P. Carlos Triana, Eudista
EL PODER DE LA ALABANZA
Con las debidas licencias Diseño de portada: Impresora Varel - D.G. César Torres
Contenido Introducción
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1. ¿Qué es alabar?
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2. ¿A quién alabar? ¿ Alabanzas para el creador o las criaturas?
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3. ¿Porqué motivos alabar a Dios?
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4. ¿Cómo alabar a Dios?
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5. ¿Cuándo alabar a Dios?
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6. ¿Quiénes deben alabar a Dios?
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7. ¿Dónde alabar a Dios?
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8. ¿Para qué sirve alabar a Dios? El poder de la alabanza
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9. ¿Quiénes nos enseñan a alabar? Jésus y María, modelos de alabanza
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10. La Eucaristía, sacrificio de alabanza
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11. Conclusión
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12. Alabanzas para el Señor
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Introducción Nuestra vida debe ser una liturgia, una continua oración, una permanente celebración, una verdadera adoración. Nuestra vida debe ser un salmo de alabanza, pues “¿Qué hay mejor que un salmo? Por eso, David dice muy bien: ¡Alabad al Señor porque es bueno salmodiar: a nuestro Dios alabanza dulce y bella! Y es verdad. El salmo es bendición pronunciada por el pueblo, alabanza de Dios por la Asamblea, aclamación de todos, palabra dicha por el universo, voz de la Iglesia, melodiosa profesión de fe” (San Ambrosio) Si cada uno de nosotros fuera un salmo de alabanza y bendición… la Asamblea sería un salterio, la Iglesia una melodiosa sinfonía imposible de callar, y todos, hostias agradables, “el olor del incienso que Cristo ofrece a Dios” (2 Cor 2, 15). Pero seremos todo ello, no cuando digamos alabanzas, no cuando profiramos bendiciones, no cuando expresemos elogios a Dios, no cuando cantemos canciones a su Nombre… sino cuando nuestra existencia toda se convierta en una vida agradable a sus ojos. Con toda mi iración y gratitud “El poder de la Alabanza” para Norma querida, para Norma, la doctora la del corazón entusiasta la de la infinita alegría, la de la entrega sincera, la de la mirada limpia, la discreta servidora, la de San Juan Bautista: para mí, estímulo y apoyo, hermana y amiga. para Dios, canto y hosanna, bendición y aleluya…
1. ¿Qué es alabar? Alabar es elogiar con palabras, enaltecer, loar, celebrar con los labios, encomiar. Alabar significa narrar, relatar, hablar con recomendación de algo o de alguien, de sus cualidades y hechos. Estrictamente hablando, la alabanza se refiere a la Santidad de Dios. La alabanza está íntimamente ligada a la Adoración y a la acción de gracias, ya que el meditar en Dios y en sus obras, nos lleva a reconocer reverentemente su persona, su majestad, su poder y a magnificarlo. Alabar es demostrar reverencia a Dios, es bendecirlo, es hablar bien de él, es bien decir de su ser y de su actuar Adorar significa arrodillarnos dando homenaje a Dios “Venid, adoremos y postrémonos; Arrodillémonos delante de Yahveh nuestro Hacedor”. (Sal 95,6). “Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás” (Mt 4,10). La alabanza es una sublime forma de oración. Va más allá de la petición. Quien alaba a Dios expresa su reconocimiento y gratitud por la perfección divina y por su actuar misericordioso. La alabanza es la forma de oración que le canta a Dios por El mismo, le da gloria por lo que El es. Pero también, ante el maravilloso espectáculo de su obrar, el hombre irado, prorrumpe en alabanza, en bendición y en acción de gracias. “La oración de bendición es la respuesta del hombre a los dones de Dios: porque Dios bendice, el corazón del hombre puede bendecir a su vez a Aquel que es la fuente de toda bendición” (Cat. 2626). ¡Dichoso el pueblo que sabe alabar al Señor! (Sal 89, 15 )
2. ¿A quién alabar? ¿Alabanzas para el creador o las criaturas? Elogiamos a los minerales Elogiamos a los vegetales Elogiamos a los animales, a nuestras mascotas Elogiamos las cosas: los aparatos, las máquinas Elogiamos las comidas, las bebidas, las modas, los perfumes… Elogiamos a las personas, a los niños, a las damas, a hombres y mujeres: la mujer que honra al Señor es digna de alabanza. (Prov 31, 30) Elogiamos la ciencia, el arte, el deporte… y a sus protagonistas: los científicos, los artistas, los deportistas. Elogiamos la bandera, la patria, el himno nacional Elogiamos a los líderes, a los santos, a los sabios: Salomón Llenaste la tierra con tu ciencia y el cielo con tus cantos de alabanza. (Ecco 47, 15) Elogiamos a los vivos y a los muertos Pero ¿elogiamos a Dios? Por eso dice el Salmo: “Dichoso el Pueblo que sabe alabarte” (Sal 89, 15) Sab 13 nos dice que son tontos los hombres que no son capaces de descubrir a Dios en la naturaleza para rendirle homenaje de alabanza y adoración. Tontos son los que no son capaces de maravillarse ante el fenómeno inefable de la Creación y descubrir en ella al Creador, al Santo, al sumo inteligente, al poderoso Dios, al bien supremo, el inigualable, al maravilloso creador del género humano, para alabarlo y bendecirlo por su inmensa grandeza. Si alabas a los minerales porque brillan o valen: Dios brilla más y vale más. Si alabas a los vegetales, a las flores, las orquídeas, las guirnaldas, los montes, los cafetales, porque son hermosos y bellos, Dios es más bello y hermoso.
2. ¿A quién alabar? ¿ Alabanzas para el creador o las criaturas?
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Si alabas a los animales porque son increíbles, Dios es más increíble y magnífico. Si alabas las cosas, los aparatos, las máquinas, por su utilidad, Dios nos es más útil y necesario: “Si no existieras, Dios, habría que inventarte”, dijo Pascal. Si alabas las comidas, las bebidas, los perfumes porque son sabrosos, Dios es más sabroso, es una delicia, “Gustad y ved qué sabroso es el Señor” dice un salmista. Si alabas la ciencia, el arte, el deporte, por los sentimientos de iración que te despiertan, Dios es todavía mucho más irable Si alabas a la patria porque es tu morada, Dios será tu definitiva morada, tu patria eterna. Si alabas a los líderes, sabios y santos, Dios es la fuente de todo ello Si alabas a los vivos y a los muertos, Dios es Dios de vivos y de muertos… Si alabas las criaturas ¿por qué no alabar al Creador? En el Eclesiástico hay un Elogio o Alabanza de los antepasados (44.1—50.29). Pero alabar a las personas o criaturas debe llevarnos a alabar a Dios, fuente y creador de todas ellas: Ecco 44 1Voy a hacer el elogio de los hombres buenos, nuestros antepasados de épocas diversas. 2 El Altísimo les concedió muchos honores y los engrandeció desde hace mucho tiempo. 3 Reyes que dominaron la tierra, hombres famosos por sus grandes acciones, consejeros llenos de sabiduría, profetas que podían verlo todo, 4 jefes de naciones llenos de prudencia, gobernantes de visión profunda, sabios pensadores que escribieron libros, poetas que dedicaban sus noches al estudio, 5 compositores de canciones, según las normas del arte, autores que pusieron por escrito sus proverbios, hombres ricos y de mucha fuerza, que vivieron tranquilamente en sus hogares.
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2. ¿A quién alabar? ¿ Alabanzas para el creador o las criaturas?
Todos ellos recibieron honores de sus contemporáneos y fueron la gloria de su tiempo. 8 Algunos dejaron un nombre famoso que será conservado por sus herederos. 9 Y hay otros a los que ya nadie recuerda, que terminaron cuando terminó su vida, que existieron como si no hubieran existido, y después pasó lo mismo con sus hijos. 10 Aquellos, al contrario, fueron hombres de bien, y su esperanza no terminará. 11 Sus bienes se conservan en su descendencia, y su herencia se transmitió a sus nietos. 12 Por su fidelidad a la alianza, se mantiene aún su descendencia, y gracias a ellos viven las generaciones siguientes. 13 Su recuerdo permanecerá siempre, y sus buenas acciones no se olvidarán. 14 Sus cuerpos fueron enterrados en paz, y su fama durará por todas las edades. 15 La asamblea celebrará su sabiduría, y el pueblo proclamará su alabanza. 7
Llamados estamos a adorar pues a Dios y no a las criaturas, al Creador más que a su obra, o al Creador en sus obras y por sus obras. De no ser así, se nos puede aplicar la sentencia de San Pablo: En lugar de la verdad de Dios, han buscado la mentira, y han honrado y adorado las cosas creadas por Dios y no a Dios mismo, que las creó y que merece alabanza por siempre. Amén. (Ro 1, 25) ¡Dichoso el pueblo que sabe alabar al Señor! Solo Dios es digno de alabanza Hablando estrictamente, sólo Dios es digno de alabanza. Esto nos lo dicen varios textos bíblicos: a) Oh, Señor, ¡ningún dios puede compararse a ti! ¡Nadie es santo ni grande como tú! ¡Haces cosas maravillosas y terribles! ¡Eres digno de alabanza! (Ex 15, 11). Oh Dios de Sión, ¡tú eres digno de
2. ¿A quién alabar? ¿ Alabanzas para el creador o las criaturas?
