LAS PEREGRINACIONES EN LA EDAD MEDIA
Peregrinus significa literalmente extranjero, es decir una persona que se halla en tierra extraña y descontextualizado de su tierra, costumbres, lengua, etc. Pero más allá que este concepto un tanto indefinido, se considera el fenómeno de la peregrinación como el viaje a un santuario por motivos religiosos. El viaje se puede llevar a cabo como rendimiento ante un lugar de devoción o considerado sagrado o por la existencia de reliquias, con motivo de penitencia y expiación de pecados, etc. Por tanto, aunque el fenómeno de las peregrinaciones es emblemático de la Edad Media europea, en nada es exclusivo ni de ese tiempo, ni de ese territorio, ni siquiera de la religión cristiana. Existe una tradición común a todas las religiones por la que el fiel creyente busca fuera de su realidad cotidiana el encuentro con lo sobrenatural. Tal es el caso de la peregrinación a la Meca de los musulmanes o a Jerusalén por los judíos. La peregrinación fue un fenómeno bastante generalizado y que sirvió de motor de evolución y transformación de la sociedad de Europa. Existieron tres destinos principales para los peregrinos: Jerusalén, Roma y Compostela, pero hubo otros muchos lugares que serán visitados también, normalmente ligados a la existencia de reliquias. Se ha escrito mucho sobre la importancia de las reliquias y los matices en su enorme valoración en el Medievo que llevó incluso a su falsificación sistemática y robo de las mismas como elemento de prestigio y motor de atracción. De manera simplista y resumida, podemos decir que la veneración de los restos de santos, mártires, instrumentos de la Pasión de Cristo, etc. alcanzaron su poder de atracción en aquellos tiempos de intensas creencias religiosas por su capacidad para transferir dones divinos y obrar milagros, como por ejemplo curaciones de enfermedades y taras físicas, además de expiación de pecados. Pero es justo decir que no sólo era un interés inmediato el que impelía a miles de europeos a viajar por lejanas tierras desconocidas. También se ha afirmado que por su devoción religiosa, aquellas gentes buscaron en los santos y mártires una especie de intermediarios humanos ante la Divinidad. -Peregrinación a Roma: A Roma conducía una de las tres principales vías de peregrinación medieval, la cual le daba el nombre a sus peregrinos de romeros. El objetivo último de los romeros era alcanzar la basílica de San Pedro y la visita a los sepulcros de San Pedro y San Pablo. Si ello fuera poco, Roma tenía numerosas iglesias plagadas de reliquias de santos y mártires de la antigüedad. La principal ruta de a Roma fue la Vía Francígena que arrancaba desde Canterbury y atravesaba de noroeste a sureste Francia y Suiza, para penetrar en Italia por los Alpes. Se inicia a partir de la visita del arzobispo de Canterbury, Sigerico el Serio a finales del siglo X y sus escritos con la descripción de las etapas. Como en los
restantes casos, diversos caminos secundarios permitían el a la Vía Francígena desde otros puntos de Europa. También existieron caminos alternativos para llegar al lugar de entierro del sucesor de Cristo en la Tierra. El momento álgido de las peregrinaciones a Roma comienza en 1300 al proclamar el papa Bonifacio VIII la indulgencia plenaria a los romeros.
-Peregrinación a Jerusalén: Los peregrinos a Jerusalén eran denominados palmeros, puesto que los que lograban regresar, lo hacían con palmas. Las peregrinaciones a Jerusalén y Tierra Santa ya existían desde la Antigüedad tardía y ni siquiera la conquista musulmana las había conseguido eliminar. Tal era el influjo y prestigio de estas tierras donde habían vivido los personajes sagrados del Nuevo Testamento y donde Cristo murió para salvación de la humanidad. El fenómeno de la peregrinación a Tierra Santa y la necesidad de proteger a los palmeros fue uno de los factores de estímulo al espíritu de guerra santa que culminaría en las Cruzadas, que durante dos siglos enfrentó a parte de la Cristiandad con el Islam.
