Análisis Psicológico De Abel 243ui

Análisis psicológico de Abel Minuchin, Montalvo y otros. Iniciaron un modelo nuevo de terapia familiar en Filadelfia, con el que formaron su Instituto alla por los 50’s. Su población estudiada eran familias marginales, consideradas como disfuncionales por sus problemas estructurales ante las fallas que ellos consideraban dentro de la jerarquía, las fronteras, los roles, etc. Revisar la nueva película mexicana, del joven director Diego Luna, remonta a los principios de la terapia familiar, al psicoanálisis entre otros. Revisemos. El protagonista Abel es un niño no mayor de 10 años que sale de una clínica infantil por un aparente trastorno paidopsiquiátrico, de rasgos psicóticos. La trama es: el regreso de éste al sistema familiar que podemos puntualizarlo desde al genograma como el paciente identificado (PI). El trastorno, como todos, es multifactorial, pero podríamos decir, según la trama, que el factor desencadenante fue la salida del padre de casa y por consecuencia la desorganización familiar sustentada en la pobreza extrema en un cinturón de miseria de la gran ciudad. La familia uniparental, ahora, se trata de una madre y tres hijos, una adolescente mayor, Abel y un niño menor. Es una familia en edad escolar, desde el ciclo de Estrada (1997} con roles cambiantes. Este regreso de Abel al sistema familiar trae consigo una reorganización familiar entorno a las expectativas sobre él de los otros tres de la familia. Al principio del filme observamos la clara disfunción de la familia que repercute en el síntoma (Abel) el cual detona en una crisis. El temor de la madre y sus proyecciones hacia los otros hijos, que fue reforzada por un médico, que erróneamente conducía el caso, adelante señalo la crítica al simbolismo médico de la trama. Pero decíamos el temor de la madre, dio el poder jerárquico a Abel, quien ante la ausencia de Padre, asume tal rol para ‘normalizar’ y hacer ‘funcionar’ al sistema disfuncional, hasta entonces. Ello sorprende a los , quienes saben que el comportamiento del niño no es normal, pero son condescendientes porque prefieren esta ganancia secundaria a soportar los periodos psicóticos de Abel. El niño, ahora funciona en una fantasía, asume el rol parental del Padre ausente. Entra como elemento neguentrópico (ordenador) del sistema. Pasa su psicosis de la fantasía a la realidad mediante constantes acting’s out, logrando que la familia misma se convierta en una familia psicótica. Los aceptan el rol de Abel, a decir de los principios sistémicos lo mantienen para llegar a la homeostasis. Ya cuando las cosas parecían funcionar mejor para la familia, que estaba por decidir, si el hijo continuaría con ellos, o se iría a una clínica infantil psiquiátrica, según la prueba experimentada. Aparece en escena el elemento ausente, el símbolo entrópico en ese momento de la familia: el Padre. Éste al verse sorprendido por la nueva conducta del hijo y la homeostasis familiar, así como a su relegación de jerarca a desconocido inicia el desorden familiar y pelea con su esposa, que obviamente aprovechaba el pretexto para alejarlo (física, emocional y sexualmente), pero la

consecuencia clara era inevitable, un nuevo periodo psicótico del hijo. Desde el la terapia familiar, observamos que Abel es el chivo expiatorio, es decir, aquel donde se da el colapso emocional de la familia por desviación del conflicto entre el sistema conyugal. El niño explota para unir a los padres. El médico, que por claras razones no conoce de psicoterapia ni mucho menos de teoría familiar, preescribe como única solución una auténtica droguería, más allá de un efectivo tratamiento farmacológico. Dice a la madre desde el principio que le diera medicamento al hijo para tranquilizarlo, suponemos un ritalin, para dormirlo, suponemos un clonazepam, entre otros. Aunado a esto este médico es amigo de la familia y pretendiente de la madre, es decir, la subjetividad se encuentra a tope en la figura del especialista, que lo único que logra hacer es reforzar el conflicto de la familia sin enfrentarlo. Abel en ese momento ya asumió todo el poder del sistema, funciona como un adulto en miniatura, manda a los hijos y a su madre. Revive su fase edípica de forma abrupta considerando a su madre como su pareja y a sus hermanos como sus hijos, todo al grado de concretar, para sí, la fantasía sexual con la madre. La madre, no sabe poner límites, cual sistema disfuncional familiar que Minuchin explica claramente en las formaciones de familias marginadas: hacinadas, sin límites, con roles invertidos, con figuras parentales ausentes, etc. Finalmente, en una discusión – confrontación – entre el sistema conyugal, que desde la terapia de pareja sería lo mejor. El padre se va de la casa, no sin antes llamar al médico y explicar lo ocurrido, y que obviamente no había sido explicado por la madre, la cual encubría el síntoma. El padre firma su traslado a la clínica psiquiátrica y van por él. Para ello, paralelamente Abel viviendo su fantasía lleva a su hijo (su hermanito) a enseñarlo a nadar, cabe decir que Abel no sabía nadar, lo cual habla de ausencia del principio de realidad, la trama naturalmente acaba en una crisis familiar. Como toda crisis llevan a reajustes necesarios para que aquello funcione de una mejor manera: el padre se va, la madre se queda con sus dos hijos y el niño al psiquiátrico. Esto último nos dice muchas cosas sobre el modelo de cine mexicano de los últimos años. El final no es feliz, no se organiza en torno al desenlace de Hollywood. Además nos habla que el director Diego Luna tuvo un buen desempeño con los autores centrales, que cabe mencionar el protagonista no era hasta entonces un actor ni su hermanito (hermano en la vida real). Su trabajo con ellos, arrojó un éxito rotundo en el cine, salvo algunos detalles de claro cuestionamiento. Sin duda éste fue bien asesorado y bien acompañado, para que los guiones no perdieran congruencia, diríamos en investigación, consistencia interna. Dejo aquí el análisis que ustedes pueden enriquecer con mayor plenitud. Lo saludo Iván L. B.