que tiene, una manera que utilizaba para terminar con nosotros desnudos en algún lugar, pero ahora no me provocaba absolutamente nada. Tenía la esperanza de que lo viera, pero su siguiente acción me aseguró que no lo hizo. —Cualquier cosa por ti, jefe. —Se inclinó hacia mí mientras hablaba. No lo suficiente para frotarse contra mí, pero lo suficiente como para que su amplio pecho estuviera simplemente acariciando el mío. —Y esa es la actitud que me gusta que mis empleados tengan —dije con indiferencia, dando la vuelta para dirigirme nuevamente dentro del bar. A propósito, no miré a Olivia en mi camino de vuelta al interior. No quería que pensara que había traicionado nuestro secreto. Bueno, en realidad no es nuestro secreto, a mí no me importa quién lo sepa. Es más bien su secreto. Ahora, mientras miro hacia la barra, veo a Taryn sonriendo y atendiendo sus clientes. No la he visto antagonizar a Olivia en absoluto. Por supuesto, en realidad tampoco la he visto prestarle mucha atención de cualquier manera. Prefiero que simplemente ignore a Olivia. Eso sería lo mejor de todo.

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Estoy sentado en mi escritorio cuando mi teléfono suena, notificando que me llegó un mensaje de texto. ¿Es este el número que necesita ayuda en las Ciudades Gemelas? Mi pulso se recupera. Es una respuesta al anuncio. Sí. Mi respuesta es corta. Realmente no sé qué más decir. Tienes suerte de que esté en la ciudad. Estaré allí en 3 horas. Mi primer pensamiento es preguntarme cómo un perfecto desconocido sabría dónde encontrarme. Lo único que aparecía en la publicidad en internet aparte de mi número de teléfono era la corta nota de dos frases que mi padre me hizo publicar. “Se busca ayuda urgente en las Ciudades Gemelas. Pare.” No dice nada de mi ubicación. Tal vez el código de área de mi teléfono puede ser utilizado para obtener una ubicación general, pero nada lo suficientemente específico para encontrarme realmente. A no ser que haya rastreo involucrados. ¿Sabes dónde estoy? La respuesta me inquieta. Por supuesto. He deducido que la gente del pasado de mi padre ha estado manteniendo un ojo en nosotros, pero parece que el grupo es mucho más grande y es de esperar mucho más amigable, en algunos casos, de lo que había sospechado en un principio. Por supuesto, tengo miles de preguntas, cosas como quién demonios eres, cómo estás relacionado con mi padre y por qué me has estado vigilando. Estoy dividido entre preguntar ahora o esperar. Al final, me imagino que lo mejor es esperar. Papá me hizo llegar hasta ellos. Tengo que confiar en que sabe lo que está haciendo. Sé que él nunca permitiría que me lastimen si puede evitarlo. Sin embargo, todo esto me pone nervioso. Sacando eso de mi mente, pienso en lo agradecido que estoy por la tecnología. El anuncio en internet alertó a alguien. Rápido. Alguien que mi padre piensa puede ayudar. Y, a juzgar por el corto y áspero texto, probablemente no es el tipo de persona que mucha gente llama una

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asociación “agradable”. Sin embargo, esa es la naturaleza del negocio en el que estaba mi padre. Lo he sabido desde hace mucho tiempo. Sólo que nunca esperaba que tuviera un impacto tan profundo e íntimo en mi vida. Sacando los libros del club, trabajo en la contabilidad, con la esperanza de que me ayudará a pasar las tres horas. Realmente no puedo salir y charlar en el club —no puedo apartar mis ojos de Olivia— lo que me deja atrapado aquí. Esperando. Un poco más de una hora más tarde, algo que ha sido frustrante en el fondo de mi mente pasa hacia el frente. Tiene sus aspectos desagradables, que es probablemente por lo que no le he prestado toda mi atención hasta ahora. Esto hace que parezca que no me fío de mi padre. Lo cual sí hago. Pero supongo que no confío en nadie al cien por cien, sobre todo, no con la seguridad de Olivia pendiendo en la cuerda floja. Recojo mi teléfono y marco el número de la persona con la que siento que puedo confiar en cualquier cosa y haría todo lo posible para ayudarme en caso de apuro. En ausencia de mi verdadero hermano, él intervino para llenar el vacío. Es lo más cercano a la familia que tengo en el exterior. —¡Maldición, sí que estás necesitado! —Viene la voz familiar de Gavin Gibson, mi gerente del bar a tiempo parcial y amigo. Sus palabras aún tienen un poco de acento desde su infancia en Australia. —No se trata de trabajo, Gav. Es otra cosa. Necesito tu ayuda. Hay una pausa. Cuando Gavin habla de nuevo, toda la burla se ha ido de su voz. —Lo que sea. Ya lo sabes. —¿Puedes venir al club durante un par de horas? —Ah, sí —dice con incertidumbre—. Deja que me ocupe de un par de cosas y voy para allá. Dame cuarenta y cinco minutos. —Por supuesto. Nos vemos entonces. Después de colgar, me doy cuenta de que fue una buena decisión. Ya me siento mejor con la situación. Necesito mi propia gente, la gente en la que puedo confiar, la gente que conozco. Entrar en esto sólo sería loco e irresponsable, a pesar de que mi padre está dirigiendo el tráfico.

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Sin embargo, tengo que cubrir todas mis bases. Y Gavin puede ser mi as en la manga.

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Capítulo 9 Olivia

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orzando una sonrisa, estoy luchando por mantener mi disposición despreocupada para mis clientes. He oído lo que parece ser un grito de guerra desde el otro extremo de la barra y miro hacia abajo para ver a Taryn alegremente celebrando... algo. Cuando se vuelve a cambiar la música, lo sé por las primeras notas lo que está pasando. Alguien está recibiendo un trago sobre el cuerpo. La mayoría de la multitud está lo suficientemente familiarizada con Dual para saber lo que la canción significa y lo que es un trago sobre el cuerpo, por lo que revuelven rápidamente al final de la barra de Taryn para ver el espectáculo. Pienso que la única manera más eficaz para despejar el espacio en la sala sería comenzar a gritar: "Pelea", y apuntar hacia la puerta. El lugar se vaciaría en cuatro segundos. La chica que va a recibir el trago en el cuerpo se parece a las típicas voluntarias para ello. Mucho. Estaría dispuesta a apostar que está hecha en un ochenta por ciento de materiales reciclables y que su ropa pertenece a su hermana mucho más pequeña. La masa de cabello rubio blanquecino sobre su cabeza completa la imagen de una rubia tonta. Se menea y se sacude antes de tumbarse de espaldas en la barra. Me parece gracioso que nadie tenga que ajustarle su ropa en absoluto para el trago. Una amplia cantidad de su estómago ya está expuesta por su atuendo. Taryn echa limón y sal al vientre, y va un paso más allá vertiendo el tequila dentro de su ombligo, lo que sólo funciona para las personas que lo tienen bastante profundo. ¡Oh, chico! ¡A algún tipo le encantará chupar eso! Miro a la multitud babeante buscando al salivante idiota número uno. Él es fácil de detectar. Está con los ojos brillantes y alerta ante el pensamiento de lamer algo sobre el cuerpo de esta chica. Todos sus amigos le están palmeando en la espalda y está realmente frotándose las manos con anticipación.

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Intenta aguantarte, pistolero. Me río de mis pensamientos. No está tan mal, pero algunos de sus amigos parece que podrían ser modelos de un anuncio sobre la eyaculación precoz. Mi apuesta es que un par de ellos correrán hacia los baños después de ver este pequeño espectáculo. ¡Ack! Ya que mis clientes están ocupados de otra manera, utilizo el tiempo para limpiar mi puesto, haciendo cualquier cosa y todo lo que pueda para mantener mi mente sobre el trabajo. Periódicamente, miro hacia el fondo, a la conmoción en el extremo de Taryn. La multitud enloquece cuando el hombre empieza a lamer la sal de estómago de la chica. Sacudo la cabeza y sonrío. Realmente no hace falta mucho para entusiasmar a este grupo. Así como mis ojos se mueven de vuelta a la tarea en cuestión, veo una sombra moverse en la franja de luz que viene en la oficina de Cash. Mis sentidos están en sintonía con ese rincón de la habitación, sin importar lo que estoy haciendo o cómo intente ignorarlo. Cash está apoyado contra el marco de la puerta, mirándome. Incluso a través de la distancia, veo el fuego en sus ojos. Lo siento. No tiene que decirme lo que está pensando. Lo sé tan ciertamente como lo puedo ver en el fondo de mi mente. Está recordando la noche de esta música que se reproduce para nosotros. Al igual que la repetición instantánea, la escena —los olores, las imágenes, los sonidos, los sentimientos— se despliega en mi mente con perfecta claridad. Un lento ardor se inicia bajo en mi vientre cuando pienso en Cash cubriéndome. Se extiende como el fuego mientras revivo sus labios y lengua viajando por encima de mi estómago, sumergiéndose en mi ombligo y tanteando el borde de mi camisa. Siento mi pulso acelerarse cuando recuerdo la mirada en sus ojos cuando tomó la lima de mi boca. Es la misma mirada que he visto en ellos más de una docena de veces desde entonces. Esa es la forma en que miran cuando observa mientras me corro. Es la manera en que miran cuando me observa mientras me desnudo. Es la forma en que me miran ahora. Es una mirada hambrienta que dice que me desea. En este mismo momento, sin nada entre nosotros excepto el aliento caliente y la piel húmeda, me desea. Ahora. Y no se puede negar que le deseo también. Tanto como él.

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La multitud entre nosotros celebra, pero no miro para ver qué está pasando. No puedo apartar los ojos de Cash. Es como el sol alrededor del cual gira mi mundo, no importa cuánto trate de gravitar lejos de él, de liberar mi corazón y mi cuerpo de él, me atrae. Convincentemente. Inexplicablemente. Innegablemente. Él arquea una ceja y siento un disparo de deseo atravesarme. Casi se me quita el aliento. ¡Oh dios, cómo le deseo! Nunca he deseado a alguien de esta manera. Tan profundamente. Tan completamente. Tan desesperadamente. Pero esa es la parte que me mete en problemas. Es la parte que me asusta. Un grupo de chicos se mueve lejos de la acción, interponiéndose entre nosotros y rompiendo el muy desconcertante o visual de Cash. El momento se ha ido. Pero no los efectos. Cada día, cada hora, cada minuto que paso en su presencia, Cash está cada vez más y más adentro, más y más profundamente bajo mi piel. —Tú debes ser Olivia —dice una voz con un ligero acento, llamando a mi atención lejos de la puerta. Cuando mis ojos se abren camino hacia el dueño de la voz, sé que mi boca se abre. Si la tierra posee alguien que se sitúa en cualquier lugar cerca de Cash en buena apariencia, tendría que ser este tipo. ¡Caray! ¡Es guapísimo! Un grueso mechón de pelo negro como el azabache —corte y peinado parecido al cabello de Tom Cruise en Top Gun— se asienta encima de un rostro muy bronceado que es la imagen de la belleza clásica. Frente ancha, pómulos altos, nariz recta, boca cincelada, mandíbula fuerte, es simplemente un hombre más. Eso es todo lo que hay en él. Pero es su gran sonrisa y parpadeantes ojos azules de océano lo que le hacer pasar de ser bastante atractivo a ser guapísimo. Incluso mientras estoy pensando en esto, mientras estoy catalogando sus atributos, soy consciente de la falta de cualquier atisbo de emoción, cualquier atisbo de atracción. Es guapo, muy agradable a la vista, parece ser un tipo bastante simpático, pero simplemente no es Cash.

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Simple y sencillo. Mi suposición es que sólo hay un hombre para mí. Sólo espero que yo sea la chica para él. El chico al que he estado examinando levanta las cejas interrogante y me acuerdo de lo que dijo. —¿Por qué debo ser Olivia? —pregunto amablemente. Su sonrisa se ensancha. Es contagiosa y me pone inmediatamente a gusto. —Bueno, para empezar Olivia es un bonito nombre de chica. Y tú eres una chica bonita. En segundo lugar, tú eres la única empleada que no he conocido aquí, lo que significa que debes ser Olivia. Ahora —dice inclinándose y mirándome por el rabillo del ojo—, sé sincera. Estás impresionada por mis poderes extraordinarios de deducción, ¿no es así? Sus ojos están llenos de picardía y me encuentro riendo antes de que pueda razonar qué está diciendo. —Está bien, me atrapaste. No voy a mentir. Estoy muy impresionada por tus extraordinarios poderes de deducción. Él asiente. —Como sospechaba. Soy irresistible de esa manera. —De repente, se endereza y estira la mano a través de la barra—. Soy Gavin. Gavin Gibson. Ayudo a Cash con el bar. —¿Gavin Gibson? Eso suena como la verdadera identidad de un superhéroe. ¿Llevas una capa en algún lugar bajo esa camisa? —le pregunto. —Nah, guardo mi único superpoder en los pantalones. Él hace un guiño y sonrío. —¿Coquetea con todos los empleados de aquí, señor Gibson? —¿Señor Gibson? —Su expresión muestra que está claramente consternado—. El Sr. Gibson es mi padre. —Lo siento, Gavin. —Mucho mejor. Y no, no lo hago. Es muy poco profesional para empezar. Pero, mucho más importante, ninguno de los otros empleados se parece a ti. Si así fuera, podría tener un problema entre manos. —Nunca me imaginé que fueras del tipo de los acosadores sexuales, Gavin —dice Cash, deteniéndose en el bar junto a Gavin.

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Aunque su tono es ligero y juguetón, la expresión de Cash es todo lo contrario. Gavin apoya un codo en la barra y se vuelve a Cash. —Nunca antes habías tenido un empleado digno de acosar —bromea, mirando por encima para guiñarme un ojo—. Pero por ésta podría merecer la pena perder mi trabajo. —Oh, perderás más que tu trabajo si alguna vez le pones una mano encima. Créeme. Gavin sigue manteniendo la sonrisa mientras mira a Cash. La veo desvanecerse lentamente cuando capta la expresión muy seria de Cash. Gavin se endereza y su cabeza pasa de Cash a mí y viceversa. Asiente y palmea a Cash en el hombro con una mano grande. Están muy cerca del mismo tamaño, pero Cash sigue siendo un poco más grande. —Lo entiendo, amigo. Ningún daño previsto. —Se vuelve hacia mí y me dedica otra sonrisa encantadora—. Olivia, ha sido un placer. Si me disculpas, tenemos algunos asuntos que discutir. Cash no se mueve hasta que Gavin ya ha abandonado la barra y se encamina en la dirección de la oficina. Me mira, sus ojos profundos, piscinas insondables de tinta, y a continuación se vuelve y sigue a Gavin, dejándome perpleja en cuanto a lo que acaba de suceder.

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Capítulo 10 Cash

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s todo lo que puedo hacer para no golpear la puerta de la oficina detrás de mí mientras sigo a Gavin al interior. Estoy en plena ebullición. Y Gavin me conoce lo suficientemente bien como para saberlo. —No sabía que estabas viéndola, hermano. No quise ofender. Sé que no quería. Pero eso no hace nada para calmar mi ira. Ver a Olivia sonreír así a alguien más era... era... —No puedes actuar así en torno a los empleados, Gavin. ¿Conoces el tipo de tormenta de mierda legal que podría causar? Él levanta sus manos en señal de rendición. —Mi error, Cash. No va a suceder de nuevo. Simplemente no estaba pensando. —No dejes que pase de nuevo. Lo digo en serio. —No pasará. —Me asegura solemnemente. Después de unos segundos de silencio, comete el error número dos—. Pero maldita sea ¡es una mujer3 sexy! Su acento parece más pronunciado, lo que sólo me enoja más. Es como si se pusiera de una manera donde él está tratando de ser más atractivo para las mujeres. —¡Es suficiente! —espeto. Gavin sonríe y asiente despacio, como si hubiera descubierto algo. —Ahh, así que estás viéndola. —Yo no…

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Del original sheila, argot australiano para mujer/chica.

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—No tenías que hacerlo. No olvides que te conozco, amigo. Desde hace un tiempo. Ya te he visto antes con la chica del mes y nunca te ha importado una mierda si coqueteo con ella o no. —Tú nunca has… —¡Y una mierda que no lo he hecho! Sólo que no lo has notado antes. Ni siquiera puedo aclarar mi mente lo suficiente como para pensar de nuevo y determinar si es verdad o no. Pero decido que no importa. Lo que importa es que él mantenga sus manos lejos de Olivia. Y también los ojos. —Olivia es... es... ella es sólo... —No digas más. A partir de ahora, es mi hermana pequeña. Le miro. Mirándole en serio. En sus ojos, veo a mi mejor amigo. Mi socio. Una de las pocas personas en el planeta en quien realmente confío. Y sé que está diciendo la verdad. Asiento también. —Es suficiente. Gavin se hunde en la silla un poco, apoyando un tobillo sobre la rodilla y entrelazando sus dedos detrás de su cabeza. De vuelta a su viejo y cómodo yo. —Entonces, ¿qué está pasando? Ya que estoy siendo convocado, debe ser muy importante. Estoy seguro de que se está refiriendo a mi mal genio. Al menos en parte. Gavin es un hombre muy perceptivo. Su padre era militar y se mudaban mucho. La familia estuvo establecida en Australia varios años cuando Gavin era joven, que es de donde viene el rastro de su acento. Para cuando Gavin era un adolescente, estaban viviendo en Irlanda. Su padre de alguna manera quedó atrapado en medio de dos desagradables grupos rebeldes y terminaron siendo él mismo, junto con la madre y la hermana mayor de Gavin, asesinados. No pasó mucho tiempo después de eso, cuando Gavin pasó a servir en un tipo diferente de milicia. Del tipo que no se cotiza y la gente a veces muere después de enterarse. Fue mercenario durante varios años. Es un par de años mayor que yo, cerca de los treinta, creo, pero tiene algunas de las mejores habilidades tácticas que he visto nunca. Es un maldito genio y me alegro de que sea mi amigo y esté de mi lado.

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Aparte de su gran intelecto y... otra experiencia, es un piloto. Puede volar casi cualquier cosa con alas, desde Cessnas4, hasta aviones pequeños, y helicópteros. De hecho, ahora que ya no es mercenario, es lo que hace cuando no me está ayudando con el club, tiene un negocio de alquileres para su helicóptero. Nos conocimos a través de mi padre. Papá usó los servicios de pilotaje de Gavin un par de veces cuando empezó a hacer las cosas con el fin de romper los lazos con el Bratva, la mafia rusa. Gavin era competente y discreto, y papá aprendió rápidamente que él era un hombre en quien podía confiar, sobre todo cuando se trataba de hacer lo correcto, a pesar de las consecuencias. Gavin se mantuvo en o con su padre cuando fue a prisión, así que cuando la economía se estancó y el negocio de Gavin comenzó a caer, papá lo puso en o conmigo para un trabajo adicional. Nos llevamos bien inmediatamente. Desde ese día, Gavin ha sido mi mejor amigo y lo más cercano a la familia no encarcelada que he tenido en años. Y ahora voy a necesitar su experiencia y su criterio, más que nunca. —¿Cuánto te dijo papá de lo que pasó? Gavin retrasmite lo que papá le dijo y lleno los espacios en blanco. Bueno, la mayoría, de todos modos. No le digo lo de la muerte de Nash, o que estoy viviendo como dos hermanos y desde hace siete años. Esa es información que me gustaría guardar para mí el mayor tiempo posible. Eso es un nivel de confianza que tengo en algunas personas. En realidad, una persona. Olivia. —Y bueno, no tienes idea de quién va a estar apareciendo aquí en los próximos... —Gavin mira su reloj—. ¿Veinte minutos más o menos? —No tengo ni idea. Papá tiene que pensar o saber que, o bien tienen algún tipo de información que pueda ayudarme o que tienen alguna forma de sacarnos de esto sin renunciar a algo valioso, una palanca única en su clase o la vida de alguien. —Sí, hacer una copia está fuera de cuestión. Ese es el tipo de cosas que realmente hace que la gente sea asesinada. Cessna Company: ubicada en Wichita, Kansas, Estados Unidos, es un constructor de aviones, que van de pequeños modelos de cuatro plazas hasta reactores de negocios. 4

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—Mi preocupación no es sólo renunciar a la información que pueda conseguir que papá salga. Es tanto sobre la forma de trabajar de esta gente. No dejan testigos con vida. Jamás. Tengo que encontrar alguna otra manera de asegurarme de que Olivia esté segura. Completamente. Permanentemente. O bien tengo que deshacerme de ellos o... no sé qué. Pero tengo que hacer algo. Tengo que asegurarme de que ella esté a salvo. Gavin se frota la barbilla. —Eso podría ser difícil. Estas son personas peligrosas para subestimar. Pero eres un gran estratega. Uno de los tipos más inteligentes que he conocido. Y eso es mucho decir. He trabajado por todo el mundo con todo tipo de personas. Habrías sido un excelente mercenario. Puede que no tengas mucho para seguir adelante ahora, pero una vez que la persona del plan B de tu padre llegue aquí, podrás saber más. Te pareces mucho a Greg. Y, sabiendo qué tipo de hombre es tu padre, esta misteriosa persona va a ser un cambio de juego. Estiro la mano hasta apretar el puente de mi nariz, con la esperanza de detener el latido sordo que late detrás de mis ojos. —Espero que tengas razón. Si no, voy a tener que llegar a algo muy, muy malditamente rápido. Sólo tengo hasta las nueve y media de la mañana. Me están dando treinta minutos después de que el banco abra para entrar y conseguir los libros. Entonces me reuniré con ellos. —Pero los libros no están en el banco, ¿no? —No, no lo están. Confío en Gavin, pero todavía vacilo en mostrar mi mano. —¿Les dijiste qué banco? —No. ¿Por qué? —Bueno, eso podría jugarlo. Podría ayudarte con tiempo. Además, no van a ser capaces de encontrarte allí. Trata de sacar alguno de tus trucos habituales. —Sí, cuanto más tiempo tengamos y menos sepan ellos, mejor. —Siempre. Gavin y yo nos pelotas de papel de un lado a otro mientras esperamos. Evita que me ponga a pasear alrededor, que es lo que me apetece hacer. No me gusta esperar. No me gusta no tener todos los hechos. No me

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gusta ser el último en enterarse. Y, sobre todo, no me gusta tener que preocuparme acerca de ser capaz de mantener Olivia segura. Hay demasiadas incógnitas, demasiados jugadores, demasiadas variables. Lo que necesito es que el hombre de mi padre o su gente llegue hasta aquí, así puedo recuperar una cierta cantidad de control. Durante un tiempo después del accidente, tenía sed de sangre. Todo lo que podía pensar era en vengarme de las personas que mataron a mi madre y mi hermano, y que encarcelaron a mi padre por sus muertes. Pero, con el tiempo, mientras más me convertía en Nash, más me di cuenta de que había una manera legal de hacerlo, un modo que podía liberar a mi padre. Eso por sí, sólo valdría la pena de hacerlo sin derramamiento de sangre. Así que eso es lo que hice. Me puse a conseguir mi título de abogado y aprender todo lo que pude sobre casos similares, para que un día pudiera utilizar la evidencia de que mi padre sacrificó tanto para hacerse justicia. Pero ahora todo eso está en peligro. A menos que el as en la manga de mi padre sea condenadamente bueno. Cuarenta y cuatro minutos más tarde, una hora antes de que el club se cerrara, un as camina a través de la puerta de mi oficina. ¡Y santo infierno, menudo as es!

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Capítulo 11 Olivia

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ería imposible no darse cuenta de su presencia. Peligro, confianza y temeraria indiferencia por prácticamente todo el mundo y por cualquier cosa, emanan de él como una peste. O, para cada hembra de los alrededores más inmediatos, como un perfume. Estoy bastante segura de que ese cosquilleo en el fondo de mi garganta son las feromonas de Taryn. Nos deben estar atragantando a todos. Ni siquiera he tenido que mirar al final de la barra para saber que está levantándose y dándose cuenta. No estaría sorprendida si estuviera ronroneando como un gato. Pero también puedo comprenderlo. Él es bastante... irresistible. Es alto. Tan alto como Cash. El hecho de que lleve una cazadora de cuero negra y gafas de sol dentro de un club en medio de la noche sólo le hace destacar mucho más. Pero no es sólo eso. No es sólo una cosa. O diez cosas. Es todo acerca de él. No hay forma de que este tipo pueda esconderse. Ni siquiera en la multitud más grande pasaría desapercibido. La gente se aparta de él mientras camina a través del lugar. No sé si es por miedo o por reverencia, pero algo les obliga a darle un amplio espacio. Supongo que su pelo es largo hasta la barbilla. Quizás hasta el hombro, pero está retirado hacia atrás en una coleta y tal como está, es difícil de decir. El color es como pajizo, más claro por arriba que por debajo, lo que me hace pensar que trabaja fuera al sol. A menudo. Su barbilla está cubierta con una espesa perilla de color castaño claro. Entre eso y las gafas de sol, la mayoría de los detalles de su cara están oscurecidos, pero hay algo en él que me resulta vagamente familiar. Me pregunto si ha estado antes en este club. No vestido así, por supuesto, pero quizás con ropa normal.

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Sin detenerse, camina directamente a la oficina de Cash y desaparece dentro. Es como si hubiera una pausa después de que se haya ido, como si su lento y poderoso caminar a través de la sala dejara una ligera conmoción a su paso. Pero después de unos treinta segundos, todos vuelven de vuelta a la última canción antes del cierre como si nada hubiera pasado. Pero yo tengo más curiosidad que nunca.

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Capítulo 12 Cash

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e alegro de estar sentado cuando él entra. También me alegro de no estar bebiendo o comiendo algo. Sería una pena llegar hasta aquí, ahogarme y morir a causa de ver al visitante esperado entrar en mi oficina. Y reconocerle como mi hermano gemelo. Nash. —Qué diab… Mi primer pensamiento, mi primer sentimiento es profundo alivio. Alegría incluso. Mi hermano no está muerto. Está muy vivo. Y de pie, justo delante de mí. Su pelo es más largo. Y más rubio. Su rostro es familiar. Me reconozco en cualquier lugar, por supuesto. Incluso con la mitad inferior cubierta por una barba rubia oscura, que se parece a la mía. Sólo que más gruesa. Mucho más gruesa. Siento la presencia de él de una manera que ninguna otra persona en el mundo la siente. Somos parte el uno del otro de manera que la mayoría de los hermanos no experimentan. Es diferente ser un gemelo. Creo que, en algún nivel, siempre he sabido que no estaba muerto. Nunca sentí que hubiera muerto, nunca me sentí morir. Nunca sentí su ausencia como si realmente se hubiera ido. Pero ¿qué significa esto? ¿Qué diablos está pasando? Sólo me toma unos segundos poner las piezas juntas. Papá. —Papá lo sabía. Él lo supo todo el tiempo y no me lo dijo. Una bofetada en la cara. Un golpe bajo, a las bolas. Una revisión de la realidad que me recuerda que en realidad no hay nadie en quien pueda confiar. No del todo.

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Confío en Gavin en su mayoría, pero las dos personas en las que más he confiado me han dado motivos para dudar de mi juicio. Mi padre obviamente retuvo un poco de mí. No sé por qué, pero estoy absolutamente seguro de que al final lo averiguaré. Una vez que asegure a Olivia... Olivia. Ella es la otra persona en la que he confiado mucho. No ha traicionado esa confianza, pero ha estado retractándose en el último día o dos y eso me preocupa. Sé que tiene mucho que superar y tratar, pero ahora no es el momento para eso. Es demasiado peligroso para ella decidir que de repente no soy digno de confianza y, a continuación salir huyendo. Esto podría significar su vida. Lo que significa que tengo que convencer a Olivia de que puede confiar en mí, que nunca le haría daño, o tengo que dejarle sola. No puede estar segura si no confía en mí. Y no puedo confiar en ella si no confía en mí. Las palabras de Nash me traen de vuelta a su misteriosa reaparición. —Sí. Todos teníamos nuestras razones para tomar las decisiones que tomamos. Tú incluido —dice enfáticamente. Tiene razón, pero eso no calma la punzada de ser el único que se mantuvo en la oscuridad. Mi temperamento se levanta, pero antes de ir a por Nash, Gavin se desplaza, recordándome que no estoy solo con mi hermano. Miro a mi gerente de bar y mejor amigo quien, está mirando entre Nash y yo. Su expresión dice que está un poco confuso, pero no tanto como podría haber esperado. —Te explicaré todo esto más tarde —prometo. Gavin entorna los ojos y luego empieza a asentir lentamente. —No, no creo que haya ninguna razón para ello. Creo que estoy al día. —Él se pone de pie y camina hacia Nash—. Gavin Gibson. Supongo que no nos hemos visto antes. Que me aspen. Se dio cuenta. ‘Conocí’ a Gavin como Nash una vez para añadir algo de legitimidad a la farsa. Si Gavin había tenido sospechas sobre la identidad, nunca lo había mencionado. Pero, de nuevo, conociendo a Gavin, probablemente

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lo mantuvo para sí mismo en caso de que lo necesitara más tarde. Supongo que en este negocio, bueno, en los negocios de mi padre, todo el mundo tiene sus secretos. Y sus armas. Asiento a mi amigo. No tiene sentido retener nada ahora. Me vuelvo hacia Nash, cruzando los brazos sobre el pecho. —Entonces, ¿me pondrás al día? Nash me observa. Es en este momento, no la primera vez que le vi y vi lo diferente que se ve, que me doy cuenta de que ha cambiado. Es más como yo, como nunca fue, como solía ser. Sólo que mucho más peligroso. —No he venido aquí para ponerte al día de los últimos siete años. Vine aquí porque papá envió el mensaje. Debe ser el momento de ponerse a trabajar. —¿Qué se supone que significa eso? —Tengo influencias. —Yo también. Pero ellos saben que las tengo y están haciendo amenazas inaceptables, amenazas que no puedo arriesgarme a que las cumplan. Se detiene a mirarme de nuevo. Es como si estuviera tratando de entrar en mi cabeza. Y cuando por fin habla de nuevo, parece que podría haber tenido éxito. —¿A quién tiene? —Una chica que conozco. Alguien que creen que es importante para mí. Un pequeño ceño fruncido pasa por su frente, pero enseguida se va. —¿Alguien que creen que es importante para ti? —Asiento—. ¿Pero no lo es? Me encojo de hombros. —No estoy particularmente encariñado con ella. Pero hay una que es importante para mí. Y ellos también lo saben. Asiente lentamente, absorbiéndolo todo. —Bueno, tengo suficiente para cambiarlo todo si lo usamos bien.

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—Entonces, ¿por qué no lo has usado antes? —Papá. Él quería esperar. Tenía miedo de que nos situara en más peligro. Esa es la única razón por la que estuvo de acuerdo con esto. Ha pasado los últimos siete años en la prisión para protegernos, no porque no tuviera una salida. Ha sabido todo el tiempo que tiene todas las de ganar. —Así que los libros... —Eran sólo una parte de ello, sí. Pero te ha mantenido a salvo todo este tiempo, así que valió la pena. Para él. Para él. No sé qué pensar de la última parte. ¿Nash está resentido? No veo cómo ni por qué lo haría. Él ha sabido lo del trato todo el tiempo, mientras que yo he estado operando sólo bajo retazos de información. Él sabe la verdad. Yo he sabido sobre todo de mentiras. Mi temperamento se intensifica a otro nivel. —Hombre, si tienes algo que decir, dilo. Estoy muy cansado de esta mierda. No tomo amablemente lo de tener a gente jugando con mi vida y sólo diciéndome verdades a medias y parte de la historia. Puedes sincerarte o puedes golpear la puerta. Lo averiguaré de otra manera. Sin ti y... lo que sea que crees que tienes. Después de unos segundos, los labios de Nash aparecen en una pequeña y fría sonrisa. —Al menos no eres un cobarde total. Veo rojo. Ya he tenido bastante de todo esto, esta vida, este engaño, este juego. Doy un paso hacia Nash, con toda la intención de plantar mi puño derecho en el centro de su cara. Él sonríe como si diera la bienvenida a ello, como si hubiera esperado la oportunidad de intercambiar un par de golpes conmigo. Pero Gavin se pone entre nosotros. —Si tuviera que adivinar, diría que hay cosas más importantes que el concurso de meadas en estos momentos. Céntrate, amigo. Céntrate. Por ella, si no otra cosa. Sus ojos están tan tranquilos como las aguas azules poco profundas a las que tanto se asemejan. En pocos segundos, la sabiduría de sus palabras y la persona detrás de ellas enfrían mi temperamento.

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Olivia. —Esto no ha terminado —rechino a través de mis dientes apretados. Nash asiente una vez, su sonrisa todavía firmemente en su lugar. Por una fracción de segundo, siento otra oleada de deseo de golpear esa petulancia fuera de él, pero se ha ido casi tan pronto como llegó. —Encontraremos tiempo más adelante. Lo espero con ansias. Puedo ver por la mirada hambrienta en su rostro que lo hace. No sé sobre qué tiene que estar enojado, pero tampoco me importa realmente. Lo necesito para una cosa y sólo una. Entonces él puede llevar su culo de vuelta de donde vino y nunca tendremos que vernos otra vez. —Bueno, si crees que voy a entrar ahí sin saber lo que tienes, no podrías estar más equivocado. Esto va a mi manera. Y tiempo. La risa de Nash es un ladrido corto. —No me importa una mierda salvar a tus amigos. O bien, a tu novia. He estado esperando durante siete años acabar con las personas que mataron a mamá y me robaron la vida. Puedo esperar unos días más. Tengo mi propia agenda. —No me importa lo que hagas, siempre y cuando no interfiera con mis planes o ponga a alguien que me importa en peligro. Los labios de Nash se estrechan. —No te importa, ¿no? ¿No te importa que alguien haya hecho estallar a nuestra madre? ¿No te importa que alguien haya enchironado a nuestro padre? ¿No te importa que haya pasado años en la cárcel para protegernos? ¿No te importa que alguien tomara nuestras vidas, nos meara encima y a continuación, las hiciera arder en llamas? —Nash ríe burlonamente—. Oh, eso es cierto. No lo harías. Has sido el beneficiario de todo el dolor de nuestra familia, ¿no es así, hijo de puta? —¿De qué demonios estás hablando? ¿Cómo me he beneficiado yo? ¿Te refieres a haciéndome pasar por mi perfecto hermano, viviendo su perfecta vida y tener que aguantar a los idiotas con quien alguien como él podría asociarse? ¿Te refieres a pasar años de duelo por la pérdida de cada uno de los de mi familia? ¿Te refieres a visitar a mi único pariente vivo en una habitación protegida con vidrio entre nosotros dos veces al mes durante siete años, trabajando día y noche para encontrar una manera de sacarle? ¿Es eso lo que quieres decir?

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Nash da un paso hacia mí. Veo a Gavin estremecerse como si estuviera listo para entrar de nuevo, no se apartó desde el principio. Pero Nash se detiene. —Eso suena muchísimo a algo mejor que pasar los últimos siete años huyendo. En la clandestinidad. Dejé todo, quién era, lo que quería, todo lo que he tenido, para honrar los deseos de mi padre. Para mantenerle a salvo, para mantenerte a salvo. Llegaba a hurtadillas a la ciudad varias veces al año para ver a mi hermano viviendo mi vida. Libre. Feliz. Vivo. Mientras yo tenía que estar muerto. Huyendo de las armas con contrabandistas. Atrapado en un barco. Cada día, durante meses consecutivos. Cambiaría de vida contigo cualquier día de la semana. —¡Puedes tener tu vida! Nunca la quise. Todo lo que he hecho, lo he hecho por él. No creas que eres el único que ha sufrido, Nash. Nos miramos el uno al otro. Estamos en un callejón sin salida. Nunca lo itiría, pero ahora puedo ver por qué él estaría enfadado. Los dos hemos sufrido, ambos pagamos por errores que no eran nuestros. Pero tal vez el final está a la vista. Tal vez ha llegado la hora de ser libre del pasado. Finalmente. —Chicos, sé que tenéis mucho de qué hablar, pero tenéis que esperar. Sólo tenemos unas pocas horas para conseguir un plan juntos. ¿Qué os parece si ponemos la mierda a un lado y nos ponemos manos a la obra? Miro a Gavin. Su expresión no ha cambiado de la agradable que siempre lleva. A veces es difícil creer que es un mortal. Pero lo es. Sólo lo oculta bien. Probablemente eso le hace aún más peligroso. —Tienes razón. No tenemos tiempo para esto. —Echo un vistazo al reloj de la pared—. Será el momento de cerrar pronto. Tendré que traer a Olivia de regreso e informarle de lo que está pasando. —¿Crees que es realmente la cosa más inteligente para hacer? —Suelta Nash. —Sí, de hecho lo creo. Necesita saberlo. Tiene derecho a saberlo. Su vida está en peligro por mi causa. Debido a nosotros. Claro que sí, creo que es lo más inteligente. Cuanto más coopere ella, mejor. Nash pone los ojos en blanco y sacude la cabeza. Obviamente, no está de acuerdo. Pero, de nuevo, no podría importarme menos. No tiene que estar de acuerdo conmigo, sólo tiene que darme lo que necesito para

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poner a salvo a Olivia. Permanentemente. Entonces me importará una mierda lo que haga.

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Capítulo 13 Olivia

E

xtraños hombres enormes siguen desapareciendo dentro de la oficina de Cash, así que cuando el bar cierra, estoy un poco nerviosa de volver allí.

