El Secreto De Jaime: Yo Te Recuerdo 6b3j4c

STEFANIA VERA

EL SECRETO DE JAIME

¿Y tú? ¿Podrías guardar un secreto por años?

Stefania Vera, Ec

El secreto de Jaime: ¿Y tú? ¿Podrías guardar un secreto por años? ; ilustrado por Stefania Vera. -1ª ed.- Guayaquil: Stefania Vera, 2020

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ISBN 978-9942-38-300-6

Derechos de autor – Copyright

©Stefania Vera 2020

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Capítulo 1

Tomás confronta a su abuelo

Tomás creció oyendo a su abuelo decir <<El olvido no existe en lo absoluto, el tiempo solo se encarga de engañar la mente con un olvido vano>>. Realmente siempre tuvo curiosidad por conocer a qué se debía la tristeza de su viejo, no era algo que haya enfadado a su abuela porque el anciano siempre sonreía para hacerla feliz como se lo había prometido cuando se casaron, pero Tomás cada noche lo observaba desde el balcón mirar el cielo como pidiendo ver algo o alguien, incluso mucho antes de verlo enfermo.

Es de mañana, el veterano capitán de fragata Jaime Robles se encuentra muy delicado de salud y está siendo atendido por el doctor Vélez, algo no anda bien con su corazón. Al parecer la vida en la ciudad ha deteriorado su estado, así que le aconseja un ambiente diferente para su recuperación.

Jaime opta por ir a su pueblo natal después de cuarenta años de servicio en la fuerza naval a bordo de una avioneta junto a su esposa y nieto. Todos están encantados con la idea de cambiar de ambiente por algunos días.

Mientras la avioneta aterriza Jaime observa el cambio drástico del paisaje, pero su mirada se centra en un lugar especial desgastado por el paso de los años pero que aún sigue conservando algo de vegetación. Perplejo empieza a tener recuerdos de su niñez y juventud e imagina a una joven esbelta dando vueltas con los brazos estirados y sonriendo sobre varias hojas frescas. De pronto escucha la voz de su nieto cuestionando su estado. El anciano reacciona y se queda en silencio por un momento, luego asienta la cabeza lentamente con una sonrisa a medio hacer desde sus labios arrugados.

La avioneta aterriza en medio del jardín, bajan y se dirigen a la antigua casa de Jaime. Abren la puerta, desempacan y empiezan a sacar el polvo. Mientras su esposa limpia la cocina y su nieto va por las medicinas, Jaime se dirige a su habitación, escudriña entre sus cosas viejas y encuentra un cartón bajo la cama. Se sienta, lo abre y se queda atónito al ver lo que se encuentra en el interior, ingresa su mano temblorosa hasta sacar una pequeña caja con dos anillos a base de ramas muy finas con detalles de pequeñas hojas secas alrededor y una fotografía antigua en la que se hallaba con una hermosa joven de mirada apacible. El anciano no puede conte-nerse más y suelta un sollozo.

De pronto Tomás abre la puerta se queda atónito por un momento y se sienta junto a su abuelo, dispuesto a descubrir el dolor en los ojos de Jaime, pide que le comente sobre la joven. El anciano accediendo a la petición coloca la foto en su pecho, se recuesta, cierra sus ojos y empieza a narrar la vida de la joven.

Capítulo 2

El suplicio de Laia

Es de mañana. En un pueblo alejado de la cuidad habita una familia humilde. Afuera se encuentra Laia, niña de ocho años jugando con su pequeña muñeca. De pronto se escucha un grito desgarrador, sin temor recoge su muñeca y se dirige deprisa hacia su hogar.

Al entrar en la habitación observa a su padre Benjamín sosteniendo muy firme la mano de su madre Elena, una mujer muy pálida y de extrema delgadez quien por meses ha estado postrada en cama. La mujer la mira y toma la pequeña mano de la niña, Laia inmediatamente se acerca llorando y escucha las últimas palabras de la mujer. Su madre la tranquiliza con unas palabras de la estadía en el paraíso de Dios. Laia aferrándose a la mano de su madre, le ruega que no se vaya. La mujer ahora no puede escucharla, pero con las últimas fuerzas abraza a Laia y coloca en Benjamín el cuidado de la pequeña. La mujer acaricia las mejillas de Benjamín, le sonríe a su pequeña y deja caer su brazo.

