ACEPTOS EN EL AMADO En esta noche mis hermanos hablaré sobre la GRACIA, ese regalo tan maravilloso que DIOS nos dio a través de su hijo Jesucristo. Efesio 1:1-2 dice: Pablo apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios, a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Éfeso: Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo les concedan gracia y paz. Les concedan gracia y paz. La gracia es el pacto que dio a nuestra adopción, a nuestra redención, a nuestra regeneración, y a nuestra exaltación a la herencia con Cristo Jesús. No porque nosotros lo hayamos amado primero a él, sino que Dios nos amó, “cuando todavía, éramos pecadores” eso lo dice en Rom. 5:8. Cristo murió por nosotros, e hizo una completa y abundante provisión para nuestra redención. Aunque por nuestra desobediencia merecíamos la desaprobación de Dios y la condenación, aun así él no nos abandonó a nuestra suerte dejándonos solos con el poder del enemigo, sino envío ángeles del cielo para que pelearan las batallas por nosotros, y tener la victoria sobre los poderes malignos. GRACIA PARA LOS INDIGNOS La gracia es un atributo de Dios manifestado a los indignos seres humanos, como ud. Y yo, y Dios se regocija en conferirnos su gracia. Nuestra necesidad es el requisito que nos da la seguridad de que recibiremos esta promesa. “Paz de Dios, nuestro Padre, y de su hijo Jesucristo”. Aunque sabemos perfectamente que el pecado ha destruido nuestra paz y que estamos tan indefensos aquí, como los discípulos estuvieron un día en medio de aquella furiosa tormenta, en el mar de Galilea aquel que le dijo a las olas, Calla…. Enmudece…. está hablando hoy, palabras
de paz a cada alma, aunque nos hallemos en medio de una furiosa tempestad, como (enfermedad, necesidad, tristeza, dolor, sufrimiento)……o que se yo que…… déjeme contarle que……. aquellos que buscan a Jesús clamando: como los discípulos “Señor, sálvanos”, hallaran liberación y consuelo, porque su gracia la cual reconcilia el alma con Dios, aquieta todas las luchas humanas en su amor y nuestro corazón haya reposo. Sal. 107: 29-30: dice: “Cambio la tempestad en suave brisa; se sosegaron las olas del mar. Ante esa calma se alegraron, y Dios los llevo al puerto anhelado” LA GRACIA TRAE PAZ Quienquiera que desea renunciar al pecado, y abre su corazón al amor de Jesús, se hace partícipe de esta divina paz y no hay ninguna otra clase de paz sino esta. La gracia de Cristo, recibida en el corazón, diluyendo así la enemistad, disipando las contiendas, y llenando el alma de amor. El que está en paz con Dios y sus prójimos, no puede sentir más envidia en su corazón; por que las malignas suspicacias no encontrarán lugar allí; el odio no podrá existir más y el corazón que está en armonía con Dios se hace portador de la paz del cielo, y esparce en derredor su divina influencia. Aquellos seguidores de Cristo son enviados al mundo con un mensaje de paz, revelando así el amor de Él, ya sea por medio de la palabra o de las obras, conduciendo a otros a renunciar al pecado y a rendir su corazón a Dios. Y en Mat. 5:9 dice: “Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios”. El espíritu de paz es evidencia de una conexión con Cristo. La fragancia de su vida, la belleza de su carácter, revela al mundo el hecho de que somos hijos de Dios y las personas que nos rodean se darán cuenta que hemos estado con Jesús…..Porque en 1 Juan 4:7 dice: “Todo el que ama, ha nacido de él y lo conoce”. Por lo tanto, Nada nos traerá
