La ciudad es el escenario de la novela moderna y contemporánea •
La odisea del hombre moderno transcurre en la ciudad.
Medio natural / medio urbano El medio natural esta dominado por las leyes de la naturaleza, los escenarios rurales, una geografía continua y de contrastes pausados. Impera la fuerza de la tradición, unas estructuras sociales muy sólidas, la ausencia prolongada de cambios (excepto la imprevisión de las catástrofes naturales) y la permanencia de mitos. En el medio urbano domina el artificio y las estructuras urbanas. Está lleno de discontinuidades y provisionalidad, la tradición se diluye y el espacio social y arquitectónico se vuelve arbitrario, cargado diariamente de pequeños accidentes. La vida en las ciudades está en permanente cambio y se alteran las relaciones entre el hombre y el medio. Los estímulos y la imprevisión aumentan, imponiéndose un dinamismo propio de la civilización urbana, industrial y comercial. Aparecen nuevas mitologías diferentes de la tradición, y destaca la voluntad racional de los hombres de vencer a la inercia histórica sometida a las leyes naturales. En la ciudad puede cambiar la fortuna y el destino de los hombres, en un territorio presidido por la lógica de la aventura controlable.
Escenario o personaje. En la novela, el espacio urbano puede tener un papel de simple escenario o decorado, donde suceden las historias o la interacción entre los protagonistas. Pero con frecuencia es una parte actuante en la intriga, un personaje colectivoque nadie domina, un protagonista global que es algo más que la suma de las partes, y que a pesar del urbanismo y la civilización urbana, acaba desarrollando una lógica incomprensible, como también lo es la lógica de los designios naturales. En otros casos, el espació se utiliza como un medio de expresión de los sentimientos, estableciéndose una correspondencia entre el mundo anímico y el entorno físico.
Los temas y las visiones narrativas. La mayor parte de textos y narraciones centrados en la ciudad se pueden relacionar con alguna de las siguientes temáticas, descripciones, valoraciones y puntos de vista:
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La descripción de la euforia por la transformación de la ciudad, por el crecimiento y la
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conversión en una gran urbe cosmopolita. Expresión de utopías , modelos urbanos y visiones anheladas de civilización.
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Expresión crítica del presente urbano, resaltando las contradicciones internas del progreso y de la situación social, política, económica, etc.
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Descripciones folletinescas, misteriosas, testimoniales y fabuladas.
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Descripciones subjetivas e interiorizadas, con nostalgia de un pasado y un presente de frustración y violencia.
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Expresión de nuevas perspectivas colectivas. Expresiones de derrota histórica y anhelos de recuperación de la personalidad ciudadana.
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Marco de reflexión de idees que entran en conflicto (por ejemplo, visiones de la guerra civil por parte de algunos autores extranjeros)
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Itinerarios existenciales. La ciudad se convierte en un cruce de caminos en un momento dado, y determina el destino de los protagonistas.
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Expresión de un horizonte abierto para comenzar de nuevo.
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Expresión de la búsqueda del goce físico y emocional.
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Expresión de un espacio alternativo (a la familia, al barrio, al trabajo,...), un espacio físico y mental que pueda propiciar la autoafirmación.
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Expresión de la iración, el desconcierto, la sorpresa o la interrogación al contemplar la ciudad en perspectiva.
Elementos temporales en la narración. La narración suele ir acompañada de múltiples referencias (edificios, paisajes, objetos, nombres, hechos históricos, acontecimientos sociales o artísticos, símbolos, personajes reales, canciones, referencias cinematográficas, musicales o literarias, etc.) que permiten enmarcar temporalmente aquello que se explica.
Introducción.
