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La fábula, el mito y la leyenda son distintos tipos narrativos. Cada una de ellas tiene características propias que las definen. Se caracterizan también por tener cierta función extraliteraria. La fábula, el mito y la leyenda son narraciones populares que forman parte del conocimiento literario común de una sociedad y se han transmitido de generación en generación. Son anónimas, tradicionales y regionales. Se caracterizan por crear un mundo de fantasía que tiene poca vinculación con el mundo real (nuestro mundo). El mundo narrado se vincula con el mundo real a partir de la interpretación del relato. La fábula tiene intención didáctica y se representan animales con rasgos humanos. Su intención es dejar una enseñanza útil o moral. Esta enseñanza es llamada moraleja.
Los mitos están muy ligados a la cultura de un pueblo e intervienen héroes y dioses. Generalmente, narrar el origen de una cultura construyendo su historia. Tradicionalmente, los mitos tuvieron mucha importancia y relación con las creencias y la vida religiosa. Los MITOS se caracterizan por ser relatos, de carácter folclórico, que intentan explicar distintos fenómenos inexplicables o misterios relativos al origen del mundo, las cosas o los seres humanos. En cada país existen infinidad de mitos que intentan dar explicaciones a hechos que en la antigüedad, e incluso en nuestros días, no tiene respuesta científica
Las leyenda narra los orígenes, características y nombres de lugares, plantas o fenómenos de la naturaleza. En ellas figuran héroes vinculados con la región en la que aparecieron. Las LEYENDAS son relatos basados en hechos reales en los cuales interviene la fantasía y la imaginación. Las leyendas al igual que los mitos se trasmiten de manera oral y son parte de la tradición cultural de un país.
Distintos pueblos han tratado de explicar el origen de la tierra a través de sus mitos y leyendas. En el siguiente video podrás ver como el pueblo “Muisca”, que se desarrollo en la zona que hoy se conoce como Colombia, comprendía el comienzo de la tierra y el agua.
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Tips sobre fábulas, mitos y leyendas. Mitos, leyendas y fábulas son narraciones populares, anónimas y regionales Estos tres géneros tienen en común el hecho de crear un mundo de fantasía. La fábula tiene intención didáctica y animales que aparecen con rasgos humanos. La fábula intenta dejar una enseñanza útil, llamada moraleja. Los mitos están muy ligados a la cultura de un pueblo e intervienen héroes y dioses. Las leyendas buscan narrar los orígenes, características y nombres de lugares, plantas o fenómenos de la naturaleza y en ellas figuran héroes vinculados con la región en la que aparecieron. EL LEON ENAMORADO (FABULA) Se había enamorado un león de la hija de un labrador y la pidió en matrimonio. Y no podía el labrador decidirse a dar su hija a tan feroz animal, ni negársela por el temor que le inspiraba. Entonces ideó lo siguiente: como el león no dejaba de insistirle, le dijo que le parecía digno para ser esposo de su hija, pero que al menos debería cumplir con la siguiente condición: que se arrancara los dientes y se cortara sus uñas, porque eso era lo que atemorizaba a su hija. El león aceptó los sacrificios porque en verdad la amaba. Una vez que el león cumplió lo solicitado, cuando volvió a presentarse ya sin sus poderes, el labrador lleno de desprecio por él, lo despidió sin piedad a golpes. Nunca te fíes demasiado como para despojarte de tus propias defensas, pues fácilmente serás vencido por los que antes te respetaban.
EL LEON Y EL ASNO (FABULA) Se juntaron el león y el asno para cazar animales salvajes. El león utilizaba su fuerza y el asno las coces de su pies. Una vez que acumularon cierto número de piezas, el león las dividió en tres partes y le dijo al asno: -- La primera me pertenece por ser el rey; la segunda también es mía por ser tu socio, y sobre la tercera, mejor te vas largando si no quieres que te vaya como a las presas.
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Para que no te pase las del asno, cuando te asocies, hazlo con socios de igual poder que tú, no con otros todopoderosos. EL ENCANTO DEL ORO (LEYENDA) Sábese por los cronistas que los muiscas decían que una gran inundación había cubierto en tiempos remotos la sabana de Bogotá y, perecido todos los hombres, una pareja humana había salido del lago de la Guatabita y vuelto a poblar el mundo; por tal causa rendían especial culto a los lagos de su territorio y consideraban sagrado el ya dicho, erigiéndolo santuario y celebrando en cierta época del año la ceremonia del cacique que se cubría con polvo de oro y se sumergía en sus aguas; origen más probable del mito del Dorado, del cual fue mera leyenda desfigurada la creencia de la Manoa de los achaguas. Acerca de este sitio de maravillosa riqueza, donde se hallaba un encanto u hombre de oro, con patos y animales del mismo metal, múcuras y pailas, hemos oído en boca de los descendientes de los indios de Jají, que en las cascadas que forma el río González, existe este lugar recóndito, que algunos han entrevistado en lo más áspero e inaccesible de aquellas gigantescas rocas, por donde se despeña el río y corre dando saltos, por entre el tupido y secular bosque de belleza salvaje, donde se contempla y mora el airón de plumas verdes, atornasoladas, semejante al quetzal azteca. Autor: Julio César Salas (De su obra ETNOGRAFÍA DE VENEZUELA, Mérida, 1956) EL CONDOR (LEYENDA) cóndor no siempre usó la golilla que lleva tan elegantemente en el cuello. Se acostumbró a su uso después de haber sido derrotado, luego de una vergonzosa lucha contra un diminuto rival. Cuenta la leyenda que don Cóndor había bajado al valle en ocasión de unas "chinganas" que se celebraban con motivo de Semana Santa. En uno de los tantos bodegones instalados cerca de una plaza, conoció a un compadrito charlatán y pendenciero, muy famoso en el pago por su apodo de "Chusclín". Se trataba nada menos que de un vulgar chingolo. Luego de una entretenida charla, en la que don Cóndor y Chusclín alardeaban de pendencieras hazañas y famosas "chupaderas" (en Cuyo "chupar" significa beber vino), como fin de la conversación, formularon entre sí una singular apuesta. Se desafiaron a beber vino: el que "chupara" más sin "curarse" (embriagarse), ganaría la apuesta y el perdedor pagaría el vino consumido y la "vuelta " para todos.
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Tanto don Cóndor como Chusclín empinaron sus respectivas damajuanas y así se inició la puja. Don Cóndor de buena fe trataba de agotar el líquido "de una sentada", sin reparar que Chusclín arrojaba al suelo cada sorbo que bebía sin que su rival lo notara. Como don Cóndor no estaba tan acostumbrado al vino como Chusclín, pronto empezó a sentir dolor de cabeza y para atenuarlo se ató un pañuelo, a modo de vincha. Al advertir el juego de su contrincante, lo increpó y se le fue encima. Chusclín, veterano peleador, lo esperó sereno y confiado. Poco duró la pelea porque el chingolo con un certero golpe hizo sangrar la nariz de su antagonista, quien sólo atinó a defenderse. En el entrevero, el pañuelo que don Cóndor tenía atado a la cabeza se le cayó y desde entonces allí lo lleva.
Trauco El Trauco es un pequeño duende de las tradiciones populares del sur de Chile. Se dice de el que vive en los bosques y que no mide más de unos 90 cm. Suele vestirse con un sombrero cónico para poder protejerse de las inclemencias del tiempo, el sol y la lluvia. En su mano derecha, porta un hacha de piedra que utilia para derribar árboles. Tiene poderes malignos: puede torcer la boca de los hombres y condenarlos a morir en poco tiempo. Seduce a las mujeres con su mirada sensual y dulce. Ellas se le entregan sin resistencia, pero si alguna, eventualmente lo hiciera, el Trauco le provocará sueños eróticos hasta narcotizarla, haciendo que finalmente se rinda ante él. Naturalmente, todas las aventuras de las muchachas con el Trauco, acaban en embarazo.
LA PINCOYA: La Pincoya es una especie de nereida del mar. Mujer de hermosura incomparable, de temperamento alegre y de gran femeneidad. Durante las noches de luna llena suele salir de la orilla, ataviada con un maravilloso traje de hojas para entregarse, a eso de la medianoche, a una frenética danza capaz de "enlesar" hasta a los peces. Se le concede poder especial sobre peces y mariscos. de ella depende, en consecuencia, la abundancia o escasez de aquéllos en determinadas playas. Por tal razón este personaje asume en Chiloé los atributos divinos de una Tetis de menor jerarquía. El isleño, entonces, hace todo lo posible para no contrariarla, para no perder su protección. Una forma muy práctica de agradarla consiste en colocar dentro del corral de pesca una
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piedra lisa de buen tamaño, sobre la cual la bella deidad pueda ejecutar su baile con mayor desenvoltura y comodidad. La fantástica danza ritual de la Pincoya puede tener dos objetivos muy opuestos. Por ejemplo, si desea dar abundancia a una playa deposita algunos mariscos en la arena con la cara vuelta hacia el mar; pero si, por el contrario, se propone alejarlos de allí, ejecuta el ceremonial mirando a los cerros, vale decir, de espaldas al mar. Esto es suficiente para que los mariscos hagan "Gnal" y comiencen a escasear y para que los cardúmenes se alejen por los canales hacia otros lugares más propicios. Esta femenina beldad del mar tiene como esposo al Pincoy, divinidad de los pescadores. Personifica la fecundidad de las especies marinas. Secunda a su cónyuge en sus rituales mágicos, como en una suerte de resabio de viejos hábitos matriarcales. La Pincoya es el personaje a la medida para los pueblecitos pescadores, tal corno lo fueron Ceres y Démeter para los agricultores latinos, griegos, respectivamente. El nombre de este personaje es, a todas luces, de extracción incásica o aymará. "Coya" en ambos idiomas significa princesa o esposa del emperador. Entre los indígenas de Chiloé no había un personaje de tan alta investidura sencillamente porque la organización social permanecía aún en los peldaños inferiores de la evolución. Con la Pincoya se justifican en forma idealizada los ciclos periódicos de abundancia y escasez de moluscos, crustáceos y peces en las costas de las islas. Se dice que la Pincoya es susceptible al halago de la gente y que los pescadores se hacen acompañar hasta sus embarcaciones por muchachas alegres al salir de pesca en alta mar. La Pincoya entonces se muestra dispuesta a ayudarlos en su tarea. Como se ve, con este detalle se ha deshumanizado aún más a esta divinidad, rodeándola de atributos temperamentales muy humanos y, sobre todo, muy femeninos. El "threputo", práctica de guasquear las aguas en los corrales nuevos, podría ser considerado en este caso como un ritual dirigido indirectamente a conseguir los favores de esta princesa o deidad de las aguas marinas. No debe olvidarse un hecho importantísimo. Durante el primer período que siguió al hundimiento del valle y a la formación del archipiélago, la transformación de los antiguos campos en playas arenosas aptas para la vida de moluscos y crustáceos, ha tenido que ser un proceso más o menos lento y, por consiguiente, prolongado. Las condiciones materiales apropiadas a la vida de la fauna marina del subsuelo fueron creándose en forma paulatina, mediante pausadas transformaciones cualitativas. Sólo cuando este proceso se hubo cumplido, los mariscos encontraron un medio adecuado para su existencia y, por tanto, a la propagación de las especies. Entonces también maduran las condiciones para hacer uso de ellos en beneficio de la población insular. Ya se dijo anteriormente que el descubrimiento por parte de los aborígenes de tales ventajas, no ha debido de ser un hecho instantáneo. En todo caso, las primeras que se entregaron a la tarea de recoger mariscos para la alimentación de la familia fueron mujeres, las auténticas "pincoyas", pues este paso, este portentoso descubrimiento, tuvo honda repercusión en toda la comarca.
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Aseguró la subsistencia de la población. Un hallazgo así bien valía ser bailado hasta caer sin aliento sobre la arena. Más tarde, las frecuentes visiones de mujeres mariscadoras que se movían en las playas de las islas adyacentes, reafirmarían la creencia en la Pincoya. La imaginación, pronta a la fantasía, las transfiguraría en personajes sobrenaturales. Es muy probable que primitivamente hayan existido ritos, exorcismos o conjuros más directos que el "threputo" para implorar los favores de esta deidad, como muchos personajes de encumbrada posiciones, no siempre se muestra dispuesta a una generosidad espontánea. Si el mar y la playa fueron en épocas pasadas, si no la única fuente de subsistencia para la población de muchas de esas islas, al menos la plaza principal de abastecimiento; si la vida de la gente dependía en gran medida de los productos marinos, y si éstos, por su parte, estaban gobernados y racionados por la Pincoya y su principesco consorte, es lógico pensar en la existencia de rituales y exorcismos destinados a suplicar la permanente protección de ambos. Pero, ¿cuáles eran en buenas cuentas esos ritos y exorcismos? „Y si los había, ¿iban acompañados o no de ofrendas especiales, y en qué consistían? Lástima no poder contestar cuestiones tan interesantes y fundamentales. Por último, y ésta es una opinión estrictamente personal, la Pincoya y el Pincoy al parecer estaban directamente destinados a mantener la moral y la confianza de los isleños ante los periodos de escasez de alimentos y en las temporadas de privaciones, frente a las cuales era preciso mantenerse resignados y, si es posible, conformes. Había en el fondo una enseñanza ética: confiar en la venida de las vacas gordas y espigas llenas. Mientras tanto, conveníaser previsores y cuidadosos con los víveres recolectados. De esta manera ha surgido la costumbre de secar, mediante el humo, el pescado y los mariscos que no se consumen en estos períodos de abundancia. La Pincoya y el Pincoy encarnan, en este caso, un principio antitético frente al espíritu del malvado Cuchivilu. Mientras éste pude ser considerado como enemigo manifiesto de la comunidad aborigen, aquéllos aparecen como sus aliados y bienhechores. Siempre es evidente la contraposición entre el Bien y el Mal.