john lennon
Veinticinco años después
el sueño eterno A veinticinco años de su muerte, una invasión de reediciones, DVD, homenajes y compilados asaltan la leyenda de John Lennon. Sin embargo, sus travesuras antes de su asesinato en 1975 exceden su producción musical, cuando en septiembre de 1971 le dio la espalda a la Inglaterra de los Beatles y desembarcó en los Estados Unidos. Un recorrido por su vida en Nueva York, donde Big John se hizo perseguir por el FBI, gritó su apoyo al IRA, jugó a la ruleta rusa con Phil Spector, engañó a Yoko con su asistente y se aburguesó a orillas del Central Park. Y donde también, finalmente, encontró la felicidad y la paz (eternas). Por Paul Du Noyer
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e dice que los ciegos llevan la honestidad en su rostro porque nunca conocieron las expresiones de la mentira. Así es cómo a Yoko Ono le gustaba explicar la candidez que reflejaban las canciones de John Lennon. Lo que sentía, lo que vivía, no podía permanecer oculto: siempre había música para escribir, y por su intermedio Lennon abría su alma al mundo. Esto nunca fue tan cierto como cuando se liberó de los Beatles: sus discos solistas constituyen diarios íntimos que detallan sus obsesiones del momento. Mientras las fotos de Bob Gruen muestran la vida pública del Lennon neoyorquino, sus trabajos en solitario reproducen sus aventuras interiores. Ninguno tan feroz como John Lennon/ Plastic Ono Band (69); ninguno tan apasionado como el siguiente, Imagine (71). Lennon podía dar vuelta sus ideas con una naturalidad asombrosa y, más de Para el FBI, John Lennon vez, su personalidad padeció transformaera un personaje que había una ciones dignas de un hombre lobo de cine clase que mantener lo más lejos B. Podía ser prisionero de la autocompasión o posible de las costas mostrarse como un buen padre y un buen norteamericanas. Sin marido movido por el amor a la familia. Y su embargo, irónicamente, música ilumina cada uno de esos estados. Lennon era el patriota Después de las presentaciones de despedida estadounidense típico, con los Beatles en agosto de 1969, John se lanzó a una campaña desenfrenada por la paz. alguien que expresaba plenamente su gratitud de Paralelamente, inició los conciertos y las grabaciones de sus dos discos con The Plastic Ono inmigrante. Band. El 3 de septiembre de 1971, John y Yoko cambiaron Heathrow por Nueva York, un nuevo episodio de su rutina nómade. Pero lo que nadie supo en ese momento es que Lennon ya no volvería a Inglaterra. Inicialmente, ese viaje buscaba solucionar los problemas de la tenencia de Kyoko, la hija que Yoko había tenido con su primer marido. Después de algunas semanas en el hotel St. Regis, en pleno corazón de Manhattan, la pareja ocupó un modesto departamento en Bank Street, en el Greenwich Village. Imagine acababa de salir. Pero el problema de la tenencia de Kyoko tardaba en resolverse y la niña parecía ausente de los pensamientos de John y Yoko, demasiado ocupados con sus nuevos proyectos –ese síntoma de desapego progresivo, de desinterés, no era raro en la pareja. Todo parecía acomodarse para que John permaneciera en Nueva York: su visa había vencido en febrero de 1972 y le habían rechazado la green card. Como algunos sospecharon en esa época –hoy los documentos oficiales lo confirman–, la enemistad de la que Lennon era objeto provenía del propio presidente Nixon. Medios legales e ilegales se ponían en marcha para hostigarlo y obligarlo a abandonar el país. Al principio, ese rechazo a expedir una autorización de residencia se respaldaba en una antigua condena (una causa por posesión de marihuana en 1968). Pero lo que molestaba era su militancia política: nadie subestimaba su importante papel en las manifestaciones contra la guerra de Vietnam. El mismo Elvis Presley pensaba que era su deber prevenir al presidente de las amenazas que representaban los Beatles para la “nación norteamericana”. Los expertos del FBI que lo espiaban frente a su departamento del Village no tenían tiempo para aburrirse. Ante la falta de visa, Lennon fue forzado a residir en ese lugar; de todas formas, la vida en Greenwich Village le gustaba. Durante años, su existencia en Inglaterra se había limitado a las casas elegantes de los barrios residenciales. De repente, estaba en el corazón de la vida