Es de tarde. Benjamín y Laia regresan después de haber dejado algunas flores en el cementerio. Mientras se acercan, Laia observa a una mujer de hermosa figura esperando afuera de su casa.

Al llegar, Benjamín toma la mano de aquella mujer, se acerca hacia Laia y la presenta como Mirella su nueva esposa, su mirar perverso atemoriza a la pequeña. Mirella le sonríe, la pequeña no entiende lo que ocurre, pero Benjamín le manifiesta que Mirella se quedará para cuidar de ella. Laia logra entender que aquella mujer reemplazaría a su madre.

Los primeros rayos de sol asoman. Benjamín se alista para salir a su trabajo como de costumbre, se despide de Mirella y de la pequeña. Al cerrar la puerta Mirella lanza un vaso de leche sobre Laia, ultrajándola la envía a su habitación. La pequeña conmocionada desobedece a Mirella, la mujer se enfada y va detrás de la niña. La pequeña sale deprisa de la casa, tras la evasión resbala y queda colgada sobre un montículo, sujetada a una fina rama la pequeña grita por ayuda, pero la mujer se retira del lugar. Laia ya no puede aguantar más, sus manitos se encuentran de-masiadas lastimadas por el peso de su cuerpo, lanza el último suspiro para soltarse.

Capítulo 3

Un encuentro con la inocencia

Un pequeño se encuentra cerca del lugar, los gritos desesperados llaman su atención, se acerca de inmediato, sujeta la mano de la niña y la sube. El pequeño la mira y le sonríe, se presenta como Jaime hijo del almirante Robles Santillán y mostrando su pequeña espada le asegura que ganará todas las batallas cuando crezca. La pequeña sonríe y se presenta como Laia, hija de Benjamín y Elena. Inmediatamente los pequeños sienten la convicción de estar juntos. Cada tarde, se reúnen haciendo la promesa no alejarse jamás.

Laia ahora no pasa mucho tiempo en casa, sale de casa después que su padre se dirige al trabajo, esto intriga a Mirella, quien la sigue silenciosamente hasta el jardín. Estando en el lugar observa la inocencia y felicidad de los pequeños. Mirella se acerca y jala con rabia los brazos de Laia hasta ingresarla a casa, Jaime pide que la suelte, pero Mirella toma por nada su queja.

Al llegar Benjamín, la mujer trata de juzgar a la pequeña. Mirella propone a Benjamín ingre-sar a Laia al convento por su mal comportamiento, Benjamín acepta y decide enviarla de inmediato.

Capítulo 4

Encierro en el convento

Está oscureciendo. Un auto negro se encuentra estacionado afuera de la casa, dentro del auto se encuentra un hombre extraño. Benjamín habla con Laia sobre su decisión. Laia abraza fuertemente su muñeca y ruega a Benjamín que no lo haga suplicando perdón.

El hombre del auto se baja y recoge las maletas de la niña. Benjamín pide al hombre que ingrese a la niña, esto lastima a Laia. El hombre la sube y arranca, la muñeca de la pequeña cae al suelo. Laia se queda observando como todo lo que ama se queda, sus lágrimas ya no abastecen su dolor.

Benjamín al ver como se aleja el auto se empieza a sentir miserable, Mirella astutamente logra convencerlo aún más de la decisión tomada. Ingresan a casa y se cierra la puerta.

Capítulo 5

Hermanas por destino

Laia sigue sollozando, el hombre para el auto en frente de un convento enorme con atributos de castillo, la agarra del brazo y baja las maletas con dirección al portón negro, toca el timbre y una mujer con rostro tosco abre la puerta, Laia se queda observando el traje en negro y blanco. La mujer se presenta como Irina, quien pide las maletas al hombre y toma del brazo a Laia, el hombre vuelve al auto y se marcha. La pequeña lo observa hasta desaparecer.

