“Criterio es un medio para conocer la verdad. La verdad en las cosas es la realidad.”
El criterio Jaime Balmes
Diego Manuel Ferrera Ayllón Filosofía del Conocimiento Profesora: María Cobos Navidad
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ÍNDICE 1.
Localización del texto .............................................. pg. 3
2.
Temática del texto.................................................. pg. 5
3.
Resumen .............................................................. pg. 5
4.
Análisis del texto .................................................... pg. 7 a. Estructura del texto b. Análisis del texto c. Análisis semántico
5.
Reconstrucción de la problemática y valoración crítica .... pg. 15
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1. LOCALIZACIÓN DEL TEXTO Autor: Jaime Balmes. El criterio. BAC ed. 2011. Jaime Balmes y Urpiá nace en Vich (Barcelona) el 28 de agosto de 1810 y es bautizado, el mismo día, en la Seo de dicha ciudad con los nombres de Jaime Luciano Antonio. En 1817 comienza sus estudios en el seminario de Vich:
tres
años
de Gramática
latina,
tres
de Retórica y, a partir de 1822, tres de Filosofía. En 1825, en Solsona, recibe la tonsura de manos del obispo de esta ciudad, Manuel Benito y Tabernero. El curso 1825-1826 estudia el primer año de Teología, también en el seminario de Vich. Los cuatro cursos siguientes de Teología los hace, merced a una beca que le ha sido concedida en el Colegio de San Carlos, en la Universidad de Cervera. En 1830, y por espacio de dos años, por estar cerrada la Universidad de Cervera, estudia privadamente en Vich. El 8 de junio de 1833 recibe el título de Licenciado en Teología. El día 20 de septiembre de 1834, en la capilla del Palacio episcopal de Vich, es ordenado sacerdote de manos del obispo Pablo de Jesús Corcuera. Prosigue sus estudios de Teología y, ahora también, de Cánones, nuevamente en la Universidad de Cervera. Finalmente, en 1835, recibe los títulos de Doctor en Sagrada Teología y bachiller en Cánones. Durante los años siguientes expondrá sus ideas políticas y sociales, y sus argumentaciones apologéticas, en cientos de artículos, a través de diversos medios como la revista quincenal La Sociedad y el periódico semanal El Pensamiento de la Nación, del que asume, además, la dirección y publicación. Diego Manuel Ferrera Ayllón
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En 1841 escribe La religión demostrada al alcance de los niños; en 1842 El Protestantismo comparado con el Catolicismo, en sus relaciones con la civilización, una gran obra de filosofía de la historia. E inmediatamente viaja a París y Londres para tramitar las traducciones en francés e inglés. En 1843 se produce el fallecimiento de su padre, Jaime. Y en 1844 fija su domicilio en Madrid. Al año siguiente, 1845, realiza un nuevo viaje a París y desde allí lo hace a Bélgica, donde tiene oportunidad de ar con Mons. Pecci, quien años después entraría en la historia del papado de la Iglesia Católica con el nombre de León XIII. Ese mismo año publica El Criterio, tal vez su mejor y más difundida obra. Y en sucesivos años, una obra cada año, Cartas a un escéptico en materia de religión, Filosofía Fundamental, Filosofía Elemental y también, a finales de 1847, el controvertido opúsculo Pío IX, para el que ha tenido que viajar a París en busca de documentación. Esta última obra le produjo innumerables sinsabores precisamente en una etapa en la que Jaime Balmes ya se sentía enfermo. El año anterior, ante la campaña difamatoria que sus adversarios organizaron contra él a través de diversos medios de comunicación, se había visto obligado a publicar en El Pensamiento de la Nación (19 de agosto de 1846) un extenso artículo bajo el título de Vindicación personal, en el que desmontaba todas las acusaciones; es lo que algunos autores denominan como Autobiografía. Mientras tanto es nombrado socio de la Academia de Religión de Roma y socio de honor y de mérito de la Academia Científica y Literaria de Profesores, de Madrid. El 18 de febrero de 1848 es nombrado también miembro de la Real Academia Española, pero no llegó a tomar posesión porque ya el día 14 de febrero había salido de Madrid hacia Barcelona ante la evolución de su enfermedad.