-Peregrinación a Compostela: Quienes se dirigían hacia Compostela se llamaron durante la Edad Media peregrinos. El proceso de peregrinación a Compostela se inicia casi inmediatamente al descubrimiento del sepulcro del apóstol Santiago el Mayor en el siglo IX aunque adquiere su auge durante las últimas décadas del siglo XI, todo el XII y parte del XIII. A pesar de que su teórica menor importancia frente a lugares como Roma y Jerusalén, Compostela se convierte en el lugar preferido por la peregrinación europea. Se establece una ruta principal llamada Camino Francés que recorre más dos tercios de la Península Ibérica por su extremo norte (de oeste a este) y que parte de innumerables lugares de Europa que se van juntando en Francia y que también pasan por otros santuarios con reliquias de menor importancia. El éxito en el desarrollo del Camino de Santiago, además de la espontánea devoción religiosa popular, se debió a la acertada labor de organización y construcción de
infraestructuras (hospitales, puentes, calzadas) por parte del papado y especialmente de varios reyes hispanos. Como ocurría en los casos de Roma y Jerusalén, y aunque el camino Francés era el más transitado, se establecieron otras rutas para visitar la tumba de Santiago según el punto geográfico de origen de cada peregrino. Se celebra Año Jubilar Jacobeo o Año Santo Jacobeo el año en que el 25 de julio (festividad de Santiago Apóstol) cae en domingo, sucediéndose con una cadencia regular de 6-5-6-11 años. Este Jubileo perpetuo sólo se da en cuatro lugares en el mundo: Jerusalén, Roma, Santiago de Compostela y Santo Toribio de Liébana.
Entre los principales lugares de peregrinación se encuentran: -Santo Toribio de Liébana (Cantabria): Durante el siglo VIII el cuerpo del obispo Toribio de Astorga es traslado al monasterio de Liébana junto con las reliquias que había traído de Tierra Santa. La más importante de estas es el Lignum Crucis, el trozo de la cruz de Cristo más grande que aún perdura según la Iglesia Católica. Es por ello que el 23 de septiembre de 1512 el papa Julio II otorga, mediante bula, el privilegio de celebración del Año Jubilar Lebaniego, lo que hace del monasterio un importante centro de peregrinación, siendo uno de los lugares santos más importantes del catolicismo romano en Europa.
-Basílica de la Vera Cruz (Caravaca): La basílica se comenzó a construir en 1617 en el interior
del castillo sobre una antigua capilla medieval que albergaba un Lignum Crucis. Se conserva en un relicario con forma de cruz patriarcal de doble brazo horizontal y uno vertical, decorada por dos ángeles que según la leyenda llevaron la reliquia hasta el santuario de Caravaca. Desde el siglo XIII tuvieron lugar las primeras peregrinaciones que continuarían a lo largo de los siglos. Desde 2003 y repitiéndose cada 7 años tiene el privilegio de celebrar perpetuamente un Año jubilar, concedido por el papa Juan Pablo II en 1998.
-Canterbury (Inglaterra): Tomás Beckett fue nombrado canciller de Inglaterra en 1155 por el rey Enrique II y se convierte en arzobispo de Canterbury en 1162. Renuncia al cargo de canciller para adoptar un modo de vida más austero y critica la preponderancia de la Corona frente a la Iglesia. Exiliado, se ve obligado a refugiarse en Francia. En 1170 vuelve a Inglaterra, aparentemente reconciliado con el rey. El conflicto se intensifica y cuatro caballeros le asesinan en su propia catedral. Su muerte tuvo una enorme repercusión en toda la Europa cristiana, convertido en mártir por defender la libertad de la Iglesia frente al poder terrenal y canonizado en 1173. Desde entonces, la peregrinación a Canterbury se convierte en una de las más importantes de Europa. En Inglaterra, el culto a Santo Tomás Beckett es importante hasta la Reforma luterana. Enrique VIII hace destruir el cofre con sus reliquias así como la mayoría de las imágenes del santo, haciendo además desaparecer cualquier mención de su nombre en los textos litúrgicos.
-Asís (Italia): El camino de San Francisco de Asís recorre el interior de Italia, desde La Verna (en la Toscana) hasta Poggio Bustone (en el Lazio). La peregrinación comienza en el monte la Verna (Toscana), lugar donde en 1224 San Francisco recibió los estigmas, continúa adentrándose en Umbría, pasando por Gubbio, donde se encontró con una loba con la que habló, llegas a Asís por el norte, recorre también los preciosos pueblos de Spello, Trevi, Spoleto, para cruzar más montañas y llegar a Greccio, donde San Francisco tuvo la idea de hacer un belén viviente, el primero de la historia, continúas, por Fonte Colombo, por Rieti y finalmente llegas a Poggio Bustone (Lazio), un pequeño Santuario dedicado a Santiago Apóstol, donde se formó la primera comunidad franciscana. En total aproximadamente 400 kilómetros, repletos de huellas y espíritu franciscano.
