Arnoldo Martínez Verdugo
Partido Comunista Mexicano
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TRAYECTORIA Y PERSPECTIVAS Arnoldo Martínez Verdugo
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Contenido PCM. TRAYECTORIA Y PERSPECTIVAS......................................... 3 I. ALGUNOS RASGOS DE LA EXPERIENCIA HISTORICA DEL PCM ......................................................................................................... 9 1. PARTICULARIDADES DE LA FORMACION DE PCM ........ 10 2. EL PCM DE 1919 A 1940............................................................ 12 3. LA CRISIS DEL PARTIDO ........................................................ 27 4. EL PARTIDO DEL XIII AL XIV CONGRESO ......................... 38 5. ALGUNAS CONCLUSIONES ................................................... 50 II. PROBLEMAS DE UNA ESTRATEGIA REVOLUCIONARIA ACTUAL ............................................................................................... 56 ACERCA DEL CARÁCTER DE LA PROXIMA REVOLUCION . 56
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PCM. TRAYECTORIA Y PERSPECTIVAS Con motivo de la publicación del proyecto de Tesis sobre los problemas del desarrollo del Partido Comunista Mexicano se desenvuelve en el ultimo periodo una de las discusiones mas importantes en las filas del Partido y la juventud comunista. El debate ha rebasado los temas que se contienen en el proyecto y ha puesto ha discusión las cuestiones principales de nuestra línea táctica y programática. Por su importancia y por el momento en que se realiza, la actual discusión debe ser considerada ya como un antecedente directo del XVI congreso del partido, que este pleno del comité central debe comenzar a preparar. La idea de promover una discusión general entorno a los problemas del desarrollo del partido en su mas amplia acepción, surgió de la necesidad, planteada hace tiempo en el Comité Central, de estudiar las cuestiones organizativas. Preparándonos para su examen, en el Presidium llegamos a la conclusión de que era preciso abordar los problemas de organización no en el sentido tradicional, sino a través del estudio de cuestiones más generales, las cuales han determinado que nuestro partido no haya logrado ejercer todavía una influencia política decisiva, tanto en extensión como en profundidad, sobre los sectores fundamentales de la clase obrera y de todos los trabajadores. Se trata de examinar las causas profundas, determinantes de la debilidad orgánica y política del partido, tanto a lo que se refiere a su situación actual, como desde el punto de vista histórico, es decir, estudiando el curso de su trayectoria de 50 años. El proyecto de Tesis no pretendía abordar en extenso las cuestiones del programa del parido, de la estrategia y táctica políticas de este, sino solo el papel que han desempeñado los aciertos y errores en la formulación de su programa y su línea táctica, en la situación orgánica, la estructura, el funcionamiento y la capacidad de acción, pues los problemas de organización no se pueden examinar aislándolos de la política del partido. Trata de formar la conciencia entre los militantes comunistas de que, para avanzar en la formulación de sus posiciones programáticas, estratégicas y tácticas, deben crearse en el interior del partido las condiciones necesarias para una elaboración propia, independiente y responsable de los problemas fundamentales que tiene hoy la lucha revolucionaria en nuestro país. Superar en definitiva una serie de concepciones y practicas relativas a la función del partido, a su papel y lugar en la lucha revolucionaria de México y en el 3
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movimiento comunista internacional, contribuye a la creación de las condiciones mas favorables para desarrollar los aspectos programáticos y políticos de la actividad del partido. En el curso de la discusión iniciada en el partido y en la JC con motivo de la publicación del proyecto de Tesis se han presentado no solo una serie de críticas al trabajo de la dirección nacional de ambos organismos, a los métodos de dirección y de elaboración de la política, sino que se han planteado posiciones discrepantes en cuanto a aspectos importantes de la táctica que se aplica actualmente y el programa del partido por el XIV congreso y corregido por el XV. En particular se han puesto ha discusión los problemas relativos al carácter de la próxima revolución y del partido, al lugar que ocupan actualmente las distintas formas de lucha, a la línea de los comunistas en su trabajo de masas, y se han abordado otros de no menor importancia. Se puede decir, por eso, que nuestro partido marcha hacia una discusión para examinar a fondo los principales problemas de la lucha revolucionaria actual, las tareas del movimiento obrero y de todas las fuerzas revolucionarias. De esta discusión están necesitados el partido y todos aquellos que, como el, aspiran a la transformación revolucionaria de la sociedad mexicana. En el proyecto de Tesis elaborado por el Presidium decimos: “sólo una intensa vida política interna, que se caracterice por una discusión viva y libre de todos los problemas del movimiento revolucionario, puede asegurar la firme unidad de acción de todos los comunistas y la atracción de las filas del partido de los luchadores mas avanzados de la clase obrera, de los campesinos, de la juventud y la intelectualidad”. La experiencia de nuestra larga vida partidaria nos enseña que cuando las decisiones se adoptan sin que participen de la manera mas amplia las organizaciones y los militantes del partido, se corre el riesgo de caer en el subjetivismo y en la improvisación, y que la unidad partidaria se convierta en algo formal, en consciente e inoperante para la actividad practica, antagónica a la concepción marxista-leninista de esa unidad, la cual se levanta sobre bases estrictamente voluntarias y conscientes, como corresponde a un partido revolucionario que se integra por la coincidencia de objetivos y de principios. Una verdadera discusión entre comunistas supone la aparición de puntos de vista distintos y hasta encontrados. No puede ser de otra manera. Nuestra organización sufrió grandes daños cuando los puntos de vista opuestos a los de la dirección fueron reprimidos o cuando se ha impedido el indispensable debate de las ideas para encontrar la verdad y expresar con acierto los puntos de vista de una colectividad activa y militante, como debe 4
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ser la de los comunistas. Cualquiera que vea con objetividad nuestra Tesis tendrá que reconocer que en ella se expresa una clara orientación tendente a renovar y hacer efectiva la democracia interna del partido. Y una de las determinaciones de la democracia interna es la libertad de discusión, indispensable para asegurar la participación de todos en la elaboración de la línea y el programa del partido. Falsean la realidad de las cosas aquellos que piensan que debido a que hoy se expresan entre nosotros puntos de vista distintos, criticas abiertas a la labor de los órganos dirigentes y concepciones divergentes en torno a problemas tan importantes como el carácter de la revolución, nuestro partido atraviesa por una crisis. En realidad lo que esa opinión revela es una idea falsa del carácter del partido, una reminiscencia de pasadas épocas en que predominaban entre nosotros falsas y antileninistas ideas de Stalin al respecto. Estaríamos en crisis si pretendiéramos implantar en el partido el monopolitismo ciego y la unanimidad forzada que no son sino los signos del aplastamiento de la iniciativa, la labor creadora la experiencia propia de cada militante. Estaríamos en crisis, por otra parte, si una incorrecta conducción de esta u otras discusiones nos llevaran a la división del partido, fuera este paralizado por luchas fraccionales o una política oportunista le extrajera su naturaleza revolucionaria. No estamos en ninguno de estos casos. Al contrario, nuestro partido ha iniciado una discusión que tendrá resultados saludables, que lo fortalecerá y lo hará mas capaz para cumplir con las tareas del momento. Esto no quiere decir que no tengamos que hacer algunas observaciones críticas sobre la discusión del curso. Las tenemos y consideramos que al fin de que este produzca benéficos resultados, debemos exponerlas ahora. La primera se refiere a que algunos camaradas del partido y de la JC, cuando la discusión solo ha comenzado y los puntos de vista vertidos están en proceso de estudio, convierten ya sus opiniones en posiciones irreductibles, lo que significa que no las exponen para que sean debatidas y examinadas, sino como posiciones definitivas. Si todos comenzamos a seguir este método, la discusión carecerá de todo contenido científico real y se transformara en lucha de posiciones. En el curso de la discusión se han hecho criticas a una línea que no es la del partido, deformando la que fue aprobada por el XV congreso y los plenos posteriores del comité central. La deformación consiste en atribuir al partido posiciones ya superadas y eliminadas. Se confunden, así, mezclándolos elementos anteriores de la línea del partido con su posición actual. Se toman, por ejemplo, algunos aspectos del programa aprobado por 5
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el XVI congreso, como si se mantuvieran vigentes. Es claro que estos métodos de discusión deben ser rechazados. También es posible advertir que en el curso de la discusión se revelan ciertos síntomas de desmoralización y desorientación que desembocan directamente en posiciones liquidadoras del partido y la JC. El agobio que producen las dificultades para la acción de las fuerzas revolucionarias, la constante represión sobre las acciones estudiantiles desde 1968, aunados a las deficiencias del trabajo del dirección del partido y de la JC, lleva a algunos camaradas a perder confianza en la militancia en el partido y a buscar soluciones que se apartan de la lucha difícil por crear un instrumento propio, de clase, basado en el marxismo- leninismo. Comienzan a pensar en soluciones aparentemente fáciles pero liquidadoras, tales como la de formar un partido “amplio”, en el cual militen, junto a los comunistas, los católicos progresistas, los demócratas de distintas tendencias y algunos grupos hostiles al partido. Se confunden aquí los objetivos tácticos orientados a impulsas formas nuevas de alianza y colaboración con los sectores avanzados que surgen a la lucha, con la necesidad de desarrollar un partido proletario de clase, libre de vicios dogmáticos que ha padecido, capaz de convertirse en una fuerza de atracción para la clase obrera, la juventud y la intelectualidad revolucionarias. Por ultimo, entre los factores que a nuestro juicio obstruyen la discusión se encuentra el manifiesto descuido de numerosos camaradas y organismos en relación con los requerimientos básicos del marxismo para abordar los problemas. Desde que el socialismo se convirtió en ciencia debe ser tratado como tal, acostumbraba decir Lenin; pero ocurre que en el curso del debate con frecuencia se abandonan elementales principios metodológicos para tratar problemas tan importantes como el carácter de la revolución, el trazo de la táctica, las formas de lucha, etc. Esto no podía menos que conducir a errores ya superados por el partido, y a sustituir la rigurosidad marxista por el estado de ánimo. Grave responsabilidad cabe en ello a la dirección del partido que no ha sabido educar a los cuadros comunistas en la utilización del método marxista, y no ha difundido bastante en los últimos años los fundamentos de su línea y los elementos científicos que se hallan en la base de sus conclusiones. Podríamos mencionar aun otros elementos que distorsionan la discusión actual, tales como la concepción mítica del partido y de la obrera, el artificial aislamiento entre el partido y la clase, etc., que impiden comprender las tareas revolucionarias concretas de ambos, derivadas de la realidad. Más estas cuestiones aun habremos de discutirlas ampliamente, ya que forman 6
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parte de nuestra lucha contra loa formas dogmáticas que traban el desarrollo del partido y de la lucha revolucionaria en general. Pero por muchos errores que se hubieran cometido en el curso de la discusión, es necesario subrayar ahora, al hacer un balance inicial de ella, que su desarrollo esta presidio por una honesta y profunda preocupación ante los problemas que obstaculizan la conversión de nuestro partido en el instrumento capaz de dirigir a la clase y a las fuerzas revolucionarias hacia la transformación social del país. El echo de que en esta discusión estén presentes problemas no previstos, por lo menos en la forma en que se han planteado, debe llamar poderosamente nuestra atención sobre la impaciencia que en torno a la definición de esas cuestiones existe en nuestro partido, en la juventud comunista y en las fuerzas que se han incorporado a la lucha en el pasado reciente. Por ello este pleno debe tomar las medidas necesarias para que esas inquietudes encuentren eco inmediato en la dirección del partido, y esta impulse su discusión por los causes partidarios. En cuanto a los problemas programáticos, la definición del carácter de la próxima revolución, etc., es preciso recordar que el XV congreso acordó introducir al programa una serie de modificaciones y decidió discutir otras en una reunión especial. El pleno del CC de octubre de 1969 decidió que, ante la proximidad de XVI Congreso, no era preciso convocar a convocar una conferencia para discutir exclusivamente las modificaciones al programa. Es mas ventajoso abrir la discusión sobre las cuestiones en el partido ampliamente, para que el debate culmine en el congreso el comité central debe preparar de inmediato las propuestas de modificación del programa y su fundamentación, para hacerlas publicas e iniciar su examen por el parido, poniendo la mayor atención en que el debate se conduzca de la misma manera libre y democrática, y como se han discutido las Tesis. Para todos nosotros es explicable que el partido haya gran inquietud acerca de la línea de los comunistas en el movimiento de masas: esta constituye parte medular de la política nuestra, y las experiencias derivadas del movimiento estudiantil-popular de 1968, han hecho obligatorio reexaminarla con espíritu autocritico. El Presidium ha resuelto proponer al comité central que en el periodo preparatorio del XVI congreso se realice una discusión sobre el tema Diez años de lucha de masas, es decir del lapso que va de las luchas obreras de 1958-1959 al movimiento estudiantil y popular de 1968. Este es uno de los periodos mas importantes de la historia moderna de México en lo que se refiere a la acción de las masas, abarca un conjunto de acciones de la clase obrera, de los campesinos y de amplios sectores de las capas medias. 7
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Un estudio detenido de la dinámica del movimiento de masas en nuestro país permitirá al partido generalizar y sintetizar una riquísima experiencia y elaborar mejor si orientación en el trabajo de masas; comprender de manera mas profunda la importancia que en este periodo tiene la lucha política por la dirección real del movimiento general de masas, cuestión que evidentemente no ha sido asimilada a fondo por el partido, lo cual trae por consecuencia que cada fracaso en esa gran tarea produzca desaliento, confusión y, en no pocas ocasiones, dispersión. El partido y la juventud han intervenido en todos los movimientos desde estos últimos 10 años; en unos con mayor intensidad y fuerza que en otros. Por ello se ase absolutamente imprescindible, y podríamos asegurar que nos encontramos en retraso, hacer el examen autocritico de la línea aplicada por los comunistas. Hacia ese fin esta apuntada esta discusión. Un debate de tal carácter enriquecerá sin duda alguna nuestra estrategia y nuestra táctica en el movimiento de masas y contribuirá a la elaboración de una línea basada en la experiencia concreta. Será también un aporte al XVI congreso, que facilitara a este el concentrar sus esfuerzos en el examen de los problemas fundamentales de la estrategia y la táctica del partido actual. Dentro de la preparación del XVI congreso que este pleno debe emprender, el Presidium propone desde ahora, iniciar la elaboración de los documentos de discusión sobre el problema de estrategia y táctica del partido. Junto con las Tesis, las propuestas para modificar el Programa del Partido y los resultados de la discusión sobre Diez años de lucha de masas, los documentos a que nos referimos cubrirán todos los aspectos de la actividad de los comunistas. Y serán temas vivos que permitan a los militantes del partido realizar una discusión sana, libre y responsable de los problemas actuales del partido y del movimiento revolucionario general, capaz de unir a todos los comunistas en torno a una línea colectivamente elaborada y aprobada. “Discutir el problema, expresar y oír opiniones distintas, conocer el criterio de la mayoría de los marxistas organizados,, estampar este criterio en una resolución y cumplir honestamente esa resolución –decía ya en su tiempo V. I. Lenin -, es lo que se llama unidad en todas partes del mundo y por toda la gente sensata”. A este tipo de unidad es al que aspira nuestro partido en el curso de la presente discusión, y en el de todo el amplio, vital debate que precederá al XVI congreso.