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Historia y circunstancias Se proclama la mayoría de edad de la Reina Isabel II, y se convocan nuevas elecciones a Cortes, con victoria de los moderados liderados por el general Narváez, quienes deciden reformar la vigente Constitución por otra más acorde a sus ideas -a pesar de la oposición progresista y de algunos sectores moderados, que defendían la norma de 1837 porque había sido fruto del consenso político y que les serviría para alternarse en el poder sin tener que cambiar la Constitución cada vez que se cambiase el Gobierno-. El ambiente que se vive en España hace a Balmes escribir este libro de “autoayuda”, donde Balmes se ayuda de la filosofía para encontrar sentido a lo que el hombre de ese momento está viviendo.
2. TEMÁTICA DEL TEXTO. En este libro se aborda la cuestión de la certeza. Orientador para las decisiones de todo tipo que hay que tomar a lo largo de la vida
3. RESUMEN El pensamiento de Balmes oscila entre sus reflexiones en torno a conceptos clásicos de la teología occidental, como el bien, y las nociones científicas que aparecen a lo largo de su obra. Resulta sorprendente su voluntad de construir una teología positiva en diálogo con la ciencia más avanzada de su época. Es de notar que aquí no hay imposibilidad metafísica o absoluta, porque no hay en la naturaleza de los caracteres una repugnancia esencial a colocarse de dicha manera, pues que un cajista, en breve rato, los dispondría así muy fácilmente; tampoco hay imposibilidad natural, porque ninguna ley de la Naturaleza obsta a que caigan por esta o aquella cara, ni el uno al lado del otro del modo conveniente al efecto; hay, pues, una imposibilidad de otro orden, que nada tiene de
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común con las otras dos y que tampoco se parece a la que se llama moral, por sólo estar fuera del curso regular de los acontecimientos. La teoría de las probabilidades, auxiliada por la de las combinaciones pone de manifiesto esta imposibilidad, calculando, por decirlo así, la inmensa distancia en que este fenómeno se halla con respecto a la existencia. El Autor de la Naturaleza no ha querido que una convicción que nos es muy importante dependiese del raciocinio y, por consiguiente, careciesen de ella muchos hombres; así es que nos la ha dado a todos a manera de instinto, como lo ha hecho con otras que nos son igualmente necesarias.
“Criterio es un medio para conocer la verdad. La verdad en las cosas, en la realidad. La verdad en el entendimiento es conocer las cosas tal como son. La verdad en la voluntad es quererlas como es debido, conforme a las reglas de la sana moral. La verdad en la conducta es obrar por impulso de esta buena voluntad. La verdad en proponerse un fin es proponerse el fin conveniente y debido, según las circunstancias. La verdad en la elección de los medios es elegir los que son conformes a la moral y mejor conducen al fin. Hay verdades de muchas clases porque hay realidad de muchas clases; hay también muchos modos de conocer la verdad. No todas las cosas se han de mirar de la misma manera, sino del modo que cada una de ellas se ve mejor. Al hombre le han sido dadas muchas facultades. Ninguna es inútil. Ninguna es intrínsecamente mala. La esterilidad o la malicia les vienen de nosotros, que las empleamos mal. Una buena lógica debiera comprender al hombre entero, porque la verdad está en relación con todas las facultades del hombre. Cuidar de la una y no de la otra es a veces esterilizar la segunda y malograr la primera. El hombre es un mundo pequeño, sus facultades son muchas y muy diversas; necesita armonía, y no hay armonía sin atinada combinación, y no hay combinación atinada si cada cosa no está en su lugar, si no ejerce sus funciones o las suspende en el tiempo oportuno. Cuando el hombre deja sin acción alguna de sus facultades es un instrumento al que lo faltan cuerdas; cuando las emplea mal es un instrumento destemplado.” El criterio, Jaime Balmes. Pg.260
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4. ANÁLISIS DEL TEXTO a. Estructura del texto. -
Prólogo
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Capítulo I. Consideraciones preliminares.
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Capítulo II. La intención.
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Capítulo III. Elección de carrera.
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Capítulo IV. Cuestión de posibilidad.
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Capítulo V. Cuestiones de existencia.
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Capítulo VI. Conocimiento de la existencia de las cosas adquirido mediatamente por los sentidos.
