LEY DE GRESHAM La Ley de Gresham es el principio según el cual, cuando en un país circulan simultáneamente dos tipos de monedas de curso legal, y una de ellas es considerada por el público como "buena" y la otra como "mala", la moneda mala siempre expulsa del mercado a la buena. En definitiva, cuando es obligatorio aceptar la moneda por su valor facial, y el tipo de cambio se establece por ley, los consumidores prefieren ahorrar la buena y no utilizarla como medio de pago. Según esta ley, las personas tienden a utilizar la moneda mala en los pagos internos, mientras que guardan la buena, la funden o la usan en pagos internacionales. Esto sucede por ejemplo si tienes una moneda de oro y otra moneda de níquel. Según la ley de Gresham, vas a preferir hacer tus pagos con la moneda de níquel para deshacerte de ella y vas a guardar la moneda de oro en tu casa porque sabes que tiene un gran valor. Cuando todos hacen lo mismo, las monedas de níquel se vuelven el medio de cambio predominante, mientras las monedas de oro se quedan guardadas y salen de circulación. Inicialmente esta ley fue formulada para monedas con contenido de metal precioso, pero aún hoy tiene validez. La ley funciona cuando hablamos de monedas de diferentes naciones, unas con mayor valor que otras: por ejemplo, si una moneda nacional pierde parte de su valor, por ejemplo por una alta inflación, y existe una moneda extranjera que tiene mayor credibilidad, las personas preferirán guardar la moneda extranjera o utilizarla para transacciones internacionales. Mientras tanto la moneda nacional, que tiene un valor mucho menor, va a ser el principal circulante en la economía doméstica. La ley de Gresham se cumple en las siguientes situaciones:
Circulación de monedas del mismo metal. Las monedas más deterioradas desplazan a las mejor conservadas.
Circulación de monedas de diferentes metales. La moneda cuyo valor comercial es inferior a su valor monetario desplaza a aquella cuyo valor comercial es mayor que el valor monetario.
Circulación de monedas y billetes. Tradicionalmente el billete cumplía la función de moneda mala frente a las monedas.
Un ejemplo histórico Mucho antes de la postulación de la ley de Gresham, en las sociedades antiguas ya teníamos ejemplos de este fenómeno. Por ejemplo, en el año 407 a. C. los espartanos se apoderaron de las minas de plata pertenecientes a Atenas y capturaron alrededor de 20.000 esclavos; como resultado de esto, los atenienses debieron dejar de producir monedas de plata y empezaron a producir monedas de cobre de una calidad mucho menor. Así, las pocas monedas de plata que quedaban eran altamente apetecidas y nadie quería deshacerse de ellas; entre tanto, las monedas de cobre eran menos valoradas y la gente buscaba deshacerse de ellas. Esto finalmente condujo a que las monedas de plata salieran de circulación porque nadie quería deshacerse de ellas y las transacciones empezaron a realizarse casi exclusivamente con monedas de cobre. DINERO "BUENO" Y DINERO "MALO" El dinero "bueno" es dinero que tiene poca diferencia entre su valor nominal (el valor facial) y su valor intrínseco (el valor del metal con que está hecho, a menudo metales preciosos, bronce o cobre).
En ausencia de leyes que establezcan la moneda de curso legal, la moneda se cambiará algo por encima del valor de mercado del lingote. Este no es un resultado puramente teórico sino que puede ser observado con las monedas de colección hechas de metales preciosos como el Krugerrand sudafricano, el American Gold Eagle o incluso la María Theresa thaler (Austria). Monedas de este tipo son de una pureza conocida y están hechas de una manera conveniente para transportarlas. La gente prefiere comerciar en monedas que no en pedazos anónimos de metales preciosos, así que la gente atribuye más valor a las monedas. Y también hay demandas de coleccionistas de monedas, y esta actividad es frecuentemente rentable. Del otro lado, el dinero "malo" es dinero que tiene un valor real considerablemente menor que su valor facial y está en circulación al mismo tiempo que el dinero "bueno", siendo que ambas monedas son requeridas para ser aceptadas al mismo valor como valor legal. En la época de Gresham, el dinero malo incluía cualquier moneda que ha sido degradada. La degradación se hacía a menudo por el organismo emisor, donde se incorporaba menos metal precioso del legalmente especificado en la acuñación de la moneda, por lo general haciendo una aleación con un metal básico. El público podía también envilecer la moneda, reduciendo mediante rascaduras el peso del pequeño metal. Otros ejemplos de moneda degradada son las monedas falsificadas hechas de metal base. En el caso de monedas arañadas, raspadas o falsificadas, el valor real se redujo mediante fraude, ya que el valor facial permanecía al valor previo más elevado. Por otro lado, en el caso de una moneda envilecida por el emisor gubernamental, el valor real de la moneda se redujo a menudo abiertamente, mientras que el valor nominal de las monedas quedó establecido al nivel superior que fijaban las leyes. TEORÍA La ley de Gresham afirma que cualquier circulación monetaria que consista en dinero "bueno" y "malo" (se requiere que ambas formas sean aceptadas al mismo valor legal por el gobierno) pronto será dominado por el dinero malo. Esto es porque la gente, al gastar su dinero, entregará las monedas malas, guardándose para ellos las buenas. Las leyes que establecen el curso legal de las monedas actúan como un control de precios. En este caso, la moneda sobrevalorada artificialmente es preferida para el intercambio, porque la gente prefiere ahorrarla en lugar de intercambiarla por la moneda artificialmente degradada. Consideremos un cliente adquiriendo un artículo de 5 peniques y dispone de varias monedas de seis peniques. Varias de estas monedas están más desgastadas mientras otras lo están menos pero legalmente, todas tienen el mismo valor. El cliente preferirá retener las mejores monedas y ofrecerá al tendero las más degradadas. Para devolver el cambio, el tendero debe devolver una moneda de un penique, y tiene toda la razón en entregar la más degradada. Así, las monedas que circulan en esta transacción tenderán a ser las más devaluadas disponibles para ambas partes.