El trabajo que se presenta identifica elementos que enriquecen el canon de la "novela urbana" y para ello se han analizado algunas novelas que tienen por escenario la ciudad de Bogotá. El método utilizado parte de levantar mapas del imaginario citadino, y no sólo del construido por los habitantes de las metrópolis, sino el elaborado por los novelistas, implícito en sus obras. Por tal razón, este trabajo, utiliza la semiología y la sociología para identificar los imaginarios que sobre la ciudad construyen sus habitantes y se apoya en el análisis literario para la re-construcción de los imaginarios urbanos implícitos en las novelas. La propuesta de método identifica un espacio temporal para el análisis de la novela, desde 1948 hasta la fecha. Para ello aborda algunas novelas que recrean dicho período, es decir, no escoge las que fueron escritas en esos años sino realiza un análisis sincrónico de aquellas que aunque escritas o publicadas después de 1980 se deslizan en la Bogotá de los años 1948 a 1994. Si tenemos en cuenta que la ciudad no son sólo los aspectos físicos y geográficos construidos por sus habitantes, que es fundamentalmente una red simbólica en permanente construcción y expansión, como lo señala Armando
Silva en su libro Imaginarios Urbanos (1), lo urbano tiene que ver con el uso e interiorización de los espacios y sus vivencias. De este modo la ciudad es un escenario del lenguaje, de evocaciones y de sueños, de imágenes y variadas escrituras, desde luego, es un escenario para lo literario. La ciudad, al igual que la novela, es un cruce de miradas, de discursos y de diferentes lenguajes. Al reconstruir los imaginarios de la ciudad de Bogotá desde sus novelas, se percibe la ciudad como una obra en marcha. Esta ciudad se separa de los procesos propuestos por los sociólogos al conformar espacios donde la diferenciación de funciones, la separación de clases sociales y la segregación cultural, son características para su análisis. La ciudad de Bogotá actual y muchas latinoamericanas, transgreden esta diferenciación mezclando funciones, invadiendo territorios, resquebrajando la ciudad dividida en clases. La novela escrita sobre la ciudad de Bogotá da cuenta de su evolución (de ambas) y muestra que su vida ha sido y será una ligazón donde no fácilmente se percibe donde termina la una o comienza la otra. La novela citadina muestra la Bogotá de los años cincuenta y sesenta, mientras que esta novela actual, urbana, fragmentaria, escueta, hiriente, muestra la ciudad de hoy, plural, desdentada, violenta, desconfiada, que rasguña, donde el pasado se mezcla con las arrugas de lo nuevo, muestra a aquella que algunos califican de posmoderna. 1. Imaginarios urbanos (o la semiología de la ciudad). Para hablar de los imaginarios que construyen los habitantes de las ciudades latinoamericanas, es obligatorio recurrir a Armando Silva (obra citada), no porque sea este el único que haya hablado al respecto, otros ya lo han hecho, pero sí es Silva un estudioso del tema (2) Una ciudad desde el punto de vista de la construcción imaginaria, de lo que representa, debe responder, al menos, por unas condiciones físicas naturales y físicas construidas; por unos usos sociales; por unas modalidades de expresión; por un modelo de morada ideal; por un tipo especial de hombre, por una mentalidad general que le es propia. En este sentido, para Silva, la ciudad aparece como una densa red simbólica en permanente construcción y expansión. Lo que hace diferente una ciudad de otra no es tanto su forma arquitectónica, son los símbolos que sobre ella construyen sus moradores. Pero el símbolo cambia, como cambian las fantasías de una colectividad, lo cual nos lleva a pensar que la novela que se desarrolle sobre lo urbano tiene que ser dinámica y abierta, por representar o anticiparse a representar el imaginario de un escenario cambiante.