Estando ahí Laia observa que el lugar es muy rustico, empezando desde los colores opacos hasta sus múltiples cuadros colocados en cada pared. Se cierra el portón, Irina dirige a la pequeña hacia una sala. Con una voz extraña le indica que la espere, la mujer va por una hoja de datos.

Laia se sienta pliega sus manos como le había enseñado su madre, cierra sus ojos y reza. De pronto siente un par de deditos juguetones tocando su espalda, Laia rápidamente gira y observa una pequeña niña con ojitos melosos pregunta su nombre, su sola presencia hizo alegrar su corazón. Laia le respondió de inmediato y la pequeña se presenta como Ana.

La pequeña se percata que se acerca Irina y le susurra a Laia que elija la litera treinta y dos, Laia acepta. Ana se va deprisa. Irina llega y traslada a Laia a una habitación enorme donde se encuentran varias camas con niñas ya dormidas. La pequeña pide a la monja quedarse en la litera treinta y dos, Irina acepta, pero de repente su manera de ser cambia bruscamente hacia la pequeña, lanza sus cosas sobre la cama y con una voz más natural le indica que la hora de comer había pasado y le exige acostarse pronto. Laia inclina rápidamente la cabeza en señal de aceptación. Se acuesta y se percata que Ana se encuentra en la parte de arriba de la litera.

Laia empieza a llorar silenciosamente presionando sus labios para no despertar a las demás niñas. Ana logra escuchar los llantos, baja, se acuesta a su lado y la abraza, se sientan y con voz bajita empiezan a platicar, Ana le comenta sobre su abandono afuera del convento cuando era bebé. Laia la escucha y le relata lo que había sucedido con su madre, pero no comenta la acción de su padre como una decisión de olvidar todo lo que padeció. Ambas hacen un pacto de hermandad, terminan la plática con una agradable sonrisa y un abrazo reconfortante. Laia más tranquila se acuesta y cierra sus ojos.

Capítulo 6

Los niños de la noche

Es de mañana, un beso sonoro en una mejilla de Laia hace que abra los ojos. Ana salta y grita de emoción con su típico baile de la alegría, y no era para menos esa mañana Laia cumplía la mayoría de edad.

Laia se levanta y abraza a Ana de alegría, empiezan a brincar porque esa edad podría proporcionarle la potestad para ir a la ciudad y acordar con los clérigos el cargo de coordinadora para la atención de los niños huérfanos.

Irina escucha la algarabía ocasionado por ambas jóvenes. La mujer ingresa en la habitación con un fuerte grito. Laia con toda elocuencia le manifiesta a la mujer la decisión de consagrase como monja para quedarse a cargo de los demás niños, esto indigna a Irina. Los años no solo hicieron hermosa a la joven, sino que le proporcionaron un carácter fuerte y decisivo.

Es de tarde. Irina sale con varias jóvenes para visitar la nueva iglesia del pueblo entre ellas Laia y Ana. Al pasar por un pequeño parque dos niños se acercan a Irina mendigándole un poco de comida. Irina niega a los pequeños el alimento, Laia observa y les entrega atentamente sus panes.

De regreso Laia observa que los pequeños aún se encuentran en el mismo sitio, se acerca mientras Irina esta distraída y les promete regresar en la noche para darles más alimento, los pe-queños la observan y le sonríen dulcemente.

Capítulo 7

El reencuentro de las almas

Es de noche. Laia observa que todas están dormidas, se levanta muy cautelosa y se dirige hacia la cocina, empieza a preparar varios panes rápidamente y vierte jugo en varias pomas pequeñas, al terminar guarda todo en una bolsa, preparada para salir siente que alguien toca su hombro, Laia se voltea y ve que es Ana. Laia le explica lo que desea hacer, la convence y Ana acepta que vaya con la condición de esperarla hasta las ocho de no ser así saldría a buscarla. Laia abre a ven-tana lentamente y logra salir con la bolsa. Se sube en el viejo triciclo del convento y se dirige hacia el lugar para encontrarse con los pequeños.