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I. ALGUNOS RASGOS DE LA EXPERIENCIA HISTORICA DEL PCM La preocupación por encontrar las causas profundas de la debilidad del movimiento obrero revolucionario y el particular de l partid comunista es una de las características principales del estado de animo reinante entre todos los militantes del movimiento comunista en nuestro país. Esta preocupación se extiende a todas las personas y agrupaciones que buscan una salida demócrata y revolucionaria a la situación actual, que la enfocan como debilidad o crisis de la izquierda. Esa inquietud se desarrolla a partir de la derrota del movimiento estudiantil y popular de 1969 y de la desorganización y el desaliento que trajeron consigo los bárbaros actos represivos desencadenados por la burguesía. Situación similar se formo durante los años de la luche interna de 1957 a 1960, coincidente con el ascenso del movimiento obrero y las grandes jornada, protagonizadas principalmente por los ferrocarrileros durante 1958 y 1959, que permitieron con la represión de marzo de 1959. Perecido ambiente se creo dentro del partido y en el movimiento democrático general durante los años 1939-40, cuando hacían el balance de la actuación del partido durante el gobierno de Cárdenas. No se trata, pues, de una situación nueva, surgida de improviso. En realidad no ha estado latente durante los últimos 30 años de historia del movimiento obrero, democrático y antiimperialista de nuestro país. Tanto en 1940 como en 1957-1960, el partido realizo exámenes autocríticos de su labor e intento corregir los errores, las insuficiencias y las desviaciones que en esos momentos aparecían ante los ajos de la mayoría de los militantes como causante de los reveses sufridos por el partido y el movimiento obrero sin embargo, no cesaron de operar entonces las causas se determinaban la debilidad de las fuerzas partidarias del socialismo y del movimiento democrático y antiimperialista. Incluso en el periodo de 1940 a 1960, a partir del congreso Extraordinario que intento superar la crisis, se aceleró el debilitamiento de las filas del Partido y de la influencia comunista sobre las masas obreras y campesinas. Hay que concluir en que se trata de un fenómeno histórico, y debe ser enfocado de ese modo, no como fenómeno temporal o accidenta, defecto de los exámenes autocríticos que nuestro Partido realizaron en el pasado. No ver el fenómeno en su conjunto, no abordarlo en todas sus dimensiones, no llegar a las raíces, es lo que ha impedido atacar las causas básicas y abrir el cause verdadero a la superación histórica de la debilidad política, teórica y 9
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organizativa del movimiento obrero revolucionario del país, que es la debilidad del Partido Comunista. Para localizar efectivamente las causas más generales y profundas de la debilidad del PCM y del movimiento obrero, necesitamos remitir a la historia de nuestra organización. Al hacerlo, somos conscientes de que este examen podrá ser utilizado por aquellos que en alguna ocasión llamamos grupos parásitos porque vegetan sobre el cuerpo vivo del partido, lo mismo por lo que lo agentes de la burguesía que vive a cuenta de la lucha contra los comunistas en tanto que partido mexicano o movimiento internacional. Pero no hay grado de comparación entre los beneficios que este examen autocrítico traerá al movimiento revolucionario, y las ganancias que saquen de el los parásitos y enemigos de clase. La historia del Partido Comunista Mexicano como la de cualquier otro partido marxista- leninista esta ligada estrechamente a la del movimiento comunista internacional, del cual hemos sido y somos parte integrante. El haberse mantenido desde el día de su fundación estrechamente unido al movimiento internacional de la clase obrera, participando de sus victorias y sufriendo también las consecuencias de sus derrotas, errores y desviaciones, no ha sido un defecto sino un merito de nuestro partido. 1. PARTICULARIDADES DE LA FORMACION DE PCM
El Partido Comunista Mexicano se fundo hace ya 50 años, más o menos por el tiempo en que se crearon la mayoría de los partidos marxistasleninistas de los países capitalistas desarrollados. Pero ha diferencia de estos, el PCM fue el primer partido de la clase obrera que se organizaba en el país, no el resultado de la escisión de un partido socialdemócrata existente con anterioridad, como en los países de Europa. El Congreso Socialista de 1919, cuya mayoría se oriento por la creación de un Partido Comunista, no era culminación del deslinde en el ceno de un partido obrero entre las posiciones revolucionarias y las oportunistas, ni constituirla en foro en que el partido obrero revolucionario disputaba la dirección de la clase a los lideres amarrillos. Todos los intentos que se hicieron desde el siglo pasado para organizar un partido socialista, terminaron en el fracaso, por no existir entonces condiciones para la actividad de un partido propio de la clase obrera. A quienes acostumbran remitirse a la historia del Partido para denigrarlo no les dice nada la circunstancia de que mientras los partidos comunistas de Europa surgían en el antecedente de los viejos partidos socialistas creados en tiempos de la II Internacional y algunos de ellos en 10
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vida de Marx y Engels, la clase obrera mexicana no contaba con un parecido antecedente de experiencia teórica, política y organizativa. Esta es una ventaja y al mismo tiempo una limitación. Ventaja porque el PCM no nacía del seno de un partido socialdemócrata, que se hubiera corrompido en el ultimo periodo de la II Internacional, aunque a fines de la segunda década del siglo también se creaban ya, en el plano sindical y político, las corrientes reformistas encabezadas por Luis N. Morones. Y una limitación, en cuanto que la clase obrera no había recibido la propaganda del marxismo que los partidos socialistas realizaban. En realidad los obreros mexicanos empezaron a conocer el marxismo por primera vez en el periodo de la I Internacional, en vida de Marx y Engels, a través de las organizaciones y los periódicos que dirigían Francisco Villanueva y Juan de Mata Rivera. Pero fueron destruidas durante la segunda presidencia de Porfirio Díaz y no llegaron a materializar en un partido obrero. De este modo, una primera particularidad de la formación de nuestro partido reside en que no surgí del seno de un partido socialdemócrata; fue el primer partido estable que organizo la clase obrera mexicana. La otra, derivada de la anterior, reside en que su creación no fue precedida de una extensa difusión de la teoría del marxismo. Estas dos particularidades explican que el periodo de formación del partido se extendiera por espacio de 10-15 años, de 1919 a 1935, aproximadamente. Pero la fundación del PCM a finales de 1919 obedecía a necesidades objetivas y era la expresión de un determinado grado de madurez alcanzado por la clase obrera mexicana: habían comenzado a surgir en distintas regiones del país grupos y círculos marxistas, como los creados en Guanajuato por Nicolás Cano, en Veracruz Por Manuel Díaz Ramírez, en Michoacán por Soria y en la Ciudad de México por José Allen, que dirigía el “Grupo de Jóvenes Socialistas Rojos” y editaba el periódico “El Soviet” desde 1918; grupos y partidos que agrupaban obreros bajo principio burgueses o pequeño burgueses, se crearon en ese tiempo; corrientes y hasta organizaciones obreras completas entraba en profunda contradicción con la burguesía. Todo ello demostraba que las condiciones objetivas de la formación del partido obrero revolucionario estaban dadas. La actividad del movimiento obrero se unía al descontento de las masas campesinas, que veían como después de haberse instalado en el poder, la burguesía incumplía los ofrecimientos hechos en el curso de la revolución. A los ojos de grandes masas la salida se hallaba en el ejemplo de los obreros y campesinos rusos, que resolvían al modo revolucionario las tareas que aquí la burguesía abordaba del modo más limitadamente reformista. La gran revolución socialista de Octubre y la creación de la Internacional 11
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Comunista fueron factores poderosos que impulsaron a la parte mas avanzada de la clase obrera a constituirse en partido político. En el Congreso Socialista de septiembre estuvieron presentadas todas las corrientes que existían en el movimiento obrero mexicano: los anarquistas, los reformistas y los comunistas. La lucha de tendencias dentro del Congreso Socialista demostró que los problemas fundamentales que entonces exigían solución fueron correctamente resueltos por la mayoría de los delegados. Ellos eran el de la actitud ante la II y III Internacionales, ante la revolución socialista de Octubre y ante la necesidad de agruparse en partido propio. El congreso realizo el primer deslinde de importancia histórica al condenar el oportunismo de la II Internacional y decidir su adhesión a la Internacional Comunista, proclamar su simpatía hacia los principios de la revolución de Octubre y resolver constituirse en Partido Comunista, acuerdo que se llevo a la práctica en noviembre de 1919. Ante otros problemas, como la renuncia a participar en elecciones, el Congreso Socialista adopto decisiones equivocadas. Era indudablemente una reminiscencia anarquista y una reacción ante los métodos de la II Internacional, que había desprestigiado la participación de los obreros en los parlamentos burgueses. 2. EL PCM DE 1919 A 1940
Comenzó entonces una lucha muy compleja en la que se reflejaba la vía nacional peculiar a través de la cual los comunistas desarrollaban el proceso de fusión de las ideas comunistas con el movimiento obrero espontáneo: el combate abierto por la dirección del proletariado frente a la burguesía y la pequeña burguesía. Este combate -que toma las formas más distintas y complicadas, desde los esfuerzos por la organización sindical y la propia conformación del partido hasta la lucha armada-, contribuye un rango esencial de la historia del PCM. Durante los 2 años que siguieron a su fundación, la vida del PCM fue muy precaria: el núcleo del partido quedo prácticamente disuelto a consecuencia de la represión organizada por Obregón en mayo de 1921, y fue solo hasta el II Congreso, en abril de 1923, que se integra una dirección estable. A partir de entonces la lucha del partido se mantiene sin ninguna interrupción. En marzo de 1924 aparece su primer periodo estable, El machete, que llevo por primera vez a grandes masas de la clase obrera y de los campesinos las ideas del marxismo-leninismo, los principios de la 12
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Internacional Comunista del primer estado de obreros y campesinos del mundo. A partir de entonces jamás dejo de existir en nuestro país una prensa comunista que, pase sus debilidades, denunciaba la política de la burguesía e iba formulando una política propia de la clase obrera. En este periodo de su vida, el partido logro la derrota del anarquismo como corriente política en la clase obrera, hasta lograr su virtual desaparición. Los grupos anarquistas fueron la fuerza predominante en el proletariado desde principios de siglo hasta calumniar la revolución de 19101917, y salvo las actividades que transcurrieron bajo la dirección de Ricardo Flores Magón y sus mas cercanos compañeros, demostraron su oportunismo, principalmente al actuar al través de la casa del Obrero Mundial –que pacto con la burguesía el combate a los campesinos revolucionarios-, y al realizar una lucha sin principios contra los primeros núcleos comunistas. Los restos contemporáneos de aquellos grupos han demostrado más de una vez que ya no integran ninguna corriente obrera, sino burguesa. Es falso, en consecuencia, que el narco-sindicalismo haya materializado en México la lucha por la independencia de la clase obrera frente a la burguesía. El partido introdujo entonces en la práctica del movimiento obrero y revolucionario del carácter internacional de la lucha del proletariado y combatió la ideología del nacionalismo que la burguesía y los reformistas llevaban a las filas de los obreros. Fue la presencia de los comunistas en la arena política, sus campañas de solidaridad con la Rusia Soviética, la creación de la liga Antiimperialista De las Ameritas y otras organizaciones, las campañas de solidaridad de Sacco y Vanzetti, con las victimas de la represión y los perseguidos de otras países; la ayuda constante a la lucha de Sandino en Nicaragua, el movimiento obrero cubano y de otros países, lo que despertó el espíritu de solidaridad y la conciencia internacionalista de los sectores mas avanzados de la clase obrera y de nuestro pueblo. Junto a la acción frente al anarquismo, nuestro Partido se entrego, desde sus primeros años, a combatir al reformismo naciente –lucha contra la influencia burguesa-, representado en los años 20 por la CROM y el Partido Laborista. Hasta 1929 los comunistas trabajaron en la base de los sindicatos de la CROM y de la CGT, esta última, dirigida por los anarco-sindicalistas. Ya para entonces, el PCM había logrado integrar una corriente sindical propia, que se oponía tanto al anarquismo como al reformismo, y marchaba hacia su agrupación independiente para la mejor defensa de los intereses obreros y de los principios de un sindicalismo clasista. Fue así como surgió, en febrero de 1929 la Confederación Sindical Unitaria de México, que dirigieron los camaradas Valentín Campa y David Alfaro Siqueiros. Condena da a la ilegalidad al poco tiempo de creada, la CSUM cubrió una 13
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importante etapa de la educación y organización sindical de los obreros; y a aunque el periodo de 5 años de la represión callista se redujeron considerablemente sus efectivos, su lucha persistente condujo a que, al salir de la legalidad en 1935, fuera uno de los polos de atracción principales del resurgimiento de la acción organizada del proletariado y una de las corrientes mas importantes que determinaron el proceso unitario de 1936. El PCM fue el primer partido marxista-leninista de América Latina que se planteo el problema de la organización del movimiento campesino por la clase obrera, y el primero en formular un programa agrario revolucionario. Los comunistas crearon las primeras formas prácticas de alianza obrerocampesina, y los campesinos pudieron intervenir en la lucha política contra el callismo como uno de los destacamentos revolucionarios principales. El partido de esforzaba así por satisfacer uno de los requerimientos leninistas de su formación y desarrollo: establecer la dirección política del proletariado sobre los campesinos, esencia de la alianza obrero-campesina. En las condiciones de un país como México, en el que una de las circunstancias históricas propias ha sido la existencia de un movimiento campesino revolucionario –cuya parte mas avanzada y decisiva ha sido el semi-proletariado del campo-, sin que haya surgido un partido campesino, el cumplimiento de ese requisito se desenvolvió por medio de la actividad directa de los comunistas hacia el movimiento campesino, y no en el o y alianza con sus representantes políticos. Al mismo tiempo que ello abría grandes posibilidades revolucionarias al partido, creo una situación en el seno de este, que habría de influir en su futuro desarrollo, en el en el que cualquier debilitamiento del núcleo obrero y de la ideología proletaria conduciría inevitablemente a desviaciones “Campesinitas”, y al predominio de posiciones de derecha o de izquierda, según fuera el ambiente general que rodera al movimiento campesino. Bajo la dirección del partido de comenzaron a organizar en 1924 los primeros núcleos campesinos, las ligas de Comunidades Agrarias, que dieron base a la creación de la primera organización campesina independiente y revolucionaria en 1926, la Liga Nacional Campesina. La burguesía procedió a destruirla por la violencia en mayo de 1929. Sus dirigentes principales como J. Guadalupe Rodríguez en Durango, Hipólito Landero en Veracruz y otros, fueron asesinados. De esa labor organizadora y de la defensa, no poca veces heroica, de los intereses campesinos por los comunistas, parte la influencia de nuestro partido conquisto entre las masas campesinas revolucionarias, influencia que sufre altibajos, pero que se mantiene como una de las conquistas más importantes del proletariado revolucionario. 14
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Los núcleos de cuadros estables de dirigentes comunistas se forman durante este periodo. En diciembre de 1929, después del Pleno de julio que hizo el balance del amino recorrido por el partido en sus 0 años de existencia, asume la Secretaria General el camarada Hernán Laborde, que hasta entonces trabajaba en el Buró Político y la compañía electoral del Bloque Obrero y Campesino. El partido va adquiriendo importancia nacional y su influencia se extiende a otros núcleos de la población, como la intelectualidad y los estudiantes. La idea del partido la necesidad del partido revolucionario de la clase obrera, de su separación de la burguesía, arraigo entonces entre los trabajadores mas avanzados. En esto desempeñaron un papel importante los primeros dirigentes como el camarada José Allen, que encabezo la dirección desde su fundación hasta 1921, el camarada Manuel Díaz Ramírez, que fue secretario general hasta 1925, e incluso Rafael Carrillo, que después se paso a las filas del lombardismo y que dirigió al partido de 1925 1929. Cabe mencionar ante estos dirigentes a Julio Antonio Mella, el líder cubano que milito en nuestras filas de 196 a 1929. Pero el partido no comprendió entonces la importancia de la teoría para el movimiento revolucionario de la clase obrera y no supo estudiar las condiciones concretas de un país como México desde el ángulo de los principios del marxismo-leninismo. A consecuencia de ello, los problemas de la definición del carácter de la sociedad mexicana y del tipo de revolución que se planteaba entonces se enfocaban siguiendo los esquemas que la Internacional Comunista elaboraba para todo el mundo o para grandes regiones. En este sentido los comunistas pasaron por alto –y la orientación de la IC en aquel periodo ayudaba a ello-, las indicaciones que Lenin hacia en 1919 subrayo la necesidad de tomar en cuenta rigurosamente “la diversidad de condiciones en que estén que luchar y actuar los distintos partidos para el trazo de su línea política y su programa” (ver condiciones de ingreso a la IC, p. 17). Fueron trasladadas mecánicamente a las condiciones de México las erróneas conclusiones del VI congreso de la IC, que caracterizo a los países de América latina como semi-coloniales y semi-feudales, contradiciendo a la concepción leninista, según la cual la mayoría de los países latinoamericanos se ubicaban en un grupo intermedio, como países en que los movimientos nacionales habían pasado ya en la época de las guerras de independencia y se mantenían como países independientes políticamente, pero sujetos a la dependencia económica y financiera de las potencias imperialistas. De 1919 a 1929 el partido llamaba ala revolución soviética, a la conquista de los soviets, como forma estatal de la revolución, tal como lo 15
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planteaba la Internacional Comunista para todos los países. El traslado de la consigna de los soviets, forma concreta de la dictadura del proletariado que había triunfado en Rusia, se explica a mi parecer como universales. Esto se puede comprobar no solo con el triunfo de la revolución rusa, sino posteriormente, tonel triunfo de la revolución china y de la revolución cubana. Toda gran revolución ejerce profunda influencia entre las masas y las lleva a tratar de limitar incluso sus rasgos específicos. La consigna de los soviets en todo el mundo es, como se sabe, una idea de Lenin. Pero Lenin no la veía como un simple traslado de la experiencia rusa, sino de manera mas profunda; para Lenin se trataba de la esencia y no del nombre. La idea de los soviets implicaba que la vanguardia debería apoyarse en una amplia organización de las masas sin partido o en el cual participaban representantes de otros paridos. Los soviets cumplían el papel de órganos legislativos y ejecutivos en representación de la inmensa mayoría del pueblo trabajador; eran la expresión de la alianza de la clase obrera con los campesinos y las amplias masas. Pero esta concepción no se comprendió cabalmente y la consigna de revolución soviética se tomaba como sinónimo de revolución socialista, lo que indudablemente no correspondía a las condiciones de aquel tiempo. Poco después, hasta llegar al VII congreso de la IC la consigna de los soviets se cambio por la de revolución obrera y campesina, que expresaba una idea más profunda y adecuada a las condiciones de América Latina. Se trataba de una forma transitoria de poder, algo parecido a la dictadura democrático-revolucionaria del proletariado y los campesinos, como poder anterior a la dictadura del proletariado. Sin embargo, tanto la IC como una serie de partidos, entre ellos el nuestro, identificaban esta consigna con la de revolución socialista; se la veía como sinónimo de dictadura del proletariado. En condiciones en que la revolución socialista no había madurado, esta consigna no ayudaba a agrupar las fuerzas reales capaces de intervenir en la revolución que maduraba efectivamente. Por eso el partido se encontró desarmado cuando se planteo la necesidad de dar una salida revolucionaria a la crisis en que el país se vio envuelto en los años de 1929 1933, donde se conjugaban los efectos de la crisis económica mundial con el desprestigio de la dictadura callista y una profunda crisis agraria. En julio de 1929 se realiza uno de los plenos del comita central que tuvieron influencia en la vida del partido. Se vivía el momento de viraje reaccionario del callismo, cuando el partido y las organizaciones de masas que le eran afines como la CSUM y la Liga Nacional Campesina habían sido aclaradas ilegales y en el país se desplegaba una feroz persecución anticomunista. El gobierno de Portes Gil 16