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Capítulo VII. La lógica acorde con la claridad.
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Capítulo VIII. De la autoridad humana en general.
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Capítulo IX. Los periódicos.
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Capítulo X. Relaciones de viaje.
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Capítulo XI. Historia.
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Capítulo XII. Consideraciones generales sobre el modo de conocer la naturaleza, propiedades y relaciones de los seres.
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Capítulo XIII. La buena percepción.
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Capítulo XIV. El juicio.
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Capítulo XV. El raciocinio.
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Capítulo XVI. No todo lo hace el discurso.
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Capítulo XVII. La enseñanza.
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Capítulo XVIII. La invención.
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Capítulo XIX. El entendimiento, el corazón y la imaginación.
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Capítulo XX. Filosofía de la historia.
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Capítulo XXI. Religión.
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Capítulo XXII. El entendimiento práctico.
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Capítulo I. Consideraciones preliminares.
La verdad es la realidad de las cosas. Si algo es real, inmediatamente se convierte en verídico, si no caeríamos en un error. Todo esto lleva a que si conocemos la realidad de las cosas, o sea, la verdad, podremos pensar bien, de lo contrario no podríamos, ya que sería una pérdida de tiempo. Hay que conocer la verdad para pensar bien. El pensamiento correcto es aquel que conoce bien la verdad y no el que, con aparente corrección, intenta hablar sobre ella. Hay diferentes modos de conocer la verdad. A veces la verdad la conocemos del modo que no es, y eso es debido a que la realidad que nosotros vemos no es la verdadera realidad. Aunque también podemos conocer la verdad perfectamente y cuando lo hacemos se asemeja a un espejo, en el que vemos las cosas tal y como son. Balmes distingue la variedad de ingenios. Pone de ejemplo unas personas que son el buen pensador y los contrarios a éste. El buen pensador es aquel que lo ve todo, pero a causa de esto pueden no ver nada de lo que hay. Los contrarios al buen pensador es aquel que lo ve todo, pero a causa de esto pueden no ver nada de lo que hay. Los contrarios al buen pensador son los que ven en los objetos lo justo para ver, no más de lo que hay. Pero eso a veces puede ser un problema porque si se ve poco, no ve lo suficiente. Los más exactos son los hombres privilegiados, que lo ven todo muy claro, preciso y esto se refleja en sus escritos y en sus actos.
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Capítulo III. Elección de carrera.
Cada persona tiene que tener una profesión para la que tenga o se sienta con más aptitud. Esto es muy importante para escoger una carrera, para el futuro de una persona. La palabra talento para algunos significa una capacidad absoluta. Creen que si una persona es buena en un determinado campo también lo es en los demás, pero eso no es así. El instinto que nos indica la carrera que más nos conviene nos es dado por Dios a cada persona y este instinto nos muestra el destino.
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Capítulo VII. La lógica acorde con la claridad.
Balmes nos presenta unas reglas para juzgar la conducta de los hombres. 1. No hay que fiarse de la virtud de los hombres. Muy pocos son los que poseen virtud. 2. Para deducir la conducta de una persona se debe conocer antes de su inteligencia, carácter y otras cualidades. El hombre es libre, pero está muy influenciado por la sociedad. Si un hombre está en un compromiso del cual es difícil salir sabemos que saldrá exitoso, pero hay que tener en cuenta la firmeza del carácter. 3. Debemos controlarnos a la hora de exponer nuestras ideas porque puede hacer daño a los demás. Hay que obrar como los demás y hay que tratar a la gente como nos gustaría que nos trataran a nosotros. Un buen remedio para no fallar es la reflexión, aunque a veces puede ser malo.
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Capítulo XIV. El juicio.