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neoyorquina y se sentía aceptado. Greenwich Village era la cuna de la cultura alternativa. Podía recorrer las calles sintiéndose rodeado de amigos. Cuando el hedonismo hippie heredado de Woodstock dio lugar a una militancia más aguda, Lennon se mezcló rápidamente con figuras radicales de la izquierda norteamericana como Jerry Rubin y Abbie Hoffman. Se unió también a la figura local del folk, David Peel, y produjo su disco The Pope Smokes Dope, en el que tanto las Panteras Blancas como las Panteras Negras dejaron su marca. En diciembre de 1971, Lennon dio conciertos a beneficio de los organismos de izquierda; primero en Harlem, en la legendaria sala The Apollo; después en Ann Harbor, Michigan. Para Navidad, salió su simple Happy Xmas (War Is Over). Hizo recubrir las paredes de muchas ciudades con afiches que rezaban “War is over if you want it” (“La guerra se termina si vos lo querés”). La canción ya estaba desactualizada con respecto a Lennon: en esos últimos años cambió los dedos en “v” por el pulgar levantado. Se lo veía desfilar en las calles con el sombrero de los estudiantes japoneses revolucionarios sobre la cabeza. Más que manifestar desganadamente por la paz, gritaba por los megáfonos su respaldo al IRA. Como muchos estadounidenses, Lennon se complacía en reivindicar sus lejanas raíces irlandesas. De la misma manera, mitificaba sus ínfimos vínculos con el proletariado de Liverpool. Para el FBI, John Lennon era un personaje que había que mantener lo más lejos posible de las costas norteamericanas. Sin embargo, irónicamente, Lennon era el patriota estadounidense típico, alguien que expresaba plenamente su gratitud de inmigrante. Los europeos veneran sus tierras natales por su historia; los norteamericanos honran las suyas por sus potencialidades. “Lamento profundamente no ser norteamericano”, declaró Lennon, saludando a Nueva York como el centro del mundo moderno. Lo que más le gustaba de la ciudad era su gran capacidad para asimilar a cualquiera en cualquier tipo de actividad. En cuanto a Inglaterra –que nunca supo aceptar a Yoko Ono–, su localismo no susci“Lo que se acordó en taba en él más que desprellamar LA INSTITUCIÓN cio. ARTÍSTICA de los Estados De este período de nueva liberación emanaría, sin Unidos aprovecha de embargo, un álbum lamenlleno la presencia y el table, el resuelto y militante dinamismo de John y Yoko. ¡Vivan John y Yoko! Some Time In New York City, que apareció en junio Que puedan vivir y de 1972. Cada uno de los respirar aquí en paz.” temas esgrimía alguna de (Bob Dylan) las causas izquierdistas del momento –del tiroteo de la prisión de Attica, en Irlanda del Norte, a la liberación de la mujer–, pero de una forma anestesiada y sin el toque lúdico de todos los trabajos de Lennon. Detrás del cantante se oye al grupo Elephant’s Memory, habitué del circuito neoyorquino, liderado por Stan Bronstein en el saxo. Su moderada energía es exaltada por la producción de Phil Spector. Sólo una canción, Woman Is The Nigger Of The World, escrita en base a un aforismo de Yoko Ono, figura en el cuadro de honor de su trabajo solista. El tema New York City actualiza sus aventuras de The Ballad Of John & Yoko. Al estilo del Power To The People del año anterior, esas nuevas canciones eran conocidas como >>>
john lennon Se dice que Mark Chapman odiaba a Lennon, pero que en realidad quería matar a Todd Rundgren, quien venía polemizando con el ex Beatle desde principios de los 70. ¿La historia de un asesinato por error? Por Oscar Jalil
La balada de Mark Chapman
La versión oficial del asesinato de John Lennon es un guión a medio terminar: incluye tantos puntos oscuros como los que rodearon a los principales magnicidios del siglo XX. Lennon no era un estadista, pero sí una de las personalidades más influyentes de su época, condición que también determinó el destino trágico de Gandhi, John F. Kennedy y Martin Luther King. Durante veinticinco años se ha trasmitido la misma línea de pensamiento sobre el final del ex Beatle: un lunático llamado Mark David Chapman lo mató en la puerta del edificio Dakota de Nueva York en la noche del 8 de diciembre de 1980. ¿El motivo de tan terrible decisión? Un fanático desquiciado en busca de la peor gloria. Tampoco hay que descartar algunas teorías conspirativas como la que conecta el caso con una operación armada por el FBI, y hasta disparates entre los que se destaca las supuestas relaciones de Lennon con determinados grupos terroristas de izquierda. Pero el centro de las miradas siempre apuntó hacia el mismo lado: el asesino solitario con problemas de autoestima y una particular predilección por la obra de JD Salinger, en especial por The Catcher in the Rye. “Entonces pasó, saqué el arma, apunté a su espalda y apreté el gatillo cinco veces seguidas.” Así describe Chapman su versión del hecho en el documental Yo maté a Lennon, un filme para TV producido por la cadena norteamericana NBC. Ese fragmento es un extracto de una serie de entrevistas realizadas a Chapman por el periodista Jack Jones para su biografía Let Me Take You Down. “Escuché en mi cabeza una voz: ‘Hacelo, hacelo, hacelo”, señala el hombre obeso desde la cinta registrada en la cárcel de Ática del estado de Nueva York entre 1991 y 1992. En la biografía escrita por Jones aparecen los primeros elementos de una larga sucesión de raras coincidencias, signos escondidos y detalles relacionados con las obsesiones rockeras del asesino. El verdadero destinatario de la ira de Chapman no era Lennon. Era Todd Rundgren. Sí,