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había roto las relaciones diplomáticas con la Unión Soviética utilizando como pretexto las manifestaciones de solidaridad que se realizaron en todo el mundo frente a las embajadas mexicanas en protesta por el asesinato de J. Guadalupe Rodríguez y otros dirigentes campesinos. Bajo la influencia de las conclusiones del VI Congreso de la IC realizado meses antes, y de la línea izquierdista planteada por Stalin, el pleno adopto una serie de conclusiones de carácter sectario con las que se oriento la actividad del partido durante el periodo de la ilegalidad de 1929 a 1934. Stalin planteo entonces su errónea tesis de que los partidos comunistas deberían dirigir al golpe principal contra la democracia pequeño burguesa; consideraba que la socialdemocracia era el apoyo principal de la burguesía. La línea del frente único obrero, planteada por Lenin en el VI Congreso de la IC, fue dejada de lado. En México un error de ese carácter tenia gran importancia, por cuanto en la estructura de clase del país tenia un peso enorme la pequeña burguesía, especialmente en el campo, donde las clases no proletarias constituían (y constituyen) una potente fuerza revolucionaria. Estas tesis se trasladaron a México en un periodo en que el papel y la importancia de las capas medias crecían, y cuando comenzaban a destacarse un grupo de demócratas revolucionarios, que recogía las aspiraciones de los campesinos y de las capas medias urbanas y entraba en contradicción con la dictadura callista. Siguiendo las ideas del IV Congreso de la IC, la dirección del partido no solo no se proponía la unidad de acción con los representantes de la pequen burguesía radicalizada, sino consideraba que estos fueran los enemigos mas peligrosos. Así por ejemplo, llamaba a concentrar la lucha contra el Partido Socialista de las izquierdas, que dirigía el coronel Adalberto Tejada, uno de los hombres mas radicales de su tiempo, que presento su candidatura a la Presidencia de la Republica contra el entonces candidato del PNR, Lázaro Cárdenas. Por otra parte se encontraba incapacitado para enfrentar los problemas políticos que se derivan de las luchas en el seno del partido gobernante, y revelando incomprensión del estado de animo que invadía a importantes sectores en el seno de aquel y de sus formas de expresión, caracterizo al plan sexenal de Cárdenas como “plan sexenal fascista”. No podía entenderse en nuestros días esta conducta del Partido, de no tomarse en cuenta las condiciones en que se desarrollaba el movimiento revolucionario mundial. La IC se había formado como un partido internacional, y pertenecer a ella era, en las condiciones de su creación, la única forma de militar en el movimiento comunista. Por otra parte, el 17
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desarrollo del comunismo como fuerza internacional no tenía otra vía posible: era esta la manera singular de impulsar la transformación del movimiento obrero en partidos independientes del reformismo y del nacionalismo burgueses. Pero precisamente en los añosa que nos referimos, un aspecto de las normas de la III Internacional –el de la obligatoriedad de la línea general-, se había desarrollada unilateralmente, en tanto que el otro –el de la comprensión e interpretación de las peculiaridades nacionales-, de echo se habían abandonado después de la muerte de Lenin. Y ello estorbaba al desarrollo de los cuadros nacionales y a la formularon de una línea comprensible para las masas. En el caso concreto de México, dificultaba extraordinariamente la elaboración independiente de la política apropiada a las condiciones del país y tendía perpetuar la debilidad teórica del Partido, ya de por si grave. Ambos elementos –la debilidad teórica y las tendencias entonces predominantes en la IC-, condujeron al partido a plegarse a un esquema internacional que no se ajustaba a las condiciones del país. El problema del tipo de transformaciones que habían madurado en la sociedad, es decir, del carácter de la revolución, no fue resuelto acertadamente. En el período de la crisis económica mundial de 1929-1933 se puso de relieve también la existencia de una concepción superficial, que no es propia de esa época, sino que se traslada a otros periodos de la actividad del Partido, acerca de la clase obrera mexicana. En los materiales del Partido se hablaba de la clase obrera de aquel tiempo como si se tratara de la clase obrera europea o de un país capitalista desarrollado. Pero la clase obrera de entonces, su núcleo industrial, el que se tomaba en cuenta en los materiales del Partido, era un destacamento muy reducido, y muy inmaduro todavía. Hacia 1928 el número de obreros industriales no llegaba a 200,000. E n cambio tenían una gran potencialidad los obreros agrícolas, las capas explotadas no-proletarias de la cuidad, hacías las cuales no se orientaba la actividad del Partido de una manera consciente, sino espontánea. Se actuaba entre los campesinos, pero la línea de revolución socialista no podía canalizarlos, hacia un movimiento político de envergadura nacional con reivindicaciones propias. Al no establecer una firme alianza con las capas trabajadoras no proletarias por la ausencia de un programa concreto de transformaciones revolucionarias, un programa que diera respuesta a las necesidades reales, la burguesía pudo canalizar la ola revolucionaria mediante una serie de reformas y atraerse alas masas descontentas. 18
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Todo esto repercutió negativamente en las relaciones entre el partido y la clase obrera, entre el Partido y las masas trabajadoras no-proletarias. Desde el punto de vista de organización, el Partido se mantuvo en este periodo como un gripo pequeño, que solo llego a superar el millar de militantes. Hasta 1926, se organizaba a base de las llamas “locales”, que eran la agrupación de los comunistas de la localidad determinada. El sistema celular se comenzó a aplicar hasta después del IV Congreso, el Partido contaba con 191 organizados en 10 ciudades. Ya para 1927 contaba con 600 y más de 50 células de empresa. Para el periodo del pleno de julio de 1929, a entrar a la ilegalidad, el Partido había elevado, junto a su influencia de masas, el número de sus militantes: contaba con 1,500 , de los cuales el 70% era de obreros, el 27% de campesinos y el 3% de intelectuales y empleados. Era evidente el proceso ascendente que el Partido había seguido desde su fundación en 1919 hasta el periodo de la ilegalidad que se inicia en 1929, en la extensión de su influencia entre la clase obrera y en el crecimiento de sus filas. Las luchas internas en l Partido se habían resuelto en base al mantenimiento de su unidad y las divergencias de opinión no se traducían en rompimientos. El pleno de julio de 1929 expulso al grupo trotskista que se había ido formando bajo la dirección de Diego Rivera y al líder campesino Úrsulo Galván, por su conducta oportunista ante la represión del callismo. Desde entonces comenzó a actuar en México en trotskismo como agrupamiento político. Hoy los trotskistas y sus reivindicadores se remiten con frecuencia a los 50 años de existencia del PCM; pero no ay gran diferencia entre la edad del trotskismo y la de nuestro partido; ya en 1927 comenzaron a conformar su fracción y en 1929 entonces mas de 40 años; Trotski traslado a México su cuartel general y desplegó contra los comunistas mexicanos una campaña columnista sistemática. ¿Y que ha quedado del trotskismo? ¿Cuál es su aporte al movimiento obrero y revolucionario del país? ¿Dónde están los cuadros del trotskismo en el movimiento obrero, campesino y popular? A excepción de sus reducidos grupos estudiantiles, e incluso a pesar de ellos, el trotskismo sigue siendo lo que siempre fue: un minúsculo gripo anti-partido, escisionista y antisovietico, incapaz de desempeñar cualquier influencia positiva en el movimiento revolucionario. Pese a sus errores sectarios, el Partido, sin embargo continúo desarrollando su influencia en los años de la ilegalidad y la crisis económica (1929 a 1934). Era determinante en ello su persistente labor entre la clase obrera y los campesinos, que intervenían con importantes acciones como en ningún otro periodo de la historia de México. En junio de 1930 el gobierno 19
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masacra una manifestación de campesinos y obreros agrícolas en Matamoros, Coah., contra la política de Ortiz Rubio y en demanda de tierras. 20 militantes comunistas. Del 25 de febrero al 20 de marzo de 1931 en los principales centros obreros del país se realizan grandes manifestaciones de sin-trabajo, convocadas por la Confederación Sindical Unitaria, como reacción contra el paro y la desocupación. Entre 1931 y 1932, por ejemplo, fueron reajustados 12,000 obreros ferrocarrileros. En 1932, el 26 de febrero, fecha que la CSUM proclama como día “Día de lucha contra la desocupación”, una columna de sin-trabajo marcha de Pueblo la ciudad de México, a ella se unen numerosos obreros de la capital. En la manifestación de Monterrey participan 7,000 obrero y más de 2,000 en Jalapa. El primero de mayo, la manifestación adquiere un carácter extraordinariamente masivo. En el DF desfilan cerca de 150,000 trabajadores, 16,000 de ellos bajo las banderas de la CSUM. Las acciones campesinas se desarrollan sobre todo a partir de 1932. Con las armas en la mano, grupos numerosos de campesinos invaden las propiedades de los terratenientes en los Estados de Guanajuato, Michoacán y Jalisco. En las plantaciones arroceras de Michoacán, más de 2,000 peones declaran la huelga. Durante 1934 y 1935 el movimiento huelguístico llego a su punto culminante: según datos oficiales, en 1934 se realizaron 202 huelgas, es decir, 18 veces mas que en 1933; para 1935abarcaba la mayor parte de la ramas industriales, el numero de huelgas se elevo a 642 y el de huelguistas a 145,212. La lucha en el seno de la clase dominante se agudiza a medida que se desenvuelve el movimiento de masas, y en junio de 1935 estalla la crisis política con motivo de las declaraciones de Calles exigiendo el aplastamiento de las huelgas. El movimiento obrero pasa a ala ofensiva y se crea el “Comité Nacional de la Defensa Proletaria”, que se une a la gran mayoría de la clase obrera de países. El partido comienza a recuperar su derecho a la actuación libre y sus dirigentes actúan abiertamente. El día de la apertura del local del Comité Central, bandas armadas lo ocupan, en un intento por impedir la acción legal de los comunistas. Bajo la presión del movimiento de masas, pero respondiendo también a las exigencias de la burguesía media y el pequeño capital efectuados por la crisis, el gobiernos de Cárdena procede a cambiar la orientación de la burguesía gobernante en relación a la reforma agraria y da a esta fuerte impulso, establece un clima de respeto a las libertades democráticas, y mas tarde realiza las nacionalizaciones de los ferrocarriles y la industria petrolera, 20
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atendiendo al estado de animo en que se expresa su nacionalismo burgués renovado. En estas medidas gubernativas esta presente también, sin duda, el objetivo de frenar el movimiento de masas o, en todo caso, de canalizarlo. Pero el movimiento obrero y campesino no se paraliza. Prosigue su ofensiva y defiende las posiciones conquistadas. Ante el riesgo de que el movimiento de masas caiga bajo la dirección de los cardenistas, el partido lanza en los primeros meses del gobierno de Cárdenas sus conocidas consignas de “Ni con Cárdenas ni con Calles” y un poco después “Con Cárdenas no, con las masas cardenistas si”, consignas cuyo contenido era la defensa del carácter independiente del movimiento obrero y campesino revolucionario, y que expresaban una combativa tradición proletaria en defensa de la independencia de la clase. Estas consignas, que ponían de manifiesto la sensibilidad de los dirigentes comunistas ante el peligro real de que los reformistas tomaran en sus manos el control de las masas, fueron calificadas después, bajo el influjo de las conclusiones del VII Congreso de la IC realizando en julio y agosto de 1935, como expresiones de una orientación sectaria, y así se consideraron durante mucho tiempo en los documentos partidarios. El VII Congreso de la IC significo un viraje en las concepciones sectarias que habían impregnado la línea de sus congresos V y VI. Elaboro, como el sabido, la táctica de frente popular antifascista y de frente popular antiimperialista, que tuvieron enorme significación para enfrentar y combatir en todo el mundo el peligro del fascismo y de la guerra. Se trataba de una táctica para unir fuerzas disímbolas –en primer lugar las del movimiento obrero- para enfrentar el riesgo que significaba el asalto el fascismo al poder y las pretensiones revanchistas y chovinistas del sector mas reaccionario y agresivo del capital financiero internacional. Pretendía establecer condiciones para la conquista de la dirección del estado por un bloque de fuerzas capaz de conducir a los pueblos por un camino de transformaciones sociales que abrieran paso hacia el socialismo, pero que en lo inmediato lo cerraran al fascismo. El valor de esta táctica de corte leninista se probo de sus éxitos en diferentes países y en las bases que puso para la derrota del fascismo en la guerra destacada por este. Para México el viraje táctico se expreso en la conocida carta de la delegación mexicana al VII Congreso de la IC, que formulaba un programa y una táctica adecuados a la situación concreta que vivía el país. Los errores cometidos en su aplicación – contra los cuales ya se prevenía en el documento-, y las deformaciones que le restaron eficacia no son atribuibles al principio que inspiraba la línea. 21
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Como sucede en todo viraje, se tendió entonces a juzgar la política del partido desde una nueva posición unilateral, y lo que era defensa necesaria de la independencia de clase del movimiento obrero y de las posiciones conquistadas por el partido, comenzó a ser considerado expresión de sectarismo. Ello conducía a romper con una de las más ricas experiencias de los comunistas mexicanos en la construcción del partido revolucionario; la defensa de la independencia de clase del proletariado frente a la burguesía y la pequeña burguesía. Este rasgo esencial de la actividad del Partido, que había permitido la formación de una corriente revolucionaria en el movimiento obrero tras la cual comenzaban a marchar las fuerzas principales de este, fue situado dentro de las concepciones sectarias. Tal caracterización ponía las bases de la incapacidad para defender la independencia de la clase obrera e impedía que a su vez esta pudiera atraer a las fuerzas de la base que aspiraban a transformaciones cada vez mas profundas y dirigirles contra la burguesía en cuanto esta volviera las espaldas al proceso de reformas. La lucha del partido en defensa de sus posiciones frente a los intentos de los reformistas por someter al movimiento obrero y campesino a su control, se expreso muy claramente en el problema de la unidad sindical. Con base en las organizaciones afiliadas a l comité de defensa proletaria se realizo en febrero de 1936 el Congreso de Unificación Proletaria donde se constituyo la Confederación de Trabajadores de México (CTM). La CTM surgía como una organización clásica. Se fundía en una sola organización las fuerzas dirigidas por el PCM, que estaban representadas por la CSUM, las que actuaban bajo la dirección de Lombardo Toledano y Fidel Velásquez, que se habían escindido de CROM en octubre de 1933, agrupadas en torno a la confederación general de obreros y campesinos (CGOCM), y una serie de sindicatos independientes, como los de electricistas, ferrocarrileros mineros y otros. El grupo Lombardo-Fidel Velásquez intentaba por todos los medios frenar la creciente influencia que adquirían los comunistas en las filas de los sindicatos de la CTM y recurría para ello a todo tipo de maniobras. Desde la fundación de la CTM se desplegó una lucha interna en su seno, caracterizada por el intento lombardista de imponer a los sindicatos, contra la voluntad de la base, representantes de su corriente oportunista, que utilizaban los puestos para la politiquería burguesa, medrar con la cuota y apaciguar a los trabajadores. Se presentaron conflictos como lo son los suscitados en la Federación Regional de la Comarca Lagunera, de la Federación de Nuevo León y la de Oaxaca. En las dos primeras federaciones, los trabajadores 22
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apoyaban a dirigentes comunistas como Dionisio Encina y Tomas Cuerva, pero Blázquez, apoyado por Lombardo trataba de imponer a elementos corrompidos de su corriente, agentes de los gobiernos locales. Esta situación hizo crisis en abril de 1937, a un año de constituida la CTM, cuando se reunía el IV Congreso Nacional de la central. Debido a las maniobras puestas en juego por el grupo lombardista, la CTM se escindió. Los sindicatos dirigidos por el Partido y por lideres independientes como los que encabezaban e Sindicato Mexicano de Electricistas, abandonaron el consejo. Las estadísticas publicadas en la prensa de entonces muestran claramente que el grupo de sindicatos y federaciones que habían abandona do el IV Consejo representaba la parte mas importante de la clase obrera organizada, que con Lombardo y Velásquez se habían quedado los sectores mas atrasados del proletariado. En las condiciones del movimiento obrero mexicano, la unidad tenia que pasar a través de la lucha por la democracia interna y la independencia de los sindicatos, tenia que servir al desarrollo del propio movimiento y al despliegue de su potencialidad y no al sometimiento a los intereses de la burguesía. La situación fue resulta por la intervención de Earl Browder, entonces Secretario General del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, a cuya ayuda apelo Lombardo Toledano. No se trataba, naturalmente, de la persona de Browder, sino de que este actuaba en nombre del Comité Ejecutivo de la IC. Utilizando esta posición, Browder presiono a los dirigentes del partido para que reintegraran los sindicatos al seno de la CTM sin ninguna condición, e impulso la línea llamada de “Unidad a toda costa”, que aprobó el pleno de julio de 1937, a pesar de la resistencia de numerosos cuadros sindicales del Partido. A partir de ese momento la influencia del PCM en el movimiento sindical comenzó a descender: los comunistas fueron desalojados, uno tras otro, de los puestos de dirección donde los habían colocado las propias masas, sin que estas comprendieran la actitud de los comunistas. Años mas tarde seria utilizada contra la dirección del Partido de entonces, y en particular contra los camaradas Lamborde y Campa, la adopción de la línea de “unidad a toda costa”, cuando en realidad les había sido impuesta. Sin embargo, se continúo aplicando después del Congreso Extraordinario, no obstante su condenación formal. Esta era una línea de capitulación elaborada en aras de mantener la alianza con la burguesía. A su influjo el Partido se fue deslizando a una posición en la que se renunciaba a defender posiciones propias y se hacían 23
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cada ve mayores concesiones en aras de una unidad que no servía al desarrollo de las fuerzas propias de la clase obrera. De este modo, en junio de 1939el Comité Central resolvió suprimir las fracciones comunistas en algunos sindicatos. “¿Creemos que las fracciones son un obstáculo para la unificación completa de los trabajadores de la enseñanza? Pues suprimamos las fracciones”, dijo el camarada Lamborde en su Informe al Pleno. Antes, en enero de 1939, el VII Congreso había aprobado una orientación que tenia como centro la tesis de que el PRM era “el Frente Popular en las condiciones peculiares de México” y de que toda la labor de masas debía centrarse en la atención al PRM y no al Partido Comunista. Llevado por esa orientación, el Congreso resolvió mantenerse al margen del problema fundamental que se decía en ese momento: el de la sucesión presidencial. Con ello se dejo manos libres a los altos círculos del PRM y el gobierno, que acabaron imponiendo la candidatura derechista de Manuel Ávila Camacho. Ante este problema se puso nuevamente de relieve el daño de una concepción de la unidad en la que se dejaban de lado los intereses de clase y que se mantuvo por el Partido durante largos años. Todo se supeditaba al objeto de mantener la unidad con las fuerzas principales de la burguesía gobernante, en aras de la “derrota de la reacción”. Posteriormente, ya en el curso de la segunda guerra mundial esta línea se expresaba en la consigna de “unidad nacional”, concebida como supeditación del interés de clase del movimiento obrero a los llamados “intereses nacionales” o a los fines de la lucha contra el fascismo. En las condiciones de la situación política de 1939, cuando se desidia el futuro inmediato del movimiento revolucionario, democrático y antiimperialista del país, cuando ante las masas estaba planteo el dilema de si el país marcharía hacia la coronación de las tareas democráticas y antiimperialistas, hacia un autentico ascenso del movimiento revolucionario, o se entregaría el poder a los sectores derechistas de la burguesía en esas condiciones la concepción abstracta, sin sentido de clase y conciliador de la unidad, causo los mayores daños al partido. Frente ala candidatura derechista de Ávila Camacho había surgido de los círculos de izquierda mas consecuentes, la candidatura del general Francisco J. Múgica el hombre que representaba en el gabinete de Cárdenas la corriente mas avanzad, la mas ligada al movimiento obrero, la que trabajaba en alianza mas estrecha con el partido comunista. En torno de Múgica se habían unido los auténticos representantes de la democracia revolucionaria, entre ellos Narciso Bassol. Pero no era eso lo más importante: el movimiento obrero y campesino, grandes masas de la pequeña burguesía se pronunciaban por un gobierno que se colocara más a ala izquierda que el 24
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de Cárdenas. Por otra parte, las fuerzas de la burguesía agrupadas en torno de Ávila Camacho se planteaban claramente detener el curso a la izquierda y reorientar la política del país en beneficio de sus exclusivos intereses, con la bandera de que se había entrado “a la etapa constructiva de la revolución”. El argumento de los conciliadores, que se convertía en un espantajo era el peligro de la reacción, el fantasma de la división de “las fuerzas revolucionarias”. En realidad, pocos meses antes, en mayo de 1938, al ser aplastada la rebelión cedillista, las fuerzas reaccionarias de la burguesía y los terratenientes habían recibido un rudo golpe y existían las condiciones para rechazar una nueva ofensiva reaccionaria. En 1939, estas fuerzas se concentraron en torno de la candidatura de Ávila Camacho con la idea clara de inclinar en su favor la balanza del poder sin recurrir a la guerra civil. Se presenta aquí uno de esos casos de la historia en los que Marx, Engels y Lenin habían dicho que era preferible una derrota en la lucha, ya que de ese modo, el movimiento revolucionario hubiera mantenido sus banderas, sus propias fuerzas no resultaban superiores a las de la burguesía. Pero la línea de “unidad a toda costa” condujo a una derrota sin lucha, a lo que el mismo Carderías llamo muchos años después el entronizamiento de la “contrarrevolución pacifica”. Fue entonces cuando se produjo la desmoralización en el movimiento obrero y campesino, la disgregación de las fuerzas de izquierda; cuando se inicio el periodo del despliegue y descenso del movimiento revolucionario y la crisis prolongada del Partido Comunista. A fines de 1939 llega a México una delegación de la Internacional Comunista, encabezada por el camarada Victorio Codovilla y en noviembre el Comité Central resuelve convocar un Congreso Extraordinario del Partido. Para entonces se habían trasladado plenamente a la IC las deformaciones introducidas por Stalin en el PCUS en cuanto a los métodos para decidir los problemas conflictivos en el seno del Partido y de la sociedad soviética. Se vivía el periodo de las represiones masivas contra los antiguos cuadros bolcheviques, que se hicieron extensivas a las direcciones de algunos partidos comunistas, como en los casos de Polonia y Yugoslavia. Por otra parte, la complejidad de los problemas nacionales había aumentado extraordinariamente; estos no podían ser abordados con un conocimiento superficial de las cosas ni con esquemas prefabricados, sino sólo por medio de una aplicación flexible y multilateral del método marxista, cuyas exigencias no eran seriamente observadas en aquellos tiempos en la organización internacional. En estas condiciones, la delegación de la IC no podía contribuir a la realización de un examen objetivo de la labor del Partido en los últimos 25
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cinco años, ni en la realización de una autocrítica a fondo de los errores cometidos por la dirección a partir de 1937. No era capaz de dar eficaz ayuda a la elaboración de una línea acertada para el periodo que se iniciaba, de descenso del movimiento revolucionario y de consolidación de las posiciones económicas y políticas de la burguesía. El objeto principal de la delegación, según lo demostró su actuación, consistía en “depurar” al Partido y principalmente en eliminar a los camarada H ornan Laborde y Valentín Campa de los puestos dirigentes y de la filas del partido. Solo así se explica que antes de iniciar la discusión en el partido se instalara un Comisión Depuradora, cuya labor fue una de las expresiones más burdas de los métodos de arbitrariedad sobre y organizaciones del partido. La comisión expulso con base en acusaciones superficiales y sin que mediara una previa investigación, a muchos militantes y disolvió organizaciones enteras que agrupaban a miles de comunistas. De este modo, en lugar de que el partido corrigiera los errores reales que había cometido su dirección en los tres últimos años, se sentaron las condiciones para la disgregación del partido y su posterior escisión. Los materiales preparatorios del Congreso señalaban acertadamente algunos de los errores cometidos por el Partido en este periodo. En principal consistía en no abre comprendido en todos sus aspectos la idea leninista de la hegemonía del proletariado en el movimiento democrático y antiimperialista que se había desarrollado, y consecuentemente en no haber sabido defender la independencia de clase y la autonomía política de la clase obrera cuando las circunstancias históricas habían abierto la coyuntura de la acción conjunta de la clase obrera con las capas radicalizadas en la pequeña burguesía y con algunos sectores de la burguesía democrática. Pero los materiales del Congreso Extraordinario no ayudaba a corregir de raíz esta desviación y a hacer que el partido y la clase obrera enriquecieran su ideología con base en la experiencia de sus errores, por que no adoptaron una actitud consecuente y revelaron la presencia de las mismas desviaciones que se querían corregir en lo autores del material preparatorio y del informe al Congreso Extraordinario. Así, por ejemplo, se decía que “El Partido de la Revolución Mexicana reunía y reúne las condiciones para transformarse en una verdadera organización de Frente Popular, teniendo en cuenta que en su seno existen las organizaciones sindicales… pero a condición de democratizarse y transformarse en un organismo de Frente Popular desde arriba hasta abajo”. Y en seguida se planteaba que el Partido debía y debe luchar por ingresar en el PRM. 26
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“Cometimos –dijo en su titulo autocrático de marzo de 1940el camarada Hernán Lamborde- el error de subrayar el valor de la unidad en si misma olvidando su contenido. Atenuamos las diferencias de clase entre las fuerzas de la revolución democrática. Lanzamos la consigna de apoyar a “todo el gobierno de Cárdenas”, olvidando la critica a sus inconsecuencias y sobre todo a los representantes de las tendencias de capitulación ante el enemigo. Y exageramos el contenido revolucionario de la política de Cárdenas, dejándonos arrastras por la demagogia de los elementos pequeño burgueses del gobierno, hasta afirmar que la introducción del trabajo colectivo en la tierras ejidales, el fomentó de las cooperativas y las “istraciones obreras” constituyen anticipos de una etapa mas avanzada del movimiento revolucionario y bases para facilitar y acelerar en el momento oportuno la transformación de la Revolución Mexicana hacia el socialismo…” (La voz de México, 3 de marzo de 1940). Las viejas debilidades de la formación teórica del Partido volvían a causarle profundos daños en momentos decisivos para el desarrollo de la lucha revolucionaria. Pero en la condiciones de 1939 y 1940 la experiencia de los errores, que es uno de los elementos de la formación de los cuadros de la clase obrera –que no se educan en escuelas ni en círculos, sino en el proceso de la lucha-, no fue posible asimilarla y convertirla en patrimonio del movimiento. Fueron expulsados los dirigentes principales, Lamborde y Campa, cuyo nombre estaba ligado a la etapa más importante de la transformación del Partido, que habían cometido errores, pero que eran hombres fieles a la causa de la clase obrera y al marxismo-leninismo, como lo demostró toda su conducta política posterior. 3. LA CRISIS DEL PARTIDO
El partido entro en una crisis prolongada, que parte propiamente de 1937, con la adopción de la línea de “unidad a toda costa”. Esta crisis coincidió con el descenso del movimiento obrero y campesino, prolongándose hasta loa años de 1957-59, cuando comienza un periodo de reanimación. Se sucedieron entonces una serie de luchas internas, que terminaban en escisiones (las de 1943 y 1948, por ejemplo), hasta que en 1950 se materializo la división formal del Partido, al constituirse el partido Obrero Campesino Mexicano. Durante los años de la crisis se entronizaron en el partido los métodos burocráticos de solución a los problemas internos. 27
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Las divergencias que aparecían en el curso del trabajo entre cuadros dirigentes y simples militantes, se solventaban mediante prácticas istrativas y no a través de la discusión y el examen de las diferencias por todos los comunistas. Estos métodos a la larga crearon la imagen de un partido en el que no era posible conjugar la iniciativa del luchador revolucionario que pone en juego su propia experiencia y sus conocimientos en un ambiente de discusión libre de las ideas, con la disciplina de la acción, como corresponde a una organización que existe para la lucha política. En este periodo se produjo un acontecimiento de especial importancia en el movimiento comunista internacional: en 1943, en el apogeo de la guerra antifascista, por acuerdo de su Comité Ejecutivo, fue disuelta la Internacional Comunista. La resolución del Presidium de la IC del 15 de mayo de 1943 establecía que “ya mucho antes de la guerra era cada vez mas patente que a medida que se complicaba la situación de cada país, tanto interior como internacionalmente, la solución de los problemas del movimiento obrero de cada país por cualquier centro internacional encontraría dificultades insuperables. La profunda diversidad de los caminos históricos del desarrollo de los diferentes países del mundo, el carácter distinto e incluso contradictorio de sus regímenes sociales, la diferencia de nivel y ritmo de su desarrollo social y político y, finalmente, la diversidad del grado de conciencia y de organización de los obreros, impusieron también tareas diferentes a la clase obrera de los distintos países”. La disolución de la IC no significaba rompimiento de vínculos entre los distintos destacamentos del movimiento comunista internacional, aunque no se establecieran en la resolución las formas nuevas que debía adquirir la relación entre los partidos comunistas. El movimiento comunista había llegado a una etapa de su desarrollo que exigía un tipo nuevo de relaciones, basado no en la relación del movimiento desde un centro, sino en el intercambio de experiencias y puntos de vista y en la coordinación voluntaria de acciones colectivas contra el enemigo común. No se trataba de romper los vínculos internacionales que nacen el carácter mismo de la clase obrera y de su situación en el mundo, sino de enfocarlos de manera nueva. En la búsqueda de estas nuevas formas, el movimiento comunista experimento, al fin de la II guerra mundial, la creación del buró de Información de 9 partidos comunistas y obreros, que acabo disolviéndose unos años después de fundado, en 1956. Esta nueva experiencia demostró que el tipo de relaciones entre los PC corresponde a la época actual, no podía ser el de constituir organizaciones internacionales que en una u otra forma pretendieran dirigir al movimiento en su conjunto o a una parte de él. 28
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La Internacional Comunista desempeño un papel esencialmente positivo. Contribuyo a aglutinar a los elementos comunistas y a formas los partidos, a difundir la experiencia de la Revolución Socialista de Octubre y del partido bolchevique; contribuyo decisivamente al conocimiento de la herencia teórica de Lenin y a la coordinación de las acciones entre los distintos partidos comunistas de las más apartadas regiones. Fue la continuadora de las mejores tradiciones internacionalistas forjadas por las primeras organizaciones comunistas que Marx y Engels fundaron. La III Internacional contribuyo enormemente a la denuncia y desenmascaramiento del oportunismo al que habían llegado los viejos partidos socialistas europeos, lo cual educo a los sectores más resueltos y combativos del movimiento obrero en la lucha por el poder y por el socialismo. Defender entonces al primer Estado de obreros y campesinos del asedio burgués no era poca cosa y valía la pena empeñar todas las fuerzas para mantener la primera gran victoria del proletariado internacional: era decisivo probar la posibilidad real del proletariado de triunfar y mantenerse en el poder. Al mismo tiempo, la IC cometió errores innegables, que no contribuyeron al despliegue del movimiento comunista. Entre ellos, y basándonos en la experiencia propia de nuestro partido, podemos señalar los métodos de excesiva centralización, que estorbaban la elaboración de la estrategia revolucionaria de cada Partido y la búsqueda de sus propias vías de impulso al movimiento revolucionario. En algunos partidos, la elaboración de las tareas nacionales y de las formas de organización adecuadas al movimiento obrero era frenada por la difusión de esquemas generales que difícilmente correspondían a las realidades de cada país. Causaron daños igualmente, las formas de intromisión en lo asuntos internos de algunos partidos comunistas, incluso después de que si VII Congreso, celebrado en 1935, planteo al Comité Ejecutivo que al abordar todos los problemas del movimiento obrero “se basase en las condiciones y particularidades concretas de cada país, evitando como regla general inmiscuirse directamente en los asuntos orgánicos internos de los partidos comunistas”. Hoy esta de moda, entre algunos círculos de la izquierda no comunista, la lucha contra la III Internacional y la deformación de su papel histórico. Pero solo gente irresponsable o de espíritu nacionalista, puede negar la necesidad histórica y el papel que las internacionales del proletariado desempeñaron en su hora. La lucha de la clase obrera desde que todos los países quedaron envueltos en una sola economía mundial, tiene el doble carácter de internacional y nacional y exige la coordinación de las acciones a 29
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nivel internacional, así como la actuación en los marcos de su propio estado, de acuerdo con las peculiaridades nacionales. La restauración de una política internacionalista de los destacamentos de vanguardia del proletariado –que había sido sustituida por el chovinismo de los lideres de la II Internacional-, la necesidad de crear partidos de nuevo tipo en cada país rompiendo con el oportunismo de la socialdemocracia y de formar una Internacional distinta, revolucionaria, capaz de enfrentar las urgencias que se derivaban del auge de loa años siguientes a la guerra y al surgimiento del primer Estado proletario, eran las tareas que resolvía la creación y existencia de la internacional Comunista. La burguesía y los oportunistas de todos los países temían a la Internacional Comunista porque representaba una poderosa fuerza revolucionaria que combatía a la reacción internacional y al imperialismo y apoyaba al movimiento obrero y revolucionario de cada país en sus acciones. Los errores y equivocaciones que en determinados periodos cometió la IC, como puede cometerlos cualquier organización revolucionaria, no disminuyen su papel histórico y no tienen por qué ser ocultados; forman parte del proceso de formación y desarrollo del movimiento internacional de la clase obrera. La disolución de la IC correspondía a los intereses del movimiento obrero en su conjunto y a la situación mundial que se había creado en el momento que el Presidium adopto el trascendental acuerdo. Sin embargo, la reacción del Buró de Información de los PC y Obreros en septiembre de 1947, cuatro años después de la disolución de la IC, revelaba que la idea de dirigir el movimiento comunista desde un centro seguía persistiendo entre algunos partidos comunistas. Lo erróneo de esta orientación se relevo claramente cuando el 28 de junio de 1948 el Buró de Información adopto la conocida resolución que condenaba al Partido Comunista de Yugoslava y lo arrojaba de las filas del movimiento. Por cuanto nosotros, como todos los demás partidos comunistas, aprobamos esa resolución, cometimos entonces un serio error, del cual no se extrajeron las conclusiones correspondientes. De haberlo echo, después de que el XX Congreso del PCUS, en 1956, revelara lo erróneo de la condenación del Partido de yugoslava quizá se habrían evitado errores semejantes en el periodo posterior. La resolución sobre Yugoslava causo daños al partido y al pueblo de ese país; sin embargo, el daño lo sufrió todo el movimiento comunista internacional, imbuido entonces por las erróneas concepciones de Stalin sobre las relaciones entre los partidos comunistas y las formas y métodos de la edificación del socialismo en distintos países. En la revolución del buró de 30
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Información se acusa q los dirigentes del PCY de mantener una actitud antisoviética, de apartarse de las posiciones proletarias y de la teoría marxista de la luchan de clases, de mantener una posición nacionalista; finalmente, se llamaba a las “fuerzas sanas” del PCY a cambiar a los dirigentes y promover una nueva dirección. Con posterioridad, en una nueva resolución, titulada “EL PCY en manos de asesinos y espías” se acusaba a Tito y a los demás dirigentes del PCY de fascistas y agentes a sueldo a los servicios de espionaje del imperialismo y se llamaba a su derrocamiento. Nuestro partido no puso en duda estas afirmaciones, difundió los materiales del Buró de Información y los suyos propios, contra la dirección del PCY. La resolución de noviembre de 1949 sobre Yugoslavia contenía este párrafo: “El Buró de Información de los partidos comunistas y obreros considera… que la lu8cha contra la camarilla de Tito, pandilla de espías y asesinos a asueldo, en un deber internacional de todos los partidos comunistas y obreros”. (La Voz de México. Num. 692, 28 de enero de 1950). La base de la condena a los diligentes del PCY es la misma que sirvió de motivo en 1968 a la intervención de las tropas de 5 países del pacto de Varsovia en Checoslovaquia y a la eliminación de la dirección del PCCh encabezada por Alexander Dubcek, esto es, el intento de edificar el socialismo tomando en cuenta las particularidades nacionales, y el ejercicio de la independencia y la soberanía del Estado y del Partido en la formulación de su política nacional e internacional. Nuestro partido abandono la actitud hacia Yugoslavia hasta el pleno de diciembre de 195, después de que el XX Congreso del PCUS había revelado lo erróneo de la posición de Stalin con relación al PCY. Pero esto no podía menos de haber causado graves lesiones al prestigio del movimiento comunista y a las relaciones del Parido con las masas, Desde la disolución de la Internacional Comunista quedo planteada la necesidad de elaborar n8uevas formas de unidad del movimiento comunista mundial que sobre la base de las experiencias de la IC, de sus errores y aciertos, de sus conquista, permitieran elevar la acción internacional de la clase obrera a un nivel cualitativamente superior, sin la creación de centro alguno de dirección. Una de esas formas son las conferencias internacionales y regionales de los partidos comunistas, los encuentros bilaterales y otras formas de intercambio de experiencias. Estas solo pueden tener éxito si se presentan rigurosamente las normas y principio de relación entre los PC, basadas en el respeto a la independencia y la soberanía de cada Partido y en la medida en que se abandone la tendencia a la formación de uno o varios centros de dirección y todo intento de imponer a los partidos una forma de actuar –a menudo regida por el interés del Estado de uno o varios partidos en 31
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el poder- , lo que perturba con mucha frecuenta las relaciones ínter partidarias y crea conflictos extraordinariamente agudos. Las reformas de cárdenas, la coyuntura económica favorable provocada por la entra de los Estados Unidos en la segunda guerra mundial y la política de contención de las huelgas que proclamo la dirección lombardista de la CTM y apoyo el PCM durante la II Guerra, crearon las condiciones para el fortalecimiento de la burguesía mexicana y para la aplicación por el gobierno de algunas medidas sociales, como el régimen de seguridad social, que incidían en el estado d animo de los obreros. Estas condiciones y la ilusión en el carácter progresista de la burguesía gobernante, así como la inmadurez teórica de la dirección del partido y de este en conjunto, hicieron posible que penetrara en el partido la línea propugnada por Earl Browder en el partido comunista de los Estados unidos. Sobre la base de los acuerdos concentrados por la coalición antihitleriana formada por la unión Soviética, Estados Unidos e Inglaterra, Browder deformaba el carácter del imperialismo norteamericano y proclamaba unas relaciones idílicas, de colaboración pacifica entre los regímenes capitalista y socialista en el mundo de postguerra. El revisionismo browderiano proclamaba también la transformación de los partidos comunistas en asociaciones de colaboración de clases y en auxiliares de la políticaburguesa. Esta línea penetro en la mayor parte de los partidos marxistasleninistas de América Latina. El IX Congreso del PCM, celebró en mayo de 1944, abordo las concepciones fundamentales de Browder. Después del congreso, fueron disueltas las células de empresa y en su lugar se organizaron los comités de barrio. Esta medida contribuyo a debilitar más la influencia del partido en el movimiento obrero, ya que disolvía los organismos a través de los cuales se establecía la ligazón directa con los obreros de las empresas. Si bien esta resolución, y todas las conclusiones del IX Congreso fueron rectificadas un año y medio después, en diciembre de 1995, por el III Consejo ampliado del Comité Nacional, el daño había sido ya causado y muchas células de empresa no volvieron a reconstruirse. No había entonces en el partido una fuerza capaz de oponerse a este curso. La aplicación del browderismo contribuyo a profundizar el descenso del movimiento obrero y campesino. En el periodo de post-guerra Vicente Lombardo Toledano y su corriente introducen cambios importantes en su línea reformista. Hasta 1947 VLT se había mantenido siempre en las filas del partido oficial, pero apartir de entonces comienza a trabajar por la creación de un partido propio. Antes, en 1994 había constituido la liga Socialista Mexicana tomando como modelo 32
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la Asociación Política Comunista con la que Browder sustituía al PC de los Estados Unidos, y pretendía formar, a partir de aquella “el partido único de la clase obrera”, con base en la asimilación del PCM y de otros grupos. Habiendo fracasado en estos intentos, logro que el Consejo Nacional de al CTM lo autorizara a crear un nuevo partido, con base en el apoyo de la central sindical. Con la idea de recabar apoyo para su idea de crear un nuevo partido, Lombardo lanza la iniciativa de realizar una Conferencia de Mesa Redonda con el pomposo tema “Objetivos y táctica del proletariado y del sector revolucionario de México en la actual etapa de la revolución histórica del país”, de la que surge la idea de crear el Partido Popular. La discusión de los problemas del estado del movimiento obrero y de la revolución política del país en la conferencia de Mesa Redonda, puso de relieve el avance del proceso de división del movimiento sindical, el afianzamiento de las posiciones de la burguesía y el nuevo ascenso en la penetración económica del imperialismo norteamericano. Poco después de realizada esta reunión Lombardo Toledano fue expulsado de la CTM por Fidel Velásquez y su grupo, y hubo de buscar otros apoyos para formar su partido. La creación del Partido Popular, aunque inicialmente no se presentara como competidor del Partido Comunista, contribuyo indudablemente a la confusión existente entonces, sobre todo por las vacilaciones de la dirección del PCM en cuanto a la actitud que deberían adoptar los militantes de este ante la nueva agrupación. Inicialmente, la dirección autorizo a que determinados camaradas formaran parte del PP, y aunque fue derrotada la tendencia que planteaba la adhesión de los del PCM al PP y el X congreso afirmo la posición de que la tarea de los comunistas consistía en fortalecer las filas del PCM y no de ningún otro partido, cierto numero de militantes se mantuvieron el las filas del partido del VLT. El movimiento mas importante de la clase obrera en este periodo fue la huelga de los mineros de Nueva Rosita, Palau y Cloete, que a principios de 1951 organizaron su historia caravana hasta la ciudad de México. Fue una demostración de que la clase obrera lucha permanentemente desde que nace, pero no indicaba la aparición de una etapa de ascenso. Al ser derrotada la caravana el gobierno consolido su situación de control en uno de los sindicatos nacionales, el de mineros y metalúrgicos, que mas tardo en caer bajo el control absoluto de los “charros” sindicales. Hacia mediados de los años 50 la burguesía había coronado el proceso de fusión de la camarilla sindical corrompida con el aparato del Estado. Las principales organizaciones sindicales habían perdido su independencia de clase y con ello el carácter democrático de su vida interna. Eso hacia 33
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extraordinariamente difícil a los obreros emprender la lucha por sus reivindicaciones económicas inmediatas y casi imposible apoyarse en los sindicatos para influir en los asuntos políticos de acuerdo con sus intereses. Era evidente que se requería la elaboración de nuevas formas de trabajo de los comunistas en el movimiento sindical y de nuevas formas de organización de los obreros, a través de las cuales estos pudieran hacer valer sus auténticos intereses. Estas formas las encontró y puso en práctica el propio movimiento obrero y sindical de la base cuando maduraron las condiciones mínimas para un nuevo ascenso del movimiento obrero, campesino y popular de nuestro país. A partir de la segunda mitad de la década de los 50, comenzaron a advertirse signos demostrativos de que el periodo de auge económico tocaba a su fin. Los ritmos de crecimiento de la producción descienden y con ello las posibilidades de la burguesa para mantener como antes un elevado nivel de ocupación y las mismas posibilidades de maniobra. En el movimiento obrero y campesino comenzaba una reanimación, se habría una nueva etapa de luchas, que tubo su expresión en el movimiento de los telegrafistas, en la lucha de los maestros de la sección IX del SINTE, en las acciones de los ferrocarrileros de los años 1958 y 1959, así como en las luchas de los petroleros, los trabajadores de la industria hulera y otros. Casi al mismo tiempo tomo impulso el movimiento campesino por la tierra, sobre todo en el norte del país. Las nuevas acciones obreras y campesinas tenían una particularidad: los obreros dirigían el filo de sus acciones no solo contra las empresas y no únicamente planteaban reivindicaciones económicas directas, sino que incluían desde su inicio o incorporaban en el curso de su movimiento la lucha por la independencia de sus organizaciones respecto del Estado y la burguesía y de manera concreta, se enfilaban contra las direcciones sindicales corrompidas. La lucha por la democratización del régimen interior de los sindicatos y por la aplicación de una política clasista comenzaba a ser una constante del movimiento. Las acciones de los campesinos iban acompañadas por lo general del abandono de la organización oficial, la CNC y planteaban la necesidad de una nueva agrupación, independiente del estado y de los terratenientes, Estos factores objetivos coincidieron con los acontecimientos de importancia histórica en el movimiento comunista internacional. El XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, revelo los daños causados por el culto a la personalidad de Stalin y la violación de las normas de vida interna del Partido y de la democracia socialista; las 34
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conclusiones del XX Congreso estimularon el estudio autocrático de la actividad de los partidos comunistas y tuvieron una inmensa repercusión en las filas del nuestro. El 1º De enero de 1959 triunfaba en cuba la primera revolución auténticamente popular del continente, que se transformaba rápidamente en revolución socialista. La revolución cubana ejerció una pujante influencia en todo el continente; demostraba la posibilidad de derrotar al imperialismo y a sus pilares internos, las oligarquías reaccionarias, y la realización de las transformaciones socialistas en América Latina. La hazaña de los revolucionarios cubanos se reflejo directamente en el estado de ánimo de los obreros, los campesinos y los intelectuales mexicanos. Todo esto creo condiciones propias para que nuestro partido entrara en una nueva etapa de su desarrollo. La renovación interna, la actualización de los elementos fundamentales de su política, la eliminación de los métodos viciados de vida orgánica y la superación de concepciones erróneas sobre el mismo partido, eran cuestiones que se hallaban planteadas con fuerza. Había por ello, además, las condiciones objetivas indispensables y algunos de los factores subjetivos necesarios. A principios de 1957, después del pleno de diciembre de 1956, en el interior del Comité Central comenzó a plantearse la necesidad del estudio autocrático del ultimo periodo de la vida del partido, que se extendía desde el momento en que inicio su labor la nueva dirección encabezada por el camarada Dionisio Encina, es decir, a partir del Congreso Extraordinario de 1940. Pronto resulto evidente que la mayoría de los integrantes del Comité Central y de la Comisión Política no comprendían, por una parte, la significación de los problemas planteados por el XX Congreso del PCUS para todo el movimiento comunista internacional y en particular para el PCM, por la otra, el desarrollo de la situación económico-social y política del país, que exigía una modificación de aspectos esenciales de la línea aplicada por el Partido desde el congreso extraordinario. A consecuencia de los errores cometidos el Partido había llegado al punto mas bajo de su desarrollo. Incapaz de comprender los cambios que se hacían necesarios, la mayoría del Comité Central encabezada por el Camarada Encina opuso tenaz resistencia a ellos. Surgió entonces una lucha interna muy aguda, cuya primera manifestación pública fue la Conferencia de agosto-septiembre de 1957 de la organización del partido en el Distrito Federal, y que culmino en el XIII Congreso (mayo de 1960). ¿Cuáles eran los principales problemas que se debatían en el periodo anterior al XIII Congreso? 35
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En el aspecto de la política y la táctica de l Partido, lo principal consistía en que la dirección seguía manteniendo la concepción de que estaba imbuido todo el movimiento democrático, sobre el desarrollo permanente de la Revolución Mexicana bajo la dirección del gobierno. Durante un largo periodo posterior al Congreso Extraordinario, la dirección mantenía como línea estratégica fundamental, la de “desarrollar” o # impulsar” la Revolución Mexicana. No comprendía que ante la clase obrera estaba planteada la tarea de realizar la revolución completamente diferente, por su carácter y tareas, a la revolución democrático-burguesa de 1910-1917. Así se explica que la dirección no abordara el estudio del carácter del nuevo movimiento revolucionario y de la revolución que estaba objetivamente planteada. El contenido principal de la estrategia del Partido se reducía a la idea de “impulsar la Revolución Mexicana hasta sus últimas consecuencias”. Hasta el Pleno de diciembre de 1956, la dirección seguía considerando a México como país semi-colonial y semi-feudal, de conformidad con la vieja definición que había hecho de los países de América Latina el VI Congreso de la Internacional Comunista, base para que las tareas principales de la clase obrera se concentraran en los aspectos de la lucha antimperialista y anti latifundista, y se atribuyera durante mucho tiempo a la burguesía el carácter de nacional y progresista, dándole un papel relevante en las tareas antimperialistas. La táctica del Partido ante el Gobierno, consecuentemente con las concepciones anteriores, se expresaba en la formula de “apoyar los actos positivos del gobierno y criticar los negativos”. Esta línea la expuso con toda claridad el Camarada Encina en sus respuestas de La voz de México el 11 de marzo de 1955: “El Partido Comunista Mexicano es un partido independiente que mantiene una actitud de critica a las disposiciones y actos del gobierno que no concuerdan, a su juicio, con los intereses y necesidades de las masas. Sin embargó nuestro partido no es una organización política de oposición sistemática del gobierno”. Debido que la dirección adolecía del practicismo tradicional, no le preocupaba la definición precisa del periodo del movimiento por el que atravesaba el país, sin cuya definición es imposible trazar las tareas principales. No supo advertir que desde 1940 el país atravesaba por un periodo de reflujo, de descenso del movimiento, lo que exigía concentrar las fuerzas de la educación de los cuadros y las masas. Y cuando en 1957 la situación comenzó a cambiar, iniciándose el movimiento de masas, no comprendió que empezaba un nuevo periodo, de acumulación de fuerzas, en 36
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el cual la acción entre las masas adquiría una nueva calidad y tareas diferentes a las del periodo anterior. Esto podía verse con claridad por la forma como la dirección del Partido recibió las acciones de los maestros del DF y de los ferrocarrileros contra las direcciones corrompidas de sus sindicatos y las instituciones estatales con las que contrataban. Mientras los maestros del DF, con el apoyo de los padres de familia y de una parte de los obreros ocupaban el edificio de la secretaria de Educación Publica, después de haber realizado las mas grandes manifestaciones del nuevo periodo, bajo la dirección del MRM, el Secretario General del Partido, camarada Encina, declaraba a un reportero El universal el 20 de mayo de 1958: “Para mantener la unidad del Partido llamaba a la conciliación de los maestros en lucha con la dirección corrompida del SNTE, los maestros comunistas y el Comité del Distrito Federal del Partido apoyaban decididamente la lucha de los maestros agrupados en el Movimiento Revolucionario del Magisterio. La dirección mostro igualmente vacilaciones ante la acción de los obreros ferrocarrileros, sobre todo en el momento en que la inmensa mayoría de los trabajadores se había agrupado en torno de los Comités pro-aumento de salarios y se planteaba de designación de una nueva dirección sindical a escala nacional y local. Los comunistas ferrocarrileros, en esta situación, se veían obligados, en su gran mayoría, a aplicar una line diferente a la de la dirección. En esencia, la táctica sindical aplicada por el Comité Central preconizaba el legalismo e introducía ilusiones con relación al gobierno; seguía aplicando una línea de unidad de abstracto, desligándola de la lucha por la democratización y la independencia de las organizaciones. Ante el movimiento campesino, la dirección del Partido adoptaba una táctica que ya no correspondía a las nuevas condiciones creadas por el desarrollo capitalista del campo; seguía aportándose fundamentalmente en los ejidatarios, es decir, en los campesinos con tierra, mientras desatendía los problemas de organización de los campesinos sin tierra y no abordaba los relativos a los obreros agrícolas. Encina expreso su punto de vista contrario a la creación de la Central Campesina Independiente en una carta que dirigió al CC en vísperas del XIV Congreso del Partido, en la que el argumento fundamental consistía en que los comunistas y demás fuerzas campesinas que integraban al CCI en su primera etapa deberían seguir trabajando en los marcos de la CNC. Otra particularidad de la línea del partido durante los años 1940-1960 se expresaba en una posición política incorrecta ante Lombardo Toledano y 37
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su corriente. Salvo cuando el grupo Lombardista acudía al ataque directo contra el PCM, no se sometía a crítica su posición reformista; era considerado como un aliado permanente y casi el único. En la vida interna del partido se fueron desarrollando los métodos antidemocráticos, de unión unipersonal y arbitrariedad que conducían a la pasividad política de los militantes, a matar su iniciativa y a esperar todo de las decisiones de los órganos superiores. El expulsionismo y el aplastamiento de los puntos de vista discrepantes profundizaban la escisión del partido. Para los años 1957-1960 estaban maduras las condiciones para la unidad de fuerzas del Partido Comunista y del Partido Obrero-Campesino; había un acercamiento real de posiciones políticas y un sector del POCM luchaba abiertamente por la unidad con el PCM. Pero la dirección encabezada por Encina se obstinaba en mantener la escisión, lo que constituía un obstáculo para el desarrollo del partido. En el curso de la discusión que se realizaba principalmente en el Comité del Distrito Federal y en el comité Central, apareció una tendencia claramente revisionista, que encabezaba José Revueltas. Desde sus primeras intervenciones en la Conferencia de agosto-septiembre de 1957, este expuso su concepción liberal del centralismo democrático, según la cual en periodos de discusión cesaría toda labor de los órganos dirigentes, los que se dedicarían a “coordinar” la acción de las diversas tendencias. Poco después, ante el fracaso de sus posiciones, revueltas intervino con su conocida “tesis” acerca de la “inexistencia histórica del partido”, que lo colocaba en el terreno del liquidacionismo. Cuando la conferencia del partido en el DF derroto estas posiciones y declaro su incompatibilidad con la militancia en el partido, revueltas y su célula no se sometieron a estos acuerdos y renunciaron al partido. Se trataba de una cuestión de principios, en la que no cabían condiciones: la cuestión de la existencia del partido. Ya V. I. Lenin había dicho que “de suyo se comprende que el partido no puede existir teniendo en su seno a los que no reconocen su existencia”. 4. EL PARTIDO DEL XIII AL XIV CONGRESO
La lucha contra estas dos posiciones, por la rectificación de la línea del partido y la reorganización de su labor fue el contenido fundamental de la lucha interna de 1957 a 1960. Esta lucha se corono en el XIII Congreso, realizado del 17 al 31 de mayo de 1960. El congreso estableció la unidad del partido, aprobó una nueva orientación política combativa, restableció las normas democráticas de vida interna, ratifico las decisiones del comité 38
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central que itían en nuestras filas al núcleo del Partido Obrero Campesino que decidido reingresar (los restantes del POC, como se recordara, decidieron poco después unirse al PPS, mostrando con ello su autentica posición política), itió la solicitud de reingreso del camarada Valentín Campa y reivindico la memoria del camarada Hernán Laborde. El congreso eligió una nueva dirección, de la cual formaron parte integrantes de la antigua, incluyendo camaradas que habían adoptado posiciones incorrectas en el curso de la lucha interna. Un merito indudable del Congreso consistió en que a pesar de la profundidad de las divergencias y de la agudeza de la lucha interna que lo procedió, ningún miembro de la antigua dirección fue objeto se sanciones que afectaran a su militancia. El partido había asimilado la experiencia de las luchas internas del pasado, que generalmente terminaban en escisiones, y supo mantener la unidad sin hacer ninguna clase de concesiones en cuanto a problemas de principio y de línea política. Que el XIII Congreso abría una etapa nueva en la vida de nuestra organización pudo comprobarse poco después, por la actitud de los comunistas ante complejos problemas de la situación que se presentaron a poco de realizado. Pese a la gran presión que siguió al aplastamiento de las huelgas ferrocarrileras de 1959, que disperso algunas fuerzas y dificulto la acción del partido, el movimiento revolucionario siguió en un proceso de ascenso derivado de la situación de masas, el descontento con la política reaccionaria de la burguesía, el aumento de la conciencia política de la intelectualidad y muy especialmente el gran entusiasmo que producía los avances y la consolidación de la Revolución Cubana. En 1961 tiene lugar en México la Conferencia Latinoamericana por la Soberanía Nacional, la Emancipación Económica y la Paz, que propicio la aglutinación de las fuerzas democráticas y antimperialistas del país. Las masas de campesinos pobres pasaron a la ofensiva y realizaron numerosas invasiones de tierras, en las que cabe destacar la que encabezo Rubén Jaramillo en los ejidos del Valle Michapa y el Guarín. En el curso de las labores de la conferencia, las delegaciones de campesinos mexicanos asistentes realizaron un intercambio de puntos de vista y formaron un Comité cuya actividad culminaría con la creación de la Central Campesina Independiente. El 4 y 5 de agosto se constituye el Movimiento de Liberación Nacional, como forma especifica de unidad de las fuerzas democráticas y antimperialistas. En 1963se constituye la Central Campesina Independiente, en medio de una tensa situación política, derivada del hecho de que el gobierno y las corrientes oportunistas, principalmente el lombardismo, veían que se desmoronaba la organización oficial y se abría una grieta en el 39
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sistema oficial de control de las masas. Poco después, ante las elecciones de 1963-1964, se constituye el Frente Electoral del Pueblo. El FEP respondía a una exigencia de los sectores mas radicalizados de las masas, sobre todo de los campesinos, que veían en el un agrupamiento para oponerse a la política de la burguesía gobernante, incluso en el terreno electoral. La creación del FEP, sin embargo, revelaba ya que las divergencias políticas entre las fuerzas agrupadas en torno al MLN hacían precaria la unidad lograda. Esto podía ser firme en torno a los problemas de la lucha antimperialista, pero se revelaba inconsistente cuando se trataba de los problemas internos, de la actitud ante la clase dominante. Durante la campaña electoral el Frente Electoral del Pueblo logro movilizar, en torno de la candidatura del camarada Ramón Danzos Palomino a las fuerzas principales de la oposición revolucionaria, revelando el incremento de los sectores interesados en una salida revolucionaria a la situación imperante. En el periodo del XIII al XIV Congreso, el partido demostró que los cambios en su orientación política y en su dirección lo capacitaban mejor para intervenir en el movimiento de masas con una línea independiente. La actividad general de los comunistas se reanimo. Poco a poco, el partido iba conquistando mayores posiciones legales y salía de las condiciones de ilegalidad práctica a que lo sometió la persecución de marzo de 1959. Pero el XIII Congreso no había resuelto todos los problemas que requerían un nuevo enfoque. No pudo aprobar, por ejemplo, la plataforma programática que había servido de preparación del Congreso y no adopto posiciones claras en torno a una serie de problemas estratégicos y de táctica. Al poco tiempo de realizado el Congreso, tuvo lugar la Conferencia de los partidos comunistas y obreros de 1960, donde se revelaron las divergencias entre el Partido Comunista de China y EL Partido Comunista de la Unión Soviética , que culminaron con la mas grave escisión de la historia del movimiento comunista internacional. En el curso de polémica internacional, nuestro partido critico las posiciones de la dirección del Partido Comunista de China, su apoyo a la creación de grupos fraccionalistas y su rompimiento de la unidad de acción de todo el movimiento comunista. Sin embargo, la dirección de nuestro partido mantuvo ene este problema una posición unilateral y no hizo esfuerzos por salvaguardar sus relaciones con el Partido Comunista de China, aun cuando mantuviera con el una serie de divergencias. Con motivo de la lucha emprendida por el Partido Comunista de China en el seno del movimiento comunista, se presentaron en nuestro Partido nuevos motivos de divergencias. Antes del XIV Congreso, tres 40
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del Comité Central, Edelmiro Maldonado, Camilo Chávez y Samuel López pretendieron arrastrar al Partido a las posiciones de la dirección de PCCh y fueron rechazados. El primero renuncio al Comité Central y los dos últimos fueron expulsados del partido por el XIV Congreso, por acudir a métodos fraccionalistas. En el Comité del DF se formo en ese tiempo un grupo que pretendía imponer una serie de posiciones ultraizquierdistas y aventureras, saboteaba la actividad del Partido en el MLN e introducía métodos fraccionales de su actividad. La mayoría de integrantes de este grupo, que dirigían Mario Rivera y Guillermo Rousser, acabaron apartándose de la labor revolucionaria o incorporándose a diversos grupos anti partido. El XIV Congreso se realizo del 19 al 23 de diciembre de 1963. La tarea principal de este congreso era la aprobación del nuevo programa del Partido, tarea que había dejado pendiente el Congreso anterior. El nuevo programa representaba un gran paso en la tare de aplicar los principios del marxismoleninismo a la realidad de México. Hasta entonces, el partido había trabajado con base en documentos programáticos que eran una enumeración de las tareas principales del partido. Por eso podía decirse que por primera vez en su historia el Partido elaboraba un documento programático que estudiaba la realidad económica y política del país y demostraba la necesidad e inevitabilidad de una nueva revolución, cuyo carácter era definido como democrático, de liberación nacional. Con anterioridad, en el XII Congreso se habían planteado ya la necesidad de un programa nuevo y de una nueva formulación del carácter de la revolución, pero no llego a formularse. El programa aprobado continuaba la lucha contra la ideología burguesa de la Revolución Mexicana iniciada por el XIII Congreso y representaba un escalón en el proceso de profundización de los conocimientos del partido sobre la realidad del país. Si idea principal consistía en demostrar la necesidad y la inevitabilidad de una nueva revolución, en contraposición a todas las tendencias reformistas, de dentro y fuera del gobierno, que sostenían y sostienen la “tesis” da la continuidad y desarrollo de la Revolución Mexicana. Pero al formular con precisión el contenido y el carácter de la nueva revolución como revolución democrática de liberación nacional, el programa partía de un enfoque equivocado sobre la contradicción principal, que se exponía como “la contradicción entre el pueblo de México y el imperialismo”. Este enfoque atribuía cierto papel a la llamada “burguesía nacional”, que iba en contradicción con el papel real que venia cumpliendo desde hacia tiempo el conjunto de la burguesía Mexicana. Como es sabido, el XV Congreso corrigió estos enfoques y dejo planteada la tarea de 41
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actualizar el Programa con los nuevos elementos que el Partido había asimilado. Tomando como base el desarrollo de movimiento de masas y de sus particularidades a partir de 1957, el XIV Congreso formulo una concepción mas precisa de la tarea principal que planteaba la tendencia del movimiento obrero y campesino a romper con la estructura de dominio creada por la burguesía. Se formulo la tarea de reorganizar el movimiento obrero, campesino y popular de masas. Quienes criticaron esta línea lo hicieron siempre partiendo de una comprensión muy dogmática de la idea de Marx y de Lenin acerca de que los comunistas deben trabajar allí donde están las masas, independientemente de quienes estén en la dirección, desde los sindicatos reaccionarios hasta cualquier tipo de asociación donde haya trabajadores. Pero estas verdades, si no se aplican a cada situación concreta y, sobre todo, si no conducen a la elaboración de formas organizativas adecuadas para influir sobre esas masas, se quedan en formulaciones generales. Para que el trabajo del Partido en los sindicatos y organizaciones campesinas pueda pasar de la propaganda y la agitación a la acción, es necesario partir del estado real del movimiento sindical y campesino, de su particularidad, y no de generalidades. Y en México esta particularidad consiste, como lo definía el XIV Congreso, en que la burguesía, al poner bajo su control la mayoría de las organizaciones obreras y campesinas, utilizando todos los medios del poder, la compulsión y la violencia, acabo desnaturalizándolas. Las convirtió en apéndices de su aparato estatal. Así se explica que para poder luchar por sus reivindicaciones, en la mayoría de los casos (pues también existen sus excepciones), el enemigo inmediato con el que los obreros y campesinos se enfrentan lo constituyen los dirigentes de las organizaciones respectivas, que forman un todo con el aparato estatal. Llegada a un determinado limite la influencia de las corrientes independientes en la base, se plantea inevitablemente el enfrentamiento con las direcciones oficiales; sin este enfrentamiento no ha acción reivindicativa posible. A este problema es al que intento darle una respuesta el XIV Congreso. La creación de la Central Campesina Independiente obedeció a que las propias masas campesinas, principalmente las carentes de tierra y los sectores más pobres, así como los obreros agrícolas que actúan como solicitantes de tierra, abandonaban la central oficial y buscaban una nueva dirección. La CNC entro en su primera gran crisis. Y nuestro partido procedió acertadamente a luchar por unir en una organización independiente a todas las corrientes que se despojaban del control oficial. 42
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La burguesía no se quedo con las manos cruzadas, pues le iba en ello la perdida de uno de los pilares de sustentación de su dominio político. Piso en juego todas sus armas para liquidar a la CCI. Emprendió una política de engaño para dar la impresión de que daba un nuevo impulso a la Reforma Agraria; no de otro modo se explican los 16 y los 23 millones de hectáreas que los gobiernos de López Mateos y Díaz Ordaz, respectivamente, “repartieron” entre los campesinos, a base de distribuir cerros y tierras repartidas de antaño, y también, en el caso del segundo, acudió al fraude de consagrar las gigantescas haciendas ganaderas capitalistas, en lugar de distribuir las tierras que acaparan desde hace 25-30 años gracias a las concesiones de inafectabilidad ganadera que caducaron bajo ALM y GDO, y entregando a los campesinos solo los excedentes de que los ganaderos quisieron desprenderse. Mas no fue eso lo único que esos gobernantes hicieron para conjurar la crisis de su sistema de operación de los campesinos; procedieron también a la división de la nueva central, mediante métodos gansteriles y el otorgamiento de puestos oficiales a los divisionistas, como Garzón al que hicieron diputado; organizaron la represión contra los dirigentes de la CCI, hasta fraguar un proceso contra su Secretario General, de la Organización y el de Propaganda; maniobraron con sus instrumentos oficiales para negar créditos a los campesinos afiliados a la nueva central; movilizaron a sus agentes como Lombardo Toledano, para que le dieran hasta un sentido “marxista” a la lucha contra la CCI calificando a sus organizadores de divisionistas, violadores de la línea “leninista” para el trabajo entre las masas, etc., etc. Sorprende por eso que en el curso de la presente discusión haya camaradas que atacan la línea del partido en relación con la CCI haciendo abstracción de las circunstancias que condujeron a su debilitamiento actual. Efectivamente, la burguesía pudo superar, en el curso de 2 o 3 años, la crisis de su organización campesina y disgregar la organización independiente a base de una política intimidatoria, pero se crearon las beses para un trabajo de mayor profundidad y firmeza entre los campesinos pobres. Un balance autocritico del trabajo de los comunistas en el campo tienen que partir del reconocimiento de los factores que exigieron la formación de la CCI y la lucha que contra ella desencadeno el gobierno. Sin embargo no son solo factores externos los que condujeron a la crisis de la CCI. Un factor decisivo lo representaron los errores y debilidades que cometimos desde su dirección. No definimos con precisión y claridad los limites de la acción de la nueva central y las particularidades de su táctica en las condiciones impuestas por las formas de gobernar de la burguesía; no supimos encontrar los métodos de organización y de lucha de los 43
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campesinos, capaces de mantener una actividad sostenida y no pudimos prestar el apoyo material disponible en cuadros y medios materiales como lo exigía una organización tan amplia como era la CCI en sus primeros tiempos. Algunos camaradas proponen que dado el debilitamiento actual de la CCI, lo mejor seria proceder a su disolución. Pero a esta conclusión puede llegarse solo sise precede de la demostración de que las causas de fondo que dieron origen a la CCI han desaparecido: es decir, que las posibilidades de combatir abiertamente contra la opresión organizativa y política de los campesinos por la burguesía gobernante, han desaparecido; que las causas de las crisis internas de la CNC han sido conjuradas por la burguesía, cuando menos para un largo periodo. Creemos que los camaradas que asumen esa posición no podrán dar respuesta positiva a estas dos cuestiones clave. Lo que corresponde es adecuar la actual CCI a las condiciones reales de su existencia y sin pretender convertirla rápidamente en una gran organización; lo que corresponde es elevar la calidad de su trabajo, como centro orientador de la lucha de los campesinos pobres y como núcleo capaz de iniciar la coordinación, desde ahora, de las futuras luchas. Para esto es necesario profundizar en los aspectos programáticos formulados en el Informe al Primer Congreso, que planteaba ya la orientación de su trabajo hacia los campesinos pobres y semiproletarios y bosquejaba las tareas para encabezar la lucha sindical de los obreros agrícolas. Es necesario también realizar una paciente labor de organización en la base, de formación de cuadros y de educación política, en estrecha relación con los organismos del partido en el campo. La tarea de reorganizar el movimiento sindical la formulamos desde el primer momento en forma totalmente diferente a nuestros objetivos en el movimiento campesino. En este ámbito las posiciones del partido se fueron definiendo hacia la creación de los consejos o comités de lucha en la base de los sindicatos y en las fábricas, como tareas diferenciadas, por que es diferente la situación de los distintos sindicatos. Además del examen de este problema que hizo el XIV Congreso, el XV Pleno del CC de PCM de 1966 elaboro las orientaciones fundamentales de la táctica sindical que ha seguido el partido. Si algún cambio ha de producirse en estas orientaciones seria el de disminuir la importancia que se daba a lo que llamamos corriente sindical reformista, importancia que correspondía su desarrollo objetivo y a su actividad sindical. La influencia de esa corriente disminuyo en relación con el fracaso de la corriente reformista que se desenvolvió entre las fuerzas gobernantes, bajo la jefatura de Carlos A. Madrazo. La experiencia del trabajo sindical, sobre todo después de las acciones obreras de 1958-1959, nos ha demostrado que es imposible luchar contra su 44
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estructura actual sin chocar al mismo tiempo con el poder político. Los sindicatos se convirtieron en una parte de la estructura política del régimen, en uno de los mecanismos de la dominación burguesa. Esto convierte la lucha por la dirección de los sindicatos casi en un problema de poder para la burguesía. Es por eso y por razones más generales de principio, que nuestra táctica sindical debe consistir en la creación de un movimiento organizado en la base de los sindicatos principales, del tipo del que se realiza entre los ferrocarrileros y los maestros, y que comienza a extenderse a otros sindicatos nacionales. Aquí lo principal es la agrupación de todas las corrientes obreras que luchan por la democracia y la independencia de sus organizaciones, y de todos los obreros dispuestos a defender sus intereses, sin diferencias de partido de otra naturaleza. El modelo actual de organismos de este tipo lo representa el Movimiento Revolucionario del Magisterio, que basa su trabajo en la organización de los maestros en la base, y cuya fuerza le permite tener representantes tanto en los órganos locales como nacionales del SNTE. Sin embargo, el MRM no hace el centro principal de su labor, la conquista de posiciones en las direcciones, sino la organización de los maestros en la base y su orientación sindical y política, que los capacita para emprender las acciones necesarias en cualesquiera circunstancias. Una función parecida desempeña el Consejo Nacional •Ferrocarrilero. Las debilidades de este organismo en los últimos años llevaron también a algunos camaradas a proponer su disolución. Que era una opinión superficial lo demostró la reanimación que se observa en los últimos meses de su lucha, después de la excarcelación de Campa y Vallejo. El decaimiento de la actividad de los Consejos ferrocarrileros obedece fundamentalmente al sectarismo con que se venia orientando su trabajo, ya que de organismos amplios y sin partido, se habían reducido caso exclusivamente a los ferrocarrileros comunistas. Pero no se trata de organismos del partido, sino de agrupaciones sindicales en las que debe realizarse la autentica unidad de acción que obstaculizan las direcciones charras por su carácter gubernamental. Nuestro partido ha llegado a la conclusión de que el trabajo en el seno de la mayoría de los sindicatos debe hacerse con métodos secretos. Allí donde esta orientación se ha aplicado, se han obtenido resultados positivos. Actuando en alianza con obreros sin partido en grupos sindicales amplios, los camaradas del D.F. han logrado extender su influencia a algunos sindicatos de empresa y anteriormente lo hicieron los camaradas de Nuevo León. La salida de algunos sindicatos de sus centrales plantea actualmente la necesidad de estudiar la creación de formas de coordinación de su actividad 45
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y de apoyo mutuo, que impidan la dispersión y eleven la calidad de su trabajo, al mismo tiempo que tomen en cuenta la situación represiva por la que atravesamos y las experiencias del pasado. Atención especial ha de merecer de nuestra parte el trabajo en las fábricas, en la organización más elemental de los trabajadores, que es la departamental, donde se agrupan estos por la defensa de sus intereses más inmediatos y directos, y que, en cierta medida, escapa de la dictadura brutal de la burocracia sindical amarilla que predomina en el aparto de los sindicatos. Con base en la orientación del CIV Congreso se creo también en este periodo la Central Nacional de Estudiantes Democráticos. Al llegar el XV Congreso, en junio de 1967, podía advertirse el incremento de la inconformidad con la política gubernamental. Acciones explosivas estallaban en Yucatán, cuyos protagonistas eran los campesinos henequeneros; en Puebla, donde los lecheros apoyados por estudiantes y obreros, se lanzaron a una lucha que determino la caída del gobernador, en Morelia, enfrentándose a la elevación de las tarifas del transporte urbano; en Sonora, con motivo de la imposición de un candidato antipopular a la gubernatura del estado; en Guerrero, Nuevo León, Durango y Tabasco, mostraban un alto nivel de malestar y de inquietud social, localizados principalmente entre los campesinos, los estudiantes y las capas medias, y la estrechez cada vez mayor de los caminos institucionales para las reivindicaciones de clase y populares. La burguesía apelaba en todos casos a la represión, con la mira puesta en el objetico de impedir que esto movimientos se convirtieran en fuerza política permanente. En abril de 1965los órganos represivos del gobierno consideraron llegado el momento de ilegalizar a nuestro Partido y declararon públicamente haber descubierto un complot de los comunistas para levantarse en armas; asaltaron nuestras oficinas, las del, FEP y de la CCI y aprehendieron a mas de 70 dirigentes. Aun que la provocación gubernamental fracaso, la represión de 1965 limito las posibilidades de acción abierta del partido y evidencio el contenido fundamental de la política que aplicaría el nuevo Presidente de la Republica, Gustavo Díaz Ordaz. El congreso fijo su atención en la tarea de precisar algunos aspectos del programa y de la táctica del Partido con vistas a elevar el peso especifico de las fuerzas de izquierda en la vida política, y se ocupo de formular la vía mas probable de la revolución, que se desprende de las condiciones generales imperantes. Ya desde l pleno del CC que preparo los materiales del Congreso se propuso una modificación sustancial al Programa del Partido, como resultado de los cambios de la caracterización de la revolución, a la cual se 46
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proponía definir como revolución democrático-popular y antimperialista. “por el tipo de Estado que crea, la nueva revolución superara los marcos de la democracia burguesa –se señalaba en el informe- y preparara el advertimiento de la democracia socialista. Por las transformaciones económicas que realiza, la nueva revolución debilitara las bases del capitalismo y creara las condiciones materiales para el paso al socialismo”. Esta formulación de las tareas de la revolución estaba mas en correspondencia con el grado de desarrollo alcanzado por el país y con el papel actual de las distintas clases. En correspondencia con ella el Congreso adopto para si discusión una nueva formulación del enemigo principal de la revolución, en la que se incluía la gran burguesía mexicana y a su cúspide oligárquica, apoyo principal del imperialismo en la actualidad. Las aportaciones del XV Congreso a la estrategia revolucionaria expresaban una continuidad en la lucha del Partido desde el XIII Congreso por encontrar, con base en el mayor conocimiento de nuestra realidad, un enfoque programático acertado, capaz de movilizar ala Partido en un sentido revolucionario. Expresaban, así mismo, la convicción del Comité Central, de que la línea del partido debe estar en un proceso constante de mejoramiento, materializando las nuevas adquisiciones de la lucha de los comunistas y de las masas. En el periodo posterior al XIII Congreso, el partido logro obtener considerables avances en el sentido político, elaboro una concepción mas exacta de la realidad nacional y dio un enfoque nuevo a los problemas de la nueva revolución; formulo su programa y situó de manera mas clara sus tareas políticas inmediatas al destacar la importancia de la lucha por la libertad política, a medida que se fortalece el despotismo presidencialista. En este periodo de su historia, el partido definió con mayor claridad y precisión su actitud ante las distintas fuerzas actuantes, en primer lugar ante la burguesía gobernante, pero también ante grupos y partidos como el Partido Popular Socialista y el Partido Acción Nacional. Elaboro una política para el movimiento de masas más acorde con la situación verdadera y con las necesidades de independizar al movimiento obrero de la influencia burguesía; sipo ver la importancia que adquirían las nuevas fuerzas que se incorporan a la lucha, especialmente la juventud y los estudiantes, así como las corrientes democráticas del clero católico. No menos trascendencia tiene la formulación por el Partido de una postura de autonomía en el movimiento comunista internacional. Estos avances constituyen una base importante para el ulterior fortalecimiento de nuestra organización. Son puntos de apoyo que es necesario defender, por que representan con1quistas colectivas que se 47
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apoyan en toda la experiencia anterior y parte fundamental del cumplimiento de las tareas que dejo trazadas el XIII Congreso Nacional. Al mismo tiempo, es claro que en la actividad del Partido se expresaron en estos últimos 10 años debilidades, deficiencias y errores que no permitieron una capitalización efectiva de los logros anteriores y su transformación en fuera organizativa e influencia política general. Debemos encontrar las causas que los determinaron y emprender la lucha por eliminarlos. Salta a la vista que el defecto principal en esta década, pero especialmente después de la represión de 1968, reside en las debilidades de la dirección poética, que se expresaron fundamentalmente en las deficiencias del Presídium y el Comité Central para elaborar la política correcta y para hacer del Partido un autentico Partido de acción. De la capacidad de dirección política depende siempre que el movimiento avance, no solo en periodos de auge, sino aun en los de calma o retroceso. Depende así mismo la posibilidad de obtener victorias parciales, que sirvan de punto de apoyo para seguir avanzando o bien impedir que las derrotas causen el mayor daño a las fuerzas del Partido y el movimiento revolucionario de las masas. Los 10 años transcurridos han sido de ascenso de las luchas de las masas. Después de las huelgas ferrocarrileras aplastadas en 1959en el país se desplegaron las acciones campesinas independientes, movimientos populares como el de los médicos, luchas estudiantiles y populares como las de Morelia, Sonora, Puebla, Durango, Sinaloa, Nuevo León, el movimiento de los estudiantes por la democracia en 1968, y las acciones obreras del año en curso en la capital de la Republica. El rasgo común característico de estos movimientos es su espontaneidad y su aplastamiento por la represión de la burguesía cuando llegaron a un grado de desarrollo, en el que nuevas fuerzas políticas podían fortalecerse y adquirir gran peso en la política nacional. El Partido apoyo estas luchas sin vacilaciones y se esforzó por asegurar su victoria; combatió las tendencias oportunistas que falseaban el sentido de los movimientos y se comprometió plenamente con las masas en la lucha. La actitud de los comunistas no ha sido en vano; muchos sectores conocieron por primera vez al Partido Comunista y a la JC en el curso de estas acciones y supieron que la actividad abnegada y firme de los militantes comunistas. Pero es indudable que ni el Partido ni la JC lograron tener en estos movimientos una influencia determinante. Y sobre todo, la dirección nacional del partido no mostro la capacidad de elaborar una línea que previera la perspectiva de estos movimientos y permitiera conservar su 48
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fuerza como un elemento de influencia a más largo plazo en la política nacional. El partido no supo conservar los avances que logro alcanzar en los movimientos de mayor ascenso de las luchas de las masas. Esto se muestra claramente en el movimiento campesino, donde de 1961 a 1963 se logro agrupar bajo nuestra influencia a una gran parte de los núcleos campesinos combatientes. Lo mismo sucedió durante el movimiento estudiantil y popular de 1968. El gran ascenso del movimiento democrático se derrumbo ante los embates de la represión y no tuvimos la fuerza ni la capacidad para mantener la organización alcanzada. Falto previsión en cuanto a lo que podría suceder y medidas orientadas a mantener la continuidad del movimiento, en las condiciones del Estado mexicano actual, que cerca toda la lucha importante con la represión policiaca y militar. La dirección política depende de la formulación de una táctica para el periodo actual, que tome en cuenta lo característico de la política de la clase dominante, la situación y el movimiento de las distintas clases y grupos políticos. Es verdad que nuestro partido avanzo en estos últimos 10 años en la re precisión de su táctica, pero eso logros fueron de tal manera limitados, que en general no nos permitieron superar los marcos de las discusiones de las cuestiones programáticas, la definición del carácter, contenido y tareas de la nueva revolución. Y aun esta elaboración no se eligió o se ligo poco al estudio de las cuestiones tácticas, a las formas para desarrollar una fuerza política propia en el curso de la lucha presente. Esta ha sido una de las principales deficiencias de la dirección de l Partido, del CC y del presídium, principalmente, en el periodo posterior al XIII Congreso. Otra deficiencia fundamental ha sido la incapacidad para llevar a la práctica las orientaciones acordadas y para darle al trabajo una orientación concreta. Los órganos dirigentes del partido no han mostrado eficacia para movilizar a las organizaciones y de base en el cumplimiento de las tareas que se trazan a nivel local y nacional. Incluso aquellos avances principales en la formulación de la estrategia no fueron llevados oportunamente al conocimiento de todos los militantes. Esto obedece a la existencia de muy graves deficiencias en el funcionamiento del partido como organismo, desde la dirección nacional hasta la base, así como la dispersión de los esfuerzos y la falta de una política de prioridades, única capaz de concentrar los esfuerzos de todos los militantes en las tareas de las que se depende el desarrollo general de la organización. 49
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En el trabajo de la dirección nacional se manifestaron formas de burocratismo que obstaculizan su ligazón con las organizaciones de base y de estas con las masas. El partido en general es lento en la aplicación de las tareas concretas y no ha recuperado la iniciativa masiva para intervenir audazmente, promover y organizar la lucha de las masas a su alrededor. Al pretender eliminas las formas mecanicistas de control de la aplicación de los acuerdos, el presídium y el secretariado no formularon nuevos métodos de control de las tareas y estas se dejan a la espontaneidad. No se realizan balances colectivos de trabajo, con excepción, tal vez, de la actividad en las campañas económicas. Estas no son las únicas deficiencias, sino las que consideramos principales, aquellas en cuya corrección depende en gran medida al encauzamiento del Partido hacia su desarrollo. 5. ALGUNAS CONCLUSIONES
Este sucinto examen de los aspectos principales de la de experiencia histórica del PCM, necesariamente esquemático e incompleto es muchos aspectos, pero que corresponden líneas generales a la trayectoria característica del partido, revela que desde el momento mismo de su nacimiento, ha sido el partido que en nuestro país levanta la bandera del socialismo y del internacionalismo proletario; que se ha esforzado por expresar las necesidades y posiciones de la clase obrera y ha mantenido la lucha contra la burguesía mexicana y el imperialismo, guiándose por la teoría marxista-leninista. Su permanecía en la lucha política, a pesar de los errores y deficiencias en su actuación ha determinado el lugar que ocupa hoy como el único partido de izquierda en México que cuenta una organización nacional. Hemos dividido la historia del PCM en tres grandes periodos: el primero va de su fundación en 1919 a 1937-1940, que es el periodo de su formación y de la conquista de posiciones dirigentes entre la clase obrera y los campesinos, de formación de cuadros estables y de ascenso. El segundo periodo, que va de 1937-1940 a 1957-1960, se caracteriza por el debilitamiento de sus filas y la perdida de su influencia en el movimiento obrero; es un periodo de crisis, que coincide con el descenso del movimiento revolucionario del país y el auge económico de la burguesía; y el tercer periodo, el actual, que parte del XIII Congreso realizado en 1960y de la lucha interna que lo precedió, en el que, al calor del ascenso del movimiento obrero y democrático, relaboró su política y se esfuerza por recuperar su 50
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influencia entre las masas en un proceso difícil, lento y contradictorio, que esta en desarrollo. En el curso de estos tres grandes periodos, el Partido comete errores y cae en desviaciones de distinto carácter, unas veces de naturaleza sectaria, sobre todo en el primer periodo, y otras de carácter oportunista. El estudio de estas desviaciones revela que la relacionaban principalmente con una incomprensión del papel social de otras capas y clases de la sociedad y del carácter de las tareas revolucionarias que el desarrollo social objetivo planteaba en uno u otro periodo. Se relacionaban también con la concepción del papel propia a nuestra organización política, con la incomprensión de u carácter y de los métodos de su vida interna. El Partido se esforzó siempre por corregir sus errores, por eliminar las líneas sectarias u oportunistas que han estorbado su desarrollo. Sin embargo, puede advertirse a lo largo de la historia del Partido la presencia de una serie de factores que seguían operando en el fondo y no eran eliminados, ni aun en los momentos en que el partido corregía una u otra desviación de su labor dirigente. El estudio de estas causas es para el Partido una urgente necesidad, ya que de su eliminación completa, de su erradicación definitiva, depende el desarrollo sano del Partido y el despliegue de su papel revolucionario y de vanguardia entre la clase obrera y la sociedad. Hacerlo es parte del cumplimiento de un rasgo particular del partido marxista-leninista, que es su función autocritica. En determinados momentos, penetraron en el partido desviaciones sectarias, como la relativa a que el enemigo más peligroso eran los elementos intermedios, vacilantes. Estas deviaciones tenían carácter internacional y no solo las sufrió nuestro Partido, ´pero ¿Por qué las adoptábamos? Debemos estudiar estos fenómenos y extraer las conclusiones debidas, capacitándonos así para resolver los problemas mas generales, históricos que han interferido en la vida del Partido, y enfrentar los obstáculos actuales. Si la pretensión de agotar esta materia, que exige de todos nosotros un mayor estudio, podemos enunciar las siguientes causas generales: 1. La falta de tradición teórica del movimiento obrero mexicano y la indiferencia ante el deber de dar una respuesta científica a las cuestiones del desarrollo social nacional, que han sido rasgos característicos en toda la vida del Partido, desde su creación. En ocasiones esta deficiencia se justifica incluso mediante campañas abiertas o encubiertas contra los llamados “teóricos”, que encubrían un menosprecio hacia la labor intelectual, teórica y creadora de los comunistas. Se exaltaba el practicismo; lo que de echo 51
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atentaba contra el verdadero carácter del Partido revolucionario de la clase obrera, tal como lo concebían Marx, Engels y Lenin, es decir como el portador de una ciencia y una teoría que exige que se le defienda y desarrolle y no como un simple aplicador de consignas; minimizaba el aspecto cognoscitivo, de intelectual colectivo que el Partido debe asumir, según la expresión de Gramsci, para ser el representante de una clase social determinada y no un simple grupo. Esta realidad la declaraba claramente el camarada Hernán Laborde, al examinar autocríticamente la política aplicada durante el gobierno de Cárdenas. ¿Cómo se explican todos estos errores de la dirección del Partido? –decía. Y contestaba -En gran parte, por nuestro empirismo tradicional, por nuestro “practicismo estrecho”, por nuestra debilidad teórica y política, por el menosprecio de la de la teoría revolucionaria…” ¿Cómo iba el partido a cumplir una de sus tareas esenciales, la de introducir la conciencia socialista en la masa de los obreros, si el mismo no comprendía el papel de la teoría revolucionaria? Y no se trata solo de comprender y difundir unos principios generales del materialismo dialectico y el materialismo histórico, sino con base a ellos elaborar una teoría de la revolución a partir de las condiciones especificas de este país, que no son las que existían en vida de Marx, Engels y Lenin, pues fundir el marxismo con el movimiento orero significa que este deja de actuar al modo espontaneo y aquel deja de ser una teoría general, para materializarse en una estrategia, en una táctica y en una organización que actúan sobre la estructura de una sociedad determinada, Por eso se dice en nuestro proyecto de Tesis: “La complejidad de la revolución económica, social y política de México en los últimos decenios, la profundidad que adquirió la difusión del reformismo burgués y del paternalismo, exigían de los comunistas mexicanos un gran esfuerzo para elaborar una teoría propia del desarrollo revolucionario de nuestro país hacia el socialismo, que el Partido no estuvo en condiciones de formular…” y al decir propia entendemos adecuada a las condiciones de este país. A veces se nos responde: “Pero, ¿es que no existe una teoría Leninista de la revolución” Existe, desde luego, como teoría general y como teoría de la revolución rusa. En sus dos aspectos, es nuestro patrimonio, nuestro punto de partida. Pero no es suficiente, pues esa teoría, como el mismo Lenin gustaba de repetir, “da solamente los principios directivos generales, que se aplican en particular a Inglaterra, de un modo distinto que a Francia; a Francia, de un modo distinto que a Alemania; a Alemania, de un modo distinto que a Rusia”. Y solamente esa aplicación concreta, especifica, nacional, es lo que corresponde al marxismo; es ella la que nos da el comunismo como corriente política y 52
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como fuerza organizada en partido que se apoya en el movimiento obrero, se nutre de él y lo hace fuerza conscientemente revolucionaria. Lo demás es talmud ismo, escolástica, dogmatismo. Y a eso es precisamente a lo que conduce la incomprensión de que el partido necesita formulara su propia teoría de la revolución en México, del desarrollo revolucionario del país. Este no es un hecho del pasado, sino una causa vigente y actuante, que tiene que ser superada todavía, que sigue siendo una causa esencial de las dificultades del partido para avanzar. Y que tiene que ver, incluso, en la lentitud con que la dirección del Partido electa en el XIII Congreso y el partido en conjunto, reelaboran el programa y la estrategia. Esta es una de las causas principales que opera para el retraso evidente de nuestra dirección en la elaboración delos nuevos problemas que aparecen en el movimiento revolucionario mexicano, para apreciar los cambios en la estructura socioeconómica del país y el papel de las nuevas capas que emergen con gran fuerza a la vida política, y para orientarse acertadamente en la compleja situación del movimiento obrero y comunista internacional. 2.”la causa de fondo, que ha influido del modo mas negativo en el desarrollo del Partido, por persistir durante el periodo prolongado de su historia, y que sigue ejerciendo influencia actualmente a pesar de los esfuerzos que el Partido realiza para su superación después del XIII Congreso, se encuentra en las concepciones dogmáticas, que dejaron una huella profunda en toda la actividad del Partido”, se dice en el proyecto de Tesis. La teoría se convierte en un dogma cuando no se le toma como un guía para la acción; se cae en el dogmatismo cuando se trasladan consignas y formulas generales a una realidad distinta; cuando se dejan de lado las particularidades y las tradiciones propias y se ve solo lo general. “Esta mala enfermedad que es el dogmatismo no se manifiesta solamente por el echo de que los contaminados producen citas sin ton ni son –decía el camarada Suslov en el XX Congreso del PCUS-; para ellos, el criterio supremo no es la practica, si no la declaraciones de personajes autorizados sobre tal o cual cuestión…El mas mínimo alejamiento de esas citas es considerado por ellos como una revisión de los fundamentos…” A veces se tiende a contraponer revisionismo y dogmatismo y a este ultimo se le atribuyen hasta ciertas virtudes, en comparación con el primero, pues la actitud dogmática se la identifica con la actitud ortodoxa, de “izquierda” o “dura” como a veces se dice. Es una falsificación. El dogmatismo genera toda clase de desviaciones, toda la gama que va desde la izquierda hasta la derecha extrema. Kautsky y Plejanov, para citar a dos 53
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personajes conocidos, mantenían una posición dogmática ante el marxismo y sin embargo, o por eso mismo, adaptaron una conducta oportunista y revisionista, que los llevo a oponerse al bolchevismo y en el caso del primero incluso a la gran revolución socialista de Octubre. En nuestro país, las desviaciones principales de tipo sectario, “izquierdistas”, de los finales de los años 20, lo mismo que las desviaciones oportunistas y revisionistas de los años 30 y 40, ante todo corresponden al traslado mecánico de formulaciones y tesis que proclamaban “autoridades” del extranjero. Las de los años 20 y 30 eran aplicaciones mecánicas de la línea de la Internacional Comunista; el browderismo se traslado a México y a gran parte de América Latina por que su autor actuaba con la “autoridad” que le concede su puesto en la dirección de la Internacional Comunista. No es casualidad de que los errores cometidos en el periodo de la segunda guerra mundial, errores de tipo oportunista, que condujeron al apartamiento de las posiciones de clase en aras de la “unidad nacional” antifascista, se haya repetido en muchos otros partidos comunistas. 3. Entre los factores subjetivos que han determinado la debilidad de nuestra organización, un lugar destacado les corresponde a las deformaciones en el carácter del Partido que se introdujeron en nuestras filas a influjo de las elaboraciones de Stalin, contradictoras de la idea leninista sobre el Partido de la clase obrera. Estas concepciones nos afectaron especialmente a partir de 1939. Era la concepción basada en el centralismo burocrático, que acababa con la iniciativa y la vitalidad del Partido al atribuir todas las divergencias y luchas de ideas al reflejo directo de los intereses a clases hostiles al proletariado y resolverlas mediante la expulsión de los discrepantes y no mediante la discusión colectiva, libre y responsable en las filas del Partido. Su vigencia freno su libre circulación de las ideas en las filas del Partido, la critica libre de los errores, la exposición de las iniciativas de los militantes ante todo el conjunto del Partido, y sin esto no hay posibilidades de que el Partido se corrija a si mismo con oportunidad y marche con un destacamento consciente. Criticando una resolución del CC del POSDR en la que se establecía que “ en las asambleas del partido” se concede “plena libertad” para la expresión de opiniones personales y para la critica, pero en las “asambleas amplias, ningún miembro del partido debe exhortar a la realización de acciones que contraríen las resoluciones del congreso”, Lenin decía lo siguiente: “ los autores de la resolución han comprendido de manera completamente errónea la relación entre la libertad de critica en el seno del partido y la unidad de acción del partido. La critica, dentro de los militantes 54
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de los fundamentos del programa del partido, debe ser absolutamente libre… y, además, no solamente en las reuniones partidistas sino también en las asambleas amplias. Prohibir tal critica o tal “agitación”,… no es posible. La acción política del partido debe ser única. Ninguna clase de “llamados” que atenten contra la unidad de determinadas acciones, deben ser itidos ni en las asambleas amplias, ni en las reuniones partidistas, ni en la prensa del partido”. (Obras en esp., T. X, págs. 436-437). Como esta se pueden encontrar numerosas indicaciones de Lenin demostrativas de la rigurosidad con que luchaba para garantizar una vida interna que permitiera la intervención de todos los militantes en la elaboración de las decisiones principales del partido. Muchos años de practicas antidemocráticas y de formas despóticas de dirección, no solo determinaron las escisión prolongada del partido, sino la difusión de una imagen de Partido entre lo obreros y los intelectuales, que los apartaba de él. 4. Pero no solo causa de orden subjetivo intervienen en la debilidad del partido y en la situación del movimiento obrero. Existen causas en absoluto independientes de la voluntad del partido, que ejercen una influencia contraria al fortalecimiento de cualquier tendencia revolucionaria. Ya Lenin decía, refiriéndose al origen de las desviaciones oportunistas, que “no es posible explicarse dichas desviaciones como meras casualidades o equivocaciones de tales o cuales personas o grupos y ni siquiera por la influencia de las particularidades o tradiciones nacionales”. Hay que encontrar las causas económico-sociales. La base económica de la pasividad de la clase obrera, del desarrollo de concepciones reformistas y del seguidismo a los lideres de la burguesía, en lo últimos 30 años puede localizarse en los cambios de estructura que se operan en la sociedad mexicana y que dieron impulso importante al desarrollo de las fuerzas productivas; cambios que por si mismos no pueden ejercer esa influencia negativa, pero que realizados por la burguesía y en su nombre, como lo fueron estos deben situarse la reforma agraria de los años 1934-1910, y el crecimiento industrial del periodo de la Segunda Guerra Mundial. A las reformas del gobierno de Cárdenas siguieron dos décadas “expansión” pacifica del capitalismo (1940-1959) y una década, la actual, de desarrollo atenuado, pero todavía ascendente. Con base en ese impulso, la burguesía pudo instaurar reformas de tipo social que momentáneamente satisfacían las necesidades de un proletariado recién salido del campo, que veía elevadas sus condiciones de vida con el paso de su condición de campesino sin tierra a su nueva condición de obrero a la industria. 55
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Es necesario contar con la existencia de este reformismo como fenómeno objetivo y no pasar sobre el o pensar que todas las dificultades provienen de la política represiva de la burguesía o de los errores y desviaciones del Partido Comunista. Esta constatación es necesaria, asimismo, para que la elaboración de las tareas del movimiento obrero revolucionario parta de las condiciones reales y no de formulas abstractas, para que la lucha contra el reformismo se efectiva y no se reduzca a un conjuro o a meras condenas. De todo lo anterior se deduce, como lo señalaban las tesis publicadas por el Presídium, “que la lucha contra la actitud dogmática y por la aplicación de los principios generales del marxismo-leninismo a la realidad concreta de México sigue siendo la tarea teórica mas importante de nuestro Partido, y de cuyo cumplimiento depende su propio desarrollo y el de un movimiento revolucionario antimperialista y socialista, capaz de ofrecer una alternativa viable al poder de la gran burguesía reaccionaria, asociada al imperialismo”. La tarea no es fácil. Cumplirla exige un esfuerzo colectivo, consiente y continuado de todos los militantes del Partido.
II. PROBLEMAS DE UNA ESTRATEGIA REVOLUCIONARIA ACTUAL Por cierto, es necesario afirmar que no es hoy, con la presente discusión, cuando nuestro Partido emprende esfuerzos serios para abordar el cumplimiento de esta tarea. Los materiales del XIII Congreso, el programa aprobado por el XIV, y los documentos del XV, así como los del Pleno de octubre de 1969, son escalones en la elaboración de una teoría de la revolución para nuestro país. ACERCA DEL CARÁCTER DE LA PROXIMA REVOLUCION
En el curso de la discusión del proyecto de Tesis se ha vuelto a plantear el tema relativo al carácter del proceso revolucionario actual y a su perspectiva. Este problema no solo se discute en nuestro Partido, sino en muchos otros partidos comunistas de América Latina. Entorno a las cuestiones del carácter de la revolución se realiza también la ofensiva de las corrientes hostiles al movimiento comunista latinoamericano. 56
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Aunque el XV Congreso represento un avance en la elaboración de los problemas del carácter de la revolución se advierte que en la formulación de un criterio colectivo sobre esta materia, marcharnos con lentitud. Sin embargo, nuestro Partido esta en condiciones de avanzar firmemente, en su próximo Congreso, en la elaboración de una concepción mas acabada y madura sobre el proceso revolucionario actual. Cuando caracterizamos a México como país capitalista de desarrollo medio, dependiente del imperialismo, abandonando con ello la tesis que atribuía carácter semi-colonial y semi-feudal a la sociedad mexicana, el enfoque de las tareas revolucionarias se hizo desde una perspectiva más real. Para completar el cuadro característico de nuestra sociedad es precio agregar que el ciclo de las revoluciones burguesas ha terminado en México. Este ciclo comprende desde la Guerra de Independencia, algunas de cuyas tareas tenían ya un carácter burgués, pasa por la Reforma, que fue en esencia una revolución burguesa, continúa una revolución de 1910-1917 y encuentra termino en las reformas estructurales de 1935 a 1939. Durante estos años, la burguesa se afianza en el poder, resuelve en lo fundamental las tareas de la revolución burguesa, aunque deje pendientes tareas importantes como la dependencia del imperialismo y el problema campesino. Cuando hablamos del término del ciclo de las revoluciones burguesas, queremos destacar que, en adelante, la burguesía impulsara sus tareas mediante reformas desde arriba y no ya mediante nuevas revoluciones. V.L. Lenin dijo lo siguiente acerca del sentido de la culminación de la revolución democrático-burguesa: “En términos generales, esta formula puede ser entendida de dos maneras. Si se la emplea en un sentido amplio, puede comprender la solución de los problemas históricos objetivos de la revolución burguesa, su ´culminacion´; es decir, la eliminación del terreno mismo capaz de generar una revolución burguesa. En este sentido, por ejemplo, Francia la revolución democrático-burguesa culmino solo en 1917 (y comenzó en 1759), En cambio cuando se emplea la expresión en un sentido estrecho, se hace referencia a una revolución determinada, a una de las revoluciones burguesas, a una de las <
>, si se quiere, que golpea al viejo régimen, pero no logra terminar con el, no termina el terreno para las posteriores revoluciones burguesas,. En este sentido, la revolución de 1848 en Alemania, <<culminó>> en 1850 o en la década del 50, sin que por eso se eliminara el terreno para el ascenso revolucionario de la década del 60. La revolución sa de 1789 <<culminó>> digamos, en 1794, sin que por eso se 57
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eliminará el terreno para las revoluciones de 1830 y 1848”. (V.I Lenin, Obras en esp., t, XVI, Pág. 196). En este mismo sentido puede hablarse de que se ha iniciado un nuevo ciclo de revoluciones, pero ya no revoluciones burguesas o democráticoburguesas, sino de revoluciones socialistas, de embates del proletariado y sus aliados contra el régimen de la burguesía, por instaurar una sociedad nueva, socialista. El problema principal que se les plantea hoy al Partido y al movimiento revolucionario y democrático consecuente, es el de encontrar los caminos adecuados para marchar hacia la revolución socialista. Siendo el socialismo el objetivo fundamental de este periodo histórico, cabe preguntarse si es posible marchar a la revolución socialista de una manera directa, como la proponen diversos camaradas que intervienen en la discusión en curso y si a dejado de ser necesaria una etapa intermedia, un régimen de transición que, sin ser todavía expresión de las condiciones necesarias pera el paso a ella. Cabe pensar seriamente y resolver la cuestión de si la contradicción de clase entre el proletariado y la burguesía se encuentra ya en un grado relativo de madurez como para determinar el carácter proletario de la próxima revolución, entendida como revolución política, y si las condiciones políticas plantean la posibilidad del establecimiento de la dictadura del proletariado u otro tipo de dictadura, es decir, es poder. Aquí no se trata, pues, de dilucidar si aparte del socialismo tiene perspectiva otro tipo se desarrollo, ya que toda la experiencia mexicana ha demostrado que no es la vía del capitalismo. Sino la del socialismo, la que puede resolver nuestros problemas cruciales; se trata del tipo de poder, del tipo de dictadura que es posible conquistar en el periodo actual, como paso al socialismo. Me parece que el planteamiento de revolución socialista inmediata nos alejaría de esta objetivo por un largo tiempo, en el lugar de acércanos. Nos alejaría si somos consecuentes con el y tratamos de conducir la acción política de hoy en aras de la revolución socialista. Creo que nosotros debemos plantear el problema mas o menos como lo hacia el VII Congreso de la IC: “no la dictadura proletaria, no el socialismo, sino un programa que conduzca a las masa a la lucha por lo uno y por lo otro”. Este programa, que es el que a grandes rasgos ha formulado nuestro Partido, podía sintetizarse y actualizarse en los siguientes puntos: 1. Derrocamiento de la oligarquía en el poder y su reemplazo por un gobierno de amplia coalición de todas las fuerzas antioligárquicas, 58
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antiímperialistas y socialistas) la clase obrera, los campesinos, la intelectualidad, las capas medias urbanas), que represente algo así como lo que Lenin planteaba en 1905: la dictadura democrático-revolucionaria del proletario y los campesinos; algo de lo que en China llamaban “la dictadura de la democracia popular” o la que seria una nueva forma de estado transitoria, antecedente de la superestructura política socialista. 2.
Nacionalización del capital extranjero en todas las ramas.
3. Expropiación de los grandes monopolios nacionales en la industria; la barca y el comercio. 4. Establecimiento de plenas libertades democráticas, que incluirá: amnistía general para los procesos y perseguidos políticos; garantías para el funcionamiento de todos los partidos políticos; libertad sindical. 5. Eliminación de la gran propiedad de la tierra y su nacionalización; reducción de la pequeña propiedad a 20 hectáreas en los distritos de riesgos y su equivalente a tierras de otra calidad; organización cooperativa de los campesinos pequeños, sobre bases voluntarias; libertad de organización para los obreros agrícolas. Estas tareas no son directamente socialistas sino democráticorevolucionaras. Pero esto no quiere decir que se enmarquen dentro de la revolución democrático-burguesa. Dirigen su filo no solamente contra el imperialismo y los terratenientes, si no también contar una parte de la burguesía, precisamente aquella que domina en el sentido económico y político: la oligarquía financiera. La democracia burguesa no puede resolver estas reivindicaciones, es necesaria una democracia de nuevo topo, que se apoye en las masas del pueblo. Sin embargo, liquidar la oligarquía financiera significa, ni mucho menos, acabar con la burguesía como clase, que es la tarea de la revolución socialista. Aparte de la oligarquía existe en México una enorme capa de burguesía no-monopolista, media y pequeña, tanto en la ciudad como en el campo, que integran cientos de miles e incluso millones de pequeñas y mediditas empresas, basadas en la exploración del trabajo asalariado, sin cuya liquidación en lo fundamental no puede hablarse, propiamente, de socialismo. 59
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Pero el desarrollo alcanzo por el capitalismo, el nivel de las contradicciones de la clase y de la lucha de clase y el temor de la burguesa a las transformaciones enfiladas al socialismo, hacen qué no solo la gran burguesía, sino esta en conjunto, adopte una postura hostil a la revolución. Ya en el informe al XV Congreso abordados algunos de los temas fundamentales atinentes al papel actual, real, de la burguesía y al que le atribuyen algunas concepciones tradicionales en el momento comunista latinoamericano. Una de estas concepciones, la más extiende y que durante un periodo lagar adopto nuestro Partido es la del llamado bloque de las cuatro clases (obreros, campesinos, pequeña burguesía y burguesía nacional), que se traslado a nuestros países a partir de la discusiones de China y otros países del oriente con las de América Latina. El bloque de las cuatro clases podía operar en China en tanto su estructura económica-política era la de una semi-colonia, es decir, cuando el factor nacional. Por su importancia. Colocaba las contradicciones de clase en un lugar secundario, las subsumía, o bien las situaba en condiciones muy específicas en otros países, por ejemplo, en una guerra por la independencia nacional, cuando los factores nacionales pasan al primer plano. Como concepción estratégica, determinante de la alianza de clases, este esquema de las cuatros clases es inoperante y nocivo en las condiciones de la América Latina actual (aunque pueda temporalmente aplicarse a una situación histórica muy particular), y en especial para México, donde el factor nacional no es hoy el predominante, lo que no quiere decir que no pueda serlo en una coyuntura distinta, por ejemplo, en el caso de que un avance revolucionario lleve al imperialismo a la intervención armada. Pero mientras este no suceda, lo determinante son los factores internos, las contradicciones de clase, que niegan la posibilidad de un bloque con la burguesa. La burguesía en general ha demostrado ya en los últimos treinta años que se une como un todo cuando se trata de combatir los embates de la clase obrera, de los campesinos pobres y de los estudiantes. Sus tímidos planteamientos antiimperialistas no van mas allá de exigir una reglamentación de intervenciones extranjeras, “mexicanización” de las empresas, que no es sino una forma de asociarse a los monopolios yanquis. Esto no quiere decir que la burguesía mexicana en conjunto, sea entreguista; no lo es, cuando defiende sus propios intereses económicos, pero tampoco es antiimperialista. El desarrollo económico de los últimos años destaca ya una capa de grandes burgueses, entre los que se sobresale la oligarquía financiera. El rasgo particular de esta cosiste en la asociación de sus capitales con los 60
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norteamericanos. Juntos ocupan los puestos claves de la economía del país y afectan los intereses del resto de la burguesía, sobre todo de su capa media. Pero esto no solo da a la burguesía media capacidad para formar un bloque con la clase obrera dirigido al derrocamiento del bloque gobernante y a la creación de un régimen de transición hacia el socialismo. En todo caso, podría llevarla a una actitud temporal de neutralidad mientras sus propios intereses no sean afectados. Por eso en el XV Congreso hablamos de un bloque de fuerzas no-capitalistas. Una de las particularidades de nuestro país es la existencia de un movimiento campesino con tradiciones revolucionarias. La lucha de los campesinos tiene un contenido que no es directamente socialista, aunque una parte de ellos, los pobres, puedan acompañar a la clase obrera hasta la victoria del socialismo. Es justamente el socialismo el que asegura perspectivas reales a la pequeña producción campesina privada y ejidal. El capitalismo ha demostrado que solo ofrece a los campesinos una subsistencia miserable y la perspectiva de su completa proletarización. Solo el socialismo puede asegurar al campesino pequeño y medio formas de organización de su producción que lo saquen del régimen explotador de los bancos oficiales y particulares, de los agiotistas aislados y del comercio privado y estatal. De esto ha que convencer a los campesinos, con base en los mejores ejemplos de la experiencia de solución del problema campesino en los países socialista. Pero ¿es esta la perspectiva que tienen hoy ya las masas de millones de campesinos sin tierra o con minúsculos pedazos que no satisfacen las necesidades más apremiantes de la familia campesina? No es a base de la educación y a la propaganda socialista que las masas de campesinos pobres van a levantarse hoy a la revolución. Es sabido que la pregunta de que programa presentar a los campesinos, Lenin respondía en vísperas de la revolución de 1905 que aquel que fuera capaz de levantarlos a la revolución. Y ese programa no es hoy el del socialismo. Pero tampoco es el programa de la burguesía. Se trata de un programa que acerque a los campesinos pobres a las transformaciones socialistas por la vía de las transformaciones democráticas avanzadas que desembocan en el socialismo. Este programa tiene ya un aspecto anticapitalista: se dirige contra la gran propiedad agraria capitalista, con base en su limitación y reducción a las proporciones de una explotación individual, que se expresa en la consigna aprobada por el I Congreso de la CCI, de reducir la pequeña propiedad legal a 20 hectáreas en los distritos de riego y su equivalente en otro tipo de tierras. 61
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En la primera etapa de la revolución deberá respetarse la propiedad privada de los campesinos y la explotación asalariada a nivel inferior; pues claro es que no son los pequeños campesinos individuales ni los campesinos medios los causantes de la miseria y la falta de tierras de la mayoría. La pequeña y mediana economía particular no es un freno al desarrollo de las fuerzas productivas, y puede establecerse con ella un acuerdo duradero y una alianza contra el régimen, y darle un lugar en la nueva sociedad que no será estructurada con bases democráticas, avanzadas. No se trata en nuestro enfoque de revivir caducos utopismos pequeñoburgueses, que hacían de la pequeña propiedad una panacea. Sabemos que no solo la utilización de la técnica moderna, de los medios químicos y del trabajo cooperativo en grandes empresas, asegura el desarrollo de la agricultura. En este sentido es justa la opinión de economistas como Jesús Silva Herzog, que planteaba como tarea inmediata la cooperación agrícola. Pero sabemos también por toda la experiencia de la construcción del socialismo en muchos países que este es un proceso prolongado y que los campesinos se incorporan a el con base en el ejemplo y no mediante la coacción. La transformación socialista del campo, entendiendo por ella la creación de autenticas relaciones de producción socialista, es un proceso prolongado, que se realiza por etapas, si no se quiere caer en el abatimiento de la producción, en la anarquía o en el trabajo forzado.
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