Pero voy. Realmente no tengo opción. Esto es demasiado para mí. Mientras llego debajo del bar y tomo mi bolso, oigo la puerta hacia la oficina abrirse. Un rayo de luz se derrama sobre el suelo y oigo voces. Bajas, profundas voces. Mi estómago se enrolla en un apretado nudo. La puerta se abre más y el gran cuerpo de Cash bloquea la mayor parte de la luz. Sus ojos inmediatamente se traban en los míos. —¿Terminaste? Asiento. Se gira y habla a alguien detrás de él, luego empieza a caminar a través de la habitación y cierra las puertas delanteras. Lo observo, temerosa de moverme. Sin mi trabajo y todos los clientes en el bar, la tensión se corta en rodajas. ¿Cómo me metí en este lío? Antes de que pueda formular algún tipo de respuesta, Cash está caminando hacia mí, su rostro duro e intenso. —Volvamos a mi oficina, hay algunas cosas que necesito decirte. Mi pulso se detiene y el terror corre a través de mis venas como agua helada. Cash se reúne conmigo en la salida al final de la barra. Cuando salgo en frente de él, pone su mano en la parte baja de mi espalda y me guía a su oficina. Puedo sentir el calor de su mano a través de mi camisa y eso me reconforta. Me muevo a través de la puerta para encontrar a Gavin sentado en la silla de Cash detrás del escritorio y el gran desconocido con la cola de caballo en la silla frente a él. Gavin alza la vista y sonríe.

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—Ahí está ella. Sonrío devuelta, aunque estoy segura de que es tensa. Mi cara se siente como que podría agrietarse de la tensión. En tan solo unas pocas horas, Cash se va a ir a por Marissa. ¿Quién sabe que va a pasar después? Acido se derrama en mi vientre y saliva en mi boca. Cierro mis ojos y tomo una lenta y profunda respiración. Cuando los abro, el extraño está de pie. Se vuelve hacia mí, apoyándose contra la mesa y cruzando sus brazos sobre su ancho pecho. Se ha quitado sus gafas. Y eso crea toda la diferencia en el mundo. Mi corazón da un vuelco mientras miro en los familiares ojos negroscafés de Cash. Solo que no son los de Cash. No exactamente. Cash pasó delante de mí para quedar al lado del extraño. Mientras miraba del uno al otro, no tenía que preguntarme quien era el desconocido pero necesitaba que alguien me explicara cómo era que él estaba ahí, como es que está frente a mí cuando se supone que está muerto. ¡Dulce infierno! ¡Esto es incluso peor de lo que pensaba! —Nash —digo en voz baja, tratando de sonar tranquila, cuando no es para nada cierto. Él sonríe, un gesto que no llega hasta sus ojos. —Muy bien. —Mira a Cash—. Por lo menos esta tiene cerebro. No sé lo que se supone que quiere decir pero no puedo preocuparme por eso ahora. Solo quiero saber lo que está pasando, que es lo que espera de mí y como todos nosotros podemos salir seguros de este loco y sorprendentemente peligroso dilema. Todo lo demás tendrá que esperar. —Te ves muy bien para estar muerto. —Mi hermano ha hecho un gran trabajo manteniéndome vivo, ¿no crees? No hay duda de la amargura en su tono. —Supongo que sí. No pareces muy feliz por eso. —¿Por qué habría de estar feliz cuando una persona pretende ser yo? Humor destella en sus ojos. Eso me dio una pausa, pero una muy pequeña. Por alguna razón, ya no estoy asustada de Cash.

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Podría ser de otra manera, pero en este momento me siento valiente. —¿Por qué no habrías de estarlo? Lo tuviste fácil. Tienes una licenciatura de derecho para la que no tuviste que estudiar, un trabajo para el que nunca tuviste que trabajar y una vida que no tenías que ganar. Suena como que Cash hizo la parte difícil. Echo un vistazo hacia Cash. Me está mirando. Sonríe. Es amplia y satisfecha. Casi petulante. Me guiña un ojo y deprisa siento el calor en mi cara. Tiene que estar feliz de que lo estoy asumiendo por él. Nash se endereza y da un paso adelante. Mi primera inclinación es retroceder, a pesar de que no esta tan cerca de mí. Pero no lo hago. Contengo mi espacio. —Eso podría ser cierto, especialmente si no tienes una maldita idea de cómo era mi vida, como si supieras que tuve que renunciar a mi identidad e ir a trabajar en un barco de contrabando. O como si supieras que solo podía venir a la costa una vez cada pocos meses. O como no sabías que tenía que colarme a la ciudad vistiendo un disfraz, solo para ver a mi hermano viviendo una gran vida. Mi vida. Sí, ya puedo ver de dónde sacaste que debería estar agradecido. La culpa se lava a través de mí. No sé qué decir. Miro a Cash, quien está mirando a Nash, su cara un conjunto de líneas duras. Alzo la vista a Gavin quien parece aburrido por toda la conversación. Luego miro de nuevo a Nash quien de repente se ve roto y dolorido debajo de su máscara de piedra. —Lo siento mucho —confieso con sinceridad—. Yo… yo no lo sabía. Yo supuse… La risa de Nash dura un breve instante. —Sí, bueno ya sabes lo que se dice acerca de suponer. Da un paso atrás para retomar su puesto contra el escritorio. No tomo ninguna de sus palabras como una ofensa. Tiene todo el derecho en ello. Tanto él como Cash se han vuelto el eje y me siento increíblemente triste por los dos, por lo que han sufrido y lo que han perdido, por lo que han tenido que pasar por un hombre quien hizo malas decisiones. —Tal vez después de esto no tendrás que esconderte —le digo suavemente.

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Nash se queda mirándome a los ojos. Puedo ver que quiere creer que eso es verdad y mi corazón se comprime dolorosamente. —Tal vez, tal vez un día pueda tener la libertad, el trabajo, la vida, la chica. No sé si eso significa algo para mí, pero es tan intenso, que me hace sonrojar de todos modos. ¡Santo wow! Es muy parecido a su hermano. Cash se mueve para estar a mi lado. Cuando habla su voz es tensa. —Si hacemos esto ahora, tal vez podamos tener los dos nuestras vidas devuelta. Y puedes encontrar tu propio trabajo, vida y chica. Cash desliza un brazo alrededor de mi cintura. Quiero sonreír por el gesto tan posesivo. Hombres y sus estúpidas poses. Obviamente, la conversación necesita una nueva dirección. ¡La tensión me está matando! —Así que, ¿ya se te ocurrió que hacer mañana? Oigo a Cash suspirar. Uh oh. —Creo que sí. Se aleja de mí a paso firme hacia la puerta del apartamento y vuelve, su cabeza inclinada en reflexión. —¿Y bien? —Nash tiene algo de… información que podemos usar como ventaja después de la entrega de los libros por Marissa. —¿Qué tipo de información? Hay una pausa, durante la cual se siente que todos en la sala están debatiendo la conveniencia de responderme. Los desengaño de esa noción inmediatamente. —Si estáis pensando tenerme en la oscuridad cuando soy una de las que está en la mira, realmente necesitáis pensarlo de nuevo. Necesitáis mi cooperación ¿no?, quiero decir, podría ir directamente a la policía y eso cambiaria todo ¿cierto?

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Odio tener que hacer una amenaza. Creo que Cash sabe que estoy mintiendo, pero los otros no. No hay manera de que lo sepan. Es Gavin quien habla primero. —Tan sólo díselo, amigo. Tú eres quien dice que es de confianza. No voy a mentir. Me hace muy feliz que Cash les haya dicho eso. También me hace sentir culpable por las dudas que he tenido en este último par de días. —La tarde del accidente, Nash estaba volviendo de la tienda con suministros para el viaje. Se detuvo en el puerto de la marina para filmar a un par de muchachas tumbadas en la parte superior de un yate, tomando el sol en topless. Accidentalmente atrapó al detonador en el video. —¿El detonador? —Sí, el hombre que detono la bomba. Suspiro. —¡Oh, mierda! —Exactamente, si supieran que Nash tiene esto nos matarían a todos. Creo que papá tenía razón al mantener a raya esto por un tiempo. Algo así es muy peligroso. —¿Así que vas a entregar los libros y luego qué? Usar el video para… —Mantener a todos con vida. —¿Pero cómo? Va a ser igual que con los libros de nuevo, solo que van a saber quién lo tiene, a por quién ir después. Me siento enferma. Solo puedo imaginar los tipos de tortura que emplean con sus seres queridos Por tener en sus manos evidencia incriminatoria como ese video. —No exactamente, hay algo más en juego. Papá me envió dos mensajes. Uno de ellos era Nash. No hemos oído del otro todavía. Nash piensa que el video usado junto con el otro… jugador podría sacarnos de esto para siempre. —¿Para siempre?¿Cómo exactamente? —Al eliminar la amenaza.

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—¿Qué se supone que significa eso? Eso suena como que estáis planeando matar a alguien. Miro entre la cara de los tres chicos. Todos están muy serios. —Seguro que estáis bromeando. Ninguno de ellos se encoge. —Realmente no podéis estar considerando eso. Todavía nada. Mi cabeza gira. Es como las películas. Pero es mucho peor en la vida real. Por unos segundos parece surrealista. No puedo envolver mi mente en algo como esto. Quiero decir esto es… Esto es… Cash se mueve en frente de mí y se inclina hasta que su cara está a centímetros de la mía. —Olivia, estos son hombres malos. Y no me refiero a que han robado una tienda de licores. Esos hombres son asesinos. Asesinos. Y ellos no se detendrán si piensan por un segundo que cualquiera de nosotros representa una amenaza. O que podría darles lo que ellos quieren. Esto es real. Y es grave. Busco sus ojos. Creo que considerando la conversación estoy buscando a un monstruo. Pero no encuentro uno. Solo veo al chico del que caí enamorada. Me pregunto si es demasiado tarde para echarse atrás. —¿Qué me estas pidiendo? Sus ojos nunca dejaron los míos. Cash se endereza —Nos dais un minuto, chicos —dice a Gavin y Nash. Silenciosamente hacen su camino hacia la sala. Cash toma mi mano y me lleva a través de la puerta a la parte de atrás de la oficina, dentro de la cocina en el área de atrás. Cuando suelta mi mano, me apoyo contra los armarios para evitar caerme. Mi corazón late tan fuerte que me pregunto si Cash puede oírlo. Cash se pone de espaldas a mí. Le veo correr sus dedos por su pelo y le oigo suspirar de nuevo. —Te estoy pidiendo que confíes en mí, Olivia. —Se vuelve hacia mí—. Confiar en lo que sabes de mí. Porque sé que si dejas de escuchar tus miedos sabrás quien soy. En el fondo. Tú me conoces, Olivia. Tú me conoces.

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Su voz es sincera. Su expresión es urgente. Cierro mis ojos contra su cara, su atractivo rostro, el rostro que obsesiona tanto mi despertar como mi mundo de ensueño. Los vuelvo a abrir cuando siento unas calientes manos ahuecando mis mejillas. Cash es un aliento, sus ojos océanos de la medianoche, dibujándome dentro de las profundidades. —Soy yo —dice suavemente—. Deja de escuchar a todo lo demás. Recuerda lo que sientes cuando te estoy besando y tocando. No pienses con tu cabeza. Tú me conoces. Y cuando tus labios están sobre los míos. Confía en mí. —Como para hacer su punto, baja su cabeza y roza sus labios con los míos. Las chispas vuelan entre nosotros. Como siempre—. Tú confías en mí cuando mis manos están sobre tu piel. — Dirige sus manos por mis brazos y luego a mi cintura donde empuja hacia arriba debajo del borde de mi camisa. Escalofríos se disparan hacia abajo por mi espalda—. Confías en mí cuando tu mente se enciende y simplemente siente. Sus manos se mueven más arriba, patinando por mis costillas, para ahuecar mis pechos, sus pulgares rozando mis pezones y luego estrujándolos a través de la fina tela de mi sujetador. Contengo mi aliento. —¿Ves? No estás pensando. Sólo estas sintiendo. Ahora confías en mí. Sabes que haría cualquier cosa por ti, que nunca te lastimaría. Tú sabes que no eres como las demás. Sé que lo sabes. Y que me quieres. Al igual que yo te quiero a ti. Tiene razón. Tiene razón en todo. Y le quiero. Siempre lo he hecho. En cierto modo no tiene sentido que le siga queriendo ahora considerando lo que podría suceder en el próximo par de horas. Pero en cierto modo tiene sentido. Si las cosas van mal esta podría ser la última vez que veo a Cash o llegar a estar con él de esta manera. Ese pensamiento trae consigo pánico y abandono. Me trago las palabras que quieren salir, palabras sobre el amor y la devoción, palabras que no tienen lugar en este momento. Que merecen ser dichas cuando no haya presión ni angustia. Y eso no es ahora. Pero aún nos queda esta noche. Así que le voy a mostrar. Le voy a dar todo lo que tengo. —Dime que me deseas —ordena suavemente, su voz un bajo gruñido. No dudo. Hasta llegar, arrastro mi dedo a lo largo de su perfecto labio inferior.

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—Te deseo. —Dime que confías en mí. —Confió en ti. Él exhala, su cálido aliento abanicando mi cara. —Ahora dime qué quieres que te toque. Sus manos todavía inmóviles en mi sostén. Pero no quiero que sea aún. Más que nada quiero que se mueva. —Quiero que me toques. Sus ojos son puro calor, quemando los míos. Me mira mientras tira hacia abajo las copas de mi sostén. Sus manos son ásperas mientras se deslizan sobre mis pezones haciéndolos endurecer. Los aprieta con sus dedos y la lava se derrite en mi interior. Contengo un gemido. —Dime qué quieres que lama tus pezones, que los succione dentro de mi boca. —Su voz es como terciopelo negro. Deslizándose sobre mi piel como una cosa tangible. —Quiero que lamas mis pezones. —Ya estoy sin aliento mientras tira de mi camiseta por encima de mi cabeza. Sus ojos están de vuelta en los míos mientras alcanza la parte de atrás para desabrochar mi sujetador. —Termina —exige, negándose a darme lo que quiero hasta que me explique. —Quiero que lo succiones en tu boca. Inclinando su cabeza, Cash golpea un pezón con su lengua y luego lo arrastra hacia su caliente boca. Enredo mis dedos en su cabello, acercándole a mí. Succiona uno, mordiéndolo suavemente antes de moverse al otro para darle el mismo tratamiento. Cuando levanta la cabeza hay fuego en sus ojos. —Dime que desabroche tu pantalón. A pesar de que apenas puedo hablar, no lo dudo. —Desabrocha mi pantalón. En un rápido movimiento se gira, abre el botón y desabrocha mis pantalones.

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—Dime qué quieres mis dedos dentro de ti. Su voz es ronca y su mano está a pocos centímetros de donde quiero más. La anticipación de sentirle es demasiada para soportarla. —Quiero que pongas tus dedos dentro de mí. Deslizando su mano por mi cuerpo, desliza su mano en mi ropa interior y empuja dos largos dedos dentro de mí. Mis rodillas se debilitan y alcanzo la encimera detrás de mí para que me sirva de apoyo. Cash cierra sus ojos y gime un poco. —Oh, Dios mío, estás tan mojada. ¿Sabes lo que eso me hace? Asiento. —Sí, lo sé porque también lo siento. —Dime qué quieres que te pruebe. Lentamente arrastra un dedo dentro y fuera de mí. Mis caderas se mueven con él. —Pruébame. Poniendo su mano libre en mí, levanta su brillante dedo y lo desliza en su boca. Estoy fascinada. —Es el mejor sabor del mundo —dice—. Dime que también quieres probar. Quiero verte lamer mi dedo. Más calor corre entre mis piernas. —También quiero probarlo. —Suspiro obedientemente. Cash se curva y con una rápida sacudida tira mis pantalones a mis tobillos. Mientras se levanta, hace una pausa para presionar sus labios en el exterior de mis bragas, besándome. Quiero rogarle que pare allí pero antes de que pueda hablar, me quita el aliento con sus malvados dedos. Empujando mis bragas a un lado, Cash empuja dos dedos dentro de mí, enterrándolos profundamente y llevándome sobre mis dedos de los pies. Dobla sus dedos dentro de mí mientras masajea mi clítoris con su pulgar. Levanta la vista y se encuentra con mi mirada de nuevo.

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Lentamente se endereza y pone un dedo sobre mis labios. Sus ojos caen en mi boca mientras la abro. Arrastra su mojado dedo sobre mi labio inferior y luego me mira de nuevo. —Lame. Lamo mi labio inferior saboreando la dulzura salada. —Muy bueno —susurra, antes de deslizar su dedo en mi boca, frotándolo en mi lengua. Cierro mis labios alrededor de este y lo succiono hasta que el siseo pasa a través de sus apretados dientes. —Dime que me quieres dentro de ti. —Te quiero. Dentro de mí. Ahora —jadeo desesperadamente. No puedo quitar mis ojos de los suyos. A pesar de que oigo el sonido de la cremallera, nuestras miradas siguen conectadas. Me agacho para empujar mis bragas sobre mis caderas justo antes de que Cash me agarre por las axilas y me ponga sobre el mostrador. El granito es frio contra mi trasero, haciéndome esperar por el calor de su cuerpo. Aún estaba mirándome, siempre observándome. Cash quita un zapato de mi pie facilitando que el pantalón y las bragas bajen, liberando una pierna. —Abre las piernas para mí. Hago lo que me pide. Sus ojos en mi húmeda y sensible carne me hacen sentir aún más caliente, incluso más húmeda. Cash envuelve sus dedos alrededor de su eje acariciándolo lentamente desde la base hasta la punta, haciendo a mis músculos apretarse en anticipación de él llenándome. —Ahora dime lo que quieres. —Te quiero dentro de mí. —¿Qué quieres que haga allí? —Quiero que te corras en mí, que te corras conmigo. Oigo su gemido justo antes de que deje su deseo liberarse. Parece que en un momento estaba a centímetros de mí y al siguiente me está tocando. Toda. En todas partes a la vez.

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Sus manos están en mi cabello, mis pechos, mi espalda. Sus labios en los míos, en mi oreja, en mi cuello. Su lengua provocando la mía, provocando mis pechos, incitando mi ombligo. Luego sus manos se están deslizando por mis caderas. El mundo se inclina cuando me levanta de la encimera. Al igual que mis piernas se envuelven alrededor de su cintura, entra en mí, tirándome de arriba abajo hacia él. Sentándose tan lejos dentro de mí que me roba el aliento. Mientras mi cabeza cae sobre mi hombro, chillo. No puedo evitarlo. Estoy toda perdida solo por Cash. Apenas escucho mi propia voz. Es como un eco suave de lo que está pasando entre nosotros. Un tornado de sensaciones y pesadas respiraciones, un huracán de labios, lenguas, dientes y dedos. Oigo la respiración de Cash en mi oreja. Siento su cuerpo dentro del mío. Siento el aire sobre mi piel mientras me lleva a la cama. Luego esta un colchón en mi espalda y un cuerpo caliente en la parte superior del mío. Moviéndose dentro de mí, duro y potente, con cada embestida más profunda que la anterior. La concentración es demasiada, el placer demasiado fuerte. Mi cuerpo se siente como si viniera en pedazos. Justo antes de cerrar mis ojos veo a Cash venir en sus rodillas. Me entrego a sentir como separa mis piernas y frota mi parte más sensible con su pulgar, a la vez que se conduce dentro y fuera de mí. Y luego me derrumbo hacia el límite. La primera ola de mi orgasmo me marea. Oigo a Cash diciendo mi nombre una y otra vez. Abro mis ojos para verle arquear su espalda y liberarse dentro de mí con una osadía que irrumpe en mi cuerpo como un baño de fuegos artificiales. Las paredes absorben su gemido mientras su ritmo disminuía más rápido, golpes más lánguidos. Su cuerpo aún pulsando dentro. Así con una estocada final colapsa sobre mí. Descansamos juntos, a la deriva de nuevo en la tierra. Su respiración es pesada en mi oído. Cuando se hace menos trabajosa, siento la primera presión de sus labios otra vez en mi cuello. Uno de los miles de pequeños besos que riega sobre mi cuello y mi cara. Cuando levanta su cabeza, sus ojos encuentran los míos. No estoy segura de lo que dicen, pero creo que mi corazón entiende.

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Capítulo 14 Cash

C

on Olivia acurrucada a mi lado, realmente no quiero moverme. Pero tengo que hacerlo. Realidad—y peligro—están acechando justo a la vuelta de la esquina. Al otro lado del amanecer, a sólo unas pocas horas de distancia. Olivia está trazando el tatuaje a la izquierda de mi pecho, como hace a menudo cuando estamos acostados juntos desnudos. No sé si es tranquilizador para ella, pero para mí lo es. Sus dedos comienzan a moverse cada vez más despacio hasta que se detienen. Su respiración se vuelve más profunda y uniforme. Está tan quieta que sé que está dormida. Estoy seguro de que esta exhausta. Pero no hay nada que pueda hacer sobre eso todavía. Me deslizo de debajo de ella tan suavemente como puedo, pero aun así le despierto. —Descansa, nena. Ya vuelvo. Puedo ver que sus ojos están abiertos y se enfocan en los míos, así que sé que me escuchó. Sin embargo, no contesta. Sólo sonríe. Después de enderezar mi ropa, salgo a través de la oficina hacia el club. Nash y Gavin están sentados en el bar, tomando tragos de una botella de whisky. —Sentíos como en vuestra casa —comento inteligentemente mientras me acerco. —Oh, no te preocupes. Lo hacemos —responde Gavin con una sonrisa descarada. Acerco un taburete y un trago, tomándomelo rápidamente. El ardor es bienvenido. Me recuerda que habrá mucho dolor y pérdida si no hago esto a la perfección. La primera vez. No hay duda de que no voy a tener una segunda oportunidad.

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—Estaba pensando en eso y siento que el único lugar donde Olivia estará realmente segura es con su madre. —¿Eso es lo que estabas haciendo ahí? ¿Pensando en la madre de esa chica? —pregunta Nash sarcásticamente—. Si menciona que necesita un hombre de verdad, envíala conmigo. —Habiendo pasado tanto tiempo a solas con un puñado de hombres en un bote, estoy seguro de que podrías recomendarle uno. Gavin escupe su whisky sobre el bar. Nash se levanta tan rápido que su taburete cae. —¿Qué demonios se supone que significa eso? Me levanto, también. —Esto significa que incluso si piensas en tocarla, hablarle, es más, siquiera mírarla, vamos a tener un gran, gran problema, hermano. Antes de que Nash y yo consigamos estar pecho a pecho, Gavin da un paso entre nosotros. De nuevo. —No voy a ser capaz de dejaros solos en absoluto, ¿verdad? Nos da a cada uno un pequeño empujón, que viniendo de Gavin, es suficiente para enviarnos un paso atrás. Casi, pero no del todo. Gavin vierte tres tragos más y desliza uno para mí y otro para Nash, recogiendo el tercero se mantiene entre nosotros. —Por la seguridad y el éxito. ¡Salud! Nash y yo aún estamos mirándonos el uno al otro, pero brindamos por Gavin. Es un buen sentimiento, uno por el que vale la pena tomar un momento para reconocer. Tras una breve pausa, me aclaro la garganta y digo enfáticamente: —Como estaba diciendo, pienso que el único lugar en el que Olivia puede realmente estar segura es con su madre. Desde que sus padres se divorciaron, Olivia no ha estado cerca de ella. Rara vez hablan y dudo que nadie sea capaz de encontrarla allí muy fácilmente. De hecho, ni siquiera estoy seguro de donde vive. Me parece haber escuchado a Olivia hablar de Savannah, pero no estoy seguro. De todos modos, voy a averiguarlo. —¿Así que la llevarás ahí, esperando que no te sigan? ¿Y que lograrás volver a tiempo? —pregunta Nash bruscamente. Aprieto los dientes y trato de no ofenderme por su tono.

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—No, voy a enviarla con Gavin. Tú y yo vamos a estar cuidando del negocio mañana. Nash sonríe. —Con miedo de dejarla a solas conmigo, ¿eh? —Sí. Lo tengo. Ella necesita protección. Protección competente. Es por eso que la envío con Gavin. Sé que él es capaz de mantenerla a salvo. Nash pone los ojos en blanco, pero no dice nada. Por lo menos está aprendiendo a mantener la boca cerrada. Me giro hacia Gavin. —Hombre, estoy confiando en ti. Me mira a los ojos y trato de transmitir todo lo que quiero decir cuando digo eso. Estoy confiando en que me respete no tocándola. Estoy confiando en él para que guarde mis secretos, para que mantenga a Olivia segura, para hacer lo que tenga que hacer para protegerle. Esto no es una simple petición y él lo sabe. El hecho de que haga una pausa para considerar realmente lo que le estoy pidiendo me hace sentir un poco mejor, como si no se lo estuviera tomando a la ligera. —Lo sé, amigo. Sabes que cubro tus espaldas. Y las de ella. Somos hermanos. —Gavin tiende la mano, el brazo doblado por el codo. Cuando la tomo, los dos estamos acordando hacer lo correcto para los demás, no importa lo que cueste. Esto no es un juego. Ambos sabemos eso. —Hermanos —repito. —Espero que sea un mejor hermano para ti de lo que fue para mí —murmura Nash desde el otro lado de Gavin, mientras vierte otra copa para sí mismo. Le ignoro. —Voy a averiguar exactamente a dónde la vas a llevar, dónde está viviendo su madre ahora. Dame unos minutos de ventaja y luego nos vemos en el hotel. ¿Suena bien? Gavin asiente. —Me parece bien. Y seguro. Sólo asegúrate de que no te están siguiendo. —Le doy a Gavin una mirada y sonríe y lanza sus manos—. Lo siento. Hábito. Sé que eres tan cuidadoso como se puede ser. —Especialmente cuando es importante. Asiente de nuevo. —Y esta chica es obviamente muy importante.

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No respondo. No sé qué decir. Es cierto, por supuesto. Es sólo que realmente no lo había pensado de esa manera, en lo importante que ella es para mí, o el grado exacto en que es importante para mí. Pero es mucho. De eso no hay duda. —Sólo sigue con el plan y haz lo que te pido y creo que podremos sacar esto adelante. —Miro detrás de Gavin a Nash. Está fingiendo ignorarme—. ¿Puedo confiar en ti para que hagas lo que hay que hacer? Poco a poco, Nash vuelve sus fríos ojos hacia mí. —Sí, pero cuando se acabe, y tú y tu novia estéis a salvo, es mi turno. Mi turno para conseguir lo que quiero. La venganza está en sus ojos. Lo reconozco porque luché contra ese impulso por muchos años. Y perdí en su mayor parte. Acabo de encontrar maneras menos… violentas para exigirlo. O al menos lo intento. Entregar estos libros me hará retroceder años, pero vale la pena para asegurarme de que Olivia está segura. Puedo empezar de nuevo, tal vez hacer entrar en razón a Nash y conseguir que me deje usar lo que tiene. No sé, pero no puedo preocuparme por eso ahora. Esta noche lo más importante es conseguir que Olivia esté segura. El mañana vendrá muy pronto. —Me parece justo. Pero en este momento, es a mi manera. Me mira larga y fijamente antes de asentir.

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Capítulo 15 Olivia

¿D

escansar? ¿Mientras que él está ahí fuera conspirando y planeando con su hermano gemelo no-muerto y, el manager del club que es probablemente más de lo que parece? ¡Creo

que no! En el momento en que Cash viene de nuevo, estoy de pie y vestida. Esperando. Como siempre, sólo la visión de él enciende un fuego en la boca de mi estómago. Su sola presencia me toca. Es innegable. Tomo una respiración profunda, empujando esos sentimientos a un lado para que pueda pensar. —Así que, ¿cuál es el plan? Cash parece retroceder en su oficina. —Tomad asiento. Estaremos de vuelta pronto. —Oigo risitas que presumiblemente pertenecen al agradable y ligeramente coqueto Gavin. No me puedo imaginar a Nash riéndose. Apenas puedo imaginarle sonriendo. Creo que su modo por defecto es amenaza. Cash cierra la puerta y se vuelve hacia mí. Puedo ver por su expresión que piensa que no me va a gustar lo que está a punto de decir, lo que me hace pensar que no lo hará. Suspiro. —Esto debe ser una maravilla. Se ríe. —¿Qué? No he dicho nada todavía. —No tienes que hacerlo. Esa mirada lo dice todo. Hace que se me arrugue el trasero.

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—¿Hace que se te arrugue el trasero? —Asiento y se ríe abiertamente. Sacudiendo la cabeza, todavía con una expresión divertida en su rostro, Cash se acerca y me arrastra a sus brazos, ajustándome contra su pecho—. Estás loca, ¿lo sabías, verdad? —Por supuesto. ¿Se supone que es un secreto? —No, creo que ese barco ha zarpado. Vuelvo la cabeza ligeramente y le muerdo su plano pezón masculino. —¡Ay! Sigue haciendo eso y obtendrás la mejor maldita paliza que hayas tenido. —Nunca he recibido una paliza antes, por lo que el listón está muy bajo. —Bueno, eso será lo primero en la agenda cuando te lleve de vuelta a casa, entonces. Me inclino más hacia atrás. —¿Llevarme de vuelta a casa? ¿Hacia dónde voy? Cash suspira. —La casa de tu madre. Es el lugar más seguro para ti en este momento. Me empujo fuera de sus brazos. —¿Qué? ¡No puedes estar hablando en serio! Hay una docena de lugares que pueda pensar inmediatamente en mi cabeza que serían seguros y me darían una expectativa razonable de mantener mi cordura. ¿Por qué en el mundo me querrías ahí? —Debido a que existe un rastro reciente con casi todos los demás en tu vida. Todo el mundo excepto ella. ¿No has hablado con ella en cuánto tiempo? —Un par de años, pero ese no es el punto. —Ese es exactamente el punto. ¿Dónde más se esperaría menos que fueras? Mi mente se pone completamente en blanco, probablemente porque tiene razón. ¡Maldita sea!

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—Está bien, pero tendrás entendería algo como esto.

que

dejarme

manejarlo. Ella

nunca

Ya, Cash está sacudiendo la cabeza. —Nop. Lo siento. Gavin te llevará y se quedará contigo hasta que sea tiempo de traerte de vuelta. —¿Qué? ¡No puede ser! Si tengo que llevar a alguien, ¿por qué no puedes ser tú? —Cuanto más lo pienso, más me gusta ese escenario. De esa manera, Cash estaría seguro de estar a salvo. —Gavin es el más capaz... de nosotros. Estarás a salvo con él, no importa lo que venga. —¿Estás esperando que un ejército de bandidos mafiosos me acose en casa de mi madre? —No espero nada. Pero voy a estar preparado para… lo que sea. —Si Gavin es el más capaz, tal vez deberías mandarlo a hacer el trato con Nash. —Tengo que ir. Tengo que hacer esto. No puedo confiarle ello a Nash. Necesito asegurarme de que sea terminado y que se haga bien. No puedo tenerles amenazándote, Olivia. Esto tiene que parar. —Pero... pero... No puedo pensar en un solo argumento que no sea que le quiero conmigo y quiero que esté seguro. Ninguno de estos es suficiente para hacer que cambie de opinión, sin embargo. —Esta es la mejor manera. La única manera. Sólo confía en mí. ¿Puedes hacer eso? La cabeza de Cash se inclina ligeramente hacia un lado y está mirándome fijamente a los ojos. Es tan sincero. Siento el aguijón de las lágrimas en la parte posterior de mis ojos. Con un puño alojado en mi garganta, ni siquiera trato de hablar. Asiento y dejo caer mis ojos en la boca de Cash. Tiernamente, me tira en sus brazos. Me acaricia el pelo y frota círculos en mi espalda. —Voy a mantenerte a salvo. Lo prometo. —No soy yo quien me preocupa —murmuro contra su pecho.

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Capítulo 16 Cash

E

l trayecto hasta el hotel con Olivia es una especie de tortura. Incluso después de devorarla hace una hora, aún siento esa familiar sacudida en mi polla cuando sus manos se desvían demasiado hacia abajo en mi estómago. Con los ojos completamente abiertos, aún puedo imaginar sus pequeñas manos envueltas alrededor de mi eje, imaginar sus labios cerrándose sobre la punta reluciente. Y pensamientos como esos no están ayudando. La otra cosa que hace de esto una tortura es saber que voy a dejarla en manos de otra persona. Odio eso. Le dije que Gavin es el más capaz, que probablemente es cierto desde un punto de vista técnico. Pero siento que no hay nadie que arriesgaría más por ella, nadie más a quien le importe tanto su seguridad como me gustaría. Como a mí. Pero tiene que hacerse. Mi sola presencia trae el peligro derecho hasta su puerta. Y eso es inaceptable. Hasta que esto esté bajo control, es lo mejor para ella. Incluso si no se siente como lo mejor para mí.

****

Olivia está silenciosa todo el camino a través del vestíbulo, en el ascensor y en la habitación. No dice una palabra mientras empaca algunas cosas que toma del bolso detrás de ella. Siento la necesidad de aclararle las cosas. No quiero dejarle en este punto. No quiero que ninguno de nosotros se vaya en este punto. Antes de que cierre el bolso, saco un par de sus bragas y las sostengo en alto.

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—¿Puedo quedarme con esto? Prometo que no van a terminar colgando en el bar. —Dame eso —dice sin entusiasmo, alcanzándolas. Las alejo de sus codiciosos dedos. —No. Creo que me he ganado al menos un par. —Así que te gusta la ropa interior de chica, ¿eh? Nunca lo hubiera adivinado. —No las hacen lo suficientemente grandes para lo que tendría que poner en ellas —bromeo. Sonríe y responde—: Bien. Quédatelas. Creo que tengo suficientes para que me duren por un tiempo. Doy un vistazo dentro de su bolsa. —Oh, sí. Eres buena. Quiero decir, no vas a cambiarlas tan a menudo sin mí alrededor. —Dándole mi sonrisa más diabólica y sintiéndome satisfecho cuando sus mejillas enrojecen. —Eso probablemente es cierto. De hecho, ahora que pienso en tu efecto sobre mi ropa interior, tú probablemente me debes a mí varios pares. Me parece recordar que un par fueron rasgadas. —Mmm, es verdad. ¿Cómo podría olvidarlo? Me sorprende que tu padre no escuchara todos los gemidos que estabas haciendo. Su boca se abre y sus mejillas arden un poco más brillantes. —Tal vez porque eras tú. Me parece recordar que estabas extremadamente excitado. —Nena, estaba muy excitado. Tú me haces todo tipo de cosas deliciosas. Lo que hace que me den ganas de hacerte todo tipo de cosas deliciosas a ti. —Um, estoy bastante segura de que lo hiciste. —Escucha, ¿por qué no simplemente dejas todo esto “accidentalmente” en casa de tu madre? Si vienes a casa sin ninguna, te prometo que me asegurare de que nos las extrañes ni por un segundo.

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—El comando5 no es lo mío. Ahora Ginger por otro lado... —¡Oh, Dios! —Exclamo, cerrando los ojos y volviendo la cabeza. —¿Qué? ¡Ginger es preciosa! —Si te van en ese tipo de cosas. —¿Qué es ‘ese tipo de cosas’? —Bueno, ella es tan... rubia y tan… plástica y tan... felina. Olivia se ríe. —Pensé que los chicos les gustaba ese tipo de cosas. —A algunos. —Bueno, evidentemente a ti también. Taryn es todas esas cosas, también, sólo que Ginger tiene una personalidad. —Está bien, entonces solían gustarme ese tipo de cosas. Ahora me gusta tu tipo de cosas. Son el mejor tipo de cosas. Hacen que todos los demás tipos de cosas luzcan como la mierda. —Bueno, nada más alejado de mí que el evocarte imágenes mentales de mierda sin ropa interior. —¿Podemos no hablar de mierda y bragas en la misma oración? —Tú eres el único que está hablando de bragas y la falta de ellas. —¡Oh, Dios mío! Apenas puedo recordar tan atrás. Demasiadas cosas traumáticas han sido dichas desde entonces. —Fue hace cuarenta y cinco segundos. —Te dije que fue traumático. Se ríe de nuevo, y esta vez, el brillo en sus ojos está de vuelta. Tal como me gusta.

Comando: Imagino que todas las perverts que leen esto deben saber lo que es ir de “comando” pero por si aún queda algún alma inocente por ahí aclaro que ir de comando es ir sin ropa interior. XD 5

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Capítulo 17 Olivia

L

as bromas de Cash hacen fácil olvidar lo que va a suceder, pero el fuerte golpe en la puerta trae de nuevo la realidad. —¿Quién es? —pregunto.

—Gavin. —¿Nos vamos de aquí? —Sí. Pensé que sería más seguro. Por si acaso alguien me seguía hasta aquí, no verían a Gavin ni sabrían buscarle. Debe estar aparcado en la calle de al lado. De esta manera sé que nadie va a verte o será capaz de seguirte donde tu madre. Todavía estarán vigilándome. —Así que estarás por tu cuenta. —El miedo pellizca en mi interior, haciéndome temblar. —Sólo por un tiempo. Nash y yo tenemos un plan para mañana. —¿Te importaría decirme cuál es? ¿O prefieres que no lo sepa? Me mira con una expresión extraña. No estoy segura de qué hacer. Mi mente y mi corazón están por todo el lugar. —No me importa que lo sepas si estás interesada. —¡Por supuesto que estoy interesada! ¡Estoy preocupada por ti! —Hey, sólo estoy preguntando. No quiero asumir nada contigo. Eso despierta mi ira. ¿Por qué demonios iba a pensar que no me interesa? Por supuesto, he tenido algunas dudas reapareciendo en los últimos uno o dos días, pero no creo que jamás le haya dado la impresión de que no me importa. ¿Lo he hecho?