-San Vicente Mártir (Valencia): El Camino de San Vicente Mártir recuerda los lugares por los que discurrió la vida del santo y por aquellos por los que pasó para ser martirizado en defensa de su fe ante el implacable cónsul Daciano en el siglo IV de la Hispania Romana. En los albores de Valentia, empezó a extenderse por el orbe cristiano con rapidez inusitada los ecos del martirio sufrido por Vicentius a manos del Cónsul Daciano. Este hecho y su rápida propagación provocaron que surgiera una imparable corriente de peregrinación hacia la Basílica de San Vicente de la Roqueta donde la tradición nos dice que descansan sus restos.
El inicio de esta aventura comienza en Osca (Huesca), donde se sabe que se produjo el nacimiento del santo. Después se dirige hacia Zaragoza donde predicó junto al Obispo Valero. Desde aquí nos encontraríamos con una vía romana procedente del Sureste que tenía como objeto enlazar a Zaragoza con Fuenllana a través de las intrincadas sierras del Sistema Ibérico, y desde aquí se busca la Vía Augusta hasta llegar a Valencia.
También destacan las peregrinaciones a santuarios dedicados a la Virgen María que están relacionados con apariciones o milagros, y que cuentan con una gran devoción como Ntra. Sra. del Pilar de Zaragoza, la Virgen del Rocío en Almonte (Huelva), la Virgen de la Cabeza en Andújar (Jaén), la Virgen de Lourdes (Francia), la Virgen de Fátima (Portugal) o Ntra. Sra. de Guadalupe (México).
Que tres ciudades santas (Jerusalén, Roma y Santiago de Compostela) compartieran
durante
la
Edad
Mediamodelos
iconográficos
y
arquitectónicos no debe resultarnos algo extraño teniendo en cuenta los importantes Caminos de Peregrinación que las unían y que acabaría convirtiéndose en la clave del desarrollo del Arte Románico, tanto en la Península Ibérica como en el resto de Europa. Pero, ¿qué entendemos por “peregrinación”? Pues bien, según Becerra Iturgaiz (2014) podrían definirse como “viajes individuales o colectivos de personas desde su lugar de origen hasta determinados santuarios religiosos para rendir culto a reliquias sagradas
y obtener indulgencias por medio de limosnas”. Por otra parte, cabe apuntar que no se deben considerar una actividad eminentemente medieval, pues son bien conocidas las peregrinaciones que desde el siglo IV se realizaban a los lugares sagrados del cristianismo, sobre todo a Tierra Santa. Ciertamente, el concepto de peregrinación no será, por tanto, algo totalmente novedoso del siglo XII, no obstante se advertirán en él ciertos cambios de considerable trascendencia que ayudarán a comprender el papel que la cultura artística y, en concreto las artes suntuarias, tuvieron en el mismo.
Descubrimiento del sepulcro del Apóstol Santiago. Miniatura del Tumbo A de Touxoutos. Fuente.
De este modo, la cultura del románico se desarrolló como unacultura figurativa vinculada a las peregrinaciones que siguiendo las tesis que Arthur Kingsley Porter propone, para este siglo, un modelo internacionalista, unitario y no territorial y local, promovido por la circulación de modelos arquitectónicos e iconográficos a lo largo de los Caminos de Peregrinación. A esta idea se debe añadir o mejor dicho, vincular, la del ars memoriaedefendida por Ocón Alonso y que, según la autora, sería igualmente producto de todos aquellos peregrinos que circulaban por los Caminos, dejando por escrito sus propios relatos en los que la relación entre los principales hechos evangélicos y los lugares de peregrinación quedaría grabada en su memoria y transportada en esos cuadernos por las otras ciudades santas destacadas. Esta tradición ya vivió su primer desarrollo durante el siglo X, momento en el que esta cultura del intercambio comenzaba a patentarse en un interés cada vez mayor por manifestaciones artísticas características de otras culturas, como por ejemplo las artes decorativas propias del periodo califal. En primer lugar, sería conveniente advertir que los Caminos de Peregrinación en general surgieron de unanecesidad; esto es, de la obligación espiritual que
floreció entre los cristianos por encontrar referencias viables a su religión, con la finalidad de hacer frente al dominio y avance imparable de la civilización islámica. Centrándonos en el paradigmático ejemplo español, el siglo XII vio consolidarse
en
el
norte
peninsular
el
ambicioso proyecto
del
“camino”, vinculado a un fuerte sentido religioso, al surgimiento de unas condiciones político-militares adecuadas – como el control cristiano del Duero en la Meseta Norte – y la difusión a nivel europeo del culto al Apóstol Santiago. Así pues, una importante red de caminos secundarios y a nivel local se extendió por lo nuevos territorios convenientemente urbanizados por lo que transcurrían
los
peregrinos
hacia
la
ciudad
de
Santiago;
territorios
que presentaron las siguientes características idóneas para tal desarrollo y consolidación:
Un sistema urbano totalmente organizado y con capacidad de poder ofertar al peregrino productos básicos y seguridad.
La organización de un cuerpo militar organizado y controlado por órdenes religiosas.
Una amplia red de hospitales, iglesias y santuarios.
Mapamundi en el que aparecen los principales lugares sagrados del cristianismo, entre ellos, Santiago de Compostela. Città del Vaticano, Biblioteca Apostólica. Fuente.
Y es que, la estrecha relación que existió entre las ciudades de Santiago de Compostela, Roma y Jerusalén, esto es, entre la España cristiana, Italia y Tierra Santa, fue una vinculación que comenzó con el numeroso aumento de viajeros y peregrinos durante el siglo XII, momento a raíz del cual surge esa “cultura del intercambio” indivisible del ars memoriae de los peregrinos,
cobrando especial protagonismo en la ciudad del Apóstol Santiago. Tanto desde el punto de vista histórico como artístico – en Compostela surgieron y desde ella se difundieron algunos de los modelos artísticos más importantes del románico – el arte de los Caminos de Peregrinación se desarrolló en la diócesis del arzobispo don Diego Gelmírez de una manera especial, unido, fundamentalmente, a un sentido propagandístico con el que se persiguió que la sede compostelana llegara a emular e incluso sustituir a Roma. Con
todo,
el
progresivo
desarrollo
cultural
que
traerá
consigo
estaeuropeización del Camino de Santiago no fue originario de esta centuria. Tras los últimos conflictos con los musulmanes, que culminaron con el incendio de la iglesia de Santiago en el año 997, durante los siglos X y XI la ciudad ya atrajo a un importante número de peregrinos, algunos de destacada posición, laicos y clérigos, con gran poderío o bien humildes, pero la inmensa mayoría de procedencia extranjera. Una vez llegados a su destino, la basílica compostelana, estos peregrinos procedentes de toda clase social y zona geográfica bien emprendían camino de vuelta a sus ciudades de origen, bien se instalaban en Santiago o cualquier otra ciudad del Camino. Este último aspecto es el que más interesa a la hora de comprender hasta qué punto la afluencia de peregrinos a la diócesis de Gelmírez y el desarrollo cultural que vivió estuvieron íntimamente unidos.
Mapa del camino francés que llegaba hasta Santiago de Compostela. Año 1648. Fuente
Desde
esos
primeros
años
de
peregrinaciones,
numerososartistas
extranjeros transcurrieron por las vías de peregrinación más famosas del momento, la vía tolosana y vía francigena, que conectaban las ciudades santas de Jerusalén, Roma y la propia Santiago de Compostela, dando lugar a una inigualable difusión e intercambio de fórmulas artísticas o, por aplicarle otro
calificativo, a una circulación de modelos.La propia Catedral de Santiago de Compostela es imagen y apariencia de los mismos; final del camino de peregrinación más a Occidente que existía y uno de los tres grandes centros o peregrinationes maiores. El propio arzobispo Gelmírez se encargó de hacer de la iglesia-catedral un centro “internacional” o “universal” de la veneración peregrina. Por ello, la cultura del intercambio que vemos desarrollada en este templo compostelano puede estar representada por dos aspectos fundamentales del mismo. En primer lugar, y como no podía ser de otra manera, la cabecera de la catedral que se transforma en una especie de topografía sagrada al servicio del peregrino pues este tenían la oportunidad de recorrer una verdadera geografía simbólica del viaje físico y espiritual que culminaban en Compostela. Las capillas ubicadas en la girola de la catedral fueron consagradas simbólicamente por Gelmírez en un intento de superar espiritualmente al resto de ciudades santas que unían los Caminos de Peregrinación, pues los santos a los que fueron consagradas tenían ya su propia “sede” en ciudades como Bari, emergente como ciudad de peregrinos en estos momentos. Al aspecto, podríamos decir, arquitectónico, deberíamos añadir el iconográfico, el cual jugó también un papel fundamental para la difusión y recepción de modelos.
Vía francigena (desde Canterbury a Roma) y su extensión hacia Jerusalén y Compostela (por la vía tolosana). Fuente.
Un ejemplo curioso que puede completar este interesante tema y abrir el campo de estudio hacia otras ciudades santas, es el ars memoriae de un monumento tan destacado como el Santo Sepulcro en Jerusalén y su presencia en un lugar tan lejano como era la Península Ibérica. Sin lugar a dudas, tanto las “imitaciones” que se hicieron de este, como la iconografía profana, o no, que se desarrolló en numerosos lugares del templo compostelano tuvo su origen en esos peregrinos, maestros, aprendices o los propios canónigos que viajaban a otras ciudades santas y que traían consigo las
novedades
artísticas
de
otras
zonas
de
Occidente
y
Oriente.
Las reproducciones del Santo Sepulcro tanto en ejemplos escultóricos como pictóricos, constituyó para el peregrino, junto a las reliquias traídas de los lugares santos, su principal recurso para recordar las experiencias vividas. La iconografía más extendida para su representación fue el propio sepulcro de Cristo que aparecía con tres orificios en su frente. Tal fue su desarrollo, que relicarios tan importantes como las cruces de Agrigento, el Lignum Crucis de Carboeiro o la Cruz de Dekendorf, incorporaron en su decoración estos orificios de forma simbólica y vinculando su función directamente con el Santo Sepulcro. En definitiva, podemos afirmar que los Caminos de Peregrinación, más allá de su significado único espiritual y religioso, jugaron un papel primordial en la circulación de los modelos del arte medieval, sobre todo durante los siglos del Románico. Ello justifica la gran cantidad de artistas extranjeros que trabajaron en los talleres cristianos de la Península o, de igual manera, la casi asegurada presencia de escultores o arquitectos hispanos que se trasladaron a otras ciudades santas en busca de trabajo, llevándose con ellos los modelos peninsulares, pero también la circulación de reliquias que desde Tierra Santa llegaban a lugares tan lejano como Santiago de Compostela, aunque este es un extenso y complejo tema al que deberíamos dedicar otro artículo. Bibliografía| CASTIÑEIRAS, MANUEL, “Compostela, Bari y Jerusalén: tras las huellas de una cultura figurativa en los Caminos de Peregrinación”, Ad limina. Revista de investigación del Camino de Santiago y las peregrinaciones, Vol. 1. Santiago de Compostela: 2010. pp. 15-51. CASTIÑEIRAS, MANUEL, “Didacus Gelmirus, patrono de las artes. El largo camino de Compostela: de periferia a centro del románico”, Compostela y
Europa. La historia de Diego Gelmírez, Manuel Castiñeiras (Coord.). Santiago de Compostela: S.A. de Xestión do Plan Xacobeo, 2010. pp. 32-97. FALQUE REY, EMMA, Historia Compostelana, Madrid: Ediciones Akal, 1994. OCÓN ALONSO, DULCE MARÍA, “Ars memoriae, evocaciones hispanas del Santo Sepulcro a finales del siglo XII”, Mirando a Clío: el arte español reflejo de su Historia. Actas del XVIII Congreso del CEHA, María Dolores Barral Rivadulla, Enrique Fernández Castiñeiras, Begoña Fernández Rodríguez,Juan Manuel Monterroso Montero (Coords.). Santiago de Compostela: Universidade de Santiago de Compostela, 2010. SEBASTIÁN, SANTIAGO, Mensaje simbólico del arte medieval, Madrid: Ediciones Encuentro, 1994.