Hacemos un juicio cuando decimos si una cosa es o no es, o que es o no es de una manera determinada. Si percibimos mal, el juicio nos puede resultar erróneo. Los juicios errados serían: los falsos axiomas, las proposiciones demasiado generales, las definiciones inexactas, las palabras sin definir, etc. En cuanto a los falsos axiomas, toda ciencia necesita un punto de apoyo, pero hay un inconveniente que es que no siempre se encuentra lo que se necesita y para ello el hombre utiliza su imaginación. Empieza a construir ideas en su mente que tras largas disertaciones ese pensamiento acaba siendo verídico. El axioma está en crear algo sencillo que es una proposición universal. En cuanto a las palabras mal definidas, definir una palabra parece muy fácil porque si se utiliza se supone que se sabe su definición. Pero esto no es así, hay muchas personas que no saben definir las palabras que dicen. Una misma palabra puede tener diferentes significados dados por distintas personas. Hay gente que incluso se inventa palabras para quedar mejor en un discurso. Diego Manuel Ferrera Ayllón
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Capítulo XV. El raciocinio.
Cuando los autores tratan el tema del entendimiento lo que hacen es coger muchas reglas para dirigir el tema y se ayudan de algunas verdades. Balmes no hace una observación sobre el silogismo, que es un instrumento dialéctico. Dice que los alumnos aprenden a conocer si algún silogismo no corresponde con alguna regla y lo aprenden con ejemplos sencillos. Pero esto no es eficaz ya que al salir de la escuela se presentará con problemas diferentes y no sabrán solucionarlos. El silogismo consiste en comparar los extremos con un término medio, para así poder deducir la relación que tienen entre sí. Cuando ya se descubre la relación ya no es necesario utilizar la regla porque ya está comprobado. Balmes no niega que las formas dialécticas son útiles para presentar claramente las ideas del raciocinio. Si éstas no valen para inventar serán útiles para la enseñanza. Por eso es conveniente que se las conserve.
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Capítulo XIX. El entendimiento, el corazón y la imaginación.
Para conocer la verdad de las cosas es preciso utilizar diferentes facultades del alma, entre ellas el sentimiento. Esto es así cuando esas verdades están relacionadas con ese sentimiento. Las pasiones tienen mucha influencia sobre la conducta. Si nuestra alma sólo estuviera compuesta de inteligencia y por ello, al observar los objetos no nos afectara, ocurriría que los veríamos siempre de igual manera. Si cambiamos alguna cosa de ese objeto o de su entorno ya no lo veríamos igual. Lo mismo sucede con el entendimiento, los objetos son a veces los mismos pero los vemos diferentes. La causa de esto es que nos hemos alterado y por consecuencia el objeto también. Balmes nos hace algunas observaciones para precaverse del mal influjo del corazón. Para pensar bien no hay nada más primordial que el enterarse del ánimo en el que estamos. Quien quiera pensar bien debe acostumbrarse a estar constantemente encima de sí mismo, a concentrarse, y a preguntarse a sí mismo de qué ánimo está. Diego Manuel Ferrera Ayllón
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Los grandes pensamientos nacen del corazón. El corazón sólo siente, ni juzga ni piensa, pero el sentimiento sí que lo hace. Cuando el entendimiento va por el camino de la verdad, es el sentimiento noble el que le ayuda a continuar. El sentimiento innoble no sirve de ayuda porque puede desviarlo de su camino.
b. Análisis sintáctico. El estilo que utiliza Balmes es totalmente entendible para cualquier persona. No hace falta un nivel alto de filosofía para entender lo que el autor nos quiere transmitir. Este libro podemos clasificarlo como epistemológico (nos lleva al conocimiento de la verdad, la certeza), también ontológico (está orientado al ser, a la persona en sí misma), antropológico (se refiere al hombre y su desarrollo), ético (expone formas de educación y de actuar) y pedagógico (utiliza los ejemplos para aclarar las ideas principales).
c. Análisis semántico. -
SILOGISMO.
Según Aristóteles. El silogismo es
una
forma
de razonamiento
dos proposiciones como premisas y otra
deductivo que
como conclusión,
siendo
consta la
de última
una inferencia necesariamente deductiva de las otras dos. Fue formulado por primera vez por Aristóteles, en su obra lógica recopilada como El Organon, de sus libros conocidos como Primeros Analíticos, (en griego Proto Analytika, en latín –idioma en el que se conoció la obra en Europa Occidental-, Analytica Priora). Aristóteles consideraba la lógica como lógica de relación de términos. Los términos se unen o separan en los juicios. Los juicios aristotélicos son considerados desde el punto de vista de unión o separación de dos términos, un sujeto y un predicado. Hoy se hablaría de proposición.
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La diferencia entre juicio y proposición es importante. La proposición afirma un hecho como un todo, que es o no es, como contenido lógico del conocimiento. El juicio, en cambio, atribuye un predicado a un sujeto lógico del conocimiento otorgando a los términos al mismo tiempo una función lingüística de significado (semántica) y una función formal lógica (sintáctica). Esto tiene su importancia en el concepto mismo del contenido de uno, el juicio, y la otra, la proposición, especialmente en los casos de negación, como se considera, más adelante, en la problemática de la lógica silogística. Silogismo es la argumentación en la que a partir de un antecedente, (dos juicios como premisas), que compara dos términos, (sujeto y predicado de la conclusión), con un tercero, (término medio), se infiere o deduce un consecuente, (un juicio como conclusión), que une, (afirma), o separa, (niega), la relación de estos términos, (sujeto y predicado), entre sí.
El silogismo no puede tener más de tres términos. Esta ley se limita a cumplir la estructura misma del silogismo: La comparación de dos términos con un tercero. Aunque la regla es clara, su aplicación no siempre lo es. Es lo que algunos llaman silogismo de cuatro patas.
Los términos no deben tener mayor extensión en la conclusión que en las premisas. Por la misma estructura del silogismo; únicamente podremos obtener conclusiones acerca de lo que hemos comparado en las premisas.
El término medio no puede entrar en la conclusión. Por la misma estructura del silogismo la función del término medio es servir de intermediario, como término de la comparación.
El término medio ha de tomarse en su extensión universal por lo menos en una de las premisas. Para que la comparación sea tal, es necesario que el término medio sea comparado en su totalidad. De otra forma, podría ser comparado un término con una parte y el otro con la otra, constituyéndose en realidad entonces un silogismo de cuatro términos.
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Según Descartes: En la segunda parte del Discurso del Método, Descartes realiza una crítica del razonamiento lógico, y en concreto del silogístico, como medio para avanzar en la obtención de nuevos conocimientos. Incluso, sugiere Descartes, es tal su naturaleza que permite, hablar de lo que no se sabe. Su idea de la lógica, una muestra también de la modernidad de su pensamiento, es la de un instrumento que proporciona coherencia al saber que ya se tiene (“sirven más para explicar a otro las cosas que se saben”), y no la de un método que, por si sólo, garantice que el saber humano avanza. Por tanto, la lógica sola no es suficiente; incluso gran parte de sus teoremas resultan excesivos (“hay tantos otros que son nocivos o superfluos”). Descartes propondrá, como modo de garantizar la verdad de las premisas, el criterio de evidencia. De modo que la idea racionalista de un método de inspiración matemática que pueda extender mi conocimiento más allá de los límites actuales no se basta con el criterio de coherencia. Exige también el de evidencia como modo de garantizar la verdad de las premisas de las que se parte. Es aquello en lo que el método cartesiano se pretende superior a la lógica, el álgebra o el análisis matemático. La propuesta de un método sencillo, pero riguroso, comienza con la regla de la evidencia. Esta regla es la responsable de asegurar la verdad de las ideas de las que se parte en una investigación racional.
Según Kant, “crítica de la metafísica”. El entendimiento es la capacidad de juzgar, es decir, de atribuir un predicado a un sujeto mediante la formulación de un juicio. Tomando como referencia las formas del juicio Kant dedujo las doce categorías o formas trascendentales a priori del entendimiento. La razón es la capacidad suprema de pensar y como tal elabora razonamientos, es decir, inferencias o silogismos relacionando juicios. Si analizamos las formas del silogismo podremos deducir los conceptos a priori de la razón:
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"La forma de los juicios (convertida en un concepto de la síntesis de las intuiciones) originó categorías que dirigen todo uso de entendimiento en la experiencia. Igualmente, podemos esperar que, si aplicamos la forma de los silogismos a la unidad sintética de las intuiciones, bajo la guía de las categorías, tal forma contendrá el origen de especiales conceptos a priori que podemos denominar conceptos puros de la razón o ideas trascendentales, las cuales determinarán, de acuerdo con principios, el uso de entendimiento en la experiencia tomado en su conjunto." El razonamiento consiste, pues, en enlazar juicios mediante la formulación de silogismos. Con estos silogismos la razón busca la construcción de juicios cada vez más generales, en busca de principios o leyes que abarquen el mayor número posible de fenómenos. Esta búsqueda de los principios últimos bajo los cuales se pueda comprender toda la realidad es llamada por Kant la búsqueda de lo incondicionado, ya que se supone que ese principio último es la condición de todos los fenómenos y, a su vez, no depende de ninguna otra causa, es decir, de ninguna otra condición. A estos conceptos puros a priori de la razón, les llamará Kant ideas trascendentales. Analizando, las formas de los silogismos, concluye que hay tres ideas trascendentales: alma, mundo y Dios. Mediante la idea de alma, dice Kant, unificamos todos los fenómenos del psiquismo; es la condición incondicionada de todos los fenómenos psíquicos (es decir, todos los fenómenos que tienen lugar en mi psiquismo han de ser remitidos a un yo). Mediante la idea de mundo unificamos todos los fenómenos de la experiencia; la idea de mundo es la condición incondicionada de todos los fenómenos de la experiencia (es decir, todos los fenómenos de experiencia tienen lugar en el mundo). Mediante la idea de Dios unificamos la totalidad de los fenómenos psíquicos y de la experiencia en una única causa de la que dependen y por la que son explicados (Dios es la condición incondicionada de la existencia del alma y el mundo, su causa última).
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5. RECONSTRUCCIÓN DE LA PROBLEMÁTICA Y VALORACIÓN CRÍTICA PERSONAL Se entiende la suma importancia de pensar bien, operación vital si queremos acertar en los caminos de la vida. Pero cuidado, pensar bien no es precisamente lo que algunos “sabios” de este mundo hacen. De modo muy aristotélico, que se puede distorsionar el conocimiento de la realidad por defecto o por exceso, algo que el mesurado Balmes intentó evitar, con éxito, a lo largo de toda su producción intelectual. Balmes utiliza la precisión y el rigor analítico, con el comentario, siempre breve y fulminante. Este libro contiene observaciones de gran interés para los más diversos campos de la vida, por lo que de su lectura siempre se puede extraer gran provecho. Pero nos equivocaríamos si considerásemos El Criterio como una colección de consejos, que los hay, y de gran provecho; Balmes basa su obra en sólidos fundamentos que expone con una claridad meridiana y sobre los que basa un método dirigido siempre a ese fin de conseguir pensar bien. El Criterio aborda también cuestiones de índole práctica que exceden el comportamiento particular, como cuando analiza el papel de los periódicos, a los que dedica una serie de observaciones que mantienen toda su validez a día de hoy y mueven a un sano escepticismo respecto de la opinión publicada.
Al terminar de leer este gran libro, me asaltan algunas dudas sobre mi persona. ¿Estoy encaminando bien mi vida? ¿Estoy aprovechando las oportunidades que m están dando? ¿Soy capaz de hacer feliz a las personas que tengo a mi alrededor? Está claro, que este libro me ha ayudado a empezar a “tomarme un poco más en serio” mi vida, a no dejar las cosas pasar y a buscarle su sentido. Este libro, que considero de autoayuda, perfectamente se puede aplicar en el siglo en el que estamos. Creo de hecho, que sería un gran libro si se le diera la importancia que tiene. Está claro que no es un libro famoso, pero creo que de eso nos debemos encargar nosotros.
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Tenemos que llevarlo a nuestra vida personal para transformarla, y muchas de las explicaciones que se nos presentan en este libro seguro que se nos da en algún momento de nuestra vida. Al ir leyéndolo, como Balmes utiliza los ejemplos, me he sentido identificado en muchos de ellos. En este mundo, donde debemos darle verdadera importancia a las cosas que de verdad lo necesitan, hace mucha falta este libro. Parece como si Balmes fuera (seguramente lo fuera) un adelantado de su época; ha sabido realizar un libro que puede perdurar en el tiempo, puesto que no es intemporal. En cualquier momento de tu vida puede ayudarte, si no a solucionar, al menos a intentar encauzar las cosas que se te interpongan. Tengo que darle las gracias a María Cobos por habernos mandado este libro, ha sido todo un descubrimiento a nivel personal para mí.
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