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La incertidumbre momentánea es como una llamada de atención. No puedo dejar que Cash se vaya pensando que no me importa. No podría vivir con eso. —Cash, estoy muy interesada. Y me preocupo mucho por lo que te pase. Sé que tengo algunos... problemas que resolver, pero eso tiene más que ver conmigo que contigo. Eres... eres... —Las palabras fallan en mi garganta cerrándose alrededor de un nudo de agonía. Hago una pausa para reagruparme antes de continuar—. Eres importante para mí. Y sé que eres un buen chico. En el fondo, lo sé. Y confío en ti. De verdad. Sólo que es difícil de describir lo que siento a veces. Pero, por favor, por favor, no vuelvas a pensar que no me importa. Me sonríe, moviéndose para cepillar sus labios sobre los míos. —Está bien, está bien. Te creo. Y sé lo que estás diciendo. Me siento de la misma manera. —Su expresión es seria—. No siempre es fácil para mí decir lo que siento, pero quiero que sepas que… —¿Estáis bien ahí? —Gavin llama desde la sala, golpeando la puerta e interrumpiendo a Cash. —Un momento —Cash espeta con brusquedad. Cuando se vuelve hacia mí, suspira. No continúa. El momento se perdió. Mi corazón se hunde. Daría cualquier cosa por saber a dónde iba esa frase. —Podemos hablar de todo esto cuando vuelvas. Puedo decirte acerca de cómo salió a la perfección nuestro plan y cómo terminé el día pateando el culo de mi arrogante hermano, y me puedes decir cómo le explicaste sobre Gavin a tu madre y cómo ella se desmayó en el suelo. Él sonríe. —¡Oh, mierda! —¿Qué? —¿Qué voy a decir? Cash se encoge de hombros. —Vas a tener que pensar en algo, ya que Gavin no dejará esa casa. Ni te alejará de su vista. —Supongo que podría decirle que nos estamos viendo. —Muerdo mi labio mientras pienso. Veo el músculo en la mandíbula de Cash apretarse. Frunzo el ceño—. ¿Qué? —Nada.

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—No, no es nada. ¿Qué? —Eres creativa. Estoy seguro que puedes pensar en otra cosa que decirle. —¿Qué diferencia hay? —Si ella piensa que estáis juntos, esperará ver algo de afecto. —¿Y? —Y, no me gustaría tener que patear el culo de Gavin. Y luego el tuyo. Lo último, puedo decir, lo añadió en broma. No puedo evitar sonreír. —¿Patearlo? Pensé que querías azotarlo. —Normalmente no soy tan descarada, pero dadas las circunstancias, siento que tengo que debo hablar sin tapujos. Veo destellos de deseo cobrar vida en sus ojos pecaminosamente oscuros. Eso enciende un fuego lento en mi vientre. —Le haga lo que le haga, te prometo que lo besaré y haré que se sienta mejor después. ¿Qué tal eso? Sus dedos se arrastran perezosamente hacia arriba y debajo de mis brazos. Es un toque inocente, pero más que suficiente para hacerme desear tener sus manos sobre mi piel desnuda en otro lugar. —Promesas, promesas —ronroneo en desafío. —Supongo que tendré que mostrártelo cuando vuelvas entonces. Y si sucede que estás usando ropa interior, usa unas que odies. Va a ser la última vez que las veas intactas. Considérate advertida. Un rastro de anticipación pasa rozando por mi espina dorsal. Cuando Cash pierde el control, siempre termina con nosotros recostados, exhaustos, con un montón de sudor por todas partes. Y no lo haría de ninguna otra manera. —Debidamente anotado. Gavin golpea una vez más en la puerta. Cash me guiña antes de que se dé la vuelta y cruce la habitación para abrirla. —Maldita sea, eres insoportable. La sonrisa de Gavin está llena de travesura. —Tenía la esperanza de obtener una visión de algo bueno, pero le dejaste vestirse. —El puñetazo

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que Cash le da en el brazo parece un poco menos que suave. Sin dejar de sonreír, Gavin me mira—. ¿Estás lista? Levanto mi bolso por encima de mi hombro. —Supongo. Cruzo hasta detenerme frente a Cash. —Gavin puede darte los detalles ya que fuimos tan groseramente interrumpidos —dice significativamente, mirando a su amigo. —Ten cuidado. Prométeme que no vas a tomar riesgos innecesarios. —Te lo prometo. En lugar del pequeño besito que pensé que me daría frente a su amigo, Cash me tira en sus brazos y me besa. Realmente me besa. Mis dedos se doblan y estoy sin aliento cuando me deja ir. —No lo olvides —dice en voz baja, sus ojos vagando por mi cara como si estuviera memorizándola. —No lo haré. No sé a qué se refiere con que no olvide lo que me dijo, que no olvide sus promesas. Que no le olvide. No importa, sin embargo. Todavía tiene un rastro de finalidad que me hace sentir que este es el final. Intento evitar que mi barbilla tiemble mientras Gavin me saca de la habitación.

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Gavin está tranquilo mientras me pasa de contrabando por las escaleras —el trillón de escaleras— y por una puerta lateral. El aire de la noche es más frío que de costumbre. Es como una bofetada en la cara cuando siento que golpea las vetas húmedas en mis mejillas. Ni siquiera sabía que había estado llorando. Tal vez por eso Gavin está tan tranquilo. Cree que estoy a punto de derretirme. Lo que podría ser. A veces lo siento así. A medida que subimos la calle, Gavin llega a tomar la correa del bolso de mi hombro. Le ofrezco una pequeña sonrisa y le permito tomarlo.

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—Él estará bien, ya lo sabes —dice Gavin en voz baja, su acento parecía más pronunciado en la oscuridad. —No puedes saber eso. —En realidad, puedo. Es un hombre fuerte y tiene un buen plan. Pero aún más que eso, iría a través del infierno y volvería para asegurarse de que estás a salvo. Y cuando consiguen fastidiar su culo, es como un pitbull. Simplemente no puedes detenerle. Sus palabras son agridulces. Me emociona saber que piensa que soy tan importante para Cash. Cash debió haber dicho o hecho algo para hacerle creer eso. A menos, por supuesto, que sea lo suficientemente idiota para mentir sólo para hacerme sentir mejor. Aun así, me hace sentir triste y despojada de que exista la posibilidad de que pudiera nunca llegar a decirle a Cash que estoy enamorada de él. ¿Por qué demonios no se lo dijiste hace cinco minutos? ¿Cuándo tuviste la oportunidad? Oh, espera. Lo sé. Porque eres una completa idiota orgullosa, es por eso. Mi pecho se estrecha sólo de pensar en mi oportunidad perdida. Me detengo en la calle, la necesidad de ir hacia atrás y lanzarme a los brazos de Cash es casi abrumadora. —Gavin, tengo que volver. Hay algo que tengo que decirle antes de que se vaya. La urgencia corre por mis venas como la heroína. Oh Dios mío, oh Dios mío, oh Dios mío, ¿qué he hecho? Pánico, puro pánico está trabajando una fina capa de sudor en mi frente, a pesar de la temperatura fresca. —Es demasiado tarde —dice Gavin gravemente. Miro a su apuesto rostro, serio, y, justo cuando abro la boca para discutir, una moto zumba—. Ya se ha ido. Siento las lágrimas caer de nuevo. —Pero hay algo que tengo que decirle, algo que necesita saber antes de irse. Gavin pone su mano en mi hombro y se inclina para mirarme a los ojos. —Lo sabe. —No, no lo sabe. No es posible que lo sepa. He sido una psicópata últimamente, no hay manera de que pudiera saberlo.

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Gavin sonríe. —La mayoría de las mujeres lo son, pero eso no viene al caso. Confía en mí, lo sabe. No hay manera de que él estuviera haciendo todo esto por una chica que no le amara. Si Gavin lo sabe, tal vez Cash también lo hace. Tal vez iba a confesar su amor a mí antes de que Gavin interrumpiera. Oh, si tan sólo hubiéramos tenido unos minutos más... Por un segundo, quiero golpear a Gavin justo en su linda boca. —¡Maldito seas! —Le lanzo la carga, pisando el pie—. ¡Es tu culpa! Si no hubieras venido a golpear la puerta cuando lo hiciste… Gavin se ríe. ¡Se ríe! ¡Qué descaro! —Lo siento mucho si mis esfuerzos para ayudar a salvar tu vida son inoportunos. Siento que mis labios se contraen y mi temperamento hierve. Su ligereza no ayuda en asuntos. —No cambies el tema. No está ayudando —le digo con los dientes apretados. Sin dejar de sonreír, Gavin empieza a alejarse, en la misma calle. —Está bien. Cúlpame porque estabas demasiado asustada para decirle cómo te sientes. Pero tú y yo sabemos que no es culpa mía. Tan petulante. Tan exasperante, agraviantemente petulante. Y tan correcto. No es culpa de nadie más que mía. Estoy de pie, rígida y enojada, mirando a Gavin alejarse. Cuanto más camina, más mi irritación irracional es drenada. Me escabullo por la acera para alcanzarle. —¡Deja de caminar tan rápido, extranjero loco! —murmuro. Delante de mí, Gavin inclina la cabeza hacia atrás y susurra fuerte en la noche: —Camina rápido, mujer psicópata. No puedo evitar sonreír ante eso.

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Gavin conduce un HT3, un Hummer con una plataforma de carga en parte trasera. Es de sólido color negro con vidrios profundamente polarizados. —Dios mío, ¿robaste esto de un traficante de drogas? —Ten cuidado. Este bebé puede también salvar tu dulce culo antes de que termine. Está casi tan tácticamente equipado como viene. —Así que, ¿lo robaste de un traficante de drogas? Gavin rueda los ojos y sacude la cabeza. —Mujeres —murmura. —Espero que no digas cosas como esas delante de tu novia. —¿Novia? —Por la expresión de su cara, se podría pensar que sugerí que estaba teniendo sexo con animales—. Ese es un problema que no necesito. Toda esa mierda emocional sólo arruina el buen sexo y alguien con quien tener un par de risas. Por supuesto, hago un paralelo. —¿Es así como también piensa Cash? Gavin mira por encima de mí. Hay una advertencia escrita en sus ojos. —Tal vez un poco. —No me dirías la verdad incluso si ese fuera el caso, ¿verdad? —Mira, Olivia. ito que Cash y yo somos muy similares. Y todo el tiempo que hace que le conozco, nunca ha querido alguna vez tomar algo en serio. Que yo sepa, de todos modos. Hasta ahora. —Así que, ¿estás diciendo que quiere tomarlo en serio conmigo? —Por qué me resulta difícil de creer una palabra de lo que dice. —No, no estoy diciendo eso. —Eso es lo que parecía. —No sé lo que estoy tratando de decir. —Hace una pausa y oigo su suspiro de frustración—. Déjame ponerlo de esta manera. Nunca le he visto actuar así por una mujer antes. ¿Significa eso que quiere tomarlo en serio? No sé. Creo que sí, pero eso es sólo una opinión. Los chicos no se sientan a hablar de esa mierda, ¿sabes, nena? —No, me imagino que no lo hacen. —Estoy un poco decepcionada. Esperaba tanto que intentara convencerme o que tuviera alguna evidencia que apoyara su conjetura. Pero no lo hace. Cash es tanto un misterio para él como lo es para todos los demás.

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Es hora de cambiar de tema antes de dejar que las manos de este miedo deprimente me tiren hacia abajo en el olvido. Antes de que se me ocurra algo que decir, Gavin habla. —Así que, ¿dónde vive esa madre tuya? —En realidad, vive muy cerca de Carrollton, donde voy a la universidad. Está a sólo una hora de aquí. —De acuerdo, al oeste entonces. Mientras guía a su enorme vehículo hacia la interestatal, pienso en algo más de qué hablar. —Así que, una de las muchas cosas que interrumpiste con tu golpeteo persistente fue el plan. Cash se estaba preparando para decirme lo que iba a hacer. ¿Piensas darme una pista? Gavin me mira con recelo. —Uhhh... —¿A quién se lo voy a decir? ¿A mi madre? Como si le importara, incluso si lo hiciera. Lo que no haría. Estoy preocupada. Eso es todo. Después de otra larga pausa, Gavin cede. —Va a hacer un par de copias del video y a distribuirlo a diferentes personas. Está comprando algunos libros que se parecen a los libros que quiere llevar con él. Una vez que se confirme que la chica está sana y salva, va a mostrarles el video. Les va a explicar que si no entregan a la chica y garantizan tu seguridad y la de su padre, el vídeo y los libros se destinarán a las autoridades. —¡Oh Dios! Eso suena peligroso. Gavin se encoge de hombros. —Él tiene todas las cartas en este momento. —No, no lo hace. Todavía tienen a Marissa. —Bien, tiene la mayor parte de las cartas en estos momentos. Si no la entregan, va a darles los libros. Estarán con Nash, a quien llamará únicamente si las cosas se ponen locas. —Por lo tanto, ¿tiene la esperanza de salir con los libros, el video y Marissa? —Sí. —¿Y el peor de los casos sería...?

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—Que tenga que darles los libros como un acto de buena fe para conseguir a la chica. Pero todavía tiene el video. Y cualquier ayuda que Greg haya convocado junto con Nash. —¿Greg? ¿Es el padre de Cash? —Sí. Es un buen hombre. No digo nada. Todavía no he decidido si creo que el padre de Cash es un buen hombre o no. Por el momento, estaría más inclinada a decir que no. Es la razón por la que estamos todos en este lío en primer lugar. Estoy segura de que tiene algunas cualidades que lo redimen, ahora simplemente no las veo. —¿Lo conoces desde hace mucho? —Sí, nos conocemos desde hace mucho. —Me resulta difícil de creer. No puedes ser tan viejo. —Soy demasiado atractivo para envejecer —declara con una sonrisa arrogante y un guiño. Ruedo los ojos y se ríe—. No, empecé muy, muy pronto. —¿Comenzaste a qué? Se encoge de hombros, pero esta vez creo que es porque en realidad no quiere responder, no porque fuera indiferente. —Por varios años fui contratado para hacer todo tipo de... trabajos ocasionales. Pero también puedo pilotar aviones y helicópteros, que es como conocí a Greg. Y entonces a Cash. Asiento lentamente. —Trabajos ocasionales, ¿eh? ¿Así que estás en un negocio similar...? —En realidad no. El trabajo que hacía era peligroso y desagradable de una manera diferente. Es por eso que me salí. Casi parece más aterrador pensar con qué clase de persona es con la que estoy andando porque es tan vago acerca de lo que hace. O lo que hizo. Y la forma en que Cash hablaba de él, no puedo evitar preguntarme si estoy sentada al lado de un delincuente o algo así. El hecho de que no esté en la cárcel no significa que no sea culpable, sino sólo significa que nunca fue atrapado. De repente, siento mucha menos curiosidad de... ¡todo! Parece que no hay nada más que oscuridad y decepción dondequiera que mire. Por

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primera vez en quizás nunca, la habitación de invitados de mi madre parece un pequeño trozo de cielo.

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Capítulo 18 Cash

D

ejar ir a Olivia con Gavin fue más difícil de lo que esperaba. Y ahora, mientras guio mi moto hacia el club, sigo pensando en cómo se veía en el espejo retrovisor mientras conducíamos por la calle. Muy molesta. Se veía muy, muy molesta. Me recuerdo a mí mismo que Gavin es confiable y capaz. Dudar de mi juicio en este momento sería tanto contraproducente como estúpido. No hay nada que pueda hacer al respecto. Es demasiado tarde para hacer cualquier gran cambio, especialmente uno que ponga en peligro a Olivia. Mi instinto fue ir con Gavin. Ahora tengo que confiar en eso. Punto. Entrando al garaje y viendo la puerta de mi apartamento abierta recuerdo que tengo más problemas que sólo preocuparme sobre el papel de Gavin en todo esto. Nash. Estaciono la moto y entro para encontrar a Nash en el baño afeitándose. Después de enjuagar sus mejillas, se encuentra con mis ojos en el espejo. Me alegra ver el vello de su perilla intacto, no le quiero luciendo como yo más de lo absolutamente necesario. De lo contrario esto podría ponerse demasiado difícil. Además, simplemente no me gusta el tipo. Se volvió más idiota incluso de lo que era cuando éramos jóvenes. —Siéntete como en tu casa —dije sarcásticamente. —Oh, no te preocupes. Lo hice. Ni siquiera quiero preguntar lo que significa eso. Eso solo me haría enfurecer, y por las próximas doce horas más o menos necesitaba enfocarme. Y eso no incluye a mi hermano.

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—Si necesitas un par de horas de sueño o alguna otra cosa para aclararte, puedo darte las llaves del apartamento de la ciudad y puedes conducir el coche hasta ahí. —¿Tratando de deshacerte de mí tan pronto? —En realidad, sí. Eso hago. —Eso no es muy fraternal de tu parte. —Mira hombre, vas a tener que dejar esa actitud en la puerta por un tiempo. No tengo tiempo para tu boca o tu mierda. Sólo apégate al plan y déjame en paz de otra forma. —Bueno, el plan incluye necesitar el vídeo, que he escondido en un lugar seguro. Podría aceptar tu oferta del coche. No he tenido uno desde que he estado en el exilio por siete años. De nuevo con la amargura. Quiero rodar los ojos, pero aprieto los dientes y resisto la tentación. Obviamente uno de nosotros va a tener que ser el adulto de cabeza fría. Y seguro como el infierno que no parece que vaya a ser Nash. Entro a la habitación y abro el cajón superior de la cómoda y rebusco mi juego de llaves adicional. —Toma el Beamer. La llave dorada es la del apartamento. Le doy la dirección. Levanta las cejas y asiente apreciativamente, pero mantiene su sarcasmo al mínimo. Me alegro por eso. Tal vez logre llegar a él. —Genial. —Tal vez para un abogado, pero prefiero este lugar. Me mira a los ojos, como si estuviera tratando de determinar si estoy mintiendo. —No puedo creer que lo hayas hecho. —¿Hacer qué? —Terminar el instituto e ir a la universidad. Y en realidad graduarte y convertirte en abogado. Escudriño a través de sus palabras en busca de un significado oculto, burla o malicia, pero no encuentro ninguno. Él sólo parece... sorprendido.

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—No es que lo haya disfrutado. Eso siempre fue lo tuyo, no lo mío. Pero es lo que tenía que hacer para ayudar a papá. O al menos eso fue lo que pensé. Tengo que esforzarme por mantener fuera la amargura de mi propio tono. Todavía me pica saber lo mucho que me mantuvieron en la oscuridad, recordar todos los sacrificios que hice porque pensé que papá necesitaba mi ayuda. —Creo que ninguno resultó ser como esperábamos. —Supongo que no. Sólo espero, que de alguna manera, ambos estemos en mejor situación por lo que hemos hecho y por como resultaron las cosas. Tal vez fue bueno para nosotros. Necesitaba un poco de ti, supongo. Nash se encoge de hombros. —Tal vez yo también necesitaba un poco de ti. Solo que no tanto. Su sonrisa parece genuina y se me hace más fácil de lo que hubiera pensado devolvérsela, teniendo en cuenta cómo empezaron las cosas entre nosotros. Tal vez hay esperanza después de todo. Veo algunas de las cosas de Nash tiradas sobre la cama. —Te daré un minuto para recoger tus cosas. Tengo que sacar algo del auto. Es mentira. De hecho, tengo que sacar los libros de la caja fuerte y no quiero que vea donde guardo las cosas importantes. Todavía no confío plenamente en mi hermano, por lo que considero prudente y necesaria la pequeña mentira. Él asiente y camino de vuelta al garaje, cerrando la puerta detrás de mí. Cruzo los estantes de ganchos y tableros de clavijas en la pared opuesta al auto. Ahí se encuentra una pequeña palanca y bisagras ocultas en el segundo tablero. La abro silenciosamente para revelar una caja fuerte dentro de la pared. Introduzco la combinación. El clic me deja saber que está listo. Las únicas cosas en el interior de la caja fuerte, además de los libros de contabilidad son un archivo ampliable lleno de papeles relacionados con el club y una pequeña pila de billetes de cien dólares. Odio no tener algo de efectivo a mano.

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Tomo los libros y cierro la puerta volviendo a colocar el tablero de clavijas sobre ella, ocultando su presencia perfectamente. Recupero mi chaqueta del asiento trasero del BMW y luego regreso al apartamento. Nash está poniéndose sus gafas de sol mientras me acerco. —¿En serio? ¿De noche? —Todos estos años de sol reflejándose en el agua han hecho mis ojos sensibles a la luz. El resplandor de las luces del tráfico en la noche me molesta. Además, me veo bastante genial. Su media sonrisa me recuerda al niño feliz y despreocupado de nuestra infancia. —Todo lo que necesitas son unos pantalones de cuero y un acento austríaco y podrías acojonar del susto a algunos niños, al estilo Terminator. —En ese caso, tomare prestada tu moto para Halloween. Sonrío, pero no digo nada. Eso suena un montón a que él está planeando quedarse y no estoy seguro de cómo me siento sobre eso. —Una noche de terror a la vez, hombre —le digo ligeramente—. Consigamos salir de ésta en primer lugar. ¿Puedes estar de vuelta a las ocho o así? —Sip. —¿Y te importaría parar en una tienda de suministros de oficina en el camino de vuelta y recoger algunos de estos? Sostengo los libros de contabilidad para que lo vea. Frunce el ceño y se estira para tomar uno. Hojeando las páginas, dice en voz baja —¿Así que esto es lo que ha causado tantos problemas? —No. Las decisiones de papá son las que han causado tantos problemas —le digo rotundamente. Nash me mira. Su mirada es dura, inflexible, pero no dice nada, sólo me entrega el libro. —Los traeré. —Nos vemos en un rato entonces. Y con eso, se da la vuelta y sale del apartamento.

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Capítulo 19 Olivia

C

on solo cerca de veinte minutos antes de llegar a su casa, me ingenié algún tipo de razón creíble para presentarme en el umbral de mi madre en medio de la noche. Con un extraño chico a remolque. Ha pasado tanto tiempo desde que la llamé, que me lleva tres intentos obtener el número correcto. Está guardado en mi teléfono, pero MI teléfono está en el apartamento de Cash. Estoy usando unos baratos que Cash quiere que tire cada uno o dos días. La somnolienta voz de mi padrastro Lyle suena desde el otro extremo de la línea. Doy un suspiro de alivio. No sabía que otra combinación de números tratar, entonces estaría en aprietos si éste no fuera el correcto. —Lyle, soy Olivia, siento llamar tan tarde. ¿Puedo hablar con mamá? Oigo un suspiro exasperado y una serie de sonidos mientras cubre la boquilla con su mano. En pocos segundos la voz de mi madre suena en la línea —Olivia, ¿sabes qué hora es, señorita? Dejo a mi madre estar más preocupada con el decoro de que su hija está llamando cuando menos se lo espera en una vergonzosa hora. —Mamá, hubo una fuga de gas en mi casa. ¿Puedo pasar la noche contigo? Oigo varios sonidos antes de que hable, ninguno de ellos contentos. —¿Por qué no te quedas con tu padre? ¿No tienes una llave? —Papá se rompió su pierna. Es difícil para él desplazarse. Llamarle en medio de la noche podría causarle un daño a sí mismo. Solo sería pasar la noche. Todo lo que le estoy diciendo es cierto, excepto la fuga de gas.

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—Y estoy llevando a alguien conmigo. Él es… bueno. Es un amigo. Espero que este bien. Es gracioso que nunca podría forzarme a mentir que Gavin significa algo más para mí. Parece que incluso mi lengua está atada a Cash, que es malditamente ridículo. Pero conociendo a mi madre, hará algo más de todos modos. Ella va a ver, oír y percibir lo que quiere y crear todo un juicio basado en lo que está en su cabeza. Esa es la forma en la que siempre ha sido ella. —Si piensas que vas a estar durmiendo en la misma habitación con este amigo, puedes pensarlo otra vez, Olivia. Casi puedo ver sus finos labios fruncidos con autosuficiencia. —Ni siquiera iba a preguntar, mamá. Solo necesitamos un lugar seguro para esta noche… —Gavin me empuja, mirándome significativamente. —Un par de días a lo sumo. —¿Un par de días? —Oh, sí, ahora está indignada. Incomodar a mi madre es un gran No-No. —No vamos a interferir con ningún plan que tengas. Ni siquiera vas a saber que estamos allí. —Lo dudo —murmura—. Muy bien. ¿Cuándo vais a estar aquí? —Cerca de quince minutos. —Muy bien. Con un clic la línea se corta. Suspiro y cuelgo. Miro a Gavin y sonríe. —Suena como una joya. —Oh, lo es. Chico perceptivo. No menos de veinte minutos más tarde, Gavin lleva mi bolso y me sigue arriba por el largo, curvado e iluminado sendero a la puerta principal de mi madre. Me detengo en el porche y tomo una respiración profunda, mirando a Gavin a mi izquierda. Está mirando el frente de la casa, capturando el exterior de ladrillos de lujo, el suministro interminable de ventanas y la costosa aldaba de bronce unida a la enorme puerta. —Esto debería ser interesante.

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Sonrío. —Oh, no tienes ni idea. Entonces llamo. En cuestión de segundos, la puerta se abre para revelar a mi madre, de pie en el interior, envuelta en su costosa bata de seda. Con su perfectamente peinado pelo (sí, incluso en medio de la noche), sus agudos ojos azules y sus delgados brazos cruzados sobre su pecho, rezuma desaprobación. Esencialmente, se parece mucho a como le vi la última vez hace un par de años. Siempre está mostrando desaprobación. Y siempre parece de la misma edad. No hay duda de que invierte unos cuantos miles de dólares en conservantes. Con el tiempo la alcanzaré y tendremos la misma edad. Me pregunto si hacen cremas de noche espolvoreadas con formaldehido, pienso lentamente mientras veo su fina y tensa piel. —Hola mamá, perdón por despertarte. Da un paso atrás y nos deja entrar en el vestíbulo. —Veo que no lo sientes bastante. Resisto la urgencia de poner los ojos en blanco. Mi madre siempre ha sido del tipo que no deja nada atrás. Siempre tendrá algo atorado en su cabeza o una obsesión con un tema en particular y lo destrozará hasta convertirlo en pulpa sanguinolenta. —Supongo que no —le digo amablemente—. No vamos a mantenerte despierta. Este es Gavin. Voy a mostrarle una de las habitaciones de invitados. Yo tomaré la otra. Ni siquiera sabréis que estamos aquí. Ella lanza un resoplido y cierra la puerta detrás de nosotros. —Conoces las reglas. —Advierte, mirando fijamente a Gavin. —Lo sé, mamá, pero te dije que solo era un amigo. —Sé que eso fue lo que dijiste. Esta vez ruedo mis ojos. —Bueno, te veré por la mañana. Buenas noches. Alcanzo la mano de Gavin y tiro de él hacia delante.

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****

Para estar tan exhausta, estoy teniendo un tiempo horrible para conciliar el sueño. En todo lo que puedo pensar es en las cosas que no dije. Las cosas que no hice o disfruté por miedo, porque no confié en mi misma. Esto nunca fue sobre Cash y no confiar en él, porque es un chico malo. Sí, es un chico malo. En algunos aspectos. Pero ese no es el problema. Ser un chico malo no le hace mala persona o un mal compañero. Pero no podía ver más allá de mis preferencias. No confiaba en mi juicio. Después de haber tomado malas decisiones y dejar que mis sentimientos me cegaran, finalmente encontré una persona digna de ser amada y me quede inmóvil. Y no podía haber ocurrido en un peor momento. Ahora tengo que cargar con todas las cosas no dichas, todo el arrepentimiento por haber tenido miedo. Por no haber actuado. O hablado. O precipitado. Si, por algún milagro de Dios, tengo otra oportunidad antes de que todo esto esté dicho o hecho, no seré una cobarde la próxima vez.

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Capítulo 20 Cash

E

stoy demasiado lleno de adrenalina para dormir. Cuanto más se acerca el amanecer, más ansioso me pongo acerca de cómo saldrá todo esto.

Miro el reloj. Sin ventanas, no puedo ver salir el sol, pero sé que lo está haciendo. Y eso me hace pensar en Olivia, espero que esté durmiendo plácidamente en casa de su madre. Sola. La idea de Gavin posiblemente hecho un ovillo a su lado me enferma como el infierno. Con un gruñido, cruzo el brazo sobre mis ojos y trato de despejar mi mente. Pero no funciona. No puedo dejar de pensar en ella. Tal vez si llamo y dejo que suene sólo una vez... Ella no es una durmiente ligera precisamente. Un solo ring no debería despertarla si está durmiendo. Pero si está despierta... Marqué la tecla para el número de su teléfono desechable y el teléfono automáticamente marcó el suyo. Suena una vez y me detengo. Justo antes de que oprima el botón de colgar, la voz silenciosa de Olivia entra en la línea. —Hola —dice con sencillez. Sonrío. Casi puedo ver la expresión tímida en su rostro mientras lo dice. Y en esa sola palabra, puedo oír que está complacida de que haya llamado. Ahora, quiero conducir a la casa de su madre, colarme por la ventana y tener lento y silencioso sexo con ella contra la pared. —Estás despierta. —Sí. No puedo dormir. ¿Tú tampoco? —Nah. Mi cabeza no se calla. —Conozco el sentimiento.

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Hay un largo silencio, durante el cual estoy seguro de que se está preguntando qué es lo que quiero. Antes de que pueda hablar, sin embargo, ella lo hace. —En realidad me alegro de que hayas llamado. Hay algo que quiero decirte. Es algo que debería haberte dicho antes, pero no lo hice. Debería. Y ahora me arrepiento de no haberlo hecho. Cuando estuvimos cara a cara. Pero soy una idiota, así que... Sonrío en la oscuridad. Estoy dispuesto a apostar mil dólares a que está jugando con su cabello. Lo hace cuando se pone nerviosa. Y es muy obvio ahora, por la velocidad de sus apresuradas palabras, que está nerviosa. —¿Qué es lo quieres decir? —Estoy bastante seguro de que ya lo sé. Sé lo que siente por mí. Cuando no está combatiéndolo y perdiéndose en las pilas y pilas de pasado de mierda que a veces obstruyen sus pensamientos. Y espero que, después de todo lo que ha pasado, sepa cómo me siento. Pero es una maldita mujer. Creo que les gusta que les expliquemos las cosas. A diferencia de los hombres, necesitan de las palabras, el carácter definitivo de éstas. Los hombres no. Pero no me importaría escuchárselo decirlo de todos modos. Oigo como inspira profundamente y me la imagino apretando los ojos como si estuviera saltando de un puente o algo así. Tomando el salto. Y eso, para Olivia, probablemente se siente como lo mismo. —Creo que me estoy enamorando de ti —espeta—. ¡Por favor, no digas nada! —Se apresura a decir antes de que pueda hablar—. No quiero que te sientas obligado a decir nada en respuesta. Simplemente no quiero dejar que te metas en esto sin decirte lo que siento, que estoy tratando de dejar el pasado en el pasado y no dejar que se meta en mi cabeza y arruine las cosas entre nosotros. —No me siento obligado a decir nada. —Oh —dice ella, inexpresiva—. Bien, bueno. Porque no quiero que lo hagas. —No lo haré. Si te digo "Te amo" es porque lo digo en serio, no porque sea la respuesta que se espera. —Está bien —dice en voz baja y luego—. ¡Oh mierda! Mamá se levanta. Me tengo que ir. ¡Ten cuidado hoy! —Lo haré.

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—¿Te veré pronto? —Tan pronto como sepa que estás a salvo. —Por favor, haz que sea pronto. Me río. —Haré lo mejor que pueda para que hagan lo que quiero. —Eso no debería ser un problema. Eres muy bueno en eso. —¿Cómo lo sabes? —Has trabajado tu encanto en mí más de una vez. —Nena, aun ni siquiera he empezado a encantarte. Sólo espera a que regreses. —Te tomo la palabra —murmura, con una sonrisa evidente en su tono. —Maldición, tienes razón. Vas a guardar todo lo que te digo, ¿no? —Lo que usted diga, Coronel —bromea, refiriéndose a nuestras bromas cuando ella pensaba que yo era Nash. —Ahora eso es lo que me gusta escuchar. —Tal vez incluso te haga un saludo cuando vengas por mí. —Voy a tener todos los saludos que pueda. Estoy seguro de que habrá partes de mí en perfecta atención cuando llegue por ti. —Eres tan malo. —Pero sólo en el buen sentido. —Cierto —dice en voz baja—. Sólo en el buen sentido. —Trata de descansar un poco. Llamaré cuando regrese. —Está bien. Hablamos entonces. Hubo una pausa. Ninguno quiere decir las palabras. Así que no lo hacemos. Ella simplemente cuelga. Y yo hago lo mismo.

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Capítulo 21 Olivia

S

i alguna vez hubo alguna esperanza de lograr dormir, se ha ido. ¡Santas bolas de mierda!, ¡acabo de decirle a Cash que le amo!

Bueno, algo parecido. ¿Lo que dije fue un pretexto? ¿Esa era la versión cobarde?, probablemente. Pero al menos se llevó la idea antes de irse a declarar la guerra con algún mafioso. Y eso era lo que más quería, que él lo supiera. Mi ejecución, simplemente apestaba. Pero esa ni siquiera era la parte de los emocionales fuegos artificiales. Eso sería lo que me dijo después. —Si te digo “Te amo” es porque lo digo en serio, no porque sea una respuesta esperada. ¿Dijo que me ama? ¿O dijo que si me amaba, era porque significaba eso? ¿O simplemente me está dando algunos antecedentes del M.O.6 de sus Te amo? ¿Qué demonios? Cuanto más lo pienso, más allá de cada palabra, más confuso se vuelve. En piloto automático, me visto rápidamente y corro a cepillar mi cabello antes de alcanzar la puerta y bajar las escaleras. La casa está en silencio, así que soy cuidadosa de no hacer mucho ruido. Mamá es madrugadora. Muy madrugadora. Le gusta que su tiempo por la mañana sea pacífico y mi presencia aquí es un golpe en su contra. No necesito hacer nada más para agregar más leña al fuego. —¿Quién te vistió? ¿Un niño de seis años? Tu camiseta está al revés. Miro hacia abajo y por supuesto, mi camisa esta al revés. ¡El piloto automático apesta!

M.O.: Modus operandi, que literalmente significa 'modo de operar', es una expresión latina de uso frecuente tanto en español como en otras lenguas occidentales. En el lenguaje común, esta expresión se refiere a la manera habitual o característica de actuar de una persona o de un grupo. 6

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Me despido de ella con la mano. —No encendí la luz. Voy a arreglarme antes de que alguien se levante. Como si estuviera feliz de hacerme una mentirosa, Gavin escoge ese momento para entrar en la cocina. —Buenos días, damas —dice con su encantador acento, su sonrisa amplia y agradable. Nadie dice nada por un par de segundos, lo que no parece que le haya molestado ni un poco—. Olivia, puedo ver de dónde sacas tu aspecto. No me dijiste que tu madre es una mujer tan hermosa. La urgencia de poner mis ojos en blanco es fuerte. Pero luego empiezo a sentir lástima por Gavin. Él esta muuuuy equivocado. —Otro encantador, ya veo —mi madre dice sarcásticamente, mirando a Gavin con desdén—. Tus halagos podrán funcionar en mi hija, pero no tienes que molestarte conmigo. Estoy muy familiarizada con los de tu clase. —¿Mi clase? —Gavin claramente no tiene ni idea de lo que habla. Probablemente debí haberle advertido sobre mi madre. —Gavin ¿por qué no te duchas primero? No me tomara mucho estar lista. —¿Estamos en un apuro? —Bueno, no realmente. Mi primera clase no empieza hasta dentro de un tiempo, pero… —¿Primera clase? —Sí. —Con su expresión en blanco, continúo—. Clase. Universidad. Ya sabes, a la universidad donde voy a aprender.

Aula.

Gavin frunce el ceño. —Pero no vas a ir a clase hoy. —Um, sí voy. —Um, no, no vas. —Um, sí voy. ¿Por qué no lo haría? Me mira directamente y luego apunta ligeramente su cabeza hacia mi madre. No quiere exponer sus razones frente a ella, pero ella malinterpreta totalmente esa acción. —Oh, no te preocupes por mí. A ella no le importa lo que yo piense. Abusa de ella todo lo que quieras. —¿Abusar de ella?

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—¿No piensas que impedirle mejorarse a sí misma es un abuso? ¿No crees que arruinar su vida con tu mera presencia es un abuso? —Cómo voy a ser yo… —Mamá, eso no es lo que él está haciendo. Mira, es una larga historia. Podemos hablar sobre ello más tarde. En este momento —digo, mirando directamente de vuelta a Gavin—. Va a tomar una ducha mientras tomamos el café. No creo que particularmente Gavin prefiera la forma en que manejo las cosas, pero es lo suficientemente inteligente como para no alegar delante de mi madre. Creo que se está dando cuenta del bicho que tiene metido por el culo con bastante rapidez. Asiente lentamente y empieza a retirarse de la cocina. —Sí, necesito una ducha. También tengo algunas llamadas que hacer. Después de que Gavin hace su incomoda salida, mamá y yo nos quedamos en un silencio igual de incómodo. Sin embargo no es en vano. No, está lleno de todo tipo de juicio y condena. No tiene que decir una palabra. Todo está ahí, en su cara, claro como el día, todo para verlo. Suspiro. —Mamá, sé lo que… —Toma mi auto. —Me interrumpe. —¿Qué? —Toma mi auto. Ve en él a la universidad. No dejes a esta… persona interponerse en tu camino. Sé más fuerte que eso, Olivia. Ni siquiera voy a abordar el hecho de que piensa que soy débil. Nunca ha tratado de ocultar su opinión sobre mí. O sobre cualquier persona interesada en escucharla. —Mamá, tú no sabes nada sobre Gavin. Realmente es un buen chico. —Eso es lo que has dicho sobre todos los otros perdedores en que has gastado tu vida persiguiendo. —No los he perseguido, mamá. Y no he malgastado mi vida. Voy a graduarme pronto. —Y luego volverás a ayudar a tu padre, consumiéndote en una granja. —No considero eso consumirme. —Bueno, eso es obviamente una cuestión de opinión. Pero en esos chicos debes mantener el agarre. Olivia… —Ella sacude su cabeza con exasperada desilusión.

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—Mamá, podré haber hecho algunas malas elecciones en el pasado, pero eso no significa que todos los chicos compartan algunas de las mismas… características que me gustan en un hombre o que sea exactamente el mismo tipo de hombre. Es posible ser una persona amante de la diversión, pero aun así ser bueno, decente y amable. —Estoy segura de que sí. Pero nunca pareces buscar de ese tipo. —ito que no he tenido mucho éxito en el pasado, pero este chico es diferente, mamá. Puedo sentirlo. —¿Quieres decir que nunca lo has ‘sentido’ antes? Porque recuerdo específicamente tener una conversación similar contigo sobre tus dos últimas causas. —Esa no eran ‘Causas’, mamá. Discutir con ella es agotador. —Tú te referiste a uno de ellos como que ‘necesitaba reparaciones’ ¿Qué es eso si no es una causa? Quieres reparar estos chicos malos, Olivia. Tú quieres cambiarles, convirtiéndoles en algo con lo que puedas vivir. Pero eso nunca va a pasar. Chicos como esos nunca cambian. Y ciertamente no por una chica. —Algunos de ellos pueden. —Voy a creer en eso cuando lo vea. Cuando uno de ellos demuestre su amor por ti, nunca volveré a discutir ese punto de nuevo. Pero hasta entonces… Para ellos, soy solo la estúpida que sigue cayendo en la misma trampa, una y otra y otra vez. —Hazme un favor —dice, llegando a través de la isla para poner su mano sobre la mía, un espectáculo muy raro de afecto y apoyo. —¿Cuál? —Toma mi auto. Ve a la universidad. Pruébame que eres lo suficientemente fuerte para hacer esto, lo suficientemente fuerte como para asumir este tipo de hombre y no colapsar. No ceder y dejar que arruine tu vida. Me haría sentir mucho mejor. Su expresión es realmente sincera. Tal vez incluso un poco preocupada y desesperada. ¿En serio piensa que soy tan frágil e impresionable, que voy a seguir a cualquier perdedor al precipicio? Si puedo hacer algo para demostrarle que no soy la debilucha que piensa que soy, entonces, ¿por qué no? Tal vez ayudaría a las cosas entre nosotras, y las cosas entre ella y Cash cuando le conozca. Cuando le conozca, repito en mi cabeza, aferrándome a la idea de que ese día llegará.

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—Está bien. —¿Está bien, qué? —Está bien. Tomaré tu auto. Voy a demostrarte que soy más fuerte de lo que crees. Que soy más inteligente de lo que piensas. Ella sonríe, pero más satisfecha y presumida que contenta y orgullosa. Eso me recuerda que, no importa lo que haga, hay muy pocas probabilidades de complacerla. Sin embargo me siento tentada a intentarlo. —Ni siquiera voy a criticarte lo que llevas puesto, pero quiero que le des la vuelta a esa camisa para el lado correcto, primero. —Lo haré. Dame un par de minutos. Necesito lavarme los dientes y arreglarme un poco. —Eso está bien. Te daré las llaves y puedes salir cuando quieras. Asiento y sonrió, tratando de no pensar en lo furioso que estará Gavin cuando descubra que le abandoné. Sin embargo, no es como si fuera gran cosa. Quiero decir, voy a estar en la universidad, rodeada de cientos de testigos. La única manera en la que podría estar más segura es si escondiera un guardaespaldas ninja en mi trasero. Mamá me entrega las llaves, y luego gira hacia la tostadora y una bolsa de pan de trigo a su izquierda. Sin otra palabra hacia mí, empieza a hacer tostadas, lo mismo que ha tomado para el desayuno durante todos los días durante los últimos mil años. Silenciosamente, me deslizo del taburete y me dirijo al piso de arriba. A veces me pregunto porque me importa lo que ella piensa. Me detengo en las escaleras cuando me doy cuenta de que lo que estoy haciendo tiene muy poco que ver con lo que mi madre piensa de mí, o sobre cambiarle. Las cosas han sido así entre nosotras desde hace años. No, esto tiene todo que ver con la confianza de ella en mi juicio, lo suficiente para ver que Cash es un buen chico, que por fin he encontrado a alguien merecedor ante sus ojos. Quiero que vea eso. No por causa mía, sino por Cash. No se merece sus preferencias. Esto no tiene nada que ver con él y todo que ver con mis errores, los errores de ella y su incapacidad para perdonar y olvidar. Mi determinación crece con mi epifanía. Sí, voy a hacer esto. Y le voy a mostrar que encontrar y salir con el Sr. Erróneo no significa que sea incapaz de encontrar al Sr. Correcto. Simplemente significa que he tenido mucha práctica para aprender a utilizar mi detector de mierda. En todo caso, creo que me hace una profesional.

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Me burlo de mi lógica. Y de mi uso del término ‘profesional’. Mamá moriría si pudiera escuchar mis pensamientos. Juraría que soy una prostituta. Estoy viendo todo esto como algo bueno. Y el hecho de que estoy pensando en un futuro con Cash tiene que ser una buena señal. Y esto significa que todo va a salir bien y vamos a tener la oportunidad de ver a dónde la vida lleva nuestra relación. Para mí, vale la pena explorar. Cash vale cualquier riesgo. Mientras paso por el baño de visitas, oigo la ducha abrirse. Gavin apenas está comenzando. Rápidamente, me apresuro a mi habitación, cojo mi bolso y me dirijo al segundo baño de visitas. Coloco pasta de dientes en mi cepillo, lo meto en mi boca y tiro hacia abajo antes de encender la ducha. Odio ir a alguna parte sin un baño. Puedo entrar y salir en un instante. Si me visto a la velocidad de la luz, puedo tomar mi bolso conmigo y ponerme algo de rímel y brillo de labios en el camino. Sé que está mal visto, pero las carreteras deben estar vacías a esta hora. Chorreando a través de mi mojado cabello, frotando mis dientes mientras me enjuago, después de alcanzar los puntos altos con mi toalla y un caro jabón de mi madre, estoy saltando fuera de la ducha y me seco con una toalla antes de que pueda decir saliva. Me apresuro a darle a mis axilas una pasada de desodorante, darle a mi cuello un rocío de perfume y ponerme la misma ropa que vestí por diez segundos esta mañana, solo que esta vez de la forma correcta. —No puedo avergonzar a mi irritante madre, ¿verdad? —le murmuro al espejo. Empujo mis pies en los zapatos, tiro de mi bolso al hombro y paso mis dedos por mi enmarañado cabello mientras paso en puntillas por el baño de visitas. Paro para escuchar y todavía puedo oír el agua corriendo. Resisto la urgencia de dar un puñetazo al aire. No estoy segura del porqué, pero siento como si acabara de ganar una competencia digna de titulares. —Los ovarios vencen a los testículos en una carrera de velocidad en la ducha. Pongo los ojos en blanco ante mi tren de estúpidos pensamientos. Creo que mi madre tuvo que haber consumido drogas cuando yo estaba en el útero. Eso es sin duda una explicación. Bajo las escaleras y no paró hasta que estoy en la escalada de entrada al auto de mi madre. Menos de media hora después, estoy aparcando en el estacionamiento de la plaza donde es mi primera clase. No quiero entrar demasiado

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pronto, sobre todo porque no estoy segura de a qué horas abren las aulas por la mañana. Decido esperar y llamar a Ginger. No he hablado con ella desde que todo esto… explotó. Su voz suena áspera y aturdida cuando contesta. —¿Qué demonios? Mejor que haya un strip-o-gram7 en camino, para llamarme tan temprano. Sonrió. —Despierta, dormilona. Soy yo. Eso le levanto un poco más. —¿Liv? —¡Está viva!, ¡está viva! —Bromeo. —Si prometes que esto no te gustara demasiado, la próxima vez que te vea pateare toda la mierda fuera de ti. ¿Qué hora es? —Demasiado temprano para que estés levantada. Perdón, pero no tenía otra opción. —Nunca es demasiado pronto para ti, cariño —cubre parcialmente su bostezo—. ¿De quién es el teléfono de dónde llamas? ¿Encontraste un tercer pene para añadir a la mezcla? —¡Oh Dios, no! ¡Ginger! —¿Qué? Ya te iba a felicitar por tus locas habilidades de fornicación. Eso es todo. —Uh-huh. Seguro que lo harías. —¿Quién soy yo para juzgar como tienes sexo? En tanto que lo tengas. —No tengo sexo a lo loco, Ginger. —Eso es una maldita lastima. Uno de los gemelos debería ser capaz de meterte en la locura. Por supuesto, si ellos necesitan enseñanza, no olvides mi número. —Hablando de gemelos… —Por favor, Dios, dime que eso significa que me vas a dar detalles. —Um, no. Pero tengo algo que me gustaría contarte. —¿Es sobre la selección de un consolador? Porque esas cosas pueden ser complicadas si no has comprado uno antes. Suspiro. —No, no tiene nada que ver con los consoladores. ¿Siempre te despiertas de esta manera?

Strip-O-Gram: es una forma de entrega de mensajes en el que una mujer o un hombre llevará a cabo un striptease al cantar o bailar. La palabra es una combinación de telegrama y striptease. 7

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—Por supuesto, ¿Por qué no habría de hacerlo? Así es como me voy a dormir. Eso solo le da más sentido a que me despierte de esta manera. Lo asombroso nunca toma un descanso, Liv. Ni duerme. Sonrío ante eso. —Y tampoco es humilde, evidentemente. —Hey, solo estoy diciendo como es. —Ahora gira tu brutal honestidad por un minuto. —Está bien, ¿qué pasa? No quería mentirle a Ginger, así que soy cuidadosa evitando cualquier cosa que pudiera incitar su curiosidad, sobre todo la cosa de los gemelos. Esto muy rápido se pondría feo. Le cuento la versión corta (o debería decirle la versión más corta) de la conversación por teléfono entre Cash y yo. Cuando le digo lo que él dijo, su respuesta no es nada más que un ruido, pero aun así me alarma. —Ahhh. —¿Qué se supone que significa ‘Ahhh’? —Nada. No realmente. Para mí, suena como que fue un gallina al igual que tú. No es una declaración completamente, pero suena muy provocativa. —¿Provocativa? —Sí, provocativa. Al igual que incitar. Ya sabes que soy una estudiante de las dos, de provocar y ser provocada. —¿Así que no debería tomármelo como si hubiera dicho que me ama? —Solo para estar segura, yo no lo haría. Además, tú no quieres que él te lo diga de ese modo y en esta situación. Eso lo hace sonar como si solo estuviera reflejando tus sentimientos. Seguramente un chico así de sexy puede ser más original. —Oh, ciertamente es muy original. —¡Maldita sea!, no te burles de mi a menos de que estés trayendo a uno de esos pedazos de caramelo a mi casa en este momento. —Eso sería difícil en una serie de niveles. —¿Difícil? Difícil es el allanamiento. Pero por un pedazo de polla como ese, me rompo para que así pudiera entrar. Cometería un delito grave y dos menores en una hora con una cosa como esa. —¿Solo un delito grave? Creo que vas a tener que aumentar un poco tu juego para estos chicos, Ginger.

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Suspira dramáticamente. —Bueno. Tres delitos graves, sin delitos menores, pero esa es mi oferta final. —¡Vendido! Nos reímos juntas, pero luego Ginger se pone seria. —Siendo seria, Liv, si le amas, digo que tomes el riesgo, pero quiero que estés segura. Podría romper tu corazón en mil pedazos si le dejas. —Lo sé. —Pero si es el indicado, vale la pena intentarlo. —También sé eso. Y creo que es él. —Y debes advertirle que si te hace daño, voy a patearle las pelotas. Díselo ¿de acuerdo? Díselo. Porque lo digo enserio. Voy a hacer todas las clases de Bruce Lee en su delicioso trasero. —Espero que no tengas ninguna razón para hacerlo. —Yo también, cariño. Yo también. —Bueno, eso… Un golpe en mi ventana me sobresalta y corta mi próximo comentario. Mi corazón salta en mi garganta por un momento hasta que veo lo que realmente me sobresalto. Es solo un estudiante. Un chico de aspecto joven vistiendo una gorra de los Yankees y una camisa blanca con su mochila sobre un hombro. Sonríe con timidez, así que bajo la ventanilla para ver qué es lo que quiere. —¿Puedo ayudar…? Antes de que pueda terminar la oración, un trapo maloliente se aprieta sobre mi nariz y boca. Lucho, pero eso no hace ninguna diferencia. En segundos, la cara delante de mí se desvanece repugnantemente antes de que todo se oscurezca.

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Capítulo 22 Cash

E

stoy de pie en el aparcamiento de un viejo almacén en esta parte de Atlanta de y una-mierda-me pillan-aquí-de-noche.

Mis instrucciones fueron venir solo a esta dirección después de recuperar el libro de contabilidad del banco. Y así lo hice. Más temprano, hice una representación de dejar mi apartamento e ir al banco con el que me sentía más familiar al otro lado de la ciudad. Y volví donde las cajas de depósitos seguros están ubicadas. La antesala no es visible desde el resto del banco, por lo que sabía que podía salirme con la mía desde ahí. Había un joven demasiado ansioso manejando la recepción fuera de ese cuarto. Le hablé sobre los valores de alquilar cajas y cuán seguras son, porquerías como esa para perder algo de tiempo. No tengo dudas que enviaron a alguien a seguirme, así que estaba intentando que luciera bien. Dejé el banco después de alrededor de 15 minutos, aun sosteniendo la bolsa con la que entre. Cuando entré al auto, deslicé los libros falsos en ella, sólo en caso de que alguien tuviera la brillante idea de asaltarme en el camino. Pero no lo hicieron, lo que me hace pensar que realmente están dispuestos a jugar. Ahora, mientras espero por… cualquier cosa que suceda, mi mente está en los libros contables vacíos en el auto. Nash tiene los verdaderos. Está aparcado en la moto detrás de un viejo generador a un par de cientos de metros, mirando. He estado aquí desde hace seis minutos y no he visto ni un alma. Hay una puerta oxidada a la derecha del hangar del estilo de las puertas de los almacenes, pero no la he revisado. No voy a entrar en ese edificio. Están locos como una cabra si piensan que soy lo suficientemente estúpido para hacer eso. Ellos pueden traer a Marissa hasta mí. Siento el crujido de la gravilla detrás de mí y me vuelvo para ver una camioneta blanca conduciendo hacia mí.

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Por Dios ¿pueden ser más cliché? Se detiene cerca del edificio y un tipo gordo, en traje, sale por el lado del conductor. Aparentemente sí, ellos pueden ser más cliché. Está de espaldas a mí pero no tengo dudas que bajo la chaqueta de su traje tiene una sudadera y por lo menos una cadena de oro alrededor de su cuello. Evidentemente, la apariencia clásica de gánster no sólo está reservada para los seguidores de El Padrino. Le observo caminar a través de la gravilla hacia mí. —¿Tienes los libros? —pregunta cuando se detiene frente a mí. Su acento ruso es muy marcado. ¿Tienie las liabras? No sería sorpresa para nadie que conozca el crimen organizado que él es Bratva. Mafia rusa. —Estoy seguro de que sabes que los tengo. De cerca puedo ver cómo este tipo difiere de los pandilleros de las películas. No es su cara. Tiene cicatrices, pero no son muy grotescas. No es su tamaño. Su peso es intimidante pero no demasiado, es que yo soy del mismo tamaño y obviamente mucho mejor formado. No son sus palabras. Son directas y suficientemente inofensivas. No, son sus ojos los que hacen que mis palmas suden. Son fríos y están muertos. Si alguna vez tuviera que describirle a alguien como se ven los ojos de un asesino, describiría estos. No el color ni la forma, pero el modo en que miran. Dicen que no le molesta hacer su trabajo y que probablemente nunca le ha molestado. Son los ojos de alguien que nunca ha tenido un alma, de alguien que probablemente nació en este mundo haciendo cosas terribles a gente inocente dentro de su cabeza hasta que fue lo suficientemente adulto para hacerlo realidad. Ruego a Dios que esos ojos nunca toquen a Olivia. Ni siquiera en la distancia. —Pásamelos y yo te entrego a la chica. —Déjame verla primero. No te entregaré nada hasta saber qué está bien. Esos ojos me miran por unos largos diez segundos de mi vida antes de hablar. Sin retirar absolutamente sus ojos de mí, gira su cabeza y grita

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algo en ruso. Segundos después, una de las puertas de la camioneta se abre y Marissa es empujada fuera de la camioneta. Sus manos y tobillos están atados, como su boca, y los ojos están vendados. Cae sin vida al suelo, aterrizando en el lado. Siento un gemido de dolor y la veo encoger sus piernas hacia su pecho como si estuviera dolorida. Alrededor de lo que cubre su boca y sus ojos puedo ver que su rostro está golpeado, como también su hombro, que está cubierto por la camisola que lleva puesta. Parece la parte superior de algún pijama que le he visto antes. Espero que sea eso y que no hayan hecho nada peor que sólo golpearle. Ya sea que me guste o no Marissa, o que le tenga respeto a su persona, no le desearía lo que le ha sucedido—y ciertamente nada más horrible—ni a mi peor enemigo. —Ahora, entrégame mis libros. —Haz que la pongan en mi auto. —Enséñame los libros primero. Más o menos imaginaba que podría salir así, así que me siento preparado cuando me vuelvo y camino hacia el auto, recuperando los libros de contabilidad vacíos. Dejo la puerta del conductor abierta, lo que con esperanza me ahorrará valiosos segundos si necesito salir rápidamente de aquí. Camino con los libros de vuelta al gran tipo, deteniéndome no lejos de donde estaba de pie antes. Cuanta más distancia entre nosotros mejor. Mantengo los libros en alto brevemente y luego los dejo caer hacia mi lado. —Ahora, haz que la pongan en mi auto. El tipo sonríe con la sonrisa más tenebrosa que he visto en mi vida. Me hace considerar si de alguna manera estoy cayendo justo en sus manos. No sé cómo podría estar haciéndolo, pero soy lo suficientemente inteligente como para saber que subestimar a la gente es cometer un error fatal. Así que no lo hago, hago mi mayor esfuerzo para no subestimarle. Él nuevamente llama hacia atrás, hacia quien esté en el vehículo. — Duffy, ponla en el auto. Veo una versión más pequeña, más americana del tipo que está frente a mí salir de la camioneta, recoger a Marissa, tirarla rudamente sobre su hombro y llevarla hacia el BMW. Abre la puerta trasera del pasajero y la lanza sobre el asiento trasero. Por la puerta del conductor aún abierta puedo oír sus sollozos amortiguados, no sé si son de dolor o de alivio.

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—Ahora, dame los libros —repite, como si yo fuera un niño obstinado con el que está perdiendo la paciencia. Mi corazón intenta martillar su camino por mis costillas mientras le entregó los libros de contabilidad vacíos. Como sospeché, los ojea. Cuando sus fríos ojos se levantan hacia mí, si es posible, están aún más fríos. —Pensé que serías más inteligente que esto. Tu padre, no tan inteligente, mira como terminó. —Hace una pausa significativa—. Y su familia. Corre fuego por mis venas cuando hace referencia a mi madre y su horrible muerte. —Las cosas van a ser diferentes esta vez. Vas a dejarnos salir de aquí con los libros y vas a asegurarme, en nombre tuyo y de tu jefe y todos tus malditos asociados, que nadie se acercará nunca a mí, mi familia o mis amigos nuevamente. Porque si lo hacen, los libros serán la menor de tus preocupaciones. —¿Que te hace pensar que haré eso? —Porque tenemos un video. Un video bastante condenatorio del hombre del detonador en el puerto esa noche, hace siete años. Un hombre que puede ser directamente conectado a Slava. —Slava es el jefe del grupo Bravta en el Sur—. Ahora puedo prometer que, mientras cualquier persona que conozco o haya conocido se mantenga a salvo, este video nunca verá la luz del día. Pero si… El teléfono en mi bolsillo suena. Mi corazón se salta algunos latidos. Hay un problema. Un gran problema. Todos tienen claro cuándo usar este número: sólo si algo va terriblemente mal. Mi estómago se aprieta en un nudo. Olivia. —Manten ese pensamiento. Éste debe ser mi o para darte una reseña del video. Es un bluf. Sólo Nash ha visto el video y sólo está en su teléfono, no en el mío. Hizo una copia en un pendrive, pero no la tiene con él. Está en un sitio seguro, por lo que él dice. Pero esto me dará un par de minutos, lo que aparentemente necesito. —¿Qué pasa? —Contesto.

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—Tienen a Olivia. —Las palabras de Gavin y el acero en su voz hace que mi pecho se tense. Mierda, ¡la tienen! ¡Mierda, mierda, mierda! Es mi peor temor actualmente. Y está sucediendo. Justo ahora. —¿Dónde? —pregunto, con mi mente puesta en el matón parado no demasiado lejos de mí. —Les seguí hasta una pequeña casa de ladrillos en Macon. Luce como un escondite. —¿Estás… preparado? —Compañero, yo siempre estoy preparado. —Te llamaré luego. Mis pensamientos hacen carreras por distintos caminos que nos permitan salir de esto. Darles otra moneda de cambio—la moneda de cambio más importante por lo que a mí respecta—nunca fue parte del plan. Simplemente casual, sonrió al tipo grande, volviéndome lo suficiente para tener al tipo pequeño, Duffy, en mi visión periférica. —Cambio de planes. Os entregaré los libros a cambio de la chica, pero mantendré el video como seguro. —No lo creo. No creo que tengas un video. Da un pequeño paso hacia mí, por lo que pretende ser intimidante. Y lo es. No mentiré. Doy un paso hacia atrás. —Tendrás una vista previa del video cuando tengas los libros, pero el nuevo trato es que nos dejas ir y nosotros arreglamos otra reunión para intercambiar el video. —¿Otro intercambio? ¿Para qué? —Sé que la tenéis. —Incluso decir las palabras me ponen furioso, con ellos, conmigo mismo, con mi padre. Mi pulso suena en mis oídos y mis manos tiemblan con el deseo de romper a este tipo. Su labio superior se retuerce. —Dame los libros y el video o ella muere.

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—No hay trato. Es a mi manera o nunca obtendréis lo que queréis. —No, es a mi manera o ella muere. —Él da otro paso hacia mí. Sólo que esta vez no es lento. Es agresivo. Lo he hecho enojar—. Y, sólo por este agravio, lo haré lentamente. Quizás incluso deje alguno de estos chicos entretenerse con ella antes de matarla. Una combinación cegadora de miedo y rabia cae sobre mí. No puedo pensar en nada más que la visión que sus palabras conjuran y la furia y el pánico que ella inspira. Antes de recibir la sabiduría de pensar por segunda vez, mi puño vuela por el aire hacia el gran Bravta. Conecta con su mandíbula de acero y escuchó un crujido. Es su mandíbula o mi mano. No puedo estar seguro. Estoy adormecido a cualquier dolor que de otra manera estaría sintiendo. Él ha sido tomado tan por sorpresa por alguien que realmente tiene la voluntad de tocarlo, que se tambalea dos pasos hacia atrás, dándome la ventaja momentánea. Y salto hacia él. Llego con mi codo izquierdo aplastando su rostro tan fuerte como puedo. Aseguro mi posición y me mantengo golpeándole, izquierda, derecha, izquierda, derecha, puño, codo, codo, puño. Apenas escuchó el sonido de la motocicleta aproximándose y apenas siento el brazo que se enrolla alrededor de mi cuello desde atrás y comienza a apretar. Es sólo cuando el aire se me corta que detengo mi asalto al ruso. Duffy me tiene estrangulado. Antes de que pueda soltarme de él, el gran ruso planta un puño en mi estómago, haciendo que me doble sobre mí mismo. Su rodilla encuentra mi pómulo noqueándome desde el lado y las luces explotan detrás de mis ojos. La sangre suena en uno de mis oídos mientras lucho por recuperar mi aliento. Estoy jadeando, mirando hacia el suelo y veo las puntas de los zapatos del ruso a un paso. Mi cabeza comienza a nublarse por la falta de oxígeno y lo único en que puedo pensar es que nadie usa esas punteras con un traje. Mi visión comienza hacerse borrosa cuando escucho el sonido de un arma que carga una bala dentro de la cámara. Es un sonido de mal augurio, pero la voz de Nash lo es aún más. —Lo dejas ir o pongo una bala en tu cráneo.

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Sé que ambos tipos tienen armas. Mi ataque hacia el grande y el subsecuente intercambio con el pequeño sirvieron como distracción perfecta para qué Nash hiciera su movimiento y le tocará la mejor mano. La fuerza alrededor de mi cuello disminuye lo suficiente para que pueda recobrar mi aliento. Inhalo y me enderezo, expandiendo mis pulmones y tragando aire. Luego de dos profundos alientos la visión se aclara y veo al ruso mirándome. Sus ojos ya no son fríos. Están furiosos. Y mortales. —Vosotros chicos, cometisteis un gran error —dice el grande, limpiándose la sangre de su nariz y su boca con el dorso de su mano. Luego, sin quitar nunca sus ojos de mí, escupe a mis pies—. Nosotros no regateamos. —Eso es cómico, porque estaba bajo la impresión de que me trajisteis aquí hoy a regatear. —Te traje aquí hoy para matarte. —Dice sin inmutarse. —¿No eres muy buen negociante, cierto? —Con una llamada telefónica ella estará muerta. También si no llamo dando instrucciones dentro de una hora, estará muerta. No importa lo que hagas, estará muerta. —Mi corazón se congela dentro de mi pecho con esa perspectiva—. A menos que me des lo que quiero. —Acabas de decir que no regateas. La mueca de disgusto del Ruso no se queda corta en maldad. —No importa. Si te vas de aquí hoy, te encontraré mañana. Y a ella. Y a él — dijo apuntando su cabeza hacia Nash detrás de mí—. No podrás correr lo suficientemente lejos. —Consultaría con tu jefe antes de tomar cualquier decisión apresurada. Hay más de una copia del video. Si algo le pasa a cualquier persona que conozco el video va directamente a la policía, junto con algunos datos realmente útiles sobre el hombre del detonador. Y sus asociados. Un músculo en la mandíbula del ruso comienza a saltar con un tic mientras me escucha. Puedo escuchar la respiración pesada del pequeño Duffy, Nash está tras nosotros en alguna parte. Los ojos del ruso se han desviado hacia él una vez o dos. Me pregunto si sabe quién es, si reconocen a mi, supuestamente muerto, hermano tras el vello facial. —Aún no te creo. Pienso que os mataré a todos y correré ese riesgo.

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De pronto Duffy me suelta y se mueve al lado del ruso. Girándose para encontrarnos cara a cara, el saca un arma de la cinturilla de sus pantalones y me apunta con ella. Sé que debería estar temeroso, pero todo parece tan surrealista, que yo simplemente… no lo estoy. Mis emociones no han llegado a mi cerebro aún. Mi adrenalina está tirando todo hacia fuera excepto el miedo de que Olivia pueda estar herida. Esa es mi preocupación primordial ahora. Retrocedo un paso para alinearme con Nash. Me tambaleo un poco al mirarle. Está tan pálido como una chica bajo su bronceado, mirando a Duffy como si hubiese visto un fantasma. —¿Qué? —Es él —dice tranquilamente, casi demasiado tranquilo, como si estuviera en shock o algo, sólo que no sé por qué. —¿Él es quién? —Ese es el bastardo que mató a mamá. Es quien está en el video. — Pasan como 10 segundos de absoluto silencio mientras todos digerimos lo que dijo Nash. Él es el primero en recuperarse, por supuesto. Tomándonos a todos por sorpresa, Nash deja salir un gruñido animal y se lanza hacia delante—. Tu hijo de pu… Con mis reflejos aún bajo la influencia de una tonelada de adrenalina, soy capaz de alcanzarle y detenerle antes de que llegue a Duffy. — ¡Nash, no! Tienen a Olivia. —Siento los músculos de sus hombros flexionarse mientras lucha contra mí. Cuando me mira sus ojos están en blanco. Es como si estuviera tan furioso que no entiende bien lo que estoy diciendo. Eso o que a él no le importa. Le sacudo para hacerle salir del trance—. Tienen a Olivia, hombre, sé inteligente. Su mirada me asegura que “ser inteligente” para él no significa lo mismo que para mí. No está en un estado mental como para eso. Sólo hay espacio para la sed de venganza. Eso es todo lo que él quiere. Y yo estoy parado de pie en su camino para obtener eso. Pero me estaría condenando si arriesgo a Olivia sólo para satisfacer sus necesidades. Habrá tiempo para eso más tarde. Cuando podamos pensar y hacer planes y estar preparados. Hoy no es el día. Hoy sólo se trata de asegurarse que Olivia esté a salvo. Nada más. Nada más importa tanto. El resto queda muy distante en el orden de preferencias. Miró al ruso. —¿Aún piensas que no tenemos el video? —Si no existiera ese video, Nash no podría reconocer al tirador.

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Me doy cuenta, por el retorno del tic en la mandíbula del ruso, que algo le molesta. Veo exactamente lo que es. Está atrapado. Sabe que no hay forma de que lo dejemos aquí con todo y sabe que no puedes matarnos y tomarlo. Por lo que tiene que regatear. Incluso aunque haya dicho que no regatea. —No os iréis de aquí hasta que tenga los libros. Los verdaderos libros. Odio entregarle los libros, pero la única razón para que Nash este aquí es para que yo pueda entregar los libros sin estar enterrado en mierda. Y si este es el hueso que puedo tirarle a estos perros para que salgan de encima y me pueda llevar a Olivia, entonces que así sea. —Bien. Toma los libros. Una ofrenda de buena fe. —Me vuelvo y asiento hacia Nash. Sus labios están en una delgada línea y puedo decir que no quiere darles ninguna maldita cosa más que una bala entre los ojos. Casi puedo oír rechinar los dientes de Nash. Se ve lívido. Pero no discute. Gracias a Dios. Por lo menos no se volvió un bastardo total. Por lo menos tiene consideración con las vidas que están en riesgo aquí. Sin sacar sus ojos de los otros dos hombres, Nash se estira hacia el compartimiento detrás del asiento en la moto y saca los libros de contabilidad reales. Con una vuelta de la muñeca lanza los libros al suelo alrededor de un pie frente al gran Ruso. Aun sangrando por su nariz y boca, el ruso dice una palabra corta en un idioma extranjero a Duffy, quien inmediatamente se mueve para recoger los libros contables. Se los alcanza y el gran ruso los ojea, verificando que realmente estén llenos de escrituras. Abre cada libro y revisa la primera página, asumo para ver las fechas. Cuando llega al tercero, va inmediatamente a la mitad del libro y luego pasa algunas páginas buscando las columnas de números por algo. Supongo que es cómo identificar que esos son los libros, no cualquier libro o astutas reproducciones. Exactamente es por esto por lo que debería haber sabido que no debía intentar engañarles. La mafia no llega al nivel de actividad criminal que tiene sin tener algo de cerebro. Cuando parece satisfecho mira hacia mí y gruñe: —Toma la chica en el auto, pero debes saber que has hecho enemigos. Enemigos que no querrías tener. Esto no ha terminado. Con eso asiente hacia Duffy, los dos se vuelven para caminar lejos, sin ninguna preocupación de darnos la espalda. Estoy seguro que ellos

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saben lo que nosotros sabemos, que sería un suicidio hacerles cualquier cosa en este punto, aunque dudo de que Nash lo vea así. Cuando ellos están dentro de la camioneta, me vuelvo hacia Nash. — Toma a Marissa. Voy por Olivia. —¡Mierda! No me dejarás aquí con… —No tengo tiempo para esto ahora. Sal de mi moto antes que te tire de ella. —Una ceja se levanta como si él pudiera considerar empujarme sólo para hacerlo, pero luego suspira y se baja de la moto—. Mantén el teléfono encendido. Que Marissa te diga a dónde llevarla. —Lanzo gravilla por todo el lugar mientras derrapo en mi moto al marchar. Una vez que llego a una calle más transitada, me estaciono y llamo a Gavin. —¿Dónde demonios estás? —pregunta sin preámbulos. —En camino. Dame la dirección. —Gavin me da la ruta que tomó para llegar a la casa y describe cuál es. —¿Sabes cuántas personas están dentro? —Por lo que puedo decir sólo los dos que la tomaron. Un tipo joven, uno viejo. Ahora que estás en camino, entraré sigilosamente y veré si puedo acercarme lo suficiente para mirar. Cuando llegues, detente al norte de la calle y camina hacia la casa. Hay algunos árboles que pueden disimular el tipo gigante que eres. —Estaré ahí tan pronto como pueda. —Ten cuidado. Alguien tendrá que sacarla rápido de ahí mientras limpio el desastre. Eso me dice todo lo que necesito saber sobre las intenciones de Gavin.

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Capítulo 23 Olivia

N

o era un sueño. Me doy cuenta de esto con un sentido difuso de pánico cuando mi audición vuelve a estar en línea como el parpadeo de una bombilla fluorescente. Reconozco las voces que oigo. Son las mismas dos que escuché antes. Cuánto antes, no lo sé. El tiempo se ha escapado de mí por completo. —Se está despertando de nuevo, —oigo decir a uno—. Dale un poco más. Trato de mover la cabeza y decirles que no, pero el menor movimiento envía un fuerte dolor de punción a través de mi cráneo y saliva brota de mi boca. Oigo un gemido y me doy cuenta de que soy yo. Así debe ser como el "no" que está en mi cabeza suena cuando sale al aire libre. —Date prisa antes de que esa perra comience a gritar de nuevo. Intento de nuevo disuadirles, pero sólo escucho un ruido de gorgoteo irreconocible. Mi cabeza gira y cae, a pesar de que mis ojos están cerrados. El lento desplazamiento de la sangre por mis venas suena como un cansado río dentro de mi cráneo. Intento de nuevo hablar. —Nooooo máaaaaaaas. —Las palabras están saliendo como un prolongado gemido. ¿Qué hay de malo conmigo? —Vierte un poco más en la tela y mantenlo por más tiempo. Tal vez no le estás dando suficiente. Gimo. No puedo evitarlo. Sé instintivamente que no deberían darme más. Me siento como si estuviera apenas manteniéndome como es. —Demasiado, —articulo. Uno baja más la voz, pero todavía le puede escuchar. —¿Se suponía que ella sonara así? —No lo sé. —¿No crees que el codazo en la cabeza le hizo algo, verdad? ¿El codazo en la cabeza?

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El miedo trae suficiente adrenalina con él para despejar mi cabeza de la niebla que lo confunde. Al menos un poco. Vuelvo a pensar en el estacionamiento de la universidad. Recuerdo bajar mi ventana. Me acuerdo de la tela sobre mi cara. Pero luego, hay un espacio en blanco hasta que estaba siendo llevada. Imágenes inconexas de la parte inferior de un puente relampaguean a través de mi mente y recuerdo despertar mientras los dos tipos me estaban trasladando a otro vehículo. Recuerdo patalear y gritar, arañando y mordiendo hasta que el que sostenía la parte superior de mi cuerpo me soltó. Grité y patee más duro con mis pies hasta que algo denso y pesado me golpeó en la cabeza. Y entonces no hay nada más hasta que desperté atada a una cama en una habitación de otra manera vacía. Levanté la cabeza y comencé a mirar alrededor justo mientras el mismo joven se abalanzaba sobre mí con un trapo en su mano. Cubrió mi rostro con este hasta que la oscuridad me tragó de nuevo. Esa es la última cosa que recuerdo hasta ahora. —No se suponía que la matáramos todavía. Tal vez sólo darle un poco más, en caso de que necesitemos despertarla y dejar a alguien hablar con ella o lo que sea. —Sí, vamos a hacer eso. Siento las lágrimas corriendo por mis mejillas, pero es una extraña sensación separada, como que estoy sintiendo las vetas cálidas a través de una capa de tela estirada sobre mi piel. Trato de abrir los ojos para ver lo que está pasando, pero no van a cooperar. Es una lucha sólo para tomar una respiración tras otra. Mi pecho se siente tan pesado, las ganas de dormir muy fuertes. La fuerza para luchar se me escapa cuando siento el trapo venir a través de mi cara. Trato de girar mi cabeza, pero la mano es persistente y yo estoy demasiado débil. Vagamente, como el humo a la deriva a través de una habitación, se me ocurre que ellos pueden estar dándome suficiente de lo que sea que están utilizando para causar daño cerebral permanente. Pienso en mi padre y como va a estar con el corazón roto. Pienso en mamá y cuan pagada de sí estará. Pero sobre todo, pienso en Cash. En cómo sus labios se sienten, lo que su sonrisa parece. De todas las cosas que no dije, de todas las cosas que nunca voy a tener la oportunidad de decir ahora. De qué manera cobarde estuve a punto de decirle que le amo. Más lágrimas corren por mis mejillas, desvaneciéndose, desvaneciéndose, desvaneciéndose hasta que ya no las siento más. Y entonces todo pensamiento se ha ido.