Antes de abordar el imaginario del ciudadano de Bogotá como preámbulo del acercamiento al análisis de la novela sobre la ciudad, creemos necesario retomar algunos términos que permitan dar el salto de la ciudad vista a la ciudad imaginada. Estos son: * Territorios urbanos. El territorio es el espacio en el que habitamos con los nuestros, donde el recuerdo del antepasado y la evocación del futuro permiten referenciarlo como lugar con límites geográficos y simbólicos. * Límites, bordes y espacios urbanos. Como es obvio el "límite" es una zona que define donde termina o se inicia el territorio. El límite desborda lo físico para convertirse en un indicativo cultural, el inicio (o el final) de un espacio donde los hombres se reconocen como habitantes del territorio, como familiarizados con sus costumbres y todo aquel que acceda en calidad de invitado es catalogado como extranjero y en el otro caso, como advenedizo, intruso o usurpador. El "borde visual", el "borde urbano", el "límite oficial", el "límite imaginario" o el "límite diferencial", son elementos que contribuyen a reconocer la existencia de dos tipos de espacios en la ciudad: uno el "espacio oficial", el diseñado por los gobernantes, los constructores, los urbanizadores y el otro, el "espacio no-oficial", el "diferencial", el "espacio transgredido", el conformado, por ejemplo, por los senderos que construyen los habitantes de un barrio para burlar el obstáculo que impide circular por una calle. El espacio no oficial es el imaginado por sus habitantes o el re-construido por el imaginario de los novelistas que los transforman porque ven en él otros elementos no pensados por el diseñador (3). Es decir, el territorio tiene dos marcas: una, la oficial, la visible; la otra, la cultural, casi siempre invisible, imaginada, construida en el ámbito de la cultura del habitante, la particular. * Mapas y croquis. Las palabras mapa y croquis llevan a pensar en dos formas de representar: una, el mapa, la definida, la oficial, la física, la que es posible identificarse directamente; la otra, el croquis, la no-oficial, la que cambia con el tiempo y con los individuos, la representación imaginaria. Cualquier territorio como marca de habitación de un grupo social requiere de operaciones lingüísticas, o visuales, entre otras, para poder recorrerlo física o mentalmente. Una ciudad puede ser representada a través de un mapa, lo que se ha denominado comúnmente cartografía, pero también es posible hablar de
la "cartografía simbólica" como la conformada por el croquis de imaginarios de la ciudad. Si un mapa es una representación continua, un croquis puede ser una línea punteada. Una novela urbana entonces es un croquis de lo urbano, es la representación de la ciudad y sus habitantes, es decir, es el imaginario construido por operaciones lingüísticas que condensan las visuales, las olfativas, las táctiles y las imaginarias propiamente dichas. *Miradas ciudadanas. Se había afirmado que la ciudad y la novela se asemejan por ser estas el cruce de discursos distintos. La ciudad, siguiendo a Silva, es también una vitrina, por ser ésta última una confluencia de miradas. La vitrina es el lugar donde el cliente se reconoce (4) la vitrina y la ciudad son un cruce de miradas: los que ven sin ser vistos, los que son vistos, los que se muestran o simplemente los que ven, o se imaginan que se ven. * Fantasmagoría urbana y los círculos de Euler. Los fantasmas urbanos se conforman, según el autor mencionado, a partir de aquellas construcciones o experiencias fácticas que dan lugar a la aparición de fantasmas urbanos, entendidos estos como construcciones imaginarias que los habitantes hacen sobre su ciudad, al imaginarse, por ejemplo, su extensión (gigantesca para los Mexicanos), su número de habitantes en el año 2000 (cerca de 40 millones para los Paulistas), cubierta de smog para los Mexicanos de próximo siglo (5), entre muchos otros. Los círculos de Euler son dos círculos que se cortan: el uno representa lo empírico y el otro lo imaginario. El segmento de intersección es el espacio del hecho fantasmal. Es decir, el orden empírico es transformado por el imaginario o al contrario, produciéndose la zona obscura o de entrecruce de ordenes, donde se duda porque se queda suspendido en ese espacio que no es fáctico ni es exactamente asimilable a la fantasía. Sin embargo, el fantasma vive bajo la sombra de lo imaginario pues si algo se sabe no fantasma ahí termina y punto (6). Los aspectos mencionados (el territorio, el croquis, el límite o el cruce de miradas) son elementos para armar el imaginario de la ciudad de Bogotá pero deben complementarse con el establecimiento de categorías que a través de unos ejes semánticos (7), proporcionen elementos de sentidos a lo urbano y especialmente al imaginario urbano. Al trasladarlos a la ciudad, estos son:
