La Rodilla Del Diablo 2v6r5k

La rodilla del diablo La leyenda sigue presente en el recuerdo de los celayenses, a quienes les provoca temor pasar la calle Aztecas en cuya pared está adosada la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, en señal de protección. Hola amigos de leyendas de Celaya hoy es el turno de la leyenda conocida como la rodilla del diablo, leyenda que cuentan ocurrió entre las calles de aztecas y obregon La leyenda cuenta que, por el año de 1942, en la calle del Refugio, (que después se llamó Tepetate), actualmente entre aztecas y que delimita en la esquina con la actual calle de Obregón. había una piedra laja que embonaba perfectamente con cualquier rodilla Se cuenta que en aquel tiempo se realizaba apenas una obra de construcción de la cual estaba a cargo un ebrio capataz que tenía por costumbre elegir entre los candidatos a los más saludables y fuertes hombres. Para evitarse trabajos de elección, el capataz mandó poner la famosa piedra laja que daba la altura requerida de una persona físicamente bien constituida y que, a determinada distancia, contaba con dos hoyos donde también debían embonar los dedos índice y pulgar de quien era puesto a prueba. Si el cuerpo del trabajador embonaba perfectamente con aquella piedra, era contratado automáticamente por el capataz. La gente murmuraba que este consejo le había sido dado al capataz por un capitán que apareció misteriosamente en la obra, vistiendo una enorme capa de color negro. El capataz aceptó el consejo porque sabía que así tendría más tiempo para beber pulque y aguardiente. Dicen que un día, llegó un jovencito desesperado por la necesidad, pero bien desarrollado, que dio las medidas perfectas en la piedra y de inmediato comenzó a trabajar; pero, como era de esperarse, simplemente no daba el mismo rendimiento que la gente adulta. Envuelto en rabia por su lentitud, el capataz descargó su furia nacida de la embriaguez sobre el muchacho dejándolo inconciente. Al ver que el muchacho había desfallecido, los trabajadores detuvieron el brazo del verdugo y vieron un rostro que estaba desfigurado con sus ojos en blanco y que de su boca salía espuma. Aterrorizado, uno de los trabajadores aventó un escapulario que, al tocar el cuerpo del malvado golpeador, evidenció que se trataba del capitán de la capa dragona, un demonio que, al recibir el roce del escapulario, se echó a correr escapando por el lado norte de la ciudad. Los trabajadores curaron las heridas del muchacho y fue hasta entonces que vieron al capataz dormido, perdido de borracho; tanto que ni cuenta se dio de que el demonio lo había suplantado. Se dice que tras lo ocurrido despidieron al irresponsable capataz y un padre bendijo la piedra sin hacer aprecio de lo que decía la gente, por lo que no ordenó que se quitara de su lugar. Para demostrar su valor, los niños acudían a medir su rodilla en la piedra y a meter los dedos en sus huecos, mientras que los adultos evitaban pasar por el lugar pues no dejaban de sentir cierto escalofrío al recordar que, según los rumores, la piedra había

sido puesta ahí personalmente por el diablo. La piedra se mantuvo por años, hasta que se hicieron modificaciones a la calle y fue quitada del lugar; se dice que una persona la rescató y la tiene en su casa, viviendo con el temor de que un día el diablo aparezca para recuperarla.