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Capítulo 24 Cash

S

é que, aún por encima de las veinte o más leyes de tráfico que he quebrantado, también he estado siendo simplemente tonto. No creo que nunca haya conseguido atravesar Atlanta más rápido, y además durante una hora punta del día. Serpenteando a través de la circulación, atravesando por el arcén y el carril para emergencias docenas de veces para rodear los puntos de atascos, apretándome entre los coches para conseguir pasar por un carril lento, nada de ello había sido aconsejable. Conseguir matarme tratando de llegar a Olivia no le hará ningún bien a nadie. Pero aun así... eso no parece importar. Todo en lo que puedo pensar es en lo que ellos podrían hacerle a ella, lo que pueden ya haberle hecho. Aprieto los dientes contra la rabia que inunda mi torrente sanguíneo. Si han colocado una mano sobre ella... Si han dañado tanto como un pelo de su hermosa cabeza... Dios no lo quiera, si le han hecho cosas... Sólo la idea de las cosas retorcidas que hombres como estos le hacen a las mujeres me hace sentir tan enfermo y furioso. Me consuelo con la idea de que no la han tenido mucho tiempo. Para el momento en que llegue allí, deben haber pasado un par de horas a lo sumo. Pero a Olivia, la cautiva, eso podría parecerle toda una vida. Y todo es tu culpa por arrastrarla a tu problema para comenzar. Giro el manillar y acelero aún más, como si fuera posible escapar de mis errores si conduzco lo suficientemente rápido. No lo es, por supuesto. No hay nada que pueda hacer para revertir el daño. Mi única esperanza ahora es arreglarlo para el futuro. Hacerlo de modo que ella nunca esté en peligro otra vez. Incluso si eso significa convertirme en un criminal para hacerlo. Va en contra de todo lo que soy ahora, de todo en lo que creo para dar vuelta en esa dirección. Pero puedo decir que tengo una mejor comprensión de los motivos de mi padre ahora. Todo lo que hizo, lo hizo por nosotros. Incluso si era increíblemente estúpido. Supongo que es

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sólo una cuestión de encontrar algo o a alguien por lo que valga la pena ir a tales extremos. Como Olivia. Una vez más, como una pesadilla que no puedes olvidar, incluso después de que tus ojos están abiertos, me la imagino gritando mientras hombres sin rostro le torturan, rasgando sus ropas, tocándole con sus manos sucias. Ahí fue cuando todas mis convicciones se fueron directamente por la ventana. No tendría ningún problema o lo que fuera en tomar la vida de alguien que le hiciera daño. Ninguno. Puedo vivir para arrepentirme, pero si eso significa mantenerla a salvo, mi pesar sólo se extendería hasta ese momento. La boca de mi estómago se revuelve con la ira. Mis dientes rechinan de rabia. Mi mandíbula duele de estar apretada con tanta fuerza. Furia, como un animal incontrolable, garras en el interior de mi pecho, desesperadas por salir y tomar su venganza. Apretando el acelerador aún más duro, me apresuro hacia Olivia. El resto del corto trayecto transcurre en un torbellino de pensamientos violentos e imaginaciones horribles. Para el momento en que conduzco pasando la calle que especificó Gavin, me siento como que podría explotar si no le pongo las manos encima a alguien, alguien en quien golpear mis puños hasta que esté sin vida debajo de mí. Estaciono mi moto detrás de una camioneta roja, camino casualmente por la calle hasta que regreso a la intersección más allá de donde retienen a Olivia. Me detengo en la señal de stop y miro a ambos lados, poniendo atención en tantos detalles cómo puedo sin que parezca sospechoso. La calle parece bastante inocente. Es un barrio de bajos ingresos. Eso es obvio por el tamaño y la simplicidad de las casas. Dos filas bastante ordenadas de pequeñas y cuadradas casas de ladrillo sin postigos bordean la calle. Los jardines son bonitos, pero funcionales. No hay paisajes extravagantes aquí. Hay algunas bicicletas en algunas aceras, pero no veo ningún equipo elaborado a la intemperie en ninguno de los patios. Mientras hago mi camino por la acera agrietada que serpentea entre los árboles crecidos, me doy cuenta de que es el lugar perfecto para pasar desapercibido. Hay algunos coches a lo largo de la calle, probablemente de aquellos que trabajan en turno de la noche y están durmiendo ya. El resto de los residentes están, probablemente, ya sea en el trabajo o en

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la escuela, dejando a los criminales con mucha privacidad para hacer lo que les gusta. No hay nadie alrededor para oír los gritos. Veo el Hummer de Gavin. Mis ojos revisan el área de izquierda a derecha mientras me acerco a él. Cuando confirmo que parece que no estamos siendo observados, abro la puerta y paso al interior. Inmediatamente, Gavin me entrega un cuchillo con una hoja de diez centímetros, ideal para cortar gargantas o acuchillar el tejido profundo. Sin preguntar, lo tomo y lo deslizo en mi bota mientras Gavin atornilla un silenciador en el extremo de una Makarov. —¿Ironía? —pregunto, en referencia a la pistola de fabricación rusa. Gavin sonríe—. ¿Qué es lo sabes? —No mucho más de lo que ya sabía. Con las casas de este tipo, y estando a la luz del día, se hace más difícil esconderse. Ahora, si lo hubiera sabido y hubiera podido venir preparado, habría estado revisando el cable o el teléfono. Pero tal y como está la cosa, soy afortunado de que tuviera mis provisiones conmigo. —Gracias a Dios que eres un hijo de puta paranoico. —¿Verdad? De lo contrario tu novia podría estar metida en mierda profunda. —Te refieres a mierda más profunda aún. —Bueno, supongo que podría haber sido peor. Los tíos que la tienen no deben representar demasiado desafío. Diría que tuvimos suerte de que la transacción contigo fuera rechazada al mismo tiempo. Si tuviera que adivinar, ellos habían hecho todo tipo de preparativos para eso. No sólo hacer el canje, sino eliminar los cuerpos también. Con todo, creo que estamos en buena forma. No me duele que sean Bratva tampoco. Nadie debe saber acerca de lo que va a pasar en esa casa hasta que algunos de los peces gordos vengan a revisar a estos mediocres cuando no contesten el teléfono. Ayuda que este es probablemente el tipo de barrio donde la gente se mete en sus asuntos por miedo a recibir un disparo. —Has estado aquí toda la mañana. ¿No crees que esto es bastante arriesgado, teniendo en cuenta que alguien pudo haber conseguido tu placa?

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—No, di la vuelta a la manzana cuando los vi detenerse y coloqué uno de mis juegos robados. Están magnetizados, por lo que sólo se deslizan justo por encima de las auténticas placas y nadie se dará cuenta. Si cualquiera consigue mis placas y si la policía de alguna forma se involucra, van a tener las placas de un viejo pederasta que vive en Canton. —Hace una pausa y frunce el ceño, asintiendo—. En realidad, podría ser algo bueno si alguien logra conseguir el número. Creo que ese hijo de puta necesita una pequeña visita de las autoridades en este instante. —Así que, ¿qué estás pensando entonces? Al pensar en tomar medidas, la adrenalina fluye en mi torrente sanguíneo. ¡Me siento como si pudiera aplastar un maldito auto! —No estás ansioso por llegar allí, ¿verdad? —Se burla Gavin. Pienso en Olivia y aprieto los dientes. —No puedo esperar a llegar allí y romper algunos cráneos. Si siquiera pusieron un dedo sobre ella... Mi corazón late en mi pecho mientras me esfuerzo y empujo las visiones de una Olivia brutalizada fuera de mi cabeza. —Sólo tienes que mantener la calma, Cash. Tenemos que asegurarnos y hacer esto bien o podrían suceder cosas malas. Respiro hondo y asiento. —Lo sé, lo sé. No estoy preocupado porque me lastimen. Sólo quiero sacarla de manera segura. No me importa una mierda lo que les pase, siempre y cuando nunca vengan detrás de ella otra vez. Miro a Gavin y él está moviendo la cabeza. —Nunca —dice con firmeza. No es poca cosa, lo que está diciendo. Nos miramos el uno al otro por un tenso segundo o dos y luego asiento. —Nunca. Otro chorro de adrenalina, posiblemente mezclado con un poco de miedo de lo que podría estar por delante. No tengo miedo de la gente en sí misma. O incluso realmente de sacar a Olivia de forma segura. Voy a sacarla. Y voy a asegurarme de que está a salvo. No hay otra opción. Son las consecuencias de las que tengo miedo. He visto de cerca y personalmente lo que puede suceder cuando los planes salen mal en los tratos con personas como estas. No es bonito. ¡Es feo! De hecho, a menudo es feo hasta el punto de durar veinticinco años.

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—Entonces, vamos a acabar con esto. ¿Por qué no me conduces alrededor de la manzana y me dejas? Regresa y aparca en algún otro sitio. Vas a la puerta del frente y yo voy a la de atrás. Estoy seguro de que hay una puerta de atrás. —Podrías encontrarte con algo probablemente, han sido advertidos.

nuevo

allí.

No

olvides

que,

—Sin embargo no deberían tener ni idea de que sé dónde están. —No, pero probablemente ya han recibido una llamada de que los planes han cambiado. Podrían estar preparándose para trasladarla o hacer... algo con ella. Siento un nudo de verdadero infierno alojarse en mi garganta. —Entonces entremos ahí. Gavin enciende el Hummer y lo pone en movimiento. —Levanta el asiento trasero. Puse un espacio de almacenamiento debajo de él. Debe haber algunos gorros y guantes y pintura para la cara. No es como ir bajo el amparo de la noche, pero al menos podemos ocultar nuestras características un poco. —Estiro la mano hacia atrás y levanto, pero el asiento no se mueve—. Hay una pequeña palanca debajo del cojín. Buscando la palanca, la encuentro y la aprieto mientras levanto. El asiento trasero se pliega hacia arriba para revelar un pequeño espacio de almacenamiento. Efectivamente, hay un par de gorros, guantes y pintura para la cara, entre todo tipo de otras cosas necesarias. —Mi mejor amigo es un guerrillero —le digo sarcásticamente, tomando lo que necesitamos. —Será mejor que tú también te alegres. Coloco el asiento trasero en su lugar y giro hacia el frente. Miro a Gavin, él me mira y asiento. —Lo hago, hombre. Lo aprecio más de lo que nunca sabrás. —Gavin asiente, también. Sé que sabe que soy sincero. Está allí, en su expresión. Es como una especie de hermandad en la que estamos metidos. Tenemos un pasado del que estamos tratando de escapar, los dos estamos dispuestos a llegar a medidas extremas por aquellos por los que nos preocupamos, y ambos encontraremos probablemente una muerte temprana. Eso es mucho para un par de chicos para establecer un vínculo. Es una amistad más estrecha que la que cualquier cantidad de partidos de fútbol o fiestas de fraternidad pueden hacer.

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Hago saltar la plana y redonda tapa del plato de pintura de la cara. El contenido es negro como la tinta y parece betún, sólo que más grasoso. Bajando la visera, rápidamente arrastro dos dedos a través de la grasa y luego pinto rayas con esto en mis mejillas. Repito la acción hasta que mis rasgos son irregulares y menos perceptibles en el espejo. Coloco la gorra de béisbol en mi cabeza y tiro de ella bajándola sobre mis ojos, luego empujo mis manos dentro de los guantes. Gavin va frenando hasta que se detiene en la calle detrás de la casa. —Silbaré cuando llegue al porche. Mantén la cabeza abajo y las manos en los bolsillos. No olvides cuidar tu flanco. Ten cuidado ahí. —Gracias, amigo. Tú también. —Voy a dejar las llaves debajo de la alfombrilla. Saca a Olivia fuera de aquí tan pronto como puedas. —Aquí —digo, sacando las llaves de mi moto del bolsillo y entregándoselas a Gavin—. Detrás de la camioneta roja, una calle más allá. Nos vemos en mi casa. —Alcanzo la manija de la puerta—. Te veo en el otro lado. —Gavin sonríe y levanta su puño. Le doy un golpe antes de salir del Hummer. Mantengo mi mentón contra el pecho y las manos en los bolsillos, hago mi camino lentamente a través de la acera a la casa que se ubica detrás de aquella en donde están reteniendo a Olivia. Casualmente, me paseo por su patio y alrededor del costado de la casa, acercándome constantemente a mi destino. Oigo el ronco gruñido del Hummer mientras Gavin conduce hacia la casa para aparcar más abajo en la calle. Detengo mi ritmo lo suficiente para darle tiempo de llegar a la puerta principal. Me detengo a pretender atar mi zapato, lo que no tiene sentido porque estoy usando botas. Pero se ve bien si alguien está mirando desde la distancia, lo que con suerte no están haciendo. Escucho el golpeteo de las botas de Gavin en la acera, seguido de cerca por un ligero silbido. Me levanto y camino hacia el patio trasero, deteniéndome en este y acercándome a la puerta. Es vieja y de madera, y parece fácil de patear. Oigo el timbre de la puerta y luego oigo un par de susurros seguidos de algunos pasos. Sólo por curiosidad, compruebo el pomo de la puerta. Está cerrada.

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No hubo suerte. Esa mierda sólo ocurre en las películas. Cuando oigo la primera señal de que Gavin ha hecho su movimiento, lo que en este caso es un hombre gritando pero qué coño, yo levanto mi pierna y pateo tan duro como puedo justo por debajo de la perilla de la puerta. Como sospechaba, siendo este lugar una casa antigua, el marco de la puerta cede fácilmente y la puerta se abre de golpe. De pie en la cocina, mirando con una expresión de asombro mientras entro a través de los escombros de lo que solía ser la puerta de atrás, está uno de los captores de Olivia. Es un chico joven, de edad universitaria, pero eso no me hace sentir ni un poco culpable por golpearle muy duro. Ni siquiera ve mi puño venir. Dos golpes en la cara y está inconsciente. Eso fue bastante fácil. Doy un paso por encima de su cuerpo, evitando lanzar una mirada hacia la puerta principal, donde Gavin está golpeando a otro de los muchachos del Bratva. Viendo que él está muy en control de la situación, comienzo a buscar a Olivia. Hay un corto pasillo a mi derecha. Está alineado con cuatro puertas cerradas. Podría estar en cualquiera de ellas. Al final del pasillo hay otra puerta, un armario de algún tipo, o posiblemente las escaleras a un sótano. A toda prisa, abro la primera puerta a la que llego. Sólo veo un destello de movimiento antes de que él esté sobre mí. Consigo un puñetazo en el estómago antes de que me recupere lo suficiente como para romper mi puño en sus bolas. Oigo su quejido y cae a mis pies. Lo pateo en las costillas y luego me arrodillo para golpearlo una vez en la cara. Su cabeza cuelga exánime a un lado. Le doy otro golpe sólo para asegurarme de que se quedará abajo. Obviamente hay más aquí de lo que pensó Gavin. Miro alrededor de la pequeña habitación. Está vacía, pero hay un sillón verde destartalado y una televisión colocada en una vieja caja de plástico. Salgo de la habitación y paso a la siguiente puerta, usando un poco más de precaución. Giro la perilla, empujo la puerta y doy un paso atrás. Oigo el arma de fuego una milésima de segundo antes de sentir la bala rozar mi hombro. No es suficiente para detenerme, sin embargo. La siguiente, sin

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embargo, golpea mis costillas del lado izquierdo. Esto me hace aflojar el paso y duele de puta madre, pero no es suficiente para evitar lanzarme a través de la habitación hacia el tipo antes de que consiga otro tiro. Nos estrellamos en el suelo, mi gorra volando mientras uso todo mi peso para darle la vuelta, lo que no es fácil porque este hijo de puta lleno de cicatrices es mucho más grande que los otros que he visto. Tan pronto como tengo la posición dominante, golpeo la cima de mi frente en su nariz. Por encima del rugido de mi pulso, oigo el crujido del hueso mientras el hombre grita en dolorosa sorpresa. Antes de que pueda defenderse, veo las botas de Gavin aparecer en la parte superior de la cabeza del hombre. Luego se está inclinando para envolver el hueco de su codo bajo el mentón del tipo y apretar. Las manos del Bratva van directamente al grueso brazo de Gavin para tratar de liberarse a sí mismo. Ineficazmente, debo añadir. Gavin es fuerte como un toro y dos veces más cruel, si estás en su lado malo. ¿Y este tipo? Está en el lado malo. Enderezándome para salir de debajo de él, asiento hacia Gavin y me dirijo a la puerta. Sólo dos habitaciones más para buscar a Olivia. Tiene que estar aquí en alguna parte.

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Capítulo 25 Olivia

M

ientras comienzo a despertarme, oigo un fuerte pop seguido de algunos golpes contra la pared. Sé dónde estoy, en la medida en que sé que estoy siendo mantenida cautiva... en alguna parte. Y, de un modo borroso e inconexo, recuerdo inmediatamente el miedo que me atrapó cuando el trozo de tela fue colocado sobre mi cara en el último momento. Reconozco el ruido como un tiroteo. Sé que es extraño, pero mi reacción inicial no es miedo; es alivio, alivio de que pueda encajar el sonido con su origen, que pueda hacer rápidamente esa asociación. Eso significa que mi cerebro todavía funciona en algún nivel. Todavía no soy un vegetal. Oigo un segundo disparo. Trae consigo una respuesta más lógica. Miedo. No, no miedo. Terror. Mi pulso se acelera con ello. La sensación sólo es exacerbada por el hecho de que apenas puedo moverme, mucho menos hacer nada acerca de lo que sea que esté ocurriendo. Me doy cuenta de que estoy indefensa y que mi destino será probablemente decidido sin que sea capaz de lograr un discurso coherente. ¿Dónde está Ginger cuando la necesito? En mi cabeza, me estoy riendo. Como lo haría un espectador, parte de mí está preocupándose de que estoy restando importancia en el medio de una situación tan seria. ¿Estoy perdiendo la cabeza? ¿Es incluso algo de esto real? Forcejeo por abrir los ojos. Amodorrada, parpadeo mis reacios párpados. Un reflejo brillante en el techo flota a través de mi visión, haciendo que mi estómago se agite. Cierro los ojos por el tiempo de un simple aliento y luego lucho por abrirlos de nuevo.

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Oigo golpes otra vez y los sonidos de fuertes pisadas. Mi corazón retumba fuertemente dentro de mi pecho mientras el pánico se establece. ¡Vienen por mí! ¡Oh, dulce Dios, vienen por mí! Haciendo acopio de cada pizca de fuerza que queda en mi sedado cuerpo, levanto la cabeza de la plana y maloliente almohada y miro de izquierda a derecha. Estoy en una pequeña y apenas amueblada habitación. Sola. Con una ventana a mi izquierda. No siento las lágrimas, en tanto que veo mi visión nublarse detrás de ellas. Si pudiera llegar hasta la ventana... y al exterior... a la libertad. Quizás alguien podría ayudarme... Respirando hondo, doblo mis brazos y deslizo mis codos debajo de mí para intentar empujarme a mí misma de alguna manera hacia una posición erguida. Mientras pienso que están hechos de gelatina, se desvanecen tan pronto intento cargar cualquier peso sobre ellos. Lo intento una segunda vez, sin ningún provecho. La futilidad de mis esfuerzos, la desesperanza de mi situación me golpea fuerte otra vez. Solo que esta vez, cuanto más tiempo estoy despierta sin el trapo impregnado en droga siendo empujado contra mi cara, la claridad de mi cabeza vuelve. Y más pánico siento. Me digo a mi misma que lo intentaré una y otra vez cuando un fuerte sonido de algo rompiéndose en la puerta cruza la habitación. Las astillas vuelan cuando queda rota y separada de sus bisagras por un cuerpo siendo lanzado a través de la abertura. Mi mente lucha por asimilar lo que estoy viendo. Un hombre alto y delgado con un elástico bosque de rizos marrones en la cabeza aterriza con un golpe seco en el suelo frente a la cama. Miró atrás a la puerta, mi corazón atascado en la garganta, y veo la más maravillosa alucinación que nunca pude imaginarme conjurar. Es Cash, poniéndose de pie como una nube atronadora, justo delante de mí. Su cara está embadurnada con manchas negras y sus labios están curvados por la ira. Parece fiero. Parece homicida. Parece celestial.

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Por una fracción de segundo, sus ojos se fijan con los míos. Puedo ver el enfado, la determinación, la locura del tipo estoy-a-punto-de-volvermeun-energúmeno. Pero también veo el alivio y algo que hace que mi corazón crezca. Luego su atención se mueve hacia los pies de la cama. Le veo caer de rodillas y oigo su rugido animal mientras sus puños golpean arriba y abajo una y otra vez. El leve sonido de golpe, aplastamiento y crujido hace que mi saliva mane dentro de mi boca. La imagen que viene a mi mente es de un rostro ensangrentado y machacado siendo golpeado contra las tablas del suelo por el enorme puño de Cash. Pero difícilmente puedo sentir pena por el tipo. De hecho, si pudiera lograr moverme, iría a echarle una mano para cagarlo a golpes. Solo unos pocos segundos después, Cash está poniéndose de pie y corriendo hacia el lado de la cama. Toda la escena tiene una cualidad surrealista hasta que se pone de cuclillas, poniendo su cara al nivel de la mía, y estira el brazo para acariciarme tiernamente la mejilla con las yemas de sus dedos. —¿Estás bien? —susurra. Su rostro es una máscara de agonía. Puedo ver la culpa carcomiéndole. Cree que todo esto es por su culpa. —Lo estoy ahora. Cierra los ojos durante el tiempo que dura un latido. Cuando los vuelve a abrir, su alma está ahí para que yo la vea. —Oh, Dios mío, Olivia, no lo sabía... pensé... si algo te hubiera pasado... —Estoy bien —digo sin saber realmente si lo estoy de verdad o no. Sólo siento la abrumadora necesidad de consolar a Cash y llevarme algo de su dolor. Justo delante de mis ojos, veo la lógica aparecer de pronto y obligarle a reaccionar. —Tenemos que sacarte de aquí. Sé que tiene razón y puedo sentir la medicación desapareciendo un poco más cada minuto, pero todavía no creo que pueda caminar. —¿Puedes ayudarme a levantarme? Un ceño fruncido aparece rápidamente cruzando su frente. —¿Ayudarte a levantarte? —pregunta casi como si hubiera sido insultado. Me siento confundida, pero no me da tiempo a hacer

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preguntas. Por supuesto, se levanta y desliza sus manos por debajo de mí y me eleva con sus brazos. Como si hubiera sido sedada, pero con una droga de diferente clase, estar en los brazos de Cash tiene un intenso e instantáneo efecto en mí. Siento como si me derrumbara y volara, como si bailara y llorara, como vivir y morir. Estar envuelta alrededor de él, con sus maneras de chico malo y su corazón de chico bueno, es todo mi mundo. De alguna forma, mientras no estaba mirando, me enamoré. Y me enamoré fuerte. De mi alma gemela. Del amor de mi vida. De mi héroe. En el tiempo de un parpadeo, me di cuenta de que nunca había llegado a estar rota por culpa de un chico malo. Nunca había quedado devastada por un mentiroso. Nunca había sido embaucada por un jugador. Nunca me había encariñado lo suficiente de ellos para hacerme ningún daño real, ningún estrago duradero. Mi orgullo había sido herido, mi corazón había sido pateado un poco, y mi autoestima había recibido un golpe o dos, pero todo eso es un juego de niños ante la luz de lo que la perdida de Cash podría hacerme. Lo que aprendí de los fracasos de mis relaciones, sin embargo, es que la confianza no llega con facilidad para mí. He echado la culpa de mis problemas a los hombres de mi vida. He anotado con tiza cada intento desastroso de amar a los modos mujeriegos del chico malo, cuando he sido yo todo el tiempo. Cash rompió todas las reglas, rompió todas mis reglas. No me está dando una razón para huir. Me está dando una razón para quedarme. Y todo lo que tengo que hacer es armarme del valor para hacerlo, tomar la posibilidad de que podría no funcionar, tomar la posibilidad de que podría acabar muy dañada. Me está dando algo en lo que invertir, y todo lo que tengo que hacer es creer en ello. Esta vez de verdad. ¿Pero puedo hacer el salto de fe? ¿Puedo decirle que le amo y decirlo de verdad, cuando la muerte está llamando a mi puerta? ¿Cuándo el desastre está avecinándose? ¿Puedo abrir mi pecho y hacer mi corazón vulnerable por él? En el espacio que dura un latido, con Cash mirando abajo a mi cara, he metido a mi aturdida mente en un laberinto retorcido de confusión e

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incertidumbre. Con una pequeña sonrisa de gratitud, apoyo mi cabeza en su pecho y dejo que cargue conmigo saliendo de la habitación. Habrá tiempo para los pensamientos y cavilaciones y declaraciones más tarde. Eso espero. Siento sus labios rozar mi pelo y oigo su suspiro silbar a través de su pecho justo antes de que me saque de la habitación. En tres largas y poderosas zancadas, cruza la habitación y me carga hasta el vestíbulo. Se para en la primera puerta para mirar dentro, luego hace lo mismo en la segunda. Cuando la encuentra también vacía, pone su espalda contra la pared y se desliza hacia la luz que brilla el final del corto pasillo. Gavin rodea la esquina, sacándome un gorjeo de sorpresa. Su cara está embadurnada como la de Cash, la pintura oscura haciendo que sus ojos azules resalten. Aunque no son los sexys y centelleantes ojos azules que esperaba. Estos ojos son fríos y serios y... siniestros. Es casi como ver otra personalidad viviendo dentro del rostro familiar. —¿Está bien? —pregunta Gavin a Cash señalándome con la cabeza. —Creo que sí. La revisaré luego cuando la lleve a casa. —No tardaré mucho. Solo tengo algo... de limpieza que hacer. Sin otra palabra, Gavin se mueve entrando en la habitación a mi derecha y toma a un hombre caído por las manos y empieza a arrastrarlo hacia el vestíbulo. Cash camina por encima de él, dirigiéndose a la puerta. Observo a Gavin por encima de su hombro. Tira del hombre inconsciente hacia el interior de sala principal, el suelo de la cual está libre de cualquier tipo de muebles excepto el único y viejo sofá marrón. Deposita al hombre al final de una fila de cuerpos. Cada uno está alineado junto a otro, hombro contra hombro, como una estrambótica línea de combate. Un escalofrío me recorre mientras me pregunto por su destino. Es en ese momento que me doy cuenta de eso, a pesar de mi animosidad hacia ellos por retenerme contra mi voluntad, realmente no quiero saber que va a ser de ellos. Tengo la sensación de que estaré mejor sin esa clase de información. Fuera, Cash se detiene en el porche frontal, mirando de izquierda a derecha. Cuando localiza lo que está buscando, empieza a bajar la calle a un ritmo rápido, incluso para sus largas piernas. Veo el Hummer de

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Gavin aparecer a la vista justo antes de que oiga el sonido del cierre centralizado. Rápidamente, Cash abre la puerta del pasajero y, con una intensa ternura que desgarra mi corazón, me coloca en el asiento y me pone el cinturón. Levanta la cabeza y me mira a los ojos. Parece cansado aunque aliviado. Me dedica una sonrisa torcida. —Descansa, nena. Estás a salvo. —Con un roce de sus labios sobre los míos, cierra la puerta. Caigo dormida antes de que llegue a ponerse tras el volante.

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Capítulo 26 Cash

I

rritado, agarro el volante un poco más fuerte. ¡Sueno como una maldita mujer!

Hemos estado en la carretera lo suficiente para que la adrenalina se haya desvanecido y mis pensamientos se hayan vuelto completamente hacia Olivia. Apuesto a que miré su cara dormida treinta veces desde que salimos. Tal vez más. Ese número puede ser un poco estimativo. Es sólo que se ve tan hermosa y la visión de ella es tan... bienvenida. Aunque me rehusé a pensar en no ser capaz de poderla sacar con vida y bien de este lío, hasta cierto punto debo haber estado preocupado por eso. Ahora, todo lo que estoy haciendo es fluctuar entre el estar agradecido porque ella está bien y prometiendo que nunca voy a dejar que le pase nada. Hoy ha sido el primer paso en asegurar eso. Con el vídeo de Nash, hemos comprado algo de tiempo. Gavin se está ocupando de las amenazas de más bajo nivel y enviando un mensaje muy efectivo, y peligroso. Lo siguiente es ocuparse de los peces gordos y asegurarse de que nunca más ninguno tenga razones para ir tras Olivia nuevamente, a menos que estén dispuestos a arriesgarse a graves consecuencias. Todavía estoy esperando que el segundo anuncio que puse, el segundo as en la manga de mi padre, me pueda dar algo más en lo que trabajar. Si no, me tendré que conformar con lo que tengo hasta que pueda lograr un plan.

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Ahora que Olivia está a salvo debería ser capaz de concentrarme más efectivamente. Sólo el pensar en ella atrae mi atención de nuevo al asiento donde está descansando tranquilamente a mi lado. Me estiro para tocar su mano pero alejo mis dedos antes de que puedan alcanzar su piel. No quiero despertarla. ¡Pero maldición! Deseo tocarla. Se siente casi como una compulsión, el tocarla y asegurarme de que en verdad está conmigo y a salvo. Y eso es ridículo, también. ¡Dios mío! ¡Voy a despertar con ovarios si esta mierda no se detiene! La cosa es que no sé cómo parar esto. Nunca he querido sentir esto por una mujer. E incluso ahora, no estoy seguro de lo que hago. Pero tampoco estoy seguro de tener elección. Es casi como si Olivia hubiese lanzado una especie de hechizo sobre mí. Y no me gusta sentirme de esta manera, esta indefensión, este apego, esto… emocional. No quiero perderme nunca en una mujer. Nunca. Con los dientes apretados en determinación, mantengo mis ojos mirando hacia delante. En la carretera. No en Olivia.

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Olivia está durmiendo plácidamente en mi cama cuando Gavin vuelve casi dos horas más tarde. Vamos a hablar a la oficina donde no vamos a molestarla. —¿Cómo está? —Ha estado durmiendo. Estoy seguro de que está agotada. —Todos lo estamos, amigo. Tú especialmente. Te ves como la mierda. —Gracias, Gav. Siempre puedo contar contigo para decir cualquier cosa que no me ayude de ningún modo en absoluto. Su sonrisa es del mismo calibre que cualquier otro día: despreocupada. Es su habilidad para sobrellevar las cosas que ha hecho (y que todavía

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hace ocasionalmente) lo que le hace tan bueno en su trabajo. Él ve el mundo en blanco y negro, bueno y malo, vivir o morir. Es un buen tipo. De verdad, lo es. Es solo que no tolera a los criminales muy bien, incluso aunque así es como cada agencia de los cuerpos de seguridad de todo el mundo lo etiquetaría a él. Quiero decir, no voy a endulzarlo. Gavin es un antiguo mercenario, un matón a sueldo. Un asesino. Solo que es un asesino con conciencia. Y que Dios se apiade de tu alma si ocurre que das un paso en la dirección equivocada. —¿Cómo te fue? ¿Algún problema? Él se deja caer en la silla detrás del escritorio, descansa un tobillo en su rodilla y cruza sus dedos detrás de la cabeza. —No. Dos a la cabeza de cada uno. El mensaje debe ser muy claro. Asiento. En realidad no sé qué decir. Lo que hizo por mí, por nosotros, por Olivia, era más de lo que jamás podría haberle pedido hacer. Y, sin embargo, lo hizo de todos modos. Él estaba allí cuando lo necesitaba, sin duda, sin reservas. Gavin es probablemente una de las pocas personas en el mundo que puedo confiar plenamente. Hasta este momento, hemos pasado demasiado juntos para ser algo menos que hermanos. —Gracias, amigo. No puedo decirte... yo solo... —Lo sé, amigo. Lo sé —dice con seriedad. Se aclara la garganta y luego cambia de tema—. Llamé a la madre. —¿Qué? —Tenía que hacerlo. Su hija desapareció. En su auto. Tuve que decirle que Olivia estaba en peligro con el fin de conseguir que me dijese a dónde fue y lo que estaba conduciendo. —Oh, Dios mío —le digo, arrastrando una mano por mi cara—. ¿Qué te dijo? —Esa mujer es todo un personaje. Creo que piensa que todos los hombres son controladores y trata de volver a Olivia en contra de cualquiera que lleva a casa. O al menos esa es la impresión que me dio. —Tal vez eras sólo tú. ¿Has pensado en eso? —¿Estas bromeando? ¿Con esta cara? Las madres me aman. Y quiero decir en verdad me aman —dice con una sonrisa maliciosa.

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Y estoy seguro de que tiene razón. Según los estándares de la mayoría, Gavin es un tipo bien parecido. A esto añade su encanto y su acento, y las mujeres enloquecen. Pero me importa un bledo mientras no sea Olivia la que se vuelva loca por él. —¿Qué le dijiste? —Le dije que Olivia estaba a salvo y que el Escalade ha sido tirado debajo del puente. —¡Estupendo! Ahora va a ir derecha a la policía. —No, le dije que es lo peor que podía hacer, que solo atraería la atención de estas personas hacia ella. Confía en mí, ella no quiere eso. Y pienso que lo comprende. Tiene mucho de puta egoísta. Probablemente no me habría escuchado sino se lo hubiese expuesto de esa manera. —Bueno, siempre y cuando ella no haga nada estúpido. —Solo tienes que… reiterar la importancia de dejar los policías fuera. —No voy a reiterar nada. ¿Por qué tengo que llamarla después de que lo hiciste? Nunca he conocido a esa mujer. —No necesitas llamarla. Va a estar aquí para ver a Olivia esta noche. Después de que tenga todo arreglado con su SUV. —¿Va a venir aquí? —Mi voz es anormalmente alta en mi shock. Gavin sonríe. —Maldita sea, ¿alguien acaba de golpearte en las bolas? ¿Qué fue eso? —Nada aún. Pero si lo que Olivia dice acerca de esa mujer es cierto, probablemente querrá agarrar algo en su puño mientras esté aquí. Y no de la manera que estabas hablando. —Créeme, no quieres a esa mujer tocando cualquier cosa por debajo de tu cintura. Esa zorra podría hacer que las partes del cuerpo de un hombre se marchiten y caigan. De hipotermia. —Y va a venir aquí. —No es que en verdad quisiera conocer a la madre de Olivia, pero pensé que si alguna vez sucedía, sería en circunstancias mucho mejores que éstas—. Mierda.

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—¿Alguna noticia de Nash? —No, pero debería estar… —Entrando por la puerta ahora mismo —dice Nash mientras empuja la puerta de la oficina ampliamente y entra—. Veo que tienes a la princesa de vuelta en una sola pieza. Aprieto los dientes ignorando su comentario. Pensé que habíamos llegado a una especie de acuerdo en ser civilizados, pero parece que no duró mucho tiempo. Me pregunto a mí mismo cuando fue, exactamente, que mi hermano se convirtió en un idiota. —¿Llevaste a Marissa a su padre, cierto? —Sí. Pero deje deciros, esa es una mujer desquiciada. —¿Por qué? ¿Qué ha pasado? —La dejé en el asiento trasero hasta que la llevé a la casa de su padre. No dijo mucho en el viaje. Pudo haberse desmayado o algo así. No sé, pero cuando la desaté y saqué la venda de sus ojos y me vio, creo que la lleve al extremo, hombre. Comenzó a llorar y me echó los brazos al cuello. Me sentí un poco mal por ella. Supongo que una vez que se recupere de estar aterrorizada, estará maldiciendo el día en que me conoció. Aprieto mis dedos en puños apretados, pero de nuevo, lo ignoro. —¿Estaba su padre allí? ¿Te dijo algo? —Sí, pero no le di la oportunidad de decir nada. Le ayudé hasta la puerta y fui a verla hasta su dormitorio, pero él bajó las escaleras, así que me fui. —¿Ninguno de los dos dijo nada? —Mientras caminaba hacia la puerta, le oí preguntar qué demonios estaba pasando, pero aparte de eso, no lo sé. Cerré la puerta y me fui. —Bueno, supongo que esa es una manera de hacerlo. —Debería haber sabido mejor que no se podía esperar ninguna cantidad de tacto y sensibilidad de tal imbecil. —Tan divertido como es sentarse y veros discutir, necesito dormir un poco —dice Gavin poniéndose de pie de un salto y estirándose, moviendo los hombros en círculo.

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—Pienso que a todos nos vendría bien descansar un poco. —No voy a dormir en el sofá, así que supongo que voy a tomar prestado tu coche de nuevo para ir al apartamento —dice Nash. —Está bien. Tómate tu tiempo, siéntete como en casa. De hecho lo prefiero. Cualquier cosa para tenerlo a él y su molesta actitud lejos de mí. Cuando es así, me da la sensación de que este tipo no es nada más que problemas. —Gracias, hermano. —El sarcasmo es inconfundible. No sé lo que pasó en las últimas horas para sacar tanto al cabrón que hay en él, pero algo seguro pasó. —Vuelvo a repasar el horario y el trabajo por un tiempo antes de que abramos —dice Gavin antes de abrir la puerta que conducía al apartamento. —Genial. Descansa un poco, hombre. Y gracias de nuevo. —Gavin asiente y me dirijo a regañadientes a mi hermano —. Tú también, Nash. —Para mi sorpresa, no hace ningún comentario molesto, sino que simplemente asiente también. El pobre bastardo probablemente sea bipolar o algo así por el estilo. ¡Es más temperamental que una maldita mujer! Les sigo cerrando a sus espaldas. Cuando oigo los sonidos del BMW desvanecerse mientras Nash se aleja, deambulo de nuevo hasta la habitación. Me paro en la puerta para ver a Olivia. Verla tan tranquila en un sueño relajado y vivo, me empieza a hacer sentir calmo. A los pocos minutos, me vuelvo más y más consciente de los efectos de las últimas doce horas. Mi músculos duelen, una combinación de la tensión y de darle una paliza a un par de personas. Mi cabeza duele, probablemente de dar cabezazos anónimos al secuaz número tres. Y los besos de las dos balas que no fui capaz de esquivar, que están empezando a doler, especialmente la de mis costillas. Olivia gime en sueños, causando una punzada de culpabilidad que atraviesa mi corazón.

