Antecedentes Y Causas De La Independencia De Brasil 154i3

Antecedentes y causas Independencia de Brasil Introducción La Independencia de Brasil fue un hecho a la vez relevante para el subcontinente americano y peculiar por sus características. Importante en cuanto a que se trató de la emancipación de la nación más grande de Sudamérica. Un país que en los años de la emancipación superaba en tamaño al territorio de los Estados Unidos de ese entonces, y con una población aproximada de 1.250.000 personas, según un estudio de Development Centre Studies. Peculiar por ser un conflicto en el cual no se sublevaba una colonia ante su metrópolis, sino que se enfrentaba un reino que todavía estaba en pañales ante otro al que se encontraba “asociado”; un conflicto diplomático que si bien no fue del todo pacífico, no se caracterizó precisamente por numerosos enfrentamientos armados ni por cuantiosa sangre derramada. Este conflicto se dio a lo largo de cuatro años, entre 1821 y 1825, en una época durante la cual también se gestó la independencia de buena parte de los países de la región, en los cuales sí hubo enfrentamientos armados de gran magnitud.

Antecedentes Aunque fue el español Vicente Yáñez Pinzón el primero en pisar esos parajes, se atribuye el descubrimiento del territorio de lo que hoy supone Brasil a Pedro Álvares Cabral y su armada en el año 1500, en su búsqueda por encontrar una ruta a oriente, de acuerdo con lo expuesto por Carlos Gilherme Mota y Adriana López en su libro Historia de Brasil: una interpretación. A partir de ahí inicia el proceso de colonización de este país por parte de Portugal, período que dura hasta 1822, cuando se emancipa Brasil como un Imperio. Sin embargo, para poder comprender el origen del sentimiento brasileño como una nacionalidad, el cual daría paso más adelante a la independencia, debemos entender mejor su historia. Para ello nos remontamos al año de 1580, cuando muere en Portugal el rey Sebastián I, dejando al país sin heredero al trono. Es entonces cuando asume el poder el rey Felipe II de España, tras años de conflictos con otros aspirantes al trono. Según la enciclopedia Historia Común de Iberoamérica (De Blas, De la Punte, Serviá, Roca, Rivas 2000), dicho gobierno español dura hasta 1640. Es entonces cuando comienza realmente la expansión territorial de Brasil comienza, ya que el Tratado de Tordesillas, que controlaba la conquista territorial y marítima por parte de España y Portugal en los territorios aún desconocidos quedó sin efecto.

Poco a poco el país se fue poblando con conquistadores europeos quienes trajeron grandes cantidades de esclavos africanos para trabajar en las factorías que se iban instalando en el interior del inmenso territorio, constituyendo una población que poco a poco se fue mezclando, intercambiando rasgos raciales y culturales que dieron pie a el mestizaje hoy existente.

Sin embargo, cuando un grupo de holandeses con el beneplácito del nuevo rey Joao IV en 1640 al apoderarse de Pernambuco en búsqueda de nuevas tierras ricas en el cultivo del azúcar, se encuentran con la resistencia de un grupo de habitantes de la zona, constituyendo éste el primer acto de rebeldía. Estos se suscitaron en otras regiones del país, unas veces en contra de las pretensiones holandesas y sas de ocupación, otras en contra de medidas tomadas por la misma metrópolis. “La causa común que impulsó a los colonos a luchar contra los invasores extranjeros, y su victoria sobre los holandeses, contribuyeron a crear en la población brasileña un sentimiento nacional. Tímidos movimientos de rebeldía ponen de relieve, al principio, el descontento local en relación a la autoridad metropolitana.” (De Blas et al, 2015) Otro de los acontecimientos de rebeldía que hay que resaltar es lo que ocurrió en la localidad de Minas Gerais, donde un grupo de jóvenes inspirados en los ideales de la Revolución Americana pretenden fundar una república. Esta revuelta fue prontamente sofocada por las fuerzas portuguesas y no pasó a un mayor plano. Sin embargo, a principios del año 1807 en Europa la situación se tornaba difícil. Las fuerzas napoleónicas avanzaban con ímpetu por la península ibérica con colaboración de fuerzas españolas, llegando pronto a la frontera con Portugal. Es entonces cuando, ante la inminencia de la invasión, el príncipe regente Joao decide emprender el viaje junto a la familia real y de la corte hacia Brasil con ayuda de la Armada Británica, instalándose en la ciudad de Rio de Janeiro, entonces capital de una de las provincias más ricas del país. “En efecto, despues de 1808, la porción americana del Imperio portugués pasa a vivir una nueva realidad en la que deja de ser una simple colonia para pasar a ser el “centro” del imperio lusitano, desde donde emanarán todas las decisiones de gobierno. Dicha condición privilegiada es ampliada cuando, en