* Adentro y afuera: espacio posmoderno. No sólo se está adentro o se está afuera en la ciudad moderna, hoy no se sabe exactamente si estamos fuera o estamos dentro. Ayer penetrar a nuestra residencia o al edificio de apartamentos era, con solo cerrar una puerta o una reja, dejar el mundo público atrás y quedarnos en el privado. Hoy ascendemos por un ascensor de vidrio donde se divisa la ciudad o la ciudad nos mira, es decir, no estamos exactamente dentro pero tampoco estamos fuera. Este espacio que es adentro y afuera, es un espacio que podríamos llamar, posmoderno. Naturalmente que lo otro no ha desaparecido, por el contrario en la ciudad de Bogotá, el avance de la violencia urbana ha logrado que se construyan barrios laberínticos, calles cerradas, alambradas, cajas fuertes gigantescas, que impiden el paso o al menos lo dificultan, no solo demarcando un acá y un allá, sino también un sector público y otro privado, aunque sea a la fuerza. * Público y privado: interiores de la calle. Esta categoría esta relacionada con la anterior, adentro o afuera. La publicación de una novela sobre la vida íntima de éste o aquel personaje público, es un buen ejemplo de esta dualidad. La posibilidad de ir a la ciclovía en pijama porque allí se está como en la casa, o la de ver televisión porque se muestran cosas de la cotidianidad de la calle son ejemplos de como estos dos espacios se yuxtaponen desbordando la connotación que tienen. Sin querer señalar que desaparezcan lo público y lo privado, en la ciudad se encuentran hoy rasgos que hacen pensar en el "interior de la calle", como en aquel cuadro de Escher que muestra la intimidad que queda afuera de los edificios. * Antes y después: orden visual y narrativo. Este eje (antes y después) se encuentran dentro de una división temporal de la ciudad. El asesinato de Jorge Elíecer Gaitán dividió la vida de la ciudad de Bogotá en dos: un antes y un después. Efectivamente la ciudad se transformó, dio el salto a la ciudad moderna, naturalmente después de varios años y de la reconstrucción que siguió al Bogotazo (8). * Ver y/o ser visto: cortocircuito de miradas. Ver o ser visto, ver y ser visto, o ver que nos están viendo se convierte en un entre- cruce de miradas, en un dilema en la ciudad. El pintor que pinta en la calle para hacer que todos los que le ven digan que hace arte (pero lo que
busca es vender cuadros); los que van a la playa, no a bañarse sino a ser vistos; la cámara de televisión que muestra la calle para que otros observen su cotidianidad o las cámaras de los edificios que como sistema de seguridad ven a los que se acercan sin que estos se den cuenta, son ejemplos simples de este eje semántico. * Centro-Periferia, circuito-frontera y los rizomas urbanos. Lo de centro-periferia es un término acuñado para referirse generalmente a la distancia entre un país avanzado y otro débil, o a la distancia (espacial, política o cultural) del centro de una ciudad a sus barrios periféricos, o a la distancia entre un escritor marginal que se encuentra en la periferia y otro que está en el centro o en la institución. El concepto de ciudad multi-cultural donde ya no es fácil situarse en una división clara de centro-periferia es también abordado por Umberto Eco, "cada calle puede conectarse con cualquier otra. No tiene centro ni periferia, ni salida, porque es potencialmente infinita. ...es el lugar de las conjeturas, de las apuestas, de los azares, de las reconstrucciones, de las inspecciones locales, de las hipótesis". Este nuevo concepto de ciudad rizomática (9) de U. Ecco se ajusta a la ciudad actual policutural a donde se desliza la novela de ciudad que hemos clasificado como urbana (10).