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También me hace sentir algo más, algo que no sé muy bien qué hacer con ello y no estoy seguro de que sea enteramente bienvenido. Se siente muy parecido a una debilidad, una debilidad por ella. Y no quiero que nada ni nadie sea mi debilidad. La debilidad te hace vulnerable, te deja abierto al dolor y la pérdida. Ya he tenido suficiente de eso para toda una vida. No, voy a seguir viendo a Olivia, pero voy a mantener con ella una distancia segura. Me doy la vuelta y me dirijo hacia el baño. Abro la ducha a una temperatura tan caliente como pueda soportar luego me desnudo y doy un paso dentro. Dejo que el chorro golpee con dureza mi rostro y el pecho entonces, muchos minutos después, giro dejando que caiga sobre mis hombros. Pasan por mi cabeza todas las formas en que puedo evitar estar demasiado apegado a Olivia. Siento su presencia más que oírla. Es así como en un minuto ella está en mi cabeza, al siguiente abro los ojos y está de pie delante de mí. Desnuda. Adormilada. Sexy. Comienzo a hablar, pero pone su dedo sobre mi boca. Frota mi labio inferior casi ausente. Rápidamente muevo mi lengua para tocar la punta de su dedo y su boca se entreabre un poquito. Sus ojos están sobre los míos mientras acaricia la punta de mi lengua. No muerdo duro. Solo lo suficiente para que ella pueda sentir, con esperanza de que lo sienta todo el camino hacia abajo, justo hasta el dulce punto entre sus piernas. Y por la mirada en sus ojos, diría que es exactamente donde lo sintió. Incluso por encima del ruido de la ducha, la oigo jadear. Sé que ella siempre quiere ser la que está en control, pero siempre seré el que la empuje. Y siempre va a amar, a ansiar eso. Dejo ir su dedo y ella lo desliza hacia mi barbilla y garganta, luego hacia mi hombro izquierdo. Frunce sus cejas cuando traza el delicado, oscuro lugar de mi piel donde la primera bala me rozó. Se inclina de forma íntima y me besa siempre tan dulcemente.

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Se endereza y observo sus ojos vagar por mi pecho. Cuando ve que la segunda bala me ha pegado de lado, me frunce el ceño. —Te dispararon dos veces. Al venir por mí. Me encojo de hombros. —No es como si me hubieran disparado al corazón. —Olivia cierra los ojos por un segundo. Cuando los abre, veo el terror en ellos, el miedo que las palabras causaron. Siento la urgencia de quitar ese miedo, para reemplazarlo con algo... más feliz. —Tú no tienes la culpa. Y no le das al amor un mal nombre. Observo su cara mientras el entendimiento surge. Me arriesgue a que sabría la canción de Bon Jovi8. Y lo hace. Durante el maratón sexual, el fin de semana en casa de su padre mencionó una vez, mientras estábamos tirados en la cama tratando de recuperar nuestro aliento, que su padre ama el rock clásico. Dijo que creció escuchándolo y siempre le había gustado. Sólo una cosa más que me encanta de ella. —Me alegro de que esa canción no se aplique a mí. —Las comisuras de sus labios se inclinan hacia arriba. Su estado de ánimo ya está más luminoso con la sencilla broma. —Oh, no. Si hay una canción que se aplica a ti, sería “Little Red Corvette9”. —¡No soy nada de eso! —No crees que es así, pero yo sí. Puedo verlo. Veo ese lado fogoso, atrevido y salvaje de ti que intentas ignorar, que tratas de ocultar. Es mi misión en la vida que saques hacia fuera eso, a dar una vuelta. 8 Se refiere a la canción You Give Love a Bad Name, de Bon Jovi, cuyo estribillo dice literalmente: “Me dispararon al corazón y es culpa tuya. Tú le das al amor un mal nombre.” 9 Little Red Corvette: Corvette es una marca de automoviles, y aquí se refiere a una canción de Prince que hace una analogía entre una mujer y la rapidez de un pequeño Corvette rojo, diciendo que ella va demasiado deprisa y debe frenar las cosas un poco, ya que se merece un amor que dure y si lo apresura puede estropearlo.

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—Tu misión en la vida, ¿eh? —Sí. —Extiendo la mano para trazar su exquisito labio inferior. Mientras nos quedamos callados, puedo ver nuevamente el peso caer sobre sus hombros. De repente, todavía se ve agotada. —Aquí —le digo, moviéndome detrás de ella cuando su espalda está contra mi pecho y el chorro de agua cae en cascada en la parte delantera de su cuerpo—. Déjame hacerte sentir mejor. Ella no discute.

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Capítulo 27 Olivia

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na especie de campana me saca de mi estado inconsciente de descanso placentero. Cuando abro los ojos, la vista me da la bienvenida con el cuerpo desnudo de Cash que se levanta de la cama y camina hacia el cuarto de baño para tomar sus pantalones del suelo y metérselos. Cuando regresa a la habitación para dirigirse a la puerta, me ve observándole. Sonríe. —¿Te gusta lo que ves? Le sonrío de vuelta y le arqueo las cejas. Regresa a la cama. Quita la sabana, y Cash se inclina y recorre con su mano mi muslo mientras toma con su boca uno de mis pezones. Contengo mi respiración, e inmediatamente estoy lista para él. Se detiene cuando sus dedos están dolorosamente cerca de donde quiero que más me toque. Levanta la cabeza y me da su más perversa promesa, con una sonrisa. —Tendrás que esperar hasta que regrese. —Me da un beso rápido en los labios y trota en dirección a la puerta. Estoy acostada en la cama, sonriendo como el gato Cheshire10 cuando escucho a Ginger. —¿Está aquí? —Sí. ¿Quieres hablar con ella? —Oigo a Cash responder. —Por supuesto. No conduje todo el camino hasta aquí para hacer una simple pregunta. A no ser que desees hacer que valga la pena. —Me hace sonreír y sacudir la cabeza. Casi puedo ver la sonrisa que ha puesto mientras afila sus garras de puma en el pecho de Cash. Antes de que Cash, quién sin duda se ha quedado sin palabras, responda, ella continúa—. ¿Dónde está esa zorra que desaparece? ¡Me ha tenido acojonada! 10

Gato Cheshire: El gato de Alicia en el país de las maravillas.

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Miro el reloj. No es de extrañar que esté molesta. Son casi las siete de la tarde, debo haber dormido más tiempo de lo que pensaba. Me pongo la sabana lo más apretado que puedo a mí alrededor y siento como Ginger está entrando en el dormitorio. —Ahí estás —dice arrojando sus brazos—. Y es como imaginaba. He estado preocupada hasta el culo y tú has estado teniendo orgasmos múltiples con el pene de un dios griego. Cuenta. —Lo siento, Ginger. No quería preocuparte. Es este estúpido teléfono que estoy usando. No puedo esperar a conseguir de vuelta el mío. —Esa es una buena excusa. Pero al diablo, yo también mentiría, si esto fuera lo que me estuviera esperando aquí. —Con una sonrisa, se acomoda sobre la orilla de la cama junto a mí—. No te preocupes. Estoy feliz de ver que tu gallinero está siendo atendido por una polla tan fabulosa. —Ella se inclina y me susurra: —Y es una polla fabulosa, estoy en lo cierto, ¿no? —No digo nada, simplemente sonrío. Ella se recuesta hacia atrás y se aclara la garganta—. No esperaba menos. Dios no podía haber estropeado algo como eso —dice, señalando con el dedo hacia Cash que está cerrando la puerta de la calle, claramente ya aburrido por la presencia de Ginger. —¡No, no estropeó nada en eso! —Me regocijo. —Eres una puta descarada por darme envidia de esa manera. ¿Dónde está el otro? Son gemelos. Debe ser igual de perfecto. Sólo espero que sea un poco menos... empalagoso. Sonrío a Ginger y giro hacia a la puerta en el momento que escucho que la puerta se abre. Veo a Cash yendo hacia el garaje y luego escucho otra voz. —Espero que no sea un mal momento —dice Nash en su modo áspero. Da un paso hacia la puerta y me mira—. Maldita sea, que suerte tienes. Me encantan las chicas a la que no les importa la compañía. Si el escozor en mis mejillas es un indicativo de vergüenza, mi cara es de color rojo cereza por su insinuación. Antes de que pueda responder, Ginger se voltea para ver, con los ojos muy abiertos. —¡Dulce madre del sexo, son trillizos!

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Ginger observa a Nash y mis ojos se encuentran con los de Cash. Estoy bien, hasta que hace un guiño. Entonces pierdo la compostura. Ambos estallamos en carcajadas. —¿Qué? —pregunta Ginger, volviéndose para mirarme. Entrecierra los ojos sobre mí y suspira—. ¡Te has estado escondiendo de mí con ellos a propósito! ¡Eres traviesa, una zorrita muy traviesa! —Hace una pausa por un segundo antes de que lance sus brazos alrededor de mi cuello—. Nunca, ni en mis sueños más felices, te imaginaría haciendo un cuarteto. ¡Y con trillizos, ni más ni menos! —Se inclina hacia atrás y me sonríe—. Te has ganado oficialmente tus garras. No son de puma, por supuesto. Eres demasiado joven para eso. Pero tienes unas garras honoríficas solo por ser la única soltera en una casa llena de pollas. Estoy muy orgullosa —dice melodramáticamente, cubriendo su boca con las manos. Sé que está bromeando cuando me guiña un ojo sobre sus uñas pintadas. —Dios, eres incorregible. Deja caer las manos y mata al dramatismo. —Lo sé. Pero es por eso que me quieres. —Se levanta y tira del borde de su falda corta—. Bueno, chicos, me hubiera dado mucho gusto formar parte de este pequeño grupo, pero estoy pensando que ya está un poco lleno. No me gustaría que alguien se abrume con lo increíble que soy. Quizá la próxima vez. Con su típica altivez, Ginger se abre paso por la habitación, cuando llega detrás de Nash le da un azote en el culo mientras pasa. La veo darse la vuelta y lanzarle un guiño descarado cuando se va. —¿Qué coño fue eso? —pregunta Nash. —No quieres saberlo —Es la respuesta de Cash. —Te he escuchado. —Ginger interviene desde el garaje, y su voz resuena de nuevo hacia nosotros. Le oigo murmurar algo más unos segundos antes de volver a escuchar otra voz. —¿Hola? Marissa. ¡Oh, mierda! Oigo un leve golpe, como si llamara sobre el marco de la puerta con los nudillos. Miro a Cash y suspira pesadamente por sus finos labios.

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—¡Maldita sea! —Le oigo murmurar—. ¿No podías haber llamado? — dice con irritación. —Lo siento —escucho a Marissa decir—. Estaba buscando a... él. —Me imagino que señala a Nash. Es el único "él" que hay en la habitación que no sea Cash. —Bien —dice Cash abruptamente—. Ya lo encontraste. ¿Por qué no os vais los dos a la oficina? Podéis tener un poco de intimidad ahí. Veo que está empujando a Nash por el camino y cierra la puerta, pero no antes de que Marissa entre en el apartamento lo suficiente como para mirar el dormitorio. En donde todavía estoy desnuda en la cama, cubierta sólo con una sábana arrugada. Mira hacia adentro y veo que arruga la frente antes de pasar corriendo por un lado de Cash, olvidándose de él y llegando a mí. Se lanza a la cama, y me echa los brazos al cuello. Estoy sorprendida, por supuesto, y me estoy preguntando qué está pasando aquí mientras trato de mantenerme tapada. La habitación está demasiada llena para mi estado actual de desnudez. —Estoy tan contenta de que estés bien —murmura contra mi cuello. Siento temblar su cuerpo. Me toma un minuto darme cuenta de que está sollozando en silencio. —Marissa, ¿qué pasa? —pregunto más por sorpresa que por una preocupación real. Mi prima ha sido una verdadera perra desde su nacimiento y el poco amor que había entre nosotras murió unos seis meses después. Se aleja de mí y me mira con sus grandes ojos azules, llorosos. Lo más sorprendente es que parecen ser sinceros sus enormes ojos azules llorosos. —Tenía tanto miedo por ti. Les escuche hablando de matarte. A ambos. A todos nosotros —dice, volviéndose para mirar hacia atrás a los gemelos, que están de pie en silencio en la puerta—. Nunca había estado tan asustada en toda mi vida. Y todo lo que podía pensar era que yo te había enviado a la maldita exposición de arte con ese vestido estúpido. Estoy sorprendida. Y completamente suspicaz. Soy lo suficientemente madura para itirlo. Esta chica, con la que a menudo he fantaseado con arrancarle la cabellera, o con prenderle fuego o que se muera poniéndose color purpura, ¿de repente se vuelve buena? Um, no lo creo.

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—Sé que probablemente piensas que estoy loca. O que estoy inventándolo. Pero te juro, Liv, que eras en todo lo que podía pensar. — Su labio comienza a temblar y sus ojos se llenan de más de lágrimas—. Siempre has sido muy buena conmigo, siempre has sido una persona tan dulce y yo siempre te he tratado como si no existieras. Y lo siento mucho. Toda mi vida, he estado rodeada de gente como yo. Personas a las que probablemente no les importará si desaparezco. Y eso incluye a mi padre. Lo que más necesito es estar rodeada de personas iguales a ti. —Hace una pausa y traga saliva, las lágrimas corren por su rostro—. Ya no quiero ser esa persona, Liv. ¿Podrás perdonarme? ¡Santo cielo, mi prima tiene daño cerebral! Marissa ha tenido un ataque cerebral. Esa es la única explicación plausible. La. Única. Posible. Las personas como ella no sufren crisis de conciencia. Personas como ella no tienen cambios en su corazón. Las personas como ella sus corazones no tienen periodos. Pero cuando le miro a los ojos, me sorprende una vez más por lo sincera que parece. Parece estar realmente arrepentida, se ve genuinamente afligida por esto. —No es para tanto, Marissa. No te estreses de más. Me parece que sólo tienes que ir a casa y descansar un poco. —No, no lo voy a hacer. No necesito descansar. Necesito saber que me perdonas. Y luego tengo que hablar con él —dice, mirando hacia atrás sobre su hombro hacia Nash. No creo que haya perdonado a Cash con la mirada que le dio caminando. Me pregunto qué es lo que piensa, lo que sabe. —¿Dónde está mi hija? Mi corazón se hunde cuando escucho esa voz. Le echo una mirada a Cash. Incluso desde el otro lado de la habitación, veo que se pone rígido. Mi primera reacción es de esconderme debajo de las sábanas. Eso, por supuesto, no es una opción. Lo mejor que puedo hacer es sentarme en posición vertical y aceptarlo como una mujer, una mujer que tiene la edad suficiente para tomar sus propias decisiones. Mamá se detiene en la puerta del dormitorio y se les queda mirando a ambos, a Cash y a Nash. Les da una mirada fulminante que haría que

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mis bolas se marchitaran. Es decir, si tuviera. Supongo que por empatía siento como si mis bolas se marchitaran. Y no es una linda sensación. Nash da unos leves pasos hacia un lado, dándole un amplio espacio para que entre en la habitación. Cash no se mueve en absoluto, pero extiende su mano. —Soy Cash Davenport. Usted debe ser la madre de Olivia. —¿Y por qué tengo que serlo? Estoy segura de que no te ha dicho nada de mí. Si lo hubiera hecho, sabrías que no debías tirar una maniobra como esta sobre mi hija. —Conozco bastante bien a su hija. Habla muy bien de usted el hecho de que la haya parido y la haya ayudado a crecer. —Si te preocupas tanto por mi hija, ¿por qué la tienes en esta situación? —Si está en esta situación, es porque es una excelente persona que deseaba ayudar a alguien. Me ha ayudado. Y si está aquí es porque estoy tratando de mantenerla protegida. —Bueno, has hecho un buen trabajo hasta ahora —presiona mi madre, llevándole al extremo, empujándole en su camino para llegar a mí. Me doy cuenta que Cash aprieta la mandíbula fuertemente, cuando comienza a examinarme el rostro tomando entre sus manos mi mentón—. ¿Estás herida? —No, mamá. Estoy bien. Cash y Gavin me encontraron y se encargaron de todo. —Cash, Gavin, Gabe. ¿Dónde conoces a esta escoria? Pensabas que salir de Salt Springs sería bueno para ti, sin embargo solamente tú podrías ser del tipo de chica que se puede enamorar de alguien... de esta clase, sin importar dónde vivas. —Mamá, yo no… —Veo que la madre de Olivia consiguió llegar. —Me asomo esquivando a mi madre. Gavin ha aparecido en la puerta del dormitorio también. La próxima vez haré una fiesta de togas improvisada para que así por lo menos pueda ser la persona mejor vestida para la ocasión en la habitación. —Y tú eres él que la metió en este lío en primer lugar. Si tan solo la hubieras llevado a la universidad como te pedí que hicieras…

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Gavin baja la cabeza ante eso, sobre todo porque sabe que ella tiene toda razón. —No le puedes culpar por eso, mamá. Pensó que estaba haciendo lo correcto. Cosa que, obviamente, lo era, ya que ahí es donde fui atacada. Mamá tuerce sus ojos fríos hacía mi de nuevo. —Honestamente, ¿no tienes una pizca de vergüenza? ¿Ni de orgullo? ¿No tienes sentido de autoestima? ¿Permites que personas como estas te digan que es lo que tienes hacer, metiéndote en problemas? ¿Solo para acostarte con este hombre? —¡Esto es suficiente! —Cash manotea detrás de ella—. Ella podrá ser su hija, pero eso no le da derecho a hablarle de esa manera. —Oh, claro que sí. Aquí la única persona fuera de lugar eres tú. ¿Supongo eres tú del que está embobada? ¿Eres el has utilizado a mi hija de manera habitual? No le tienes el suficiente respeto como para casarte con ella. Solamente la has utilizado como si fuera una baratija de una tienda de gangas. —No estoy usándola. Y yo… Mi madre ondea su mano imperiosamente e interrumpe a Cash. —No estoy interesada en tus excusas. Estoy aquí para recoger a mi hija y sacarla de tu vida. Te pido amablemente que no te interpongas. —Se gira hacia mí y me ordena—. Ahora ve a vestirte. Te vienes conmigo a casa. —No, no lo pienso hacer mamá. Me quedo aquí. Soy una mujer adulta. No puedes seguir tratándome así. —Mientras siguas actuando de esa manera, voy a seguir tratándote de esta manera. —¿Actuar de qué manera? Sé que he cometido algunos errores, he tenido algunos juicios malos. ¿Es eso tan terrible? ¿Es eso tan anormal? Tú has cometido errores y te he visto. ¿Crees que me gustaría tomar las mismas decisiones que tú has tomado, aunque eso significara que me convierta en una persona triste, fría y sola? —No soy ninguna de esas cosas, Olivia. —Lo eres, simplemente que no lo reconoces. Elegiste el hombre perfecto que te dio la casa perfecta, el coche perfecto y la vida perfecta, pero aun así te sientes miserable. Amabas a papá, pero de alguna manera sientes

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en tu cabeza que no era lo suficientemente bueno para ti, que la vida en una granja no era suficiente. Pero, yo no soy tú, mamá. Prefiero tener una vida llena de amor y felicidad que todo el dinero el mundo. —Y eso estaría bien para mí, pero si crees que alguien así —dice, señalando con el pulgar por encima de su hombro hacia Cash— es el hombre que te puede dar cualquier cosa menos angustias, te equivocas. —Mamá, arriesgó su vida para salvarme. —Es quien te pone en peligro. —No me puso en peligro. Sabía el riesgo que corría y de todas maneras quise ayudar. —¿Qué demonios era tan importante para que hicieras algo tan estúpido, Olivia? —La vida de alguien, madre. —Alguien a quien ni siquiera conoces. Estoy en lo cierto, ¿no? Hago una pausa. —Sí, pero… —Pero nada. Esa es otra decisión que demuestra que no eres capaz de cuidarte sola. Es por eso que pienso hacerlo yo. —Lo hice por amor, mamá. Lo hice por Cash. Porque le amo. Era importante para él, por lo que también era importante para mí. ¿Por qué no puedes entender eso? —Oh, lo entiendo muy bien. Simplemente eso significa que has hecho otra decisión incorrecta que te llevará a un mundo lleno de dolor y luego te dejará cuando dejes de ser una atracción divertida. Él no vale la pena igual que… —¡Madre, basta! —grito. Ella da un paso hacia atrás como si físicamente le hubiera abofeteado—. No todos los chicos que se ven de cierta manera o se visten de cierta forma o que tienen una forma de actuar diferente, son todos iguales. Tú siempre, durante toda mi vida, quisiste encaminarme hacia cierto tipo de personas que te agradaban. Me hiciste sentir que hacía algo malo por fijarme en alguien que usara una moto, o condujera un auto modesto, o tocara en una banda. Pero nunca hubo nada de malo en ellos, mamá. Simplemente no eran para mí. Si por mi hubiera sido no hubiera terminado con ninguno de ellos. No ahora. Pero tú no quieres ver eso. No lo ves ahora y no lo viste en ese

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momento. Nunca podrás ser una madre normal, que consuela a su hija cuando llora y le dice que algún día va a encontrar al Señor Correcto, ese día en el que el amor valdrá la pena. Eso va más allá de ti. Tenías que intentarlo, tuviste muchas oportunidades para convencerme de que la única manera de que fuera feliz era estar con un tipo como Lyle, que está tan centrado en su trabajo y en su dinero que no tiene tiempo para el amor. Pero mamá, si enamorarse significa correr tal riesgo de salir lastimada, entonces lo estoy. Porque al fin, por primera vez, he encontrado a alguien que vale la pena correr ese riesgo. No busqué a Cash por el mundo, mamá. ¿Se te ha ocurrido pensar que tal vez he tomado todas mis angustias, todas esas lágrimas que he derramado, todos esos intentos fallidos para ser capaz de reconocer algo real cuando lo haya encontrado? ¿No puedes ser feliz por mí y dejarnos tranquilos? Un silencio absoluto hay en toda la habitación. Mi madre me está mirando como si hubiera desollado su conejo mascota para usarlo como un sombrero. Marissa está frunciendo su ceño. Nash se ve aburrido. Gavin está sonriendo. Y Cash se ve feliz… como si quisiera caminar para estar a mi lado. Sus ojos fijos en los míos mientras se acerca. Da un paso justo frente a mi madre y se detiene. Me mira durante unos segundos antes de curvar sus labios en una sonrisa de satisfacción. Se gira y se inclina hacia mí. Creo que puedo reír, pero él muy serio extiende sus manos para acariciar mi rostro entre sus manos. Y luego me besa. Tampoco es sólo un pequeño beso. Un buen beso. Un beso realmente bueno. Un beso del que otras personas no deberían ser testigos, sobre todo cuando estoy usando solamente una sábana y nada más. —Me encanta cuando te pones así de fogosa —dice después de que retira sus labios de los míos. Sus ojos son brillantes como chispas de ónix mientras buscan los míos. Con cuidado, frota sus pulgares sobre mis mejillas y sonríe de nuevo. Él brilla como el sol sobre mi rostro, cálido y sano. Lenta, deliberadamente, se agacha para tomar mi mano libre y enlaza sus dedos con los míos, se endereza y se gira hacia mi madre—. Ella se queda aquí, señora. Usted será siempre bienvenida a visitarla porque es su madre, pero lo correcto en este momento es que se retire. Voy a cuidar bien de ella. Tiene mi palabra. Eso tal vez no podrá significar mucho para usted, pero es suficiente para mí. Y lo mismo ocurre con su hija.

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Mamá mira a Cash y luego a mí y de vuelta otra vez antes de hacerlo con todos los de la habitación y clavar su orgullosa mirada fría en todos. Con una tensa sonrisa, me habla mientras retrocede hacia la puerta. —Está bien. Si eso es lo que deseas, Olivia, adelante y arruina tu vida. Eso sí, después no vengas llorando a mi cuando todo esto se derrumbe. —Te quiero, mamá, pero hace muchos años que dejé de correr hacia ti. Nunca me ayudaste. Asiente una vez, con una caída arrogante de su cabeza, antes de que dé la vuelta y camine lentamente por la habitación, sin dejar nada a su paso más que su costoso perfume, en un ambiente frío y aliviado. Nadie dijo nada durante unos minutos, hasta que Gavin rompe el tenso silencio. —Maldita sea, esa mujer es una poderosa bruja. Sentí que mis bolas se caían. Todos nos miramos unos a los otros y luego todo el mundo nos echamos a reír, incluyendo Marissa. Me encuentro a mí misma mirándola por encima de todo. Ella parece que no puede mantener los ojos fuera de Nash. No puedo evitar preguntarme si realmente es una persona que ha cambiado, si esta nueva Marissa durará por mucho tiempo o si la malvada bruja le perseguirá con su escoba del mal llena de fatalidad y pesimismo. Sólo el tiempo lo dirá, pero de verdad espero que esta chica haya llegado para quedarse. El timbre de un teléfono rompe el momento. Viene de la cómoda de Cash. Suelta mi mano para agarrarlo. Miro su teléfono, no es uno de los desechables, y mira la pantalla. Su frente se arruga mientras contesta. Me siento inmediatamente incómoda cuando abandona la habitación. Escucho cerrar la puerta de la oficina detrás de él. Mi estómago se queja en un nudo de miedo. Por un momento, tuve la oportunidad de olvidarme del peligro en el que todavía nos encontramos.

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Capítulo 28 Cash

C

uando respondí y escuché las palabras “¿Pusiste el anuncio?” Sabía que era la segunda línea de defensa de papá. Suponiendo, por supuesto, que Nash fuera la primera. Es totalmente posible, sin embargo, que este otro pueda ser más útil. Solo me queda esperar eso. Después de cerrar la puerta de la oficina detrás de mí, respondo. —Sí, puse el anuncio. —Consigue otro teléfono. Ponte en camino a las nueve de la noche. Llama a este teléfono seis minutos después. Te daré más instrucciones. La línea queda muerta, dejándome exasperado. Me habría gustado al menos haber hecho un par de preguntas. Por supuesto, cuando pienso en ello, probablemente no es muy inteligente decir mucho sobre esto en mi teléfono personal. Desafortunadamente, eso no hace nada para calmar mi irritación. Mi mente va directa al modo de planificación, dentro de la estrategia. La cosa en la que estoy más concentrado, sin embargo, no es en protegerme a mí; es que voy a hacer con Olivia mientras estoy fuera. La mejor manera de mantenerla segura. Gavin es un gran tipo e hizo lo que pudo, pero ahora soy desconfiado de dejarla con alguien más. Pienso en mis opciones y me doy cuenta de que, aparte de llevarla conmigo, lo cual me niego a hacer porque podría ser muy peligroso, el lugar que probablemente sería más seguro para ella es detrás de la barra aquí en el Dual. Delante de cientos de testigos. Nunca sola. Ahora, cómo le comunico esto a Olivia sin sonar como un asno insensible, es la parte más difícil. Quiero decir ¿cómo insinuarle eso? Tu vida se ha vuelto completamente del revés por mí y mi familia, tu apartamento fue saqueado, fuiste secuestrada y drogada, tuviste una

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discusión con tu fría perra prima y tu madre, la reina del hielo, pero ¿podrías trabajar por favor un turno en mi club? Sí, eso no va a pasar. Marchando devuelta dentro del dormitorio, hago lo que debería haber hecho cuando sonó el primer timbre. —Muy bien, todos fuera, necesito hablar con Olivia y necesita que le deis algo de privacidad para vestirse. Por supuesto, nadie discute. De hecho, Gavin se ve un poco avergonzado de haber sido tan rudo. Fue realmente desconsiderado de todos nosotros mantenerla en esta posición. Déjale a Olivia estar tan fresca, tan compuesta, mientras está rodeada de gente y teniendo conversaciones difíciles, todo mientras ella está envuelta en sabanas. Debajo de toda esa exuberante belleza, tiene un esqueleto de acero. Espero que, a partir de hoy, se dé cuenta de eso. —Gracias por eso —dice cuando Gavin cierra la puerta detrás del trío que sale. —Siento no haberlo hecho antes. —Bueno, no es que fuera un buen momento. ¡Era como un circo aquí! Lo único que faltaba era una mujer barbuda y un tragasables, aunque Ginger sería capaz de tragar algo casi tan grande. Se ríe y ese sonido me da ganas de abrazarla. No sé realmente por qué, pero lo hace. —Bueno, como cabecilla de este último circo que rodea tu vida, pido disculpas por fallarte. Una mirada suave cae sobre los rasgos de Olivia. Sus ojos verdes perforando, como un dolor dulce, mientras me miran. Deja caer la funda debajo de sus pechos y se desliza al borde de la cama, caminando lentamente hacia mí, desnuda como el día en que nació, su mirada sin dejar la mía. Solo que unas mil veces más hermosa. Se detiene cuando la punta de sus pezones está rozando mi pecho. —No me has fallado. Has soplado mucha vida en mi existencia. No vuelvas a sentirlo por eso. —Pero yo…

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—Shhh —dice, poniendo su dedo sobre mi boca. Es aficionada a hacer eso—. No lo hagas. Por favor. Asiento y trabajo para controlar mi cuerpo por su proximidad. Necesito aprender a tolerar estar cerca de ella, aprender a pensar en otras cosas distintas a arrancar su ropa con mis dientes y hundirme dentro de ella como una suave, húmeda cama de pétalos de rosa. Me aclaro la garganta y me concentro en la razón por la que vine a ella en primer lugar. —La llamada que recibí hace unos minutos… Su expresión se pone seria, preocupada. —Sí, ¿de qué se trataba todo eso? —Era sobre el segundo anuncio que puse. Necesito reunirme con él esta noche. Pero la cosa es, no me siento cómodo dejándote. En absoluto, la verdad, sé que no es una buena idea llevarte conmigo, así que no tengo otra opción. —No te preocupes por mí —dice con dulzura—. Voy a estar bien. —Por supuesto que voy a estar preocupado por ti. Pero creo que he descubierto una manera de garantizar tu seguridad. Si es agradable para ti, eso es. —¿Qué es? Ella luce desconfiada, lo que creo que es un poco gracioso. —No se trata de estar encerrada en una habitación en cualquier lugar, si eso es lo que estás pensando. La mirada de su cara me dice que eso es exactamente lo que estaba pensando. —De hecho, es algo que ya has hecho antes. —Que es… —Solicita cuando no termino. —¿Qué hay de trabajar un turno esta noche? Pienso que detrás de la barra con cientos de personas viéndote es casi el lugar más seguro en el que podrías mantenerte. —Eso está bien. ¿Por qué no lo dijiste directamente? Me tenías preocupada.

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—Porque no quiero que pienses que soy un imbécil insensible. Has tenido un día de mierda. Realmente un día de mierda y… —No todo ha sido una mierda —dice, mirándome por debajo de sus espesas pestañas. Me lleva a pensar devuelta a tener que trabajar para pensar en otras cosas que ella montándome como a un semental de primera. —Bueno, bastante malo. Vamos a ponerlo de esta manera. De todos modos, pidiéndote que trabajes suena como algo que haría un bastardo egoísta y no quiero que pienses… —No eres un bastardo egoísta. ¿No oíste las palabras que le dije a mi madre? —Sí pero… —Nada de peros. Cash, te amo. Como el imbécil que soy, un hecho del que sólo puedo culpar a mi posesión de testículos, me paralizo. No digo nada. No le digo todas las cosas que estoy sintiendo. No digo todas las cosas que necesito decir. Simplemente le miro. Como un gilipollas. Puedo ver la decepción en su rostro y me mata ver su lucha a través de ello. Pero lo hace. Ella sale por el otro lado, sonriendo y alegre, a pesar de que su corazón probablemente se siente como ninguno. —Además, creo que será bueno para mí. Mantiene mi mente ocupada. —¿Estás segura? —Estoy segura —dice amablemente, la angustia rezuma a través del exterior agradable de su expresión—. Me voy a dar una ducha. Una de verdad esta vez, —provoca, intentado por todo lo posible proyectar optimismo. Se pone de puntillas y roza sus labios sobre los míos—. Dale las gracias a Gavin por traer mi bolsa. —¿Trajo tus cosas? —Debió hacerlo. Acabo de descubrirlas posadas en la esquina hace un minuto. —Hmmm. Está bien, se lo diré. —Gracias.

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Dice con una sonrisa antes de moverse alrededor mío y dirigirse al baño. Mientras tanto me quedo de pie en el mismo lugar, observándola irse, sintiéndome como un humeante montón de mierda.

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—No vas a ir sin mí —ladra Nash rotundamente. —O sin mi —Gavin se mete en la conversación. —¡Y una mierda que no! Alguien tiene que mantenerse aquí y mantener un ojo sobre Olivia. Y no puedo ser yo. —Entonces ese va a tener que ser Gavin, porque yo no me voy a quedar aquí para ser interrogado por una Johnny Cochran femenina11. No voy a responder preguntas que Marissa te debería estar preguntando a ti. — Se queja Nash. No fue fácil convencer a Marissa de que volviera al club más tarde. Le prometí que podía hablar toda la noche con Nash si quería, pero que ahora no es un buen momento. Se fue, aunque a regañadientes. No tengo ninguna duda en que volverá en el instante en el que el club abra. Obviamente Nash piensa lo mismo. Parece que todavía es un tipo muy perceptivo. Acaba de conocerla y ya puede decir que Marissa es tan tenaz como un pitbull. Esa es probablemente una de las razones por las que es una abogada tan buena. Durante unos segundos considero dejarle venir. Con la excepción de un par de desastrosas opciones del peor escenario posible (como que este tipo misterioso nos meta una bala en la cabeza a ambos), es probablemente una buena idea que venga, no importa por donde lo mire. Tener algo de respaldo nunca es una mala idea. —Está bien. Nash y yo iremos. Gavin, tu quédate aquí y estate atento a Olivia. —Puedo decir que no le gusta, pero lo hará. Asiente bruscamente.

Johnny Cochran: era un abogado criminalista estadounidense conocido por la defensa de O.J. Simpson durante el juicio por el asesinato de su esposa. También representó a otra muchas personalidades. 11

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—Hombre, ya sabes que no confío en nadie para protegerla. Sabiendo lo que ya has hecho por ella… Eso le ablanda un poco. Después de todo, todos nuestros hombres tienen sus egos. —Lo sé, amigo. La mantendré a salvo. —Espero que hagas un mejor trabajo esta vez que la última —inyecta Nash sarcásticamente. Gavin le da una sonrisa, pero es una sonrisa fría. Nash no lo conoce lo suficiente para saber que está pisando terreno peligroso. Gavin puede dar a una persona esa misma sonrisa mientras le pone una pistola en la cabeza. Mi padre solía hablar de su comportamiento. “Frío como el hielo”, decía de Gavin. Pero en todo lo demás, le encontraba un gran chico. Es un buen tipo que te mataría si te cruzas con él o sus amigos o su familia. Eso era todo. —Mi consejo, Nash —digo, mirándole serio. Él levanta sus cejas en cuestión—. No le hagas enfadar. De verdad, no quieres hacer eso. Él asiente casualmente mientras mira de reojo al aún sonriente Gavin. —Muy bien, así que ese es el plan. Nash y yo iremos a la reunión, tú te quedaras aquí con Olivia. Volveré tan pronto como pueda. —Lo tengo cubierto.

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Nash y yo decidimos conducir por separado, por si acaso. Es imposible anticipar todo, pero no puedo evitar sino sospechar un poco de… bueno, realmente todo el mundo. Estoy tratando de ser realista sobre la posibilidad de que con la persona que me voy a reunir sea un criminal. Y los criminales son muy impredecibles. Y si este decide tirar de algo, tener una segunda vía de escape es sabio. Antes de salir, marco el número de la persona que llama en uno de los teléfonos de la remesa que había comprado. Estoy en el coche, así puedo escucharle claramente. Nash me sigue en mi moto. Cuando hemos estado en la carretera durante un par de minutos, marco el número.

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Responde en el primer timbre. —Encuéntrame en el astillero de Ronin Shipping Company’s en veinte minutos. —Cuelga. Otra vez. Maldita sea, esto me toca los cojones. Rechino mis dientes y me aguanto, sin embargo. No tengo otra opción. Trato de mantener un ojo en el camino mientras introduzco la información en el navegador del coche. Me redirige hacia el club y más lejos, así que encuentro el primer lugar donde pueda hacer un giro en U. Nash esta justo en mis talones. En poco menos de veinte minutos más tarde, estoy tirando de la puerta de entrada de lo que parece un enorme cementerio de barcos comerciales. Puedo ver sus enormes formas como negros fantasmas en la niebla. Me quedo mirando la puerta cerrada y la alta cerca perimetral, preguntándome cómo diablos se supone que vamos a entrar. Antes de que pueda salir para hablar con Nash, no obstante, la puerta hace un ruido metálico antes de deslizarse lentamente hacia la izquierda. Bajo mi ventanilla. En estado de alerta, los sentidos ando afuera con todo lo que suene con el movimiento. Aparco el auto dentro del abarrotado estacionamiento. La niebla solo añadiéndose a los ominosos sentimientos del encuentro. Mis focos delanteros cortando a través de esta, pero solo me da visibilidad por un par de metros delante de mí. A esto se añade la sensación de claustrofobia creada por los barcos que se alzan a ambos lados de mí y francamente es espeluznante. Golpeo los frenos cuando mis luces brillan sobre una persona de pie en medio de la carretera. Encaja perfectamente en el entorno global de la noche. Lleva puesto un viejo chubasquero negro y un sombrero de muelle, también en desteñido color negro. Lo único que le falta es un garfio en una mano. Un ejército de muertos. De cualquier manera… Me detengo y espero a ver qué va a hacer. Agita una mano, que es afortunadamente una mano y no un pedazo de un curvado metal brillante, y me hace señas a que avance. Le sigo. Detrás de mí, veo el único faro de la moto. Nash nos está siguiendo de cerca. Inteligente. La figura encapuchada nos lleva a una pequeña estructura como una choza. Tal vez un lugar donde alguien se sentaría y se comunicaría con los operadores de grúas o algo así. El tipo se gira hacia mí y agita su

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mano para que vaya dentro. Pongo el auto en el aparcamiento y apago el motor. Salgo de detrás del volante, mis músculos agrupados y listos para darle una patada el culo a alguien si es necesario. Nash se acerca a mi izquierda. Le miro. Luce serio y mortal. Si no le conociera, podría pensar que es intimidante. Bueno, no, no lo haría. Se necesita mucho para intimidarme. Pero puedo ver que otras personas podrían encontrarle desconcertante. Me pregunto qué le ha pasado que le ha vuelto así. Es muy diferente al chico que solía conocer. Supongo que ambos lo somos. Nos aproximamos a la puerta de la choza. El hombre entra en el interior y se sienta en la silla detrás de una mesa cubierta de botones y palancas. Se quita el sombrero y mira hacia la derecha a Nash. Le reconozco instantáneamente, complexión rubicunda, cara hinchada, espeso pelo castaño y ojos azules llanos. Le vi temprano el día de hoy. Como el ataque de una serpiente, Nash pone un arma en la cara del tipo. Y no le culpo por ponerla ahí. Pero tengo que saber qué demonios está pasando antes de permitirle a Nash poner una bala dentro del cráneo de este hombre. Tengo que saber porque papá introduciría a Duffy en esto como una persona de ayuda. Oigo el suave clic del seguro y me doy cuenta de que Nash está cerca de perder los nervios. —¡Nash, no! Necesitamos hablar con él primero. —No necesitamos nada de este tipo excepto sangre. Montones y montones de sangre. —Su voz es siniestramente tranquila. —Necesitamos saber lo que papá piensa que necesitamos, lo que él piensa que podemos utilizar. Por primera vez, Duffy, quien no parece ni un poco preocupado por el arma en su cara, habla. —Yo era amigo de tu padre. —Su acento ruso es tan tenue, que es apenas perceptible. Pero aun así puedo decir que está ahí. Tiene que haber estado en los Estados Unidos desde hace tiempo. —Entonces debes morir por ser un traidor además de un asesino.

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—Tal vez por ser un asesino, pero nunca por ser un traidor. Era amigo de tus dos padres. Un amigo leal. Sabía lo mucho que Greg quería salir de esto. Y no por su bien. Por el vuestro. Y el de Lizzie. Oírle decir el nombre de mi madre me hace rechinar los dientes. Es como escuchar el suspiro del diablo diciéndolo. —Bueno, tú ciertamente lo comprobaste cuando equipaste el barco con explosivos y luego tiraste del detonador. ¿No es así? —No se suponía que estuviera ahí con los suministros tan temprano. No tenía forma de saber que ella estaba en el barco. —Tal vez no debiste haber metido la pata desde el principio. Pienso que eso estaría más acorde con lo que un amigo haría —gruñe Nash. —Tu padre sabía que tenía que hacerlo, para mantener las apariencias. Sabía que ellos sospecharían de todo el mundo después de que los libros desaparecieran. —¿Los libros?¿Fuiste tú quien le consiguió los libros? Duffy asiente y siento unas pocas náuseas. Cuanto más descubro de mi familia, acerca de mi padre y sus relaciones, más quiero salir de todo esto, lejos de todo esto. Lejos de él. Y probablemente, de Nash también. —Pregúntate esto a ti mismo: Si tu padre realmente no confiara en mí, ¿me habría llamado a mí, de entre toda la gente, para ayudarte? Tiene un buen argumento, pero aun así no confío en las palabras que dice. Para ser honesto, estoy teniendo dificultades para hacer girar mi cabeza alrededor de esta mierda. Hay muy pocas personas de confianza y demasiados criminales. Hay muy pocas respuestas y muchas más mentiras. Muchas más, muchas más, demasiadas mentiras. —Honestamente, realmente no lo sé. La única persona en la que confío en este momento es en mí mismo. Así que pienso que lo que debes hacer es decirnos cémo nos puedes ayudar y largarte de aquí. Porque te puedo garantizar que la próxima vez que alguno de nosotros te vea, también vamos a ver tu cerebro. Esparcido por todo el suelo. Duffy asiente. —Me parece bien. —Su manera dócil en realidad parece como la acción de alguien que ha tenido que vivir con la culpa por muchos años. Al igual que la irracionalidad de Nash, un comportamiento mal concebido visto como la acción de alguien que ha

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tenido que vivir con criminales por muchos años. Criminales y un deseo insaciable de venganza. —Bueno, entonces ¿por qué estás aquí? —Voy a chantajear a Anatoli, la mano derecha de Slava, para conseguir los libros de nuevo. Él es el único en el que Slava confía realmente. —¿Y crees que lo que sea que tienes acerca de él va conseguir que haga eso? —Sí, lo creo. Es suficiente para hacer que me maten, también. Pero se lo debo a tu padre. Él podría haber puesto el dedo de la traición sobre mí, podría haberles dicho que yo fui quien tomó los libros, pero no lo hizo. Y, para recompensárselo, maté a su esposa. Le debo esto a él, tomar este riesgo. —Yo diría que sí, bastardo repugnante —escupe Nash. —Pero una vez que te dé los libros, tienes que estar preparado para moverte rápido. Puedo darte un poco más de ayuda con eso y proporcionarte algunas listas importantes que te ayudarán a atar todo el caso, pero el resto depende de ti. Si arruinas esta oportunidad, no habrá nada que pueda hacer para ayudar, más que asistir a tu funeral. —Tienes que saber que aquí no hay ni la misma probabilidad de lanzar una bola de nieve en el infierno de que nosotros aceptemos tu palabra en esto, ¿de acuerdo? Duffy asiente una vez. —Ve a ver a tu padre. Solo sé cuidadoso con lo que dices. Tienen gente en todas partes. Como ya has estado descubriendo. Tiene razón. Lo he descubierto. Por la vía más difícil. —Y luego, ¿qué? —Luego me mantendré en o cuando tenga los libros y las listas. Después de eso no volverás a oír de mí. —Solo puedo esperar que eso signifique lo que creo que significa. — Nash se burla. —Eso significa que voy a desaparecer de una manera u otra. Este país no va a ser seguro para mí. Mi familia… —Oh, vete a llorar a la iglesia. Porque por ti, esta es toda la familia que me queda —grita Nash con enojo.

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—Entonces estaremos en paz. No le voy a deber a tu familia nada más. —Tú siempre… —Nash —digo cortándole. No tiene sentido hacer amenazas hasta que hablemos con papá. Si podemos utilizar a este tipo y mantener a salvo a Olivia, tengo que dejar abierta la posibilidad por muy desagradable que sea. Ella vale la pena—. Necesitamos hablar con papá. Le miro, esperando que vea lo que quiero decir con mi mirada. Cuando respira hondo y aprieta los dientes, veo que lo entiende. Sabe que esto es como tiene que ser, si va a conseguir su venganza. —Y debes saber que no sabía que era tu novia tras la que me habían mandado ir. Sabía que estaba recogiendo a una chica llamada Olivia Towsend y estaba siendo utilizada para obtener unos libros antes de… deshacerse de ella. No sabía que eras tú hasta que te vi en el almacén. Ahora puedo simpatizar con Nash un poco más. Veo rojo. O tal vez negro. Todo en lo que puedo pensar es en que este tipo había llegado hasta Olivia. El hecho de que él no fue quien la tomó, tomó a Marissa en cambio, no hace la diferencia. La realidad del asunto es que él tenía la intención de secuestrar y matar a Olivia. —Relájate, hermano ¿sí?, Espera hasta que hablemos con papá, ¿de acuerdo, hermano? —Hay un engreído sarcasmo en la voz de Nash. Debí haber sabido que disfrutaría de esto. Pero por el momento, me importa un bledo. Estoy luchando con cada gramo de autocontrol que poseo para no golpear a este hombre hasta la muerte con mis puños, por ver su sangre rociando toda su cara y goteando por su camisa mientras le golpeo, golpeo y golpeo no parando hasta que me sienta mejor, hasta que ya no le esté imaginando teniendo una pistola contra la cabeza de Olivia. Me giro y camino fuera de la caseta. Necesito aire. Montones de aire y mucho espacio. Al estar tan cerca del hombre que no solo mató a mi madre, sino que estaba considerando hacer la misma cosa a Olivia, es demasiado para soportar sin rasgar la garganta de alguien. Sin embargo, soy lo suficientemente inteligente para saber cuándo se me escapa el control. Así que salir fuera es mi única opción. Dejaré que Nash me siga cuando termine. Y ese es el punto, si mata al hombre después de mi salida, entonces que así sea. Encontraremos otra manera. Eso espero.

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Capítulo 29 Olivia

P

uedo apostar que he mirado a la puerta de la oficina diez mil veces, esperando cada vez ver el rostro de Cash allí. Estoy con el alma en vilo. Es como un cuchillo afilado en el estómago cada vez que pienso en él no devolviendo mi confesión de amor. Pero, le amo. Estoy enamorada de él. No puedo imaginar el resto de mi vida sabiendo que murió para salvarme. Si nunca llego a estar con él, a vivir el sueño con él, a obtener todo su corazón, eso nunca cambiará el hecho de que le amo más de lo que alguna vez he amado a alguien o algo. Y solo el pensamiento de él dejando esta tierra, esta vida por mí es insoportable. Incluso si no puedo tenerle, solo sabiendo que está vivo… y sano… y a salvo… sería suficiente. Solo el conocimiento de que está ahí fuera… en algún lugar. Por milésima vez, siento el ardor de las lágrimas detrás de mis ojos Por favor, Dios, por favor, Dios, por favor, Dios. Ese mantra ha estado rondando mi cabeza casi continuamente. No sé cómo en el mundo he hecho una sola bebida esta noche. Debo tener un maldito piloto automático muy impresionante. Mientras no sea para vestirme, claro. Una vez más, le echo un vistazo a la puerta. Mientras mis ojos van a la deriva, llenos de desilusión, pasan a Marco. Él sonríe. No es una sonrisa coqueta, ni una particularmente feliz. Es más una sonrisa de empatía. Me pregunto que estará pensado, lo que sabrá. No estoy segura de por qué me importa siquiera. Si las cosas no funcionan entre Cash y yo, no estaré trabajando aquí por mucho tiempo más de todos modos, ¿así que cual es el problema? Eres una idiota. Ese es el problema. Cierto. Muy cierto.

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Veo las luces de la sala atenuarse. Así es como sé que a continuación viene una canción lenta. Eso es justo lo que necesito, una canción sensiblera para que termine de arrancarme el corazón. Reconozco la canción de Saigon Kick después de los primeros compases. Mi padre me enseñó bien. Como sospecho, se siente como un cuchillo en el pecho. La preocupación por Cash junto a la letra de la canción es suficiente para quitarme el aliento. Literalmente. Por unos segundos siento que no puedo respirar. Pero luego, de pronto, puedo. Ahí, parado en la entrada de la oficina, está Cash. Sus ojos se cruzan con los míos y los siento, realmente los siento por todo mi cuerpo. Es como pararse desnuda en medio de la noche durante una cálida lluvia de verano. Él está en todos lados. Está en mi piel, bajo mi piel, en mi corazón, en mi alma. Siento que podría explotar por el deseo de ir hacia él. Toma cada ápice de mi fuerza de voluntad quedarme quieta, controlar mi expresión. Fingir. Pero lo hago. De alguna manera, lo hago. Hasta que empieza a caminar hacia mí. Y entonces me detengo. Detengo todo. Dejo de moverme, de respirar, de pensar. Todo lo que puedo hacer es mirar fijamente las largas piernas de Cash comerse la distancia entre nosotros. Sin una sola palabra, abre su camino a través del gentío. Cuando me alcanza, da un paso hacia el bar, llega hasta él y me ofrece su mano. Sus ojos todavía están en los míos y el resto del mundo ha desaparecido. Repentinamente no importa quién esté mirando. Nada importa más que Cash. Nada lo ha hecho nunca. Y nada nunca lo hará de nuevo. Deslizo mis dedos en los suyos y le da un tirón a mi mano. Me paro en la barandilla y pongo una rodilla en la barra. Cash libera mi mano, me alcanza y me arrastra de la encimera pulida hacia sus brazos. Puedo sentir su respiración, saliendo caliente y rápida, abanicando mis mejillas. Puedo sentir su necesidad, salvaje y hambrienta, abrazando mi alma. Y, solo por un segundo, creo que puedo sentir su amor, también. Me quema, pero de una manera completamente diferente. Como una marca que dice que siempre seré suya y que él siempre será mío.

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Y luego deja caer su cabeza y sus labios cubren los míos. Vagamente, escucho gritos, chillidos y aplausos, pero no me importa. No me importa quién vea o quién sepa o cómo se sientan al respecto. Me importa el hombre llevándome. Siempre llevándome. Cuando Cash alza su cabeza, su boca esta curvada en una sonrisa coqueta. —¿Te he dicho que te amo? —pregunta. Mi corazón hace un triple salto mortal justo dentro de mi pecho, uno que siento que se refleja en mi radiante sonrisa. —No, estoy bastante segura de que lo habría recordado. Cash empieza a caminar hacia las escaleras laterales, las que llevan a la habitación VIP donde le conocí por primera vez. No me importa a donde me lleve, con tal de que no me deje ir. Nunca. —Bueno, es tu culpa. Cada vez que tuve una gran oportunidad de decírtelo, tú lo hacías antes que yo. Y sabes tan bien como yo que no soy el tipo de chico que deja que alguien le robe protagonismo. Me gusta que mi protagonismo sea grande. Y ruidoso. —¡Oh! Sé que te gusta —bromeo—. Y esta vez —digo, inclinando mi cabeza hacia la multitud que vitorea—, lo tienes. Con creces. —Lo curioso es que lo único que quiero es a ti. Solo a ti. Si fuera por mí, haría al mundo desaparecer y seríamos solo nosotros. Solo tú y yo. —Desearía que fueras un mago. —Bueno, no soy un mago, pero si tengo algunos trucos bajo la manga —dice con un guiño. —¿Los tienes? —Los tengo. ¿Quieres verlos? —Por supuesto. Tomando las escaleras de a dos a la vez, en la cima, Cash se dobla para que yo pueda abrir la puerta de la habitación VIP lo suficiente para que pueda deslizarse dentro. Se cierra automáticamente detrás de nosotros. Me lleva hasta el centro de la habitación y me pone en pie. Miro alrededor del interior que representó el día en que mi vida cambiaría

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para siempre. No se ve para nada físicamente diferente —alfombra negra, paredes negras, luces locas, una pared completa de espejos bidireccionales que se ven como ventanas, y la barra que se encuentra en frente de ellos— pero se siente como la noche y el día. Como si alguien—ejem, Marco, ejem—supiera que veníamos para acá arriba, la música aumenta y una canción llamada Lick It Up12 suena. Camino hacia las ventanas y le echo un vistazo al bar. Marco me está sonriendo. Me saluda como si pudiera verme y yo me río. —Creo recordar algunos asuntos pendientes aquí arriba. ¿Nada de eso te suena? —¿Por qué, no puedo imaginar a que te refieres? —digo con mi acento sureño más inocente. —Creo que estoy usando demasiada ropa. Y creo que tienes que encargarte de eso. Ahora. Empezando por esta molesta camisa. Cash sostiene sus brazos, al igual que lo hizo la primera noche que le conocí. Camino lentamente hacia él y le alcanzo alrededor de la cintura. Saco su camisa, al igual que lo hice la primera noche que le conocí. Mis senos rozan su pecho y sus ojos ponen mi cuerpo en llamas, exactamente como lo hicieron la primera noche que le conocí. Tiro su camisa sobre su cabeza y la lanzo a un lado. —Ahora los vaqueros —ordena. Una ceja se alza y agrega—: De rodillas. Obedientemente, me dejo caer de rodillas enfrente de él. Mis ojos en los suyos, me estiro y desabotono sus vaqueros. Puedo sentir su impresionante dureza luchando contra las costuras mientras mi muñeca roza su cremallera. Empiezo a bajarla, pero me detiene con sus palabras. —Con tus dientes. Una pequeña sensación de emoción corre a través de mí, pero cumplo. Llegando alrededor de él, planto mis manos en su firme, redondo trasero y me inclino para acariciar con mi nariz sus vaqueros hasta que puedo tomar el pequeño tirador dorado de su cierre. Uso mi lengua para levantarlo y agarrarlo entre mis dientes, y veo a Cash retener el aliento. Sonrío mientras tiro del cierre abierto, liberándole.

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Es una canción de la banda Kiss que salió en 1982. Su título significa “Lámeme”.

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Entrando en su pequeño juego de tortura, le aprieto el trasero y le acerco a mi boca mientras corro mi lengua desde la base de su grueso eje todo el camino hasta la punta. Le oigo gemir mientras cierro mis labios alrededor de la punta. Sus dedos se sumergen en mi cabello y se contraen, sosteniéndome solo por un segundo. —Bájalos —grazna. Estoy satisfecha con su nivel de excitación. Dos pueden jugar este juego. No le digo el placer que es pasar mis manos por su cintura, dejar a mis manos deslizarse por sus suaves, perfectamente redondeadas nalgas, dejar a la punta de mis dedos bajar por sus poderosos muslos. No le digo lo perfecto que es, que nunca he conocido un hombre tan impecablemente construido. Cuando llego a sus tobillos, patea sus zapatos y sale de sus pantalones. Me levanto lentamente hasta estar parada, dejando a mis ojos y dedos arrastrarse sobre cada duro centímetro de él mientras lo hago. Se inclina para besarme, pero me aparto rápidamente, haciendo un esfuerzo por pavonearme hasta la barra. Si quiere jugar, jugaremos. Empujo mis zapatos fuera de mis pies y me giro para reclinarme contra la barra antes de subirme a ella. Sin que mis ojos dejen nunca los suyos, me paro en mis pies, alzándome sobre él mientras muevo mis caderas al ritmo del fuerte bajo. Sé por la mirada en su cara que quiere estar dentro de mí. Ahora mismo. En este instante. Y mucho. Pero no le dejaré. Todavía no. Si quiere una stripper, le daré una stripper. Lentamente, cruzo mis brazos sobre mi pecho, doblando los dedos en el borde de mi camiseta sin mangas y la arrastro, centímetro a centímetro, por mi cuerpo y la deslizo gentilmente sobre mi cabeza. Sacudo mi cabello fuera del cuello y le lanzo el pequeño fragmento de material negro a Cash. La atrapa y, con una sonrisa maliciosa, la lleva a su rostro e inhala. Dejando el placer que siento en mi alma rezumar, le sonrío a Cash mientras desabotono y abro la cremallera de mis vaqueros, menando mis caderas mientras los dejo caer por mis piernas. Veo sus ojos viajar con ellos. Los siento como una caricia caliente y urgente.

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Salgo del material, y con un golpecito de mi pie también se lo lanzo a Cash. Los atrapa y, justo como hizo con mi camiseta sin mangas, los lleva hasta su cara e inhala. Sus ojos brillan hacia mí por sobre ellos. Deslizo primero un tirante del sujetador luego el otro por mis brazos, revelando la mayor parte de la parte superior de mis pechos, pero no los pezones. Tímidamente, le doy la espalda, ojeándole sobre mi hombro mientras desengancho la banda de encaje y tiro de ella. Sonríe e inclina una ceja. Le guiño y le lanzo mi sujetador. De nuevo, toma la tela y entierra su cara en ella, tomando una respiración profunda. Cierra sus ojos mientras lo hace, como si estuviera respirando una parte de mí, una parte de mi alma. Espero a que abra los ojos antes de deslizar mis manos hacia abajo por mis costados hasta la banda de mis bragas. Casi puedo saborear su anticipación. Es espesa en el aire. Así que me detengo. Y sonrío. Sus perfectos ojos están en los míos y sus perfectos dientes blancos están mordiendo su perfecto labio inferior. Asiente una vez y le veo agacharse y palmear su erección, deslizando sus dedos lentamente hacia abajo y hacia arriba por toda su longitud. Siento un dolor bajo en mi estómago que me asegura que soy tan víctima de este juego como él. Pero no puedo parar ahora. Muevo mis bragas lentamente una fracción hacia abajo. Los ojos de Cash caen sobre mi trasero y le veo tomar una respiración y sostenerla. Yo me giro ligeramente hacia el lado y, tan lento como puedo, arrastro el material hacia abajo por mis piernas, doblándome profundamente por la cintura. Oigo a Cash hacer un sonido que me dice lo mucho que está disfrutando lo que estoy haciendo, lo que está viendo. Dejo a mis manos arrastrarse hacia arriba por mis piernas y mi cintura mientras me enderezo. Habla en voz tan baja, tan áspera, que casi no le escucho cuando dice: —No te muevas. Camina hacia mí, deteniéndose en mis pies y mirando por encima de toda mi parte posterior. Su mirada es abrasadora. ¿O es solo mi mente? Se inclina y pienso que va a tocarme, pero no lo hace. Se extiende a través de la barra y agarra una botella de Jack13 del estante debajo de esta.

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Se refiere a la marca de whisky Jack Daniel’s.

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Le estoy mirando desde arriba, cada nervio de mi cuerpo vivo y esperando a que me toque. Pero todavía no lo hace. En su lugar, sus ojos trabados en los míos, desenrosca la botella de Jack y sirve un chupito. —Date la vuelta —ordena. Hormigueante de emoción, hago lo que pide, deteniéndome de cruzar mis brazos sobre mi pecho con timidez. Me paro orgullosamente ante él, demasiado entusiasmada con lo que viene a continuación para sentirme muy insegura. —De rodillas. Me hundo de rodillas en la barra enfrente de él. Sus oscuros ojos personifican todo lo travieso, sexy, sucio, caliente y tabú que puedo imaginar, y siento su calor todo el camino hasta mí centro. Y estoy tan lista para él, que me duele del cuello para abajo. —Extiende tus piernas. Separando lentamente mis rodillas, de nuevo hago lo que dice. Veo sus ojos mientras se deslizan sobre mis pechos, bajando por mi estómago y se detienen justo entre mis piernas. Juro que realmente puedo sentirle allí, sentir su lengua, sentir sus dedos, sentirle moviéndose dentro de mí. Jadeo, pensando que no puedo aguantar un segundo más, pero luego su mirada parpadea de vuelta a la mía. Me entrega el vaso de chupito. —No te lo tragues. Tomo el líquido en mi boca y lo mantengo ahí, mirándole, esperando a que hable, preguntándome que sigue. —Ahora abre la boca. Lentamente. Deja que caiga afuera. Bajando por tu mentón. Separo mis labios y dejo al fogoso líquido rezumar entre ellos. Se escurre por mi mentón y garganta, virando a la izquierda y viajando sobre mi pezón luego goteando sobre mi muslo izquierdo. Desde ahí, el riachuelo empieza a desviarse hacia dentro, hacia mi centro. Cash se inclina hacia adelante y lo detiene con su lengua. Empezando justo al lado de mi rodilla, lame el licor desde el interior de mi pierna todo el camino hasta la curva de mi muslo. Traza el doblez ahí, acercándose peligrosamente al palpitar que parece nunca cesar cuando está cerca. Pero se detiene justo antes de este, lo

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suficientemente antes como para que yo quiera gritar. Lame su camino por mi estómago hasta mi pezón, donde lame y chupa hasta que cada gota de alcohol está en su boca. Todavía sin poner una mano en mí, Cash se estira a mi lado y sirve otro chupito. Me lo entrega. —De nuevo. Repito los pasos, solo que esta vez Jack gotea de mi mentón directo al centro de mi pecho, entre mis senos y sobre mi estómago. La primera gota que se desliza a través del corto vello entre mis piernas golpea mi caliente, sensible carne como un cosquilleo de electricidad. Dejo el resto del líquido fluir por mis labios, híper consciente del riachuelo que está fluyendo entre mis piernas. Estirando su mano, Cash mueve un dedo entre mis piernas, mojándolo en el whisky que se está acumulando allí. Sus ojos se alzan hacia los míos mientras desliza ese dedo dentro de su boca. —Mmm, delicioso —ronronea. Inclina su cabeza y besa el interior de mi muslo—. Pero ni de cerca tan bueno como tú —con una gran caricia, lame la abertura entre mis piernas—. Ni siquiera quería pensar en no volver a probarte jamás —susurra. Su boca esta tan cerca de mi húmedo cuerpo que puedo sentir su aliento cálido—. ¡Oh, Dios! Como sabes… Plantando sus manos en el interior de mis muslos, Cash los separa aún más y presiona su boca contra mí. Con un gran empujón, su lengua está dentro. Si estuviera parada, colapsaría. El whisky fue como electricidad, pero esto… esto es como un rayo. Me estiro y enredo mis dedos en su cabello corto, sosteniéndole hacia mí mientras mueve sus labios y lengua, chupando, lamiendo, penetrándome una y otra vez. Me estoy presionando contra él, moviendo mis caderas contra su rostro. La familiar tensión dolorosa se está construyendo dentro de mí cuando repentinamente se detiene. Podría llorar. O gritar. —Todavía no, nena —dice suavemente, poniendo su mano en el centro de mi pecho y empujando. Me giro y me acuesto en la barra. Cash salta hacia mí, ubicándose entre mis piernas—. Quiero que te corras sobre mí, mientras te lleno completamente, estirándote apretadamente.

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Dobla cada una de mis rodillas hasta que mis pies están planos en la barra, y luego siento su lengua de nuevo, probándome, haciendo círculos calientes sobre las partes más sensibles, dándome punzantes empujes en las otras. Usa primero uno, luego dos dedos dentro de mí, doblándolos y frotándome desde dentro mientras los tira dentro y fuera de mí. En segundos, estoy justo de nuevo donde estaba, montando las cúspides de un inminente orgasmo. De nuevo, para. Justo antes de que caiga sobre el borde. Mi respiración es irregular al igual que la de él mientras se mueve hacia delante, arrastrándose de rodillas debajo de mi cadera, y agarrando mis brazos para ponerme encima de él, mis piernas fuera de las suyas. Como dos piezas de un rompecabezas perfectamente diseñado, quepo perfectamente contra él, su dura longitud deslizándose entre mis pliegues, acariciándome, incitando mi abertura. Aplasta mis caderas contra las suyas, bajando entre los dos para mover sus dedos aún húmedos sobre mí. —¿Qué dirías si te dijera que pueden vernos? —pregunta, inclinando la cabeza hacia un lado, hacia el banco de vidrio a mi izquierda. Mi corazón martillea en mi pecho—. ¿Qué si te dijera que el espejo solo funciona cuando las luces están encendidas aquí arriba? ¿Qué si te dijera que ellos pueden vernos si se molestan en mirar hacia arriba? ¿Eso te excitaría? —Empuja sus dedos dentro de mí y siento a mi cuerpo apretarlos, jalándolos, ansiando la penetración—. Oooo, te gusta eso, ¿cierto? Te gusta la idea de tal vez ser atrapada, de tal vez ser vista, ¿no es así? Con sus manos en mis caderas, me mantiene quieta, su punta posicionada justo en mi entrada. —Dime que te gusta —instruye. Respirando pesadamente, casi lista para rogarle, ito la excitación que ya sabe que siento: —Me gusta. Rápidamente, me baja y flexiona sus caderas, clavándose dentro de mí. No puedo detener los gemidos de placer que salen de mis labios. — ¿Cómo te sentirías acerca de ellos viendo tu hermoso cuerpo? ¿Acerca de ellos viéndome lamerte y tocarte? —Como si fuera para hacer un punto, Cash mete mi pezón dentro de su boca y chupa. Duro—. ¿Te gusta la idea de alguien viéndote montarme? ¿Viéndote deslizarte arriba y abajo sobre mí? ¿Viendo tu rostro cuando te corras por mí? ¿Viendo tu boca mientras dices mi nombre, una y otra vez?

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¡Sus palabras! ¡Malditas sean él y sus palabras! Hacen que olvide que me importa cualquier cosa. No puedo pensar. Solo puedo sentir, sentir sus dedos mordiendo mis caderas, sentir su boca en mi mentón, sus labios en mi garganta, sus dientes en mi pezón, sentir su respiración, su cuerpo conduciéndose dentro de mí. —Te gusta eso, ¿no es así nena? ¿Te gusta que hable para ti, que te haga decirme cosas? —Sí —respondo sin aliento. Refuerza mis manos en su pecho mientras se inclina hacia atrás, flexionando sus caderas debajo de mí mientras le monto, dejando a mi cuerpo deslizarse incluso más sobre el suyo. —¡Oh, demonios! Tan profundo —gime. Me levanto y caigo sobre él. Sintiendo cada penetración golpeando a través de mí. Cash se reclina en un codo y lleva su otra mano entre nosotros para tocarme. Con su pulgar, me frota. El aire deja la habitación y no puedo respirar. Estoy jadeando, diciendo cosas, todo tipo de cosas. Ni siquiera sé qué tipo de cosas, pero sé que son cosas obscenas y que a Cash le encanta. —Sé que eso se siente bien, puedo sentirte absorbiéndome, poniéndote más estrecha. Tan. Estrecha —respira—. Dime que te gusta. —Oh Dios, me encanta. —Dime lo que quieres. Quiero escucharte decirlo. —Quiero —empiezo, incapaz incluso de terminar la frase. —Dilo, nena. Dímelo. —No quiero que pares. Quiero que me hagas correrme. Cash gime y mueve sus dedos más rápido, en pequeños círculos apretados. Cada golpe mandando a mi cuerpo más alto y más alto. —¿Quieres que te haga correrte? Te hare correrte tan fuerte que no podrás decir nada más que mi nombre —fuerza a que salga a través de dientes apretados. Cash se sienta repentinamente, rodando hacia adelante y deslizándome debajo de él. Agarra una de mis piernas por detrás de la rodilla la empuja contra mi pecho. Enérgicamente, se empuja dentro de mí. Una vez, dos veces y luego estoy explotando.

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Espasmos derrumban todo mi cuerpo, trayendo con ellos una cascada de sensaciones—ola tras ola de estos—que nunca antes he experimentado. No puedo abrir mis ojos. No puedo encontrar mi respiración. No me puedo mover. Solo puedo sentir mientras me oigo a mí misma decir el nombre de Cash. Una y otra y otra vez.

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Capítulo 30 Cash

O

livia está extendida sobre mí. Nos doy la vuelta poco tiempo después de que recuperamos el aliento para no aplastarle. Estoy seguro, que para ella, me siento como que peso una tonelada. Para nada como ella. Si no fuera por su calidez, casi olvidaría que está ahí. Es ligera como una pluma. Como tiene el hábito de hacerlo, está trazando mi tatuaje. Suspira. —¿Alguna vez me dirás sobre que trata todo esto? —Suena contenta, satisfecha. Puedo escucharlo en su voz. Ella bien podría estar ronroneando. —Si miras lo suficientemente de cerca, puedes ver todos los elementos separados de la historia —tomo mi dedos y trazo cada parte mientras le explico que significa—. Estas son las llamas que quemaron aquel bote. Y mi vida. Estas son las alas que volaron con la familia que una vez conocí. Este es algo así como la versión del símbolo del yin yang, por mí y mi gemelo perdido. Y esta rosa es por mi madre. Que siempre descanse en paz. —¿Qué es esto? —pregunta, corriendo su dedo sobre la escritura que se enrolla alrededor de mi bíceps, justo debajo de donde las llamas empiezan. Es ininteligible ahora. La bala raspó parte de ella. —Solía decir ‘Nunca Olvidado’. —Y esta herida lo arruinó todo. Pongo un brazo bajo mi cabeza y la miro. Ella lleva sus ojos líquidos hasta los míos. —Está bien. Y valió la pena. Cierra los ojos. Como si estuviera cerrando algo doloroso. —Podrías haber muerto —dijo en voz baja. —Hey —le digo, esperando a que abra los ojos y me vea—, ahora sabes que lo digo en serio cuando digo que tomaría una bala por ti. Olivia, te amo. Gustosamente tomaría una bala o un cuchillo o una patada en el

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trasero o… lo que sea para mantenerte a salvo. —Sus ojos color esmeralda brillan con lágrimas no derramadas—. No se supone que eso te haga estar triste o molesta. —No lo hace —dice con una voz temblorosa—. Solo me hace feliz, escucharte decir esas palabras. —¿Lo hace? —Sonrío. Me sonríe de vuelta. —Sí, tal vez solo un poco. Corro mis dedos hacia arriba para hacerle cosquillas y encuentro que esta pegajosa. —Por mucho que me encantaría quedarme aquí contigo por algunos días más, supongo que deberíamos ir abajo y dejarte limpiarte. Eres un desastre pegajoso. —¿Me pregunto por qué? —No estoy exactamente seguro, pero si realmente necesitas saberlo, podríamos intentar recrear varios escenarios hasta que descubramos el que causó que quedaras tan… pegajosa. —¿Lo prometes? —¡Joder, sí, lo prometo! La beso en los labios y le golpeo en el trasero antes de ayudar a quitar su pecho del mío. Hago lo mejor que puedo por ignorar la forma como sus pezones se tensan con la estimulación. Siento ese tirón delator entre mis piernas que dice que una parte de mí no puede ignorarlo. Su siguiente comentario, sin embargo, aplasta efectivamente cualquier señal de una erección. —Así que, ¿qué está pasando con Nash y Marissa? —No sé. No me importa. —¿De verdad? ¿No te importa lo que pase con Nash? Hago un gesto de desdén. —No es como si deseara que el tipo estuviera muerto o algo, pero ya no es como el hermano que recuerdo. —Tal vez los dos solo necesitáis un tiempo para reencontraros el uno al otro, con el hombre en que os habeis convertido. Hago un gesto de desdén de nuevo. —Tal vez. ¡Pero no estoy haciendo promesas!

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Nos vestimos, volvemos abajo y hacemos nuestro camino hasta mi apartamento. Cuando abro la puerta de la oficina, estoy un poco sorprendido de ver a Marissa sentada en el sofá. —¿Qué estás haciendo aquí? —Esperando a… Nash —tropieza sobre el nombre, lo que me deja saber sin preguntar que ella se da cuenta de lo que está sucediendo. Bueno, al menos esa parte de ello, no todos los demás detalles. —¿No ha vuelto? Se suponía que estaría justo detrás de mí. —No le he visto. Y tampoco a Gavin. Hormigueos de sospecha alzan el vello en la parte trasera de mi cuello. —Le llamaré y averiguaré dónde está —le digo a Marissa, sacando mi teléfono. Y averiguaré qué diablos está sucediendo. Selecciono su número de la lista de los marcados recientemente y espero a que suene del otro lado. Cuando lo hace, escucho un amortiguado sonido viniendo de la otra habitación. Pienso por un segundo que debe ser uno de los teléfonos desechables que Olivia y yo hemos estado usando. Probablemente esa maldita Ginger. Pero luego escucho el pitido de la línea contra mi oreja de nuevo seguido directamente por otro sonido amortiguado en la habitación de al lado. Llevando el teléfono conmigo, camino de vuelta a mi apartamento. Escucho el pitido de nuevo y suena como si estuviera viniendo de mi cuarto. Me dirijo hacia esa dirección. Cuando rodeo la esquina, escucho el tono de llamada de nuevo. Suena mucho más claro. El interior de mi cuarto esta en tono negro debido a que no hay ventanas que dejen entran luz de las calles o la luna. Enciendo el interruptor para encender la luz del techo y ahí, tendido inconsciente en mi cama, está un sangriento Nash. Escucho a alguien jadear detrás de mí. Si tuviera que adivinar, diría que Marissa. Parece estar en algún estado alterado, probablemente relacionado con la conmoción. Pero ¿no sería un puto milagro si todo este sufrimiento hiciera que fuera menos bruja? Me giro para verle asomándose a mi alrededor, sus manos cubriendo su boca, sus ojos amplios y aterrados.

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—¡Oh, Dios mío! ¿Qué le han hecho? Para mi gran sorpresa, se escurre de mi lado y se apura hacia el suyo. Se para allí mirándole, su cabeza yendo hacia atrás y volviendo mientras le revisa de la cabeza a los pies y de vuelta. Pero no se mueve de otra forma. Estoy seguro, de que con la forma en que se crió, Marissa no tiene ni idea de que hacer en este exacto momento. Estoy impresionado de que haya incluso intentado estar preocupada. Camino hasta la cabecera de la cama y miro más a mi hermano. Su cabeza tiene un golpe bastante feo. Se verá como un maldito arcoíris por la mañana. Un arcoíris hinchado, eso es. Sus nudillos se ven mal, también. No puedo evitar sonreír al hecho de que probablemente le dio a alguien una grandiosa pelea. Es cuando llego a su abdomen que me preocupo. Su chaqueta de cuero negra ha caído a su lado y puedo ver la humedad manchando su camiseta negra. También puedo ver el corte dentado en el material, revelando piel sangrienta y un corte en el costado debajo de este. —Olivia, llévate a Marissa y ve por Gavin. Está trabajando en el bar en tu lugar. Por el rabillo del ojo, veo a Olivia saltar a la acción. Marissa, sin embargo, todavía está parada a mi lado, viéndose como un venado atrapado en las luces del auto de alguien. —¡Marissa! —grito duramente. Ella salta como si le hubiese sorprendido. Gira sus confundidos ojos hacia mí—. Ve con Olivia. Asiente casi robóticamente y gira para dejar a Olivia sacarle de la habitación. Me doy cuenta que mientras se va, sigue mirando de vuelta a la cama. Esto le empujará al borde seguramente. Si ya no está malditamente loca, esto deberá encargase de eso. Devuelvo mi atención a Nash. Reviso su pulso, que es fuerte. Siento una oleada de alivio. No quería alarmar a las mujeres, pero la primera vez que lo vi, me pregunte si estaba muerto. Puede que no tenga mucho cariño por este nuevo Nash, pero igual dolería como el demonio perderle una segunda vez. Tan fácilmente como puedo, palpo los huesos alrededor de sus ojos y mandíbula. Nada se siente roto. Es algo bueno que los Davenport tengamos huesos fuertes.

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Palpo por su cabello para ver si puedo sentir alguna gran herida en la cabeza, pensando que esa puede ser la razón de que esté inconsciente. Siento un bulto del tamaño de un huevo de ganso en la parte trasera de su cabeza. Por lo que sé de heridas en la cabeza, sin embargo, una protuberancia hacia afuera siempre es mejor que una hacia dentro. Hago mi camino hacia su lado. Levanto la camisa de su estómago y examino lo que se ve como una herida de apuñalamiento. Gracias a Dios solo está rebosando brillante sangre roja ahora, lo que significa que probablemente no golpeó nada de importancia, como una arteria o un órgano. Oprimo suavemente su estómago. Todavía se siente suave y sé que eso es una buena señal, también. Cuando mis dedos se acercan a su costado, gime y rueda su cabeza. —¿Estás bien, hombre? —pregunto. Oigo a los demás volver justo antes de que Gavin aparezca a mi lado. —¡Cristo! ¡Alguien le dio una paliza! Nash abre una rendija en su ojo y fulmina a Gavin. Es curioso que pueda expresar tanto sentimiento en ese pequeño gesto. —Bésame el culo —murmura a través de sus hinchados y reventados labios. —¿Qué diablos ocurrió? —le pregunto. —Alguien me alcanzó en la moto. Creo que es seguro decir que vas a necesitar una nueva. ¡Mierda, mierda, mierda! —¿Sabes quién fue? —Nah. Vinieron por detrás de mí, salieron de la nada. Me destrozaron y luego golpearon la jo… —Nash se detiene a sí mismo, abriendo su ojo de nuevo y mirando a Marissa y Olivia—. Lo siento. Me cagaron a golpes mientras estaba en el suelo. Uno de esos bastardos rusos me apuñaló y luego fueron por mis bolsillos, palpándome hacia abajo. —¿Qué buscaban? —Mi teléfono, creo. Lo mantengo en mi bota para no perderlo, de todos modos. Silbo a través de mis dientes. —¿Qué pasa? —pregunta Olivia.

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—Pensé que estaríamos a salvo ahora. O al menos más seguros. —Lo estareis. Por un tiempo de todas formas. Esto fue solo una advertencia. Tenemos tres días para conseguirles el resto de las copias y dijeron que estaríamos igualados. Si no, vendrán por nosotros. —Pero podemos ir a la policía con ellas. ¡Eso puede incriminarles! —Supongo que no es suficiente para asustarles. Una parte de mí se preguntó si eso sería lo suficientemente efectivo para mantenerles alejados. Evidentemente no. —¿Tres días, huh? —Tres días. —Um, sé que quien quiera que sea la gente con la que estáis involucrados es un tema muy serio, pero ¿no pensáis que deberíamos llevarle al hospital? —Interviene Marissa. —¡No! —Nash ruega—. Nada de hospitales. Guardan registros. Y llaman a las autoridades. —Bueno, no podemos simplemente dejarte aquí y que mueras. —No te preocupes, compañero. Conozco a un sujeto —ofrece Gavin. —¿Un sujeto? —Nash pregunta—. No necesito que me liquiden, solo que me curen. —Sí, también puede hacer eso. No digo nada respecto al "también". Diría que los asociados de Gavin son algo... oscuros. —Sin embargo no sé si vendrá a un lugar tan... público. Pienso por un segundo. —¿Crees poder caminar? —le pregunto a Nash. Intenta no encogerse. —Sí, estoy bien. —Puedes ir al apartamento, te verá ahí. —¿Por qué no vamos a mi casa? De esa forma puedo mantener un ojo sobre él —sugiere Marissa. —Es muy peligroso —dice Olivia. —De acuerdo —Nash agrega.

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—Yo también me quedaré —ofrece Gavin—. No puede defenderse por sí mismo en este estado. Me puedo quedar por un día o dos, vigilarlos. —No hay necesidad de eso. Quienes sean estas personas ya le dieron un ultimátum, ¿no sería poco probable que le atacaran otra vez? Si le quisieran muerto, ya lo estaría —Marissa de alguna forma es la calmada voz de la razón—. Estaremos ahí por nuestra cuenta. —Pensé que te estarías quedando con tu padre —dijo Olivia. —No, no soporto estar ahí. No con él. Siento que ya no conozco a nadie. —Entonces iré y me quedaré contigo —dice Olivia. —Absolutamente no —digo bruscamente. —¿Por qué no? No puede estar sola siendo su única protección alguien que ha sido apuñalado. —Necesitas quedarte aquí conmigo. —No, no, estaré bien. Nos han dado tres días. Estoy segura que nos dejaran en paz hasta entonces. —Olivia, no quiero correr el riesgo. Fin de la historia. —Fin de la historia, ¿huh? ¿Entonces no tengo cartas en el asunto? Puedo ver las chispas volando desde sus ojos. Es una situación de tensión y tiene los pelos de punta. Es algo así como excitante, pero ahora no es ni el momento ni el lugar para estar pensando en cosas como esas. Me fuerzo en tomar un hondo respiro antes de responder. —No pretendo ser el insensible dictador, pero no es una buena idea que vuelvas ahora. —¿Pero está bien para Marissa? —Más que para ti, sí. —Más, pero, ¿no completamente? —¿Completamente? Probablemente no. —Entonces está decidido. Iré también —Olivia se gira hacia Gavin—. ¿Puedo ir contigo?

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Amo a Olivia, pero en este instante, me gustaría estrangularle. —No, no puede. Él se quedará aquí cerrando mientras llevamos a Nash a donde Marissa. Olivia mira a Gavin y él se encoge de hombros, dándole una sonrisa diciendo que se mantendrá fuera del asunto. —¿Puedes hacer que tu amigo nos encuentre allí? —Eso creo, me debe una. —Entonces está bien —me giro hacia Nash—. ¿Necesitas ayuda para llegar al auto? —Nah, lo tengo bajo control —lo dice casualmente, pero puedo ver el sudor saliendo de su frente mientras intenta ponerse en pie. Cuando logra ponerse a sí mismo sobre sus pies, Olivia le sostiene de un lado y Marissa del otro y le ayudan a recorrer la corta distancia desde el cuarto al garaje donde está aparcado el auto. Tan pronto como pasa cojeando veo sus labios torcerse. ¡Ese bastardo está disfrutando de esto! Mientras que eso podría ser gracioso si fuera alguien más, con él, no me estoy riendo. No le quiero tocando a Olivia. No le quiero cerca de ella en realidad. Es irracional y probablemente más que un poco relacionado con celos, pero no me importa. Es lo que es. No cambia la forma en cómo me siento respecto a ello. Aprieto mis dientes hasta que le tienen situado en el asiento trasero. Todo lo que le falta es un beso en la frente de parte de cada una de ellas. Siento ganas de maldecir. Marissa aparca en el callejón del lado, así que espero a que salga y la sigo. Nadie en el auto dice una palabra todo el camino hasta el apartamento. Cuando hemos aparcado, ambas chicas se pelean por servirle a Nash de nuevo, lo que me hace dar ganas de rodar mis ojos. Pero no lo hago. No soy tan estúpido. Si me atrapan, solo me haría ver como un imbécil, lo que, a este punto, soy. Al menos hacia Nash. Sé que está disfrutando esto. Probablemente está disfrutando de poner mis pelos de punta mientras se inclina hacia Olivia. Capullo.

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—Llaves —le digo a Marissa mientras paso a su lado. Me las entrega y camino delante para abrir la puerta. La empujo abierta y pauso un segundo para escuchar. Cuando no escucho nada, giro el interruptor de la luz hacia la derecha y miro alrededor. Se ve exactamente como se veía hace unas noches cuando volví para buscar las cosas de Olivia. Eso es algo bueno. Creo que podría patear la mierda fuera del camino, hacer un camino más fácil para Nash. Pero luego pienso en ese petulante giro de sus labios y decido que podría servirle de algo si se cae sobre su arrogante trasero. Miro de vuelta a la puerta. Los tres están solo parados allí. —¿Y bien? —les apuro. Veo a Nash y Olivia dar un paso hacia delante. Marissa no lo hace. Olivia mira hacia ella. —Sabes que no tienes que hacer esto. Puedes volver a donde tu padre. O a donde Cash. Nadie te culparía si no quieres volver aquí nunca más. Debo darle crédito a Olivia. Ella lo logró. Marissa se ve muerta de miedo. Es pálida normalmente, pero se ve casi muerta en la baja luz. Sus ojos dan vueltas entre la entrada y Olivia. Le escucho dar una respiración temblorosa. Lo ito, si esto es una actuación, Marissa es buena. Malditamente buena. Mejor de lo que le habría dado crédito. —No, necesito hacer esto. No puedo vivir asustada para siempre. Volver a montar el caballo, ¿cierto? —dice con una sonrisa débil. —Yo tomaré a Nash. Tomate tu tiempo. Marissa toma un gran aliento y sacude la cabeza. —No, estoy bien. Tal vez, es algo de familia, esa habilidad de físicamente recogerse a sí mismo sin ayuda de nadie, porque Marissa está haciendo lo que he visto hacer a Olivia un par de veces. Ella se está recogiendo a sí misma por su propia cuenta. Tal vez tiene suficiente de Olivia en ella para hacerle un ser humano semi-decente después de todo. Los tres hacen el camino dentro del apartamento. Para el momento en el que alcanzan la sala, pienso que Nash está apoyando a Marissa más que ella a él. —Por aquí —dice, direccionándoles hacia su habitación—. Puede quedarse con mi cuarto. Yo tomaré el sofá.

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Nadie discute, menos yo. Esta no fue mi idea. Estoy seguro como el infierno que no tomaré el sofá. Mi lugar esta con Olivia. Marissa está por su cuenta. Cuando las chicas empiezan a quitarle el abrigo y la camisa a Nash, hago una excusa para que vayan a esperar al hombre de Gavin. Suena estúpido, pero me enfurece verle quitarle la camisa a otro hombre, incluso si ese otro hombre es mi hermano gemelo. De hecho, eso podría hacerlo peor. Es como si ella me lo estuviera haciendo a mí. Solo que no. Estoy pasando por enfrente de la puerta delantera abierta, sintiéndome irritable como el infierno para el momento en que un indescriptible sedan negro se detiene en la acera. Un pequeño hombre sale, mira alrededor casualmente, lanza una especie de bolso sobre su hombro y camina lentamente por la acera. Cuando me alcanza, estoy sorprendido por su juventud. —¿Donde está el herido? —pregunta inexpresivamente. Joven o no, este tipo es todo negocios. —¿Y tú eres…? —Podría pensar que soy estúpido, pero estaría equivocado. —Delany. Gavin me pidió que viniera. —¿Eres un compañero de vuelo? —No, trabaje con él en Honduras. He escuchado a Gavin mencionar ese lugar un par de veces. Aparentemente él era uno de algunos... especialistas contratados para algún tipo de trabajo allí. Se fue todo al infierno. A partir de lo poco que le he escuchado decir, para los mercenarios fue como estar en las trincheras en tiempo de guerra. Si este tipo estaba con él, puedo ver cómo podrían haber llegado a estar en deuda el uno con el otro. —Por aquí —digo, llevándole hacia el cuarto de Marissa. Todos nos paramos ahí como curiosos espectadores mientras él remienda a Nash. Debe tener una farmacia y un kit de emergencia infernal de algún tipo en esa bolsa suya. Le da a Nash un par de tragos y limpia su herida con algún tipo de solución que tiene que abrir en un tubo para usarla. Clava una aguja llena de algo más (mi conjetura sería Lidocaína o algo así) en la herida de apuñalamiento de Nash y luego saca un par de guantes estériles y suturas para suturarle.

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Cuando ha terminado, deja un bote de pastillas en la mesita de noche, le dice a Nash que tome una tres veces al día por dos semanas, luego asiente hacia él y se levanta para irse. Le conduzco hacia la puerta, principalmente porque aún no confío en este sujeto. Él da un paso hacia la escalinata, se vuelve a darme una simple inclinación de cabeza y se va. Eso es todo. Asesinos, son una raza diferente, eso es seguro. Espero hasta que las mujeres terminan de preocuparse por Nash antes de hacer cualquier sugerencia. —Bueno, supongo que es hora que todos vayamos a descansar. —Marissa, ¿estás segura que no quieres tomar mi cama? Has pasado por mucho... Le sonríe a Olivia, obviamente tocada por su ofrecimiento. —No, creo que me quedaré con él un poco más. Vosotros adelantaos. —¿Estás segura? —Estoy segura, además ese sofá es muy cómodo. —Sí que lo es —Olivia acepta. Se sonríen mutuamente, compartiendo algún tipo de broma interior. Eso me hace respetar a Olivia, lo fácilmente que puede olvidar los rencores con alguien que le ha tratado tan mal. Pero eso es solo como ella es. Eso es parte de lo que le hace tan increíble. —De acuerdo, supongo que entonces iremos a la cama. Necesito una ducha y después probablemente caeré tan rápido como la luz. —Buenas noches —dice Marissa, caminando alrededor de la cama para posarse al lado contrario de Nash—. Hey, ¿Liv? ¡Rayos! Casi éramos libres, pienso mientras Olivia se detiene cerca de la puerta. Se gira para mirar a Marissa. Otra vez, parece que puedo ver la diferencia en Marissa. Tal vez esto era justo lo que necesitaba para sacarse un nudo del culo. —Gracias. Comparten otra mirada, Olivia sonríe. Marissa sonríe. —Para eso está la familia.

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Finalmente, escapamos de Nash y Marissa. Olivia no se queda por mucho tiempo, sólo recoge algunas cosas y las lleva al baño. Unos pocos minutos después, escucho la ducha sonar. Unos pocos minutos después de eso la escucho apagarse. Siendo quien soy, estoy algo enojado de que no me hayan invitado. Por supuesto simplemente pude haber ido a unirme, pero si sigue irritada conmigo, no sería el más sabio movimiento. Me quito la ropa, subo a la cama y apago las luces, instalándome para esperarle. Vamos a discutir esto a fondo antes de la mañana, de un modo o de otro. Silenciosamente, la puerta del baño se abre. Su cuarto es muy oscuro y la puerta está cerrada, así que no puedo verle, pero puedo oír sus suaves pisadas a medida que se acerca a la cama. Gentilmente, mueve la colcha y se recuesta detrás de mí. Espero hasta que se acomode antes de hablar. —Hay algo que quiero que entiendas —inicio. Le escucho inhalar. —¿Qué? —Me acojonaste. ¿Pensaste que me iría de una a dormir sabiendo que estás enojada? Estoy un poco marcado por eso. —Solo no puedo entender cómo puedes preocuparte tan poco por lo que le sucedió a Marissa. —Hay muchas razones, de hecho. Uno, sé cómo es ella. Dos, no puedo olvidar tan fácilmente la manera en que te trataba, y tres, ella no es tú. Lo siento pero tú eres mi prioridad. —Aun así, ¿cómo podrías haberle dejado venir aquí sola, sabiendo que no está completamente segura? —Olivia, es una mujer adulta. Puede hacer lo que sea que quiera. Y no es que ella no tuviera ningún lugar seguro al que ir. Pudo haberse quedado con su padre. Simplemente no quiso. —Simplemente no sé cómo puedes ser tan frío respecto a eso. —Puedo decirte cómo. Esto no trata de Marissa. Nunca lo hizo. Es acerca de ti. Mantenerte a salvo. No estoy enamorado de ella. Estoy enamorado de ti. ¿No puedes entender que no quiero vivir sin ti? ¿Que no puedo vivir sin ti? ¿Qué demonios haría si algo te sucediera? No

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podía dejarte venir aquí con ella sola. No podía tomar el riesgo. Nunca tomaría el riesgo si el riesgo es perderte. Nunca. ¿Por qué no puedes entenderlo? Me volví ruidoso en medio de mi agitación, lo que hace que el silencio cuando termino más pronunciado. Ella no responde pero siento como la cama se mueve con ella. Luego, siento sus manos en mi estómago primero, suaves y tibias. —¿Cash? —susurra. —¿Sí? Sus manos suben hacia mi pecho y alrededor de mi cuello a medida que se estira por sobre mí. Presiona sus labios en los míos en un beso ligero como una pluma. —Eso es lo que tenías que decir. —No me diste oportunidad de decirlo —balbuceo contra su boca. —La próxima vez, lidia con ello —dice, siento sus labios separarse contra los míos. Sé que está sonriendo. Rápidamente, enrollo mis brazos a su alrededor y la ruedo sobre su espalda, ubicándome entre sus piernas abiertas. Está desnuda y toma todo mi auto-control no hundirme dentro de ella. Su cuerpo me atrae como un baño caliente en una fría noche. Su alma me llama como un refrescante oasis en un seco desierto. Y su corazón me atrae como un puerto seguro llama a un barco perdido. —¿Querrás decir lidiar con el hecho de que estoy enamorado de ti? — digo mientras provoco su entrada con mi ya rígida y palpitante cabeza. —Sí. Siempre, siempre lidia con ello. —Estoy enamorado de ti, Olivia Townsend —susurro mientras entro suavemente dentro de ella. Siento su suspiro y hago eco de ello. —Estoy enamorada de ti, Cash Davenport. Salgo de ella hasta que solo mi punta descansa contra ella y luego me deslizo de vuelta adentro, un poco más hondo esta vez. —Promete que nunca me dejaras. Quédate conmigo, Olivia. Vuelve a casa conmigo mañana y quédate. Ella pausa, pero solo por un segundo. Cuando habla, le puedo escuchar la sonrisa en su voz. —Me quedare contigo tanto tiempo como tú me quieras.

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—Te querré conmigo siempre. No quiero volver a pasar otra noche sin ti nunca. Jamás. No puedo soportar la idea de algo ocurriéndote. No puedo soportar la idea de nosotros peleando. No puedo soportar la idea de ti estando algo más que delirantemente feliz. Conmigo. —Entonces considérame delirantemente feliz. Contigo. Siempre. —Siempre —repito mientras cubro su boca con la mía. Suspira de nuevo mientras me muevo dentro de ella. Esta vez, inhalo, su respiración volviéndose una parte de mi tanto como ella misma se ha vuelto una parte de mí. Y así es como me gusta, porque no planeo devolver ninguno de ellos. Ni ahora, ni nunca.

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Epílogo Nash

E

ntre despertar en un lugar extraño y las drogas que me dio ese maldito doctor clandestino, estoy un poco desorientado cuando abro los ojos. Lo primero de lo que me doy cuenta es que hay una mujer con un fuerte olor curvada contra mi costado. Lo segundo que percibo es que su pierna está envuelta sobre la mía que me está provocando una furiosa erección. Detalles de lo que ocurrió y de dónde estoy vuelven con un lento cosquilleo. No tengo mucho dolor, lo que me sorprende. Me imagino que este bastardo probablemente me apuñaló con un cuchillo untado de mierda de caballo o algo así. Pero me siento bastante bien por lo que a eso concierne. Hasta que oigo la familiar voz de mi hermano desde la otra habitación, eso es. Está hablando en voz baja al teléfono. —¿Hiciste tú esto? Una pausa. —Sabes exactamente quién soy —gruñe—. ¿Hiciste. Tú. Esto? Otra pausa. —¿Confiar en ti? Estás más loco que... Oigo un suspiro que se convierte en otro gruñido antes de que murmure: —¿Qué diablos vamos a hacer ahora? Tengo que hacer algunos ajustes para proteger a la gente que amo. No hace falta ser un genio para imaginarse de lo que está hablando: mi pequeño accidente de moto. Cash se preocupa demasiado acerca de todos los demás. Pero yo.

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Tengo una misión. Sólo una. Y parece cada vez más y más como si mis planes para destruir la organización que le arrebató la vida a mamá será un esfuerzo en solitario. Si hay una cosa que he aprendido en la vida desde que dejé mi hogar hace siete años, es que no puedo confiar en nadie. Y eso incluye a la familia.

Fin

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Mensaje del autor U

nas pocas veces en la vida, me he encontrado a mí misma en una posición de tal amor y gratitud que decir GRACIAS parece trillado, como si eso no fuera suficiente. Esa es la posición en la que me encuentro ahora mismo cuando se refiere a vosotros, mis lectores. Sois la única razón por la que mi sueño de ser escritora se ha hecho realidad. Sabía que sería gratificante y maravilloso tener un trabajo que amara tanto, pero no tenía ni idea de que sería sobrepasado y eclipsado por el inimaginable placer que obtengo al tener noticias de que amáis mi trabajo, de que os ha tocado de alguna manera o de que vuestra vida parece una pizca mejor por haberlo leído. Así que es desde las profundidades de mi alma, desde lo más profundo de mi corazón que digo que no puedo decir simplemente GRACIAS de manera suficiente. He añadido esta nota a todos mis relatos con el enlace a un post de un blog que realmente espero que os toméis un minuto para leer. Es verdad y es una sincera expresión de mi humilde aprecio. Os amo a todos y cada uno de vosotros y nunca sabréis lo que vuestros muchos post, comentarios e emails alentadores han significado para mí. http://mleightonbooks.blogspot.com/2011/06/when-thanks-is-notenough.html

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Acerca del Autor Sobre mí. Bueno, cuanto más estoy en esta cosa llamada “ser un escritor” (lo que, por cierto, a veces tiene muy poco que ver con escribir realmente), más estoy descubriendo que la gente quiere saber de mí. Quiero decir, de verdad saber cosas sobre mí. Desde Febrero, he estado poniendo mi típica propaganda en todo lo que requiera algo “acerca del autor.” Nada demasiado personal, solo la... ya sabéis, “propaganda.” Ya sabéis, esto: Creo que a veces tienes que buscar muy, MUY a fondo para encontrar lo bueno en la gente, pero está ahí. Creo que estoy encogiendo (juro que hace cinco años era cinco centímetros más alta). Creo que mi marido es posiblemente uno de los hombres más increíbles del mundo entero (no puedo estar segura porque no los he conocido a todos). Creo que el café y el chocolate, cuando se combinan, podrían ser la base de la paz mundial. Creo que Jesús es lo mejor y el comunismo no. Creo que el blanco te hace parecer gorda y que el negro recopila pelusas. Creo que el verano es demasiado caliente, el invierno demasiado frío y que el otoño fue creado para el futbol. Me gustan los perros más que los gatos y la primera película de una trilogía es siempre la mejor. Y todo eso es absolutamente verdad. Recientemente, sin embargo (como hoy 24/4/2011), se me ocurre que los lectores están interesados en saber quién es con quien están tratando, a quien están siguiendo y leyendo. Bueno, deje contaros un poco más sobre mí. Aunque fui criada en un hogar cristiano, era una niña odiosa. Mi madre en verdad tuvo que buscar consejo médico sobre cómo tratar con mis berrinches temperamentales. Aguantaba la respiración (literalmente)

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hasta que conseguía lo que quería. Sip, todo eso de ponerme la cara azul. ¿Cuál fue el consejo del buen doctor, preguntáis? “Dejadla desmayarse.” Y eso hicieron. No ayudo a mi temperamento, pero creo que mató varios millones de muy valiosas células cerebrales, células que aún echo de menos hoy en día. Pasemos hacia delante unos pocos años hasta la escuela primaria. Nos mudamos un par de veces y tuve mi buena porción de problemas, todo desde los infortunios de la popularidad hasta los infortunios de una nueva escuela en la que era incansablemente acosada por una banda despiadada de catetas. En el medio de este difícil periodo, también había desarrollado migrañas y un miedo paralizante a los gérmenes, a morir mientras dormía y a las arañas. Oh, ¿y os he mencionado que era propensa a tener pesadillas aterradoras e imaginaciones vívidas que usaría para elaborar locas —y extremadamente falsas— historias? Obviamente, era la hija soñada por cualquier padre. Pasemos adelante unos pocos años más hasta la secundaria. Era animadora así que tenía un poco de mala disposición. Me gustaba ser rebelde. Me gustaba reír, ir de fiesta, hablar en voz alta y faltar al respeto a la autoridad. Me enorgullecía de aceptar al azar cualquier desafío. Tuve unas cuantas broncas con profesores y con directores. Nada demasiado serio. Creo que la mayoría de ellos eran conscientes de que lo que tenían entre manos era simplemente el típico caso de “rebelde sin causa.” Nada por lo que alarmarse demasiado. Unos cuantos intentos de huida, conducir sin licencia, gritos ensordecedores, tomar la decisión de dejar los estudios al menos dos veces y eso es lo que fue mi infancia en pocas palabras. Y, lo creáis o no, mis padres lo manejaron todo de forma irable. Incluso la parte de dejar que me desmayara. ¿Qué locura es esa? Aunque, en serio, eran asombrosos. Aun lo son. Después de que finalmente me graduara de la totalmente traumatizante experiencia llamada “instituto,” rápidamente me di cuenta de que la universidad era mucho más de lo mismo. Quiero decir, cambié mi carrera tres veces en dos años. Así que me aventuré al mundo laboral. Para empezar, no era de mi gusto. En unos 30 años he tenido unos 30 trabajos. No suena del todo mal hasta que tienes en cuenta el hecho de que no tuve mi primer trabajo hasta los diecisiete años. Sí, ahora tenéis una imagen clara. Realmente acuñé la frase “martes de despido” debido a la aleatoriedad con la que empezaba y dejaba un trabajo. Sobra decir

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que parecía ocurrir más a menudo los jueves, y eso probablemente era por la repugnancia de los lunes. Mi trabajo más corto fue en Shoney’s. Sólo trabajé durante un turno. En realidad me llevó mucho menos darme cuenta de que rellenar el buffet de ensaladas no era para mí, pero me quedé allí durante las 8 horas completas. ¿No era un alma valiente y determinada? La madurez trajo consigo más estabilidad. Trabajé en una oficina de abogados durante 9 meses enteros, un record personal para mí en aquel momento. Después de eso, volví a estudiar y me aseguré un trabajo como gerente de bases de datos / técnico sénior de tecnologías de información (y lo mantuve) durante unos asombrosos 7 años. Creo que alguien me estaba drogando por aquella época. Como puedes ver, eso era difícilmente algo normal para mi carrera. He deducido que beber café con una imagen de Mickey encima cada día era la única excusa plausible para mi extraño comportamiento. El único punto brillante de todo eso fue conocer a mi marido, la mejor cosa que me ha pasado jamás. La nuestra es una gran historia en sí misma, una que es mejor guardar para un trozo más grande de papel virtual. De cualquier modo, después de eso, decidí volver a estudiar y convertirme en enfermera titulada. Eso salió bien... al principio. Rápidamente descubrí, sin embargo, que no importa el trabajo, la gente, el día, el año, el clima, el sueldo, la motivación, o la posición del sol y la luna. Simplemente no estaba hecha para el empleo tradicional. Yo no era “normal,” no importaba lo mucho que quisiera serlo, así que, ¿en qué me convertía eso? ¿Qué iba a hacer con mi vida? Qué clase de colcha podría hacer con los diversos e irregulares retales de mi vida, retales que no tenían un patrón, no eran como los de la gente común? ¿Retales que no tenían sentido y parecían no encajar? Hubo un periodo de años en medio, después de la escuela de enfermería pero antes de escribir —justo en el momento en el que estaba flirteando con la idea de tener un colapso nervioso para escapar de la realidad de mi situación— cuando recé tanto y tantas veces cada día que me preocupaba que Dios pudiera romper su conexión conmigo por completo, sólo para callarme la boca. Todo por lo que rezaba, todo lo que quería, era hacer algo que me gustase. Incluso especifiqué que tenía que “amarlo”, no solo “gustarme.” Estaba dispuesta a comprometerme.

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Y luego vino una ruptura. No una ruptura del tipo “tuve un éxito rompedor.” No ese tipo de ruptura. Fue del tipo de ruptura que viene después de un “martes de despido.” Si, dejé mi empleo —otra vez— para buscar —otra vez— uno que fuese mejor y me hiciera feliz. O al menos, no me hiciera miserable. Fue durante esa “ruptura” de dos semanas cuando escribí mi primera novela. Fue un trabajo de amor. Tenía la historia en mi cabeza, una que sentía que tenía que escribir y que todo el mundo tenía que leer. Escribí casi durante día y noche durante 14 días, terminando con un romance paranormal de 105.000 palabras con la que me enamoré. Ahora, por supuesto, me doy cuenta de que nunca podría publicarla sin una revisión completa, pero en aquel momento, pensé que era el próximo Romeo y Julieta. Bueno, quizás no tan trágico, pero algo igual de convincente. Sabía —simplemente lo sabía— que estaba destinada a ser escritora, por tanto, enviaría mi novela a los agentes, todos la adorarían y se pelearían por publicarla y mi historia sería contada. EN TODO EL MUNDO. Ahora bien, ¿pasó así? ¡Diablos, no! ¿Me sorprendió? ¡Diablos, sí! ¡Estaba conmocionada! ¡Y devastada! ¿He mencionado también que nací siendo una soñadora? Una muy grande y molesta. De todas formas, siempre he oído que si quieres ser un oso, tienes que ser como un feroz oso pardo. Bueno, deje deciros que yo soy la madre de todos los osos pardos cuando se trata de soñar. En cualquier caso, eso fue en 2009. Hice un poco de esto y aquello desde entonces. He mantenido un par de trabajos (cortos, obviamente) y he escrito 13 novelas más desde esa primera, 12 de las cuales están disponibles en Amazon y en otros lugares. Pero la moraleja de la historia es esta: Dios respondió a mis plegarias. A lo grande. Después de todas las oraciones y los llantos y de esperar y llorar y rezar y gritar y despotricar (¿he mencionado llorar y rezar?), finalmente Él me mostró lo que estaba destinada a hacer en la vida, me dio un atisbo de cómo sería mi colcha cuando todos los retales estuvieran encajados apropiadamente. Todos los trabajos sin relación entre sí, todas esas locas experiencias en la vida, todas las millones de emociones y sueños fantásticos, encajaban perfectamente en la vida de una escritora. No había nacido solo para ser soñadora. O una rebelde. O una inadaptada. Había nacido para ser algo más. Una escritora. Había nacido para ser escritora. Era

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mi “lugar perfecto” en la vida. Como si pudiera ser aún mejor, incluso hay una guinda en mi historia. Varias, de hecho. Se llaman lectores. Y ellos hacen que mis relatos valgan más la pena de lo que puedo decir. Cada vez que alguien me manda emails o me deja un comentario en alguna parte diciéndome lo mucho que aman mis libros, es más gratificante de lo que puedo explicar. Es imposiblemente asombroso, realmente increíble, esta sensación. Nunca me di cuenta de lo mucho que quería pintar un mundo y unos personajes que la gente pudiera amar hasta que la primera persona me dijo que había hecho exactamente eso. Pero de verdad quiero hacerlo. Mucho, muchísimo. Y con cada libro, espero ser capaz de hacerlo incluso con más acierto, más efectivamente que el libro anterior. Después de todo, la práctica lleva a la perfección, ¿no? Así que, ¿qué quiere decir todo esto? Quiere decir que los sueños se hacen realidad y que Dios contesta a las oraciones cada día de una manera u otra. Él todavía está contestando a las mías y las que no ha contestado, tengo fe de que está trabajando en ello mientras hablo. Soy un feroz oso pardo después de todo, y siempre tendré mis sueños. Cada día me levanto esperando que todos los que aman mis libros les contarán a sus amigos y ellos vendrán a comprar mis libros. Y luego de esos, aquellos que amen mis libros se lo contarán a sus amigos y comprarán mis libros. ¿Ves el patrón aquí? Aunque lo que significa para mí no es necesariamente la fortuna que puedes medir mirando unos números en una cuenta bancaria. Es el tipo de fortuna que significa que puedo seguir escribiendo, del tipo de la que me lleva a la cama con una sonrisa en la cara, ansiosa por tener más sueños y un nuevo día para crear otra historia. Para mí, significa que el último trabajo de mi lista será “Escritora” y que conseguiré vivir otro día en mi “lugar perfecto.” Y creedme, cada día que pasas allí es uno de los buenos. GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS a cada una de las personas que han comprado uno de mis libros, o dos, o tres. Rezo porque tú también tengas una historia que contar, una acerca de cómo tus sueños se hicieron realidad. Puedes ar conmigo en: [email protected]

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Próximamente 03-Everything for us (Bad boy serie #3) La rica prima de Olivia Townsend, Marissa, tiene todo lo que una chica puede pedir, un gran trabajo, una vida privilegiada, y todos los amigos que quiere. O al menos todos los amigos que el dinero puede comprar. Pero un caso de identidad equivocada ha puesto su privilegiado mundo al revés. Un secuestro que va mal le hace aterrizar en el regazo del hombre más sexy, más peligroso que haya conocido. Para Melissa él es un enigma, pero uno que es irresistible e inexplicable de descifrar. Con él llega un nuevo mundo de libertad y pasión de sombras y secretos peligrosos, un mundo donde nada es lo que parece, a excepción de la pasión ciega de la que Marissa no puede escapar, o tal vez incluso sobrevivir.

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Adelanto del próximo libro UNO Nash

S

iempre es lo mismo. El sueño empieza con la sensación de un peso siendo levantado de mis hombros. Así es como sé lo que va a venir, que bajaré la vista a mis pies y veré mis manos apartándose de la caja de suministros que estaba cargando, la caja que ahora descansa en los desgastados tablones del embarcadero. Me enderezo y saco mi teléfono del bolsillo, pasando mi pulgar sobre el botón que hace que la pantalla brille de nuevo con vida. Pulso en la aplicación de la cámara y levanto el teléfono hasta que veo a la chica enmarcada perfectamente dentro del cuadrado iluminado. Está tumbada en la cubierta superior de un yate al otro lado del camino. Está balanceándose suavemente contra el embarcadero del puerto deportivo. Es un gran barco, pero no es el barco en lo que estoy interesado. No, para nada. Estoy interesado en la chica. Es joven, es rubia y está haciendo topless. Su piel está brillante por el aceite bronceador y el sol se refleja en los firmes y redondos globos de sus tetas. Tienen el tamaño perfecto para una mano, del tipo de los que suplican ser apretados hasta que gima. La brisa se levanta y, aunque hace calor, sus pezones se erizan contra ella. Son puntiagudos y rosas y hacen que mi polla palpite. Maldita sea, ¡me encanta el puerto deportivo! Alguien golpea mi hombro y pierdo a la chica en mi visor. Me vuelvo y miro con furia al hombre mayor que está paseando sin prisas por el muelle. Me trago el comentario malicioso que tengo en la punta de la lengua. Cash no se molestaría. Él no contiene su lengua por nadie. Pero yo no soy Cash.

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Ignorando al hombre mayor, me giro hacia el yate, de vuelta a la chica en topless con la estupenda delantera. Pero antes de que pueda encontrarla de nuevo, alguien más capta mi atención. Hay un hombre al final del camino, al borde de la orilla. Está reclinado contra el muro trasero de una pequeña casucha que vende artículos básicos de alimentación y combustible para las variadas embarcaciones que usan el puerto. Parece lo suficientemente casual, pero hay algo en la forma en que está vestido que parece… fuera de lugar. Lleva pantalones formales. Algo así como pantalones de traje. Y está sacando un rectángulo fino de su bolsillo. En su mayor parte parece como un teléfono. Solo que no lo es. Con el zoom de mi cámara, puedo ver que es simplemente una caja negra con un pequeño botón rojo en la parte superior. Veo su pulgar deslizarse fácilmente sobre el botón justo antes de que algo me golpee tan fuerte que me hace perder el equilibrio y caer al agua que hay tras de mí. Luego no hay nada. No sé cuántos minutos, u horas, o incluso días, han pasado cuando despierto en el agua. Estoy flotando cara arriba mientras mi cabeza golpea repetidamente contra el nudoso muelle cubierto de percebes. Dolorido, obligo a mis músculos a moverse y ruedo sobre mi estómago. Con rigidez, me muevo con un lento nado hacia una de las varias escaleras que salpican la longitud del embarcadero. Subo, empapado, saliendo fuera del agua y miro alrededor en busca de lo que quiera que causara la fuerte explosión que oí justo antes de ser lanzado al agua. Cuando me vuelvo hacia donde el velero de mi familia estaba atracado, veo un grupo de gente reunida allí. A mi mente le lleva unos treinta segundos completos interpretar lo que estoy viendo: una rampa para embarcaciones vacía, piezas de madera en llamas salpicando el embarcadero, trozos de mobiliario astillado dispersas por el agua. Y humo. Mucho humo. Y susurros, también. Y, en la distancia, acercándose, sirenas. Me despierto de la pesadilla con un sobresalto, como siempre hago. Estoy sudando y respirando con dificultad, como siempre estoy. Mi cara está mojada por las lágrimas, como siempre está. Ha pasado tanto tiempo desde que he tenido el sueño, que olvido lo devastado, vacío y… enfadado que me deja sintiendo.

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Pero ahora recuerdo. Recuerdo con perfecta claridad. Y hoy, es como verter gasolina sobre un fuego abrasador. Me incorporo en la cama para recuperar el aliento. Mi costado recibe una punzada de dolor, recordándome lo que ocurrió anoche. Todo llega de vuelta rápidamente, alimentando más mi furia. Hasta que una pequeña y fría mano toca mi hombro. Me vuelvo para ver a Marissa sentada en la cama detrás de mí, apoyada en su codo, mirándome a través de unos adormilados sexys ojos azules. Antes de que puede siquiera pensar en lo que estoy haciendo, toda la amargura, todo el enfado, toda la agresión contenida, se canaliza en puro deseo. La necesidad de devorar algo, de perderme en algo, abruma todo lo demás y me sumerjo en ello. En ella. Girando, ruedo sobre Marissa, presionando su cálido cuerpo contra el colchón. Oigo su suave jadeo mientras aplasto sus labios bajo los míos. Me trago, —el sonido, el miedo, el deseo vacilante— interiorizándolo y dejando que alimente al animal que hay dentro de mí. Mi lengua se desliza con facilidad dentro de su boca. Sabe dulce, como a miel. Empujo mi rodilla entre sus muslos y se separan, permitiéndome asentar mis caderas contra las suyas. No es hasta que meto mi mano bajo el borde de su camisa que me doy cuenta de que está rígida. Levanto la cabeza para bajar la mirada hacia ella. Me está mirando fijamente con ojos abiertos de par en par, sorprendidos y ligeramente aterrorizados.

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Traducido, corregido y diseñado en…

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