1815 (16 de diciembre) Brasil es elevado a la categoria de “Reino Unido a Portugal y los Algarves”.” (Aquino, B. 1999) La hasta entonces colonia era elevada a la categoría de reino. Brasil pasaba a ser la metrópolis y Portugal la colonia. Se instala en territorio brasileño la monarquía y todas las funciones de gobierno, quedando en Portugal una regencia encargada. Sin embargo la transferencia de la monarquía a Portugal no fue una medida de último momento, según reseña Guillermo Palacios en su libro Brasil: una independencia sui generis. Esta idea proviene desde principios del siglo XVIII, cuando diversos estadistas habían concebido la idea de refundar la monarquía que hasta entonces estaba en el pequeño y pobre Portugal hacia el inmenso y próspero Brasil. Rio de Janeiro se convirtió en la capital del imperio lusitano y en ella se instalaron todos los ministerios y órganos de gobierno y se crearon unos nuevos: Consejos de Estado y de Hacienda, Consejo Supremo Militar, Intendencia de Policía, Casa de Suplicación o Tribunal Supremo, Juntas de Agricultura, Fábricas y Navegación, etc. (De Blas et al, 2000). La ciudad se vio súbitamente cambiada con la llegada de sus nuevos inquilinos. La llegada de la nobleza a la ciudad le impuso una nueva estratificación social, donde la corte fungía como el centro de la vida social y política, con un nuevo dinamismo y costumbres traídas del Viejo Mundo. En 1815 cae el Imperio Napoleónico, y por lo tanto se decreta la restauración de las viejas monarquías. Si bien es cierto que Lisboa era la capital de Portugal, la monarquía decidió quedarse en Brasil, ya que ya estaba instalada en este país y disfrutaba de grandes lujos y comodidades, además de querer crear lazos de pertenencia con el Nuevo Mundo. Portugal continúa como una regencia. En diciembre de 1815, Joao cambia el estatus del imperio portugués a Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve, dándole condiciones de iguales a ambos países. “Con este acto, las ambigüedades provocadas por la transmutación de colonia en metrópoli y de metrópoli en territorio ultramarino parecían haber llegado a su fin. Brasil, elevado a “reino”, quedaba equiparado a Portugal y con ello se suprimía de manera explícita, oficial, su condición colonial. Por lo tanto, antes de ser una nación independiente y soberana, Brasil ya era una monarquía y con la muerte de la reina María en 1816, João VI se convirtió en su rey.” (Palacios, s/f)

Sin embargo en Portugal la situación no era vista con buenos ojos. El hecho de ser equiparados a su antigua colonia era un acto de degradación para ellos. Es entonces cuando deciden, inspirados en los ideales liberales de la Revolución sa, llamar a Cortes Generales que redactan una nueva Constitución con participación de todos los sectores, incluso de algunos brasileños (De Blas et al, 2000). Se funda un modelo de monarquía constitucional y se exige al rey su presencia en Portugal. Causas de la Independencia Todo esto provocó reacciones en Brasil. Se formaron en torno al rey dos partidos: el “portugués”, que respaldaba las exigencias de los liberales, y el “brasileño”, que procuraba la permanencia del rey para garantizar su estatus de reino. Se dieron diversas manifestaciones a favor de uno y otro bando, incluso enfrentamientos violentos que hubieron de ser reprimidos. Debido a estas circunstancias, ante el peligro de ser desplazado de la Corona y tras ser solicitado por las Cortes, el rey Joao VI regresa a Portugal, dejando a su hijo Dom Pedro como regente de Brasil. Pero no contentas con el regreso del Rey, las Cortes enviaron un comunicado a Rio de Janeiro exigiendo el regreso del príncipe, y la abolición de las instancias de gobierno existentes en Brasil, lo cual degeneraría automáticamente en un retorno al sistema colonial. “Era, claramente, la restauración del pacto colonial. Las noticias se diseminaron con la rapidez del fuego encima de la pólvora, y la posibilidad de una revolución popular, desenfrenada, comenzó a inquietar a los círculos dirigentes de la sociedad brasileña. El fantasma de la anarquía hizo que de varios puntos del país comenzaran a llegar representaciones pidiendo a Pedro de Alcântara que desobedeciera a las Cortes y permaneciera en su puesto de regente de Brasil. El príncipe aceptó el reto y en enero de 1822 tomó la decisión de mantener el reino independiente con la tan famosa como simplona expresión de “me quedo” (fco), gritada en altas voces.” (Palacios, s/f) Este hecho de desobediencia expresa al mandato de la metrópolis constituyó, para muchos, una emancipación de facto. La cámara del Senado de Río de Janeiro otorgó la distinción de Defensor Perpetuo a Dom Pedro. El príncipe fue apoyado por la oligarquía terrateniente brasileña, para quienes la decisión emanada de Portugal se contraponía a sus intereses, y nombró ministro a José Bonifacio, declaró improcedentes todos los decretos que vinieran de Portugal

que no contaran con su aval, y llamó a una Asamblea Constituyente para refundar el país (De Blas et al, 2000). Fue el 7 de septiembre de 1822 cuando, tras recibir una carta de su padre reclamando obediencia, Pedro declaró la independencia del Brasil con el famoso grito de Ipiranga: ¡Independencia o muerte!

En cuanto al pensamiento político Si bien en esa época el pensamiento político que imperaba era el liberal republicano de las revoluciones sa y americana, y este hacía vida en la sociedad brasileña, en Brasil la independencia no fue pautada por la búsqueda de un sistema democrático donde se respetaran los derechos de las personas, sino por el temor por parte de las cúpulas dirigentes de verse subyugadas al sistema monárquico constitucional de la vieja metrópolis. Incluso se podría decir que dichas élites eran conservadoras, esclavistas y opresoras de los más desfavorecidos, y favorecían un sistema monárquico absolutista independiente, donde sus intereses económicos fueran favorecidos. Este sistema cambiaría más adelante.