La multitud desnuda
invocan una democracia de artillería verbal mecanizada salida recién de un laboratorio recóndito? na politicidad que los constituye en cada átomo de su cuerpo deschoripaneado Eran ellos un subsuelo entumecido no atraído por ningún llamado y de repente estaban allí con sus carteles reivindicando el terrorismo de Estado? Ya muchos otros lo hacen y lo siguen haciendo, pero aquí venían con un argumento diáfano: no nos pagaron estipendio, dicen, insultando gravemente al resto de los que caminaron en largas procesiones a lo largo de historia, desde las de Santiago de Compostela hasta las del 17 de Octubre. No tenemos olor a choripán, parecen decir, pero por las dudas traemos copos d al choripán lo han convertido en un tótem, solemne ritual de arcaicas y bárbaras religiones. Este rechazo a las movilizaciones habituales donde hablan dirigentes en sus tablados y leen proclamas, tiene un aire de golpismo lingüístico. se convirtiese a cambio en un gran sándwich donde las derechas de las redes y de los grandes medios encierran a la sociedad en nuevos protocolos disciplinarios. Tema para antropólogos y nutricionistas. salieron en verdad del interior de otra clase de ómnibus. Eran los camiones de exteriores de TN y de otra clase de sándwich, la viralización de individuos que encierra e inventa vidas desde un emparedado electrónico permanente. El golpe del que hablan es el que hacen revertir sobre su propio corazón machucado por servilismos que son insensibles a la experiencia, impermeables a la autoreflexion Convocados por sustracción, apoyando a los que se sustraen, abstractos en sus cuerpos concretos en la calle, pero desnudos de sentido. Ahora llegamos a la visibilidad de lo que no se deja ver (el macrismo y su aniquilamiento de la mediación política), y a la invisibilidad de lo que vuelve a mostrarse (para reclamar una nueva forma de terror). No les importa por ejemplo que se quiera bajar el costo laboral (lo que incluso puede afectarlos) sino poner en cuestión el Tótem de la Plaza, con supercherías que recrean al Choripán como alegoría de la pérdida de libertades. en el fondo los traen con catering garantizado, para alimentarlos con imágenes y hacerlos a ellos alimento icónico mancillado de su propia libertad ilusa sus identificaciones antepasadas, surgidas de diversas memoraciones y entretejidos políticos. Estos hacen las veces una egiptología nacional y popular, democrática y social, todo lo cual se puede descifrar con pertinencia y atinada ciencia.
Hay una uniformidad de sastrería, dobladillos, remeritas y ajuares cuyo epicentro sentimental puede surgir del pochoclo con el que salen de los Multiplex de Caballito.
El choripán, acostumbrado a ser metáfora –es más, nació para ello–, sabe del elogio como del vituperio. En su digna inocencia fue convertido en fetiche funesto. Pobre sociedad argentina, tan primitiva en su momento totémico, que vive deseando el momento del banquete que devoró al padre desconocido. No sabe que sus jefes son muchos de estos grandes conceptos de dominación, la remesa de ganancias, el lavado de capitales, las indemnizaciones sin fundamento a los magnates, las falsas acusaciones sobre el caso Nisman Agresivos y etéreos, lo uno en grado extremo, lo segundo en grado de inverosimilitud. Las derechas son siempre el sentimiento de que sus ritos más calcáreos ya están implantados para siempre. Con sus íntimos desprecios e injurias, se empeñaron en una supuesta crítica a la barbarie del choripán en favor del copo de nieve que disimula con su pantomima el pasado represivo y el odio arcaico con el que vuelven. Actuaban por procuración, por sustitución, por sustracción. Derechas en estado de disponibilidad y gobierno disponible.