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aunque parezca un mal chiste o un buen libro para inspirar la saga de This Is Spinal Tap, la neurosis de Chapman estaba centrada sobre la figura y la obra del músico norteamericano que brilló en la década del 70 como productor (New York Dolls, Meat Loaf, Patti Smith, The Tubes) y dueño de una prolífica carrera solista. La conexión Lennon-Rundgren no es obra del azar. Entre ambos existió un lazo marcado por la iración mutua y unas cuantas peleas. En 1973, el ex líder de los Beatles acusó a Rundgren de plagiar algunas líneas de There’s A Place en la superexitosa I Saw The Lights. “Querido Todd. Me gustás, y algo de tu trabajo también, incluyendo I Saw The Light, que no es diferente de There’s A Place (The Beatles) desde el punto de vista de la melodía”, escribía John Lennon en la carta dirigida a Rundgren y publicada en el semanario inglés Melody Maker en 1974. Esta sarcástica misiva funcionó como réplica luego de una explosiva carta aparecida en el mismo medio: “John Lennon no es un revolucionario. Es un idiota de mierda que dice cosas sobre la revolución y que actúa como un boludo. Eso sólo hace sentirse incómoda a la gente. Todo lo que quiere hacer es llamar la atención, y si la revolución hace que lo escuchen, entonces hablará de ella. Golpea a una camarera en el Troubador… ¿Qué clase de revolución es ésa? Es una figura importante, seguro. Pero también lo era Richard Nixon. Nixon era sólo un Lennon de otra generación. Representó todo tipo de ideales, pero lo que buscaba era su propio beneficio”. Así describía Rundgren a uno de sus ídolos de la adolescencia. Algo similar ocurrió en la mente desquiciada de Mark David Chapman: odiaba a Lennon y sentía que aquellos ideales que representaba en otra época ya casi ni existían en 1980. Poco después de ser detenido, la policía allanó la habitación que Chapman ocupaba en el Hotel Sheraton de Nueva York. En un ordenado semicírculo aparecieron su pasaporte, la Biblia abierta en el evangelio de San Juan y una copia del
álbum The Ballad Of Todd Rundgren (71). En la tapa aparece Todd tocando el piano de espaldas y con una soga pendiendo de su cuello. “Lo dejé como una declaración”, diría más tarde. En la biografía Let Me Take You Down, Chapman confiesa su pasión por Rundgren, que ya había quedado demostrada cuando apareció fotografiado en un móvil policial luciendo una remera estampada con la tapa de Hermit Of Mink Hollow (78), otro álbum clásico en la extensa discografía del músico y productor. Todo esto perturbó años más tarde al autor de I Saw The Light. En 1992, comprobó, a través de la biografía de Jones, hasta dónde llegaba la devoción del asesino más odiado de los últimos tiempos. “Las letras y la música me daban todo lo que necesitaba para expresar mi identidad, no necesitaba nada más. Estaba en mi propio mundo privado con Todd Rundgren… Era la banda de sonido de mi vida. Más que eso: se volvió mi vida”, cuenta Chapman en el capítulo titulado God And Todd. Unos días antes de consumar el asesinato de John Lennon, Chapman merodeó por Woodstock, que durante años fue el lugar de residencia del músico. Según aventuró el periodista inglés Barney Hoskins en febrero de 1998 desde las páginas de la revista Mojo, “si Chapman se hubiese cruzado con Todd, le habría disparado”. Casualidad o no, unos meses antes Rundgren cambió Woodstock por San Francisco luego de que un grupo de asaltantes desvalijara su casa y los mantuviera atados a él y su esposa durante horas. Uno de los ladrones no dejó de silbar canciones de Rundgren mientras ordenaba el botín. Otro dato escalofriante: un mes antes del asesinato de Lennon, Rundgren editó un disco junto con Utopia, el grupo que lideró a la sombra de su carrera solista. Deface The Music es un atrevido ejercicio sobre cómo es posible obtener en un estudio réplicas similares de grupos exitosos e influyentes, en este caso, The Beatles. Para Chapman, deface (desfigurar, aniquilar) significaba una señal de Rundgren, y en esas canciones que reproducían los tics más conocidos de los Fab Four había una clara alusión a los ideales perdidos. Entre las hipótesis posibles que manejaba el oscuro laberinto cerebral de Mark Chapman existían dos posibilidades: el sacrificio ritual con Todd Rundgren en el papel de cordero o el castigo divino a una estrella de rock combativa devenida un domesticado padre de familia. Chapman no encontró a Rundgren y enfilo hacia Nueva York en donde permaneció varios días haciendo guardia en la elegante vereda del Dakota, justo frente al Central Park, y locación elegida por Roman Polanski para filmar El Bebé de Rosemary.
>>> “eslóganes” de emergencia, como artículos de diarios; no eran, precisamente, la mejor fórmula para un “arte perdurable”. Los compradores del álbum recibieron un segundo disco grabado en vivo, Live Jam, que reagrupaba pasajes de un concierto de 1969 en Lyceum con Eric Clapton, y de una noche de 1971 en Fillmore, Nueva York, con Frank Zappa. La unión no estaba mal, pero durante el lanzamiento comercial todavía estaba muy presente el himno Imagine y la comparación no favorecía al nuevo disco: Some Time In New York City se vendió poco y pasó rápidamente a las bateas de ofertas. El 30 de agosto de 1972 John Lennon dio dos conciertos en el Madison Square Garden junto con Elephant’s Memory, a beneficio de una asociación caritativa para niños discapacitados. Fueron sus dos últimos conciertos verdaderos. Al mismo tiempo, en la batalla por su residencia en el país, recibía el apoyo de personalidades como Norman Mailer, Fred Astaire, Kurt Vonnegut y Tony Curtis, quienes testimoniaron a su favor. El New York Times, por su parte, se ponía de su lado: “Lennon hizo mucho por esta ciudad simplemente mostrándose en ella”. Las autoridades iban a recibir incluso una carta manuscrita firmada por Bob Dylan, donde se enfatizaba lo siguiente: “Lo que se acordó en llamar LA INSTITUCIÓN ARTÍSTICA de este país aprovecha de lleno la presencia y el dinamismo de John y Yoko. Ellos inspiran, transcienden, estimulan y, así, ayudan a los demás a ver la luz. Participan también en dar fin a las desviaciones del comercio voraz que los medios masivos califican como ‘arte’. ¡Vivan John y Yoko! Que puedan vivir y respirar aquí en paz”. Sin embargo, eran tiempos difíciles para Lennon. Por oportunismo, o por un cambio más profundo en sus convicciones, presentó una cara más aceptable a las autoridades renunciando bruscamente a algunas de sus ideas más radicales: abandonó el proyecto de una gran gira por la paz y las canciones de protesta se hicieron cada vez menos frecuentes en su repertorio. A su vez, no es casual que Lennon y Yoko se instalaran, en febrero de 1973, en el Dakota Building, situado en la calle 72, frente al Central Park. Adiós a los poetas bohemios y a las figuras pintorescas de la ciudad: de ahora en más, John y Yoko vivirían en el mundo selecto de las celebridades. Personajes como Rubin, Hoffman y David Peel abandonaron la escena. Peel habla de un “efecto Cenicienta” experimentado por los amigos de la célebre pareja: “En su compañía, usted es un príncipe iluminado por su gloria; pero cuando llega medianoche, su limosina se transforma en calabaza y se encuentra nuevamente solo y harapiento”. Más que defenderlas, John Lennon llevaba las ideas como vestimentas a la moda: lo que le encantaba en
verano podía aburrirlo en otoño. Puede pensarse que eso es lo que se les pide a los artistas: no ser necesariamente consecuentes, pero sí aprender de manera sugestiva las ideas y los sueños de su época. Cansado de una postura radical que él mismo comenzaba a considerar un poco inmadura, desilusionado por la retórica machista de sus nuevos compañeros y abatido por la presión del gobierno estadounidense, John adoptó una actitud que recordaba su antiguo pacifismo y su opiácea pasividad anterior. El resultado musical se tituló Mind Games, un disco que sedujo por su musicalidad intermitente y por el simple hecho de que no era Some Time In New York City. La canción que dio nombre al álbum justificaría su reputación algo May Pang trabajó superficial: un himno místico por el que desfilan las imágenes del grial, de la rueda kármica y de un druicomo asistente da. En las notas de tapa del disco se descubre un conpersonal para la cepto inventado por Lennon: el de un país llamado pareja. Alentada por Nutopia. En todo el disco, y en particular en los texYoko, entabló una tos, pesa una dulzura azucarada que de pronto puerelación más íntima de volverse empalagosa. John tararea palabras marcon John a fines de cadas por una devoción ciega respecto a Yoko Ono, 1973. Comenzaba, con una voz mortificada. Canciones como Aisumaentonces, el episodio sen (I’m Sorry) y One Day (At A time) estaban muy más raro en la lejos de sus mejores expresiones de ternura pasadas extraordinaria vida de y por venir. Otros temas como Bring On The Lucie John Lennon: lo que (Freda People) e Intuition parecen particularmente iba a transformarse en débiles comparados con los estándares de Lennon. Las ventas de Mind Games fueron ampliamente el legendario “lost superadas por las del álbum solista que Ringo editó weekend”. ese año. Y como si fuera poco, Paul McCartney, por su lado, había alcanzado su mejor forma con Band On The Run, un álbum universalmente celebrado. Al mirar de cerca la tapa de la versión en vinilo de Mind Games, resalta una pequeña curiosidad: en la foto de Bob Gruen, donde la cara de Yoko aparece con la forma de unas montañas, un impreciso John Lennon camina por la llanura; del otro lado, esa figura aparece más cerca y más grande. Según May Pang, su nueva compañera, el mismo Lennon describía eso como “el distanciamiento de Yoko”. Al principio, May Pang, una joven china instalada en Nueva York, trabajó como secretaria y asistente personal para la pareja LennonOno. Alentada por Yoko, entabló una relación más íntima con John a fines de 1973. Comenzaba, entonces, el episodio más raro en la extraordinaria vida de John Lennon: lo que iba a transformarse en el legendario “lost weekend” (fin de semana perdido), tal como la mis>>>
REEDICIÓN> IMAGINE DE ANDREW SOLT (AVH) Hace casi dos décadas, cuando trascendía que Imagine, la película de Andrew Solt sobre la vida de John Lennon, estaba en preparación, todavía no existía un documento definitivo que abordara la vida del ex Beatle. Así es cómo rápidamente el afortunado director se encontró con una cantidad incontable de material cedido, no sólo por los allegados al músico, sino por cualquier fanático que tenía algún tipo de registro de
aquél. Y el valor de Imagine radica principalmente en eso: la sucesión de momentos plasmados en imágenes en el que se desnuda cada una de las facetas de Lennon, aunque manipuladas por una edición inquieta –y la mirada atenta de Yoko Ono. Por otro lado, Imagine traía como novedad, además del material inédito, el hecho de estar contada por la propia voz en off de Lennon, atractivo extra para cualquier fan y un reto importante para el director y sus colaboradores a la hora de sentarse en la sala de montaje. Con todo esto y sin llegar a ser una gran película, desde su exitoso estreno en las salas comerciales en 1988, Imagine
se erige como el documento que mejor se acerca a la figura del autor de Real Love, la canción redescubierta a partir de este film y de su respectivo álbum doble. La nueva edición en DVD de la película –que acaba de editarse en la Argentina– trae además la entrevista para la BBC filmada en 1971 por el equipo de John y Yoko –que seguía a la pareja a sol y a sombra– bajo el título de Truth Be Told, además de The Man, The Music, The Memories, un documental que cuenta los entretelones de la realización de la película. Javier Diz
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PABLO DACAL
CLUB DE FANS
LITTO NEBBIA
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Es el Beatle que más me emociona por su originalidad musical, no sólo componiendo sino cantando, sumado a su personalidad. Un tipo preocupado por muchas de las cosas que pasaban por el mundo, con su opinión siempre a flor de piel, comprometiéndose, jugándose a cada momento. Cuando alguien dice que le cae bien John Lennon, inevitablemente aparece la polémica absurda sobre quién es mejor: ¿Lennon o McCartney? The Beatles fue un grupo que reunió a cuatro personajes talentosos, carismáticos, donde la sumatoria de sus virtudes fluyó en una química incomparable para los 60. Pero se acerca alguien y te insiste en que le expliques por qué te caía mejor Lennon que McCartney. Y todo lo bueno que reconozco de Lennon no va en detrimento de McCartney. Para la música popular, John Lennon es una Voz que suena a Verdad. Su tímbrica es natural. Su canto suena como cuando habla. Podemos marcar un par de cantantes más que estarían dentro de esta “raza”: Carlos Gardel y João Gilberto. Hay muchísima gente que canta muy “bien”. Y por supuesto que Paul McCartney es uno de ellos. Pero ¿de qué hablamos cuando decimos que tal o cual canta “bien”? ¿Nos referimos al caudal de voz? ¿Quizá al volumen? ¿O apreciamos el estilo? ¿O tal vez a una sutil manera de pronunciar los versos del tema? ¿O nos gusta una voz por su forma estética y ya está? Quizá por ser un profesional de esto, me doy cuenta cuando alguien trata de cantar “lindo” y cuando se manda “la parte” al interpretar una canción. Esto nunca sucede con el canto de Lennon. Nunca hay un “acting” en su interpretación. Siempre estamos escuchando a alguien que está consciente, sintiendo todo lo que trata el tema. Su originalidad está probada: existen muchos grandes cantantes del rock que tienen el timbre vocal parecido al de otros. Y no me estoy refiriendo a que uno esté copiando a otro (que también existe), sino al sonido de un cantante, que por su manera de decir, su forma de controlar el aire y la naturalidad para meterse en la canción, logra un estilo inconfundible y difícil de ser reemplazado. Carlos Gardel, João Gilberto… Y John. Deben ser la triada de cantantes más imitados de la historia, pero ninguno de sus imitadores logró siquiera comprender la Escuela. Esta originalidad de Lennon cantando se corresponde con lo novedoso de sus composiciones. Muchas veces son melodías dulces entonadas de una manera cruda, casi callejera. Melodías que pertenecen al
canto del rock, pero con grandes reminiscencias orientales, con un colchón armónico que las sostiene rítmicamente, logrando una textura embriagante, una sensación de sinfín. Estas armonías no responden a un estilo armónico tradicional de la canción. No es jazz, ni pura música sajona. Son acordes que “a pura oreja” va colocando alguien que tiene intuición y buen gusto. La interpretación de las guitarras rítmicas de Lennon es cosa seria. La rítmica volcánica de alguien que se está “acompañando” satisfactoriamente cuando canta. Mientras pasa el tiempo, la figura de John Lennon es irremplazable, como lo es la todo artista personal. Y justamente esa personalidad es la fuente inspiradora para los que vendrán. Lennon siempre nos hace sentir como “uno más”. Seguramente esta actitud esté relacionada con su origen humilde: su madre murió muy joven, y prácticamente no tuvo padre. Pero bueno, estos datos no son ninguna garantía para que alguien, una vez obtenido el éxito, no se la crea. Si sabremos de esto en nuestros pagos, ¿verdad?
Ese delicado equilibrio entre fragilidad y violencia es lo que resuena en su voz de forma tan cautivante. Tal vez, eso sea el rock: una fragilidad prepotente. Su voz, la primera que decide subordinar las canciones a la propia vida, porque ya había visitado paisajes demasiado precisos, y hermosos. La misma que se enfrenta a las buenas costumbres, proclama el amor y la paz como salvación, derrocha seducción y voluntad de poder. La clase de voz que es capaz de convencer, primero a sus amigos y luego al mundo, de que los ángeles y fantasmas descubiertos son de todos. Pero recuerdo el 8 de diciembre, día de la Virgen, como el día de un asesinato, la demostración de una fuerza que parece dominarnos. Desde Cristo, las sociedades necesitan, cuando una nueva ética comienza a rodearlas, de esos seres poderosos que entregan todo de sí, proyectando energía comunicativa y transformadora a través de ritos, ya sean sermones o conciertos, que intentan desarmar el mundo. Esa energía es devuelta una y otra vez, siempre creciente, y nunca se sabe en qué se convertirá tal sismo de pasiones. De todas maneras, al pretender enfrentar al sistema, los líderes son traicionados y ejecutados. De lo contrario, pasan a la clandestinidad, buscan destruirse, o transformarse en seres verdaderamente peligrosos. Estamos atrapados.
LUCAS MARTí Bueno, la verdad, ¿qué se puede decir de Lennon que no se haya dicho ya antes…? Yo creo que murió en su mejor momento, se venía con todo, estaba comenzando a cachar la new wave y toda la movida de esa época; aparte, seguro que se iba a rodear de músicos cada vez más locos. De alguna manera, todos imaginamos alguna vez qué habría hecho en los 80, los 90, en el 2000. No sé… Hay un libro de Jason Leen, Experiencias de John Lennon después de su muerte, que trae dos letras que Lennon le mando telepáticamente. Según Jasón, él es el elegido, y toda la bola. Así que ahí están las letras Beso Etéreo y Fuente de luz. También, para los que ya saben todo de Lennon y quieren sacarlo a pasear, está El día que John Lennon vino a la Argentina, por Juan Alberto Badía.
DAMON ALBARN Los Beatles: la historia sin fin… No puedo pensarlos por separado, ni siquiera puedo pensar en John Lennon o en Paul McCartney cada uno por su lado. Sí sé que la carrera de Lennon lejos de los Beatles no está a la altura del grupo en absoluto. Tampoco estoy de acuerdo con eso de que ellos representan lo mejor de los 60: había demasiadas cosas a la vez, ése fue el “problema” de esa época…
RAY DAVIES
JULIAN LENNON La emoción con respecto a mi padre es muy distante; para mí él no estuvo realmente. En cierto sentido, era como no tener padre, había una gran distancia... No fue un buen padre. No es fácil explicarle eso a la gente cuando llega y te dice: “Yo lo adoraba”. Yo amo su trabajo, lo que hizo como músico, y creo que a la gente le gusta eso también, pero el problema es que se suele mezclar la persona y el personaje. Si lo hubieran conocido desde mi perspectiva y desde mi persona, tampoco lo querrían. Su figura está muy malinterpretada. A mis ojos era un hipócrita, porque habló de paz y amor y de preocuparse por la gente cuando no era capaz de hacer eso ni siquiera en su propia vida, con su propia familia. Ese lado de su vida no me inspira en absoluto. Escuchar Free As A Bird, obviamente se hizo raro. Pero me gustó; representa muy bien la relación con mi padre: fría y distante.
LIAM GALLAGHER Lo amo por su voz. Mis melodías favoritas podrían ser Imagine, Gimme Some Thruth o I Don’t Want To Be A Soldier. Pero no por lo que estaba diciendo en las letras ni por su significado, porque la mitad de los temas sobre los que cantaba son los mismos que cantan todos esos imbéciles como Chris Martin. Lennon era un poco idiota con esas cosas, para ser honesto. No me interesa salvar al puto mundo, yo quiero vivir en mi propio mundo. Hago lo mío y punto. No me interesa salir por ahí a convencer a la gente de nada. Es la parte de Lennon que no me interesa. Pero por suerte están sus discos. (Q, 2005)
Siempre me enfermó que me compararan con Paul McCartney. La prensa lo hizo durante mucho tiempo… Prefiero a Lennon, que era un compositor dramático que, sin embargo, nunca tuvo lástima de sí mismo. Así y todo, ni yo ni los Kinks tuvimos algo que ver con los Beatles jamás. Vivimos en mundos diferentes... Paul es un buen compositor, tiene algunas canciones brillantes, pero otras me dan ganas de ir a reírmele en la cara. Y escribir canciones se trata de poder reírte de vos mismo, no de que los demás se rían de vos. Lennon era muy bueno para eso.
THOM YORKE
SEAN LENNON Las comparaciones no me importan demasiado; puedo escuchar a los Beatles con suficiente distancia emocional, y además me encantan sus canciones, sobre todo las de la época psicodélica. ¿Si he heredado algo de mi padre? Hmmm… No estoy seguro. Habría que preguntarle a mi madre.
CHRIS MARTIN Lo amo. ¿Cuánto? Bueno, ¿viste que en Rusia hay una ciudad que se llama Leningrado? Pienso que deberían rebautizarla y ponerle “Lennongrado” en honor a él. (Q, 2005)
JUAN STEWART No sé bien por qué, pero descubrí a Lennon antes que a los Beatles, o por lo menos antes de descubrir lo mejor de los Beatles. Su música es irresistible, y su manera de cantar y de tocar es única, supersimple y a la vez imposible de imitar. No escucho sus discos tanto como debería: siempre termino poniendo uno de los Beatles. Aunque lo tengo entre mis cinco músicos favoritos… ¿Quién no? Muchas veces me pregunto qué música estaría haciendo ahora si viviera… ¿Cómo sonarían sus discos? ¿Sería un tipo cool o un viejo aburrido?
La primera vez que tomé conciencia del poder del arte como agente revolucionario fue con el “War is over” de Lennon de los 70. Yo estaba en el colegio y me obsesioné con ese eslogan. Hoy, creo que de todas las cosas que hizo, además de su música, esa campaña fue lo más importante. Fue directo al grano, era un mensaje muy fuerte para la época. Incluso su música de esos años, las canciones de protesta, tenían ese grado de peligro post Vietnam. Logró que toda una generación dijera: “Pará un minuto, ¡esto está mal!”. Y eso es invalorable.
ANTONY (ANTONY & THE JOHNSONS) A mí me gusta Yoko Ono. Amo a John, como también amo a Paul. Escuchar a los Beatles es como volver a la infancia. Juntos o por separado me hacen sentir que estoy en algún lugar que conozco. Pero Yoko me quita el sueño… Canciones suyas como Toyboat o Spec Of Dust son ejemplos de cómo se debe crear hoy. Es una artista que asume riesgos. En realidad, más que a John me interesa imitarla a ella.
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ma joven calificó a esos dieciocho meses pasados junto a Lennon. Pang desmintió las declaraciones y afirmó que John conoció entonces el gran amor. Pero Yoko anticipó otra tesis: su marido había sido desterrado del Dakota con el fin de que confrontara a sus demonios. Fue autorizado a regresar a su domicilio conyugal sólo cuando ella lo sintió preparado. En cualquier caso, fue un descontrol increíble. Desatado, pudo volver a ser el rocker apasionado que había sido en Liverpool, corriendo libremente por las calles de Los Ángeles embebido en alcohol, drogas y malos modales. En uno de sus discos grabados durante esta época, figura una foto de John como un colegial en Hamburgo, todo un guiño para ilustrar la necesidad de volver a expresar una sensibilidad intacta. May y John recorrían la Costa Oeste de los Estados Unidos como si fueran fugitivos. Vivían sin dirección fija, aunque John siempre hablaba por teléfono con Yoko, hasta veinte veces por día. En un reportaje de 1980, él diría de este período: “Era como ser un elefante en un zoológico. Era consciente de estar
atrapado, pero incapaz de escaparme”. Sin embargo, Lennon parecía estar en la búsqueda de cierta estabilidad: para poder concentrarse de nuevo en su trabajo, se impuso una nueva línea de conducta. Así se toparía en su camino con un sofisticado equipo traído por Phil Spector y con sus compañeros músicos: Keith Moon, Harry Nilsson y Ringo Starr, además de una cantidad impresionante de botellas de coñac. John elaboró un álbum de versiones de rock’n’roll, un proyecto pensado para restituir el gusto y la energía del fundamentalismo del rock de los años 50. Ese disco también tuvo el fin de arreglar un largo litigio que mantenía con un editor oportunista, Morris Levy, quien poseía los derechos de You Can’t Catch Me, de Chuck Berry, una canción en la que los Beatles se habían inspirado para un pasaje de Come Together, en Abbey Road (69). Para evitar un proceso por plagio, John se comprometió a grabar en su próximo disco otros tres temas que estaban en poder de Morris Levy. Lennon pidió auxilio a Spector, residente habitual de Los Ángeles, quien ya había producido Let It Be (70) y algunos de sus mejores discos solistas, entre ellos, Imagine. Sus sesiones en el estudio A&M serían verdaderos excesos de anarquía y ebriedad. Allí sucedió “el famoso disparo”. Ensordecido por una violenta explosión, John había gritado: “¡Phil, si querés matarme, hacelo ahora! ¡Pero no me revientes los oídos, los necesito!”. Aunque Spector era un verdadero genio en la organización de los excesos, esas sesiones fueron realizadas en un gran desorden. El talento de músicos como Steve Cropper y Leon Russell colaboró con la buena causa, pero reinó la indecisión. Echado por la fuerza de los estudios A&M, el equipo SpectorLennon se refugió en Record Plant West Studio y logró un resultado más satisfactorio. Finalmente, Spector desapareció llevándose las cintas grabadas y el proyecto maldito debió quedar varado ahí. En ese momento, John les proporcionó a sus biógrafos la anécdota más sórdida de su vida. Se dice que llegó a una disco, The Troubadour, con una toalla higiénica sobre la cabeza. Cuando supuestamente le preguntó a una camarera si ella lo reconocía, recibió como respuesta: “Sí, usted es el agujero de un culo con una Kotex en la cabeza”. Desgraciadamente, May Pang, presente esa noche, desmintió el incidente. Pero Lennon conservaba siempre la cabeza fría: a pesar de sus peleas y sus resacas, no postergaba nunca su trabajo. En Los Ángeles, tuvo una sesión de grabación –hasta hoy inédita– con Mick Jagger, para un tema titulado Too Many Cooks; después otra con Paul McCartney y Stevie Wonder interpretando Midnight Special. Escribió también una canción para Ringo Starr, Goodnight Vienna. En 1974 regresó a Nueva York y produjo Pussycats, para su amigo Harry Nilsson. Se instaló con May Pang en un departamento de la calle 52, cerca del edificio de las Naciones Unidas. Y fue entre las paredes de Record Plant East donde Lennon comenzó a salir del pozo artístico y grabó Walls & Bridges. De todos los nombres extravagantes que adoptó para firmar las can-
ciones del disco –Dwarf McDougal, Rev. Fred Ghurkin y Dr. Winston O’Reggae, entre otros–, el más resonante es, sin dudas, el elegido para Scared: Mel Torment. Esta canción, torturada y angustiante, muestra a un Lennon que, desde lo más bajo, le implora a Yoko que lo saque del abismo. Como ya había sucedido en Mind Games, la producción fue amplia y cálida, y la escritura fría e irregular. Nobody Loves You (When You’re Down And Out) suena sincera. Steel And Glass recupera el rencor sinfónico de How Do You Sleep? –el mensaje contra Paul de Imagine–, pero cambia de víctima: ahora el enemigo es Allen Klein, el combativo manager neoyorquino que tiempo atrás John quería para los Beatles y a quien Paul se oponía. Elton John colaboró en el sorprendente Whatever Gets You Thru The Night. También está el hipnótico #9 Dream, que oscila alegremente entre el sueño tranquilo y el despertar amenazante. Todos los que disfrutaron Walls & Bridges celebraron, sin dudas, la edición de Menlove Ave, un compilado de rarezas lanzado por Yoko Ono en 1986 y bautizado así en honor al nombre de la calle de Liverpool donde Lennon había crecido. Excepto dos o tres temas extraídos de las grabaciones de Rock’n’roll, el disco se basa en demos de canciones de Walls & Bridges. Despojado del embellecimiento de estudio, su sonido es tan austero como el de John Lennon/ Plastic Ono Band. Las típicas expresiones lennonianas del “lost weekend”, entre la melancolía de Old Dirt Road y la franqueza de Bless You, no podían sino seducir a Yoko. En sus breves notas de la portada, ella hizo notar también que la educación musical de John no se inició con Elvis Presley, como se creía, sino mucho antes, escuchando Greensleeves y las emisiones de la BBC. Finalmente, las cintas del disco Rock’n’roll fueron compradas a Phil Spector por la suma de 94 mil dólares. Como era previsible, John las encontró casi inaudibles. Un año antes, la idea de hacer un disco que celebrara el rock de los años 50 parecía ser muy excitante, pero enseguida se volvió aburrida. Como aún continuaba el problema con Morris Levy, Lennon decidió utilizar a sus nuevos músicos para enriquecer las sesiones originales. Si bien la base del trabajo era poco prometedora, John consiguió realizar un disco respetable. Basta comparar esas versiones de clásicos con algunas de las innovaciones de su juventud –Twist And Shout o Bad Boy– para observar hasta qué punto Lennon se volvió más denso que su colega McCartney. Sin embargo, en sus versiones de Be-Bop-A-Lula, Stand By Me y Ain’t That A Shame se percibe un seguro sentido de adaptación, de apropiación, que hacen de sus canciones pequeños milagros de equilibrio reuniendo emoción y soltura. Es necesario subrayar que el último tema del disco –Just Because, un toque de ironía agresiva contra el show business– fue un gesto sincero: se trata del último tema grabado por John antes de una etapa de cinco largos años de silencio. El 29 de noviembre de 1974, Lennon apareció junto a Elton John en su concierto del Madison Square Garden. Elton le había apostado que Whatever Gets You Thru The Night llegaría a la cima de los rankings. Y ganó la apuesta. Nervioso, Lennon subió al escenario para interpretar una versión de su flamante éxito, antes de proseguir con Lucy In The Sky With Diamonds. Para terminar, presentó un tema escrito por “una antigua novia que se llamaba Paul” y, contra todos los pronósticos, interpretó I Saw Her Standing There, la canción que abría el primer disco de los Beatles. Ese gesto sigue siendo un recuerdo grato para los nostálgicos del grupo, un sentimiento reforzado por el hecho de que Lennon tocaba su última canción en público. Esa noche John volvió a encontrarse con Yoko
“Me gratificaron con una segunda oportunidad. Ser un Beatle casi me costó la vida, o en todo caso una buena parte de mi salud. Si no produzco nada más que silencio, entonces que así sea. Amén”.
en su camarín y se reconciliaron. Algunas semanas más tarde, dirían a la prensa: “Nuestra separación fue un fracaso”. La pareja más célebre del rock volvía a unirse. A fines de 1975, después de que la separación de los Beatles fuera legalmente formalizada, John se reinstaló en el Dakota Building. En febrero se editó Rock’n’roll, y luego apareció Shaved Fish, un compilado con sus mejores temas como solista. John y Yoko sellaron su unión asistiendo juntos a la ceremonia de los Grammy Awards, donde fueron fotografiados en compañía de un esqueleto llamado David Bowie (Lennon había participado en dos temas de Young Americans: Fame y en una versión de Across The Universe). El 18 de abril tocó en público por última vez en su vida: se presentó en Salute To Lew Grade, un programa televisivo conducido por el comediante Dave Allen, donde se mostró con un traje futurista para
WORKING CLASS HERO: THE DEFINITIVE COLLECTION Después de las reediciones de Rock’n’roll y de Acoustic, llega el álbum doble Working Class Hero…, el compilado definitivo de la obra solista de Lennon. Casi cuarenta canciones y una edición más que cuidada. tocar Imagine y Slippin’ And Slidin’, de Little Richards. Esos momentos de exposición pública fueron escasos. Para Lennon, el mayor evento de 1975 fue el embarazo de su mujer. Después de años de intentos fallidos, creía que nunca volvería a ser padre. Pero cuando regresaron al Dakota, Yoko quedó finalmente embarazada. Sean nació el día del cumpleaños número 35 de John, el 9 de octubre de 1975. Ese día les confesó a los periodistas: “Me siento más grande que el Empire State Building”. Como los otros tres Beatles, John estaba obsesionado con la idea de que, después de los treinta, toda su vida sería sólo un agregado. Sin embargo, con el tiempo pudo contemplar esta perspectiva con mayor serenidad. En una de las entrevistas que daría poco antes de su muerte, describía claramente esa sensación: “La vida es larga, aún me quedan cuarenta o cincuenta años”. Tenía deseos de regresar a Inglaterra. ¿Pero para qué apurarse? “Después de todo, no va a desaparecer.” Lennon era de los que todavía contaban su fortuna en libras, chelines y peniques; nunca aprendió el nuevo sistema decimal. En 1978 declaró: “Me gratificaron con una segunda oportunidad. Ser un Beatle casi me costó la vida, o en todo caso una buena parte de mi salud –el alcohol y las drogas aparecieron antes de que fuéramos músicos profesionales–; todo eso fue una búsqueda desenfrenada de la superación de uno mismo. No cometeré dos veces el mismo error en mi vida. Esta vez, la inspiración deberá venir según los viejos métodos conocidos por todos. Si no produzco nada más que silencio, entonces que así sea. Amén”.
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