Los niños se alegran al verla llegar. Laia detiene su triciclo en frente de los niños, sonríe y saca la bolsa con los alimentos. Al terminar, los niños agradecen su gesto con un abrazo, Laia les indica que se dirijan a sus casas y sube nuevamente a su triciclo con la intención de regresar al convento.

Mientras pedalea observa una luz incandescente que se aproxima a una velocidad descomunal. Laia logra saltar hacia una esquina lastimándose un brazo. De pronto alguien se baja de aquella motocicleta, es un joven apuesto con traje militar.

El muchacho se aproxima enfurecido, Laia al ver que se acerca se levanta de inmediato soste-niendo su brazo golpeado. Al estar en frente de Laia, el joven se saca el casco, y empieza a ofenderla culpándola de irresponsable. Laia no puede creerlo, lo observa desconcertada, se voltea y sigue su camino a pie, ahora el triciclo está descompuesto. Mientras Laia camina, recorren lágrimas sobre sus mejillas al recuerdar quien era el joven.

El insolente le pide disculpas y ofrece llevarla a su destino, Laia no lo escucha y sigue su camino. El joven estaciona la motocicleta, se coloca delante de Laia y la observa fijamente, pero al observar los ojos de la joven se asoma un recuerdo breve, se queda inmóvil por unos segundos, él había visto esos ojos antes, pero no dijo nada. De una manera seria y cordial pide a Laia que se suba para trasladarla segura hasta el convento. Laia lo mira contrariada acepta y sube. El joven arranca, y se percata que Laia está muy extraña, el joven para y le pregunta sobre su estado, agarra sus manos y las coloca sobre su espalda.

Al llegar al convento, el joven le pregunta su nombre. Laia ignora la pregunta, baja y se despide. El joven está seguro que aquella joven es Laia y con una voz dulce le susurra << Yo sé quién eres, tú eres Laia mi eterno amor>>. La joven se queda desconcertada, no quiere volver a recordar su doloroso pasado y empieza a confundirlo negándolo todo. Jaime está seguro de que ella era la pequeña que conoció años atrás. El joven se retira.

Laia se siente culpable por haber mentido, pero solo quería olvidar el pasado. Trepa por la ventana y allí estaba Ana quien estaba muy preocupada y nerviosa por la tardanza. Laia le plática lo sucedido con el joven, Ana comprende y no juzga su decisión. Luego ambas logran llegar a sus literas silenciosamente.

Capítulo 8

El renacimiento de lo inconcluso

Jaime llega a la base se dirige a su dormitorio, se recuesta con intensión de dormir, pero solo piensa en la joven. De pronto se levanta, se dirige hacia su casillero y saca la muñeca de trapo que recogió aquella tarde cuando desapareció Laia, la coloca bajo la cama y cierra los ojos.

Es de mañana. Laia se levanta como de costumbre a regar las plantas, observa un movimiento brusco entre los arbustos, se acerca extrañada y se queda inmóvil al ver su muñeca de trapo, la recoge suavemente y empieza a llorar sin consuelo. Jaime se encuentra detrás de ella, comprueba que es la pequeña de su pasado, pero se siente culpable. Laia lo mira, Jaime se acerca lentamente hacia ella y la abraza fuerte como si la hubiese esperado todo el tiempo.

Laia le pide que se retire, Jaime se niega, la joven le promete que lo verá en la capilla en la madrugada si se marcha. El joven acepta.

Es de madrugada todas las jóvenes se encuentran dormidas, Laia se levanta silenciosamente y se dirige hacia la capilla. Llega y observa que Jaime se encuentra sentado sobre un pequeño asiento de madera. El joven la mira, se levanta y camina hacia ella. Estando solos Laia empieza a relatarle lo que le había sucedido después de la última vez que se vieron. Jaime le comenta sobre la búsqueda que hizo por ella todos los años.

Los jóvenes empiezan a verse a menudo, Laia le muestra su mundo y la fe en Dios, la joven le enseña a orar. El amor nunca dejó de ser en ambos era como si nunca se hubiesen perdido, cada madrugada se encuentran para verse. Mientras

Laia ora, Jaime abre sus ojos para observarla, Jaime la abraza y lentamente acerca sus labios hacia la joven y toman sus manos

Laia le comenta al joven sobre el anhelo de visitar a su madre y llevarle flores, Jaime acepta y quedan en verse en la madrugada siguiente. De regreso La joven le explica a Ana la necesidad de ir a ver a su madre y consigue salir discretamente del convento, afuera se encuentra Jaime. Laia sube y arrancan.

El viaje es largo, la brisa de la naturaleza golpea sus rostros tersos, Laia abraza al muchacho y recuesta su cabeza en él. La joven siente como la paz había llegado a su vida después de muchas lágrimas.

Jaime se estaciona, la joven observa el lugar y bajan. Un anciano pasa con una antigua cámara, el joven pide una fotografía, el anciano los mira asombrado. Después de todo no siempre tenía la oportunidad de encontrar una hermosa monja con un milico. Les sonríe y accede de inmediato. Ambos se acomodan para la fotografía y el anciano les entrega el hermoso retrato.

Capítulo 9

La promesa

Después de colocar algunas flores, regresan a la motocicleta, Jaime lleva a Laia a un lugar hermoso. Sin duda era un lugar magnifico lleno de paisajes sublimes con árboles gigantes que arrojan aromas exquisitos, Laia se siente en la gloria extiende sus brazos mira hacia el cielo y salta de emoción girando entre las hojas frescas, Jaime se recuesta junto a ella. El joven se sienta y empieza a elaborar dos anillos a base de ramas muy finas. Coloca uno en el dedo anular de la joven. Jaime toma sus manos y promete quedarse con ella.

La lluvia se asoma, deciden ir a resguardarse a la antigua casa de Laia. Su padre Benjamín y su amante la habían desalojado años antes. Todo está como ella lo recuerda su habitación se encuentra intacta con las mismas goteras de siempre cada vez que llovía. Laia no puede contener las lágrimas, Jaime la abraza y mira sus ojos. Ahora no hay nada más que una lluvia fría y dos cuerpos desnudos rebosados de juventud bajo una sábana blanca.

Capítulo 10

El pecado de Laia

Laia regresa al convento, levanta a Ana y le comenta todo lo vivido con Jaime, además le asegura que al día siguiente iría a ver a los clérigos para dar de baja la istración de Irina. Ana sonríe ese era el sueño de ambas desde pequeñas.

Miriam, una de las jóvenes más leales a Irina logra escuchar la conversación, corre a la habitación de Irina a decirle todo lo que escucho. Irina solicita a Miriam que reúna a todas las jóvenes y niñas del convento en medio del pasillo, Miriam obedece. Irina se dirige deprisa hasta la habitación de las jóvenes toma del brazo a Laia y la lleva hasta el pasillo, Ana va detrás de ellas rogando que la suelte. Irina lanza a Laia al suelo tildándola de pecadora y rompe su vestido blanco en frente de las demás jóvenes como acto de humillación, Laia tiene su cabeza erguida no la baja, Irina enfurece, la toma del brazo y la encierra en el angosto cuarto de las expiaciones. Todo está oscuro, Laia se encuentra sentada. De pronto se escucha unos pasos apresurados, alguien abre el cerrojo, la joven se levanta intrigada, ve la mano traviesa de Ana con un plato de comida y un bolso con ropa, Laia llora al verla, se viste y guarda la comida en su bolsa, Ana le pide que vaya pronto a dialogar con los clérigos y la ayuda a escapar. Laia le da un beso en la frente y sale de prisa.

Capítulo 11

Batalla en la boca del Jambelí

La joven se dirige hacia la caseta naval, pero observa algo extraño, ve muchas luces, observa a todos formados en medio de la tribuna, no comprende y se acerca al lugar escabulléndose entre las plantas. De pronto se escucha al padre de Jaime notificar a la tripulación que tendrían que zarpar esa noche a brindar refuerzos por el ataque inesperado en la Boca de Jambelí, Laia se estremece al escuchar que el hombre nombra a Jaime como capitán al mando de la tripulación. Jaime no puede negarse ante su padre y acepta en formar parte de la primera fila en el combate, en ese momento el joven recordó la promesa que le había hecho a Laia, pero no podía defraudar a su tripulación ni a su padre.

Laia se encuentra desconcertada, espera a que la reunión se termine. Observa a Jaime dirigirse hacia su caseta, Laia va detrás de él, Jaime escucha la voz de la joven, la mira, ella se acerca llorando y le recuerda la promesa que le había hecho el día anterior. Jaime finge el desinterés hacia la joven y lastima a Laia con palabras viles, ese dolor hace doblar las piernas de Laia hasta caer al suelo. El joven no sabía si regresaría con vida y no quería que la joven sufriera una muerte más en su vida.

La joven devuelve el anillo y se retira del lugar. Aún con la convicción de retirar a Irina del convento se dirige a ver a los clérigos. Jaime la ve hasta desaparecer, el joven ya no puede conte-ner las lágrimas, pero escucha que el barco está por zarpar.

Capítulo 12

La persecución de Laia

Laia se encuentra pensativa esperando encontrar alguien que pudiera trasladarla hacia la iglesia central, pero siente que respira con dificultad y sus manos tiemblan. De pronto aparece Irina se encuentra detrás de ella junto a un hombre, la llevan hacia un lugar alejado. Al llegar, Irina empuja a Laia hacia un cuarto astroso, el hombre coloca un candado en la puerta y se van. Laia está asus-tada, se aproxima hacia la pared y recuerda toda su vida, esto complica aún más su respiración. De pronto llega un repentino ahogo los síntomas se asemejan a los de su madre, sus labios rosas se tornas pardos.

Es de mañana. Ana observa muy nerviosa a Irina sus gestos parecen extraños, la joven siente que algo malo pasó con Laia. Se percata que Irina no cuestiona la ausencia de la joven en el cuar-to de encierro.

Ana regresa al corredor y nota cada vez más nerviosa a Irina, observa que la mujer entrega unas llaves al hombre extraño, luego se retira. Ana sale por la ventana, toma su bicicleta y se dirige tras de él. Al llegar, lo observa asomarse a una choza, Ana se esconde y espera a que el hombre se retire. Se acerca y observa a Laia agonizando, Ana llama a campesino y rompen la puerta. Juntos la trasladan hasta el médico del pueblo.

Capítulo 13

El último suspiro

Es de tarde. Se observa la algarabía de la tripulación entre ellos Jaime, quien se encuentra al mando y con ánimos de salir corriendo a ver a Laia . Se escucha música de victoria por todos lados, el pueblo empieza a salir de sus casas a observar el desfile del triunfo. Ana se dirige a Jaime, le habla discretamente, con un movimiento abrupto corre a ver a Laia.

Al llegar observa a la joven con la mirada perdida y a punto de desfallecer. El joven se acerca y pide perdón. Laia susurra que lo perdona y le menciona que siempre será su amor. Jaime se encuentra desconcertado ve el mundo alrededor, pero ahora no le importa ni los reconocimientos ni la algarabía de la tarde. Se queda junto a Laia hasta que deja de respirar. Toma su mano y cierra sus ojos fuertemente.

Capítulo 14

Un capricho para el anciano

El anciano vuelve en sí, mira a su nieto. Aún con la foto entre su pecho, se sienta y lanza un lamento silencioso desde su alma. De pronto ambos escuchan la voz de una joven llamando afuera, Jaime se intriga al escuchar aquella voz y se aproxima a la ventana, la joven se encuentra de espalda tiene una cabellera muy larga, Jaime la queda observando, el anciano pide a su nieto que salga a verla, era la joven de la base naval encargada de repartir las medicinas. La muchacha se voltea hacia Jaime y le sonríe. Jaime se queda atónito, ve en ella a su Laia, era como si la vida le regalara un capricho al anciano para que pudiera verla por última vez.

Jaime se lleva una fuerte emoción al ver el increíble parecido de la joven con Laia, retrocede, cae sobre la cama con la foto aún en su pecho y sonríe. Su esposa toca la puerta, al verlo tendido, lo llama repetidas veces, pero Jaime no responde. Ahora solo se escucha el grito desgarrador de la mujer sobre el rostro sonriente de Jaime.