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alabanza!, (Sal 65,2). El Dios y Padre del Señor Jesús, es digno de alabanza por siempre (2 Cor 11,31). b) “Honren al Señor su Dios, y adórenlo solo a él; Porque él es el motivo de la alabanza de ustedes; es su Dios, que ha hecho por ustedes estas cosas grandes y maravillosas que han visto. (Dt 10, 20-22) Mi nombre será para las naciones motivo de bendición y alabanza.”(Jer 4,2) c) Ecco 51, 12b Den gracias al Dios de la alabanza, porque su amor es eterno. d) Ap 5, 12y decían con fuerte voz: “¡El Cordero que fue sacrificado es digno de recibir el poder y la riqueza, la sabiduría y la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza!” 13. Y oí también que todas las cosas creadas por Dios en el cielo, en la tierra, debajo de la tierra y en el mar, decían: “¡Al que está sentado en el trono y al Cordero, sean dados la alabanza, el honor, la gloria y el poder por todos los siglos!”14. Los cuatro seres vivientes respondían: “¡Amén!” Y los veinticuatro ancianos se pusieron de rodillas y adoraron. e) Ap 7, 11Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se inclinaron delante del trono hasta tocar el suelo con la frente, y adoraron a Dios 12diciendo: “¡Amén! La alabanza, la gloria, la sabiduría, la gratitud, el honor, el poder y la fuerza sean dados a nuestro Dios por todos los siglos. ¡Amén!” Nuestro Dios, lo afirma categóricamente la Sagrada Escritura, es el Dios de la alabanza… ¡Dichoso el pueblo que sabe alabar al Señor! No hay que adorar a los ídolos A Dios le dan enormes celos el sólo pensar que nosotros adoremos otro dios fuera de él. El es un Dios celoso. Sólo quiere que lo amemos
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2. ¿A quién alabar? ¿ Alabanzas para el creador o las criaturas?
a El y lo adoremos a El. “Adorarás al Señor tu Dios” y a nadie más (Mt 4, 10). Adorar otro dios es idolatría y esto no lo permite el Señor. Un buen ejemplo de esto es la escena del rey Nabucodonosor que mandó a hacer una estatua de oro y ordenó: En cuanto oigan ustedes tocar la trompeta, la flauta, la cítara, la lira, el salterio, la gaita y todos los instrumentos musicales, se pondrán de rodillas y adorarán a la estatua de oro. Todo aquel que no lo haga será arrojado inmediatamente a un horno encendido (Dan 3, 5-6) Todos hicieron lo que pedía el rey menos tres jóvenes judíos. A ellos les preguntó el rey: ¿es verdad que ustedes no adoran a mis dioses ni a la estatua de oro que yo he mandado hacer? ¿Están ustedes dispuestos, tan pronto como oigan la música, a inclinarse ante la estatua que yo he mandado hacer, y adorarla? Porque si no la adoran, ahora mismo serán arrojados a un horno encendido; y entonces ¿qué dios podrá salvarlos? Ellos respondieron: no tenemos por qué discutir este asunto. Nuestro Dios, a quien adoramos, puede librarnos de las llamas del horno y de todo el mal que Su Majestad quiere hacernos, y nos librará. Pero, aun si no lo hiciera, sepa bien Su Majestad que no adoraremos a sus dioses ni nos arrodillaremos ante la estatua de oro. Sabemos la historia. Los tres jóvenes fueron echados al horno encendido, pero ¡oh sorpresa! Los tres jóvenes que fueron lanzados atados al horno, estaban libres, caminando, acompañados por el ángel del Señor. Entonces Nabucodonosor dijo: ¿No arrojamos al fuego tres hombres atados?... pues yo veo cuatro hombres desatados, que caminan en medio del fuego sin que les pase nada, y el cuarto hombre tiene el aspecto de un ángel. Y diciendo esto, Nabucodonosor se acercó a la boca del horno y gritó: Sadrac, Mesac y Abednego, siervo del Dios altísimo, salgan y vengan aquí…. Y Nabucodonosor después de comprobar que nos les había pasado nada alabó a Dios: ¡Alabado sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abednego, que envió a su ángel para salvar a sus siervos fieles, que no cumplieron la orden del rey, prefiriendo morir antes que arrodillarse y adorar a otro dios que fuera su Dios! Ahora pues, yo ordeno que cualquier hombre que hable
2. ¿A quién alabar? ¿ Alabanzas para el creador o las criaturas?
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mal del Dios de estos jóvenes, sea descuartizado, y su casa convertida en un montón de escombros, sea cual sea su pueblo, nación o lengua, pues no hay otro dios que pueda salvar así (Dan 3, 14-30). Los cristianos alabamos a Jesús y María Para los cristianos, de manera especial, las alabanzas las dirigimos a Jesús y María. En efecto: - Cuando Jesús nació fue alabado: Los pastores, por su parte, regresaron dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían visto y oído, pues todo sucedió como se les había dicho (Lc 2, 20), y los Angeles alababan diciendo: “Gloria a Dios en el cielo” (Lc 2, 13-14). - Cuando entró a Jerusalén fue alabado: Mt 21, —En las Escrituras se dice: ʻMi casa será declarada casa de oraciónʼ, pero ustedes están haciendo de ella una cueva de ladrones. 14Se acercaron a Jesús en el templo los ciegos y los cojos, y él los sanó. 15Pero cuando los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley vieron los milagros que hacía, y oyeron que los niños gritaban en el templo: “¡Hosanna al Hijo del rey David!”, se enojaron 16y dijeron a Jesús: —¿Oyes lo que esos están diciendo? Jesús les contestó: —Sí, lo oigo. Pero ¿no han leído ustedes la Escritura que habla de esto? Dice: ʻCon los cantos de los pequeños, de los niñitos de pecho, has dispuesto tu alabanza.ʼ - Cuando resucitó fue alabado: ¡Aleluya, no está aquí, ha resucitado! es la alabanza pascual. - Al final de los tiempos se le dará alabanza: Ap 14, 6Vi otro ángel, que volaba en medio cielo y que llevaba un mensaje eterno para anunciarlo a los que viven en la tierra, a todas las naciones, razas, lenguas y pueblos. 7Decía con fuerte voz: “Teman a Dios y denle alabanza, pues ya llegó la hora en que él ha de juzgar. Adoren al que hizo el cielo y la tierra, el mar y los manantiales.” En el cielo se le alaba eternamente, y nosotros estamos llamados a ir al cielo para alabarlo por siempre. Los cristianos estamos llamados
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3. ¿Por qué motivos alabar a Dios?
a alabar a nuestro Señor, a continuar la alabanza que se le ha dado en el Evangelio y a prepararnos como Iglesia de alabanza para ir al cielo a alabarlo eternamente. - María también fue alabada en el Evangelio: fue alabada • por Dios Padre, en la persona del Arcángel, (Lc 1, 28) • por el Espíritu en la persona de Isabel, (Lc 1, 41-45) • por Jesús cuando dijo: “dichosos son los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica”. (Lc 11, 28) • También fue alabada por el pueblo de Israel, en la persona de la mujer anónima que gritó: dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron. (Lc 11, 27) • Por la Iglesia que sigue diciéndole “bienaventurada” “Bendita entre las mujeres”, “Salve, María”. Se cumple así la Palabra del Magnificat: “Me felicitarán todas las generaciones” Los cristianos estamos llamados a alabar a María porque es la “llena de gracia”
3. ¿Por qué motivos alabar a Dios? Por lo que El es A Dios hay que alabarlo por lo que El es. Ese es el verdadero sentido de la alabanza, descubrir lo que Dios es y bendecirlo por todo ello. Ya nos ha enseñado la Sagrada Escritura que Sólo Dios es digno de alabanza. Sólo El es Digno de ser alabado. (Sal 96,4; 45,1). Pero tenemos que alabarlo por su carácter y atributos: Él es bueno. (Sal 106,1) Misericordioso. (Idem). Justo. (Sal 119, 62; 7,17). El es santo, (Sal 77,12-14. Is 6,3). El es sabio, poderoso, fiel, infinito, eterno, omnipresente, todo. El es la totalidad. El es la razón de todo. Por lo que El hace También debemos alabar a Dios por lo que El ha hecho. Los hombres capaces de irar la obra de Dios, pasan de la mudez a la aclamación. Debemos pues alabarlo.
3. ¿Por qué motivos alabar a Dios?
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- Por su Creación. Sal 8,1-4. - Por sus Obras formidables y maravillosas. Sal 139,14. - Por su Obra redentora. Ap 5,9-13. - Por su amor y fidelidad: Sal 117 (116) 1Naciones y pueblos todos, alaben al Señor, 2pues su amor por nosotros es muy grande; ¡la fidelidad del Señor es eterna! - Porque nos ha salvado: 2 Sam 22, 1David entonó este canto al Señor cuando el Señor lo libró de caer en manos de Saúl y de todos sus enemigos. 2Dijo así: “Tú, Señor, eres mi protector, mi lugar de refugio, mi libertador,3 mi Dios, la roca que me protege, mi escudo, el poder que me salva, mi más alto escondite, mi más alto refugio, mi salvador. ¡Me salvaste de la violencia! 4 Tú, Señor, eres digno de alabanza “¡Den gracias al Señor! ¡Proclamen su nombre! Cuenten a los pueblos sus acciones. 9 Canten himnos en su honor. ¡Hablen de sus grandes hechos! (…) 23 “Canten al Señor, habitantes de toda la tierra; anuncien día tras día su salvación. 24 Hablen de su gloria y de sus maravillas ante todos los pueblos y naciones, 25 porque el Señor es grande y muy digno de alabanza, y más terrible que todos los dioses. 26 Los dioses de otros pueblos no son nada, pero el Señor hizo los cielos. 27 ¡Hay gran esplendor en su presencia! ¡Hay poder y alegría en su santuario! 28 “Den al Señor, familias de los pueblos, den al Señor el poder y la gloria; 1 Cro 16, 8
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3. ¿Por qué motivos alabar a Dios?
den al Señor la honra que merece; (…) “Den gracias al Señor, porque él es bueno, porque su amor es eterno. 35 Díganle: ¡Sálvanos, oh Dios, salvador nuestro! ¡Recógenos y líbranos de entre las naciones para que alabemos tu santo nombre, para que alegres te alabemos! 36 ¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel, por toda la eternidad!” Y todo el pueblo respondió: “¡Amén!”, y alabó al Señor. 29 34
Jud 16, 1“¡Entonen a mi Dios un canto al son de panderetas, canten al Señor con acompañamiento de platillos, ofrézcanle un canto de alabanza, honren e invoquen su nombre! 2 El Señor es un Dios que pone fin a las guerras; él me libró de mis perseguidores y me trajo al campamento de su pueblo. 3 “Vinieron los asirios de las montañas del norte, vinieron con miles de soldados, tantos que con ellos los valles se inundaban y con sus caballos se cubrían las colinas. 4 Amenazaron con quemar mi territorio, con matar a espada a mis muchachos, con estrellar contra el suelo a mis niños de pecho, con llevarse presos a mis pequeños y cautivas a mis jovencitas. 5 “Pero el Señor todopoderoso los hizo fracasar por medio de una mujer. 6 Su campeón no cayó a manos de jóvenes, ni fueron colosos los que lo vencieron, ni le cayeron encima gigantes enormes; ¡Judit, la hija de Merarí, (…) 13 “Voy a cantar a Dios una canción nueva ¡Señor, tú eres grande y glorioso, irable por tu poder invencible!
3. ¿Por qué motivos alabar a Dios?
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Que te sirvan todos los seres que creaste; tú hablaste, y comenzaron a existir, enviaste tu soplo, y se formaron; nadie puede resistir a tu voz de mando. 15 Las montañas se estremecen desde sus cimientos y se confunden con los mares, las rocas se derriten como cera delante de ti; pero a aquellos que te reverencian les muestras tu bondad. 16 “Poca cosa son los sacrificios de olor agradable, muy poco es toda la grasa que se quema en holocausto; pero el que reverencia al Señor siempre será grande. 14
- Por el don de la vida: Tob 8, 10Mientras tanto Ragüel se levantó y llamó a sus criados, y se fueron a cavar una fosa, pues pensaba: “Si acaso ha muerto, que la gente no se burle de nosotros y nos insulte.” 11Cuando terminaron de cavar la fosa, volvió Ragüel a la casa, llamó a su esposa 12y le dijo: “Manda a una de las criadas que entre y vea si Tobías está vivo. Y si está muerto, lo enterraremos sin que nadie se dé cuenta.” Mandaron a la criada, encendieron una lámpara y abrieron la puerta. La criada entró, y encontró a Tobías y a Sara profundamente dormidos el uno junto al otro. 14Salió entonces y les avisó que Tobías estaba vivo y que no le había pasado nada malo. 15Entonces Ragüel alabó al Dios del cielo, diciendo: “¡Alabado seas, oh Dios, con toda alabanza pura! ¡Alabado seas por todos los siglos! 16Alabado seas porque me has llenado de alegría, y no sucedió lo que yo temía, sino que nos trataste de acuerdo con tu inmensa bondad. 17 Alabado seas porque tuviste compasión de estos dos hijos únicos. Ten misericordia de ellos, Señor, y protégelos. Concédeles hasta el fin una vida llena de felicidad y de tus favores.” 13
- Por todo: Ef 5, 19-20: Hablemos unos a otros con salmos, himnos y cantos espirituales. Canten y alaben de todo corazón a Dios por todas las cosas en el nombre de Jesucristo.
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4. ¿Cómo alabar a Dios?
¡Dichoso el pueblo que sabe alabar al Señor! Además debemos alabar a Dios porque Jesús nos pidió que oráramos siempre y perseverantemente (Lc 11, 5-13; 18, 1-8; Jn 14, 13; 16, 23), nos dijo que la oración es necesaria ((Lc 18, 1). Y los apóstoles nos piden que oremos asiduamente ( (Rom 12, 12; 1 Cor 7, 5; Ef 6, 18; Col 4, 2; 1 Tes 5, 17; 1 Tm 5,5; 1 Pe 4, 7).
4. ¿Cómo alabar a Dios? La Sagrada Escritura nos invita a alabar a Dios con todo nuestro ser. Parodiando al Deuteronomio, a Dios hay que alabarlo con toda nuestra mente, nuestras fuerzas, con toda nuestra alma, con todo nuestro ser y con los instrumentos que estén a nuestro alcance: ¡Alábenlo con toques de trompeta! ¡Alábenlo con arpa y salterio! ¡Alábenlo danzando al son de panderos! ¡Alábenlo con flautas e instrumentos de cuerda! ¡Alábenlo con platillos sonoros! ¡Alábenlo con platillos vibrantes! (Sal 150, 3-5) - Con lo que decimos. Sal 145, 4-7. Con los labios: Heb 13, 14 Pues en este mundo no tenemos una ciudad que permanezca para siempre, sino que vamos en busca de la ciudad futura. 15Por eso debemos alabar siempre a Dios por medio de Jesucristo. Esta alabanza es el sacrificio que debemos ofrecer. ¡Alabémoslo, pues, con nuestros labios! 16No se olviden ustedes de hacer el bien y de compartir con otros lo que tienen; porque estos son los sacrificios que agradan a Dios. Se alaba con los labios, pero para expresar el gozo del corazón: Sal 119, Lleguen mis gritos, Señor, a tu presencia; ¡dame entendimiento, conforme a tu palabra! 170 Llegue mi oración a tu presencia; ¡líbrame, conforme a tu promesa!
4. ¿Cómo alabar a Dios?
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Brote de mis labios la alabanza, pues tú me has enseñado tus leyes. Entonen mis labios un canto a tu promesa, porque todos tus mandamientos son justos. 171
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- Con todo el corazón. Sal 9,1; 111,1 y con un corazón recto. Sal 119,7. - Con cantos. Sal 92:1; 104,33,34; 147,1. Con gritos de júbilos - Con Inteligencia. Sal 47:1, 6 y 7. - Batiendo las manos. Sal 47,1. - Con Instrumentos. Sal 150:3-6; 33,1-3. - Y Danza. Éx 15,20, Sal 150, 4 - Con Alegría, gozo y aún Júbilo. Sal 32, 11; 95, 1-3. Los ángeles alaban a Dios con una iración sobrenatural y una alegría inimaginable - Aplaudiendo. Sal 98,4-6. - Alzando las manos. Sal 63, 3-4; 134,1-2. - Hablando en lenguas (1 co 12, 28; 14, 2. 13-14) - Con fe, esperanza y amor. - Con la vida: esto es con una vida en la Verdad: Jos 7, 19Entonces Josué le dijo a Acán: Hijo mío, da honor y alabanza al Señor y Dios de Israel, diciéndome lo que has hecho. ¡No me lo ocultes! Con una vida de generosidad: Ecco 35, 2Ser agradecido es como ofrecer la mejor harina a Dios, y dar limosna es como hacer sacrificios de alabanza. Con una vida santa, llena de amor. Pues la verdadera alabanza es un sacrificio de la vida. El Apóstol Pablo nos pide que “presentemos nuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que debe ser nuestro culto racional” (Ro 12,1). Nuestra vida social puede alabar a Dios, nuestra educación puede alabar a Dios, nuestra vida familiar, nuestra vida laboral, nuestro tiempo libre, todos pueden ser vividos para el honor y la gloria divinos.
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5. ¿Cuándo alabar a Dios?
¡Dichoso el pueblo que sabe alabar a Dios! La regla bíblica para practicar la alabanza a Dios de diferentes maneras es muy sencilla: Hágase todo decentemente y con orden. (1 Cor 14, 40); sin hacer tropezar al hermano. (Ro 15,1-6). Hay que hacer todas las cosas con el único fin de alabar al Señor y darle gloria y no para exhibición de nosotros mismos. (Col 3, 16-17, Fil 2, 3-4).
5. ¿Cuándo alabar a Dios? Debemos alabar a Dios en todo tiempo. (Sal 34,1; 119:62). Pero de manera especial en el tiempo de las pruebas. Tobit alabó a Dios en la prueba del destierro: Tob 13, 1Tobit dijo: 2 “Alabado sea Dios, que vive y reina por siempre. Él castiga, pero también tiene compasión. Hace bajar hasta el reino de la muerte, y salva de la gran perdición. Nada puede escapar a su poder. 3 “Alábenlo, descendientes de Israel, delante de las naciones. Él fue quien los dispersó por todas ellas, 4 y quien les ha mostrado allí lo grande que es. Denle gloria delante de todos los hombres. Él es nuestro Señor, nuestro Dios y nuestro Padre, y es Dios por toda la eternidad. 5 Él los castiga por sus maldades, pero tiene compasión de todos ustedes y los reunirá de todas las naciones a donde los había dispersado.(…) Alaben al Señor, que hace justicia; den gloria al Rey eterno. 8 “Yo lo alabo en este país de mi destierro, y muestro a una nación pecadora la fuerza y la grandeza de Dios. (…)
5. ¿Cuándo alabar a Dios?
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Yo alabo a mi Dios, el Rey del cielo; mi corazón se alegra en su grandeza. 10 Que todos lo alaben y le den gracias en Jerusalén. (…) 11 Jerusalén da gracias dignamente al Señor, alaba al Rey eterno, para que tu templo sea reconstruido con alegría, 12 y cuando vuelvan a ti los desterrados, él los llene de alegría y muestre su amor a todos los desdichados, por todos los tiempos hasta la eternidad. (…) “¡Benditos, por siempre todos los que te reconstruyan! 15 Entonces te alegrarás mucho por los buenos. Todos se reunirán y alabarán al Señor del universo. ¡Dichosos los que te aman! ¡Dichosos los que se alegren de tu prosperidad! (…) “Alma mía, alaba al Señor, el gran Rey. 17 Jerusalén será reconstruida, el templo del Señor existirá por siempre. ¡Qué dicha si me queda algún descendiente que pueda ver tu esplendor y alabar al Rey del cielo! 9
Azarías alabó a Dios en medio de los tormentos del fuego: Dan 3, 24Sadrac, Mesac y Abednegó caminaban en medio de las llamas cantando himnos y alabando a Dios, el Señor. 25Entonces Azarías, en medio del fuego, empezó a orar y dijo: 26“Bendito eres, Señor, Dios de nuestros antepasados. Tú mereces alabanza, tu nombre es glorioso por siempre. 27Tú has sido justo en todo lo que has hecho con nosotros. En todo lo que haces eres sincero; tu proceder es recto; tú siempre juzgas según la verdad. Los tres jóvenes alabaron a Dios en medio de las llamas: Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor; Ensalzadlo con himnos por los siglos porque él nos libró del sepulcro y nos salvó de la muerte, nos libró del fuego del horno encendido, nos libró de las llamas.
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6. ¿Quiénes deben alabar a Dios?
Dad gracias al Señor, porque él es bueno, porque su amor es eterno. Alabadlo todos los que adoráis al Señor, el Dios de los dioses, cantad en su honor, dadle gracias, porque su amor es eterno. (Dan 3, 88-90) ¡Dichoso el pueblo que sabe alabar a Dios!
6. ¿Quiénes deben alabar a Dios? La respuesta a esta pregunta nos la da el siguiente himno de alabanza: “Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor, Ensalzadlo con himnos por los siglos. Ángeles del Señor, bendecid al Señor; Cielos bendecid al Señor. Aguas del Espacio, bendecid al Señor; Ejércitos del Señor, bendecid al Señor; Sol y luna, bendecid al Señor; Astros del cielo, bendecid al Señor; Lluvia y rocío, bendecid al Señor; Vientos todos, bendecid al Señor; Fuego y calor, bendecid al Señor; Fríos y heladas, bendecid al Señor; Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; Témpanos y hielos, bendecid al Señor; Escarchas y nieves, bendecid al Señor; Noche y día, bendecid al Señor; Luz y tinieblas, bendecid al Señor; Rayos y nubes, bendecid al Señor; Bendiga la tierra al Señor, Ensálcelo con himnos por los siglos. Montes y cumbres, bendecid al Señor; Cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor; Manantiales, bendecid al Señor; Mares y ríos, bendecid al Señor; Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
6. ¿Quiénes deben alabar a Dios?
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Aves del cielo, bendecid al Señor; Fieras y ganados, bendecid al Señor; Ensalzadlo con himnos por los siglos. Hijos de los hombres, bendecid al Señor; Bendiga Israel al Señor. Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; Siervos del Señor, bendecid al Señor; Almas y espíritus justos, bendecid al Señor; Santos y humildes de corazón, bendecid al Señor; Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor; Ensalzadlo con himnos por los siglos (Dan 3, 57-88) También el Salmo 148 nos dice categóricamente quiénes deben alabar al Señor: ¡Alaben al Señor, todos sus ángeles! Alábenlo, ustedes ejércitos del cielo. Alábenlo, sol y luna, Alábenlo, brillantes luceros. Alábalo, tú altísimo cielo, Y tú, agua, que estás encima del cielo. (…) Alaben al Señor desde la tierra, Monstruos del mar, y mar profundo Rayo, granizo, nieve y neblina, Viento tempestuoso que cumple sus órdenes Montes y colina, Todos los cedros y árboles frutales Los animales domésticos y salvajes, Las aves y los reptiles. Los reyes del mundo y todos los pueblos, Todos los jefes y gobernantes del mundo Hombres y mujeres, jóvenes y viejos Alaben todos el nombre del Señor, Pues sólo su nombre es altísimo. Todas las naciones y pueblos deben alabar al Señor. (Sal 117) Un prefacio de la misa nos dice explícitamente que estamos llamados todos a alabar a Dios: “… Formaste al hombre a tu imagen y
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semejanza: porque lo hiciste dueño de un m undo portentoso, para que en tu nombre dominar la creación entera, y, al contemplar la grandeza de tus obras, en todo momento de alabara” (Prefacio dominical V). El prefacio III de Adviento dice: “En verdad es justo darte gracias, es nuestro deber cantar en tu honor, himnos de bendición y de alabanza”. Todas las criaturas deben pues alabar al Señor, las del cielo y las de la tierra. Pero de una manera especial, todos nosotros los que hemos sido llamados a ser un pueblo de alabanza para nuestro Dios. Dios nos ha creado y nos ha hecho sus hijos para que le alabemos. Dios quiere que seamos un pueblo de alabanza. El nos alaba y quiere que lo alabemos: Is 43, 1 Pero ahora, Israel, pueblo de Jacob, el Señor que te creó te dice: “No temas, que yo te he libertado; yo te llamé por tu nombre, tú eres mío. 2 Si tienes que pasar por el agua, yo estaré contigo, si tienes que cruzar ríos, no te ahogarás; si tienes que pasar por el fuego, no te quemarás, las llamas no arderán en ti. 3 Pues yo soy tu Señor, tu salvador, el Dios Santo de Israel. Yo te he adquirido; he dado como precio de rescate a Egipto, a Etiopía y a Sabá, 4porque te aprecio, eres de gran valor y yo te amo. Para tenerte a ti y para salvar tu vida entrego hombres y naciones. 5 No tengas miedo, pues yo estoy contigo. Desde oriente y occidente haré volver a tu gente para reunirla. 6 Diré al norte: ʻDevuélvelosʼ, y al sur: ʻNo te quedes con ellos. Trae a mis hijos y mis hijas desde lejos, desde el extremo del mundo, 7 a todos los que llevan mi nombre, a los que yo creé y formé, a los que hice para gloria mía.ʼ 8 “Hagan venir a mi pueblo, que tiene ojos pero está ciego,
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y tiene oídos pero está sordo. 9 Reúnanse todos los pueblos, júntense las naciones. ¿Quién entre ellas había predicho esto, o había anunciado los sucesos pasados? Que presenten testigos y prueben tener razón, para que se oiga y se diga que es la verdad.” 10 El Señor afirma: “Ustedes son mis testigos, mis siervos, que yo elegí para que me conozcan y confíen en mí y entiendan quién soy. Antes de mí no ha existido ningún dios, ni habrá ninguno después de mí. 11 Solo yo soy el Señor; fuera de mí nadie puede salvar.” 12 El Señor afirma: “Yo lo anuncié y lo proclamé: yo los he salvado; no lo hizo un dios extraño, y ustedes son mis testigos. 13 Desde siempre, yo soy Dios. Nadie puede librar de mi poder. Nadie puede deshacer lo que yo hago.” 14 El Señor, el Dios Santo de Israel, el que les dio la libertad, dice: “Para salvarlos a ustedes mandaré gente a Babilonia y haré abrir todas las puertas, y la alegría de los caldeos se convertirá en dolor. 15 Yo soy el Señor, el creador de Israel, el Dios Santo y rey de ustedes.” 16 El Señor abrió un camino a través del mar, un sendero por entre las aguas impetuosas; 17 hizo salir todo un poderoso ejército, con sus carros y caballos, para destruirlo. Quedaron derribados y no pudieron levantarse; se acabaron como mecha que se apaga. 18 Ahora dice el Señor a su pueblo: “Ya no recuerdes el ayer, no pienses más en cosas del pasado. 19 Yo voy a hacer algo nuevo, y verás que ahora mismo va a aparecer. Voy a abrir un camino en el desierto y ríos en la tierra estéril. 20 Me honrarán los animales salvajes, los chacales y los avestruces, porque hago brotar agua en el desierto, ríos en la tierra estéril,
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para dar de beber a mi pueblo elegido, el pueblo que he formado para que proclame mi alabanza. Como dice 1 Pe 2, 9: somos una familia escogida, un sacerdocio al servicio del rey, una nación santa, un pueblo adquirido por Dios. Y esto es así para que anunciemos las obras maravillosas de Dios. La colección de salmos, que son poemas, cantos, oraciones y alabanzas al Señor, termina diciendo: “Que todo lo que respira alabe al Señor. Alabado sea el Señor” (Sal 150, 6) ¡Dichoso el pueblo que sabe alabar a Dios!
7. ¿Dónde alabar a Dios? La primera respuesta que se ocurre es: ¡En el Templo!. Los Israelitas decían: ¡Alaben a Dios en su santuario! ¡Alábenlo en su majestuosa bóveda celeste! (Sal 150, 1) La samaritana del capítulo 4 de san Juan tenía ese problema: ¿dónde alabar a Dios? ¿En Garizim o en Jerusalén? Jesús es categórico: ni aquí ni allá, ni donde dicen los samaritanos ni donde piensan los judíos, porque “llegará la hora, créeme mujer, en que a Dios se le alabará en espíritu y en verdad”, esto es, en lo más íntimo de la vida y del ser: en el corazón. (Cfr Jn 4) Para alabar a Dios se requiere corazón. El corazón es el órgano de la alabanza. No se puede alabar a Dios sin corazón. Más que las manos, los labios o la danza del cuerpo, la alabanza se hace con y en el corazón. a) La alabanza surge de un corazón humilde: Sal 66, (1b)Canten a Dios con alegría, habitantes de toda la tierra; 2 canten himnos a su glorioso nombre; cántenle gloriosas alabanzas.
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Díganle a Dios: “Tus obras son maravillosas. Por tu gran poder tus enemigos caen aterrados ante ti; 4 todo el mundo te adora y canta himnos a tu nombre.” 5 Vengan a ver las obras de Dios, las maravillas que ha hecho por los hombres: 6 convirtió el mar en tierra seca, y nuestros antepasados cruzaron el río a pie; ¡alegrémonos en Dios! Con su poder, gobierna para siempre; vigila su mirada a las naciones, para que los rebelde no se levanten contra él. 8 ¡Naciones, bendigan a nuestro Dios! ¡hagan resonar himnos de alabanza! 9 Porque nos ha mantenido con vida; no nos ha dejado caer. 10 Dios nuestro, tú nos has puesto a prueba, ¡nos has purificado como a la plata! 11Nos has hecho caer en la red; nos cargaste con un gran peso. 12 Dejaste que un cualquiera nos pisoteara; hemos pasado a través de agua y fuego, pero al fin nos has dado respiro. 3
Sal 100, 1(1b)¡Canten al Señor con alegría, habitantes de toda la tierra! 2 Con alegría adoren al Señor; ¡con gritos de alegría vengan a su presencia! 3 Reconozcan que el Señor es Dios; él nos hizo y somos suyos; ¡somos pueblo suyo y ovejas de su prado! 4 Vengan a las puertas y a los atrios de su templo con himnos de alabanza y gratitud. ¡Denle gracias, bendigan su nombre! 5 Porque el Señor es bueno; su amor es eterno y su fidelidad no tiene fin. Del soberbio sale la crítica, la descalificación, la negatividad, el pesimismo. El humilde, en cambio, es capaz de reconocer las maravillas de Dios y alabar.
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b) La alabanza brota de un corazón que ama. El que no alaba es porque no ama. ¿Es imposible amar a una persona y no reconocer sus cualidades y no hablar bien de ella, de sus bondades, de su belleza, de sus atributos. En el Cantar de los Cantares el Amado alaba a la Amada y la Amada a su Amado. Son como una sociedad de la alabanza. Ella dice: “ungüento derramado es tu nombre” (1, 3). “Bolsita de mirra es mi amado para mí” (1, 13). El dice: “Como el lirio entre los cardos así es mi amada entre las mozas” (2,2). “Levántate, amada mía, hermosa mía,… paloma mía, en las grietas de las rocas, en escarpados escondrijos muéstrame tu semblante, déjame oír tu voz, porque tu voz es dulce y gracioso tu semblante” (2, 13-14) El mismo Dios que tanto nos ama, nos alaba y elogia diciendo: “eres precioso a mis ojos, eres estimado y yo te amo” (Is 43, 4) c) Sólo puede alabar un corazón capaz de maravillarse: Sal 96, Canten al Señor una canción nueva; canten al Señor, habitantes de toda la tierra; 2 canten al Señor, bendigan su nombre; anuncien día tras día su salvación. 3 Hablen de su gloria y de sus maravillas ante todos los pueblos y naciones, 4 porque el Señor es grande y muy digno de alabanza: ¡más terrible que todos los dioses! 5 Los dioses de otros pueblos no son nada, pero el Señor hizo los cielos. 6 ¡Hay gran esplendor en su presencia! ¡Hay poder y belleza en su santuario! 7 Den al Señor, familias de los pueblos, den al Señor el poder y la gloria; 8 den al Señor la honra que merece; entren a sus atrios con ofrendas, 9 adoren al Señor en su hermoso santuario. ¡Que todo el mundo tiemble delante de él! 10 Él afirmó el mundo, para que no se mueva; él gobierna a los pueblos con igualdad.
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¡Que se alegren los cielos y la tierra! ¡Que brame el mar y todo lo que contiene! 12 ¡Que se alegre el campo y todo lo que hay en él! ¡Que griten de alegría los árboles del bosque, 13 delante del Señor, que viene! ¡Sí, él viene a gobernar la tierra, y gobernará a los pueblos del mundo con justicia y con verdad! Digan a las naciones: “¡El Señor es Rey!” 11
d) Solo se alaba con el corazón puro: Lavadas ya mis manos y limpias de pecado, quiero, Señor, acercarme a tu altar, 7 y entonar cantos de alabanza, y proclamar tus maravillas. (Sal 26, 6-7) Los hombres honrados alabarán tu nombre. (Sal 140, 13) e) Sólo pueden alabar los de buen corazón: Sal 33, Aclamen al Señor, hombres buenos; en labios de los buenos, la alabanza es hermosa. 2 Den gracias al Señor al son del arpa, cántenle himnos con música de salterio, 3cántenle un nuevo canto, ¡toquen con arte al aclamarlo! 4 La palabra del Señor es verdadera; sus obras demuestran su fidelidad. 5 El Señor ama lo justo y lo recto; ¡su amor llena toda la tierra! 6 Por la palabra del Señor fueron hechos los cielos, por el soplo de su boca, todos los astros. 7 Él junta y almacena las aguas del mar profundo. 8 Honren al Señor todos en la tierra; ¡hónrenlo todos los habitantes del mundo! Un corazón resentido, amargado, no puede alabar f) Para alabar se requiere un corazón reconciliado. Una comunidad dividida, peleada, no puede alabar, se requiere armonía, se requiere
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paz. Bien dice el Salmo que para llegar al recinto del Señor se requiere manos puras y corazón limpio. (Sal 24) g) Para alabar se requiere tener un corazón vivo, un corazón que ame la vida, que busque al Dios de la vida, que esté irado ante la vida: Sal 30, 11(12)Has cambiado en danzas mis lamentos; me has quitado el luto y me has vestido de fiesta. 12(13)Por eso, Señor y Dios, no puedo quedarme en silencio: ¡te cantaré himnos de alabanza y siempre te daré gracias! Is 38, 19: Los vivos, los vivos son quienes te alaban, como yo ahora. h) No se puede alabar sin Espíritu Santo: Jesús después de llenarse del Espíritu Santo alaba (Lc 10, 21), y San Pablo nos enseña que como no sabemos orar como conviene, el Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad (Ro 8, 26), pues nadie puede llamar a Dios Abba si no es por el Espíritu Santo. (Ro 8, 15), y nadie puede decir “Jesús es el Señor, Señor”, sino por la acción del Espíritu Santo (1 Cor 12, 3) Sal 40, (2)Puse mi esperanza en el Señor, y él se inclinó para escuchar mis gritos; 2(3)me salvó de la fosa mortal, me libró de hundirme en el pantano. Afirmó mis pies sobre una roca; dio firmeza a mis pisadas. 3(4) Hizo brotar de mis labios un nuevo canto, un canto de alabanza a nuestro Dios. (…) 5(6) Señor y Dios mío, muchas son las maravillas que tú has hecho y las consideraciones que nos tienes. ¡Nada es comparable a ti! Quisiera anunciarlas, hablar de ellas, pero son más de las que puedo contar. Dios mismo alaba en nuestro corazón. El pone su alabanza en nuestra boca. El es nuestra alabanza. “Dios mío abre mis labios y mi boca proclamará tu alabanza”. ¡Dichoso el pueblo que sabe alabarte, Señor”
8. ¿Para qué sirve alabar a Dios? El poder de la alabanza En todas las religiones existe el fenómeno de la oración y de la alabanza. Es un misterio que Dios quiera que lo alabemos. En la religión cristiana, la alabanza, la oración, la adoración es básica. Ya un prefacio de la misa nos enseña que nuestra alabanza no le hace bien a Dios, nos hace bien a nosotros: “Aunque no necesitas de nuestra alabanza, es don tuyo el que seamos agradecidos; y aunque nuestras bendiciones no aumentan tu gloria, nos aprovechan para nuestra salvación” (Prefacio común IV) Es a nosotros a quien beneficia la oración y alabanza. Y ¿Cómo nos beneficia? a) La alabanza a Dios produce milagros: Una madre me habló de un hijo que se fue lejos y no sabía nada sobre él. Yo, en vez de consolarla y aconsejarla, la invité a alabar a Dios por su hijo y por su vida, por sus cruces y dolores de madre… Al otro día el joven que regresó a casa arrepentido. La alabanza produce milagros. b) Alabar a Dios sana: la alabanza implica una aceptación de la Providencia o del Plan de Dios en nuestras vidas. Esta aceptación trae paz a nuestra mente. El cuerpo se alivia de las tensiones producidas por no haber aceptado el Plan de Dios en nuestras vidas: desaparecen las frustraciones, la ira, el rechazo, el inconformismo… Entonces el organismo se equilibra. No es posible alabar con los puños cerrados, cerrados por la ira, por el enojo, por los deseos de venganza, por coraje, por malestar interior o físico, por rencor, odio, resentimiento, agresividad… La alabanza me abre las manos y me pone en comunicación con Dios, con los hermanos y en o con mi realidad… y cuando acepto a Dios y lo alabo, y acepto a mi hermano y veo lo bueno que Dios ha hecho en él, y me veo a mí mismo como algo bueno salido de las buenas manos de Dios… entonces la alabanza me empieza a sanar.
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8. ¿Para qué sirve alabar a Dios? El poder de la alabanza
c) La alabanza a Dios libera: la alabanza es un arma poderosa para alejar las fuerzas enemigas. Con la alabanza hacemos que la atmósfera sea inaguantable para el Maligno. Así como se expulsan los insectos indeseables convirtiendo su ambiente irrespirable, de igual modo los demonios son forzados a irse cuando su archienemigo es alabado y glorificado intensamente. Los espíritus inmundos de por sí son orgullosos y se molestan sobremanera cuando se le da gloria a Dios a quien rechazan. Por eso una alabanza nutrida y prolongada facilita mucho la liberación, produce paz y armonía. Recordemos que Moisés con las manos levantadas en oración y alabanza hizo que el Pueblo venciera en la batalla al enemigo amalecita. (Ex 17, 8-13) Los israelitas le dieron siete vueltas a Jericó, digamos que son siete vueltas de oración, tocando la trompeta delante del Arca, alabando y dando gloria a Dios, y las murallas fueron derribadas (Jos 6, 11-20) Recordemos cómo Josafat venció a punta de alabanzas: 1 cro 20, 1 Algún tiempo después, los moabitas y los amonitas, aliados con los meunitas, atacaron a Josafat; 2entonces fueron algunos a decirle: “¡De Edom, del otro lado del Mar Muerto, viene un gran ejército contra ti! ¡Ya están en Hasesón-tamar!” (Hasesón-tamar es lo mismo que En-gadi.) 3 Josafat sintió miedo y decidió acudir al Señor. Así que anunció un ayuno en todo Judá, 4y la gente de Judá se reunió para pedir ayuda al Señor. De todas las ciudades de Judá llegó gente. 5Josafat se puso de pie en medio del pueblo de Judá que se había reunido en Jerusalén, frente al atrio nuevo del templo del Señor, 6y exclamó: “Señor, Dios de nuestros antepasados, ¡tú eres el Dios del cielo, tú gobiernas a todas las naciones! ¡En tus manos están la fuerza y el poder: nadie puede oponerte resistencia! 7Dios nuestro, tú arrojaste de la presencia de tu pueblo Israel a los habitantes de este territorio y se lo diste para siempre a los descendientes de Abraham, tu amigo. 8Después de haberse establecido aquí, construyeron un templo para ti, y dijeron: 9 ʻSi nos viene algún mal como castigo, sea la guerra, la peste o el hambre, nos presentaremos delante de este templo, porque tú estás
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en este templo, y en nuestras angustias te pediremos ayuda, y tú nos escucharás y nos salvarás.ʼ10Pues ahora, aquí están los amonitas, los moabitas y los de la montaña de Seír, en cuyos territorios no quisiste que entraran los israelitas cuando venían de Egipto, sino que se apartaron de ellos y no los destruyeron. 11En pago de eso, ahora nos atacan para arrojarnos de tu propiedad, la tierra que tú nos diste como propiedad. 12Dios nuestro, ¿no vas a castigarlos? Pues nosotros no tenemos fuerza suficiente para hacer frente a ese gran ejército que nos ataca. ¡No sabemos qué hacer; por eso tenemos los ojos puestos en ti!” 13Todo Judá estaba de pie delante del Señor, incluyendo sus mujeres y sus hijos, aun los niños más pequeños. 14Y estando todo el pueblo reunido, Jahaziel, hijo de Zacarías y nieto de Benaías, el cual era hijo de Jeiel y nieto de Matanías, un levita descendiente de Asaf, quedó poseído por el espíritu del Señor 15y dijo: “Pongan atención, habitantes de Judá y de Jerusalén, y tú, rey Josafat. El Señor les dice: ʻNo tengan miedo ni se asusten ante ese gran ejército, porque esta guerra no es de ustedes sino de Dios. 16Bajen mañana a atacarlos. Vienen subiendo por la cuesta de Sis, y ustedes los encontrarán en el extremo del arroyo que está frente al desierto de Jeruel. 17No son ustedes los que van a pelear esta batalla. Tomen posiciones, esténse quietos y verán cómo el Señor los librará. ¡Habitantes de Jerusalén y de todo Judá, no tengan miedo ni se asusten; marchen mañana contra ellos, porque el Señor está con ustedes!ʼ ” 18 Entonces Josafat se arrodilló y se inclinó hasta tocar el suelo con la frente, y los habitantes de Judá y Jerusalén se postraron ante el Señor para adorarlo. 19Y los levitas descendientes de Quehat y los descendientes de Coré empezaron a alabar en voz muy alta al Señor, Dios de Israel. 20 A la mañana siguiente se levantaron temprano para ponerse en camino hacia el desierto de Tecoa. Y en el momento de salir, Josafat se puso de pie para decirles: “Escúchenme, habitantes de Jerusalén y de Judá: confíen en el Señor, su Dios, y se sentirán seguros; confíen en sus profetas, y todo les saldrá bien.” 21 Y después de consultar con el pueblo, nombró algunos cantores para que, vestidos con ropas sagradas y marchando al frente de las tropas, alabaran al Señor con el himno: “Den gracias al Señor, porque su amor es eterno.” 22Luego, en el momento en que
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empezaron a cantar con alegría himnos de alabanza, el Señor creó confusión entre los amonitas, los moabitas y los de la montaña de Seír, que venían a atacar a Judá, y fueron derrotados. Por medio de la alabanza, Pablo y Silas fueron liberados de las cadenas de la prisión: “agarraron a Pablo y a Silas y los llevaron ante las autoridades, a la plaza principal. … la gente se levantó contra ellos, y los jueces ordenaron que les quitaran la ropa y los azotaran con varas. Después de haberlos azotado mucho, los metieron en la cárcel, y ordenaron al carcelero que los vigilara con el mayor cuidado. Al recibir esta orden, el carcelero los metió en el lugar más profundo de la cárcel y los dejó con los pies sujetos en el cepo. Pero a eso de la medianoche, mientras Pablo y Silas oraban y cantaban himnos a Dios, y los otros presos estaban escuchando, vino de repente un temblor tan fuerte que sacudió los cimientos de la cárcel. En el mismo momento se abrieron todas las puertas, y a todos los presos se les soltaron las cadenas…” (Hech 16, 19-26) d) La alabanza es fortaleza contra el mal: Sal 8, (2)Señor, soberano nuestro, ¡tu nombre domina en toda la tierra!, ¡tu gloria se extiende más allá del cielo! 2(3) Con la alabanza de los pequeños, de los niñitos de pecho, has construido una fortaleza por causa de tus enemigos, para acabar con rebeldes y adversarios. e) La alabanza, como todo tipo de oración, santifica: (1 Tm 4,5; St 5, 15s; 1 Jn 3, 22; 5,14s) f). La alabanza concede otros inmensos favores: paz, alegría, consuelo, gozo, esperanza, amor, felicidad… La alabanza tiene connotación de alegría. No puede haber alabanza triste o amargada. Es importante que la alabanza exprese gozo y alegría. Los ángeles en el cielo alaban eternamente a Dios con gozo y alegría. Dios se hace presente en la alabanza de su pueblo. El se goza con la alabanza. Pues, como dice el prefacio, aunque no necesita de nuestra
9. ¿Quiénes nos enseñan a alabar? Jesús y María, modelos de alabanza
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alabanza, y nuestras bendiciones no lo enriquecen, él inspira y hace suya nuestra acción de gracias… El se hace presente en nuestra alabanza. El habita en nuestra alabanza (Sal 22). El hace suyas nuestras alabanzas. Con la alabanza buscamos bendecirlo a El, pero es El quien nos bendice a través de nuestras alabanzas. g) ¿Alabar a Dios para qué? En fin, alabar a Dios por nosotros y para nosotros, en otras palabras, alabar a Dios para heredar de él una bendición: 1 Cor 4, 5Por lo tanto, no juzguen ustedes nada antes de tiempo; esperen a que el Señor venga y saque a la luz lo que ahora está en la oscuridad y dé a conocer las intenciones del corazón. Entonces Dios dará a cada uno la alabanza que merezca. Existimos para heredar una bendición: No devuelvan mal por mal ni insulto por insulto. Al contrario, devuelvan bendición, pues Dios los ha llamado a recibir bendición.(1 Pe 3, 9). Gal 3, 13Cristo nos rescató de la maldición de la ley haciéndose maldición por causa nuestra, porque la Escritura dice: “Maldito todo el que muere colgado de un madero.” 14Esto sucedió para que la bendición que Dios prometió a Abraham alcance también, por medio de Cristo Jesús, a los no judíos; y para que por medio de la fe recibamos todos el Espíritu que Dios ha prometido. ¡Dichoso el pueblo que sabe alabarte, Señor!
9. ¿Quiénes nos enseñan a alabar? Jesús y María, modelos de alabanza a) Jesús es el Maestro que enseña a alabar a Dios. El enseñó a los discípulos a orar. El pasó durante toda su vida orando. A los doce años lo encontramos en el templo y en la cruz no hace sino orar. Su vida de principio a fin está atravesada por la experiencia de la oración. Resaltamos tres oraciones de alabanza que son modelo para todos nosotros:
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9. ¿Quiénes nos enseñan a alabar? Jesús y María, modelos de alabanza
- “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has mostrado a los sencillos las cosas que escondiste de los sabios y entendidos. Sí, Padre, porque así lo has querido” (Lc 10, 21) - “Padre, te doy gracias porque me has escuchado. Yo sé que siempre me escuchas, pero lo digo por el bien de esta gente que está aquí, para que crean que tú me has enviado” (Jn 11, 41-42) - “Padre, la hora ha llegado: glorifica a tu Hijo, para que también él te glorifique a ti. … yo te he glorificado aquí en el mundo, pues he terminado la obra que me confiaste… todo lo que es mío es tuyo y todo lo que es tuyo es mío… ahora voy a donde tú estás; pero digo estas cosas mientras estoy en el mundo, para que ellos se llenen de la misma perfecta alegría que yo tengo…” (Jn 17) Jesús es pues nuestro modelo de alabanza, Su oración y su vida fueron una perfecta alabanza para Dios. b) María es Mater et Magistra. Ella también es maestra y nos enseña alabar a Dios con los labios y con la vida, a través de su oración del Magnificat: Proclama mi alma la grandeza del Señor, Se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, Porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: Su nombre es santo Y su misericordia llega a sus fieles De generación en generación. El hace proezas con su brazo: Dispersa a los soberbios de corazón, Derriba del trono a los poderosos Y enaltece a los humildes, A los hambrientos los colma de bienes Y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel su siervo,
10. La Eucaristía sacrificio de alabanza
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Acordándose de su misericordia, Como lo había prometido a nuestros padres, En favor de Abraham y su descendencia por siempre. María es para nosotros modelo de alabanza porque su vida fue un salmo agradable al Padre…. La verdadera oración o alabanza no consiste en decir “Señor, Señor…” sino en cumplir la Voluntad del Padre. Es lo que Jesús dice, cuando alaba a su Madre: mi Madre es dichosa no porque me llevó en su seno sino porque hizo la Voluntad de Dios (Lc 11, 27-28).
10. La Eucaristía, sacrificio de alabanza La Eucaristía es la oración esencial de la Iglesia. En ella se encuentran concentradas todos los tipos de oración: de acción de gracias, de alabanza, de súplica e intercesión, de petición de perdón, de entrega, de contemplación… Pero refiriéndonos a la alabanza, podemos decir que la Eucaristía es el sacrificio de alabanza. Es la alabanza perfecta para Dios. En ella se concentra toda la alabanza del cielo y de la tierra. • En verdad, ella se inicia con cantos de júbilo y alabanza que confluyen en una gran alabanza: ¡GLORIA A DIOS EN EL CIELO…! • En la Liturgia de la Palabra, antes del Evangelio (y después en algunas partes) se alaba a Dios con el ¡ALELUYA, ALELUYA! • El prefacio es toda una alabanza que la comunidad hace al Señor por medio del sacerdote • Cuando se prepara la Asamblea para el gran momento de la Consagración, alaba diciendo: ¡SANTO, SANTO, SANTO, BENDITO EL QUE VIENE EN NOMBRE DEL SEÑOR! ¡HOSSANA EN EL CIELO, HOSSANA EN LA TIERRA! • Y toda esta alabanza eucarística llega a su clímax en la doxología: ¡POR CRISTO CON EL Y EN EL, A TI DIOS
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11. Conclusión
PADRE OMNIPOTENTE EN LA UNIDAD DEL ESPIRITU SANTO, TODO HONOR Y TODA GLORIA POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS. AMEN! Pero la Eucaristía es la perfecta alabanza a Dios no porque durante su rito haya momentos explícitos para alabar al Señor… sino porque le ofrecemos en alabanza, un sacrificio agradable, el de su Hijo. ¿Qué le podemos dar a Dios que le agrade? ¿Hay algún regalo para Dios que sea de su tamaño? Nada de lo nuestro le puede agradar, nada de lo nuestro es de su magnitud… Lo único igual a su tamaño es su propio Hijo, lo único verdaderamente agradable a sus ojos es el amor y el sacrificio de su Hijo. Y eso es lo que hacemos en la Eucaristía: ofrecemos el sacrificio de alabanza y de amor de Cristo, que tanto agrada a Dios. ¡Dichoso el pueblo que sabe alabarte, Señor!
11. Conclusión Alabemos a Dios con nuestra vida. Que nuestra vida sea agradable a sus ojos. Con una vida recta y limpia daremos la alabanza que él está esperando de nosotros. El no quiere sacrificios rituales, ni cultos, ni ofrendas… El quiere un corazón limpio, un corazón amoroso, un corazón reconciliado, un corazón bueno, un corazón contrito y humillado, arrepentido y convertido, un corazón no violento, un corazón que trabaje por la paz… Esa es la alabanza que él espera de nosotros. El quiere que seamos alabanza para su gloria (Cfr Ef 1, 3-12) Fil 4, 8Por último, hermanos, piensen en todo lo verdadero, en todo lo que es digno de respeto, en todo lo recto, en todo lo puro, en todo lo agradable, en todo lo que tiene buena fama. Piensen en toda clase de virtudes, en todo lo que merece alabanza. Y Dios es realmente quien merece toda alabanza en el cielo y en la tierra. ¡Dichoso el pueblo que sabe alabarte, Señor!
12. Alabanzas para el Señor A) Sal 144, (1a)Alabanza de David. 1(1b)Hablaré de tu grandeza, mi Dios y Rey; bendeciré tu nombre por siempre. 2 Diariamente te bendeciré; alabaré tu nombre por siempre. 3 El Señor es grande y muy digno de alabanza; su grandeza excede nuestro entendimiento. 4 De padres a hijos se alabarán tus obras, se anunciarán tus hechos poderosos. 5 Se hablará de tu majestad gloriosa, y yo hablaré de tus maravillas. 6 Se hablará de tus hechos poderosos y terribles, y yo hablaré de tu grandeza. 7 Se hablará de tu bondad inmensa, y a gritos se dirá que tú eres justo. 8 El Señor es tierno y compasivo, es paciente y todo amor. 9 El Señor es bueno para con todos, y con ternura cuida sus obras. 10 ¡Que te alaben, Señor, todas tus obras! ¡Que te bendigan tus fieles! 11 ¡Que hablen del esplendor de tu reino! ¡Que hablen de tus hechos poderosos! 12 ¡Que se haga saber a los hombres tu poder y el gran esplendor de tu reino! 13 Tu reino es un reino eterno, tu dominio es por todos los siglos. 14 El Señor sostiene a los que caen y levanta a los que desfallecen. 15 Los ojos de todos esperan de ti que tú les des su comida a su tiempo. 16 Abres tu mano, y con tu buena voluntad satisfaces a todos los seres vivos. 17 El Señor es justo en sus caminos, bondadoso en sus acciones. 18 El Señor está cerca de los que lo invocan, de los que lo invocan con sinceridad. Él cumple los deseos de los que lo honran; cuando le piden ayuda, los oye y los salva. 20 El Señor protege a los que lo aman, pero destruye a los malvados. 21 ¡Que mis labios alaben al Señor! ¡Que todos bendigan su santo nombre, ahora y siempre!
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B) Hab 3, Esta es una oración del profeta Habacuc. 2 Lo que oigo acerca de ti, Señor, y de todo lo que has hecho, me llena de profunda reverencia. Realiza ahora, en nuestra vida, tus grandes acciones de otros tiempos, para que nosotros también las conozcamos. Muéstranos así tu compasión aun en medio de tu enojo. 3 Dios viene de la región de Temán; del monte Parán viene el Dios Santo. Su gloria se extiende por todo el cielo, y el mundo entero se llena de su alabanza. 4 Viene envuelto en brillante resplandor, y de sus manos brotan rayos de luz que muestran el poder que en él se esconde. 5 Delante de él llegan plagas terribles, y detrás la fiebre abrasadora. 6 La tierra tiembla cuando él se detiene; se estremecen las naciones cuando las mira; las viejas montañas se derrumban y se deshacen los montes antiguos; pero los caminos de Dios son eternos. C) Magníficat del cristiano comprometido Alaba alma mía, al Corazón irable de Jesús y de María Mi espíritu se regocijó en mi gran Corazón Jesús y María me entregaron su Corazón Para que viva siempre en su amor Gracias infinitas les sean dadas por este don inefable. Cosas grandes hizo en mí este Corazón bueno Desde el vientre materno me hizo suyo. El abismo de mis miserias atrajo el abismo de sus misericordias. Se anticipó a enriquecerme con los favores de su bondad
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Con la sombra de su mano me protegió, Y me consintió como a la niña de los ojos. Gracias infinitas les sean dadas por este don inefable. Me escogió para ser su servidor, Me dio un puesto entre los servidores de su pueblo. Puso sus palabras en mis labios, E hizo mi boca como espada acerada. Me ha purificado y me ha hecho revivir, Ha estado en todos mis caminos. Ha batallado contra mis enemigos, De todas mis tribulaciones me ha liberado. Gracias infinitas les sean dadas por este don inefable. Corazón lleno de amor, fuente de todo bien, De Ti me vinieron favores sin cuento. A Ti la alabanza, el amor y la gloria, A Ti canten todas las lenguas, Te amen todos los corazones. Tus misericordias te proclamen grande, Las maravillas de tu amor te revelen a los hombres. Tus servidores te ensalcen, te alaben, te glorifiquen por siempre. El Padre misericordioso tenga presente tu sacrificio, Y escuche los deseos de tu Corazón. Gracias infinitas les sean dadas por este don inefable. Corazón de Jesús, Destrozado por nosotros en la cruz, A impulsos del amor y del dolor, Para Ti se consuma nuestro corazón En el fuego perpetuo de tu amor. Gracias infinitas les sean dadas por este don inefable. Corazón de María, Atravesada por dura espada de dolor,
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Haz que la fuerza del amor divino, Penetre nuestro corazón, Se consuma en tus llamas, Para que por siempre se identifique Con el Corazón de Jesús y María. Amén. ¡Señor, a Ti, la Gloria, el honor, la fuerza, el poder, la adoración, A Ti, la bendición, la acción de gracias, el reconocimiento, la alabanza, por siempre jamás. Amén. “Canten a Dios con alegría canten himnos a su glorioso nombre cántenle gloriosas alabanzas” (Sal 66, 1-2). “Oh Dios que te alaben los pueblos que todos los pueblos te alaben” (Sal 67, 3). ¡Dichoso el pueblo que sabe alabar al Señor” (Sal 89, 15).
ESTA OBRA SE TERMINÓ DE IMPRIMIR EN DICIEMBRE 2004, EN LOS TALLERES DE IMPRESORA VAREL Sur 111 No. 622-2 Col. Sector Popular 09060, México, D.F. Tel. 5581-8229
La Congregación de Jesús y María (padres eudistas) fue fundada por San Juan Eudes en Francia, en 1643. Su misión es la formación de Buenos obreros del Evangelio y las misiones, los eudistas somos formadores y misioneros de la misericordia. Los interesados en conocer nuestra Congregación y vincularse a nuestra misión, como laicos o sacerdotes, comunicarse a: Padres Eudistas Av. San Fernando 460 . 14000 Tél: 56068846 México, D.F. Carlos Guzmán Hernández:
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