paz, libertad, valor y poder, como permanecer cerca de la presencia de Dios LA GRACIA NOS GUIA A LA SANTIDAD Dios nos escogió, antes de la creación del mundo, para que fuesemos santos y sin mancha delante de él… En amor… (Efe. 1:4) Y a menos que haya una ceguera voluntaria en nosotros, esto no podrá realizarse. Vamos a ser santos y sin mancha delante de él en amor, cuando recibamos y valoremos esa gracia y la perfeccionemos continuamente en nuestro diario vivir y eso lo dice en 2 Tes. 2:13: “Desde el principio Dios los escogió para ser salvos, mediante la obra santificadora del Espíritu y la fe que tienen en la verdad”. En este texto se revelan las dos agencias en la salvación de los hombres…… la influencia divina y la fuerte de fe viviente de los seguidores de Cristo. Es por medio de la santificación del Espíritu y la creencia en la verdad, como nos convertimos en obreros juntamente con Dios. Dios aguarda la cooperación de su iglesia. La santificación no es la obra de un día, o de un año, sino de toda la vida. La lucha por la conquista del yo, por la santidad y el cielo, es una lucha diaria. Sin esfuerzo continuo y constante actividad, no puede haber avances en la vida divina, ni la obtención de la corona de victoria. La santificación de Pablo fue el resultado de un conflicto constante consigo mismo. Él dijo en 1 Cor. 15:31: “Cada día muero” En lugar de seguir su propia inclinación, hizo la voluntad de Dios, crucificando su propia naturaleza. Dios guía a su pueblo paso a paso. La vida cristiana es una batalla y una marcha. En esta guerra no hay descanso, el esfuerzo debe ser continuo y perseverante. Es por el esfuerzo incesante como conservamos la victoria sobre las
tentaciones de Satanás. La integridad cristiana debe ser buscada con irresistible energía y mantenida con propósito resuelto. Hay una ciencia del cristianismo que debe ser perfeccionada, una ciencia mucho más profunda, más amplia, más alta que cualquier ciencia humana, como los cielos son más altos que la tierra. La mente debe ser disciplinada, educada, entrenada, para que le sirvamos a Dios en las formas que no armonicen con la inclinación natural. Hay tendencias mal heredadas y cultivadas que deben ser vencidas. Nuestros corazones deber ser educados para convertirse a Dios. Hemos de formar hábitos de pensamiento que nos capaciten para resistir la tentación. Los hijos de Dios sellaran su destino por una vida de esfuerzo santificado y de firme adherencia a la rectitud. ACEPTADOS EN CRISTO Dios dice en Efe. 1:5-6 que: “nos predestino para ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo, según el buen propósito de su voluntad”. Las palabras dichas a Jesús a orillas del Jordán: “Este es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él”, abarca a toda la humanidad….. Dios habló a Jesús como a nuestro representante. A pesar de todos nuestros pecados y debilidades, no somos desechados como inútiles. Él “nos hizo aceptos en el Amado”. La gloria que descanso sobre Jesús es una prenda del amor de Dios hacia nosotros. Nos habla del poder de la oración, de cómo la voz humana puede llegar al oído de Dios, y ser aceptadas nuestras peticiones en los atrios celestiales. Por el pecado, la tierra quedo separada del cielo y enajenada de su comunión: pero Jesús la ha relacionado otra vez con la esfera de gloria. Su amor rodeo al hombre, y alcanzo el cielo más elevado. La luz que cayó
por los portales abiertos sobre la cabeza de nuestro Salvador, caerá sobre nosotros mientras oremos para pedir ayuda y resistir la tentación. La voz que hablo a Jesús aquel día, hoy te dice a ti también: “Este es mi hijo amado; estoy muy complacido con él”. Por lo tanto debemos ser: CON ÉL, Y COMO ÉL 1 Juan 3:2: “Queridos hermanos, ahora somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que habremos de ser. Sabemos, sin embargo, que cuando Cristo venga seremos semejantes a él. Porque lo veremos tal como él es”. Nuestro Redentor ha abierto el camino, para que el más pecador, el más necesitado, el más oprimido y ofendido, pueda hallar al Padre y tener una casa en las mansiones que Jesús fue a preparar. Ti. 2: 11-12: “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente” Ro. 11:5: “Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia”